Disclaimer: Ayyyy si dependiera de mí…la serie no hubiera pasado del Piloto xq me la habrían cancelado inmediatamente xD. Básicamente xq la tasa de suicidios en todo el mundo se habría disparado. Agradezcamos, pues, que todo el negocio descanse en las capaces manos de David Shore, Bryan Singer and Co.

SpoilersPost-Humpty Dumpty. AU (Universo alternativo). Trazas de Necesidad de Saber.

Pairing: oficialmente…Huddy.

Rating: K+.

Dedicatoria: A todas aquellas foreras dicharacheras que odiaron (y aún odian MWAHAHAHAHA) a Diana Fowley con todo su ser. Por ser capaces de sobrevivir a pesar de la poderosa memoria fotográfica que hace que al evocar su careto de Warrona Suprema de la TV, la muy víbora siga provocándonos arcadas con su ponzoñoso veneno.

A los que siguen ese mandamiento sagrado del "read & review", porque de ellos está el Cielo de los Fanfictores lleno. Gracias por seguir ahí a pesar de la frustrante carencia de Huddy-Love últimamente. Pronto se verán recompensados. Espero. XD

Una vez más a Laura (¡seré cansina:P), por su impagable ayuda, en especial con este decisivo capítulo. Parecía que sería un pasaje de transición bastante simple, tenso pero sencillo a la hora de darle forma, ya que visualizaba la escena a la perfección en mi cabeza. Para variar, mi talón de Aquiles (el diálogo L ), flaqueó, y sólo ella podía rescatarme del apuro del modo tan generoso y brillante en que lo hizo. Por tanto, y sobre todo porque iba contra sus principios xD (nunca le estaré lo suficientemente agradecida), debo informarles de que la última intervención dialogada de este update es completamente fruto de su creatividad ;)

Oh, también le dedico esto a mi bro, como incentivo, que x fin ha comprendido en qué consiste el fanfic y se ha sumado a nuestros maratones caseros de House xD. Sé que en el fondo le hará mucha ilusión que le mencione, aunque no sé si se decidirá algún día a leer TSB, porque no hace más que darme largas…:P


VIII: 'Cause I can't turn to you when it all falls apart
(When It all falls apart, The Veronicas

You can take back all your secrets
We'll divide up all the lies
Keep all the pictures in their frames
Just cut me out, yeah, I'll be fine
Sell the neighbours all my feelings
Go on give away my pride
It's hard to laugh and cry, live and die every night

I tell myself I feel no pain
But I'm feeling the pain (walk away)
Can't walk away
I'm hanging on the ropes of hope
It's getting hard to cope you know
When you're the needle running through my veins
I've changed my name to novocaine

There's a Hole In My Soul
That's been killing me forever
It's a place where a garden never grows
There's a Hole In My Soul
Yeah, I should have known better
'Cause your love's like a thorn without a rose
Yeah, yeah

(Novocaine, Jon Bon Jovi)

A sus espaldas escuchó la puerta abrirse y cerrarse suavemente, interrumpiendo la placidez de la total quietud de que había estado disfrutando hasta entonces y que esperaba lograra iluminarle en su último caso. Luego el taconeo marcando el compás del grácil andar que tan bien conocía, cada vez más cerca. Silencio. Tan sólo su perfume y la casi imperceptible presión de una mano, su mano, apoyada sobre su antebrazo, como únicas pruebas de que no se encontraba solo en la azotea.

Se volvió hacia ella, enarcando la ceja. Estaba claro que no había subido allí arriba para contemplar una maravillosa puesta de sol ni las vistas del aparcamiento. Y, por otro lado, nadie mejor que ella sabía perfectamente que las interferencias bloqueaban su proceso creativo, haciendo que los engranajes de su mente vieran ralentizado su giro por las distracciones. No habría acudido en su busca a no ser que fuera importante. Y menos en el hospital. Por mucho que le desilusionara, no era de las que transgredían las normas para echar un quiqui rápido en el aseo femenino o sobre el escritorio de su oficina durante el descanso del café. Parecía inquieta; no dejaba de recolocar un rebelde mechón de pelo detrás de la oreja, luchando una batalla perdida contra la brisa de la tarde.

– "Voy a dejar a Mark. No puedo…seguir engañándolo de este modo durante más tiempo".

– "Me parece bien", se encogió de hombros. "Hasta tú mereces algo mejor; Marcus parece un bebé grande. Apuesto veinte pavos a que incluso lleva pañales…".

A Stacy le faltó tiempo para retirar la mano, como si el contacto con su piel la hubiera quemado.

– "¿A qué viene eso ahora?", frunció el ceño. "¿Por qué te estás comportando como un crío malcriado y cruel cuando te estoy informando de que pienso abandonar a mi marido por darle una segunda oportunidad a lo nuestro?".

Él se giró, apoyando la espalda y los codos sobre la balaustrada que lo separaba de los más de diez metros que había hasta el suelo. Chasqueó la lengua y correspondió su expresión de incredulidad con una de cruda neutralidad.

– "Si de verdad vas a dejar a Mark como me dejaste a mí, algo definitivo, que no sea por el par de veces que nos hayamos acostado juntos desde que regresaste. Ni por los viejos tiempos. Hazlo por ti, o por él, pero no me metas en un asunto que no me incumbe, Stacy. No manipules la situación para tener alguien a quien culpar cuando tus planes de futuro fracasen. No seré tu cabeza de turco para que luego decidas que yo tampoco soy lo que necesitas y optes por sustituirme por un vendedor de seguros o algo peor".

La sonrisa tensa pero aliviada y optimista con la que había entrado en principio se extinguió, dejándola desnuda de toda pretensión, con una mueca espantada, como si acabara de ver a un fantasma.

– "¿Manipularte¿Dejarte? Greg, para ser un genio, eres bastante obtuso. Creí que…te había dejado lo suficientemente claro que te amo. Que no he dejado de hacerlo en estos ocho años. Simplemente no puedo. "Esto" no es sólo sexo… al menos para mí. No estoy a punto de sacrificar mi matrimonio con un hombre que me respeta y me quiere sin reparos por tus artes amatorias en la cama". Se acercó aún más a él, invadiendo su espacio personal. "Lo que siento por ti es demasiado fuerte, demasiado profundo y demoledor…para simplificarlo, reducirlo a una mera atracción física. Es…demasiado adictivo para olvidarte. A pesar, incluso, del modo tan irracionalmente injusto en que me estás tratando ahora. Como si fuera poco menos que una ramera, una Dalila de la peor calaña…".

– "No te he juzgado; sólo te comento lo que observo. Eres tú la que está actuando como cualquiera de esas histéricas y trágicas heroínas de culebrón. Dejando a un marido lisiado para fugarte con un amante tullido con la idea preconcebida de que es lo que deseo". Tragó saliva.

Para Stacy Warner el universo se colapsó en el mismo instante en que Gregory House la quiso volver a excluir del suyo con ese abierto rechazo.

– "¿Me estás diciendo que todo…", abarcó el espacio entre sus manos. "no ha sido más que un juego para ti¿Para meterme en tu cama y hacerme engañar a Mark, no para que volviéramos a intentarlo juntos?", parpadeaba espasmódicamente, intentando por todos los medios refrenar las lágrimas que amenazaban con escapar de sus ojos. Lo veía todo borroso, y no sabía si porque el llanto nublaba su mirada o porque todo lo que la rodeaba se disolvía a su alrededor, incluyéndole a él. Los pensamientos, recuerdos y emociones se arremolinaban y se agolpaban en su cabeza, confundiéndola aún más y dificultándole el discernir si estaba tratando de ponerla a prueba con su habitual ironía o era todo un melodrama dirigido por su humor negro, con el único objetivo de minar su espíritu y hacer vibrar su fibra sensible.

–"Stacy, sabes mejor que nadie que una sesión de sexo por compasión o frustración no es más que eso. No conlleva implicaciones sentimentaloides de ningún tipo. Te quise. Hubo un tiempo en que hubiera sido capaz de afeitarme, ponerme la bata para ir a trabajar y trasladarme a Los Ángeles si me lo hubieras pedido. Creí que esos sentimientos morirían cuando me abandonaste, pero a diferencia de ti, tu recuerdo me amargaba la existencia. No me dejaba solo ni un instante. Cuando reapareciste, del brazo de tu querido esposo moribundo, esa memoria, ese deseo, se hizo tan insoportable como el dolor crónico de mi pierna. Y, créeme, la vicodina no es capaz de aliviarlo. Creí que se trataba de pasión. De amor. De ese amor absurdo de Shakespeare y esas estúpidas películas de Julia Roberts. Una prueba de que, irremediable e inconscientemente, en el fondo seguía queriéndote a mi lado. Amando tu cuerpo, tu conversación, tu presencia…".

Conmovida, ella acercó una mano trémula a la suya, que se cerraba como una garra alrededor de la empuñadura de plata de su bastón. Él se lo impidió, retirando la mano con pronta brusquedad.

No era amor. Ya no. El concepto abstracto y frívolo, rosas y bombones, aunque realmente nunca habían tenido cabida en su léxico personal, no encajaba ya ni por pura metáfora con lo que mantenía con Stacy. Se preguntaba si alguna vez lo fue, para empezar. Pudo haberlo sido…en otro tiempo. Hasta que en cuestión de unos meses su vida sufrió un giro radical tras el infarto. Tres grandes golpes para su ego en muy poco tiempo: el error de haber malgastado preciosas horas por pura estupidez en ingresar en el hospital cuando empezó a notar los latidos dolorosos en su cuádriceps; la traición de su confianza, que había entregado a Stacy en bandeja de plata, que culminó con el robo de su dignidad, de lo que le hacía un hombre completo, y que dejó la huella de una horripilante cicatriz para recordarle siempre sus pecados y la posibilidad de equivocarse…con los casos, con las personas. La pérdida de su fe, simbolizada por el abandono de Stacy.

No era fervoroso cariño, candor lo que ahora le inspiraba el roce de su cabello en su pecho o el sonido de su risa mientras yacían juntos en la cama. Ya no eran el cosquilleo y la melodía de antaño. Deseo. Lujuria. Satisfacción. Resentimiento… Quería hacerle daño… hacer estallar con un alfiler ponzoñoso la burbuja de "felicidad" que ella había creado para los dos en esos fugaces encuentros a las espaldas de su marido. Se sentía henchido de orgullo, victorioso como un emperador tras meses de contienda por conquistar nuevas tierras, y, al mismo tiempo, se despreciaba por haber sucumbido. Por haber empañado el poco honor que pudiera quedarle. Por haber permitido el convertirse en "el otro".

Pero, al margen del carácter inhumano que se le atribuía, era incapaz de hacerle saber a ella todo eso cuando era obvio que su mera indiferencia y desdén respecto a la "buena noticia", se le hincaban como una espina en el corazón, y que éste se retorcía y sangraba lágrimas con cada latido. Aunque realmente él no fuera el amor de su vida, Stacy creía (desafortunadamente para ella) que sí lo era. El rechazo era suficiente castigo para una eternidad. Prefería interpretar el rol de villano de alma muerta y ennegrecida en aquel drama. Al menos en consideración por los pequeños momentos de normalidad que le había brindado en los últimos meses. No era una mala mujer, solo una más. Y de todos modos… él estaba condenado a no alcanzar la archifamosa Felicidad, tan anhelada por sus congéneres, según decían por ahí, si es que eso existía.

– "Tenemos que dejarlo". Ella pareció a punto de desvanecerse. "Si nos ponemos introspectivos… tienes que saber que dejé de amarte con todo mi ser el día que firmaste mi sentencia. Y para ser fiel a la verdad, he intentado de todo sin éxito: olvidarte, amarte de nuevo… pero no puedo hacerlo, no con la misma facilidad que tú. No soy el hombre que era antes. No soy lo que realmente quieres o necesitas".

Un sollozo ahogado brotó de su garganta. Si House se hubiera concedido el capricho de estudiar con mayor objetividad la vulnerabilidad y la fragilidad de su semblante en aquel momento, el decaimiento de su entereza y la expresión desvalida de su mirada empañada, hubiera estado tentado de besarla. Contuvo el impulso y se limitó a admirar la angustiosa belleza de tan patética escena.

No. No. No te creo. Mentira… Stacy sacudía la cabeza de un lado a otro, despreocupada ya de aparentar tranquilidad. Regueros de lágrimas que corrían por su mejilla y dejaban surcos oscuros de rimel y maquillaje al arrastrarlos a su paso…

– "Era un reto… sólo un sucio pasatiempo para ti. Me…me hiciste creer que me querías cuando volví. Estaba ahí. Lo leí en tus ojos, lo saboreé en tu boca, Greg. Mientes… entonces no lo hacías, era sincero. ¿Qué ha cambiado¿Qué he hecho para ganarme repentinamente tu desaprobación, para que cambies de opinión y me repudies sin darme una sola razón plausible?".

Se comportaba como una niña despechada que acababa de ser plantada por su novio adolescente al descubrir que estaba preñada. Odiaba el melodrama. Pero no le hablaría de la visita de su Mark. Por mucho que despreciara al miserable diablo, había acabado encontrando (milagrosamente) un ápice de respeto por el honesto amor que profesaba a su ex y por la devoción con que demostraba lo que estaba dispuesto a hacer por recuperarla, por las promesas y el futuro que le ofrecía. Ya que él no sería nunca más capaz de corresponderla del mismo modo que antes, y ella tardaría en sobreponerse, perdonarle y olvidarle, consideraba que lo mínimo que podía hacer era retirarse del escenario. No pensaba retenerla para sí por más tiempo ni arrebatarle a nadie, aunque fuera un pusilánime como Warner, por puro deporte o divertimiento algo de lo cual podía prescindir. No lo hacía por solidaridad y hermanamiento, no por obra de caridad ni por simpatía o empatía hacia Mark, sino por puro egoísmo. Detestaba las dimensiones que había adquirido la situación. Disfrutaba con Stacy, no había duda, pero las repercusiones empezaban a asfixiarle con cada día que pasaba.

– "No has hecho nada", se limitó a responder con rotundidad, cortando los hilos de cualquier réplica que pudiera sacarse de su chistera en el desesperado intento por concluir la discusión a su favor. Chantaje emocional, como siempre. "Sólo yo, que, a fin de cuentas, soy quien tiene la última palabra respecto a lo que siento o no".

Sin embargo, sus palabras no causaron el efecto esperado. Instigaron un ataque mucho más severo, más locuaz, con un argumento totalmente irracional. La S de suspicacia que Stacy llevaba bordada en su ropa interior refulgió en sus ojos, enrojecidos y vidriosos, taladrando la suya como el láser de un escáner.

– "Es por ella¿no?", disparó la pregunta con la certeza de quien conoce la respuesta de antemano. Apretó los labios en una delgada línea mientras aguardaba impaciente a que él se compusiera y pronunciara la afirmación con su propia voz, confirmando sus sospechas.

¿Por qué todo el mundo suponía que le apetecía meterse en las braguitas de algodón de la doctora Cameron?

– "¿De quién hablas¿Ella¿Te refieres a Cameron? Porque si es así, si te reconforta saberlo, te diré que no es nadie para mí salvo una subordinada más, más sexy que el atracador o el australiano, pero probablemente no te igualaría en la cama. Además puedes llevarte mi opinión médica de gratis: deliras como una ex adúltera traicionada. Cuán afilada es la espada de la Justicia poética¿eh?".

Se le escapó una risa sarcástica.

– "¿Cameron? No, Greg, por Dios. Sabes perfectamente que no me refería a tu pequeña groupie. Tu ingeniosa treta para zafarte de aclararme las dudas con fina ironía no funcionará esta vez. Quiero…no, EXIJO, la Verdad. Sobre Lisa".

La acusación le pilló tan desprevenido como la mera mención del nombre de una de las pocas personas que, en su vida o ahora fuera de ella, lograban evocar un tumulto de emociones controvertidas en él. Emociones extrañas, incómodas, que habían hecho enmudecer a su piano de cola para alegría de sus vecinos.

– "¿Cuddy¿Qué demonios tiene ella que ver con todo esto?", se puso a la defensiva casi de inmediato. "Si algo ha ocurrido para que ya no os juntéis más a intercambiar cartitas de olor a la hora del patio y que tan sólo se ponga en contacto contigo para mandarte esas insulsas postales de Hannukah… mis condolencias, pero no la pagues conmigo. Además, no sé nada directamente de ella desde que se exilió de este maldito hospital para pillarse un sabático, como todos...así que no imagino qué esperas que te cuente".

–"Precisamente por eso. Todo encaja…y sólo me hace falta una pieza para tener el puzzle completo. Lo nuestro empezó poco después de su marcha; estabas incontenible, especialmente huraño, hosco…y comenzaste a tomar más vicodina de la normal en ti hasta entonces…". House le dedicó una mirada ceñuda. "…Wilson me lo comentó. Estaba preocupado por la frecuencia con que ibas a pedirle recetas y no sabía cómo hablarlo contigo sin que le censuraras como haces siempre". Puso los ojos en blanco, y ella aprovechó el segundo que bajó la guardia para dar el golpe maestro que le desarmó. "¿Estabais juntos cuando ella se fue¿O venía ya de más atrás, de cuando…", vaciló; no sabía si quería conocer realmente la respuesta, "…de cuando me marché?".

Estalló.

– "¿Y qué si tuvimos un lío, si nos lo montábamos como conejos en el sofá de su despacho o tenía una alianza escondida en mi mesita de noche¡No es nada de tu incumbencia, Stacy!".

– "Ah¿no me incumbe¿Estás seguro de eso?", inquirió, veneno traspirando por cada poro de su piel. "Bien, dado que esto se reduce a una habitación de hotel dentro de tu magnífico y agudo plan de venganza¡adelante¡Ve a Cuddy! Lo que tienes no es más que frustración porque está fuera de tu hábitat natural¿no? Escapa a tu control… y eso se te hace insoportable". Dio varios pasos furiosos hacia atrás. "Suerte. Pero podrías haber tenido la decencia de avisar…".

El eco del portazo marcó el punto y final del furtivo idilio con la mujer a la que un día amó. El epílogo de su historia. Sin rencores, ahora estaban en paz, él también le deseó suerte a su manera.

Echó mano de la vicodina, aun a sabiendas de que su pequeña amiguita blanca no lograría mitigar la punzada quemante que irradiaba desde el centro su pecho hasta la yema de los dedos. Se maldijo. ¿No debería sentirse aliviado…libre, al fin, al haberse desprendido de aquella pesada carga? O quizás era mejor así… El dolor era mejor que la Nada. Mejor aliado que el vacío. Estaba acostumbrado a él, y suponía una distracción de la mirada aguamarina que le perseguía constantemente, recordándole noche y día que, sin saberlo, había perdido la batalla más importante de su vida.

…pero no la Guerra.

CONTINUARÁ…