CAPÍTULO XX
INESPERADO REGRESO
(Dos días después)
Ese Domingo y muy de mañana, la hermosa aguamarina salio en compañía de su nana rumbo al centro de la ciudad. Y aunque también le había pedido a su madre que lo hiciera, esta se había negado argumentando que tenia algo muy importante que hacer.
Así pues, contenta, la chiquilla sonreía al pasar frente a los anchos escaparates de las tiendas.
La señora Matsuko, contemplando las ruborizadas mejillas de su niña, hablo; "Me sorprende mucho que el día de hoy haya querido que yo la acompañe y no ese joven"
Michiru sonrió de forma sutil al mismo tiempo que se acomodaba el cabello que caía por su pálida frente; "Ahora esta ocupado en la panadería, más tarde nos encontraremos en el parque. Ademas a donde voy él no puede ir"
"¿A dónde vamos?", cuestiono la anciana.
Apenada, la joven desvió la mirada; "Aunque aún falta tiempo para nuestra boda, quiero prepararme para ella. Deseo comprar algunas cosas que él aún no puede ver"
Entendiendo sus palabras, la anciana se limito a asentir.
Dirigiendo sus pasos hacía una lujosa tienda que se encontraba justo en la esquina de una de las principales calles de la ciudad, ambas mujeres ingresaron.
La campana que pendía del marco de madera al instante anuncio su presencia. De inmediato una mujer de cabellos castaños y verde mirar salio a su encuentro. Esa era madame Suzette, quien ademas de modista, era la propietaria del lugar.
"Orwa", la madame saludo haciendo una reverencia.
"Buenos días", respondió la chiquilla.
Sin que Michiru dijera nada, el experimentado ojo de Suzette comprendió que era lo que buscaba; "Una novia... venga por aquí", expreso indicándole el camino. "¿Quien dijo que no se puede mezclar lo Francés con los Oriental?", agrego y entonces le mostró los hermosos vestidos que ella misma había confeccionado.
Maravillada por esas finas telas, la chiquilla sonrió; "Son realmente preciosos. Sin embargo para esto prefiero esperar... tengo que venir con mi madre para que me de su consejo... ahora busco... otro tipo de cosas"
La madame asintió al intuir de que se trataba; "Entonces venga por aquí", volviendole a mostrar el camilo, la condujo hacía el fondo de la tienda. "Esto requiere de total privacidad. No dude en llamarme si necesita algo", haciendo una reverencia, se retiro.
"Dioses, nana. Son tantas cosas tan hermosas, que no sé que llevar", dijo maravillada al contemplar los finos encajes que adornaban aquellas prendas.
La señora Matsuko al verla tan emocionada y luego de un silencio, expreso ; "Hace no mucho la señora le compraba muñecas, ahora usted se interesa por la ropa blanca"
"Es lógico, ya no soy una niña", tomando uno de aquellos conjuntos blancos, se lo mostró a la mujer. "¿Que opinas de este?"
Apeada, la anciana desvió la mirada; "Niña, no me pregunte eso a mi"
"Somos mujeres, nana. No tiene nada de malo que me des tu opinión. Ademas tampoco puedo preguntarle a Haruka, porque entonces esto ya no sería una sorpresa", riendo un poco, se cubrió los labios. "Como sea, me llevare esto, eso y aquello", contesto tomándolos. "Ahora lo más importante". Caminando hacia madame Suzette, trato de contener el nerviosismo que a su rostro asomaba; "Necesito sabanas, sabanas nupciales"
"Entonces venga por aquí", la dama expreso, conduciéndola hacía el otro lado. "¿Que es lo que busca?", cuestiono.
Mordiéndose los labios, la joven siseo; "Las sabanas nupciales más blancas y hermosas, no importa el precio"
Madame Suzette entonces abrió la cajonera más alta, esa en la que guardaba lo más valioso. Cumpliendo así su orden. "Debe tratarse de un príncipe como para pedir esto", pensó.
Encantada por esos bordaros y esas finas telas, la chiquilla dudo; "Nana, ¿Cuales te parecen más hermosas?"
La anciana negó con la cabeza; "Eso es algo que usted tiene que elegir"
Mirándolas y después de examinarlas a profundidad, finalmente encontró unas que fueron de su total agrado. Sus detalles bordados con finos hilos dorados, consistían en preciosos cerezos en flor, los cuales le recordaban el día en que finalmente se sinceraron.
"Estas, quiero estas", ilusionada por usarlas en su noche de bodas, expreso estrechándolas contra su pecho.
(Treinta minutos después)
Contenta, Michiru ingreso en la residencia; "Madre, ya regresamos"
Observando que su hija se aproximaba, la rubia oculto de su vista la labor que muy de mañana había comenzado, y que era por lo que se había rehusado a acompañarla. "¿A donde fueron?", pregunto nerviosa.
Notando ese gesto nada normal en ella, la chiquilla titubeo, quedándose a prudente distancia; "¿Interrumpo algo?"
"Para nada, hija... es solo que se trata de un pequeño detalle para el día de tu boda"
Emocionada por esas palabras y aún sonrojada, Michiru sonrió; "Entiendo. Fui a comprar algunas costuras, listones y... otras cosas"
"¿Que cosas?... es verdad, no debería preguntar", la dama replico cerrando los ojos.
Michiru sonrió y acercándose a ella, se sentó a su lado; "Tienes que verlas. Fui a comprar mis sabanas nupciales y ropa blanca para mi noche de bodas"
Ante la emoción que sacudía a su hija Katherine asintió, aunque para sus adentros no estaba muy convencida. Sentía que se estaba adelantando a los hechos. Temía que al final de todo y luego de haberla tomado, ese joven deshiciera sus promesas, dejando a su pequeña profundamente herida.
"Son hermosas", expreso recobrando la confianza en el chiquillo. "No te lo había dicho, pero yo tuve dos bodas, una en una iglesia como mi padre quiso y otra como Isao lo deseo... ¿Cómo van a casarse?"
"Eso aún no lo hemos discutido, pero a mi me gustaría una boda tradicional"
La rubia llevo la mano dentro de su vestido, y tomando lo que ocultaba en él, tomo la mano de su hija para entregarle aquello; "¿Sabes?, estos son mis azares, y aunque me gustaría mucho que tú los llevaras ese día, no sé si ese sea tu deseo. Después de todo... tu padre y yo... no hemos sido una pareja que envidiar"
Contenta, Michiru asintió y los tomo con fuerza; "Madre, por supuesto que deseo llevarlos, a mi no me importa lo demás. Lo verdaderamente valioso, es que tú me los obsequies de corazón"
(En la pastelería)
Detrás del mostrador el hermoso rubio hacia la cuenta del día. Fue justo en ese momento que el joven Furuhata, el propietario de la izakaya ingreso.
"Buenos días", saludo mientras que con la mirada buscaba a su amada, quien aunque no correspondía a sus pretensiones, eso no significaba que no lo quisiera.
"Buenos días", respondió Tenou.
Viendo que la castaña no se encontraba, el hombre se apoyo sobre el mostrador; "¿Sabes donde esta ella?"
"Fue a la florería de dejar un pedido. No debe de tardar"
"Creo que debí venir antes, o después", dijo llevándose el brazo detrás de la cabeza. "Esperare mientras me como un bizcocho"
En ese momento algo llamo la atención de ambos hombres, haciendo que volvieran la mirada. Y es que por la calle y dirigiendo sus seguros pasos hacia el templo, una joven pareja de novios marchaba acompañados por aquellos quienes los querían.
Emocionado, Tenou camino hacia el escaparate, sonriendo y apoyando las manos en el limpio cristal; "Algún día seremos nosotros", expreso observando a la mujer envuelta en su blanco shiromuku. "No Michi, tú te veras mil veces más hermosa. Seras la novia más hermosa que estas calles en toda su historia han visto desfilar"
Furuhata sonrió ante sus palabras; "¿Te vas a casar?"
"Así es, muy pronto"
El joven asintió, luego cuestiono; "¿Tú crees que ella... Lita... quiera... conmigo?"
Tenou se volvió hacia él, luego se encogió de hombros; "¿Y por qué no se lo preguntas?"
"Porque me da temor que me rechace. Temo quedar como un bufón", encogiéndose de hombros contesto.
"Hazlo, quizás te sorprenda con un sí. Si es un no, eso no significa que tus esperanzas estén marchitas", replico volviendo a lo que hacía.
(Esa tarde)
Serena y sentada en una de las mesitas que adornaban el precioso jardín interior, la hermosa Katherine con una sonrisa en los labios y con la fina destreza de sus manos, se ocupaba de su labor.
"¿Madre?", la chiquilla, hermosamente vestida con fino yucata y un sencillo tocado, se dirigió a ella.
La dama, ocultando su costura, se puso de pie y colocando sus manos sobre los hombros de la aguamarina, asintió; "Michiru, recuerda lo que la otra noche te dije. Tienen que tomar precauciones"
Las mejillas de la joven hirvieron de pena; "Siempre lo hacemos, madre. Pero hoy no… hoy iremos a las colinas a contemplar el atardecer y las primeras estrellas de la noche"
Observando el efecto que sus palabras tenían en su hija, la mujer sonrió; "No deberías sentir pena, es natural, además soy tu madre. Solo que pienso que deberían esperar un poco"
"No sucederá, madre. Somos muy cuidadosos. Ahora debo ir con él. Debe estar impaciente", expreso contenta.
"Ve", su madre replico emocionada. No cabía duda, de la noche a la mañana su niña se había convertido en una hermosa mujer.
Alegre por ir a ver al que en un futuro nada lejano sería su esposo, la chiquilla comenzó a caminar hacia la salida. Sin embargo y ante su brillante mirada, la puerta principal se abrió, pero no porque ella lo hubiera hecho, sino porque él, el tosco, orgulloso y majadero Isao, acababa de regresar.
Sin aliento, la señorita contemplo su figura.
Él por su parte, creyendo que su hija esperaba su regreso detrás de la puerta, sonriendo y como si solo se hubiera ausentado un par par de horas y no más de un mes, tuvo el descaro de estrecharla entre sus brazos; "Buenas tardes. Es este el recibimiento que merezco"
Ante eso, la aguamarina titubeo; "Pa... padre", expreso sin ánimos. Era lógico, con su presencia en casa, entonces no tendría mucha oportunidad de reunirse con su amado, mucho menos de entregarse a su amor.
"¿Ocurre algo?, hija", pregunto, luego la observo con detenimiento. "Pero... ¿Qué es lo que te ha ocurrido?, te encuentro más bella que de costumbre. Es verdad, tu padre es todo un tonto, no me había dado cuenta de que ya eres una mujer... y mucho más hermosa que tu madre"
"Gracias, padre", entristecida bajo la mirada.
Ese pasajero arrebato de amabilidad por parte de su esposo, no perturbo a la rubia. Ella, sin dejar a un lado su costura, se dirigió para con su pequeña; "Michiru... ve, se hace tarde"
El pelinegro camino hacia su esposa, luego beso su mejilla; "¿Ir... a dónde?... acabo de llegar, ahora quiero compartir con mi esposa y mi hija... o que, ¿No puedo hacerlo?", por momentos su tono de voz se elevó.
La aguamarina consulto el reloj, viendo que muy seguramente Haruka estaría esperando por ella en el parque; "Tengo que ir... por unas costuras, padre"
El señor Kaio negó con la cabeza; "¿En Domingo?, deja que vaya la nana. Ahora quiero hablar con ustedes... ordena que se prepare una buena cena. Hay muy buenas noticias". Sentándose en uno de los amplios sillones, saco un puro y encendiéndolo, lo llevo a su boca.
"Padre... en verdad, tengo que salir. No tardare", con un nudo en su garganta y al borde del llanto, fue capaz de expresar.
"Michiru, cuando yo doy una orden, se tiene que obedecer... ahora ven aquí, siéntate y escúchame. Pronto ampliare la empacadora. En mi viaje encontré un socio que está interesado en mi negocio...", el sujeto comenzó a relatar. Su hija sin prestarle la atención que su padre creía merecer, por la ventana observo como poco a poco la luz del sol comenzaba a languidecer. Le dolía saber que su amado muy seguramente y en vano, seguiría esperando por ella.
Jugando con los listones de su yucata, la joven se mordía los labios, "¿Qué hago?... él pensara que lo deje plantado… Dioses", en silencio se cuestionó, hasta que observando que por el pasillo del fondo la nana había cruzado, una idea asalto su cabeza; "Padre... ¿Quieres café?", la señorita pregunto en un intento por escapar a la conversación.
"Por favor… con leche, si no es mucha molestia", replico contento de ver que su hija por fin se interesaba en los quehaceres del hogar. Eso sin duda le garantizaba que se convertiría en una buena esposa.
"En un momento lo traeré", expreso y poniéndose de pie, con presura se dirigió a la cocina.
Doblando por el pasillo, se limpió las lágrimas que resbalaban por sus mejillas y que no fue capaz de contener.
"¿Le ocurre algo, niña?", pregunto la nana al verla tan nerviosa.
"Si nana, por favor, ayúdame", expreso tomando sus envejecidas manos entre las suyas.
"Dígame, sabe que pocas son las cosas que yo no haría por usted"
Agitada y llorando, la chiquilla pidió; "Nana, como cada tarde quede de verme con Haruka... pero ahora no puedo salir porque mi padre no me lo ha permitido. Él está esperándome en el parque, junto a la fuente. Yo no quiero que piense que por gusto he faltado a nuestra cita. No quiero que piense que lo deje plantado. Por favor, ve y explícale mi situación, estoy segura de que entenderá. Dile que mañana haré hasta lo imposible por verlo"
La señora Matsuko, no muy convencida, pero viendo el estado en que se encontraba su amada niña, asintió; "Esta bien, niña. Ya no llore, no me gusta verla triste"
Michiru sonrió, besando sus manos; "Gracias nana. Por favor, llévale este broche, es muy querido para mi", contesto entregándole un hermoso prendedor. "Dile que es un obsequio para él. Por favor dile que lo amo con todo mi corazón.
"Lo haré", contesto y saliendo por la puerta trasera, dirigió sus pasos hacia donde el joven estaría esperando.
Tranquila porque sabía que la anciana cumpliría con su encargo, Michiru tomo una bandeja, colocando en ella la tetera con el café.
(En el parque)
La noche se hizo presente, las estrellas comenzaron a aparecer para hacerle compañía a la solitaria luna, la cual ya se había posado sobre el punto más alto.
El parque poco a poco comenzaba a quedar vacío. Las lámparas se encendían, alumbrando a su alrededor con su melancólico brillo.
Sentado en una de las bancas y acompañado por un paquete, triste el rubio seguía esperando por su amada.
Cada vez que cerca de él escuchaba el ligero taconeo de unos zapatos, inquieto volvía la mirada a la espera de que se tratara de ella, sin embargo la ilusión le abandonaba al darse cuenta de que no se trataba de la joven.
"Michi, ¿Dónde estás?, ¿Te ocurrió algo?", pregunto mirando hacia el cielo, viendo que las primeras estrellas comenzaban a posarse sobre su rubia cabeza. "¿Olvidaste nuestra cita?... ¿Te habrás olvidado de mi?. Eso no importa, seguiré esperando"
En ese momento y del otro lado de la acera, unos rápidos pasos llamaron su atención, así que desviando la mirada en esa dirección, observo a una anciana que a toda prisa caminaba hacia él; "Joven, joven", agitada grito.
"¿Nana?", sorprendido de verla, cuestiono al mismo tiempo que se ponía de pie.
La señora Matsuko viendo que ya había oscurecido, que el parque se había quedado en soledad y que el joven seguía esperando por su niña, hizo que su ánimo se perturbara para bien. Esa combinación de eventos la llevaron a pensar que quizás estaba equivocada y que su concepto sobre ese joven era totalmente erróneo. Para nada él era como ella lo había imaginado.
"¿Qué ocurre?", ansioso cuestiono.
La mujer, recobrando el perdido aliento, hizo una pausa, luego hablo; "Me envía mi niña"
"¿Le paso algo?", preocupado pregunto. "¿Dónde está ella?, por favor dígame. Necesito verla"
La nana negó con la cabeza; "No joven, ella está bien, pero su padre ha vuelto y…", trato de explicar, sin embargo rápidamente fue interrumpida por el alto hombre.
"¿Le hizo algo?"
"No, pero es que cuando ella venia para acá, el señor se ha presentado en casa y no la ha dejado salir"
"¿Descubrió lo nuestro?", temeroso titubeo.
"No, joven. Solamente no la dejo salir. Mi niña está muy triste porque sabe que usted estaría esperando por ella. Me ha pedido que le dijera que hoy no podrá verlo. No quiere que usted piense que lo dejo plantado, o que olvido la cita. Ella ha prometido que hará hasta lo imposible por verlo mañana. Me pidió que le dijera que lo ama"
Haruka asintió menos afligido que antes. Al menos ella no había olvidado su cita, ni mucho menos se había olvidado a él; "Dígale que yo estaré esperando, y si el día después de mañana tampoco puede venir, yo entenderé. Su seguridad es ante todo mi prioridad"
La anciana asintió; "No este triste. Si mañana tampoco pueden verse, yo misma le traeré noticias… usted deme el mensaje que quiera entregarle, y yo se lo llevare"
"Gracias… ¿Sabe?, yo entiendo que para usted y la señora sea un total extraño. Entiendo que piensen que ahora planeo despejarlas de su niña, o que no cumpliré mi promesa. Eso no es así. Yo soy bueno, ni usted ni la señora tienen que desconfiar de mí. Yo sería incapaz de lastimar a su pequeña", de forma solemne expreso.
"Eso espero joven, usted no conoce al señor Isao"
"Se lo prometo, siempre voy a cuidarla", expreso y sonriendo con más confianza, pregunto; "Dígame… a la señora, ¿le gustaron los panecillos?"
"Y a mí también", la nana replico sonriendo.
"Lo sabía, traje esto para ellas, por favor, hágales llegar estas galletas", contesto entregándoles el fino paquete.
"Lo haré", replico y metiendo la mano en su vestido, extrajo el broche que su niña le hubiera dado. "Ella me pidió que le entregara esto. Este prendedor es muy querido para ella, es un obsequio para usted"
"Gracias, nana", el rubio expreso y aferrando su mano a él, asintió. "Dígale que la amo.
"Ahora váyase, las calles se están quedando vacías. Es peligroso"
"No nana, más peligroso es para ti… al menos deje que la acompañe", amablemente ofreció.
"No joven, el señor Isao podría verlo"
"No tenga miedo, yo seguiré sus pasos. La dejare antes de llegar", el rubio contesto y dejando que la anciana se adelantara, comenzó a seguirla...
A prudente distancia, viendo que la residencia Kaio se alzaba, Haruka sonrió; "Vaya, nana, hasta aquí puedo acompañarla. Dígale a Michiru que la amo", dijo contemplando el gran ventanal que protegía la habitación de su amada.
"Lo haré, joven. Gracias", la mujer expreso y entonces rápidamente emprendió la carrera hacia allá.
Nerviosa, Michiru esperaba detrás de la puerta, hasta que abriéndose, ingreso la mujer.
"Nana, ¿Qué sucedió?", agitada pregunto.
Emocionada y con la mirada destellate, se dirigió a ella; "Tiene toda la razón, niña. Ese muchacho para nada es como yo lo imaginaba. Él estaba ahí, esperando por usted. El parque estaba solo y oscuro. Pobresillo, estaba tan triste. Me ha dicho que si mañana tampoco puede verlo, él lo entenderá. Me ha pedido que le diga que la ama"
"¿Lo ves, nana?, él es muy bueno"
"Es un caballero, me acompaño para cerciorarse de que llegara segura… qué suerte tiene usted", maravillada expreso.
"Lo es, nana. Haruka es el hombre más bueno que puede haber, y pronto, muy pronto será mi esposo", satisfecha la aguamarina se llevo la mano al pecho. "Muero por ser llamada señora Tenou"
Notas de autor;
Con Isao merodeando, es muy difícil que ahora puedan verse Es por eso que escribí mucho sobre sus encuentros clandestinos. Es por eso que por momentos fue una historia lenta, para así extender los momentos felices.
"Oye LevApolo, ¿Dónde esta el drama?", se preguntaran, pero yo les pregunto, ¿Están listos para el drama?
Kaiohmaru; Isao es infeliz, quiere que todos sean como él.
Michelle; Sin personas para leer las historias, entonces no tendría caso escribir.
isavellcota; Deseo transmitir las emociones a través de palabras.
UnbreakAbleWarrior; Confía en ella porque es buena. Imagina que por los malos tratos Isao se hubiera amargado, entonces sería como él.
Hotaru tomoe; Isao es el padre de Michiru. Isao deseaba un hijo varón de su esposa, porque con otras mujeres tiene y muchos. Él lo deseaba así para tener alguien a quien heredar (como era y aún es costumbre ), considera que sus hijos "bastardos", no lo merecen.
