CAPÍTULO III
REENCUENTRO
La Cronida sonrió, finalmente había llegado el momento exacto por el que durante siglos impaciente había estado esperando...
(Días después)
Y entonces el invierno hizo su triunfante aparición.
Los cielos se abrieron, permitiendo que sus grisáceas y densas nubes dejaran caer los primeros copos de nieve. Con ello de a poco, las angostas calles de Tokio comenzaban a tupirse de un brillante y gélido blanco.
Con una sonrisa en los finos y rosados labios, Haruka levanto la mirada hacia el cielo, contemplando como de vez en cuando la nieve caía para terminar derritiéndose sobre el húmedo suelo.
"Hace frió", dijo extendiendo su pálida mano para atrapar uno de los frágiles cristales, pero al igual que los que caían sobre el agua, rápidamente se deshizo ante el dulce candor de sus dedos.
Aquella era una escena que se le antojaba exquisita.
Ante la proximidad de la oscuridad de la noche, los biombos y los faroles se encendieron, atrayendo a los transeúntes hacia esas sucias calles.
Caminando y escuchando el taconeo de sus zapatos, del gélido ambiente Haruka aspiro aquel delicioso aroma a merengue. Así que siguiendo su olfato, comenzó a avanzar por entre las calles hasta que se encontró a las puertas del lugar de donde provenía.
A través del claro cristal observo los dulces y salados panecillos que eran sostenidos por bases de madera. Ese delicioso aroma y esas coloridas figuras por un momento le recordaron su lejano hogar.
Saliendo de sus profundos pensamientos se encamino hacia la entrada y empujando la puerta, su presencia fue anunciada por la tintineante campanilla que del marco pendía, atrayendo con su sonido la mirada de la joven que desde detrás del mostrador atendía.
"Buenas noches", saludo inclinando un poco la cabeza.
"Buenas noches", replico el rubio al mismo tiempo que indeciso observaba los postres.
La castaña joven, no reconociéndolo como alguno de sus habituales clientes y, sintiéndose profundamente atraída por esa belleza tan singular, acudió a su encuentro; "Con confianza, fueron horneados hoy", dijo, aunque su verdadera intención era hacerle un poco de plática y quien sabe, quizás podría conocer hasta su nombre.
"Lo sé, puedo notarlo", replico fijando la mirada en uno cuyo dulce era brillante y de espeso chocolate. "Podría ponerme tres de esos", agrego sin voltear a verla y señalándolos con su dedo.
"Tienes buen gusto", la mujer contesto tomando un trozo de papel y haciendo un cucurucho para envolverlos.
"Solía cocinarlos en casa", componiendo su fina y galante postura, finalmente poso la mirada en ella.
Ante esos fríos ojos verdes y esos rosados labios, la joven enmudeció, pero recobrando la debida compostura, procedió a continuar; "¿Sabes cocinar?", pegunto sorprendida. Pocos eran los hombres que conocía que sabían ese precioso arte que muchos consideraban exclusivamente femenino.
"Aún siendo un niño mi abuelo me enseño… a veces trabajaba en una panadería", contesto llevando la mano dentro de su bolsillo.
"¿De dónde vienes?", intrigada por saber más que su procedencia, cuestiono.
"Yokohama, llegue hace algunos días"
En ese momento la campanilla de la puerta anuncio la presencia de alguien que en el lugar acababa de ingresar, seguido de una dulce voz femenina; "Qué frió", la chiquilla dijo encaminando sus pasos hacia el mostrador.
"Buenas noches", la castaña que atendía se volvió hacia ella, olvidándose por un momento de la conversación con el mozo.
La hermosa mujer aguamarina que acababa de llegar, elegantemente envuelta en un fino hakama, educadamente volvió un poco la cabeza y posando la azulada mirada en el rubio joven que estaba frente a ella, hablo; "Buenas noches, caballero"
Ante el saludo de tan educada dama, Haruka se quitó el negro gorro que llevaba en la cabeza para llevárselo al pecho, luego hizo una corta reverencia. "Buenas noches"
"Vengo por el pedido de la casa Kaio", la señorita expreso para con la castaña.
"Sí, aquí esta", contesto extendiéndole un paquete para que ella lo tomara.
"Muchas gracias. Con su permiso", ella dijo dirigiéndole una gentil sonrisa a Haruka, gesto al que él contesto, luego salió por la misma puerta por la que había ingresado. El rubio en silencio y con una traviesa mirada, la siguió a través del cristalino escaparate.
"¡Oye!... ¡Oye!", la dependienta llamo a Tenou, quien parecía haberse perdido en sus más íntimos pensamientos.
"¡Oh si!, lo lamento", ruborizado coloco el dinero en el mostrador y dirigiéndose a la salida, empujo la puerta, observando como más allá la señorita continuaba su camino calles más arriba.
"Espera", la pastelera lo llamo, dejando su puesto y saliendo a su encuentro. "No me has dicho cómo te llamas"
"Me llamo Haruka. Un placer", dijo haciendo la misma reverencia de antes.
"Yo soy Lita, pero ¿Dónde vives?", intrigada pregunto. Deseaba conocer todo sobre él.
"Provisionalmente en la parte trasera del negocio de Furuhata", contesto recordando las buenas atenciones del joven y su preciosa hermanita
"Ya veo, conoces a Furuhata y a su hermana… ¿Tienes trabajo?"
"No", contesto interesado en lo que pudiera decirle.
"Por tu gakuran veo que eres estudiante… por las tardes necesito un ayudante… ¿Te interesa?"
"Por supuesto", dijo completamente animado.
"La taberna de Furuhata está lejos de aquí y te necesito a las seis de la mañana… atrás tengo una habitación, no es mucho, pero esta amueblado y puedes ocuparlo… te queda más cerca de la escuela"
"¿Me estas dando empleo?", pregunto con una sonrisa en los labios.
"Por supuesto… no puedo pagarte mucho, me ayudaras a abrir la panadería… ¿Supongo que sabes decorar?… por la noche juntos la cerraremos, ¿Qué dices?", con ojos suplicantes esperaba que la ansiada respuesta fuera afirmativa.
"Claro que puedo", replico emocionado.
"Te veo mañana a las cinco… de paso trae todas tus cosas", agrego y luego regreso a su trabajo.
"Lo agradezco", contento, Haruka abrió el cucurucho y tomando uno de aquellos bocadillos, comenzó a comerlo mientras que con paso lento se dirigía a la bodega.
Entonces de pronto algo atrajo su atención. En la nevada acera había un hombre de uniforme negro, dejando a la vista su preciosa y limpia telnyashka. Tenou no tardo demasiado en comprender que se trataba de un marinero extranjero.
El sujeto, sentado sobre el suelo en sus manos sostenía una concertina, de la cual extraía dulces y coloridas notas con las que alegraba el oscuro ambiente. A su lado estaba su sombrero, en el cual los transeúntes intrigados por su melodía dejaban brillantes monedas.
Fascinado por su apariencia, Haruka se quedó contemplándolo. De un momento a otro lo había embargado la extraña necesidad aprender todos los detalles que componían al hombre, que aunque no era obeso, era ligeramente regordete. Deseaba poder recordar esa sonrisa, esa negra mirada, y esos hoyuelos que en sus rojizas mejillas de formaban al sonreír.
Aunque a simple vista pudiera llegarse a intuir que Haruka se había enamorado del marinero, la verdad era otra...
El marinero entonces comenzó a entonar unos versos que el rubio no pudo entender, pero por como el hombre sonreía y como con la oscura mirada señalaba hacia el cielo, comprendió que seguramente hablaba de la nieve; "A lo largo de la calle la tormenta de nieve cae, espera amada mía. Deja que observe tu hermosura y disfrute y beba por ella"
Del bolso de papel Haruka saco un panecillo y entregándoselo al hombre, este sonrió y entonces replico con un gentil; "Spasiva"
Tenou sin entender lo que había dicho, simplemente sonrió e hizo una reverencia hacia él.
Continuando su caminata de camino a casa, observo que las largas calles poco a poco comenzaban a quedarse desiertas, dando paso a ese mundo que se escondía en las sombras. Sabía que debía apresurar sus pasos si es que deseaba llegar con bien.
Doblando por la esquina de la izquierda, de pronto escucho la alterada voz de una joven mujer; "No. Aléjese"
Intrigado por saber que era lo que pasaba, pero pensando que quizás se trataba de una transacción mal hecha entre una de esas mujeres y un insatisfecho cliente, comprendió que era algo que no le concernía.
Así pues, absorto en sus propios problemas continuo su camino, hasta que de nuevo escucho a la joven gritar.
Doblando por la siguiente calle entonces contemplo a la hermosa joven que hacia unos minutos había entrado en la panadería, y que ahora era acosada por un par de malevos.
"No", dijo aferrando sus dedos a su fino bolso.
"Dámelo, niñita", el sujeto, si apenas un chiquillo dijo levantando su mano para abofetearla.
"No le pegues, es muy bonita. Mejor veamos que cosas más interesantes lleva debajo del hakana", su mal encarado acompañante dijo acercándose a ella para tomarla de las muñecas con fuerza.
"No me toque… ¿Acaso no sabe quién es mi padre?", aterrada y sintiendo como la sangre huía de sus débiles miembros, tuvo fuerzas para cuestionar.
"¡Oye!, ¿Qué hacen?", el rubio grito al verlos tratarla de esa forma tan poco cortes y que si él no hacía nada por detenerlos, podría llegar a lo innombrable, inhumano y brutal.
"Ya llego el príncipe a salvarla. Yo me ocupo de este idiota, ocúpate de ella", el maleante encamino sus pasos hacia él. "Dame todo lo que llevas encima"
"¿Por qué la molestan?... ¿Qué nadie los enseño a respetar a las damas?", pregunto de forma valiente y sin prestarle importancia a la navaja que en sus toscas y sucias manos sostenía.
La aguamarina, saliendo del trance en la que tan grotesca situación la había sumido, corrió hacia el rubio joven que dentro de la panadería había visto y, tomando su mano, grito; "Tenemos que irnos… lo pueden herir"
Haruka sin saber que decir, pero sabiendo que más les valía huir, con fuerza tomo su mano y entonces se dieron a la carrera.
"El pan… el pan", uno de los sujetos grito al ver que la joven había arrojado el paquete y su bolso al suelo.
Quien los viera tomados de la mano y corriendo calles arriba, llegaría a imaginar que era una dulce pareja de enamorados que huían de sus casas, pero la verdad era otra.
Tan agitados y asustados estaban, que ni siquiera habían tenido oportunidad para hablar. Sus rápidos pasos avanzaban entre la espesura de la nieve, hasta que a causa de la carrera la aguamarina perdió su geta.
"Espere", ella dijo deteniéndose y regresando un poco.
"¿Qué le ocurre?", pregunto el rubio.
"Perdí algo", expreso tomándola y volviendo a colocarla en su menudo pie.
"¿Esta bien?", Haruka pregunto.
Recobrando el perdido aliento, la joven se acomodo los cabellos que caían por su pálida frente; "Si, muchas gracias por haber llegado… no quiero ni imaginar que pudo haber pasado", dijo agitada. Tenía frió y además temblaba, aunque no a causa del gélido tiempo.
Observando que la dama levemente se estremecía, se quitó el negro capote y sin detenerse a pensar que ella podría mal interpretar su noble gesto, se lo coloco en los hombros; "Así estará mejor"
"Muchas gracias", replico con las mejillas ruborizadas.
Tenou la observo un momento, luego pregunto; "¿Qué hace sola por estos lugares?... es peligroso… incluso para mí"
"Mi nana… vine con mi nana… pero le pedí que regresará… ella tenia razón, ha sido un error y una terrible imprudencia", contesto. "Lamento haberlo hecho correr, pero más lamento que usted haya arriesgado su vida sin siquiera conocerme"
"No lo lamente, estoy bien…. Pero si está sola, entonces deje que le acompañe a su casa. De esa forma me asegurare de que estará bien", amablemente se ofreció.
"¡Oh no!, suficiente molestia he sido para usted", replico desviando la apenada mirada.
"Ninguna. No tenga miedo, no soy como esos rufianes, yo no intentare herirla… Pero qué tonto soy… perdí mi pan", dijo al darse cuenta que llevaba las manos vacías. Aunque sostener la mano de la mujer había sido más dulce que esos postres.
"No se preocupe… en mi casa podrá comer algo caliente… supongo que la carrera y el susto le han despertado el apetito"
"Estoy bien… de camino a casa puedo comer algo"
"¿Jamás lo había visto por aquí… es nuevo en nuestra ciudad?", la chiquilla cuestiono mientras que con paso ligero avanzaba.
"Llegue hace varios días… vengo de Yokohama", contesto orgulloso mientras dejaba que los pasos de la señorita lo guiaran.
"De ser un lugar muy bello… verdad"
"No como Tokio", contesto satisfecho.
"Soy una tonta… ha sido demasiado valiente al salvarme la vida y ni siquiera he tenido la gentileza de conocer su nombre. Me llamo Michiru Kaio", dijo ella un tanto ruborizada por el frió, pero aún más por la belleza del jovencito.
"Yo soy Haruka Tenou", contesto con tono sobrio y al mismo tiempo que inflamaba el orgulloso pecho.
Entre palabras sin importancia y una lenta caminata, de un momento a otro se encontraron a las afueras de un palacete. El rubio ante su magnificencia, lo contemplo con asombro.
"¿Aquí vive?"
"Sí, pase por favor", sonriendo, Michiru le mostró el camino.
En ese momento la puerta corrediza se abrió y entonces un mal encarado hombre apareció en la entrada.
"¿Dónde estabas?", cuestiono con tono severo. Luego le dirigió una despectiva mirada al hombre que sin su consentimiento se había atrevido a acompañar a su hija hasta las puertas de su hogar. "¿Michiru?"
Sonriendo, la mujer se dirigió a él; "Padre, deja que te explique… unos sujetos trataron de robarme", trato de decir, pero rápidamente fue interrumpida por el sujeto.
"¿Estas bien?", pregunto viendo a su hija y sin darle oportunidad de que le dijera lo que había sucedido. "¿Quien es ese que sin mi permiso te acompaña hasta las puertas de mi casa?", despectivamente cuestiono.
"Padre, este joven ha sido muy valiente en salvarme. Para asegurarse de que no corriera más peligros, amablemente se ha ofrecido en traerme a casa", contesto viendo al rubio.
Haruka sin saber que decir, hizo una reverencia; "Buenas noches, señor"
"Está bien… entra", el hombre dijo tomando la mano de su hija, luego se dirigieron hacia el interior de la vivienda.
"¿Padre?", la joven negó con la cabeza ante su poca cortesía.
El hombre resoplo y metiendo la mano al bolsillo de su pantalón, tomo una moneda y la arrojo sobre la nieve; "¿Quiere dinero?... Supongo que con eso bastara... ¿No?"
"Padre... ¿Qué hace?", sorprendida por la forma en la que se atrevía a humillar al caballero, cuestiono.
Su padre ante su insistencia la observo con ira, la joven ante su enojo desvió la mirada y sin decir nada, ingreso dentro de la casa. "¿Pretendes que me humille y le dé las gracias?", Haruka lo escucho decir.
Cerciorándose de que la joven estaba a salvo y bajo la protección de su tosco padre, Tenou observo la brillante moneda y sin darle importancia, pero sabiendo que había cumplido como hombre, ademas de que no estaba dispuesto a mancillar su honor al tomarla, se dio la vuelta para regresar a su hogar...
Notas d autor
Yo en mis historias siempre dejo pistas de lo que paso y pasara. La melodía del marinero (Metelitsa es el nombre), Haruka la entono en el ultimo capitulo de mi historia "Fragmentos de una vida", dijo que la había aprendido en un tiempo no muy lejano. Se refería a esta vida.
Kyoky; Aquí la respuesta a tu duda,Michiru es una joven bien.
Isavellcota; exacto, Rei es la doncella del templo.
Michella; No es envidia, es desprecio el que esos sujetos sienten hacia él.
Kaiohmaru; Michiru tuvo una mejor suerte, aunque con ese padre...
hyunwon020; No te sientas al por eso, el hombre lo hizo por el bien de Haruka.
Osaka; Exacto, si se descubre la verdad que envuelve a Haruka, sera todo un problema para él.
