AVA
Laurel y sus dos acompañantes cada vez se acercan más a mí, mis pensamientos se encuentran lejanos tratando de recordar en dónde he visto a la chica rubia que acompaña a Laurel, no cabe duda que la conozco.
—Ava —la escuché decir mi nombre mientras sonreía.
—¿Se conocen? —preguntó asombrada Laurel, terminando de pararse los tres frente a mí.
—Claro, ¿recuerdas el caso de la hija de Darhk y los Tarazi? —dijo la rubia y Laurel asintió— Pues ella es la amiga que las salvó.
—¡La chica policía! —atiné a decir en cuanto escuché sus palabras— ¡Sabía que de algún lado te conocía! creo que no te reconocí enseguida porque aquel día llevabas tu cabello amarrado y hoy lo traes suelto —dije quedándome pensativa.
—En cambio yo, creo que te reconocería a kilómetros —dijo sonriendo de medio lado— Ni siquiera recuerdas mi nombre, ¿cierto?
—Aammm… Lance —dije al recordar el apellido de Laurel— Lance… creo que empieza con S… So, Su, Sa… ¡SARA! Sara Lance —dije orgullosa, por fin recordando su nombre— Lo lamento, realmente no soy de las que se olvida de un rostro o los nombres, pero aquel día… estaba muy abrumada y…
—Está bien, es comprensible, no debes disculparte.
—Ujuum —se escuchó carraspear al hombre que las acompañaba— Cariño, creo que debes entrar a descansar.
—Tienes razón —le respondió Sara al hombre.
—Oh, oye… ya que somos vecinas, cualquier cosa que necesites puedes pedirlo —dije antes de que se marcharan.
—Que dulce de tu parte, lo tendré en cuenta. Nos vemos —Se apoyó del hombre y entraron al apartamento.
—¿Qué fue eso? —me preguntó Laurel, colocándose junto a mí mientras veíamos a su hermana cerrar la puerta.
—¿Qué fue qué? —pregunté sin saber a lo que se refería.
—Mi hermana actuó súper extraño en cuanto te vio.
—¿Ah sí? Pues, tu hermana fue muy buena conmigo en aquella ocasión, creo que es algo natural en ella. Y por lo que veo tú estás muy bien enterada sobre ese acontecimiento.
—Así es, algo me contó pero ¿sabes qué? Me encantaría oír tu versión.
—¿Segura? ¿No quieres ir con tu hermana? —en cuanto pregunté, ella soltó un gran y pesado suspiro.
—El tipo que está con ella es su novio y la verdad lo detesto, ya he convivido con él más de lo que puedo soportar.
—Ya veo.
—Discúlpame por querer usarte como escape, sé que apenas nos conocemos pero me das más confianza tú que él.
—Descuida, la verdad es que me agradas y no me molesta. ¿Quieres una taza de café? —le sonreí.
—¿Tienes whisky? —preguntó y me tomó del brazo para entrar a mi apartamento.
Una vez que entramos, fui por unas copas a la cocina, mientras ella me espera sentada en la sala. La vi recorrer con su mirada mi apartamento y me halago por la decoración, aunque le hice saber que aún me faltaban muchas cosas para que por fin sienta que está listo.
Nos serví el whiski, me senté a su lado y me dispuse a contarle mi versión de aquel día, ella me escuchó con atención y estaba sorprendida por el valor que tuve, de mis habilidades de combate y mi conocimiento del manejo de armas. Justo al terminar mi historia, me confesó que ella también tiene ese tipo de conocimientos, ya que desde muy pequeña ella y su hermana fueron a distintas clases de artes marciales y posteriormente de armas, todo eso porque su padre quien es el Capitán del departamento de Policía así lo dispuso, por el bien de ambas y porque quería que siempre supieran defenderse ante cualquier situación de peligro. Laurel cree que, gracias al amor sobreprotector de su padre, su hermana y ella encontraron su vocación.
Laurel y yo nos pasamos horas platicando sobre nuestra infancia, nuestros padres, del trabajo, de cosas que nos gustan y hasta de armas. No dudo que pudimos seguir por horas sin cansarnos de hablar y beber, sin embargo, el timbre en su teléfono nos trajo a la realidad.
—Holaaaa —extendió la vocal por el ligero estado de ebriedad en el que está— Upsss jaja lo siento hermanita… oye oye sin alzarme la voz que la hermana mayor soy yo… tranquilízate, estoy tomando unos tragos con tu nueva y hermosa vecina Ava —sentí un ligero calor en mis mejillas al escucharla decir eso de mí— ¿Qué? Claro que no la estoy molestado, ¿verdad que no Ava? —moví mi cabeza de un lado a otro como respuesta— Ok ok, ¿ya se fue el delincuente de tu novio?... está bien voy para allá.
Después de colgar la llamada con su hermana, Laurel se levantó del sofá y dijo que se tenía que ir ya que Sara estaba muy preocupada por ella y sobre todo molesta por no avisarle donde estaba. La acompañé hasta la puerta, nos estábamos despidiendo cuando de pronto sentí sus labios en mi mejilla, muy cerca de la comisura de mis labios. Ese pequeño acto hizo paralizar mi cuerpo, apenas si pude darle las buenas noches.
Cerré la puerta y me sentí caminar en automático hacia mi habitación, una vez que estuve frente a mi cama dejé caer mi cuerpo boca arriba.
Mirando el blanco techo, solo podía pensar en la sensación que tuve al sentir los labios de Laurel en mi mejilla, fue tan cálido y… raro.
A la mañana siguiente el timbre de mi apartamento me hizo despertar, me di cuenta que ni siquiera me molesté en quitarme la ropa del trabajo. Me dirigí a la entrada de mi apartamento y abrí la puerta.
—Amiga cuéntamelo todo, ¿cómo te fue en tu primera semana de trabajo? —dijo Zari entrando.
—Buen día para ti también Zari —le dije, cerrando la puerta.
—¿Vas a salir? Pensé que los sábados no trabajabas —dijo mirándome de arriba abajo, ignorando por completo mis palabras.
—No, lo que pasa es que… —llevé la mano a mi nuca.
—Tuviste visita anoche heee —dijo mirando las copas que dejamos Laurel y yo en la mesita de centro.
—No no no, no es lo que parece, la hermana de mi vecina quería distraerse y bueno yo…
—Ava Sharpe… con que la hermana de tu vecina. Ay no amiga, me tienes en shock, dime todo lo que pasó anoche.
—Zari… estás mal interpretando las cosas.
Tomé la mano de mi amiga y la llevé a la sala para contarle todo sobre Laurel, no quiero que haya mal entendidos.
—La llamó su hermana y se fue. Es lo que pasó, ¿contenta?
—Supongo, pero no sé… siento que hay algo que no me estás contando.
El timbre de mi apartamento se escuchó y me sentí aliviada, pues no quiero contarle a Zari que el beso en la mejilla que me dio prácticamente una desconocida, el solo recordarlo hace que me ponga nerviosa.
—Hola hola, ¿cómo estásss…? —era Nora, quien arrastraba la s al ver que vestía la misma ropa del trabajo de ayer.
—¿Qué ustedes no tienen casa? —pregunté, al ver que ya mis dos amigas estaban tan temprano en mi apartamento.
—¿De qué hablas? Quedamos de vernos aquí para ir a comer juntas —respondió Nora entrando.
—¿En serio?
—Así que Ava Sharpe olvidó el compromiso que tenía con sus amigas —dijo Zari llevándose la mano a la barbilla.
—Cosa que es anormal, tú jamás olvidas una cita —dijo Nora mientras saludaba a Zari.
—Y creo saber porque… —Zari sonrió con malicia y le hizo señas a Nora para que se sentara a su lado— Nora, nuestra amiga está distraída por la hermana de su vecina.
—¿Quién? —preguntó Nora.
Zari se le veía muy contenta platicándole a Nora sobre Laurel, yo solo me limité a sentarme frente a ellas mientras escuchaba la historia que recién había contado yo. No entiendo por qué Zari se está haciendo ideas bastante raras en su cabeza que me involucran con una desconocida.
—Pero siento que hay algo que no nos está diciendo —dijo Zari, mientras sentía la mirada de ambas clavadas en mí.
—Tienes razón, puedo verlo… hay algo más —dijo Nora sentándose a mi lado, tomó mi barbilla y movió mi cabeza en varias direcciones— ¿Qué es Ava? ¿Qué más pasó? Tu aura es diferente, estás feliz pero también te siento nerviosa, abrumada, inquieta, confundida.
—¡Aléjate de mí bruja! Mi aura está bien, ¿ok? —le dije con ligeros manoteos.
El timbre de mi apartamento volvió a sonar y me levanté del sofá para abrir.
—Laurel —dije con una sonrisa al abrir la puerta.
—Hola Ava buen día, solo quería pasar a disculparme porque anoche te robé mucho de tu tiempo y a pedirte un enorme favor.
—Claro dime —pude notar a las curiosas de mis amigas acercarse a la puerta para ver a Laurel.
—Tengo cosas que hacer y ya no me puedo quedar con mi hermana, ¿será que más tarde puedas visitarla? Digo, ella ya está bien pero no quiero dejarla tanto tiempo sola, su amiga tuvo que salir un par de días y su novio trabaja.
—No tengas cuidado, pasaré más tarde a verla.
—No te imaginas lo agradecida que estoy por este favor.
Antes de irse, Laurel y yo intercambiamos nuestros números en caso de cualquier situación, nos despedimos besando nuestras mejillas y cerré la puerta, al darme vuelta no podía con las caras que mis amigas tenían.
—Misterio resuelto, creo que a Ava le gusta Laurel —dijo Zari con mirada triunfante.
—Zari por Dios, apenas y tiene una semana que dejé a mi novia, no estoy interesada en una relación. Admito que Laurel me resulta una mujer fascinante, es muy simpática e inteligente y sí, es muy bella, pero hasta ahí.
—Exnovia —dijo Nora corrigiendo lo que había dicho— Te apoyo en que por ahora no estés interesada en una relación, solo diré que no te vayas a cerrar al amor. El capítulo de tu vida en Ciudad Central ya se cerró, este es uno nuevo.
—Gracias por preocuparse por mí, las amo y quiero que de verdad dejemos el tema sobre el amor en paz —dije soltando un pesado suspiro.
Todo el día me la pasé afuera con mis amigas, en la semana no tuvimos oportunidad de vernos así que me empezaron a mostrar partes de la Ciudad que no conocía, si bien Ciudad Estrella no la desconocía del todo, sin duda había muchas partes a las que jamás había ido.
Fuimos a comer, visitamos los centros comerciales favoritos de Zari. Nora me mostró los centros culturales más populares y entramos a ver una exposición de arte. Recorrimos un hermoso parque mientras degustábamos un delicioso y cremoso pudín. Me encanta poder estar tan cerca de ellas y disfrutar de nuestro tiempo juntas, creo que las tres nos sentimos como adolescentes por salir y pasar el tiempo como siempre lo soñamos.
Llegada la noche, llegué al edificio de mi apartamento y mientras subía por el elevador recordé el favor que me pidió Laurel por la mañana, así que decidí que antes de ir a descansar pasaría a ver a mi vecina.
Toqué el timbre y después de esperar unos segundos la puerta se abrió. Me sorprendí al ver a Sara con lágrimas en los ojos y no pude evitar sentirme preocuparme por ella.
—Hola… ¿Estás bien? —pregunté llevando mi mano al pecho.
—¿Qué? Si si, lo estoy, no te preocupes por las lágrimas es que… —dijo limpiándose con su brazo— estoy cocinando y estoy picando cebolla —sonrió.
—Oh es por la cebolla jaja comprendo, me pasaba lo mismo hasta que aprendí un truco para evitar eso. Bueno, yo solo quería saber si estabas bien y reiterar que si necesitas algo no dudes en pedirlo.
—Laurel te pidió que me vigilaras, ¿verdad? —preguntó con tono serio.
—Aammm no tanto como vigilarte, solo me pidió que te visite —confesé.
—Ya… —dijo cabizbaja.
—Yo… creo que debo irme, lamento si te interrumpí, me alegra que estés bien.
Sentí que al confesarle que la visitaba solo porque Laurel me lo pidió, su ánimo decayó y me sentí culpable, pues entendí que al saber que no lo hacía por mi propia cuenta si no porque alguien más lo pidió, no debe ser para nada agradable.
Debo ser el peor ser humano, la iniciativa tuvo que ser 100% mía y no por hacer un favor, a final de cuentas Sara es mi vecina y la verdad es que sí me preocupa su salud. Además, gracias a ella mis amigas y yo pudimos librar el intento de secuestro de aquella vez y ahora que lo pienso, ni siquiera sé qué le pasó y porque estuvo en el hospital.
Soy la peor de las vecinas y una mal agradecida, debe estar odiándome o sintiendo arrepentimiento de habernos salvado aquella vez. Todos esos pensamientos batallaban en mi cabeza mientras caminaba a la entrada a mi apartamento cuando escuché su voz.
—Espera, ¿te gustaría acompañarme a cenar? Olvidé que mi amiga no está e hice demasiado y tal vez podrías compartirme el secreto para evitar llorar con la cebolla.
—Será un placer —dije sonriendo, mientras los pensamientos que tenía, se esfumaban.
Entré a su apartamento y la seguí a la cocina, me dijo que estaba preparando hamburguesas, me lavé las manos y me puse ayudarla en seguir cortando la cebolla, jitomate y demás ingredientes. No sin antes compartirle un viejo truco que aprendí gracias a Val. El secreto está en encender un fósforo antes de pelar o cortar la cebolla, así el azufre bloqueará los componentes de las cebollas que hacen llorar los ojos. Otra opción es congelarla, pero esa idea no me agrada del todo.
Mientras terminábamos de preparar las hamburguesas, me animé a preguntarle qué le había sucedido y por qué estuvo en el hospital. Ella se dispuso a contarme todo lo que pasó aquel día contra la Triada, la discusión con su padre y como la Mayor al Ghul la salvó de haber sido asesinada por esos tipos.
—Si no fuera por ella, tú y yo no estaríamos a punto de comer estas delicias —dijo oliendo las hamburguesas que acabamos de preparar.
—Qué suerte que la Mayor y su equipo llegaron. Sara de verdad me da gusto que estés bien —dije sincera— ¿Oye y no tienes alguna molestia o dolor en donde las balas te dieron?
—La verdad es que no, mi recuperación ha sido muy buena. Lo que sí es inevitable son las cicatrices que me quedaran… pero lo que he aprendido a lo largo de mi vida, es que mis cicatrices solo me hacen más fuerte —dijo con la mirada perdida en un punto de la cocina mientras sonría de medio lado.
—Lo dices como si tuvieras varias.
—Es que si tengo bastantes, ¿quieres ver?
Ni siquiera me permitió responderle, solo vi que de repente se quitó la playera quedando solo en bra, no pude evitar el perder un poco mi mirada en su muy marcado y bien trabajado abdomen. Ella me estaba contando la historia de cada una de sus cicatrices con mucho orgullo, había una hecha por navaja, otras por caídas y unas en la espalda que la misma Laurel le había dejado mientras entrenaban juntas.
—Y tengo un par más en las piernas, te muestro.
—¡NO! No hace falta… —respondí lo más rápido que pude al ver que empezaba a desabrochar su pantalón— Te parece si mejor cenamos —dije sintiendo un ligero rubor en mis mejillas.
—Claro, ¿te gustaría acompañar nuestra cena con vino tinto? Tengo uno que va perfecto para la carne que usé.
—Me encantaría, gracias.
—Perfecto —dijo sacando el vino, unas copas y lo sirvió— Me ayudas a llevar las cosas a la mesa por favor.
—Por supuesto —dije y ella caminó delante de mí— Oye… ¿no vas a ponerte tu playera? —pregunté con mi mirada fija en su pecho.
—Ay cierto, discúlpame soy una mal educada. A veces suelo andar así por el apartamento y lo sentí normal.
—Está bien, no te disculpes —desvié mi mirada cuando ella tomó su playera para ponérsela de nuevo.
Nos sentamos a cenar y Sara pidió que le contara mi historia, qué pasó con mis amigas y conmigo después de aquel día, y el cómo terminé viviendo frente a su apartamento.
—Ya es tarde, creo que ahora si debo irme y dejarte descansar —dije viendo la hora en mi reloj.
—Tienes razón, ya es algo tarde. Espero que tu novio no se moleste porque llegues tarde a casa.
—¿Qué? ¿Novio? Jajaj no no, yo no tengo novio.
—¿Novia entonces? —preguntó con una sonrisa.
No sé porque razón en cuanto preguntó eso me sentí descubierta, la forma en que lo preguntó me resultó extraño, por ello apenas y pude soltar una risilla nerviosa como respuesta, negué con la cabeza y llevé un mechón de mi cabello detrás de mi oreja. Después de eso me acompañó hasta la puerta y nos despedimos.
La cena que tuve con Sara la sentí deliciosa, tanto por la comida como por la compañía, ella es muy agradable, autentica y graciosa, también me dio la impresión de que es una mujer que no le tiene miedo a nada, ni siquiera a equivocarse. En cambio yo, me aterra cometer errores.
Una nueva semana de trabajo está por comenzar, esta será mi primera semana oficialmente como la Subdirectora General de Finanzas. Me siento nerviosa, pero estoy segura de que todo lo podré manejar a la perfección. Me pregunto si Gary podrá seguirme el paso, una vez que me enfoco puedo ser muy demandante con mi trabajo, Valerie ya estaba tan acostumbrada a mi forma de trabajar y yo a la de ella.
Cerré la puerta de mi apartamento, dejando mi mano en la manija pues me perdí en el recuerdo de Val y eso me hizo sentir algo triste.
—¿Lista para el trabajo? —escuché la pregunta y me hizo reaccionar.
—Sí, estoy lista —respondí volteando hacía atrás y vi a Sara vistiendo su uniforme de Policía— Y veo que tú también.
—Sí, mi incapacidad terminó lo cual agradezco, odio estar encerrada, necesito regresar a la acción —dijo con una gran sonrisa y emocionada.
Nos hicimos compañía hasta la salida del edificio, se despidió de mí y la vi caminar hacía un hombre alto y delgado, si no mal recuerdo él debe ser el novio y confirmé eso cuando los vi besarse, ella subió a su auto y se fueron, por mi lado hice lo mismo.
Mi día en el trabajo estuvo bastante tranquilo a como pensé que sería, me sorprendió ver a Gary muy atento con las cosas que le pedía, en ningún momento se quejó o puso excusas para hacer su trabajo lo que me hace sentir bien al saber que será eficiente y podremos hacer buen equipo. En algunas cosas se vio algo torpe, pero nada grave.
Ese día quise quedarme a revisar unos reportes que aún no me quedaban claros, para que al día siguiente me acerque al Profesor Stein con mis dudas específicas y lo pueda entender mejor.
Llegué algo tarde a mi apartamento y cuando salí del elevador desde ahí pude ver a una mujer de cabellera negra, tez morena y con uniforme militar tocando el timbre del apartamento de Sara.
Como si de una rutina se tratara, ocurrió lo mismo el resto de la semana. Por las mañanas Sara se iba con su novio y por las noches aquella mujer venía a visitarla. Realmente, no es algo que me importe o me incumba, simplemente se me hizo curioso que todos los días fueran así.
El sábado por la tarde, estaba escuchando música mientras leía unos artículos sobre la bolsa de valores, cuando escuché sonar el timbre de mi apartamento, lo cual se me hizo raro pues ahora si estaba segura que no tenía cita con mis amigas el día de hoy.
Abrí la puerta y vi a Laurel regalándome una gran sonrisa y extendiendo su mano con un ramo de rosas blancas.
—Son para ti —dijo y yo me quedé congelada al no comprender que estaba sucediendo.
