CAPÍTULO XXIV

TRISTE AMANECER

(Hace algunos meses. Yokohama)

La noche había caído. Posada en lo más alto de los oscuros cielos, la hermosa luna brillaba por entre las nubes. Abajo, los mosquitos volaban por sobre la hierba, iluminando con su luz los frescos cultivos de arroz.

Más allá y tendidos sobre el dorado trigo, el hermoso rubio sostenía entre sus brazos a aquella chiquilla de cabellos castaños.

Kyomi, enamorada de él desde hacia un largo tiempo, hacia no mucho había decidido sincerarse con sus sentimientos. Haruka, no deseando que en él pusiera todas las esperanzas de un amor imposible, le hablo de su secreto. Sorprendida más por su negativa a estar con ella, que por lo que ocultaba, la castaña se sumió en una profunda tristeza.

Observando la terrible aflicción que victimaba a la joven, Haruka contra su voluntad decidió corresponder a sus sentimientos. Y aunque no la amaba como la otra deseaba que lo hiciera, luego de la mutua entrega de alguna forma había aprendido a quererla.

"Qué noche tan más hermosa", la joven murmuro apoyando la cabeza sobre su pecho.

"Lo es", replico él, luego entrelazo sus dedos entre sus rizados cabellos.

Reincorporándose un poco, la mujer clavo su oscura mirada en la de él; "¿En qué piensas?"

Ligeramente Tenou se encogió de hombros; "En nada sin importancia", contesto acariciándole las mejillas.

"Aunque no me lo quieras decir, intuyo que piensas en lo que te pidió tu abuelo... ¿Por qué le das tantas vueltas al asunto?"

"Porque no estoy seguro de que ir a Tokio sea lo mejor. Aquí esta mi hogar, en esta tierra están enterrados mi madre y mi abuelo... ¿Por qué he de huir?"

Ante sus palabras, Kyomi negó con la cabeza; "No, Haruka... tú naciste con un destino muy diferente al mio. No deberías desaprovechar esta oportunidad, sabes que tienes que irte", afligida señalo.

"Lo sé, pero...", Tenou trato de decir, sin embargo ella rápidamente lo silencio.

"Haruka, tú mismo lo has dicho, en este lugar no te queda nadie que te ate, ni aun siquiera yo que te quiero, soy capaz de hacerlo. Es por tú bien que tienes que irte", en ese punto la fresca y negra mirada se le lleno de lagrimas. "Yo jamás podre marcharme, pero tú que puedes hacerlo, no debes ni siquiera cuestionarlo"

Ante su petición, el rubio asintió; "Y si decido irme, ¿Estarás bien?", fue la pregunta a la que se vio obligado.

La chiquilla, peleando con todas sus fuerzas contra sus sentimientos, desvió la mirada para enjugar su llanto; "Haruka, no creas que me eres indispensable. Aunque te he dado más que el corazón, ahora te dejo en libertad", expreso y luego rompió a llorar. "He escuchado que las mujeres de la capital son muy hermosas. Su piel no es como la de las campesinas. Ademas dicen que sus mejillas son sonrosadas. Estoy segura de que quedaran maravilladas con tu mirada... más de una te querrá... a alguna llegaras a amar", apagando su voz, fue capaz de murmurar.

"Yo... en verdad no sé que decir"

"No tienes que decir ni que pensar nada...ahora júrame que te iras y que jamas regresaras a esta miseria", volviendo a elevar la voz, Kyomi pidió.

"No es una decisión fácil de tomar", poniéndose de pie, Haruka replico.

"Júramelo, prométeme que jamas volverás", dejando que las lagrimas le nublaran la mirada, sollozando ordeno.

Luego de un largo silencio, el rubio finalmente asintió y tomando las manos de la mujer, beso su mejilla; "Te lo juro, jamás regresare... cumpliré con la promesa que le hice a mi abuelo"


(Hotel del centro)

Aún perturbado por como su hija se hubiera atrevido a gritarle, el cobarde pelinegro se percibía nervioso. Su mirada era inquieta, sus gruesos labios estaban secos y por momentos sus miembros se estremecían.

Esa actitud no paso desapercibida para el castaño Eiji, a quien se había encontrado de camino al hotel donde Saburo se hospedaba.

"¿Te encuentras bien?", finalmente cuestiono al ver el fino sudor que perlaba su amplia frente.

Isao, aflojándose el corbatín, asintió agitado; "Si, no me pasa nada", dijo y entonces con el dorso de la mano se limpio empalidecido rostro.

"Parece todo lo contrarío, te encuentro muy diferente a esta mañana... ¿Tiene que ver con lo que paso en la madrugada?"

"Sucede que...", con voz temblorosa trato de decir, más siendo consiente de que no podía confiarle todo lo que había pasado en casa, apretó los labios para en ellos mantener el secreto.

"¿Y bien?... ¿Por qué te callas?", ante su silencio, el castaño ligeramente se encogió de hombros.

"No, no es nada, será mejor que vaya y me lave la cara, no quiero que Katsumoto me encuentre así", replico y poniéndose de pie, dirigió sus pasos hacía el cuarto de servicio, el cual quedaba del otro lado del amplio recibidor.

Eiji, intuyendo que algo realmente serio le ocurría a su amigo, sonrió al mismo tiempo que negaba con la cabeza; "¿Estará enfermo?, si ese es el caso no se puede morir... al menos no ahora"

En ese momento Saburo apareció al encuentro, observando que el castaño se encontraba sin la compañía del poco agraciado pelinegro; "¿Dónde esta el señor Kaio?, pensé que ya había llegado"

Nervioso por encontrarse casi a solas con él, Eiji replico; "Se ha ausentado un momento, perdone su imprudencia"

Notando el efecto que su presencia causaba en él, Katsumoto rió un poco; "¿Te ocurre algo?", cuestiono sabiendo a que se debía esa desencajada expresión que se había dibujado en su rostro.

"No, no es nada", contesto el otro, luego con su mano izquierda hizo un ligero movimiento de mano en clara señal de disculpa.

Saburo sonrió y asintiendo, con burla contesto; "Si no te conociera, juraría que me tienes miedo, ¿No?". Habiendo dicho poso la juguetona mirada en la negra prenda que vestía la mano izquierda del castaño. "Me gusta la elegante forma con la que disimulas tu falta de dedos... es toda una lastima que yo no pueda ocultar mi cicatriz... ¿No lo crees?"

Eiji lejos de responder a esa provocación que bien podría costarle el pulgar derecho, o incluso la mano completa, lleno de impotencia apretó el puño.

Mas para fortuna suya, el tosco Isao finalmente apareció, rompiendo con aquella abrumadora tensión. "Eiji, me gustaría mucho pedirte un favor...", dijo, pero viendo que su socio también estaba presente, rápidamente cambio su terrible semblante por una fingida sonrisa. "Buenas tardes, jefe Katsumoto"

"¿Qué favor es ese, señor Kaio?... quizás yo podría ayudarlo", de forma cortes Saburo ofreció.

Ante la indiscreción que estaba por cometer, Isao volvió a sonreír, tratando de ocultar con ello el enojo que desde temprano lo consumía; "No, tan solo se trata de algo sin importancia"

"Entiendo, señor Kaio. Entonces pasemos a lo verdaderamente importante. Estoy por abandonar el hotel, la casa que ocupare durante el tiempo que mi estancia en Tokio lo requiera, finalmente esta lista... venga, quiero que la conozca"

"Jefe Katsumoto, será todo un honor", complacido por tan magnificas atenciones y olvidándose por un momento de lo sucedido, el pelinegro hizo una reverencia ante él.

"Entonces vamos, nuestro transporte espera", haciendo un ademas de mano, Saburo señalo hacia la salida.


(Habitación de Haruka)

Débil y aún confundido a causa de la hemorragia, Haruka yacía tumbado sobre el lecho, aunque de cuando en cuando se reincorporaba un poco para beber el amargo vino en un intento por calmar los terribles dolores que le aquejaban.

"Maldición", furioso mascullo entre dientes, y es que al igual que los analgésicos, el alcohol le resultaba casi inútil. "Si al menos me desmayara, esto dejaría de doler", chillo con impotencia.

Y fue precisamente en ese instante cuando de forma escandalosa alguien llamo a su puerta. Quien quiera que fuera, por la forma en que lo hacía, pareciera que de un momento a otro derrumbaría la habitación completa.

Pensando que muy seguramente se trataba de un molesto vendedor, contra su voluntad y tratando de no lastimarse, acudió a abrir y una vez que lo hizo, la sorpresa sacudió no solo su maltratado cuerpo, sino también su lastimado animo. "¿Michiru?"

La hermosa aguamarina, con la mejilla amoratada, el labio abierto y el yucata manchado en sangre, llorando se lanzo en sus brazos; "Me alegra mucho que estés vivo", sollozando alcanzo a decir, luego lo beso en los labios.

Aturdido, con las pocas fuerzas que había en sus brazos la estrecho contra su pecho; "No fue nada. Pronto estaré bien. Ademas no tienes que preocuparte, tu futuro esposo no quedara cojo", expreso sonriendo con dificultad.

"Yo así te amaría, incluso si estuvieras lisiado. Lo verdaderamente importante, es que estas vivo", procurando no lastimarlo, lo aprisiono entre sus brazos. "Esto es mi culpa... ¿Algún día podrás perdonarme?"

"Mi amor, yo no tengo nada que perdonarte. No es tu culpa"

"Por lo que te hizo, mil veces sea maldito mi padre", aferrando sus pálidas manos a la camisa de su amado, gimiendo la mujer pudo balbucear.

"Ya no llores, Michi. Si este es el precio que tengo que pagar, entonces no me queda de otra", expreso y luego se separo de ella para poder mirar su rostro. Contemplando sus heridas, temblando cuestiono;"¿Qué te ocurrió?", con cariño y cuidado para no lastimarla, acaricio sus mejillas.

"No importa. Pero porque soy una tonta, es que él ha descubierto lo nuestro y ahora ha jurado que vendrá a matarte", rompiendo a llorar de forma abierta, la señorita hundió su adolorido rostro en su pecho.

"¿Ese malnacido hijo de perra te hizo esto?", furioso y con dolor, pero no por sus heridas, sino por como ese hombre se había atrevido a lastimar a su prometida, Tenou cuestiono.

"Por mi no te preocupes. Ahora tienes que irte lejos, yo no soportaría que te hiciera aún mas daño", la joven Kaio suplico. "Huye ahora que puedes"

"Michi, yo no soy un cobarde. Iré ante tu padre y le diré cuales son mis intenciones para contigo", apretando su puño, se encamino hacia la salida. "Si se ofende, entonces a mi podrá pegarme todo lo que quiera, pero no quiero que a ti vuelva a tocarte"

La aguamarina negó con la cabeza y tomándolo de la mano para detener su avance, con todas sus fuerzas se aferro a él; "El es un hombre que no entiende de razones… no tuvo piedad de mi, que soy su única hija, entonces tampoco la tendrá hacia ti. Tienes que irte. Yo no puedo permitir una tragedia mayor"

"No iré a ningún lado, no hasta que el malnacido ese me escuche", firme en su decisión, Haruka alzo la voz.

Michiru, sin poder contener su amargo llanto, se arrodillo ante él y lanzándose a sus pies, volvió a suplicar; "Por favor, mi amor. Si es que en verdad me amas, entonces lo harás. Sí el cumple sus promesas, entonces yo no podría vivir sin ti... a mi puede matarme, pero no a ti"

Inclinándose sobre ella, Haruka negó con la cabeza al mismo tiempo que se limpiaba las lagrimas; "Levántate, Michi. Jamas, esuchame bien, jamas vuelvas a arrodillarte ante nadie. Nadie es digno de verte así"

"Entonces júrame que te iras", tomando sus manos, la chiquilla pidió una vez más.


(Residencia Kaio)

Luego de todo lo ocurrido, un abrumador silencio se había apoderado de aquella casona. Ni aun siquiera los juguetones pajarillos se acercaban a beber la cristalina y fresca agua del estanque.

Sentada a la mesa del jardín y con la mirada clavada en las flores, la alta rubia contemplaba como los despreocupados insectos se posaban sobre sus brillantes pétalos.

En esa quietud, la lastimada mujer en vano trataba de deshacerse de aquellas grotescas imágenes que le llenaban la memoria.

Sintiendo el molesto cosquilleo en sus labios y aún con el metálico sabor a sangre en ellos, se volvió hacia la nana, quien de pie y frente a ella, en silencio la observaba.

"¿En qué piensas, nana?", finalmente pregunto al mismo tiempo que en su rostro trataba de dibujar una fingida sonrisa.

La señora Matsuko dio un paso al frente y entonces, abrió los labios; "En primera, agradezco que las dos doncellas que ayudan en casa no hayan venido hoy a trabajar... en segunda...", sin poder continuar, enmudeció.

"Habla, nana", su hermosa ama ordeno.

"Señora, en esta casa soy nadie y quizás lo que voy a decirle sea una impertinencia. Ruego que pueda disculpar a esta entrometida vieja, pero pienso que de todo esto el único responsable es ese joven. Si él jamas hubiera aparecido, el señor Isao no hubiera castigado a la niña"

Katherine cerró los ojos, luego negó con la cabeza; "No, nana. Él no tiene la culpa, Isao siempre ha sido así, aunque en todos estos años jamás me levanto la mano. Puedo perdonarle todo, absolutamente todo, incluso que hoy se haya atrevido a hacerlo, pero jamas le perdonare que haya tocado a mi hija. Eso ha sido monstruoso"

La nana agacho la mirada y arrugando con las manos su vestido, en voz baja pregunto; "Señora, ¿Cree usted que él señor sea capaz de...?"

Ante sus palabras, la alta mujer sonrió con dificultad; "Nana, un sujeto que lastima a sus hijos, es un cobarde. Un ser así no merece ser llamado hombre, mucho menos ser tratado como un señor. Mas respondiendo a tu pregunta, puedo decir que si, Isao es capaz de todo". Poniéndose se pie, con pasos lentos se dirigió hacia la habitación de su pequeña.

Siguiéndola, la anciana se quedo a pocos pasos de su ama; "¿Qué podemos hacer para evitarlo?"

"Nana, ahora es muy peligroso que mi hija salga, en cualquier momento Isao podría regresar... así que por favor ve a la panadería y pregunta donde vive ese joven. No puedo permitir que él le haga daño"

"Lo haré, señora", la señora Matsuko asintió.

"Gracias por tu fidelidad". Katherine, esperando poder consolar a su hija, corrió el fusuma. Descubriendo que ella no estaba, rápidamente dedujo que había escapado para reunirse con él. "¿Michiru?... nana... nana, Michiru no esta", agitada grito al mismo tiempo que abría el amplio armario para comprobar que todas sus cosas siguieran en el lugar acostumbrado.

"¿Cree que ella fue a buscar a ese chiquillo?", nerviosa la anciana cuestiono. Y es que si Isao volvía y no la encontraba en casa, entonces los asesinaría a los dos, y a ellas también.

"Sí, ahora debemos encontrarla antes de que él regrese", agitada y de forma presurosa, la alta rubia se dirigió a la salida.


(En la estación del tren)

El brillante sol de la media tarde comenzaba a quemar. El reloj de la alta torre marcaba las doce menos diez. El anden, abarrotado por aquellos que estaban pronto a marchar, esperaban a que la maquina de hierro arribara para conducirlos a su añorado destino.

Acompañado por las pocas pertenencias con las que hacia meses hubiera llegado, menguado por el dolor y la tristeza, Haruka se apoyaba contra un alto pilar de metal. Michiru, abrazándolo y con la cabeza apoyada en su pecho, con sus amargas lagrimas le había empapado la blanca camisa.

"Ya no llores, Michi. Te juro que estaré bien", con cariño y para tranquilizarla, Haruka acariciaba sus sedosos cabellos. Y aunque deseaba mostrarse valiente, para sus adentros estaba completamente derrumbado.

"Esto es mi culpa. Aunque no quiero que te marches, sé que debo dejarte ir", la mujer sollozo sin soltarle. "Cuanto temí que algo así nos sucediera"

Haruka la abrazo y besadole la frente, pidió; "Ven conmigo. Huyamos juntos. Quizás esta es nuestra única oportunidad de hacerlo y ser felices"

Ante su petición, Michiru negó con la cabeza; "Mi amor, yo jure que te seguiría a donde decidieras ir y sin importarme si era cerca o lejos. Ahora no sabes cuanto me duele tener que dejarte ir, más tiene que ser así. Si ahora escapamos, él nos buscara y entonces nos asesinara. Quedándome, confió en que puedo llegar a convencerlo de que nuestro amor no le hace ningún daño a nadie", rompiendo a llorar de forma abierta, volvió a apoyar la suave cabeza contra su pecho.

"Esta bien, Michi, será como tú digas", contra su voluntad también asintió al mismo tiempo que las lagrimas le nublaban la verde mirada.

"No sabes cuanto me duele que tengas que renunciar a los grandes planes que tú abuelo había preparado para ti"

El rubio sonrió satisfecho; "Mi amor, eso ya no importa. Tú eres todo lo que yo deseo... mi destino en este lugar siempre fuiste tú", con sus manos, de forma tierna le limpio las mejillas. "Ya no llores, todo estará bien. ¿Sabes?... en cuanto llegue a ese nuevo lugar, pondré todo mi empeño y dedicación en realizar todo lo que aquella tarde soñamos... y cuando nuestro hogar finalmente este listo, regresare para cumplir mi promesa. Entonces podremos casarnos para no separarnos nunca más"

"Lo sé, mi amor, sé que volverás. Juro que te estaré esperando. Y si es que tengo que esperarte una eternidad, entonces lo haré", firme en su promesa, la señorita Kaio expreso.

"Piensa en la hermosa vida que nos espera. Imagina el aroma del dulce huerto que adornara nuestra casa", Tenou murmuro a su oído. "El jardín estará esperando para que tú lo siembres con las flores más bellas", tomando las manos de la joven, con ternura las beso.

"De día y de noche detrás de mi ventana esperare tu regreso", conmovida la aguamarina contesto.

El tren finalmente arribo y al hacerlo, su densa fumarola y su ensordecedor sonido llamo a todos aquellos que por él esperaban, a que abordaran.

Ese sonido y el tañeo de la campana de la alta torre, hicieron que la joven se derrumbara en los brazos de su amado. Entonces su llanto se volvió más profundo y doloroso; "Maldito sea este tren que primero te trajo a mi y que ahora te arranca de mi lado. Tengo mucho miedo de que estando lejos te olvides de mi y de tu promesa". A cada campanada, sentía que su pecho de forma lenta se desgarraba.

"No digas eso, mi amor. Jamas podría olvidarte. Te prometo que regresare en este mismo tren. Entonces no volveremos a separarnos jamas", con sus menguadas fuerzas volvió a abrazarla.

"Es hora, el tren va a partir", un oficial grito, haciendo que la gente apresurara sus pasos hacía la maquina.

"Te amo", la chiquilla expreso, besando a su amado prometido en los labios.

"Y yo a ti, mi Michi", abrazándose y besándose por vez ultima, finalmente fueron capaces de separarse.

Contra su voluntad, el rubio comenzó su pesada marcha y una vez que subió a la maquina, volvió la mirada hacia la chiquilla, quien embargada por la mas amarga de las tristezas gemía.

"¿Estoy haciendo lo correcto?", Tenou se pregunto y volviendo sus pasos, dispuesto estuvo a bajar, más su amada con un ademan y negando con la cabeza, le dijo que no lo hiciera.

"Por favor, no te olvides de mi ni de nuestros sueños", juntando sus manos, la chiquilla suplico.

"Jamas, eso jamas"

El tren finalmente comenzó su lenta marcha. Aquellos que habían ido a despedirse, con pasos presurosos se alejaban del anden, mas la aguamarina, firme como ella sola, sin poder contener las lagrimas se quedo inmóvil, viendo como poco a poco aquel negro trozo de metal la alejaba de su amado.

Sin importarle cuanto sus heridas dolieran, o que volvieran a sangrar, Tenou corrió hacia el cabús y llorando, con todas sus fuerzas grito para con ella; "Volveré, te juro por mi vida que volveré por ti. Regresare para hacerte mi esposa"

Agitada la joven lo escucho y viendo como el tren comenzaba a avanzar con mayor velocidad, con los brazos extendidos se hecho a correr detrás de él; "Te amo y siempre te amare. Te estaré esperando para que podamos casarnos"

"Te amo Michi, volveré, te juro que volveré", grito el rubio llorando ante la dolorosa imagen que se abría frente a sus adormilados ojos...


Notas de autor;

Isao, ya estarás contento.

Imaginen la cantidad de veces que algo como esto sucedió. Porque de que hubo (y hay) muchos "Isaos", los hubo.

Isavellcota; Michiru ya estaba harta de ver como es que ese hombre trata a su madre. Ella no desea que siga haciéndolo. Era lógico que reaccionara así.

Kaiohmaru; Es el peor villano de todos. Piensa más en él que en la felicidad de su familia.

Michelle; Es una historia dolorosa porque es completamente humana (en el sentido de que no tienen poderes ni son seres fantásticos, tan solo son jóvenes con problemas que por ese entonces, eran muy comunes)

UnbreakAbleWarrior; Recuerda que a todo villano le llega su hora, Isao no puede ser la excepción.

HaruTenoh11; Ese sujeto no le tiene respeto a nadie.