CAPÍTULO VII
¿LA PRIMER ILUSIÓN?
(Dos días después)
Y luego de tantos días húmedos y fríos, finalmente había dejado de nevar. El brillante sol por encima de las más altas y aún grisáceas nubes, derretía con su sutil caricia la nieve que amontonada permanecía sobre el suelo.
Levantando la azulada mirada hacia el cielo, Michiru sonrió al mismo tiempo que contenta observaba el aún blanco jardín. "Hoy es un día hermoso. Nana, es hora de irnos, se nos hace tarde", exclamo contenta al imaginar que en el parque se encontraría con el hermoso rubio.
La señora Matsuko, siendo precavida por si el mal clima les sorprendía, llevaba su paraguas en la mano; "¿Cual es la prisa, niña?... sabe que el parque no se ira de ese lugar. A la hora que lleguemos, estará ahí"
"Quien sabe, nana. Recuerda la florería, un día esta aquí y al siguiente esta allá. Aveces no sabemos a donde es que se mudara", con sutileza rió un poco.
"Ay mi niña, pero que cosas dice usted"
"Ya vamonos, se nos va a hacer tarde", impaciente, la chiquilla tomo la mano de la mujer, comenzando a caminar en dirección a ese lugar.
La nana observo la traviesa sonrisa que en los labios de su joven ama se dibujaba, trayéndole viejos y dulces recuerdos a la memoria; "Esa alegría suya me recuerda a cuando usted era tan solo una niña. ¡Como pasa el tiempo!, en ese entonces su padre y su madre solían tomarla de la mano y llevarla. Feliz, usted sonreía tal y como lo hace hoy. Ahora que es una señorita la acompaño yo... pero dentro de unos años cuando usted sea una mujer..."
"¿Cuándo sea una mujer?... ¿A que te refieres con eso, nana?", cuestiono la aguamarina una vez que la interrumpió. "¿No soy aún una mujer?"
La señora Matsuko asintió con la cabeza; "Para su padre y los demás lo es, y una muy hermosa, pero para mi y su madre aún es una niña, la misma que hace tantos años acunamos en nuestros amorosos brazos"
Michiru sonrió con las mejillas ruborizadas; "Dime... ¿Cuándo es que ante sus ojos me convertiré en toda una mujer?"
"Jamas, siempre sera nuestra pequeña niña... aunque el día de mañana le llegue la primera ilusión y sea un apuesto hombre el que la acompañe en sus paseos", contesto con lagrimas rozándole los ojos. "Siempre sera nuestra niña, aunque usted tenga sus propios hijos y yo sea más anciana, si es que se puede"
"Ahora lo entiendo. No te preocupes, siempre seré tu niña"
Más allá, las risas de los contentos niños llenaban los jardines. Con su infantil y despreocupada alegría daban color al de vez en cuando grisáceo día.
Las juguetonas aves, sintiéndose atraídas por el bullicio y por las migajas que sobre el suelo caían, abandonaban las copas de los arboles al mismo tiempo que con sus diversos cantos rompían la monotonía del ambiente.
Las hermosas mujeres, que acompañadas de apuestos hombres, sonreían ante la ilusión del primer amor.
Más allá, pensante y con las manos dentro de los bolsillos de su negro abrigo, el bello rubio caminaba sin poder evitar las indiscretas miradas que a su paso iba atrayendo y que sin recato le seguían. La mayoría de ellas pertenecientes a damas.
"¿Quién es él?", cuestiono una bella joven al verlo pasar a su lado.
"No lo sé", contesto su acompañante.
Apenado por el cotilleo que en torno suyo se levantaba, Haruka observo a su alrededor, fijando la mirada en la alta torre para revisar la hora. Recordaba a la perfección las ultimas palabras que le hubiera dedicado la señorita, al mismo tiempo que pensaba que era demasiado ingenuo de su parte el imaginar que como ya era su costumbre, ese Domingo acudiría al parque.
"Maldición", dijo para su adentros. Pensaba que si ya le había devuelto el pañuelo, entonces ya no había ningún otro asunto que tratar. Sumando a eso que su padre no era un hombre muy agradable, concluyo que lo mejor era darlo por terminado y alejarse de ella para siempre.
Sin embargo eso no sucedió, porque de un momento a otro su atención pronto se distrajo cuando observo que por la acera de enfrente la nana y la señorita estaban por cruzar en dirección a las tupidas jardineras.
Indeciso, Haruka no supo si debía retroceder sus pasos y huir, o encontrarse con la joven, saludarla y luego marcharse y hacer como si el destino jamas los hubiera reunido.
"Eres un tonto. Pensara que estas aquí porque ella te dijo que vendría. Te mal interpretara y llegara a pensar que tienes algún interés en ella. Ademas sabes que no puede ser tu amiga", profundamente se lamento.
Observando su delicado andar, la forma en que sus sedosos cabellos caían por sus hombros y el hermoso hakama que la envolvía, le dieron la impresión de que esa mujer para nada era real. Era como una divina visión que se presentaba ante sus mortales ojos.
Haciendo a un lado esos pensamientos y no pudiendo apartar la mirada de ella, con el animo embargado por la decisión Haruka encamino sus pasos hacia ambas mujeres. Era como si esa mujer ejerciera una invisible fuerza que le arrastraba hacia su presencia.
La joven, como si hubiera adivinado que él estaba a pocos pasos de ella, volvió la cabeza hacia atrás y entonces lo contemplo; "Buenas tardes, caballero", dijo sintiendo como si la tierra se fuera a abrir para devorarla. ¿Acaso es que así se siente la primera ilusión?
"Buenas tardes", Haruka sonrió y quitándose el negro gorro, se inclino ante ella.
La nana, desconfiada como ella sola, lo observo con detenimiento. En sus gestos buscaba adivinar sus intensiones.
No es que ella exagerara en el cuidado de la aguamarina, mucho menos que fuera una entrometida, pero es que ella también había sido joven y sabía como es que los chiquillos se la ingeniaban para conseguir lo único que de las inocentes deseaban. Y aunque ese no fue el caso de ella, pero como le había pasado a varias chiquillas de su aldea, es que no quería que eso le sucediera a su ama, a quien siempre y pese al paso del tiempo, consideraría una niña.
De solo imaginar que algo así ocurriera y conociendo al señor Isao, la hacían temblar.
La señorita, tratando en vano de disipar el rubor que había acudido a llenarle el rostro, fue la primera en hablar; "Y dígame... ¿Le gusta?"
"¿Gustarme... ¿Qué cosa?", nervioso y sin saber de que hablaba balbuceante cuestiono.
"El parque", la joven replico.
"Niña, en casa nos esperan", la señora Matsuko expreso esperando terminar con esa conversación que si apenas y comenzaba.
Michiru sonrió para con ella; "Lo sé, pero no deberías preocuparte"
"Sí, el parque es muy lindo", el rubio replico.
"Niña, debemos irnos", la nana volvió a interrumpir.
Michiru miro a la anciana y volviendo a sonreirle, contesto; "Nana, ¿Por qué no vas a comprar pan?"
Ante su clara petición de privacidad, la mujer negó con la cabeza. Fue entonces cuando se atrevió a decir aquellas palabras que hicieron que ambos chiquillos se sonrojaran; "¿Y dejarla sola con este hombre que apenas y conoce?... ni hablar, si su padre se entera, nos va a matar a los tres"
Ante eso, la señorita no pudo evitar reír, aunque fue más de pena que de gracia; "Nana, papá no va matar a nadie, además el joven no es un completo desconocido. Por favor, no insistas. Ve a comprar pan", con ojos suplicantes pidió.
Las mejillas del rubio también se habían encendido; "Ella tiene razón, no es correcto"
"¿Lo ve?, él mismo esta admitiendo que no debo dejarla sola"
Tenou sintió como un pesado sopor se apoderaba de todo su cuerpo; "No, yo no estoy admitiendo ninguna mala intención hacía la señorita, pero es que las malas lenguas..."
"Entiendo a que se refiere... nana... ve por el pan", Michiru expreso entre dientes.
La vieja contra su voluntad asintió; "Esta bien, pero por favor no se vaya a ir a ningún lado con él". Llena de desconfianza le dirigió una ultima mirada al hombre. "A cualquier cosa que le pida, diga siempre no y grite"
La aguamarina sonrió una vez más; "Gracias nana, en cuanto vuelvas nos iremos a casa. No tienes de que preocuparte"
Obedeciendo a su ama, la mujer cruzo la acera y mientras lo hacia, de vez en cuando volvía la vista para asegurarse de que chiquillo no se aprovechara de su ausencia.
"Lamento mucho la actitud de mi nana... ¿Caminamos?", Kaio cuestiono.
"Por supuesto", Tenou replico sin saber si era correcto o no ofrecerle el brazo para que en el se apoyara, pero por las dudas prefirió no hacerlo. No fuera a ser que ella, la nana o alguien más, mal interpretara su noble, caballeroso y nada interesado gesto.
Con calma, comenzaron a avanzar.
"Jamas me alcanzaran las disculpas ante lo que mi padre se atrevió a hacerle, ademas quiero volver a darle las gracias por su detalle"
"No se preocupe, señorita. Lo verdaderamente importante es que usted esta bien", replico sobriamente. "Lo del pañuelo tampoco tiene que agradecerlo"
"Gracias a usted estoy bien", ruborizada expreso. "Pero esa noche me dijo que no era de por aquí, dígame ¿Qué vino a hacer a un lugar tan lejano?"
"Vine a estudiar y a trabajar"
"Vaya… ¿Supongo que debió ser muy difícil dejar su hogar, ¿No?"
"No, era mucha la miseria. No fue nada complicado dejarlo"
"Lamento mucho si mis palabras son una molestia", ruborizada por lo que ella consideraba una indiscreción, desvió un poco la mirada.
"Para nada, señorita"
"Espero la ciudad le siente bien"
"Créame, lo hace. Es un buen lugar para vivir"
"Mi madre también vino desde un lejano mundo, para ella no fue nada fácil adaptarse a una nueva vida"
"Para mi lo ha sido, en poco han cambiado mis costumbres pasadas… aunque supongo que extraño salir a pescar"
"¿A eso se dedicaba?", cuestiono maravillada. Quería conocer como era la vida no cerca del mar, sino sobre el mar. Era algo que extrañamente le apasionaba, aunque desconocía el porque.
"A eso y a otras cosas, por las mañanas cocinaba pan y luego iba a la escuela, de vez en cuando ayudaba en el campo", contesto tratando de ocultar sus manos maltratadas por las herramientas de madera.
La joven lo miro sorprendida; "Es usted muy trabajador"
"De alguna manera hay que ganarse la vida, ahora lo hago en la panadería", contesto encogiéndose de hombros. "En este lugar me llaman campesino, pero eso a mi no me molesta"
"Ahora entiendo porque el pan es más dulce de lo habitual", murmuro con un brillo en los ojos. "Por supuesto que no debería ser una molestia, usted sabe lo que es ganarse la vida. La mayoría de los jóvenes de aquí no saben hacerlo... incluida yo"
"El trabajo es bueno… estos hombres ricos desprecian esos oficios por considerarlos poca cosa. Dicen que es algo que los caballeros no pueden hacer"
La aguamarina negó con la cabeza; "Señor Tenou, no a cualquiera se le puede llamar de esa forma tan noble. La educación y los buenos modales definen a un caballero y a un buen hombre, no la cantidad que lleva en el bolsillo, ni su apellido, ni su oficio "
"¿Usted lo cree?"
"Por supuesto. Se puede ser rico, pero ser un completo pelado. Ya ve a mi padre, es un majadero. En cambio se puede ser pobre, pero un caballero por sus modos y sentimientos", en vano trataba de ocultar sus mejillas coloreadas no solo por el frió, cosa que no paso desapercibida para él.
"Tiene razón. Habla de una forma muy bonita", admitió también ruborizado.
Nerviosa, la joven se acomodo el cabello que caía por su frente; "Pero dígame…¿Dejo familia?"
Haruka sonrió al recordar que estaba solo; "No, a nadie"
"¿A nadie?... eso si que me parece extraño. Todos tenemos una"
"Mi padre murió antes de que yo naciera, mi madre murió en el momento que por primera vez vi la luz de este mundo… crecí al lado de mi abuelo, pero al igual que ellos, hace algunos meses también se marcho… no me queda nada… solo un trozo de tierra donde ir a llorarles. Aunque jure jamas regresar", habiendo dicho ligeramente se encogió de hombros.
"Lamento mucho escuchar lo que paso con su madre", apenada por haberlo hecho confesar algo tan doloroso, bajo la mirada. Ella misma no sabría que sería de ella si algún día Katherine le faltara.
"Aveces creo que fue mi culpa. Si yo no hubiera nacido, ella estaría viva"
Esas horribles palabras hicieron que Michiru cerrara los ojos y negara con la cabeza; "No debería hablar de esa forma tan cruel. A su madre no le agradaría escuchar decir que fue su culpa. Un hijo lo es todo para una mujer, no importa en que circunstancias haya nacido"
"Me disculpo por tan terrible confesión"
"No tiene porque, ha sido imprudencia mía el preguntarle esas cosas"
Haruka volvió la cabeza, observando que a pocos pasos la nana les seguía acompañada por un bolso de pan.
"Señorita, creo que es hora de que me retire", el rubio expreso.
"¿Qué sucede?... ¿Mi presencia le incomoda?... ¿He sido demasiado indiscreta?"
"Para nada, pero es que su nana la espera", contesto dibujando una sonrisa en sus labios.
"Entiendo... ha sido todo un placer el haber hablado con usted", replico clavando su azulada mirada en la del jovencito, era como si con ella le suplicara que le dijera algo más.
"Lo mismo debo decir", replico el rubio sin desviarla.
"Haruka... ¿Puedo preguntarle una cosa sin que considere que es impropio de mi parte?", habiendo dicho se mordió los labios.
"¿Por que debo pensar que una pregunta es impropia?"
"Porque quizás parecerá extraño de mi parte, pero es que desde la otra tarde quería preguntarle si es posible que usted y yo... seamos amigos", sus ojos brillaban suplicantes, como si en ellos quisiera apresar al hermoso caballero.
Sin saber que decir, Haruka la contemplo mientras sentía como la tibia sangre huía de sus miembros, fue entonces cuando en la distancia escucho el sonido de la concertina y los versos de Fiodor, el marinero extranjero.
Tenou seguía en silencio. El sonido de la concertina se fue acercando aún más y justo cuando Fiodor paso a su lado, como si hubiera adivinado lo que esos dos hablaban, sonrió para con Haruka al mismo tiempo que le asentía con la cabeza. ¿Acaso era esa una señal?
El hombre continuo su camino, el jovencito se volvió hacia la mujer y entonces contesto la pregunta; "Sí, podemos ser amigos"
Michiru sonrió mientras su corazón golpeteaba desbordado por una extraña alegría que hasta el momento, jamas había experimentado.
¿Qué seria eso que contra su voluntad comenzaba a experimentar?
Notas de autor;
Feliz año nuevo a todos. Muchas gracias por sus buenos deseos.
Michelle; Ese hombre es un irrespetuoso para con su familia. Me alegra mucho que te haya gustado.
Kaiomaru; Dudo mucho que la nana quiera ser su cómplice. Sobre todo conociendo como es Isao.
Unbrekeablewarrior; Que bueno que te gusten mis publicaciones.
Isavellcota; Exactamente, la madre de Michiru estaba enamorada del hijo de la criada de su casa. No del todo fue obligada a estar con Isao, ella si lo quería, pero él dejo de ser encantador y comenzó a engañarla.
Osaka; La madre de Michiru es una mujer muy buena y compresiva. Los hijos de Isao son de diferentes edades, algunos mayores, otros menores que Michiru. No ha sido un hombre nada bueno. Haruka tiene prohibido enamorarse, mucho menos de otra mujer. Queda ver cual sera la reacción de Michiru cuando lo sepa.
Richard Thomas Wayne; Tu traducción es correcta. No, el padre de Haruka no es Albert, pero él se lo recuerda. Michiru si que esta encantada con él, pero no así Haruka. No te preocupes, dudo que la nana diga algo de lo que esta sucediendo.
Kyoky; Gracias :). Pareciera que la condena de esas mujeres, es enamorarse de hombres que por la época se consideran prohibidos. No es que Haruka se este durmiendo, es que no le interesa enamorarse, recuerda que no puede porque tiene un secreto que seguir ocultando.
HaruTenoh11; No es que la nana sea una entrometida, pero es que cuida a Michiru de que ese chiquillo (Ni ningún otro) "Deshonre" a la familia. No es tanto que le preocupe la honra y el buen apellido de Isao, pero le preocupa que algo así ocurra y entonces Isao se desquite con su hija. Como bien lo has dicho, actúa de esa forma por la época.
hyunwon020; Gracias, aquí la actualización.
