La humana estaba impaciente por irse de allí. Al igual que Sesshomaru pensaba frecuentemente en el destino de sus amigos. Aun así, trataba de distraerse aprendiendo y creando hermosos recuerdos con su amo, Jaken y los demás en la posada.
Una de las cocineras le enseñó varias recetas, entre ellas a hacer té de ginseng rojo. La primera vez que lo hizo le llevó un poco al señor Jaken y al amo Sesshomaru que se encontraban en el jardín, cerca de sus habitaciones. Este último le dio un sorbo y lo aprobó.
Rin: - Muchas gracias. Voy a esforzarme en estos días para convertirme en una esposa que esté a su altura.
Sesshomaru: - No lo hagas por mí - murmuró inexpresivo.
Una sirvienta se acercó a ellos, llevándoles unos bocadillos para acompañar el té.
Sirvienta: - ¡Que las disfruten!
Pero ni Sesshomaru ni Jaken se dignaron a responderle. Rin tomó una de las que parecían ser dulces de arroz y la probó.
Rin: - Mmm, está muy buena.
La sirvienta le hizo una reverencia, mientras daba unos pasos atrás para marcharse.
Rin: - Espere, por favor ¿Sabe dónde está el joven Hak? Quería darle un poco de té.
Sirvienta: - Despertó con algo de fiebre, por lo que se encuentra en su habitación descansando.
Rin permaneció en silencio, parecía estar haciendo memoria sobre algo.
Jaken: - ¿Qué sucede?
Rin: - Creo que vi... Ya vengo.
Corrió hacia el campo de flores donde su señor y ella solían abrazar la tarde.
Estoy casi segura de que vi unas flores de madreselva por aquí.
En breve las halló, tomó las flores más tiernas que había, las que acababan de abrirse, y se fue directo a la cocina.
El daiyokai y su súbdito la vieron regresar y luego alejarse con las flores en mano.
Jaken: - ¿Qué estará tramando?
Así que piensas cuidarlo...
Reflexionó el daiyokai. Este se puso de muy mal humor y fue Jaken quien lo padeció.
. . .
Rin: - ¡Joven Hak! ¿Puedo entrar? Traje algo de medicina.
Hak: - Mejor no se acerque, puedo contagiarla.
Rin: - No se preocupe, voy a entrar.
Al ingresar lo vio acostado en el futón, se veía muy deshidratado. Había poca ventilación y la luz era tenue. Ella dejó el té en la mesa y abrió las ventanas, luego se acercó a él y se sentó a su lado.
Hak: - No te hubieras molestado.
Rin: - Este es un té muy bueno para la fiebre, le ayudará. Por favor, bébalo.
El joven se sentó con algo de dificultad y procedió a ingerirlo. Rin tocó su frente y comprobó que tenía mucha fiebre.
Rin: - ¡Está ardiendo!
Se fue y regresó con una cubeta de madera llena de agua y unos paños.
Rin: - Recuésrese, lo enfriaré usando estos paños con agua fría.
Él le agradeció el gesto. Una de las sirvientas les llevó alimento y luego de que el enfermo terminase de comer se quedó dormido. Rin, luego de un rato, también se dejó ir en sueños, donde la vida era menos complicada y no había razón para lamentaciones ni enfermedades.
Permanecía recostada en la pared. Así pasaron las horas hasta que Hak despertó y comprobó, viendo por la ventana, que la tarde estaba terminando.
Casi al mismo tiempo, ella también se despertó y lo vio mirándola.
Rin: - ¿Te sientes mejor? - le preguntó acercándose a él.
Mientras tanto, Sesshomaru se encontraba en las afueras de su alcoba viendo las diferentes tonalidades del cielo. De pronto, sacó de su yukata una especie de collar largo con un gran dije lleno de piedras de color esmeralda; el dije, que dejaba ver parcialmente lo que había dentro, contenía una bolsa perfumada. La había comprado para Rin en la Ciudad de huesos. Se le quedó viendo, percibiendo el aroma a azahar que desprendía.
Este aroma te sienta bien...
Lo había guardado, esperando la ocasión para dárselo.
"... La última es una margarita y significa fe. Es lo que debemos tener ahora, señor Sesshomaru. Fe en que todo va a estar bien"
Recordó el ramo de flores que su esposa le había dado y cuando le explicó su significado. Luego pensó:
Sé que te preocupas por él sin ninguna intención oculta. Aún así, es difícil para este Sesshomaru saber que te encuentras en su habitación, mientras los cuidas...
Al momento, detectó la presencia de una mujer. Ayame estaba tras él, vestida con un kimono revelador, más que los habituales.
Ayame: - Parece que su esposa no entiende acerca de los límites que tiene una mujer casada.
Sesshomaru: - Y parece que tú no sabes cuando quedarte callada ¿No es así?
Jaken, quien se encontraba cerca de ellos, pudo escuchar sus malintencionadas palabras.
Ayame: - Me ha rechazado varias veces, tal vez sea mi insistencia lo que le ha generado cierta aversión a mi persona, pero hoy no busco otra cosa más que un poco de compañía ¿Puedo sentarme a su lado?
Sesshomaru: - Te lo diré claramente: no te esfuerces, no tienes influencia sobre mí en absoluto.
Sesshomaru volvió a su malhumor y estaba punto de levantarse cuando vio a su vasallo cerca de ellos:
Jaken: - Eres una insidiosa, andas siempre pendiente de mi amo para acosarlo cada que está solo.
Ayame: - Yo solo quería hablar.
Jaken: - Y para que te enteres, Rin no es una oportunista como tú, que le coquetea a alguien que está casado. Ella está cuidando al mayordomo desinteresadamente. Así que vete, no vengas aquí a zarandear tus melones.
Ayame: - Pero... yo solo...
Se alejó contrariada y a la vez molesta. Sesshomaru miró a su súbdito y en sus adentros le dio la razón y agradeció que fuera tan oportuno.
Rin, cuando eras niña hiciste un largo viaje tú sola para llevarme la planta medicinal contra el envenenamiento. Una mujer como esta no es capaz de comprender tus intensiones y la forma que tienes para demostrar tu cariño...
El pequeño sapo observó la bolsita perfumada en las manos de su señor.
Jaken: - Amo Sesshomaru ¿Ese objeto es para Rin?
Sesshomaru: - Pensaba dárselo cuando se libere del sello.
Jaken: - Su aroma es intenso y relajante. Estoy seguro de que le va a encantar.
. . .
Más tarde, al ver que su esposa se tardaba, el daiyokai decidió ir por ella. Cuando estuvo a punto de abrir la puerta, una parte de él se sintió incomoda. No estaba seguro de querer verla cuidando a otro.
Abrió las puertas corredizas con sumo cuidado y los espió. Observó que Rin estaba muy cerca de Hak, cambiándole los paños fríos. Al verla, su pupila alargada se volvió aún más fina: su interacción le había molestado más de lo esperado.
Hak: - Gracias por cuidarme. Hace mucho tiempo que nadie se tomaba el trabajo de hacerlo por mí.
Rin: - No me agradezca, me gusta hacerlo - dijo mostrando una cálida sonrisa.
Sesshomaru sintió nuevamente la implacable punzada de los celos.
Hak: - Rin...
Tomó su mano y se dedicó a observarla con ternura. Ella lo miró a los ojos, sin comprender.
Sesshomaru: - Rin - dijo abriendo con violencia la puerta.
Rin: - ¡Qué susto!
Hak también se había exaltado.
Sesshomaru: - He venido para llevarte de regreso a la habitación. El enfermo parece estar bien, puesto que tiene las energías para tocar a la esposa de alguien más - dijo secamente.
Rin: - Sí... ya se hizo de noche. En la mesa de noche hay más hojas de madreselva. Solo añade agua caliente y déjalo reposar - dijo, en medio de la incomodidad.
Hak: - Muchas gracias, así lo haré. Y disculpe por mi comportamiento, señor.
Sesshomaru lo ignoró totalmente. Ambos se dirigieron a la habitación.
Rin: - Disculpe por haberlo dejado solo. Estaba muy deshidratado y me dio pena. No tiene a nadie en el mundo que...
Sesshomaru: - No tienes que disculparte, sé que no hiciste nada más que atenderlo.
Rin: - Gracias.
Se adelantó para entrar a la habitación, pero él la abrazó desde atrás. La luna nueva ya había aparecido.
Sesshomaru: - Cada vez me es más difícil controlar mis instintos. Francamente, estaba molesto.
Rin se sorprendió por la confesión, pero antes de que pudiera hablar sintió las manos del demonio rodear su cuello y ponerle un collar.
Rin: - Y esto... ¿Un collar? - Percibió su aroma a azahar - ¿Desprende una fragancia?
Sesshomaru: - Si te es grato, puedes quedártelo.
Rin: - ¡Me encanta! Muchas gracias. Usted siempre me regala obsequios, yo en cambio nunca le doy nada...
Basta con que te pongas feliz, justo como ahora...
Sesshomaru: - Este aroma me recuerda al tuyo.
Ella se conmovió y lo abrazó.
Siempre piensa en mí, no importa las circunstancias. El señor Sesshomaru es tan amable y bueno.
Rin: - Señor Sesshomaru...
Sesshomaru: - Dime.
Rin: - ¿De qué forma puedo atesorarlo? Rin quiere cuidarlo esta noche.
Entraron a su alcoba. Ella se sentó en las piernas del demonio, mientras él la abrazaba y le llenaba el rostro de besos. Rápidamente, la estancia se impregnó de un tenue aroma a azahar.
Sesshomaru: - En lugar de cuidarme, déjame velar tu sueño.
Rin: - ¿Qué hay de soñar juntos?
Sesshomaru: - ¿Soñar?
Rin: - Dormir y aparecer cada uno en el sueño del otro. El señor Sesshomaru siempre aparece en los míos.
Sesshomaru: - Lo sé.
Rin: - ¿Cómo lo sabe?
Sesshomaru: - Es mejor que no lo sepas.
Recordó cuando ella se estimuló usando su mano en medio de la noche mientras dormía.
Rin: - Hoy quiero... - lo sacó de su recuerdo - que me deje una marca.
Le mostró su clavícula. Sesshomaru se sorprendió.
Eso fue muy erótico...
La bolsita perfumada se hallaba entre sus senos, su yukata estaba desatada. Él rodeó su cintura y le marcó el cuello, esta apareció casi inmediatamente. Rin se estremeció.
Quiero que me abrace esta noche. Quiero... moverme sobre usted y sentir mi cuerpo temblar.
El demonio reflexionaba:
¿En qué piensas? Tu aroma se ha dulcificado...
Él la empujó con algo de fuerza en el futón y adentró su cara en ella, percibiendo su aroma intenso y sensual. La acariciaba con su rostro y sentía sus fluidos humedecerlo.
Rin: - Aaah... ¡No!
La devoró con mucha pasión, complaciendo a su amada que gemía con locura. Estaban al límite de su autocontrol. Ella seguía moviendo su cadera en él y este disfrutaba de su roce.
No tienes idea de lo motivado que me siento ahora...
Pensaba, aun sintiendo el aroma caliente del orgasmo en su cara. La luna creciente pronto se alzaría en el cielo de aquella retirada posada.
