Nota:
Haori: es una chaqueta tradicional japonesa de aspecto similar al kimono. Aunque se usa abierto, cuando se cierra no se ata con un obi, sino que se mantiene cerrado por medio de una cuerda que conecta ambas solapas.
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Fragmento del capítulo 32:
"Anciana Kaede: - Ya puedes moverte sin problema ¿Verdad?
Inuyasha: - Sí.
Anciana Kaede: - Jinenji te dejó medicina para la infección. Anoche vino a verte... "
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La anciana fue interrumpida por la presencia de una mujer que llevaba un sombrero de bambú. Esta se les acercó amistosa:
Kanade: - Buenos días.
Sesshomaru y Rin la reconocieron de inmediato.
Rin: - ¡Sacerdotisa!
Kanade: - Al parecer no les llegó mi mensaje.
Rin: -¿Eh?
Kanade: - No importa, al final me pareció mejor decirlo en persona. Hay algo que averigüé acerca del sello – su rostro era serio.
El daiyokai se preocupó.
Kanade: - Parece que sí puede afectar tu organismo; es necesario que se dirijan a donde se encuentra mi mentora. No sé cuánto tiempo tardará el sello en afectarte, Rin, pero podría ser fatal.
Rin: - Pero…no es buena idea alejarnos ahora de la aldea. El señor Inuyasha está débil.
Inuyasha: - No digas tonterías, estoy bien. Sesshomaru, debes ir a ese lugar hoy mismo.
Dijiste que serías distinto de nuestro padre. Eso quiere decir que debes prolongar la vida de Rin lo más que se pueda.
¡Protégela sin perder tu vida en el intento!
Kagome: - ¿Qué tal si se queda aquí unos días? Ha venido desde tan lejos – le preguntó a la viajera.
Ella aceptó. No apartaba los ojos de Shishio.
Posteriormente, Kagome vio a Rin sentada en un tronco cerca de la choza de la anciana y se dirigió hacia ella.
Kagome: - Estás preocupada ¿Verdad?
Rin: - Me siento desanimada. Cada vez que pienso que todo va a estar bien algo sucede.
Kagome: - Rin…
La anciana se acercó.
Anciana Kaede: - Todo se va a solucionar, confía en ello y da lo mejor de ti.
Rin: - Anciana…
Rin la abrazó.
Su pequeña plática fue interrumpida por el demonio, quien venía en compañía de Jaken y Kanade.
Sesshomaru: - Debemos partir ahora mismo.
Jaken: - Sí, no podemos dejar que caiga la noche.
Kanade: - Como les dije antes, es necesario que hagan el trayecto a pie. Pueden usar sus poderes para defenderse, pero deben movilizarse paso a paso, solo así se abrirá el paso hacia su guarida.
Sesshomaru hizo contacto visual con ella, pero no le respondió.
Rin: - Muy bien.
Él le señaló una especie de equipaje que estaba puesto sobre Ah-Un. Le dijo, viéndola a la cara:
Sesshomaru: - Si vas a añadir algo, hazlo ahora. Dentro hay un abrigo y una frazada, también algo de comida y agua.
La humana añadió algunas cosas, se despidió de todos y partieron.
Jaken: - Debemos llegar al río primero ¿No es así?
Sesshomaru: - Se encuentra a unas horas de aquí. No lograremos cruzar de día. Rin, debes esforzarte, el camino no será fácil.
Ella asintió con aire valeroso. Jaken la miró, entornando los ojos.
Rin: - Así lo haré.
Caminaron unos cuantos minutos, alejándose de la aldea. Rin se adelantó a ellos y les cerró el paso usando sus brazos.
Rin: - Esperen, tengo algo que decir antes de continuar – ambos demonios la observaban – Quiero que este viaje sea como los que solíamos hacer cuando yo era niña. Pase lo que pase hagamos que este sea un viaje feliz.
Sesshomaru: - Ya no puede ser como antes. Ahora estás herida y no sabemos qué pueda pasarte.
Jaken: - Sí, Rin, no hay tiempo para juegos.
Rin: - No es ningún juego – su rostro era serio – Como no sabemos lo que pasará, por favor, vamos a intentar estar felices ahora.
Sesshomaru: - Debemos apresurarnos.
Jaken: - Ya es muy tarde para estar hablando.
Ella se entristeció un poco porque sintió que su petición no había sido validada del todo, pero al mismo tiempo, entendía su preocupación. No era juego y el viaje no sería fácil.
Se desplazaron al menos dos horas por el bosque para llegar a una extraña ranura que había en una pared de piedra llena de hiedra. Se introdujeron por ella y al cruzarla, vieron un campo abierto y más lejos, una montaña rocosa.
A su izquierda se apreciaba el abismo. A medida que caminaban el terreno se iba haciendo tan angosto que difícilmente podían cruzar. El camino era parte de la montaña rocosa.
Debían pasar por él para llegar al río. Ah-Un debió atravesar una parte irregular de la montaña que estaba un poco más arriba de sus cabezas. Por su parte, el daiyokai sujetaba los hombros de Rin para ayudarle a cruzar. Jaken iba tras ellos.
Rin: - Tengo miedo…
Sesshomaru: - No mires abajo.
Algunas rocas se desprendieron y cayeron, por lo erosionado del terreno.
Después de unos minutos, llegaron al otro extremo.
Era un bosque muy denso. La luz se filtraba con dificultad.
Rin: - Descansemos, por favor. Me duelen los pies – su estómago gruñó.
El demonio se sentó en una roca que estaba junto a un árbol. Rin y Jaken se sentaron a su lado.
Rin: - Comeré rápido.
Con voracidad se comió las bolas de arroz rellenas de pescado, entre otros bocadillos que Kagome le había preparado.
Sesshomaru: - Toma agua también.
Ella sacó el termo de bambú y al hacerlo apreció una especie de pelusa similar a la estola del demonio.
Rin: - ¿Qué es esto? – extendió la tela - ¿Un kimono?
Sesshomaru: - Es un haori. Te servirá como abrigo.
Rin: - ¡Es precioso! Y este peluche se parece al suyo.
El demonio no respondió, pero el atuendo había sido suyo y efectivamente, el pelaje que se encontraba en el cuello y las muñecas del ropaje había sido parte de su estola.
Rin: - ¡Muchas gracias!
Sesshomaru: - En unos minutos reanudaremos, así que no te relajes demasiado.
Rin: - Sí.
Rin se fue a explorar la zona y vio algunas flores que se alzaban entre los matorrales, al pie de árboles viejos o por entre la hiedra. Tomó algunas y le hizo un ramo a su señor. Sesshomaru permanecía sentado en la roca, apoyando su espada y cabeza en el árbol. Tenía los ojos cerrados.
Padre ¿Acaso tú pasaste algo similar junto a Izayoi? ¿Qué habrías hecho en mi lugar?
Su pensamiento fue interrumpido por la humana.
Rin: - Señor Sesshomaru, mire, son para usted - Esta es una prímula, significa deseo o amor duradero. La que está a la par se llama Amaryllis y tiene que ver con los gestos tímidos de amor.
Esta me recuerda a usted al inicio, siendo tan hermético con sus sentimientos - se ruborizó ligeramente - Luego está la azalea que simboliza la paciencia, tal como lo es usted, Amo.
La siguiente es la amapola. Representa la diversión, justo lo que espero de este viaje. La última es una margarita y significa fe. Es lo que debemos tener ahora, señor Sesshomaru. Fe en que todo va a estar bien.
El demonio se quedó mirándolas, luego aceptó el ramo.
Sesshomaru: - Aprendiste su significado del libro de las flores que te di hace un tiempo ¿Verdad?
Ella sonrió.
Rin: - Sí, lo he aprendido de memoria.
Se quedaron mirándose como si el resto de las cosas en el mundo no existieran. El demonio comprendió las intenciones de Rin: quería calmar su preocupación y hacer de estos días, memorias que luego, en un futuro no tan lejano, resultaran entrañables.
Rin, voy a procurar no arruinar la paz que quieres mantener ahora mismo.
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La noche cayó cuando todavía les faltaba algunos pasos para llegar al río. Este era conocido como el Río de la muerte, pues en sus aguas vivían unas pirañas demonio de gran tamaño que solían comerse a sus víctimas en solo unos segundos.
Al lado de la masa de agua había un par de botes. Uno muy maltrecho y el otro prácticamente intacto.
El daiyokai subió primero y le ofreció su mano a Rin.
Sesshomaru: - Sube.
Ella lo hizo seguido de Jaken.
Se sentó primero el daiyokai y en medio de sus piernas, ella. Él la protegía con sus brazos, se sentía diminuta apoyada en su pecho. Sobre su cabeza estaba la mandíbula de su señor.
Sesshomaru: - Duérmete. Llegaremos a tierra firme a la mañana.
Ella se apesadumbró al pensar en el trayecto, pero inmediatamente se durmió.
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Llegaron a tierra firme con los primeros rayos del sol. Se desplazaron varios kilómetros, haciendo paradas pequeñas para que Rin descansara. En otros momentos, la humana montaba a Ah-Un, pues tenía ampollas en los pies y le dolían. Mientras iba en su lomo, se curaba sus heridas con un tónico que había llevado.
Por la tarde cuando ya iba a anochecer, acamparon en las inmediaciones de un bosque seco. Hacía demasiado frío, pues estaba casi al pie de la montaña. La humana se recostó desnuda en el pecho de Sesshomaru para recibir directamente su calor. Él estaba recostado en un árbol.
Jaken y Ah-Un dormían juntos, a varios metros de distancia.
El demonio cerró sus ojos. Rin se quedó contemplándolo.
¡El Amo Sesshomaru es tan guapo!
Se animó a darle un beso. Él abrió los ojos y le dijo:
Sesshomaru: - Duérmete, debes estar exhausta.
Rin: - Rin quiere un beso.
Él la besó muy tiernamente, pero ella quería más. Su aroma, sus labios anhelantes y sus manos que le acariciaban el cuerpo se lo hacían saber.
Sesshomaru: - Sígueme.
El daiyokai tomó su mano y la condujo a un camino estrecho. Unos metros después llegaron a un árbol gigante, que tenía un hueco inmenso en su base. Este lo atravesaba totalmente. La luz de la luna los alumbraba.
Rin: - ¡Increíble! ¿Ya había venido aquí antes? – dijo adentrándose al agujero.
Sesshomaru: - Hace mucho tiempo.
Él caminó y entró también.
Estaban muy juntos, uno al lado del otro. Ella se sonrojó al pensar en las infinitas posibilidades de lo que podían hacer allí.
Sesshomaru tomó su mano y la besó. Luego la abrazó por detrás.
Rin: - Señor Sesshomaru…
Sesshomaru: - Me deseas – le besaba el cuello – Y yo, aun es esta situación, también te deseo.
El demonio acercó su entrepierna a su espalda, haciéndole saber lo excitado que estaba.
Está tan grande…
Rin se estremecía; sentía tanto deseo que involuntariamente trataba de zafarse de su abrazo, pero él no se lo permitía.
Acarició sus senos por encima de la ropa, los movía de forma muy perversa, haciendo que la entrepierna de la humana reaccionara de inmediato. De pronto, aflojó efusivamente el kimono, provocando que sus senos rebotaran por el movimiento.
Ella miraba la luna en el horizonte.
Rin: - Amo Sesshomaru, Rin está muy excitada – dijo, mientras dejaba caer su kimono.
Sesshomaru: - Lo sé.
Ella llevó sus manos a su vagina y comenzó a estimularse.
Rin: - Ya no puedo más. Esta parte está muy caliente.
Se sentía atraído por los sonidos que salían de ella, señal de que estaba muy húmeda. La intimidad de Rin, que siempre se abría solo para él, ahora estaba siendo estimulada por su dueña.
Él, impulsado por un deseo incesante, rozó su tibieza usando uno de sus dedos, como si estuviera seduciéndola, aunque en el fondo sabía que era justo lo contrario.
Sesshomaru: - ¿Quieres venirte por ti misma? ¿O prefieres que yo lo haga?
Pasó sus dedos por entre sus senos que temblaban por el deseo y comenzó a besar su espalda. Aquellos besos sonaban muy fuerte, en medio del silencio de la noche. Ella resoplaba, la pasión la sobrepasaba, pero no dejaba de complacerse.
Rin: - Aquí – estimulaba su clítoris – Esta parte me vuelve loca.
Sesshomaru: - Lo sé, siempre lo estimulas usando mi cuerpo.
Sesshomaru pellizcó sus pezones con suavidad y luego los humedeció con su propia saliva.
Rin: - ¡Aaah!
Comenzó a rozarlos muy rápidamente entre sus dedos.
Sesshomaru: - Son tan suaves...
Rin: - ¡No lo diga!
Ella curvó su cuerpo de forma instintiva.
Sesshomaru: - ¿Es ese movimiento una invitación?
Rin: - Por favor, no lo retenga más tiempo – estaba muy avergonzada, pero su interior le palpitaba muy fuerte.
Sesshomaru: - ¿Quieres que te tome?
Ella no respondía, pero movía su trasero en su miembro.
Sesshomaru: - ¿Lo quieres ya? Pero si acabamos de empezar.
Él había notado que hablarle así durante el sexo le propiciaba casi de inmediato el orgasmo.
Rin: - ¡Aaah! Acarícieme.
Comenzó a estimularla justo como a ella le gustaba.
Rin: - ¡Ah, Ah, Ah, Ah!
Sesshomaru: - Termina en mi mano.
Rin: - Ya, ya vieneeee ¡Aaaaaaaaaah!
Le llenaba el cuello y la espalda de besos, mientras ella seguía viniéndose.
Rin: - No se detiene… – sus piernas temblaban.
Los fluidos seguían saliendo, él los recibía con deseos de probar aquel anhelado néctar. Mientras Rin padecía las secuelas del orgasmo, apoyada en su cuerpo fornido, él saboreaba el líquido de sus dedos con desesperación. Esa noche sus fluidos sabían excepcionalmente bien.
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A lo lejos, en la espesura de la noche. Shishio y Kanade se miraban. Ella lo había citado y para su conversación se desplazaron hacia un llano que estaba cerca de la aldea. La luz de la luna les daba en la cara.
Kanade: - Seré breve. Sé que robaste mi halcón y viniste aquí con cualquier intención menos a darles el mensaje ¿Pará quién trabajas?
Shishio: - Me está confundiendo con otra persona, sacerdotisa.
Kanade: - Eres un hanyo, no, quien está frente mis ojos es una ilusión ¿Dónde está tu verdadero cuerpo?
Sabía que no eras real. Una mujer como yo puedo darse cuenta de ello fácilmente. Lo mejor será que no vuelva a mencionarte, Piyu. No quiero que descubran que puedo ver a través de tus ojos.
