Nota: Este capítulo posee alto contenido +18 🔥😳
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Cuando salieron los primeros rayos del sol se movilizaron en dirección a las montañas nevadas. Lo hicieron hasta que el sol del medio día se alzó sobre sus cabezas. Conforme se iban adentrando, cielo se volvía gris. Ya habían caminado un par de kilómetros directamente en la nieve, pero era muy difícil caminar.
Rin estaba agitaba y se había negado a montar en Ah-Un, dado que le dolía el cuerpo de ir en su lomo.
Sesshomaru: - Bajaremos el ritmo y después te llevaré en mi espalda.
Ella se limitó a recuperar el aliento. Era imposible negarse con el entumecimiento que sentía y el dolor en sus pies.
El demonio la cargó en su espalda unos minutos después, así podían avanzar mucho más rápido. Él levantaba los pies para dar el paso en la nieve que estaba muy alta. Jaken se había montado en Ah-Un.
Rin: - Perdóneme, señor Sesshomaru. No pude seguir por mí misma.
Sesshomaru: - Para ser una humana tienes mucha fortaleza.
Movía sus pies a cada lado del cuerpo de su señor. Él iba a un ritmo rápido, pero no tanto para no mover en exceso el cuerpo de Rin.
Jaken miraba el delicado cuerpo de la humana y pensaba en todo lo que habían tenido que pasar por ella, pero ciertamente, había valido la pena.
Rin, aquella vez dijiste que nos consideras tu familia. Siendo así, a veces debes aceptar la ayuda de los tuyos sin sentir la responsabilidad, sobre todo si la recibes de un demonio de alto rango, como el señor Sesshomaru.
Ella sentía el balanceo de su cuerpo y en su piel el calor que le profesaba. Los cabellos plateados se confundían entre la nieve; ella veía unos cuántos de esos finos cabellos a cada extremo, ondulándose por el fuerte viento que los sacudía.
El señor Sesshomaru no ha jadeado ni una vez, pero cuando lo hacemos resopla en mi oído. Ahora sé que es una forma de expresarse cuando estamos solos.
Por otro lado, aunque su fuerza sea extraordinaria y no sienta esfuerzo alguno al moverse por la nieve, al llevarme sobre su espalda, siento como si fuéramos una pareja común.
Apoyó su mejilla derecha en la espalda del demonio y se dedicó a mirar sus cabellos ondearse. Sesshomaru la miró de reojo.
¿En qué piensas? Pareces cómoda…
Su semblante había cambiado drásticamente desde que Kanade les había dado la mala noticia. Tenía entre ceja y ceja llegar cuanto antes y así evitarle cualquier dolencia o enfermedad a su esposa.
Rin se durmió. Al ritmo que llevaban lograron llegar cerca de la cima de la montaña antes del anochecer. La ventisca era impresionante. El demonio la cubrió con la frazada como un bebé y la cargó en dirección hacia una cueva que se encontraba erguida frente a ellos.
Al entrar, ella notó los bordes de la entrada congelados y una fila de picos de hielo adheridos en la parte superior de esta. Eran carámbanos.
La cueva era oscura y fría. Sesshomaru la subió en Ah-Un y revisó el lugar junto a Jaken. Este último encontró madera y con ella hicieron una fogata a varios metros en el interior de la cueva. Alrededor de ella, levantaron una especie de campamento.
Jaken preparaba un caldo de verduras de mala gana, pues al verla con tanto frío le dio pesar. En la maleta había una pequeña olla y los ingredientes necesarios.
Jaken: - Ya no queda tanta comida ¡Te la has tragado toda!
Rin: - Lo siento, señor Jaken – la humana intentaba darse calor.
Luego de alimentarse. Rompió el silencio y le preguntó al daiyokai:
Rin: - Señor Sesshomaru ¿Quién era Tokyoji realmente?
El demonio, quien estaba sentado frente al otro extremo de la cueva, le respondió:
Sesshomaru: - Un demonio que conocí hace tiempo.
Jaken: - ¿Cómo se atrevió ese maldito a atacarlo a usted y Rin de esa forma? Tuvo el destino que merecía.
Rin: - Él me dijo que no le gustaban las mujeres ¿Acaso él estaba enamorado del Amo Sesshomaru?
Jaken: - ¿Qué cosas se te ocurren?
Sesshomaru no respondió, pero la miró a los ojos con gran intensidad.
Al poco tiempo, Rin comenzó a castañear ligeramente sus dientes. A pesar de la hoguera que habían prendido dentro de la cueva, el haori, la frazada y la sopa caliente que había ingerido, sentía que el frío le había calado en los huesos.
Sesshomaru: - Si sigues así te enfermarás.
Se sentó a su lado y miró a Jaken como diciéndole que les diera espacio. Él entendió e inmediatamente se alejó unos pasos dentro de la cueva, llevándose a Ah-Un.
Sesshomaru se quitó su armadura y abrió su kimono, quedando su torso al descubierto. Tomó ambos extremos de su ropa y le dijo:
Sesshomaru: - Ven aquí, te calentaré igual que ayer.
En otro momento, se habría sonrojado por la invitación, pero sentía tanto frío que no lo malinterpretó y se abalanzó a sus brazos.
Rin: - Tengo mucho frío…
Sesshomaru: - Si te quitas la ropa entrarás en calor más rápido.
Rin: - ¿Eh? Pero el señor Jaken está cerca.
Sesshomaru: - ¿Cuándo te ha importado eso?
Se deshizo del abrigo y se abrió el kimono, dejando su pecho y su entrepierna al descubierto. El demonio se acostó de medio lado y ella a su lado. Él la cobijó con la frazada y puso su estola cerca de ella.
Rin sentía su frío cuerpo en contacto con el pecho de su señor, que estaba muy cálido.
Rin: - ¿Nunca ha tenido frío?
Sesshomaru: - Nunca.
Rin: - Es una terrible sensación – lo abrazó más fuerte.
Sesshomaru: - ¿Te sientes mejor?
Rin: - Sí.
Después de unos minutos, se repuso. Durmió alrededor de una hora en sus brazos.
Sesshomaru: - ¿Sigues cansada por el viaje?
Rin: - No, y ya no siento frío. Gracias, señor Sesshomaru. Su estola es muy afelpada, me encantaría tener algo así que fuera parte de mi cuerpo – dijo, mientras la acariciaba.
Él no le respondió.
Rin se sentó sin razón en específico, cuando sintió una fuerza que la tomaba con rapidez de los hombros y la recostada nuevamente sobre la frazada.
Él le habló al oído, estando sobre ella:
Sesshomaru: - Hagámoslo.
Rin: - ¿Eh?
La acarició con impaciencia, haciéndola lubricar.
Sesshomaru: - Voy a entrar.
Rin: - ¡Ah!
El contacto de sus pieles chocando generaba un sonido que se escuchó en eco por toda la cueva. Ella se tapaba la boca ingenuamente, intentando que ese mismo eco no la delatara.
El señor Sesshomaru está muy motivado… ya se ha puesto tan grande.
La apretaba fuerte de sus caderas y la embestía muy rápido. Ella luchaba por no gemir.
El demonio le cubrió la visión usando su mano derecha. De todas formas había muy poca luz en el lugar. Solo estaba la hoguera crepitando tras ellos.
Sesshomaru: - Quería hacértelo cuando te di calor, pero te dormiste – le susurró.
Rin: - ¡Aaah! No, deténgase, voy a gemir.
Sesshomaru: - Entonces gime.
Seguía cubriendo sus ojos.
Sesshomaru: - Quiero ponerla en mi boca.
Rin: - ¡No! Estoy sucia.
Sesshomaru: - No lo estás.
Rin se movía al ritmo de sus caricias y embestidas. Su encuentro era desaforado, como fieras embravecidas.
Rin: - ¡Aaah!
Sesshomaru se detuvo y apreció su rostro jadeante. Tenía un hilo de saliva saliendo de su boca y sus ojos llorosos.
Rin: - Me vine…
Él detalló sus formas. Su cuerpo se había vuelto un poco más grande, sobre todo sus senos, que se mostraban altivos ante él.
Besó sus pezones con delicadeza y mucha saliva. Luego apoyó su rostro en el abdomen de Rin, que se movía con rapidez por la agitación.
Rin: - Ya, estoy bien.
Sesshomaru: - Prepárate.
La penetró con sus dedos.
Rin: - ¡Aaaah! – gritó muy alto.
Los movía en círculos, luego los agitaba con experticia para acariciar su punto. Al mismo tiempo, saboreaba su zona erógena.
Rin: - ¡AAAAH! – mordía el kimono que le cubría solo los brazos.
Sesshomaru: - No te cubras, quiero oírte.
Ella sentía que su interior estaba demasiado caliente. Se encontraba jadeante, excesivamente húmeda, sudada, llena de deseos de terminar, y al mismo tiempo, quería ser penetrada de nuevo. Allí en esa sucia y oscura cueva.
Rin: - Yo también quiero acariciarlo.
Se abalanzó hacia él. Sesshomaru quedó de espaldas y ella acostada en su pecho. Acto seguido llevó su mano a su hombría y procedió acariciarla.
Sesshomaru: - Rin…
Sujetó la mano que lo acariciaba. La apretó con fuerza.
Sesshomaru: - Con cada encuentro esta parte se vuelve más sensible – comenzó a masturbarse con la mano de ella.
Sesshomaru: - Aaah… - curvó su cuerpo.
Su manzana de Adán se mostraba sugerente y la forma de su quijada muy masculina. Sus manos entrelazadas lo agitaban muy rápidamente, haciendo que esta se tensara demasiado y lubricara. El movimiento generaba un sonido particular, que la excitó demasiado.
Mantenían contacto visual, en sus pupilas se reflejaba la llama de la hoguera y en sus corazones emergía un deseo incesante de amarse una y otra vez.
La mirada de Rin en conjunto con sus caricias lo llevó al orgasmo.
Sesshomaru: - ¡Aah! - jadeó excitado.
Rin: - Amo Sesshomaru...
La humana le llenó la cara de besos. Sesshomaru se mordió el labio, dejando que un hilo de sangre se derramara por su boca y a un lado de su mentón.
Sesshomaru: - Lámela.
Ella, sin pensarlo dos veces, la saboreó, recorriendo el camino de sangre con la punta de su lengua.
Al momento, sintió una tremenda excitación que le subió desde las piernas y le explotaba en su vagina.
Rin: - ¡Ah! Su sangre sabe deliciosa ¡Quiero más!
Se sentó en su pelvis, queriendo succionar su labio con fuerza. Quería extraer más de aquel néctar exquisito.
Él la penetró así.
Rin: - ¡AAAAAAH! – Movía su cadera con rapidez.
Sesshomaru: - Estás gritando mucho.
Rin: - No me importa… ¡AAAH!
Rin se movía desenfrenadamente, sentía a su señor muy adentro, llenando cada espacio de ella y palpitando en su paredes.
Quiero venirme de nuevo…
También percibía el sabor metálico y ligeramente dulce de su sangre en su garganta.
Rin: - ¡Kyaaa!
Había culminado y lo había sentido muy intenso, pero los espasmos seguían acorralándola, le pedían un orgasmo más luego del que acababa de experimentar.
Rin: - Me siento extraña…
Él la tenía agarrada de sus caderas. Ella estaba apoyada con ambas manos en su pecho.
Sesshomaru: - ¿Qué sientes? – la miró fijamente.
Rin: - Estoy teniendo ideas muy lascivas – confesó avergonzada.
La luz del fuego le daba en el rostro que estaba muy cerca del demonio.
Sesshomaru quería endulzar su oído al escuchar cómo aquella voz suavecita le confesaba sus fantasías, pero estaba demasiado excitada para elevar aún más la temperatura.
Sesshomaru: - Tal vez fue demasiada sangre.
Me siento extraña. Siento su sangre en mis venas. Es como una droga…
Sesshomaru: - Necesitas venirte una vez más. Te sentirás mejor.
Ella hizo nuevamente el movimiento en su sexo erguido.
Rin: -¡Aah! … Siento demasiado.
Sesshomaru: - No te presiones.
Se movió un par de veces y volvió a culminar. Sus piernas y caderas temblaban. Estaba empezando a sentir un ligero dolor.
Rin: - ¡Aaah! - Respiraba entrecortado - Necesito más…
Agitó su cadera unas veces más, apretando muy fuerte al daiyokai con su interior.
Rin: - Ah… Ah… Ah… Otra vez… - su voz sonaba muy quedo.
Sesshomaru: - Tal vez yo pueda calmarte.
Se puso de rodillas y alzó a Rin, sosteniéndola de su trasero. Ella se sostuvo de su cuello y con sus piernas a su cintura.
Sesshomaru: - Me moveré.
La humana apoyó una de sus mejillas en su hombro, mientras lagrimeaba. Sentía los espasmos por todo su cuerpo.
La embistió muy lentamente, llegando muy profundo y dejando que ella sintiera la texturas de su sexo.
Sesshomaru: - Respira y siente.
Volvió a embestirla, pero más bien parecía que estuviera haciéndole masajes en su interior.
Rin: - ¡Aaah!
Siguió haciendo el movimiento lento y profundamente, y luego casi saliendo por completo. Era como estuviera apagando muy lentamente las llamas de su deseo.
Rin: - Me encanta...
Sesshomaru: - ¿Te sientes mejor?
Pero ella no podía responderle, se había perdido en el frenesí del encuentro. Mantenía los ojos cerrados, estaba muy relajada.
Siento su roce por todo mi cuerpo… esto es el cielo.
Rin: - No se detenga… - musitó.
Sesshomaru: - No lo haré.
Su caricia tan sensitiva la envolvía completamente, con la misma profundidad y delicadeza. Rin se derretía en fluidos que brotaban sin control. Sesshomaru detectó en su aroma la pronta llegada del orgasmo.
En una última embestida, los dos culminaron.
Rin: -¡Aaaaahh! - Su gemido había sonado muy irregular.
Las delicadas embestidas de Sesshomaru, junto con su esencia fueron lo único capaz de calmar la pasión que sentía en sus adentros.
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Mientras los amantes se mantenían abrazados en la cueva. En otra muy parecida, pero aún más oscura, Saya dormía. Shishio seguía velando su sueño, cuando la encapuchada súbitamente hizo aparición.
Encapuchada: - ¿No ha despertado?
Shishio: - Sigue dormida desde entonces.
Encapuchada: - La sobreestimé.
Shishio: - Sesshomaru y su mujer se han marchado de la aldea. Planean encontrarse con alguien capaz de romper un sello que se encuentra en su útero.
Encapuchada: - ¿Un sello?
Shishio: - No logré entender muy bien, pero creo que es un sello para prevenir el nacimiento de los hanyo.
Encapuchada: - ¿Por qué abres la boca hasta ahora?
El joven permanecía sentado, dándole la espada a la misteriosa demonio que le hablaba desde la entrada de la cueva.
Repentinamente, Shishio se le acercó a toda velocidad y se detuvo frente a ella.
Shishio: - Lo diré solo una vez: Yo no trabajo para ti, no ingiero tu asquerosa sangre, ni he tenido algún trato contigo. Colaboro con Saya, eso es todo.
Encapuchada: - ¿Por qué lo haces? – el joven dudó la respuesta.
Shishio: - Para seguir divirtiéndome con ella.
Hubo un silencio.
Shishio: - ¿Qué no lo ves? Es muy conveniente que los hermanos permanezcan separados. Además de que uno de ellos está herido.
Encapuchada: - Ese hanyo es más fuerte de lo que crees. Además, Saya no pudo infectarlo con sus arañas.
Shishio: - Le he dado uno de mis polvos. No lo matará, pero cada vez que haga un esfuerzo liberará una toxina que lo hará debilitarse. Está acorralado.
La encapuchada no respondió.
Shishio: - Si quieres mi ayuda, vamos ahora mismo a atacarlo. Cuando comience la batalla, será su fin.
Encapuchada: - Sería un golpe bajo para Sesshomaru, pero no podría verlo morir.
Shishio: - ¿Qué importancia tiene? – la tomó del brazo, intentando hacerla entrar en razón a la fuerza.
Encapuchada: - Si quieres ir tú solo, hazlo. Yo no pelearé ¡Ah! Y toma en cuenta que si te lastiman vendrán por Saya y ella no podrá defenderse.
El muchacho la hizo callar de un golpe en la sien. La mujer cayó al suelo, desorientada. Shishio se acercó a ella, poniendo ambas rodillas en el suelo, a los lados de su cuerpo.
Shishio: - Muéstrame tu rostro.
Ella permitió que el misterioso joven le quitara la máscara. Él sonrió al ver su enigmática belleza. Acto seguido la besó con violencia.
Saya, que ya había despertado y permanecía acostada dándoles la espada, los escuchó amarse en el silencio de la cueva.
¡LO SABÍA! NO TE INTERESO REALMENTE ¡MALDITO! POR UN MOMENTO PENSÉ…
Aún así, mantuvo la compostura y fingió estar dormida.
Entretanto, Kanade veía la escena por medio de la visión del halcón, el cual se encontraba dentro de la cueva, cerca de Saya.
Al ver lo que hacían, decidió dejar de espiarlos. Permaneció sentada en un tronco de árbol que había cerca de la choza de Kaede.
¡Debo avisar a Inuyasha!
La mujer se levantó. En eso, sintió un golpe secó en su nuca. La sacerdotisa cayó malherida.
Shishio: - Sabía que nos espiabas.
Kanade: - Tú… ¡Maldito! – gimió.
La sacerdotisa notó vida en sus ojos.
Kanade: - Eres el verdadero ¿No es así? – él le sonrió.
Shishio: - Qué perspicaz.
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Aclaración de concepto:
La sangre de Sesshomaru: Al ser una sangre de daiyokai puede embriagar y excitar a humanos y demonios. No obstante, no es igual su efecto para todos, ya que para la persona amada por el demonio la sangre adquiere un sabor dulce y metálico; en los demás puede provocar alucinaciones o envenenamiento.
Descripción del personajes:
Kanade: Es una sacerdotisa que aprendió algunas artes prohibidas. Fue quien diagnosticó a Rin acerca de su sello en el útero. También es capaz de ver a través de los ojos de su halcón llamado Piyu.
Encapuchada: Una demonio enmascarada que "contrata" los servicios de Saya a cambio de su sangre. Además, le ofrece una carta "comodín" que incrementa sus poderes. Parece que tiene una misión entre manos que no quiere revelar. Detrás de su máscara parece haber un rostro de gran belleza.
Shishio: Además de su ataque de las ilusiones, en el cual emplea el humo para crear serpientes de energía, también puede hace usar la ilusión para crear un clon de sí mismo. Este le permite escuchar, ver y sentir todo lo que pasa al alrededor de dicha ilusión. Es muy útil en el campo del espionaje.
