Nota: Con este capítulo se da inicio al último arco, que abarcará la marca de la muerte de Rin hasta los meses antes de lo narrado en Yashahime. Espero que lo disfruten. 💕

Yugen (palabra japonesa): designa aquel sentido profundo y misterioso de la belleza del universo y la triste belleza del sufrimiento humano.

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"¿Saya, crees que sea buena idea aliarnos con Tokyoji? Después de todo no sabemos nada acerca de él"

Kenji siempre había dependido en exceso de su hermana, aunque era valeroso y ágil en el combate, las decisiones siempre las tomaba ella. Cuando su padre, antes de morir, les habló del Yugen, ni siquiera tuvo un pensamiento propio: se quedó mirando el rostro de asombro de su hermana y solo razonó sobre aquella historia cuando ella lo hizo.

"¿Será cierto lo que nuestro padre nos dijo?"

Ante la pregunta de Saya, él solo permaneció observándola con la mirada vacía.

Por otro lado, a medida que fueron creciendo su sed de sangre también lo hizo, debido a su sangre híbrida de araña vampiro.

"Vamos a quedarnos un tiempo con ese demonio llamado Tokyoji, su sangre... revela una tristeza insoportablemente deliciosa ¿No lo sientes?" Él asintió con la cabeza, pero no sentía como ella; él, desde su nacimiento, se sentía completamente vacío.

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Saya despertó y al abrir sus ojos los inundó un resplandor que al mismo tiempo, delineaba la sombra de Shishio. En aquella oscura y fría cueva, ya no había razón para permanecer.

El joven fumaba en su pipa; su parte favorita del día era el nacimiento del sol. Saya se acercó a él, quien permanecía sentado.

Saya: - Hoy atacaremos la aldea.

Shishio: - ¿Hoy? ¿Y qué hay de la encapuchada?

Saya tomó la caja donde tenía guardada la cabeza de Kenji y se marchó.

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Sesshomaru, Jaken y Rin llegaron a tierra firme, fue hasta salir de la posada que esta notó lo tensa que se sentía debido a la amenaza de Saya.

Sesshomaru: - Debemos apresurarnos.

Jaken y Rin: - Sí.

El demonio cruzó los cielos, al igual que Ah-Un, quien llevaba a Rin y a Jaken en su lomo.

Rin: - Amo Sesshomaru ¿Cree que todos estén bien?

Sesshomaru: - Ya lo veremos.

Se dirigieron a toda velocidad hacia la aldea.

Mientras tanto, una Kagome algo acostumbrada a los mareos y desvanecimientos repentinos de Inuyasha, lavaba la ropa en el río junto a Sango. La exterminadora notaba en su mirada una profunda incertidumbre.

Sango: - Kagome ¿Te encuentras bien?

Kagome: - Sí...

Sango: - No deberías mentirte a ti misma– apoyó su mano en su hombro.

Kagome: - ¡Sango! - la abrazó de repente, tirando el kimono húmedo a un lado – Tengo tanto miedo de que Inuyasha no se recupere. Los días pasan y él solo empeora. Además, esa mujer…

Su amiga la tenía abrazada.

Sango: - Sé que es frustrante, me siento igual. Si esa demonio ataca la aldea ¿Cómo podremos detenerla? De solo pensar que algo pueda pasarle a mis hijos...

Kagome comenzó a llorar. Inuyasha, que las espiaba a lo lejos, se mostraba afligido ante el lamento de su esposa.

¡Te demostraré una vez más mi fuerza! Te lo juro, Kagome...

Miroku: - Inuyasha - interrumpió su diálogo mental - Ya se han tardado Sesshomaru y los demás ¿Crees que estén bien?

Inuyasha no respondió.

El hanyo se fue alejando del monje, en dirección a Kagome, pero este lo detuvo.

Miroku: - Déjala llorar, no malgastes energía.

Inuyasha: - Iré a buscar a Saya, no pienso quedarme aquí toda la vida. No huiré más.

El monje chasqueó su lengua, molesto por la situación. La impotencia la padecían todos y cada día incrementaba, pero a Miroku lo hacía sentirse culpable.

De repente, una extraña ráfaga sacudió sus ropas y los aros de su bastón de exorcismos.

Miroku: - ¿Qué fue eso?

Inuyasha frunció el ceño y de inmediato detectó el olor.

Inuyasha: - Saya – dijo mirando hacia las copas de los árboles.

Allí estaba ella, apoyada sobre unas ramas, con sus ojos de fuego clavados en el alma del hanyo. Bajo el árbol, Shishio permanecía visible y mostrando una gran sonrisa.

Shishio: - Hola.

Inuyasha: - ¡Kagome, Sango!

Corrieron hacia ellos, Kagome, quien siempre llevaba consigo sus flechas, amenazó a Saya, pero esta se burló. Dio un gran salto y cayó muy cerca de la sacerdotisa. La fuerza del movimiento la hizo caer al suelo de espaldas.

Kagome: - ¡Ah!

Vio sus ojos demoníacos observarla con absoluto desinterés. Luego se giró hacia Inuyasha, quien estaba paralizado debido al inesperado suceso.

No han regresado… bueno, tal como lo sospechamos, esto será un corte limpio.

Consideró Saya. Shishio corrió y se situó a lado de ella. Miroku abrazó a Sango, la cual se encontraba desarmada. Inuyasha por su parte, corrió hacia su amada y la levantó, pues esta se encontraba totalmente impactada.

Había algo encriptado en los ojos de Saya, algo que trascendía de las palabras: una calma absoluta, una tristeza inconmensurable y una seguridad abrumadora.

Inuyasha: - ¡Sabíamos que estaban aliados! – apuntó su espada a ellos.

Kagome: - ¿Qué hiciste con el cuerpo de Kanade?

El joven sonrió.

Shishio: - ¿Acaso importa?

Sacó el objeto ovalado que utilizaba de arma y luego de decir unas palabras en secreto unas serpientes se extendieron como humo alrededor del misterioso objeto. Estas salían y uniéndose desde sus colas formaban una poderosa espada.

Shishio: - ¡Cuando tú lo indiques, Saya!

Kagome apuntó con su flecha al joven.

Kagome: - ¡No será tan fácil!

Saya: - Seres del otro mundo ¡Reclamo su sangre!

Dijo al tiempo que saltaba y con su guadaña impactaba la tierra; de las grietas producidas salieron nuevamente sus clones de sangre.

Los adefesios los rodearon. Shishio miraba a su aliada sin entender sus intenciones.

¿Por qué no los acabamos de una vez? ¿Acaso lo estás esperando?

Uno de los clones agitó su fuego fatuo sobre Miroku, quien protegía a Sango, pero Kohaku intervino utilizando su hoz para aprisionar la mano del clon.

Kohaku: - ¡No dejaré que los lastimes!

Shippo también usó su fuego mágico perfeccionado: la Estela azul y con su técnica lastimó a uno de ellos.

Shippo: - ¡Miroku, Sango, márchense, sus hijos se encuentran con la anciana Kaede!

Estos no reaccionaron a causa de la impresión.

Shippo: - ¡Rápido!

Mientras se alejaban, Kagome los cubrió e impactó a uno de ellos con sus flechas. Kohaku fue derribado, pero rápidamente continuó peleando, lo mismo Shippo. Inuyasha, quien ya comenzaba a padecer los estragos de la enfermedad, agitó a Tessaiga con fuerza.

¡Si muero al lanzar este ataque, moriré con gusto!

Inuyasha: - ¡Meido Zangetsuha!

Las lunas infernales golpearon a la mayoría de clones, que fueron conducidos al otro mundo. Los demás siguieron atacando. Kagome pensó:

Inuyasha ¿Te encuentras bien?

Volteó su rostro a él y lo vio agitado, pero lleno de convicción en acabarlos.

No me dejaré vencer ¡No será tan fácil!

Saya: - ¡Vaya! Parece que se han fortalecido.

Shishio: - Eso no es nada ¡Déjame mostrarte la fuerza de mis serpientes hechas espada!

Se acercó desafiante hacia ellos, dejando tras él a una Saya indiferente.

Shishio: - ¡Última ilusión!

De su espada emergió una luz blanquecina, que se expandía en movimientos oscilantes, como serpientes en la maleza.

Shishio:- ¡Prepárate, Inuyasha!

Golpeó a Tessaiga con su espada, Inuyasha contuvo el ataque, sintiendo en su cuerpo la sangre de demonio hervir. Ante aquella situación tan extrema y peligrosa se nubló su juicio y decidió soltar su colmillo.

Desposeído de su humanidad, el hanyo mostró el cambio en su rostro: sus ojos se volvieron rojos y sus pupilas moradas, sus colmillos se engrandecieron y aparecieron a cada lado de sus mejillas unas marcas moradas.

Saya: - ¿Qué rayos?

Kagome: - ¡INUYASHA!

En esa forma va a sobreexigirse ¡Debo detenerlo!

Intentó correr hacia él y abrazarlo, pero una Saya consternada, la sostuvo fuerte del nacimiento de sus cabellos. La miró a los ojos, enfurecida.

Saya: - Si das un paso más te arrancaré la cabeza.

Kagome sintió el terror recorrerle la espalda.

Shippo y Kohaku se acercaron a Inuyasha y a gritos intentaron hacer que su amigo recuperara la conciencia.

Shippo: - ¡Es inútil, solo si sostiene su espada podrá volver en sí.

Shishio pensó:

¿Por qué siento tanto miedo? No puedo moverme…

El hanyo se fue acercando a él, mientras liberaba la tensión de sus garras con un crujido.

Inuyasha: - Eres un hanyo, justo ahora puedo notarlo.

Shishio retrocedió, su espada tembló ligeramente en sus manos.

Saya: - Si das un paso al frente te descuartizará.

Le expresó a su aliado. Al mismo tiempo, sujetó más fuerte los cabellos de Kagome, esta se quejó.

Kohaku:- ¡Suéltala!

Saya: - Como tú digas.

La arrojó bruscamente al suelo, Kagome sintió un terrible dolor en su frente, zona que había impactado contra el suelo.

Kagome: - Inu… yasha…

La demonio se transformó. De sus manos emergieron unos hilos de sangre que formaron una especie de nidos de arañas. Sus ojos se volvieron rojos y un cristal carmesí apareció en medio de su frente. Asimismo, unas marcas rojas similares a las patas de una araña se formaron en sus mejillas.

Saya: - ¡Arañas Vampiro!

Sus arañas, a toda velocidad fueron lanzadas como proyectiles, mediante hilos de sangre hacia la sacerdotisa, pero Inuyasha, quien había recuperado la conciencia gracias al aroma de la sangre de Kagome, la empujó y la libró de aquel fatídico ataque. Las arañas solo provocaron un corte en la ropa de Inuyasha.

Saya: - Eres mucho más rápido ahora – sonrió.

Esta se volvió a Shishio, que se encontraba todavía perplejo.

Saya: - ¿No ibas a demostrarme tu poder? No sirves para nada…

Kagome se desvaneció de la impresión en los brazos dela hanyo. Este la cubrió, su rostro se había relajado, ya no mostraba signos de demonio.

Inuyasha:- ¡Maldita!

La dejó en el suelo, pero rápidamente fue resguardada por Kohaku. El joven exterminador estaba conmocionado:

No hay forma de vencer, ni siquiera se ha transformado, pero estoy seguro de que van a acabarnos.

Inuyasha amenazó a la demonio con su espada.

Inuyasha: - ¡Atácame!

Entretanto, la encapuchada los observaba desde las ramas. Desde su perspectiva vio a Shishio amenazar con su espada el cuerpo de Kagome, aprovechando que Inuyasha permanecía muy concentrado en su oponente.

Cuando Inuyasha se dio la vuelta para evitar el golpe certero hacia ella, Saya se propuso rebanar de su cuerpo la cabeza.

Inuyasha: -¡KAGOMEEEEEEE!

Súbitamente, el cuerpo de la encapuchada fue lanzado violentamente hacia el costado de Shishio, el cual cayó al suelo. La misteriosa mujer fue lanzada como un proyectil; su rastro formó una breve estela que se paseó por la mirada atónita de Saya.

Esta volteó su rostro hacia el entrometido atacante. Era Sesshomaru, el cual la había lanzado y ahora miraba con severidad a Saya. Rin, Jaken y Ah-Un se acercaron a Shippo, el cual estaba boquiabierto.

Saya: - Sesshomaru…

Este no respondió.

Shishio se incorporó y retrocedió unos pasos, sosteniendo el cuerpo maltrecho de la encapuchada.

Saya: -¿Siempre eres así? ¿Atacando de improviso?

Sesshomaru: - No se me ocurrió una mejor entrada.

La demonio sonrió.

Saya: - Me agradas.

Inuyasha levantó a una Kagome bastante conmocionada y herida.

Rin: - Señora Kagome – la llamó, mientras le hacía gestos de que se aproximara.

Esta la miró con rostro esperanzado, pero cuando iba a dar el paso, el hanyo la cubrió.

Inuyasha: - ¡No te muevas!

Shishio había intentado lastimarla con su espada, pero Inuyasha previó el ataque. La furia fue tal, que soltó a su esposa y se concentró en arremeter contra su enemigo.

Inuyasha: - ¡YA ME TIENES HARTO!

Mediante un ágil movimiento de su colmillo, impactó en el hombro de su oponente, que derramó abundante sangre.

Shishio: - ¿Cómo?

Saya lo vio espectante.

Esa emoción… al filo de la muerte.

Sonrió.

Inuyasha cercenó su brazo, este cayó al suelo; la sangre rápidamente fue recorriendo su torso y piernas.

Va a morir.

Pensó Saya.

La encapuchada, en un movimiento rápido, cortó la cabeza de Shishio, la cual salió despedida y cayó a los pies de Kagome. Esta gritó horrorizada.

La mujer cruzó el cielo, alejándose del campo de batalla. Lo hacía llevando en sus manos el cuerpo sin cabeza del joven.

Kagome: - ¡Es lo mismo que aquella vez!

Inuyasha: - ¡No dejaré que escapen!

Pero ella se alejó a una increíble velocidad. Inuyasha se quedó confundido, ya no había rastro alguno de su olor.

Sesshomaru: - ¡No dejaré que escapes!

Saya aprovechó el momento para ingerir un poco de sangre de demonio. Así, pudo lastimar al daiyokai, insertándole su brazo en el abdomen.

Sesshomaru, sorprendido, escupió algo de sangre. Cuando él la miró de reojo comprobó que se había drogado y su velocidad y fuerza habían aumentado considerablemente.

Rin y Jaken: - ¡SEÑOR SESSHOMARU!

Saya: - Eres experto en esto ¿No?

Él sonrió ligeramente, al tiempo que la golpeaba de un codazo en el rostro. Esta salió por los aires y se estampó contra un tronco de un árbol.

Saya: - ¡Cuánta fuerza! – dijo al reponerse.

Sesshomaru sintió un dolor punzante en su herida.

Maldita…

La demonio resopló…

Shishio, fuiste igual que mi hermano. Los hombres débiles son incapaces de tomar decisiones. Ahora mismo, el peso que recaería sobre alguno de los miembros de mi clan ha caído sobre mis hombros. No puedo fallar…

Sesshomaru: - Es tu fin.

Inuyasha: - ¡Espera! No te metas en nuestra pelea.

Sesshomaru: - Cállate, estuviste apunto de morir.

Inuyasha: - ¡No es cierto!

Jaken: - ¡Se escapa!

Saya: - No tengo tiempo para sus tonterías.

Se alejó a toda prisa. Ambos hermanos la siguieron.

Bien, ahora solo debo perderlos de vista.

Unos clones de sangre, que permanecían ocultos entre los arbustos salieron repentinamente dispuestos a atacar a Kagome.

Rin:- ¡Señor Sesshomaru! – alcanzó a gritar apenas los vio acercarse.

El demonio se dio la vuelta in so facto. El hanyo también se preocupó por Kagome, por lo que Saya a aprovechó para fugarse y borrar su olor.

Volvieron y de inmediato acabaron con los clones. Rin abrazaba a Kagome, mientras Jaken las defendía usando su báculo de dos cabezas, al tiempo que Shippo y Kohaku luchaban con algunos clones.

Kagome: - Han vuelto a escapar – pronunció con dificultad.

Rin:- Si tan solo supiera pelear.

Sesshomaru: - No te preocupes, la próxima vez no tendrá escapatoria.

Inuyasha: - Me siento bien ahora. Supongo que era debido a Shishio que me sentía enfermo.

Kagome: - ¿En serio?

Recobró su ánimo de inmediato.

Kagome: - Me alegra tanto – corrió a abrazarlo.

Jaken: - ¡Ya dejen esa besuqueadera!

Inuyasha: - K-Kagome...

Rin: - Ja, ja..

Sesshomaru: -Hmp.

Regresaron a la aldea. Durante el trayecto, Rin les comentó que había logrado liberarse del sello, y a grandes rasgos, lo que había sucedido. Kohaku se mantuvo algo tímido, pero ella le sonrió, haciéndole ver que ya todo había quedado en el pasado.

Al llegar, fueron recibidos por Miroku, Sango, Kaede y sus hijos.

En eso estaban, cuando Sesshomaru, al detectar un familiar aroma se alejó de ellos sin dar ningún tipo de explicación…

Inuyasha: - ¿Adonde vas, Sesshomaru?

Rin y Jaken: - ¡Señor Sesshomaru!