Nota: Capítulo largo 😅

Para este capítulo me he basado ligeramente en la canción Four Seasons, que aparece al final de la película 3 de InuYasha: "La espada conquistadora". También, he tomado en consideración la "propuesta" de Sesshomaru a Rin, del drama Asatte 💖✨💖✨

Tenía una familia. Juntos éramos muy felices, pese a la guerra y la hambruna. Mi padre estaba enfermo, pero trabajaba sin quejarse de sol a sol; lo mismo mi madre, quien vendía canastos que ella misma fabricaba.

Mis hermanos eran mayores, yo era la niña mimada y risueña de mis padres, pero una mañana, mientras jugábamos a las escondidas. Sucedió.

Mis hermanos se habían tardado en encontrarme.

Antes de llegar a mi choza, observé cómo unos bandidos golpeaban el cuerpo de mi padre. Junto a él yacían los de mis hermanos y un poco más lejos, el de mi madre.

Con lágrimas en los ojos y en total desolación me escondí entre los arbustos. La posición en la que se encontraban sus cuerpos inertes nunca podré olvidarla.

Los bandidos se fueron casi de inmediato y unos vecinos llegaron a auxiliar a mi familia ya sin vida. Ante la tragedia, ese mismo día enterraron sus cuerpos. Yo rezaba al cielo porque todo fuera una pesadilla.

No sé cuántos días pasaron hasta que la vecina se ofreció a llevarme a otra aldea para que viviera en casa de unos familiares, quienes no podían concebir y estaban dispuestos a cuidarme.

Mis pasos fueron lentos y automáticos. Mi cuerpo era un cascarón vacío que había vivido ya demasiado tiempo.

El matrimonio peleaba todo el tiempo, era difícil convivir. Desde el primer momento en que me vieron se les notó el disgusto.

Me escapé un mes después.

Después de eso, llegué a una aldea tranquila y apacible. No tengo idea de cómo sobreviví esos días de trayecto. Allí una mujer me dejó vivir en una casa en ruinas que tenía, a cambio de que trabajase para ella. No obstante, le irritaba de sobremanera que yo no pronunciara palabra.

Si bien mi cuerpo seguía moviéndose, mi voz se fue con ellos: no había una razón para romper ese silencio y tampoco es que pudiera hacerlo.

La gente de la aldea comenzó a odiarme y en algunas ocasiones me golpearon hasta hacerme desmayar.

Como era huérfana, sucia y muda, tanto los niños como los adultos se burlaban de mí y me criticaban.

Una tarde, buscaba en el bosque algo para comer. En eso, escuché un sonido que aún hoy no logro describir con precisión.

Caminé instintivamente hacia el lugar donde provino el sonido. En esa dirección se asomó una luz por entre los arbustos, era como si me estuviera llamando.

Al llegar, divisé una criatura blanca y hermosa. Parecía un ángel, pero estaba herido; su rostro era fino y delicado.

Después de mucho tiempo, sentí el deseo de hacer algo distinto de lo mínimo indispensable para sobrevivir. En el fondo puede que lo ayudara como clamando al cielo que alguien, quien fuera, lo hiciera por mí.

El ángel se mostró ofensivo al principio, pero luego se mantuvo serio, limitándose a rechazar los alimentos que le ofrecía. Esos días comí prácticamente nada, todo eran ofrendas para él.

¿Podrá acaso este hombre misterioso llevarme al cielo?

Mi alma ansiaba marcharse, ya que en esta tierra árida, donde los cuerpos están destinados a perecer, no podía recordar lo que era sentirme amada.

Una noche, recogía unos peces del río de la aldea para llevarle al enfermo, que ya se veía más repuesto, pero los aldeanos me descubrieron y me golpearon sin miramientos. Recuerdo caminar desvencijada, intentando llegar a él.

Al amanecer, cuando desperté en el suelo injusto, fui a verlo, aunque solo pude ofrecerle un poco de trigo.

Él volvió a negarse y por primera vez posó sus ojos en mí.

Jamás olvidaré lo que sentí cuando me preguntó cómo estaba.

Para él podría significar una simple curiosidad, pero para mí era una forma de comprobar que al menos ante sus ojos, por un breve instante, una niña llamada Rin existió.

Sin embargo, un cruento destino me deparaba ese mismo día. Cuando muy contenta regresé a la aldea, unos bandidos atacaron el lugar. Otra vez los duros recuerdos volvían a mi y con ellos nuevas vivencias, nuevos amargos recuerdos.

Asesinaron a varias personas frente a mis ojos antes de que mis piernas respondieran. Intenté alejarme de las fauces de aquellos lobos hambrientos, aunque en el fondo creía que ni para ellos podría valer la pena mi cuerpo desnutrido y frágil.

Corrí lo más rápido que pude, dirigiéndome hacia el misterioso ser.

"Sálvame, por favor, mírame una vez más. Escucha mi voz dormida que clama ser rescatada."

Pero los lobos me alcanzaron y todo se volvió sombras.

De pronto, sentí la paz, la calma que emerge cuando se acallan los pesares; mi propia identidad que hacía mucho tiempo no sentía recobró su espíritu. Percibí la calidez de un brazo cuyo único deseo era sujetarme; sentí la caricia de un pelaje que me servía de almohada.

Un golpeteo rítmico despertó dentro de mí. Recobraban su fuerza con ayuda de unos amables latidos que agitaban mi corazón.

Abrí mis ojos y otra vez yo existía a través de sus pupilas. Allí estaba el ángel que alguna vez estuvo herido. Me sentí, por fin, a salvo.

. . .

Verano

Rin no tenía claro cuál era su edad, pero tenía certeza de que rondaba los 13 años o 14 años. Por aquel entonces, ya se había acostumbrado a vivir en la aldea. Solía comer demasiado, andar de arriba abajo y hacer muchas preguntas. También ayudaba a la anciana Kaede. El demonio rara vez iba de visita; siempre pasaban varios meses entre cada encuentro y estos eran fugaces.

Sin embargo, hubo una vez en que, por motivos que para ella nunca quedaron claros, cayeron en la tumba del gran Inu no Taisho. Para su sorpresa, su Amo estaba allí y como siempre, los hermanos empezaron a discutir. Viendo cómo se desarrollaban las cosas propuso decidir mediante un juego quién acomodaba los huesos del daiyokai. Inesperadamente, todos estuvieron de acuerdo.

Ella comenzó, pero ni siquiera sabía bien lo que era un trabalenguas, por lo que falló en el acto; Jaken no perdió oportunidad y la juzgó por eso. También se equivocó de forma lamentable Inuyasha, y para su sorpresa, la señora Kagome también estuvo fatal. Cuando fue el turno de su señor, él le pidió que prestara mucha atención:

"Rin ¿Te has acostumbrado a vivir en el pueblo? ¿No te has sentido intimidada? ¿Has usado el kimono que te regalé? Cuando te encuentres en problemas, ansiosa, triste o lo que sea, no dudes en llamarme vendré hacia ti inmediatamente.

Incluso si estamos separados, si tú dices mi nombre llegaré rápidamente hasta donde te encuentres.

Si no puedes hablar, puedes silbar, silba entre los dedos si así te gusta.

La distancia no es un obstáculo. Nuestros corazones están unidos por el poder de la confianza, no hay nada que temer. Basta con tener ese sentimiento, debería ser suficiente para llenar tu corazón.

Es por eso que está bien que las cosas sigan como están por ahora. Tenemos mucho tiempo.

Puedes examinar tu corazón a su ritmo. Hasta entonces, cuídate por ti misma."

La niña lo declaró ganador inmediatamente, sin embargo, aunque había grabado en su memoria cada palabra, no había entendido su significado verdadero.

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Otoño

Un año después, Rin se sentía mejor acerca de lo sucedido con su familia. Las mujeres que estaban a su lado fueron un pilar fundamental para aceptar que estaba viva y que eso estaba bien: "Llegó un día en el que acepté que las heridas no deben doler para siempre y que sanar no significa dejar de amar a los que se han ido"

Sin embargo, empezó a tener inseguridades sobre su cuerpo y sus pensamientos. Poco a poco, la niña se iba convirtiendo en una señorita con sus dilemas y sus curiosidades.

Una tarde, Sesshomaru llegó junto a su súbdito y Ah-Un. Jaken le entregó una caja roja que contenía una peineta y otros objetos de aseo personal muy finos. Ella le agradeció.

Recientemente, Rin había pensado acerca del amor, pues había visto interactuar a Kagome con Inuyasha y a Sango con Miroku, pero lo sentía demasiado lejano. También pensó en la posibilidad de que su Amo se hubiera enamorado, o inclusive ahora, podía ser que frecuentara a alguien. Cuando lo consideró se sintió extraña.

Se sentaron bajo la sombra de un árbol frondoso vestido de tonos castaños, naranja y dorado.

Ella había alistado unas frutas silvestres que había encontrado. También unos melones, entre otros bocadillos para compartirlos con ellos. Sin pensarlo mucho, comenzó a devorar un melón, que era su fruta favorita.

De repente, sintió la mirada de reprobación del yokai verde.

Jaken: - Rin, compórtate, el amo Sesshomaru no ha venido hasta aquí para verte comer como un cerdo.

Ella sintió una repentina furia

Rin: - ¡No soy un cerdo! – le tiró el melón en la cabeza.

Jaken: - ¡Auch! ¡Niña irrespetuosa!

La humana se sorprendió de su propio comportamiento.

Rin: - Lo siento – inclinó la cabeza en señal de disculpa y se fue corriendo avergonzada hacia la cascada que estaba cerca.

Jaken: - Últimamente está muy cambiada.

Sesshomaru la siguió con la mirada.

Al llegar a la cascada, dejó que el sonido del agua le calmara el ánimo.

El señor Jaken me humilló frente al Amo Sesshomaru… aún así, tirarle el melón en la cabeza fue excesivo ¡Aaah! Quiero melón, pero ya no me puedo regresar.

De repente, a su derecha vio asomarse un brazo fornido con marcas magenta que le ofrecía un melón sin empezar.

Sesshomaru: - Toma.

Rin: - ¡Amo Sesshomaru! Perdóneme por mi actitud, no sé por qué últimamente todo me hace enojar.

Él no le respondió.

Rin: - Señor Sesshomaru…

Sesshomaru: - ¿Qué ocurre?

Rin: - ¿Alguna vez… se ha enamorado?

Él no le respondió.

Rin: - Por ejemplo, Kagura, aquella demonio que estaba interesada en usted e iba a verlo algunas veces ¿Acaso usted llegó a sentir algo por ella?

Sesshomaru: - ¿Por qué quieres saber?

¿Quiere decir que me va a dar la respuesta? … no sé por qué me hace sentir extraña ¡No quiero saber!

Rin: - Fue una pregunta tonta, lo siento.

Sesshomaru: - Sentimientos de amor, atracción y deseo no son necesarios.

Rin: - Tiene razón, un demonio como usted no necesita amar.

Rin se avergonzó al escucharlo decir la palabra "deseo". Por su parte, a él le había incomodado que ella lo emparentara con alguien, pero no sabía por qué.

Sesshomaru: - Ninguna mujer ha llamado mi atención – agregó.

Rin: - ¿Y… un hombre? – preguntó con gran expectación.

Él la reprendió con la mirada.

Sesshomaru: - Nadie, Rin. No hagas tantas preguntas.

Rin: - Sí amo - procedió a comerse el melón.

. . .

Invierno

El invierno llegó. La nieve se amontonaba en las copas de los árboles y por el peso caía, estrellándose en el suelo blanco y gélido.

Rin tenía 15 años, se veía mucho más alta y esbelta. La humana estaba junto a Kohaku, tomando un poco de té caliente. No podían con el frío, ni siquiera con sus abrigos y sus botas de piel.

Sango: - Rin, iremos a las termales ¿Quieres ir?

Rin: - Sí.

Kagome, Sango, la anciana Kaede y Rin se adentraron en las termales. Se relajaron bastante rato. Ella recostó su cabeza a una piedra que estaba cerca. En eso recordó lo que había pasado hacía unas semanas:

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Sango le había pedido que le ayudara a preparar algún brebaje para la tos de Gyokuto, pues tanto la anciana como Kagome estaban algo atareadas.

Rin aceptó con gusto y cuando lo tuvo listo fue a dejarlo a su choza, pero cuando llegó solo estaban los niños y Miroku. Le dejó a él el brebaje, pero el monje le pidió vigilar un momento a los pequeños, dado que tenía una urgencia fisiológica.

Él se fue corriendo hacia el baño, dejando caer algunos libros que llevaba en el brazo para entretenerse mientras tanto.

Ella los levantó. Uno de ello se titulaba: "Manual de convencimiento y persuasión".

Rin: - Bastante preciso ¿Y el otro?

La jovencita leyó: "Técnicas eróticas: feudales, pero carnales".

¿Qué?

Tenía demasiada curiosidad. En eso, el monje regresó.

Miroku: - Falsa alarma, je, je.

Rin: - Je, je… - reía por los nervios y la incomodidad.

Miroku: - Gracias por todo, Rin.

Rin: - De nada.

La niña se fue corriendo hacia el bosque nevado, no quería que nadie la interrumpiera. Cuando se detuvo se acuclilló y abrió el libro robado.

En las primeras páginas venía una introducción, pero luego de pasar algunas páginas encontró un gran pene dibujado. Rin tiró el libro por la sorpresa.

Rin: - ¿Qué es eso?

Tomó nuevamente el libro y leyó, aunque todavía no podía hacerlo rápido:

Rin: - Agí- Agítela con su mano, cuando esté erec- erecta es momento de- ponerla… - Rin se ruborizó - ¿PONERLA EN SU BOCAAA?

A la humana se le abrió un nuevo mundo. Ignoraba el significado de "erección", pero se llevó las manos a la cabeza cuando asimiló que los hombres tenían "eso" entre las piernas.

¿El señor Sesshomaru… también tiene? ¿Y ASÍ DE GRANDE?

Estaba tan concentrada moviendo el libro, tratando de darle forma al inmenso falo, que no se percató cuando el demonio se acercó a ella desde atrás.

Cuando estuvo prácticamente a su lado, se inclinó hacia el frente, quedando muy cerca de ella. Rin sintió rozar su oreja con la suya.

Sesshomaru: - Muy detallado – argumentó.

Rin: - ¡GYAAAAAAAAAAA!

El libro le bailó en las manos, mientras hacía una mueca extraña. La adolescente había muerto. Su espíritu salió por su boca, mirando con vergüenza a su señor al tiempo que su cuerpo caía al suelo boca arriba en la fría nieve.

Sesshomaru lo levantó tranquilamente y comenzó a leer. Se veía muy concentrado. Pasó algunas páginas donde se mostraban múltiples posiciones. Algunas de ellas eran incluso ridículas.

Jaken alcanzó a su señor y al verlos no entendió nada. El daiyokai dejó caer el libro al suelo, el cual permaneció en la misma página.

Sesshomaru: - Rin, levántate – Ella se había puesto boca abajo.

Rin: - No Señor.

Sesshomaru: - No tiene caso que hagas esto.

Rin: - Rin ha muerto aquí mismo. Por favor, olvídela.

Jaken: -¿QUÉ ES ESTE LIBRO? ¡Niña obscena! - le lanzó una bola de nieve a la cabeza.

Sesshomaru: - No digas eso ni en broma.

La levantó de un brazo. Ella sin querer dirigió su mirada a la entrepierna del demonio.

Jaken: - ¿Qué le estás viendo? ¡Esta aldea es una pocilga horrible!

Sesshomaru: - Déjala Jaken, es normal a su edad interesarse por esas cosas – lo decía para que ella lo escuchara.

La humana permaneció sentada en el gélido suelo, mirando hacia el vacío, pero Sesshomaru se encargó de distraerla preguntándole sobre sus cosas, incluso Jaken dejó de hacer comentarios al respecto.

Más tarde, regresó a la choza de la anciana. Esa noche, luego de llorar y patalear durante un buen tiempo por la vergüenza, decidió ojear algunas páginas más, mientras se hacía un capullo con una sábana. Por su parte, Miroku buscó el libro por cada rincón temeroso de su esposa, pero nunca más volvió a verlo.

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Kagome: - ¡Rin! Estás muy caliente.

Entre Sango y Kagome la sacaron de las termales y la llevaron a la aldea. Una Rin muy avergonzada y acalorada, en medio de los delirios, le pedía perdón a su Amo y al señor Jaken. Pasarían muchos meses para que pudiera superar aquel vergonzoso accidente.

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Primavera:

Una vez más era primavera, Rin tenía alrededor de 16 años. Su señor, que desde hacía un año la visitaba mucho más seguido, llegó a la aldea y le entregó un ramo de camelias rosadas.

Rin: - Muchas gracias, señor Sesshomaru.

Jaken: - Toma, esto también.

La joven abrió el envoltorio y extrajo de él un pequeño libro donde se describían los distintos significados de las flores.

Rin: - ¡Es precioso! Muchas gracias por las flores y el libro. Me encantan. Ahora que ya puedo leer mejor no me costará tanto acabarlo.

La humana le sonrió a su señor, él solo la miró inexpresivo. Rin llevaba su kimono rosa. El demonio pensó que tal vez debería comprarle uno nuevo.

Sesshomaru: - ¿Te has divertido estos días?

Sesshomaru, hasta ese momento, detalló con cuidado que la humana lucía mucho más alta y esbelta. Lo había detectado en su aroma y comportamiento, pero de alguna manera, se quedaba viéndola más tiempo de lo normal.

Rin estaba muy nerviosa. Recientemente había comenzado a escribir y de las primeras cosas que anotó fueron las palabras que él le había dedicado.

Había pensando en ellas desde que tenía 13, pero nunca se había detenido a comprender la fuerza de los sentimientos que en ellas se escondían. Desde hacía un tiempo le palpitaba muy fuerte el corazón cuando pensaba en él. Ya tenía una respuesta.

Rin: - Si, he aprendido mucho, ahora…

En ese momento no entendí la profundidad de aquellas palabras, solo el tiempo pudo dirigir mi corazón a su verdadero sentido. Su ausencia en mi vida fue la más clara de las confirmaciones.

Mis sentimientos por el Señor Sesshomaru habían brotado desde niña, pero al florecer como mujer, se habían transformado en algo más que confianza y afecto. Eran sentimientos de amor.

Al día siguiente de su visita me tomé el tiempo para abrir el libro y leerlo con detalle. Curiosamente, en la página que abrí se explicaba el significado de las camelias rosadas:

Rin: - Camelias rosadas: cuando se obsequian estas flores se quiere transmitir el deseo de tener más cerca a la persona a quien se le regala.

Ella se quedó pensando un momento, luego se ruborizó y abrazó el ramo, el cual tenía al lado. Este despidió su suave aroma.

No hay nada qué pensar ¡Yo quiero estar con el señor Sesshomaru para siempre!

Nota:

Este fue un capítulo para bajar la tensión e introducir algunos eventos del pasado. En los siguientes habrá algo de drama, aventura y mucha descripción. Espero que puedan imaginarse los escenarios ✨💖

Pd: Obvio habrá momentos sessrin 😊🔥