Nota: Capítulo obsceno y un tanto explícito; las disculpas del caso. 🔥 🔥

Jubán: prenda blanca muy ligera que se coloca antes del kimono.

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Así que estaba en los cierto… ¡Ese estúpido nos engañó!

Miroku observaba el horizonte, teniendo a Hisui de la mano. Recordó cuando Kohaku y Shippo le hicieron saber que efectivamente, Shishio había asesinado a Kanade. Esa noche, cuando hablaron de ello, el monje les pidió que por favor no lo comentaran con Inuyasha, dado que su salud no mejoraba.

¡Mierda! Jamás pensé que extrañaría a tal punto el agujero de mi mano.

Sango: - Miroku… Shippo y Kohaku acaban de regresar. Otra vez no la encontraron – se le acercó por detrás.

Miroku: - ¿Por qué la asesinó? Es muy extraño.

Kanade se reunió con Shishio en esta aldea, lo sé porque los seguí esa noche, pero no pude escuchar sobre qué hablaban. Luego ella desapareció y él se fue de la aldea.

Sango: - Lo más probable es que esté aliado con Saya. Seguramente él sabía acerca del sello de Rin y que Tokyoji fue quien lo hizo.

Miroku: - ¿Un aliado más de ese demonio? Bueno, creo que a este punto da igual si han formado alianzas o no. Lo verdaderamente malo es que si llegasen a atacarnos, estaremos perdidos.

Inuyasha: - No digas eso, no me he muerto. También está Kagome, ustedes, Shippo y Kohaku. De algún modo podremos vencerlos.

Inuyasha había alcanzado a escuchar solo la última parte de su conversación.

Sango: - ¿Y cómo? Si a duras penas pudimos vencer a sus clones, incluso tú junto a Sesshomaru no pudieron vencerla y si estamos en los cierto, Shishio vendría con ella a atacarnos.

El hanyo se deprimió. Se sentía impotente y al mismo tiempo, humillado.

¡Debo reponerme de esta enfermedad!

Inuyasha empezó a toser.

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Es alto y pálido. Tiene el rostro simétrico, su cabello sedoso y plateado. Debajo de su yukata se deja ver un cuerpo fornido; esos brazos tan fuertes, esas piernas largas y robustas, su voz grave, su mirada penetrante y su aroma tan masculino. Sí, es todo lo que quiere una mujer y me recuerda tanto a él…

Ayame lavaba la ropa en el río junto con otras sirvientas sin dejar de pensar en el demonio. Se lo imaginaba llamando a su puerta durante la noche y sometiéndola hasta la madrugada.

Mientras la sirvienta se enamoraba cada vez más del daiyokai, Rin cantaba una canción y el mayordomo la escuchaba embelesado. Sesshomaru y Jaken, sentados al pie de un gran árbol, observaban la escena.

¿Ese Hak qué se cree? En esta posada todo el mundo es un descarado. Mi señor ha estado muy callado, intenta disimular en vano, pero está furioso, y no es para menos…

Sesshomaru estaba intranquilo, volteaba a verlos a casa momento y cuando Jaken le hablaba no le prestaba atención. Agudizaba sus sentidos para escuchar la conversación, pero su súbdito era muy ruidoso.

Rin: - También inventé una canción acerca de la noche ¿Quieres escucharla?

Hak: - Claro que sí.

Cuando cantaba, un pequeño grillo le saltó en el flequillo, aproximó su mano y con ello su rostro a ella para quitárselo, pero este saltó a sus senos. No pudo evitar bajar la mirada y su mano por inercia. Sesshomaru se levantó de su sitio y desenvainó.

Este tipo tiene agallas ¿Cómo se atreve a acercarse así frente a mis ojos?

El grillo saltó alejándose y ella dejó de cantar. Hak se disculpó diciéndole que desde hacía rato había intentado quitárselo.

Rin: - No te preocupes.

El joven, ignorando el demonio que se aproximaba a ellos, retiró de su cabello un trozo de hoja. Rin volvió a verlo y quedaron muy cerca uno del otro. Él se sonrojó.

Sesshomaru: - Aléjate de ella.

Se interpuso entre ellos.

Rin: - Amo Sesshomaru – dijo levantándose.

Hak: - Creo que lo mejor será que me marche. Iré a recoger los ingredientes para la cena.

Se marchó, sabiendo que había sido inescrupuloso de su parte actuar como un pretendiente, por su parte, Rin también había percibido en él ciertas confianzas, pero nada que la hiciera dudar de su amistad.

Caminaron de vuelta a la alcoba para recoger una manta y la cesta donde recolectaba las flores y frutas. Jaken la reprendió por interactuar de esa manera con otro hombre, a lo que ella se disculpó. El daiyokai permaneció en silencio, sentía tanto enojo e incomodidad; sus celos solo avivaban el fuego de su deseo.

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La noche era calurosa. Estaban en su alcoba, muy cerca uno del otro. Rin le había pedido que esa noche la abrazara. Prometió no intentar nada y así lo hizo. Sin embargo, el demonio, cuyo sueño era en gran medida fingido, la pasaba mal.

Cada exhalación, cada movimiento lo sentía como una invitación para hacerlo. Conocía tan bien su cuerpo, que era imposible no imaginarla desnuda sobre él.

Se sentía fastidiado consigo mismo. Después de nunca sentir deseo alguno, el aroma de Rin lo trastornaba, volviéndolo su esclavo sexual.

Daba vueltas en el futón y en una de esas quedó frente a ella. Rin llevaba un ligero jubán de algodón blanco, que dejaba entrever sus formas. La humana dormía boca abajo con una de sus piernas levantada. Estaba sudando debido al calor proveniente de las aguas termales que rodeaban la zona.

Él estaba hipnotizado en ella. Quería tocarla, pero sabía que estaba prohibido penetrarla y faltaban varios días más antes de hacer el rito que rompería su sello.

Intentó conciliar el sueño. Cuando estuvo más relajado sintió la mano de Rin sobre la suya. Esta la llevó a su vagina.

Ella se había acostado boca arriba. Dormía plácidamente, pero al parecer, sus instintos no la dejaban ni durante el sueño.

Rin movió la mano de su señor buscando estimularse con ella.

Rin: - Mmm… - gimió dormida.

Él no podía creerlo. La contempló tocarse.

Sesshomaru: - Sigue ovulando…

Decidió retirar su mano, pero ella la sujetó con fuerza, mientras se quejaba. Estaba reprochándole en sueños.

¿Qué hago? ¡Está muy húmeda, su aroma me ha hecho reaccionar!

El miembro de Sesshomaru se había puesto muy vigoroso. Sentía cómo la sangre se le agolpaba en esa zona con violencia.

Él observó su mano que ella movía en círculos sobre su cuerpo.

Rin: - ¡Ah! – había empezado a moverse muy lento.

Rin es tan carnosa en esta parte…

La pellizcó con suavidad, sintiendo su piel anhelante. Ella se estremeció ligeramente.

Ah… su clítoris está duro.

Se dejó llevar y metió su mano debajo de la ropa. Ella abrió sus piernas, obediente.

Sus senos, que se habían puesto ligeramente más grandes, se salían del jubán.

No resistió y se subió sobre ella. Besó uno de sus pezones, agitándolo dentro de su boca con ayuda de su lengua. Al mismo tiempo, tocaba su intimidad, dejando que sus jugos se derramaran.

Rin: - Ah…

De pronto, se detuvo y volvió a acostarse.

Tengo que controlarme…

No pudo evitar llevar su mano a su nariz y oler la esencia de su esposa. Sentía tanta excitación que se lamió los dedos.

¡No puedo más! Debo eyacular. He acumulado demasiado.

Recordaba que la dueña de la posada le sugirió que podían tocarse entre ellos para calmar sus ansias. Él lo consideró, pues su hombría estaba tan grande que se salía de su ropa.

Comenzó a agitarla con rapidez, mientras olía la esencia de Rin en sus dedos.

Estaba disfrutando de su propio cuerpo cuando notó que los ojos de ella se posaban sobre él, deseosa. Él la miró y se quedó estático.

Rin: - Señor Sesshomaru, ha estado aguantando mucho ¿Verdad?

Él se movió, quedando de espaldas a ella, intentando disimular.

Sesshomaru: - Sigue durmiendo.

Rin: - ¿Cómo podría ahora que lo he visto así? Déjeme ayudarle – lo decía, mientras se acercaba a él.

Su voz también sonaba provocativa.

Sesshomaru: - No voy a dejar que el rito se arruine por el deseo.

Ella hizo caso omiso y se acostó a su lado, muy cerca, abrazándolo por detrás. Llevó su mano a su entrepierna y lo sostuvo en su mano.

Rin: - Esta parte del señor Sesshomaru es muy grande… - comenzó a estimularlo.

Sesshomaru: - Detente.

Rin: - Una esposa debe complacer a su esposo… Rin va a liberar su tensión.

Él se estremeció. Aquel suave masaje en su zona erógena lo estaba debilitando.

La mano de Rin está…

Estaba dejándose de llevar por sus caricias, cuando un ápice de racionalidad lo hizo caer en cuenta de lo que hacían. Con rapidez sujetó a Rin de ambos brazos y se puso sobre ella.

Rin: - ¿Amo… ?

Él rasgó su jubán, provocando que su cuerpo delicado quedara al descubierto. Levantó la pierna de Rin y la puso sobre su cintura. Luego puso su pene justo en la entrada de su vagina.

Sesshomaru: - ¿Quieres morir? ¿Que el sello te carcoma por dentro?

Rozó su frente con la suya.

Sesshomaru: - Siento muchos deseos de hacerte mía justo ahora. No pienses que masturbarme es inofensivo.

Rin: - Es que yo…

¡No pongas esa cara mientras dices algo como eso!

Ella sonrió.

Sesshomaru: - ¿Qué sucede?

Rin: - El señor Sesshomaru me regaña, pero su "espada" sigue amenazando mi cuerpo.

Era cierto, la tenía acorralada, mientras lo tenía listo para entrar.

Rin: - ¿Por qué no me deja ir?

Él dudó, pero luego la soltó.

Rin: - Huele a usted, esta parte del futón.

No estaba siendo lasciva. Realmente había podido manejar de mejor manera sus hormonas ante la abstinencia, pero su señor la estaba pasando realmente mal.

Se recostó a su lado y le acarició la mejilla. Comenzó a besarla muy apasionadamente.

Rin: - Señor… Se… sshomaru.

Él la besaba y le mordía los labios.

Sesshomaru: - Rin, déjame satisfacerte. Seré cuidadoso.

Rin: - Pero si acaba de decir que no…

Sesshomaru: - Tu aroma me está enloqueciendo...

Siguió besándola sin tregua, acariciando sus senos y recorriendo todo su cuerpo, haciendo que a ella se le erizara la piel y se avivaran sus sentidos. Su intimidad comenzó a palpitar.

Sesshomaru: - Hay una posición adecuada…

Rin: - ¿Eh? -musitó, ya perdida en el deseo.

Sesshomaru: - Hagámoslo al mismo tiempo.

Él le explicó qué hacer, de modo que Rin se acostó boca abajo sobre él, dejando su vagina justo en la cara de Sesshomaru. A la vez, ella se encontraba muy cerca de su sexo erguido.

Ella detalló el pene de su amo que se alzaba sobre su cara.

Sesshomaru: - ¿Estás cómoda?

Pero su respuesta fue comenzar a mojarlo con su boca.

El sabor de mi amo… me excita.

Él la acarició con delicadeza, provocando en ella un gemido muy obsceno.

Rin: - Desde esta posición puede verme todo.

Sesshomaru: - Me gusta lo que veo.

Rin: - No lo diga...

Él la nalgueó de repente.

Sesshomaru: - ¿No tienes algo pendiente que hacer?

Rin volvió a meterla en su boca, como era grande se curvaba para llegar a ella pese de su estatura. Empezó a mover su lengua y su cabeza de arriba abajo. Él también a saboreaba sus fluidos y pasaba su lengua con soltura y precisión por los lugares más sensibles de Rin.

Rin: - ¡Aaaah, así no me puedo concentrar!

Él metió la lengua en su interior.

Rin: -¡Aah!

Intentó seguir haciendo la felación, pero a cada momento se detenía, pues sentía demasiado placer. Él seguía concentrado en satisfacerla, movía su lengua y de vez en cuando usaba sus dedos para acariciarla.

Rin: - No… no puedo…

La jaló de ambos brazos, haciendo que ella se sentara en su cara.

Sesshomaru: - Entonces solo disfruta.

Ella se movió en su rostro. Estaba avergonzada y muy sudada.

Puedo sentir cómo el Amo Sesshomaru respira en mi –

Rin: - ¡Aah!

La tenía sujeta de sus caderas y la ayudada a moverse más rápidamente sobre él. Rin derramaba sus fluidos de forma constante, haciendo que fuera más fácil frotarse, al tiempo que recibía besos y lamidas.

De pronto, en medio del balanceo, sintió que iba a alcanzar el anhelado clímax. Rin curvó su cuerpo, estaba a punto de terminar.

Rin: - ¡Ah, ah, ah, ah, ah!

Está a punto de culminar, ha empezado a moverse más rápido.

Rin: - ¡Aahh!

Sesshomaru comenzó a estimularse. También quería satisfacerse. De manera que mientras ella agitaba su cuerpo sobre él, sintiendo el orgasmo a punto de estallar, él se masturbaba con rapidez.

Rin: - ¡Kyaa!

Su cuerpo estalló de placer, pero continuó moviéndose, sintiendo el orgasmo.

Mi amo está saboreándolo todo…

Sesshomaru: - Rin, métela en tu boca ahora.

Ella lo hizo, aun percibiendo en su ser los espasmos. De pronto lo sintió en su boca y lengua. Ella lo tragaba, pero seguía saliendo.

Es una gran cantidad y está muy caliente.

Sesshomaru curvó su cuerpo, adentrándose más en su boca.

Bébela Rin, no dejes ni una gota…

Ella tragó su esencia y luego, cuando él comenzó a respirar más lento, se acostó a su lado, quedando frente a frente.

Rin: - Rin se siente complacida.

Sesshomaru: - Yo también lo estoy – la abrazó.

Rin: - Su sabor es muy fuerte…

Sesshomaru: - Te exigiste.

Rin: - Usted también lo hizo.

Sesshomaru: - Puedo seguir haciéndolo si quieres.

Ella sujetó su rostro.

Rin: - Yo también puedo hacerlo todas las veces que quiera.

Sesshomaru: - Entonces, hazlo cada noche.

Ella se ruborizó y luego se acercó a su oreja.

Rin: - Quiero un beso.

Sesshomaru: - ¿Me quieres calentar de nuevo?

Rin: - Solo uno.

Él la besó.

Rin: - Estoy muy enamorada de usted, señor Sesshomaru.

Sesshomaru: - ¿Por qué… tan de repente?

Rin: - Siempre lo pienso antes de cerrar los ojos.

Ella se hundió en su pecho.

Rin: - Sesshomaru es perfecto.

Sesshomaru… sin honoríficos.

Reflexionó él.

Se durmió inmediatamente, pero el demonio, tristemente, se había vuelto a calentar. Estaba casi tan duro como al inicio.

Maldita sea…