AVA

Después de que la chica oficial se despidió de mí, la vi dirigirse a su moto, se colocó su casco y se marchó con la patrulla que llevaba arrestados a los tres sujetos.

Tomé aire y me dirigí a la otra ambulancia donde estaban siendo atendidas mis amigas. Vi a Nora sentada en la puerta de la ambulancia con una manta puesta en su espalda y tomando café.

—Nora, ¿estás bien? —le pregunté abrazándola.
—Sí, gracias. Al parecer me perdí de toda la acción por haberme sobrepasado con el alcohol, papá me va a matar.
—¿A ti? Yo diría que a los que va a matar es a esos tres tipos —ambas nos miramos estando de acuerdo con mis palabras—. ¿Qué te dijeron de Zari? —asomé mi cabeza adentro de la ambulancia y la vi recostada en la camilla.

—Ella estará bien, dicen que en cualquier momento va a despertar y en cuanto eso pase debemos ir a declarar.
—Ok, me parece bien —dije cruzando los brazos, pues el frío de la mañana azotaba en mi cuerpo.
—Ven aquí y démonos calorcito en lo que Zari despierta —dijo Nora alzando la manta para que me sentara a su lado.

Después de un rato Zari empezó a despertar.

—¿Qué… qué pasó? —preguntaba mientras intentaba sentarse.
—Zari, ¡despertaste! —dijo Nora y nos levantamos.
—Tranquila, sigue recostada, todo está bien —dije mientras subía a la ambulancia a impedir que se levante de golpe.
—¿Por qué me duele la cabeza? —preguntó tocándose.
—Iré por un paramédico —dijo Nora.

El paramédico llegó y la atendió, una vez que Zari estuvo mejor me pidió que les contara todo lo sucedido. Ambas me llamaron la atención por haber enfrentado sola a los tres sujetos y que para colmo salí herida de bala.

—Pero la herida es superficial, solo me rozó —les expliqué.
—Aun así, Ava, no debiste.
—¿Y qué se suponía que hiciera? ¿Permitir que les hicieran daño? —ambas se quedaron calladas y después me abrazaron.

Al poco tiempo, un oficial se nos acercó para saber cómo estábamos y si podíamos ir ya a declarar, le confirmamos que estábamos listas.

El chofer de Zari ya estaba listo esperando para llevarnos. Antes de subirnos, ya más calmadas y sintiéndose seguras, Nora y Zari llamaron a sus padres, informándoles lo que había sucedido, que estaban bien y que irían a la jefatura a declarar.

—Papá se puso furioso de porque no le avise antes —dijo Nora.
—Los míos solo se preocuparon, me encontraran allá.
—Bien pues vámonos —dije.

Nos subimos al auto y yo quedé en medio de las dos, ambas terminaron recostando su cabeza sobre mis hombros, yo tomé sus manos, las cuales fui acariciando con mi dedo pulgar. Al parecer las tres íbamos sumergidas en nuestros pensamientos pues ninguna dijo nada.

Yo solo iba recordando sus palabras con las que me regañaron por haber interferido así, pero es que, si no lo hubiese hecho, tal vez justo ahora no estaríamos las tres a salvo en este auto. No me puedo imaginar actuando de otra forma, ellas dos son las personas que más amo y no me importa si me pasa algo mientras ellas estén bien.

Llegamos a la jefatura y primero pasamos a confirmar que los tres tipos en efecto eran los involucrados. Zari y Nora nunca pudieron ver sus rostros solo yo, así que confirme que eran ellos y mientras veía sus horribles caras, se me vino a la mente las escenas de ellos haciéndoles daño, si yo no hubiera actuado, sabrá Dios que les habrían hecho, de solo imaginar sus asquerosas manos sobre ellas me llena de rabia y al mismo tiempo de miedo. Me empecé a sentir impotente, ansiosa, nerviosa, estaba perdiendo la compostura, mis amigas se dieron cuenta y me abrazaron tratando de reconfortarme.

Ellas que vieron poco o casi nada, declararon primero y a mí me dejaron a lo último, salí afuera de la sala para tratar de tranquilizarme, es como si todo lo sucedido apenas hiciera efecto y me causara terror de perderlas.

Estando fuera de la sala, la oficial que me ayudó se acercó a mí, se dio cuenta de lo alterada que estaba y me ofreció palabras de apoyo, el escucharla y sentir su mano con la mía la verdad me hizo sentir mejor. Además, que no pude evitar darme cuenta que tiene un aroma muy dulce y admito haberme perdido un poco en sus hermosos ojos azules, creo que jamás había visto un azul tan bello. Pensar en eso me hizo sentir un poco apenada, pero todo eso ayudó y ahora me siento más tranquila.

Me llamaron a declarar y me despedí de la oficial, le dije mi nombre y después me di cuenta que olvidé el suyo. Me sentí tan tonta, yo no suelo olvidar los nombres, pero creo que por las circunstancias olvidé el de ella.

Entré a declarar y tiempo después llegó el Señor Darhk, pude verlo a lo lejos abrazando a Nora, haciéndole preguntas y volviéndola abrazar. Se acercó a Zari y después de intercambiar palabras me buscó con la mirada, alzo su mano para saludar y yo hice lo mismo. Mientras yo terminaba mi declaración, el Señor Darhk conversaba con mis amigas.

Cuando terminé me reuní con ellos, después entró lo que al parecer era el Capitán de la jefatura y se fue hablar a otra sala con el Señor Darhk. Las paredes de la jefatura son todas de vidrio, si bien no pudimos escuchar lo que hablaron, pudimos ver a que el Señor Darhk estaba furioso y que seguramente le estaba exigiendo al Capitán que todo el peso de la ley cayera sobre los tipos y que averigüe si ellos eran los que habían planeado todo o trabajan para alguien más.

Mientras eso ocurría llegaron muy preocupados los Padres de Zari y su hermano menor Behrad, les contamos lo sucedido para que se quedaran tranquilos y que ya todo estaba bien.

Por fin llegó la hora de irnos, las tres estábamos muy cansadas. Zari se fue a casa con su familia y yo me fui con Nora.

Nos duchamos y decidimos dormir un rato. Nos despertamos a eso de las 2 de la tarde, fuimos a comer y justo cuando terminamos, Zari llegó. Así que terminamos yendo a la habitación de Nora.

—Ava, yo quiero disculparme contigo por lo que te dije cuando estábamos en la ambulancia —dijo Zari.
—Yo también quiero hacerlo, creo que ambas fuimos injustas al llamarte la atención, cuando lo único que hiciste fue cuidarnos, además si yo no hubiese estado tan ebria pude haberte ayudado contra esos perdedores —Nora es muy buena en combate, ya que Damien Darhk desde muy pequeña la enviaba a clases de defensa personal y también sabe utilizar armas de fuego al igual que yo.

—Descuiden, sé que lo hicieron porque se preocupan por mí, lo importante es que las tres estamos bien.
—Tienes razón —dijo Nora sonriendo.
—Me lo hizo ver la oficial que llegó ayudarme —dije con una gran sonrisa al recordarla y a sus palabras.
—¿Te refieres, a la oficial rubia que estaba contigo sentada en la sala de espera? —preguntó Zari.
—Sí, ella.
—Bueno y ¿esa sonrisa qué significa? —dijo Nora.
—¿Qué?
—No te hagas la inocente conmigo, apenas si Zari la describió y los ojos te brillaron.
—Ajá, ¡con que estabas de coqueta! —dijo Zari con picardía.
—Ustedes están locas, déjenme en paz —dije sonriendo.

Pasamos la tarde tranquilas, hablando de cualquier cosa hasta que reaccioné que ya era demasiado tarde y posiblemente no alcance el último tren que va a Ciudad Central.

—Ava hablé con papá, dice que te quedes tranquila por el transporte, uno de nuestros choferes te llevará a casa —dijo Nora.
—¿Qué? ¿Hasta allá? No, no me gustaría darle ese tipo de molestias al Señor Darhk.
—No es ninguna molestia y te advierto que ni él y mucho menos yo, aceptaremos que rechaces el que te lleven y más con lo que sucedió.
—Acepta por favor, creo que nos quedaremos más tranquilas así, además odias viajar en tren —dijo Zari.
—Touché —dije resignada.

Preparé mis cosas y me despedí de mis amigas, haciéndonos la promesa de tratar de vernos más seguido y sobre todo que ellas se cuidarían más, pues no sabemos si detrás de lo sucedido, hay más gente queriendo hacerles daño.

Subí al auto e inició mi viaje de regreso a casa. Como al día siguiente debía ir a trabajar, decidí dormir en el camino.

Un par de horas después llegué a Ciudad Central, le di las gracias al chofer del Señor Darhk y le deseé buen viaje de regreso.

Entré a mi casa y mis padres estaban en la sala viendo una película, platicamos un poco de mi viaje, pero no les quise contar sobre lo que sucedió ya que estoy cansada y prefiero ir a dormir, ya que me espera una gran semana de trabajo.

El lunes por la mañana terminé de acomodarme mi traje sastre y decidí llevar mi cabello suelto y no recogido como siempre, solo tuve ganas de hacerlo. Desayuné con mis padres, saqué mi auto y me fui a la agencia, me gusta llegar antes que los demás.

Antes de enfocarme en el trabajo, recordé las palabras del Señor Darhk con respecto a su oferta de postularme a otro puesto y no lo quise desaprovechar, así que actualicé mi curriculum y se lo envíe por correo electrónico.

Me puse a revisar mis pendientes y a darle seguimiento a lo que tenía como urgente, el tiempo transcurría y de pronto escuché que tocaron la puerta de mi oficina.

—Hola soy yo, te he traído estos documentos que están pendientes de tu firma.
—Val, en ningún momento te indiqué que podías entrar —le dije algo molesta a Valerie, mi secretaria. Una mujer de ojos castaños, cabello largo y rizado en un perfecto color negro, de mediana estatura, cuerpo bien cuidado y una sonrisa de blanca y hermosa dentadura.

—Cierto, olvidaba que solo tú me puedes indicar si puedo entrar o no en tu vida —dijo con sarcasmo.
—No Val, por favor no empecemos. Ya hemos hablado de esto y no te puedo dar lo que tú necesitas. Además, no me gusta involucrarme sentimentalmente con mis compañeros de trabajo.
—Pues eso poco te importó las veces que nos acostamos.

Admito que yo fui la que sedujo a Valerie, empecé con cumplidos a su trabajo, de su ropa, su cabello y su aroma. Una que otra vez le regalaba dulces, ella empezó a mirarme de otra manera y a coquetearme, hasta que sin darnos cuenta empezábamos hablar en doble sentido, diciéndonos todo y nada a la vez.

Una noche de bar, festejando el cumpleaños de un colega, me pasé de copas y la terminé besando, pensé que no me correspondería y me soltaría una bofetada. Mi sorpresa fue que me correspondió y terminamos en la cama, no solo esa noche sino varias.

Así hemos estado algunos meses, sexo casual y todo bien, al menos para mí. Últimamente, Val ha estado muy insistente en que deberíamos formalizar una relación y aunque ella me agrada y la estimo mucho, no me siento con el tiempo que le debo dedicar a una pareja, no me gustaría lastimarla.

—Ahora no por favor, en serio tengo mucho trabajo.
—Trabajo, trabajo, trabajo. Siempre tienes demasiado, ¿Cuándo tienes tiempo para ti o para nosotras?
—En serio, solo deja ahí los documentos y en cuanto los firme te los llevo.

Me miró con enfado y tristeza, pude notar sus ojos a punto del llanto, dio media vuelta y salió de mi oficina azotando la puerta.

Solté un gran suspiro y estiré mi mano para leer los documentos que trajo para firmar. Reí al ver que solo era una pila de hojas en blanco, con un post it al frente que decía "¿Cena esta noche en mi departamento?" Seguido de unos corazones. Esta chica me mata de ternura.

El horario laboral transcurrió, Val solo me dirigió la palabra para pasarme llamadas o recordarme las reuniones del día, todo lo hizo por teléfono cuando ella siempre ha preferido entrar a mi oficina y decírmelo personalmente.

Todo el día tuve presente su rostro de tristeza y pensando en lo que debería hacer con ella. Recordé también las palabras de mis amigas, le estoy entregando mi vida a esta oficina, a esta agencia, creo que merezco darme una oportunidad con alguien, pero y si… ¿lo arruino? ¿Puedo ser suficiente para alguien? Mi mente se volvió un caos y poco me concentré en el trabajo, pues no estaba segura de lo que debía hacer. Hasta que tome una decisión.

La hora de salida estaba cerca para Valerie, ella sabe que suelo quedarme horas extra y ella siempre me marca 15 minutos antes de su salida para saber si requiero algo más.

—¿Vas a querer algo o me puedo ir? —preguntó con voz irritada.
—Sí, necesito que me traigas todos los reportes de cierre de mes de los últimos tres años.
—Ok, te lo envío por correo.
—No, los necesito en físico.
—¿Qué tú vives en la prehistoria? Además, desde hace un par de años dejamos de mal gastar papel, lo que significa que tendría que imprimir los reportes de los últimos dos años.
—Ok, pues empieza ahora, los necesito con urgencia.
—¿Es enserio? No me jodas.
—No me respondas así, solo haz tu trabajo y si no te gusta puedes tomar tus cosas y marcharte. Espero mañana muy temprano tu carta de renuncia.

Colgó y entró echa una furia a mi oficina.
—¿Quién te crees tú? Sé perfectamente que necesitas para un carajo esos reportes, solo estás buscando la forma de echarme. Si es eso, quédate tranquila, jamás te volveré a molestar.
—En realidad, solo buscaba una excusa para que entraras a mi oficina.
—¿Qué? —dijo totalmente desconcertada

— Val —me paré de mi silla y caminé hacia ella—. Tú sabes que soy una mujer a la que le cuesta relacionarse con las personas y más si es de forma sentimental, yo quiero… —tragué saliva—. Quiero decirte que de verdad me gustas, pero me da miedo lastimarte porque siento que soy una persona difícil y…

—Cállate ya —tomó mi rostro con sus manos y me besó con lágrimas en sus ojos, mientras yo rodeaba su cuerpo con mis brazos.
—¿Aún está en pie la invitación de cenar en tu departamento?

Sonrió y me tomó de la mano, salimos de la oficina con las manos entrelazadas, sin importarnos que aún hubiese colaboradores en la oficina. Ella se veía feliz y eso me hacía sentir bien, aunque le pedí disculpas por la forma estúpida en la que la provoqué, me excuse diciendo que no es mentira cuando le digo que soy pésima para las relaciones.

Subimos a mi auto y pasamos a comprar algunas cosas para la cena. Desde esa noche, digamos que empezamos una relación, le prometí que iba hacer lo posible para administrar mis tiempos, por lo que le pedí paciencia y ella aceptó.

Las semanas pasaron y sin duda fueron las mejores de mi vida, me agradezco el haber permitido darme una oportunidad con Valerie, me hace feliz y además me consiente mucho cuando sabe que tengo días estresados y de mucho trabajo. Me encanta los detalles que tiene para mí en la oficina y yo trato de hacer lo mismo por ella. Creo que me puedo enamorar de ella.