CAPÍTULO VIII
¿DESTINO O CASUALIDAD?
La oscura noche había llegado, haciendo que las calles estuvieran en completa soledad, aunque de vez en cuando a través de los cristales podía verse la sombra de aquellos que sorprendidos por la fría lluvia que hubiese comenzado hacia el atardecer, buscaban la calidez de un refugio.
Más allá, sentada frente a la ventana, la hermosa joven Michiru sostenía sobre sus rodillas un boceto sobre el cual y con un carboncillo, hacía los más finos trazos que sus delicadas y pálidas manos pudieran realizar.
También dibujando una sonrisa en sus rosados labios, hizo una pausa y luego volvió a desviar la mirada hacía el ventanal para observar caer la lluvia sobre el estanque.
Concentrada en sus más íntimos pensamientos, dejo que de su pecho escapara un suspiro. No solo su mente y el blanco papel se habían ocupado con su galante figura, era obvio que también su joven y alegre corazón.
Regresando al dibujo, continúo con su exquisita labor hasta que se vio interrumpida por esa voz tan familiar.
De pie ante ella, la señora Matsuko sostenía una bandeja sobre la cual reposaba una tetera con chocolate caliente y un par de tacitas de porcelana.
"Niña, le traigo chocolate. Su madre vendrá en unos momentos para tomarlo con usted", expreso colocando la bandeja sobre el fino tocador.
"Gracias, nana… pero… Y mi padre ¿Dónde está?", pregunto la aguamarina sin dirigirle la mirada. Toda su atención estaba cernida en el boceto.
Matsuko se encogió de hombros. Michiru observo su gesto y entonces las palabras sobraron. Su silencio era algo que no necesitaba interpretación.
Y es que muy seguramente Isao se había ido a uno de sus tan acostumbrados viajes, los cuales dada su naturaleza en un principio a Katherine le habían arrancado las lágrimas. Pero eso había quedado en el pasado, ahora cada vez que se marchaba de casa, ambas agradecían que lo hiciera porque eso les traía paz.
Madre e hija se tenían la una a la otra, y eso bastaba para ambas. No necesitaban de nadie.
"¿Necesita algo más, niña?", la anciana cuestiono.
"Nada, nana. Sin embargo quiero darte las gracias por no decirle nada a mi madre de lo acontecido en el parque", Michiru contesto fijando su mirada en la de ella. "Qué ese sea nuestro secreto"
La nana negó con la cabeza; "No niña, no tiene que darme las gracias. No soy yo quien debe decírselo", contesto y haciendo una corta reverencia, se retiró.
Desde el otro pasillo Katherine sigilosamente se acercó a la habitación de su hija y quedándose en completo silencio, desde el umbral del fusan durante unos segundos la observo.
No se había dado cuenta, pero fue en ese preciso instante en que Michiru le recordó mucho a ella, aunque a veces fueran tan diferentes.
La aguamarina suspiro al mismo tiempo que sus mejillas se encendían con un rojizo candor. Ante esa bella imagen, Katherine también sonrío al imaginar que era aquello que no solo le ocupaba el pensamiento. Ella también había sido joven, sabía a qué se debían esas tiernas expresiones.
La mujer, aunque no quería interrumpir los íntimos pensamientos que embargaban a su pequeña hija, finalmente llamo.
"¿Se puede?", cuestiono ingresando en la habitación.
Agitada, la señorita volvió la mirada hacia ella; "Madre, sabes que no tienes por qué llamar. Mi habitación siempre está abierta para ti", replico dejando a un lado el boceto.
La rubia mujer sonrió y sentándose frente a ella, en silencio volvió a contemplarla un momento, luego expreso; "Ahora que te veo tan diferente, debo admitir que ya no es como antes. Aunque en apariencia has dejado de ser una niña, para mí lo sigues siendo, pero mereces tu privacidad", habiendo dicho sirvió el chocolate en las tacitas y luego se llevó una a los labios.
"Esta tarde algo así me dijo mi nana", la aguamarina replico con las mejillas ligeramente encendidas y antes de llevar un bocado de pan a su boca.
Su madre volvió a sonreír; "¿Habra visto en tus ojos lo mismo que yo?", cuestiono una vez que observo el cuadernillo en el que su hija había estado trabajando.
"Quien sabe… ¿Hay algo diferente en mí?", con gracia se echó el cabello hacia atrás.
"Yo también fui una mujer joven y hermosa... llena de mil ilusiones", replico sonriendo y llevando la caliente bebida a sus labios.
"Madre, aún eres una mujer muy joven y además hermosa. No hables como si los años hubieran acabado con tu belleza"
"Ahora que te he visto sonreír de esa forma me recuerda a cuando yo tenía tu misma edad. Es por eso que aunque tú no me lo digas, creo saber qué es lo que te pasa"
Entendiendo que era lo que trataba de decirle, el corazón de la aguamarina se aceleró con un desbocado golpeteo. ¿Acaso su madre sabía que era aquello que le pasaba y que ella no lograba descifrar?
"¿A qué te refieres, madre?"
"Lo sabes, hija mía. No puedes negar aquello que asoma a tu semblante", su mirada se clavó en la de la chiquilla.
Michiru se mordió los labios, a ella no podía mentirle; "Madre… yo..."
Katherine asintió; "Asoma a tus ojos y a tus mejillas. Dime quien es él"
La joven desvió la mirada; "No es lo que piensas"
La mujer tomo el cuaderno de bocetos y abriéndolo, descubrió lo que de a poco se iba convirtiendo en la silueta de un hermoso hombre; "Sabes que puedes confiar en mí, no solo soy tu madre, también soy tu amiga"
La aguamarina respiro profundo y viéndola a los ojos, hablo; "Lo sé madre, pero no es eso que imaginas. Él… es solo mi… amigo", el tono de su voz fue tembloroso. Temía a aquello que su madre llegara a pensar de su confesión. Quizás llegaría a decir que era demasiado arriesgado el que se tomara demasiadas confianzas con ese hombre.
Con cariño, la rubia tomo su mano entre las suyas; "¿Es ese joven de la otra mañana, verdad?"
"No puedo mentirte, pero sí. ¿Crees que es malo de parte de una mujer el que le pida a un hombre que sea su amigo?". Su cuerpo ligeramente temblaba.
"Si eso es lo que siente tu corazón, entonces no está mal", comprensivamente contesto. "Aunque… eso que ahora sientes, bien podría convertirse en algo más"
Michiru negó con la cabeza; "Sabes que eso es imposible, yo jamás podría sentir eso por un hombre como él. Es prohibido", se mordió los labios.
"¿Y por qué no puedes llegar a quererlo… o a amarlo?"
"Porque padre jamás lo permitiría, él no es… la sociedad dice que no está bien"
Katherine entendió sus palabras a la perfección; "Eso dicen en los salones, pero y a ti ¿Eso te importa?"
"No madre. Vale más un hombre bueno y trabajador, que un hombre rico y majadero", contesto volviendo a morderse los finos labios. "Pero es que si mi padre se entera, me castigara y a decir verdad no tengo miedo por mí, sino por él. Conoces a mi padre mejor que nadie"
"Él no tiene por qué enterarse, yo no se lo diré. Sin embargo he de pedirte que por favor y por mera precaución, te cuides de ese hombre. Poco los conoces"
"Gracias por ser tan comprensiva conmigo", sonriendo, la aguamarina concluyo.
(Lejos de ahí)
Recostada sobre el lecho, la hermosa rubia miraba hacia el techo mientras escuchaba el golpeteo de la fría lluvia. Amaba las noches así. El aroma a tierra mojada que se levantaba, le recordaba los campos que rodeaban su lejano hogar.
Pero fue el aroma a café el que la saco de sus pensamientos, haciéndola reincorporarse. Sirviéndose una taza y comenzando a comer uno de los panecillos que ella misma había cocinado, se sentó junto a la ventana.
Pensando en ella, entonces una pregunta acudió a su cabeza; "¿Habré hecho bien?... ella piensa que soy alguien que en realidad no soy. Bonita amistad que empieza con una mentira", murmuro sabiendo que nadie le escucharía.
(Casa Kaio)
En la soledad de aquella habitación, que había sido la misma que muchos atrás hubiera compartido con Isao, la hermosa joven Katherine ingreso en ella.
En sus ojos se podía contemplar un exquisito brillo mientras que sus aterciopeladas mejillas eran embargadas por un tenue rojizo.
Sentándose frente al tocador, libero sobre sus hombros sus rubios y largos cabellos para luego cepillarlos.
No había duda alguna, Isao era tonto o era ciego, porque su esposa lejos de ser lo que él consideraba "Una inútil", conservaba en ella un sinfín de juventud y belleza. Cosa que no pasaba desapercibida para otros hombres, pero para él, tan solo era un estorbo que forzosamente debía conservar para mantener su buen nombre y sobre todo, las apariencias. Aunque él no fuera del todo un hombre intachable y de vez en cuando por los salones se murmurara sobre su libertino comportamiento.
Para nada ella desconocía todo aquello que él hacia cuando durante días se ausentaba de casa. Y cuando lo hacía, la culpaba a ella por tener que hacerlo.
Sí, Isao la odiaba desde aquella noche. Odiaba todo lo de ella. Y al igual que él, Katherine dejo de quererlo y si lo soportaba, era por ese vínculo que de ambos había nacido y el cual los mantendría unidos para siempre.
Así pues, aún sin desdibujar la sonrisa de sus labios, contemplo su rostro en el espejo y entonces, recordó como en su hija se había visto diecisiete o dieciocho años atrás.
Ella sonreía tal y como ella lo había hecho, sus mejillas se encendían como las suyas y muy seguramente, su corazón ya latía por ese jovencito de rubios cabellos cuya figura le recordaban la de su amado Albert.
Y es que durante los últimos días y luego de la visita del joven a su hija, una idea había comenzado a rondar en su cabeza, y esa era; "¿Cómo hubiera sido mi vida a su lado, si no hubiera sido una cobarde?", y seguido a su cuestionamiento, negaba con la cabeza como si quisiera alejar esas ideas que habían acudido a llenarle la imaginación. Renegar de su matrimonio con Isao, era como renegar de su hija, lo más caro que poseía.
"Nana… nana", elevo la voz para que la señora Matsuko la escuchara y acudiera a su encuentro.
La anciana no tardó mucho en aparecer y entonces llamo.
"Diga"
Katherine se puso de pie y caminando hacia ella, hablo; "Lo sabes… ¿Verdad?"
La mujer asintió levemente; "Si, lamento mucho no habérselo dicho"
"Está bien nana, ella ha sido sincera conmigo. Era inevitable que algo así pasara, pero aunque ella lo niegue y diga que solo es su amigo, es más que obvio que su corazón poco a poco se convierte en el de una mujer"
"Así parece"
Katherine cerró los ojos un momento; "Es inevitable… dale un poco de espacio, sin que eso signifique que te alejes"
"Señora, pero ¿Y el señor Isao?", preocupada cuestiono.
"El señor no tiene que enterarse. Ni él ni yo podemos evitar eso que Michiru siente, pero si él lo sabe, será terrible. Por eso es que quiero que mi hija viva lo que yo no pude vivir. Que sienta eso y sea libre de decirlo, porque después de tantos años a mí aún me resulta muy doloroso", embargada por la tristeza concluyo.
(Varios días después. En la escuela)
Con el pasar de los días al parecer se había borrado la novedad que la presencia de Haruka se había significado. Y aunque de vez en cuando aún escuchaba uno que otro cotilleo en torno a él, no eran lo suficientemente atrevidos como para hacer que él se tomara la molestia de buscar problemas.
Así pues, la campana sonó, haciendo que los estudiantes abandonaran el recinto.
Avanzando con paso ligero y con las manos dentro de los bolsillos, se detuvo frente al templo.
Observando los jardines que le rodeaban he intrigado por esa hermosura que el invierno no había logrado marchitar con su gélida caricia, penetro en ellos para admirarlos más de cerca.
"Buenas tardes", escucho decir a una mujer a sus espaldas.
"Buenas tardes", replico volviéndose hacia ella, descubriendo que se trataba de la joven y hermosa doncella que aquella tarde hubiera detenido su pelea con Ryo.
La pelinegra sonrió al reconocerle; "Me alegra mucho volver a verle, pero más me alegra que esta vez no se encuentre en problemas"
Tenou se sonrojo; "Ahora las cosas parecen ir mejor"
"Es bueno escucharlo", contesto fijando la mirada en esos verdes ojos. "¿A menudo viene a rezar?"
"No, de hecho solo pasaba por aquí, pero debo reconocer que lo que me impulso a entrar, fueron los intactos jardines", la sinceridad asomo a sus palabras.
"No creo que solo se trate de una casualidad, si el destino le ha traído hasta aquí, se debe a algo más", la doncella contesto. "¿Por qué no se toma un momento para reflexionar?, le aseguro que no le hará ningún daño", la mujer extendió su mano, mostrándole el camino para que ingresara.
"Gracias, lo haré", no muy convencido de ello, Haruka contesto y luego dirigió sus pasos hacia el interior del templo.
Entonces aquello sucedió. Seria cosa del destino o una casualidad, pero lo que si sabía, era que más allá, estaba ella.
La señora Matsuko fue quien en la distancia le reconoció; "¿Niña?"
"¿Qué pasa?, nana", cuestiono mientras encendía una vara de incienso.
"Creo que ese chiquillo nos siguió hasta aquí", murmuro por la bajo para que no la escuchara, aunque por la distancia eso era algo casi imposible.
"¿Quién?", la extrañeza se reflejo en el rostro de la chiquilla.
"Mire", contesto.
Michiru volvió la mirada y entonces contemplo al hermoso rubio. "Es él, nana", la emoción fue tanta que abandono su corazón y asomo a su semblante.
"Lo es… ¿Ira a saludarlo?", pregunto.
"¿Crees que llegue a pensar que soy una empalagosa?"
"Usted es muy dulce, pero lejos de ser eso", replico la mujer.
Ambos, como si hubieran adivinando el pensamiento del otro, comenzaron a avanzar hasta que sus pasos se encontraron.
La señora Matsuko, habiendo recordado las palabras que su joven ama Katherine le hubiera dicho, sin que la señorita se lo pidiera, mantuvo la distancia.
"Buenas tardes, caballero", con una sonrisa en los labios Michiru se dirigió a él.
"Buenas tardes", contesto con galantería.
Y como había sucedido con anterioridad, el corazón de la aguamarina se aceleró. Algo que hasta el momento jamás y frente a nadie, le había pasado. "Travieso es el destino, que a cada momento busca reunirnos"
Tenou observo el movimiento que en sus labios se producía al hablar, haciendo que por un momento concentrara toda su atención en ellos; "Pareciera que lo es"
"¿Cree en él?", Michiru cuestiono.
Haruka sonrió; "No creo en nada, aunque comienzo a hacerlo. Yo solo pasaba por aquí y henos aquí. No parece ser una casualidad"
"Lo entiendo, comienzo a pensar que cada paso me conduce a usted", con las mejillas ruborizadas replico.
"Espero no convertirme en una piedra en su camino", el rubio contesto inclinando un poco la cabeza.
"¿Cómo podría serlo, si es el destino quien se empeña en hacer que nuestros pasos tropiecen?... por algo ha de ser", juguetonamente sonrió.
"Algo así hace un momento me decía la doncella… ¿Cree que busca algo de nosotros?"
"Comienzo a pensarlo, ¿Qué es?, eso es algo que no logro adivinar", la aguamarina replico.
La señora Matsuko observaba a ambos, aunque sin ninguna intención de interrumpir la animosa conversación.
Haruka observo a la anciana; "Seguramente su nana estará pensando que soy un depravado que ha comenzado a seguirla y que en cualquier momento, se aprovechara de su ausencia", rió una vez que dijo.
"Si eso estuviera pensando, hace ya mucho tiempo hubiera venido a separarnos. Después de todo ha comprendido que usted es un caballero"
Dibujando una sonrisa coqueta, Tenou se atrevió a preguntar; "Y usted… ¿Está segura de que soy un caballero?... ¿Cree conocerme lo suficiente como para asegurarlo?"
Kaio también sonrió; "Confió en usted porque esa noche me demostró ser un verdadero hombre, además estamos en un templo… ¿Sería usted tan atrevido como para hacer algo así?"
Haruka volvió a sonreír, sin embargo no respondió.
"¿Lo ve?... es usted lo que yo pienso. Incluso mi madre ha visto en usted lo que yo, y vaya que ella es una mujer desconfiada", la señorita replico.
"Lo entiendo"
Las mejillas de la aguamarina volvieron a sonrojarse, haciendo que un pesado sopor se apoderara de su rostro, así que desviando un poco la mirada para que él no lo notara, quiso decir algo, pero no pudo hacerlo. Sus labios habían enmudecido porque finalmente y ante su presencia había comprendido que era aquello que su corazón trataba de decirle.
Su inesperado silencio perturbo al rubio; "¿He sido demasiado procaz?... ya entiendo, mis palabras le han asustado, pero sepa que no fue mi intención fastidiarla… con su permiso", expreso y dándose la vuelta, dio dos pasos.
"Espera, no te vayas", Michiru suplico al mismo tiempo que cambiaba los formalismos y le hablaba de una forma más personal, más íntima. "No Haruka, no me han molestado tus palabras, me gusta la sinceridad con la que hablas. Siento que eres de esas pocas personas que no llevan mascaras. Eres demasiado genuino, aunque en tus ojos encuentre que ocultas algo"
"¿A qué te refieres con que oculto algo?", de forma más íntima se dirigió a ella. Temía que ella hubiera adivinado su secreto.
"Eso es algo que no sé y me gustaría descubrirlo, ahora debo irme… Adiós", Michiru dijo y dándose la vuelta, rápidamente comenzó a alejarse en dirección a su nana. Deseaba escapar a esa mirada que tan nerviosa la ponía.
"Espera… ¿Volveré a verte?", Haruka elevo la voz, haciendo que todos los fieles se volvieran para verle.
Kaio se volvió y sonriéndole, contesto; "Pensé que jamás lo preguntarías… el mismo día, en el mismo lugar y a la misma hora"
El rubio se llevó la mano al negro gorro al mismo tiempo que noblemente asentía; "Ahí estaré"
La señora Matsuko observo esa extraña alegría que en su niña asomaba, una alegría que jamás había visto en ella; "¿Qué le ocurre?... ¿Qué le dijo ese chiquillo?", preocupada cuestiono.
Michiru sonrió, llevándose la mano al pecho; "Él no me ha dicho nada, pero es mi corazón quien finalmente me ha hablado. Me gusta nana, ese hombre me gusta", contenta finalmente confeso.
Notas de autor;
Isavellcota; Katherine sabe lo que es sufrir por un amor, así que le da la oportunidad a su hija de que disfrute de aquello que siente. Aunque Haruka parece no tener interés en ella.
Kaiohmar; La nana es como una segunda madre para ella.
Michelle; Isao esta resentido con Katherine por otra razón, ya les diré cuál es esa razón. Él ni nadie saben sobre ese amor que ella sentía por Albert. Y si, tiene una hija demasiado hermosa.
Unbrekeablewarrior; Al menos la nana ya entendió que debe darles su pequeño espacio. Tienes razón, Haruka no es ese coqueto al que estamos tan acostumbrados, esta vez es Michiru quien lleva más iniciativa. Es de comprenderse, Haruka tiene que mantener oculta su identidad.
Osaka; Ese hombre quiere que su familia sea intachable, pero él jamás lo ha sido.
HaruTenoh11; Michiru esta fascinada con él, aunque no quiera aceptarlo aún. Haruka va más lento. Queda ver que pasara cuando descubran sus verdaderos sentimientos.
Hotaru tomoe; Hola, hace mucho que no sabía de ti. Así es, casi siempre actualizo cada siete días (los viernes), aunque a veces tarde, jamás dejo una historia abandonada.
