Han pasado tres días desde aquel encuentro en el callejón y Hinata Hyuga se encontraba confusa¿sería posible¿de verdad ocurrió¿y con ese chico? Precisamente él, al que todos temían enfrentarse durante el examen... "Gaara del Desierto", susurró para sí la kunoichi mientras paseaba con su compañero Kiba.
- ¿Has dicho algo Hinata?
- ¡No! no... yo... quiero decir no, Kiba-kun – se apresuró a responder nerviosa.
Seguro que si Kiba se enteraba de ese encuentro no le gustaría nada, para él sería confraternizar con el enemigo nada menos, y menudo enemigo, después de lo que vieron... las imágenes aún estaban recientes en la memoria de su equipo: aquel ninja de la Lluvia elevándose en el aire, aquella frialdad... la sangre, el silencio, y luego la muerte.
Hinata intentó borrar esas imágenes de su mente, "Gaara es un demonio", se empezó a repetir constantemente, una y otra vez, "Gaara es un monstruo", "no tiene sentimientos"... Naruto sin embargo...
Pero cuando pensaba en aquellos ojos verdes que parecían hechizarla, una vez más se tenía que repetir, "Gaara es un demonio, un demonio..."
Finalmente Hinata decidió que tenía que borrar de su cabeza aquel encuentro como fuese, todo tenía que volver a la normalidad.
Pasaron otros dos días, Hinata se encontraba entrenando sola en el bosque cuando un niño se acercó apresuradamente hacia ella.
- ¿Tu eres Hinata verdad? Al fin te encontré... toma, me dieron esto para ti – dijo el niño jadeante por el cansancio y tendiéndola un pequeño rollo.
- ¡Espera¿Quién... te lo ha dado?
Pero el niño ya se había marchado corriendo.
Hinata se puso muy nerviosa y no quiso imaginarlo. Lo desenrolló y vio una caligrafía que no había visto. Tan sólo ponía:
"En el árbol de la colina, a medianoche"
No estaba firmado, pero a Hinata la dio un vuelco el corazón, sabía perfectamente de quién se trataba, y ese no era el estilo de Naruto precisamente, además conocía su letra. Sin duda era él, era Gaara.
Aquel día Hinata no pudo hacer nada, se distraía continuamente con los entrenamientos y por suerte no la habían asignado ninguna misión. En un principio descartó por completo el ir a la cita, pero según avanzaban las horas... algo en su interior la decía que tenía que ir, una mínima parte de ella la empujaba. Todo era tan confuso, no sabía que hacer. Pero finalmente se engañó a si misma diciéndose que a lo mejor podría obtener algún tipo de información, que podría ir como un deber de ninja, o incluso para dejar las cosas claras.
Hinata se armó de valor, y con el pretexto de realizar más entrenamiento, se dirigió todo lo silenciosamente que pudo al lugar de la cita, rezando para no encontrarse con nadie más y que aquello estuviese solitario.
Cuando alcanzó el árbol, pasaban dos minutos de la medianoche, pero allí no había nadie. De pronto se sintió un poco estúpida¿y si se tratase de alguna broma?
Apoyó la mano contra el tronco del árbol y contempló las estrellas, aquella noche hacía un poco de viento, el silencio era sepulcral hasta que este se vio interrumpido. Se oyó un pequeño crujido de rama y de repente Gaara apareció a dos escasos centímetros delante del rostro de Hinata, la cual obviamente se dio un buen susto. Gaara estaba boca abajo, manteniendo los pies adheridos a la rama con su chakra.
- No eres muy puntual – y dicho esto bajó.
Hinata estaba paralizada y notaba que le ardían las orejas, no sabía si por miedo o por otra cosa aún peor. Gaara se cruzó de brazos y comenzó a pasear alrededor suyo en silencio. Hinata cada vez estaba más nerviosa y comenzó a temblar a pesar de que no hacía mucho frío. De repente se oyó un trueno, seguido de un gran relámpago, parecía que se avecinaba una tormenta. Poco a poco el viento dejó de soplar y unas inmensas gotas de lluvia empezaron a caer con fuerza. De nuevo otro trueno y otro relámpago.
- Será... mejor resguardarse... mira, allí – señaló Hinata.
Se conocía el bosque a la perfección y sabía que había una pequeña cueva cerca. Muchas veces se iba allí sola para pensar. Ambos corrieron y entraron dentro empapados.
- Tsk, mierda – musitó Gaara, al cual no le gustaba nada el agua y menos aún mojarse – El clima de este país me va a matar – dijo con malestar.
Hinata rió tímidamente, sorprendiéndose de si misma... todo su miedo se había ido de golpe.
Enseguida consiguieron hacer una fogata y Gaara comenzó a quitarse la ropa que tenía empapada, quedándose con una camiseta de rejilla. Luego se sentó delante del fuego y miró a Hinata, la cual no había movido un músculo de su cuerpo mientras veía como se despojaba de sus ropas.
- Si no te quitas eso enfermarás – dijo con su semblante serio.
Hinata de nuevo se ruborizó pero sabía que tenía razón, así que se quitó su abrigo y finalmente se quedó con una camiseta color lila que le quedaba ajustada.
De nuevo un silencio aterrador en la cueva, Hinata miraba al fuego pero sabía que dos ojos verdes estaban clavados en ella.
- ¿Me tienes miedo? – soltó de repente Gaara.
A Hinata le resultaba extraña aquella pregunta¿miedo, pues claro que lo tenía... ¿cómo no iba a tenerlo? Pero alzó la vista para verle y titubeó en su respuesta.
- No... yo... no se... ¿qué es lo que pretendes? – se atrevió a preguntar.
Gaara no dijo nada, se levantó para sentarse al lado de Hinata. Al cabo de unos segundos y de mirarla fijamente se señaló la frente.
- ¿Ves esto?
- S... sí – respondió Hinata algo vacilante, no sabía hasta donde quería llegar. – Amor¿verdad?
- Me lo hice yo mismo, jurándome que a partir de ese día sólo me amaría a mi mismo.
- Y eso... ¿por qué me lo cuentas¿qué tiene que ver conmigo?
Gaara se acercó aún más y de nuevo sus rostros quedaron a escasos centímetros. A Hinata le latía tan fuertemente el corazón contra su pecho que pensaba que Gaara podría oírlo.
- Desde que te vi he sentido la necesidad de... quebrantar esa norma.
Hinata no pudo decir nada, su cabeza era un auténtico remolino¿de verdad aquel chico...? Pero antes de que pudiese reaccionar vio como Gaara se tumbó a su lado apoyando la cabeza encima de sus piernas, sin pedir permiso, sin decir nada, como si tal cosa.
- ¿Sabes? Nunca me han herido, nunca... pero siempre noto un dolor aquí, constantemente – dijo llevándose una mano al pecho.
- Como un vacío... – dijo Hinata con tristeza.
- Sí, eso es, como un profundo vacío... la soledad confunde ¿sabes, puede hacer perderte la razón.
- Te... comprendo.
- ¿En serio? – Gaara la miraba ahora con suspicacia y Hinata agachó la cabeza para mirarle.
- Todos nos hemos sentido solos, alguna vez en nuestras vidas...
Gaara miró los ojos de la chica Hyuga y vio que estos brillaban, por una vez en su vida, sentía paz en su interior y el pecho ya no le dolió tanto como antaño.
………………………………..
Fuera continuaba lloviendo y el fuego crepitaba al lado de los dos ninjas con más fuerza.
Así, en silencio, transcurrieron unos minutos. Hinata se encontraba apoyada sobre la fría pared de la cueva, con las piernas estiradas y la cabeza de Gaara apoyada sobre ellas a modo de almohada. Hinata vio que Gaara cerraba sus ojos¿en qué estaría pensando, se preguntó. Entonces miró su cuerpo, tumbado a su lado boca arriba, para de nuevo dirigir su mirada a su rostro, limpio, inmaculado, sin un pequeño arañazo o marca alguna, salvo la cicatriz de su frente. Muy lentamente Hinata acercó su mano para tocar aquella cicatriz pero cuando faltaban dos centímetros, un pequeño escudo de arena surgió de la nada, impidiendo llegar a tocarle.
- Perdona – dijo Gaara aún con los ojos cerrados, levantó la mano alzando dos de sus dedos y susurró algo, la arena desapareció al instante.
Entonces Hinata pasó las yemas de sus dedos por aquella cicatriz.
- ¿Te duele? – la pregunta de repente sonó estúpida en su cabeza.
- No.
Continuó acariciando, sólo con las yemas de sus dedos, aquella herida, pero no se limitó a esa zona. Hinata Hyuga deslizó con cuidado sus dedos por el resto de su rostro, los ojos, la nariz, hasta llegar a unos labios finos y delgados. Gaara seguía con los ojos cerrados y permanecía en silencio, por lo que Hinata continuó bajando su mano por su barbilla para llegar a su cuello, acariciándole suavemente.
Enseguida notó que el vello del chico se le erizaba, suponía que le gustaba, por lo que continuó y deslizó su mano por el pecho, viendo a través de la camiseta de rejilla una piel tan pálida como la suya propia.
Se detuvo en el corazón posando su mano y notó, a pesar de la tranquilidad que mostraba Gaara, un ritmo cardíaco algo acelerado.
La muchacha continuó deslizando su mano a través de todo el dorso y llegó al ombligo, titubeó y le miró de reojo a la cara, pero él continuaba con los ojos cerrados, en silencio. Asombrada de su propio atrevimiento, Hinata deslizó su mano hasta llegar a tocar el pantalón, pero al rozar la cremallera notó que la mano de Gaara se aferró con fuerza a su muñeca, deteniéndola.
- No sigas.
- Perdona… yo… yo pensé… - Hinata se ruborizó de nuevo y miró a Gaara, el cual ya había abierto sus ojos y la miraba con seriedad.
- Si me excito demasiado… podrías morir – se limitó a decir.
En la mente de Hinata apareció la cara sonriente de Naruto y comprendió, sabía lo que aquello significaba, Gaara era el portador de un demonio, al igual que Naruto.
De nuevo sintió su mano libre y Gaara se incorporó para quedar frente a ella, este aferró el cuello de la muchacha con su mano y se acercó a su rostro… Hinata temblaba y un sudor frío recorrió toda su espalda¿qué hacía?
Muy lentamente, Gaara se acercó a su mejilla y la lamió con la lengua de abajo a arriba, muy despacio. Luego se dirigió a su oreja, Hinata podía percibir su aliento.
- Buena chica – susurró con voz grave.
Hinata estuvo a punto del desmayo.
(¿continuación?)