CAPÍTULO XXII

COBARDE OFENSA

Y como es natural, el paso de las imparables horas trajeron consigo un nuevo amanecer.

Y así como hubiera hecho el día anterior, bebiendo el amargo café y leyendo los diarios, Isao aunque acompañando por su esposa y su hija, no decía nada.

Katherine, también ignorando la presencia de su tosco marido, contenta hablaba con su hija.

"Dime, ¿Cómo te fue ayer en la cocina?", sonriendo la mujer cuestiono. Deseaba escuchar que sí había conseguido verlo, aunque fuera por un corto momento.

Sabiendo a que se refería, la chiquilla dejo a un lado su taza de chocolate; "Muy bien, madre. Y estoy tan contenta por haberlo logrado"

"Me alegro mucho por ti", replico la rubia acariciándole las mejillas.

El pelinegro sin entender de que hablaban, pero pensando que era algo relacionado con los quehaceres de la casa, dejo a un lado el diario; "Katherine, recuerda que tendremos un invitado a cenar. Pide que sea preparada una buena comida. Yo iré a la cava por un magnifico vino"

Aquello no le hizo ninguna gracia a la mujer. Consideraba que su hogar no era el lugar indicado como para hablar de negocios, más obedeciendo, asintió; "Se hará como tú digas"

Contento, el señor Kaio se volvió hacia su hija; "Y a ti no te quiero vagando. Deberás estar presente"

Sabiendo que esas palabras significaban que esa noche no vería a su amado, contra su voluntad asintió.

Katherine observo el entristecido rostro de su hija, así que volviendo la mirada hacia Isao, cuestiono; "¿Vas a salir?". Si su respuesta era afirmativa, entonces bien Michiru podría ausentarse un momento y reunirse con el joven.

El pelinegro negó con la cabeza; "No... estaré en la biblioteca", expreso haciendo que ambas mujeres se estremecieran.


(Esa noche)

El reloj marco las siete de la tarde, y como si hubieran sincronizado el tiempo con la puntualidad, alguien llamo a la puerta.

"Debe ser él", emocionado por recibir a su futuro socio en su residencia, presuroso el pelinegro se dirigió a la entrada para abrir. Y una vez que lo hizo, descubrió que de pie y frente a él, se encontraba Katsumoto.

"Buenas noches", expreso quitándose el sombrero y haciendo una reverencia.

"Buenas noches. Por favor, pase", de forma servil, Kaio replico.

"Dígame, señor Kaio, ¿Eiji vendrá?"

"Por supuesto que no. Esta cena es meramente familiar", contesto indicándole el camino.

De pie junto al piano, la hermosa rubia esperaba que aquella ridícula operata pronto terminara.

Observando su encantadora he inmaculada belleza, Saburo de inmediato dirigió sus pasos hacia ella; "Disculpe mi atrevimiento, pero le he traído flores", sonriendo expreso al mismo tiempo que le entregaba el ramo. "Espero y a su esposo no le moleste.

"Gracias, es usted muy amable", una vez más, incomoda por sus atenciones, tuvo que agradecer. Y es que ese sujeto le recordaba a Isao cuando lo conoció. Hablaba y se comportaba de la misma forma para impresionarla.

Isao, desaprobando su comportamiento, camino hacía él y tomándolo por el brazo, hizo que este desviara la atención de su esposa; "Sí, bueno... ya conoce a mi mujer, ahora tengo el gusto de presentarle a mi única hija", expreso señalando a la hermosa aguamarina, quien contra su voluntad se veía obligada a asistir a esa reunión.

Fue entonces cuando Katsumoto poso la mirada en la hermosa chiquilla, quien envuelta en un kimono, en sus labios había dibujado una sonrisa forzada.

"Buenas noches, señor", de forma educada saludo al mismo tiempo que hacía una reverencia.

Maravillado por su exquisita presencia, el pelinegro tomo su pálida mano; "En verdad jamas pensé encontrarme con mujeres más bellas. Soy Saburo Katsumoto", expreso y entonces con gentileza la beso.

"Michiru Kaio", replico esperando lo mismo que su madre. Y es que si la cena terminaba pronto y de tener oportunidad, escaparía para ir corriendo a los brazos de su prometido.

"Señor Kaio, no sé que decir. En verdad las mujeres de su casa son por demás maravillosas. La belleza de madre e hija han logrado impresionarme"

Ese comentario para nada fue del agrado de la rubia, mucho menos agradó a la aguamarina, quien consultando el reloj, con tristeza pensó en él, quien en el parque ya estaría esperando.

Por su parte, Isao sonrió satisfecho; "Me alaga, señor Katsumoto", expreso mientras que para sus adentros pensaba que si Katherine había logrado atraparle, con mayor razón lo haría su hija. Y es que si lograba que ese hombre volcara toda su atención hacia ella, entonces bien podría olvidarse de pagarle los dos millones.

Tenerlo de yerno, sin duda le resultaría más beneficioso que tenerlo como socio.


(En el parque)

Y como desde hacía dos noches, el hermoso rubio esperaba por su amada prometida en la misma banca.

Ansioso y deseoso de sus besos, con impaciencia veía como las manecillas del reloj se movían. Peor aún era cuando la campana marcaba que ya había pasado otra hora.

"Dioses. Esto es toda una tortura", expreso arrugando con los puños su pantalón.

No pudiendo tolerar más aquella abrumadora espera, decidido se puso de pie y entonces comenzó a avanzar entre las oscuras calles.

Con un solo pensamiento en su cabeza, el cual era poder verla, llego hasta aquella acera y viendo que en la distancia se alzaba la residencia Kaio, entre las sombras de los altos muros de la casona que estaba justo en frente, se oculto a la espera del momento preciso en el que pudiera hacer algún avance.

Observando el ventanal de la habitación que pertenecía a la chiquilla, esperaría a que las velas se encendieran, entonces se acercaría para verla aunque fuera la fracción de un momento.


(En el comedor)

Sentados a la mesa, los cuatro parecían disfrutar de una buena cena. Aunque quienes en realidad solo lo hacían, era el par de pelinegros.

Ansiosa, Michiru de cuando en cuando contemplaba el reloj. Aquello se le figuraba que duraría una eternidad.

"Seguramente Haruka ya debió haberse ido a su casa", entristecía pensó al ver que pronto serían las diez.

Esa impaciencia para nada paso desapercibida para Katsumoto, quien sonriendole, le hablo; "Señorita, me he percatado de que con insistencia mira el reloj, ¿Acaso espera por alguien?... ¿Esta aburrida?"

Ante esa pregunta cuya respuesta podría delatarla, negó con la cabeza.

El señor Kaio frunció el entrecejo al ver que la actitud de su hija era una molestia para el hombre; "Señor Katsumoto, puedo asegurarle que mi hija no espera por nadie. ¿Verdad, Michiru?"

La joven contra su voluntad bajo la mirada; "Así es, padre"

Katherine, comprendiendo que era lo que le ocurría, en defensa de su amada pequeña, alzo la voz; "Pasa que desde esta mañana mi hija no se siente bien"

Ante su convincente explicación, Katsumoto dejo a un lado su copa; "Lamento mucho que mi presencia sea inoportuna. Señor Kaio, debió decirme, pudimos dejar esta reunión para después"

"Para nada es incomoda, nos honra con su presencia... ¿Verdad, Michiru?", el pelinegro contesto elevando la voz. "¿Por qué no tocas algo para nosotros?", pidió en un intento por aligerar la tensión. "Mi hija ademas de tocar el violín, realiza magnificas pinturas", por primera vez orgulloso de sus habilidades, reconoció. Deseaba con ella poder impresionarlo. "Después de todo tener una hija no me es totalmente desfavorable", pensó torciendo los labios.

Contra su voluntad, pero esperando escapar a su intimidante mirada, la aguamarina se puso de pie, dirigiendo sus pasos hacia el salón.

Por lo visto el patriarca Kaio había logrado su propósito, porque sin decir nada y totalmente maravillado por la chiquilla, Katsumoto fue el primero en reincorporarse y siguiéndola, tomo asiento en uno de los amplios sillones.

La joven tomo su violín y luego de afinarlo, con su arco de dorados crines comenzó a extraer de él las mas dulces notas.

Katherine ante la descarada actitud de su esposo, se puso de pie y justo cuando dirigía sus pasos hacia el salón, Isao la tomo del brazo; "Déjalos a solas"

La rubia negó con la cabeza y escapando a su agarre, murmuro; "Obligame"

Ante ese notorio arrebato de molestia, Isao se enfado. ¿Acaso su esposa estaba celosa de la atención que ese hombre cernía en su hija?... ¿Ella estaba interesada en él?, fueron las preguntas obligadas que asaltaron su cabeza y que asomaron a sus labios. "¿Estas celosa de que él parezca interesado en tu hija y no en ti?... no seas ridícula. A Michiru le doblas la edad, ella te dobla la belleza"

"Ese hombre para nada es de mi agrado, ademas él es quien le dobla la edad a tu hija", dijo y dirigiendo sus veloces pasos hacia el salón, tomo asiento.

Ante el dulce sonido del violín, Haruka se puso de pie al intuir que era su amada quien lo tocaba. "Qué belleza", pensó disfrutando de aquella música al mismo tiempo que a su imaginación trataba de evocar tan maravillosa imagen.

Entonces lo que en un principio hubieran sido dulces notas, de a poco se volvieron tristes. Ese era un desesperado grito de ayuda el que con su melancólico instrumento, lanzaba la aguamarina...

Habiendo terminado el improvisado recital, Isao y Saburo fumaban en el salón mientras que ambas mujeres en el gran comedor conversaban.

Consultando su reloj, Katsumoto se reincorporo y apagando el puro en el cristalino cenicero, se coloco el negro sombrero; "Señor Kaio, pronto darán las doce de la noche. Es hora de que me retire"

"Entonces deje que llame a mi esposa y a mi hija para que se despidan"

"No es necesario... agradezco sus atenciones", tomando su bastón, se encamino hacia la salida.

Nervioso, Isao lo acompaño a la puerta; "Mañana podremos pasar por la empacadora, señor Katsumoto"

Saburo sonrió y negando con la cabeza, coloco su mano sobre el hombro del pelinegro; "Señor Kaio, llámeme jefe Katsumoto"

Al escuchar esas esperanzadoras palabras, el regordete hombre asintió; "Supongo que eso significa..."

"Exacto, señor Kaio. En unos cuantos días tendrá los dos millones en su bolsillo. Comprenderá que no llevo conmigo una cantidad tan grande"

Sabiéndose triunfador, su nuevo socio tuvo un descarado ofrecimiento; "Jefe Katsumoto... ¿Por qué no vamos a celebrar nuestra alianza?. Conozco un salón en el que las mujeres en verdad son hermosas"

Ante su preposición, Saburo negó con la cabeza; "Agradezco su invitación, pero no frecuento los salones, prefiero la compañía de otro tipo de mujeres… supongo que usted me entiende, ¿No?", expreso torciendo los labios como emulando una sonrisa.

"Sí, por supuesto", replico el otro sabiendo que se refería a su hija.

"En verdad tiene una familia encantadora. Su esposa es bellisima, vaya con ella y hágale el amor. No encuentro su necesidad de acudir a tan sucios lugares... no olvide dormir bien. Mañana alguien pasara a buscarlo para afinar detalles", habiendo agregado, se retiro.

Desde el lugar en el que estaba oculto, Haruka observo cuando aquel extraño sujeto que no conocía abandono la residencia, luego las luces de todo el interior se apagaron.

De forma paciente esperaría hasta que todos se fueran a dormir para acercarse al ventanal y así poder llamar a su amada...

Perturbado por lo que sus negros ojos habían presenciado y lo que sus oídos habían escuchado durante las ultimas dos noches, Isao fumaba cerca del estante.

"Esa maldita desgraciada", murmuro y luego escupió a un lado.

Ver que ese sujeto había quedado maravillado con la presencia de su esposa y prendido de su hermosura, hicieron que su sangre hirviera.

Sí, se había pasado los años tratando de odiarla y aunque no quería reconocerlo, sabía que era joven y hermosa. Pero al darse cuenta de que ese hombre estaba por demás interesado en ella, fue algo que movió su ánimo. Quizás para bien, quizás para mal, eso dependería del punto de vista de quien lo atestiguara.

"Ella es mía, es mi propiedad. Ningún otro hombre puede llegar a tenerla, ni siquiera yo he vuelto a poseerla", molesto volvió a murmurar al mismo tiempo que arrojaba el puro al suelo y lo aplastaba bajo su pesado pie.

Caminando son sigilo para no tropezar en medio de la oscuridad, dirigió sus pasos hacia la habitación donde la mujer dormía y corriendo el fusuma, ingreso en ella.

Observado que la rubia descansaba, se deshizo de su camisa, luego se arrastro en su lecho y tumbándose junto a ella, comenzó a acariciarla al mismo tiempo que la besaba.

El descarado toque de sus inquietas manos hicieron que la mujer despertara. Lógico fue que pensara que se trataba de un lascivo ladrón. "¿Qué hace?", cuestiono rechazándolo.

Isao negó con la cabeza y tomándola por las muñecas, con fuerza la aprisiono; "Soy yo. Soy tu esposo. Y esta noche deseo estar contigo"

Tan extraño cambio en él tomo por sorpresa a la dama; "¿Qué haces?", cuestiono sin oponer mucha resistencia. Hacía ya tantos años que entre ellos no había intimidad, que en ese momento su sangre y su carne hirvieron en profundo deseo.

"Eres mi esposa. Sabes que es lo que quiero", dirigiendo sus manos hacia las prendas que la cubrían, las rasgo. "Voy a hacerte mía como nunca antes. Eres la más hermosa de las mujeres, la única que puede saciarme"

Aunque aturdida, la mujer relajo sus miembros. Dispuesta a entregarse a él, no porque lo amara, sino porque pensaba que era su obligación, correspondió a sus besos.

Pensando que había pasado la mitad de su vida a su lado y, recordando que su hija era una joven que ya se entregaba a esos placeres, hicieron que Katherine quisiera saberse amada de esa intima forma. Deseaba que su cuerpo le dijera que aún era joven y hermosa.

Así pues, en su cabeza hizo a un lado la imagen de su esposo para luego ocuparla con la de su adorado Albert, quien en su imaginación siempre era el hombre que la tomaba.

Isao se saco lo que quedaba de sus ropas y mirándola a los ojos, pidió; "Dame un hijo. Te prometo que cambiare. Volveré a ser ese hombre que conociste"

Katherine asintió y justo cuando el pelinegro estaba a punto de penetrarla, recordó sus engaños, su lenguaje y lo que cruelmente pensaba de su hija; "No… alto", expreso rechazándolo. "Hace mucho que deje de ser tu esposa… ¿Para que quieres otro hijo?, ¿Qué no tienes muchos?", reincorporarse, se vistió con las rotas prendadas. "Vete de mi habitación, yo no te deseo"

Furioso por su negativa, el sujeto rompió a reír; "Pero que ingenuo fui, tú siempre serás esa maldita perra frígida. Eres aburrida, incapaz de excitar a un hombre, incapaz de engendrar un hijo… nadie te querría en su cama", levantándose, comenzó a vestirse.

"Tú me deseaste, hice cuanto quisiste y lo disfrutaste. Te di una hermosa hija, y ahora estas furioso por que tú no eres el hombre al que yo me entregaría completa", agitada, fue capaz de decir.

"Querida, acepta que ningún hombre se acostaría contigo. En la cama puedo compararte con una inútil muñeca", sonrió creyendo que con eso destruiría su enaltecida confianza.

"No lo niegues, Isao. Estas celoso de que otro hombre si pueda llegar a satisfacerme, ¿No?", contesto alzando la voz y refiriéndose a Katsumoto. Aunque ella no estaba nada interesada en él, sabia que a su presencia se debía ese repentino cambio en él. "Quizás con otro hombre en la cama si me vuelva una fiera y toda una mujerzuela, así como esas que tanto te gustan", agrego de forma descarada y no permitiendo con ello que continuara ofendiendola.

Eso termino por enfurecer al de por si encolerizado hombre, así que acercándose a ella, la tomo por la barbilla; "Más te vale que no se te ocurra traicionarme. Si lo haces, entonces soy capaz de ….", apretando su puño, con fuerza golpeo el muro

"No tienes que preocuparte, tú y tus amigos me hacen exactamente como me describes, una frígida", contesto burlonamente.

"Querida, en este mundo no hay quien se atreva a tocarte, pero si lo hay, entonces me gustaría conocerlo. Ahora con tu permiso, voy a algún burdel donde la más sucia de las rameras sepa que hacer con esto. Es tu culpa que tenga que buscar placer", de forma grotesca y con señas obscenas, abandono la habitación.

"Lárgate a donde quieras", su esposa grito mientras aseguraba la puerta para que no volviera a molestarla.

Haruka en ese momento contemplo que Isao abandonaba la residencia.

Dispuesto a aprovechar tan único momento, se acerco y llamando al cristal con los nudillos de su mano, en voz baja murmuro; "Michi"

La entristecida joven ya recostada en su cama, pensó que aquella tan solo era una juguetona alucinación.

"Michi", volvió a llamarle.

Una vez podría ser producto de su imaginación, pero no dos. Así que poniéndose pie y tomando su bata de seda, la chiquilla abrió el ventanal. Fue entonces cuando contemplo a su amado.

"Haruka, mi amor", emocionada dijo tendiéndole los brazos a través de la pesada reja.

"Necesitaba mucho verte. Perdona que haya venido hasta aquí", dijo y luego como pudo, la estrecho entre sus brazos.

"Esta es la mas grata de las sorpresas", la aguamarina besos sus labios. "Perdóname por no haber podido asistir a nuestra cita, pero es que mi padre me ha ha forzado a cumplir con un compromiso"

"Lo entiendo. He visto cuando un sujeto se marchaba... hace algunos minutos mire a tu padre salir", replico antes de besarle.

"Me alegra mucho saber que no esta en casa", replico sin soltar el abrazo. Luego volvió a unir sus labios con los de su prometido. "Te amo"

"Y yo a ti, mi amor", el rubio contesto. "Maldita reja que me aparta de ti"

En ese punto Michiru sonrió de forma juguetona y separándose de él, exclamo; "Mi padre no vendrá hasta el amanecer... mi nana y mi madre duermen. Por favor pasa la noche conmigo"

Ante su atrevida petición, el rubio negó con la cabeza; "Eso es demasiado arriesgado"

"Lo es, sin embargo... ¿Tú no deseas que suceda?"

Tenou asintió; "Y mucho, pero..."

La joven sonrió; "No es imposible... iré a abrir. Ve a la puerta trasera... no quiero que los vecinos te vean y le digan a mi padre"

No muy convencido de su petición, el rubio rodeo la residencia agradeciendo que las sombras fueran muchas y estas le brindaran ese anonimato que necesitaba.

La joven de inmediato abrió y apenas estuvieron frente a frente, se fundieron en un abrazo y un apasionado beso.

"No sabes cuanto deseaba estrecharte. No sabes cuanto deseaba tus labios. Ven por aquí", murmurando, Michiru tomo su mano y entonces comenzaron a caminar por los oscuros pasillos, hasta que llegando a su habitación, le indico que ingresara. "Pasa"

Tenou, nervioso lo hizo, descubriendo que aquel espacio era iluminado por un pequeño quinque. "Es un lugar muy hermoso", señalo.

"Lo es", replico tomando su mano y quedando frente a ella. Luego con un ademan le indico que se sentara en su cama. "Ahora quiero que nos amemos hasta más no poder. Hasta que el amanecer nos sorprenda", murmuro y entonces abrió su fina bata para revelar sus excitantes formas.

Sorprendida por su petición, la alta mujer asintió al mismo tiempo que tomaba su mano para atraerla hacia ella.

La bella aguamarina sin oponer ninguna resistencia, a horcajadas se sentó en su regazo; "Hazme tuya", pidió buscando sus labios y entrelazando sus manos en su brillante cabello.

La sangre de Tenou hirvió en deseo y despojándola de sus interiores, introdujo sus dedos en ella mientras que con la otra mano la sostuvo por las caderas. Los labios los dirigió hacia su enardecido pecho.

Sus intrusos y juguetones dedos se presionaban dentro de su intimidad, haciendo que la encendida joven comenzara a moverse sobre ellos.

Sus agitadas respiraciones rápidamente se apoderaron del lugar. Michiru por su parte no tardo mucho en comenzar a gemir. "Dioses", expreso al borde de un inevitable clímax.

Tomándola por las caderas, la rubia sonrió al mismo tiempo que le indicaba que disminuyera el ritmo de su movimiento. "¿Qué haría tu padre si viera lo que le estoy haciendo a su hija y en su propia casa?"

"Nos mataría". Michiru apretó los labios para en ellos ahogar sus quejas, pero por más que se esforzó, aquello fue inútil. Porque en ese momento un fuerte gemido escapo de su pecho; "Maldición". Sus mejillas se ruborizaron aún más.

"Nos van a escuchar", Tenou dijo cubriéndole los labios con su mano libre.

En ese momento la chiquilla se estremeció, se mordió los labios y luego se derrumbo sobre su amante. "Demasiado maravilloso", murmuro cerrando los ojos.

"Puedo sentirlo", replico la otra aún sin salir de ella.

Aún palpitante, la joven se reincorporo un poco y besando a su amada, comenzó a desvestirle con desespero; "No sé cuando podremos volver a estar juntos, así que debemos aprovechar que ahora podemos hacerlo"

Dejando que continuara, la rubia comenzó a ayudarle. "Estoy de acuerdo"

Michiru negó con la cabeza; "Deja que yo lo haga", expreso comenzando a besar su desnudo pecho, luego trazo un camino de besos hacía su encendido vientre. Deteniéndose, le desabrocho el pantalón. "Quiero saciarte hasta que no puedas más, porque no quiero que en otros labios busques besos, no quiero en otras manos busques caricias... mucho menos quiero que hagas como mi padre"

"¿Qué hizo?"

"Fue a uno de esos sucios lugares", expreso sabiendo que por eso había salido, luego se quedo pensando un intente; "¿Alguna vez lo haz hecho?"

Haruka asintió; "Yo no quería ir, me llevaron arrastrando", expreso recodando aquel bochornoso incidente.

"Sí, claro. Haces sonar como sí hubiera sido todo un sacrificio", expreso dirigiéndole una mirada poco amigable.

"Michi, sabes que yo jamas haría algo como eso y si, fui... pero no hice nada. Para alguien como yo es muy arriesgado"

"Más te vale que así hubiera sido", replico liberándola de sus pantalones.

El tiempo transcurrió entre apasionados besos y miles de lascivas caricias...

Después de haber estado fundidos en un largo abrazo, Haruka finalmente se reincorporo. Y es que estaba a punto de amanecer.

"Tengo que irme. La panadería pronto abrirá", dijo tomando sus ropas para vestirse.

Satisfecha, la chiquilla asintió; "Entiendo. En verdad ha sido maravilloso", expreso abrazando la almohada.

Haruka sonrió y acercándose a ella, beso su espalda solo para volver a poseerla...

De pie y a través del gran ventanal, el rubio abrazaba a su amada; "Es hora", dijo y tomando sus manos, las beso.

"Impaciente estaré esperando. Esta tarde haré lo imposible para que podamos vernos", al borde del llanto la mujer contesto.

"Rezare porque así sea", el rubio expreso y una vez más, a través de la reja la beso.

Desafortunados aquellos dos, porque no intuían lo que estaba a apunto de suceder.

Ebrio como ya era su costumbre, Isao regresaba a su casa cuando de pronto observo que cerca del ventanal de la habitación de su hija, un infame intruso merodeaba.

"Adiós. Te amo"

"No me digas adiós. Esas palabras no me gustan", triste replico su hermosa prometida. "Te amo, mi amor"

Satisfecho, no solo por haber visto a su amada, sino por lo que había acontecido, Haruka comenzó a caminar con paso ligero. En medio de esa oscuridad y ese silencio, solo el taconeo de sus zapatos retumbaba en la empedrada acera.

Contenta, Michiru se recostó en su cama. Trataría de conciliar el sueño, aunque luego de todo lo sucedido difícil le sería hacerlo. En su memoria quería revivir tan placenteros momentos.

Isao, completamente convencido de que ese sujeto había estado espiando a su hija con pasos torpes comenzó a seguirlo. "Hijo de puta", murmuro cuando el joven comenzó a alejarse más. Así que llevando la mano al bolsillo interno de su saco, extrajo su revolver de seis tiros.

Con la mirada nublada por el alcohol y con sus temblorosas manos, de forma cobarde le apunto por la espalda y jalando el gatillo, al instante el sonido de seis disparos quebrantaron la tranquilidad de la madrugada.

La hermosa rubia Katherine, la nana y la aguamarina ante ese sorpresivo escándalo, se reincorporaron.

"¿Qué ha sido?", pregunto la vieja al encontrarse con sus dos amas en el recibidor.

"Alguien ha disparado, murmuro la rubia tratando de ver por la ventana.

Nerviosa porque su amado hacía no mucho había salido y temiendo que hubiera sido lastimado por algún mal viviente, la aguamarina también se acerco para ver; "¿Que sucedió?"

El orgulloso y ahora cobarde pelinegro, viendo que el sospechoso había dado un tumbo, pero que reincorporarse había logrado correr, encamino sus pasos hacía donde había caído. Fue cuando observo que sobre la acera se dibujaba una brillante mancha de sangre.

"Corre maldito... huye cobarde", el tosco hombre grito, pero entonces su atención se desvió más allá al ver que sobre el suelo algo destellante reposaba.

Acercándose y tomándolo en su mano, descubrió que se trataba de un fino y hermoso prendedor labrado con oro y plata. El señor Kaio sonrió al pensar que ese ladrón de algún lujoso lugar lo había tomado. Mas no tomándole importancia, lo guardo en el bolsillo de su saco.

Habiendo reconocido aquella voz, Katherine abrió la puerta y entonces salio a su encuentro; Isao, ¿Qué ha sucedido?", nerviosa y confundida tuvo el valor de preguntar.

"Qué he descubierto a un maldito hijo de puta merodeando cerca del ventanal de tu hija. Pero no tienen que preocuparse, ese no volverá por aquí. Lo herí, mas no sé cuantos tiros le metí"

Asustada y sin color en sus mejillas, la joven titubeo; "Padre, ¿Qué ha hecho?"

"Lo que cualquiera haría en mi situación. El muy cobarde ha huido. Espero y se muera", dijo torciendo la sonrisa en sus labios.

Preocupada, Michiru observo en la distancia la rojiza mancha de sangre. Entonces en silencio rogó al cielo que sus sospechas no fueran ciertas y esta no perteneciera a su amado Haruka.


Notas de autor;

Les dije que en esta historia trataríamos ciertos temas como el machismo y esas cosas. Es por la época en que toma lugar que es necesario hacerlo.

Isavellcota; Es un maldito, en todo ve el signo de pesos. Ojala y se vaya a la ruina, pero que no arrastre a su familia con él.

Kaiohmaru; Ya habrá tiempo de que hablemos más de Albert.

Michelle; Me alegra que te gustara.

UnbreakAbleWarrior; Más puñetazos que los que Katsumoto le ha dado al cortejar a su esposa? XD.

Hotaru tomoe; Saburo parece más interesado en la madre que en la hija, aunque eso podría cambiar.