Glosario:
Oiran: prostituta de lujo que residía en los barrios rojos de Japón.
Geisha: artista japonesa que se dedica a entretener en fiestas, reuniones y banquetes.
Yukata: vestimenta tradicional japonesa hecha de algodón, no de seda como el kimono. Se usa en verano y estaciones cálidas.
Shamisen: instrumento japonés de tres cuerdas.
Engawa o pasarela: pasarela de madera que se conecta con las ventanas y puertas corredizas en los cuartos de las casas tradicionales japonesas.
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Rin tuvo dificultades para dormir al inicio debido a los nervios, pero luego durmió plácidamente. En la posada había pocos visitantes, pero muchos trabajadores: había cocineros, encargados de las termales, mujeres de entretenimiento, entiéndase geishas y oiran y multitud de empleados, los cuales daban mantenimiento en general a aquella posada.
A la mañana siguiente, las mujeres del lugar no dejaban de perseguir a Sesshomaru con la mirada. Pese a su rostro serio y altanero provocaba suspiros por donde pasara. Se había armado un griterío en la mañana, cuando paseaba en yukata por los jardines y pasillos cercanos a su alcoba. Rin lo había notado, así que optó por pegársele del brazo.
Jaken les recriminaba con la mirada cuando las notaba suspirar por su amo. Por su parte, el daiyokai ni siquiera se dignaba a tener un solo pensamiento sobre ello.
Mujer cuervo: - Buenos días, espero que estén disfrutando de su estadía.
Jaken: - Difícilmente. Hemos sido perseguidos por esas mujerzuelas – señaló a un grupo de empleadas que los observaban a lo lejos.
Mujer cuervo: - Bueno… - dijo, tratando de evadir la situación – Hoy en la noche les daremos un festín de bienvenida, ya que estarán aquí varios días. Habrá una presentación a cargo de las geishas, así que no falten.
La mujer se marchó sin dejarlos responder. Estaban situados en el césped que estaba justo fuera de su alcoba.
Sesshomaru: - Sandeces…
Rin: - ¡Qué divertido!
Ambos demonios le lanzaron una mirada de reprobación.
Rin: - ¡No sean así! Rin nunca ha visto nada parecido.
Mayordomo Hak: - ¿En serio? – dijo acercándose - Perdonen la intromisión, pero no pude evitar escucharlos. Así que nunca has visto una presentación de geishas.
Rin: - Nunca… - le respondió con pesar.
Mayordomo Hak: - Ellas bailan, mientras la música las acompaña. Entre los instrumentos utilizados está el shamisen ¿Te gustaría cantar algo ahora? Llevo uno de esos conmigo.
Rin: - ¡Claro que sí! ¿Se animaría también, señor Jaken?
Nuevamente su respuesta fue un gesto serio.
Rin: - Bueno, Rin sí quiere disfrutar. Lo hará ahora y por la noche aunque ustedes no lo quieran.
Sesshomaru: - Iré contigo en la noche a esa presentación– dijo, mientras se sentaba en la pasarela que estaba fuera de su alcoba.
Jaken lo imitó.
Rin: - ¡Muchas gracias, señor Sesshomaru!
El joven Hak empezó a tocar el instrumento, siguiendo la melodía y la letra que Rin había inventado. Su canción estaba llena de críticas hacia el señor Jaken: desde su físico, hasta su amargada personalidad.
Jaken: - Parece que Rin solo ha crecido de estatura, pues sigue siendo la misma niña criticona de siempre – expresó enojado.
Ella se rió.
Rin: - Lo siento, señor Jaken, aunque usted es peor que yo.
Mayordomo Hak: - Tienes una voz muy afinada y eres muy ocurrente.
Juntos rieron espontáneamente. Luego siguieron cantando, mientras sonreían. Rin había empezado a bailar alrededor del muchacho que tocaba con gran habilidad el shamisen.
Su voz era verdaderamente muy suave y afinada. Hak la miraba sonriente y Sesshomaru, quien siempre apreciaba el canto de su esposa, se sentía incómodo, pero no iba a hacer nada al respecto.
Jaken: - ¡Qué fastidiosos! – Volteó a ver a su señor – Amo Sesshomaru, ha estado muy callado.
Él lo ignoró totalmente. Estaba ceñido en la interacción de ella con el joven humano. En sus ojos ambarinos se reflejaban ambas figuras sonriendo e interactuando.
Es lo mismo que con Kohaku. Siento una profunda molestia cuando Rin interactúa con otro hombre.
Viéndolo bien, son solo dos humanos comunicándose, pero yo…
Rin ¿Por qué le sonríes? ¿Por qué dejas que escuche tu voz y te vea mover tu cuerpo de esa forma?
Rin: - Señor Sesshomaru…
El demonio volvió en sí. Rin se había acercado a él y movía su palma abierta cerca de su rostro.
Rin: - ¿Estaba distraído? Dice el joven Hak que hay árboles frutales en esa dirección ¿Vamos? – señaló el camino con el dedo.
Sesshomaru: - Estoy bien aquí, si quieres puedes ir. Jaken irá con ustedes.
Los tres se fueron. Jaken iba refunfuñando en el camino. Al rato, empezó a llover.
¿Por qué me siento tan intranquilo? Jaken está con ellos.
Aunque, ya se han tardado ¿Qué estarán haciendo? Rin debe haberse empapado.
De inmediato pensó en la yukata que ella llevaba, era amarilla y ajustada ¿Acaso aquel trozo de tela se había ceñido aún más a su cuerpo con la lluvia?
Se levantó y dio unos pasos por el pasto que daba al camino por donde los tres se habían ido. Al momento, vio al muchacho muy cerca de Rin; llevaba un paraguas rojo que los protegía de la lluvia. Ella llevaba unas mandarinas apoyadas en su pecho. Eran demasiadas.
Jaken iba detrás empapado y amargado.
El demonio observó que venían sonriendo. Algunas mandarinas cayeron al suelo, lo que provocó que ella riera más fuerte. Sesshomaru se apresuró más de la cuenta a ayudarle con las frutas y a cubrirla él mismo con su brazo.
Rin: - ¡Gracias por las frutas, joven Hak! – le dijo antes de dirigirse a su alcoba junto con Sesshomaru.
Jaken: - Achú…¡Arg! Creo que iré a mi habitación.
Se fue apesadumbrado. Sentía que aquel lugar le drenaba las energías.
Sesshomaru y Rin también se dirigieron a su cuarto. Al entrar ella estornudó.
Sesshomaru: - Deberías entrar en el agua termal.
Rin: - ¡Acompáñeme!
Él no le respondió, pero la siguió y se adentró junto a ella al agua. Contiguo a su habitación había un pasillo largo que conducía a un onsen.
Ella intentaba mostrarse coqueta y estar muy cerca de él, aunque sabía que no podían hacerlo, pero él la ignoraba.
Rin: - Amo Sesshomaru… ¿Es mi imaginación o se ha molestado? ¿Fue algo que hice? – tocaba su pecho desnudo con ambas manos, mientras lo miraba fijamente. Él seguía ido, observando por encima de ella hacia algún punto fijo.
Rin: - Amo… - se entristeció.
Él la abrazó repentinamente.
Sesshomaru: - ¿De qué hablaron cuando se fueron por ese camino?
Rin: - ¿Huh? Sobre… nada en especial.
Estaba muy nerviosa. Sentía el corazón agitado.
Sesshomaru: - Estuviste sonriéndole todo el tiempo – le habló al oído.
Ella sintió el aire tibio en su oreja.
Rin: - S-sí.
Sesshomaru: - ¿Y te atreves a aceptarlo?
En la voz del demonio había un dejo de molestia, pero Rin se había estremecido por su abrazo y su aliento tan cerca de ella.
Rin: - ¿Eh?
Lo empujó levemente con ambas manos, estaba muy ruborizada. Hacían contacto visual.
Sesshomaru: - ¿Por qué te sonrojas?
Rin: - Es que usted me abrazó de repente…
Comprendió a lo que ella se refería. Tomó su mentón con suavidad y la besó tiernamente.
Sesshomaru: - Una sonrisa como esa solo puedes mostrársela a este Sesshomaru.
Rin: - Sí, estoy de acuerdo.
No le había puesto nada atención, estaba hipnotizada en su cabello plateado lleno de gotas de agua que le resbalaban por su cuello y su clavícula. Perdida en sus labios sensuales, en su mirada misteriosa y en su aroma tan masculino.
Rin: - Señor Sesshomaru…
Cerró lentamente sus ojos, mientras se iba acercando a su boca. Rin lo besó de un modo muy pasional. Nunca lo había besado así.
Sesshomaru: - Rin… - él deshizo el beso – no podemos hacerlo. Recuérdalo.
Rin: - Aunque no podamos, mi corazón late muy fuerte. No lo puedo evitar.
Llevó la mano del demonio a su seno izquierdo, él lo apretó ligeramente por instinto.
Rin: - Seguramente, se debe a mi naturaleza humana, pero en estos momentos siento tantos deseo de unirnos.
Su sangre de demonio hirvió al escuchar que su amada estaba deseosa; definitivamente quería complacerla. Sesshomaru sintió además cierta molestia: era aquel un sentimiento demasiado primitivo.
La apartó bruscamente, aunque no fuera humano le había costado trabajo dormir con ella y no hacerle el amor, como las otras noches. Al contrario de ella, él no dormía, por lo que sintió deseos todas esas interminables horas.
De repente, el estómago de Rin gruñó.
Sesshomaru: - Es momento de salir.
Salió desnudo, dejándola en el agua termal. Ella lo siguió con la mirada.
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Por la noche, era momento del banquete, para luego asistir al baile de las geishas. Rin se vistió con una yukata naranja. El demonio llevaba la misma: una azul oscuro. Jaken se reunió con ellos en el pasillo y se dirigieron hacia la estancia donde cenarían con los demás.
Era un salón iluminado, en él había una mesa muy larga y baja. Allí se sentaron en unos cojines, primero Sesshomaru, a su lado Rin y luego Jaken.
Mujer cuervo: - Llegan puntuales.
La mujer aplaudió dos veces y al momento una docena de doncellas les sirvieron deliciosos y variados platillos en una fina vajilla de cerámica.
Rin: - ¡Wow! Se ve delicioso.
El joven Hak y una fila de seis mujeres hermosas llegaron al salón y los saludaron.
Mayordomo Hak: - Es un honor compartir la mesa con ustedes.
El joven y las mujeres les hicieron una reverencia y luego se sentaron frente a ellos; todos empezaron a degustar la comida. Las mujeres no dejaban de ver al daiyokai con deseo y curiosidad.
Muy cerca de ellos, unas jovencitas bailaban, ondeando unas telas de seda de forma elegante. Había música también.
Luego del banquete, una de las sirvientas, que tenía una delantera inmensa y prácticamente al aire, le ofreció servirle un poco de sake.
Era una joven de diecinueve años, muy voluptuosa. Tenía el cabello largo y lacio, la piel blanca y estaba maquillada. Su yukata le quedaba muy justa, de ahí que sus senos se salieran. Se llamaba Ayame y era hermosa.
Sesshomaru no respondió. Ella le sirvió en un diminuto vaso. Rin se asomaba sin disimulo para verla mejor, al notar su atrayente escote volteó a ver a su esposo, pero este no miraba a ningún lugar.
Sin pensarlo dos veces, abrió ligeramente su yukata con ambas manos y se quedó mirando sus senos.
No hay comparación…
Suspiró.
Jaken la reprendió por sus modales.
Ayame: - Por favor, beba de nuestro mejor sake.
Ayame hizo contacto visual con él. Cuando Sesshomaru posó sus ojos en ella de inmediato se estremeció. Rin fue testigo de aquel encuentro de miradas y sintió que la sangre le subía a la cabeza. Nunca se había sentido así.
Impulsivamente, tomó un trago de agua y se atragantó con ella. El mayordomo se acercó a ella sin dudarlo.
Mayordomo Hak: -Toma – le ofreció un pañuelo de seda.
Sesshomaru detalló el objeto.
Rin: - Ya estoy bien. Lo siento – tomó el pañuelo y tosió en él.
Ayame: - Señorita, debería comer más despacio. Nadie le va a quitar la comida.
Rin se avergonzó.
Mayordomo Hak: - No le digas eso, ella sí valora mi comida.
Rin: -¿Usted cocinó esto?
Mayordomo Hak: - Así es – le dijo sonriente.
Rin: - Me gustaría aprender a cocinar… ¿Esa receta es muy difícil?
Mayordomo Hak: - No, mira…
El joven hablaba con Rin con suma naturalidad, lo mismo ella, quien se mostraba muy interesada y feliz. Jaken, Ayame y Sesshomaru permanecían en silencio, un silencio muy incómodo.
Ayame: - Le serviré otra copa – la mujer se acercó mucho a él y le rozó ligeramente su pecho en su brazo.
Rin los miró pasmada, pero no supo cómo actuar. Sesshomaru veía a su esposa como reprochándole por su actitud con el mayordomo.
Rin: - Iré al baño – su voz había sonado triste – Hak y Sesshomaru vieron su gesto melancólico.
¿Qué me sucede? De seguro fue un accidente, además, el señor Sesshomaru jamás miraría a otra mujer…
De repente recordó haberlos visto un par de veces durante el banquete viéndose a los ojos por breves segundos.
Rin: - Regresaré y lo tomaré de la mano – se animó.
Al regresar vio a la joven ruborizada, sirviéndole una tercera copa. Aún no superaba su tremenda delantera, lo que le provocaba gran inseguridad. Su esposo se mostraba inexpresivo.
Rin rodeó la mesa con inocencia, pasando frente a ellos para volver a su sitio, sin percatarse de que la yukata se había atorado, dejando al aire todo su trasero.
El joven Hak, que en ese momento estaba tomando sake, lo expulsó con violencia en el pecho de Ayame, quien seguía sentada al lado del demonio.
Mayordomo Hak: - ¡Señorita! Su yukata está… - el joven se sonrojó.
Sesshomaru se sorprendió al notarlo.
Tsk… es tan descuidada.
Jaken: - Rin ¿Qué no sientes el airecito? ¡ACOMODATE ESA YUKATA!
La humana palideció.
Rin: - ¿QUÉ TENGO? ¡Aaah!
El daiyokai usó su velocidad extrema y, situándose junto a ella, le bajó la ropa.
Sesshomaru: - Sé más cuidadosa.
Ella estaba muy ruborizada.
Rin: - Sí, amo.
Ayame: - Eres una niña descuidada, ja, ja.
A Rin ya le estaba empezando a fastidiar los comentarios de la mujer. Sesshomaru por su parte, encaró al joven mayordomo, quien seguía observándola, ruborizado. Este, al sentir la mirada sanguinaria se le erizó la piel.
Rin suspiró nuevamente.
Volvieron a la habitación antes de ver la presentación. Ella seguía avergonzada.
"Eres una niña descuidada"
Recordó las palabras de la sirvienta.
Rin: - No soy una niña.
Apoyó su pierna en una mesa pequeña que había en su habitación y desinfectó la herida de su pie, que ya se veía mucho mejor.
Sesshomaru: - ¿Has sanado?
Rin: - Ah… sí.
Él se acercó mucho para ver cómo se limpiaba la herida.
Rin: - Señor Sesshomaru ¿Qué piensa de esa mujer llamada Ayame?
Él se quedó pensando en lo irrelevante de la pregunta.
Rin: - Es muy hermosa, se distingue de todas las demás. Y tiene unos pechos enormes.
Sesshomaru: - La presentación va a empezar pronto – la interrumpió.
Caminaron en dirección al salón. Ella iba tras él.
Sesshomaru: - Camina a mi lado – la tomó de la mano.
Ella se ruborizó.
Con el señor Sesshomaru siento seguridad todo el tiempo. Sí, definitivamente no hay nada qué temer…
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Aclaración de conceptos:
El sello sagrado: un sello purificador realizado por La mujer cuervo. Este evita que la mujer sufra alguna reacción por el sello de sangre y ayuda a desprender la sangre del útero cuando se haga el ritual.
Descripción de personaje:
Hak, el mayordomo: un joven de diecinueve años. Usa un kimono cian de lunas negras y un hakama oscuro. Su cabello es negro y largo hasta los hombros y sus ojos marrones y muy rasgados. Es un joven muy habilidoso: sabe cantar, tocar el shamisen, pintar, cocinar y hacer trucos de magia. Vive en la posada desde que tenía doce cuando La mujer cuervo lo recogió de entre los escombros de su pueblo, que había sido masacrado por la guerra.
