Caminando entre la espesura de un bosque poblado de árboles finos y altos, Saya y la encapuchada llegaron a un claro. En él, la demonio miembro del clan de las arañas vampiro sumergió la cabeza de su hermano dentro de un misterioso objeto que parecía ser un huevo colmado de la sangre de Shishio.

El objeto tenía una abertura en la parte superior y estaba formado de la sangre de demonios menores que habían sido asesinados por ellas la noche anterior.

Saya añadió un poco de su sangre, la de la encapuchada y unas cuantas gotas de la de Tokyoji que la demonio había reservado para esta ocasión.

Bien, la sangre de Shishio ha bastado para cubrir su cabeza y un poco más.

Encapuchada: - ¿Para qué necesitabas de mi sangre, la tuya y la de ese otro demonio?

Saya: - Esto no solo lo dotará de fuerza, sino que le forjará emociones como la ira, la venganza, el miedo, la desesperación o la frustración.

Encapuchada: - ¿Un ser emocional? Tonterías ¿Acaso es necesario? Además, Shishio era un hanyo, eso…

Saya: - Mi clan surgió a partir de una mezcla, así que no tengo problema con ello.

Bastará unos días para su nacimiento…

Reflexionó Saya. Luego de cubrir la cabeza, el huevo se regeneró por sí mismo, quedando totalmente sellado. Después, se elevó un par de metros y se adhirió al tronco de un inmenso árbol que se encontraba frente a ellas. La luz del sol le daba justo en el centro. El objeto se cristalizó y ambas observaron su brillo fulgurante, ahora similar a una piedra preciosa.

Saya: - Una joya carmesí.

Irasue: - Bastante llamativa, a decir verdad.

Las mujeres se voltearon y vieron a Inu no Kami muy cerca de ellos, con su elegancia y serenidad habitual.

Saya:- ¿Quién eres?

Irasue: - ¿Y quién eres tú?

Saya: - Tú fuiste quien se inmiscuyó en nuestros asuntos.

Irasue: - ¿Qué escondieron en ese objeto?

Saya: - ¡No molestes! – exclamó desafiante.

La encapuchada se mantuvo al margen, cautelosa de lo que podía pasar.

Saya: - Será mejor que te marches si no quieres enfrentarte a mí.

Irasue: - ¿Lo dices en serio? – le dijo irónica.

Es extraño, la Piedra Meido me ha atraído aquí…

La demonio se transformó y con sus hilos de sangre formó su espada.

Saya: -¡Perra, te dije que te fueras!

Balanceó su arma, intentando darle justo en el pecho, pero Irasue, tal ágil como siempre, se posicionó algo lejos de ella.

Saya la miró bien.

Saya: - Sesshomaru… te pareces a él.

Irasue: -¡Ja! No dejes que te escuche.

Saya: - ¿Has sido encomendada por él?

Irasue: - Si no vas a hablar no tiene caso seguir aquí.

Pero al intentar dar el paso, Saya le cortó el paso con la espada. La miraba desafiante.

Saya: - No importa lo que suceda, yo protegeré el huevo – en sus ojos ardía el fuego.

Irasue: - No quieres morir…

Le dijo, volviéndose hacia ella.

Irasue: - Lo que hay allí dentro – señaló la joya - ¿Podrá salvarte?

Se aproximó a ella, con sus ojos ambarinos muy abiertos y brillando, totalmente incendiados.

Irasue: - ¿Podrás vivir?

Saya se petrificó, la demonio perro se fue acercando, con los ojos clavados en su alma. De repente, tan cerca como estaban, Saya apreció en el fuego de sus ojos un rostro inerte.

Saya palideció, Irasue en cambio mostró una leve sonrisa.

Irasue: - ¿Qué ves?

La encapuchada las observaba, lentamente se había ido alejando.

Irasue: - ¿A quién ves? ¿A ti?

Esa mujer en el suelo…

Saya se horrorizó, sus labios temblaban.

Sesshomaru: - Madre…

Sesshomaru había seguido el rastro de su madre.

Irasue detuvo su misterioso ataque.

Irasue: - Te tardaste, hijo ingrato. Tu madre pudo haber estado en peligro.

Sesshomaru: - No digas tonterías…

Miró a Saya, totalmente desconcertada, a la encapuchada lejos y aparentemente asustada. Luego detalló aquella misteriosa joya carmesí.

Entrecerró los ojos, intentando descifrar de qué se trataba. Irasue se acercó a él, mientras Saya se dejó caer de rodillas en el suelo.

Sesshomaru: - ¿Por qué estás aquí?

Irasue: - ¿Por qué crees que sea?

Sesshomaru: - No pareces ser su aliada ¿Acaso lo eres?

Irasue: - Estaba aburrida en el palacio, así que hice nuevas amigas.

Sesshomaru: - Tus amigas… te tienen miedo.

Irasue: - Y así está bien, me gusta la gente sensata – sentenció.

Sesshomaru: - ¿Qué dices?

Irasue:- ¿Qué pasa, Sesshomaru? ¿Te has vuelto blando?

Saya: - Lo que hay en el huevo – los interrumpió – una vez que despierte no habrá manera de detenerlo.

Se levantó y les dio la cara, los observaba con los ojos enfurecidos.

Sí, estamos a un nivel totalmente diferente, su clan y el mío. No hay forma de comparar mi fuerza, pero… la conciencia que recorre mis venas, la fusión prohibida, eso es algo que ustedes dos y toda vida sobre la tierra padecerá…

Saya volvió a formar su espada sangrienta, que era carmesí, tal como la piedra en su frente, el color de sus ojos y el huevo cristalizado. La abalanzó hacia ellos, con la mirada ahora desafiante.

Saya: - No importa si muero, mi tarea ya está hecha…

Irasue: - Hmp.

Sesshomaru: - Atrás, madre. Ella es mi presa.

Saya: - Puedes matarme si puedes, de nada te valdrá hacerlo. Tu estúpida esposa y el viaje que hicieron, ese fue su error fatal.

Irasue escuchó atenta.

Saya: - Es increíble lo que algunos son capaces de hacer por otros… Shishio me comentó que tenía un sello en su útero, el cual evitaba un posible embarazo – sonrió - ¿Tanto así quieres formar tu propia estirpe? Tus hijos serían hanyos

Irasue se quedó mirando a su hijo.

Así que por eso no podía percibir tu esencia ¿Qué significa esto, Sesshomaru? Bueno, no me interesa demasiado…

Saya: - ¿No es irónico? Los híbridos siempre son juzgados por aquellos que al final terminan cayendo a sus pies ¿Acaso sus emociones, o mejor dicho su humanidad, es lo que los motiva a protegerlos?

Sesshomaru: - ¿Quieres morir?

Saya: - Tu madre me ha preguntado que si no quiero morir, ahora tú me preguntas eso. Tiene razón, no sé parecen en nada. Su mirada es suave y su sangre… huele a humana.

Irasue: - Eso no me interesa de ninguna manera ¿Con quien te crees que estás hablando?

Por entre los arbustos, crujió un rama seca. Los cuatro volvieron a ver, pues desde antes se habían percatado de una presencia.

Inuyasha: - Así que aquí te escondías.

Sesshomaru: - Retrocede, alimaña.

El hanyo se percató de la presencia de la madre de Sesshomaru.

Esa mujer…

Irasue lo observó desinteresada.

Irasue: - Tal parece que no tienen escapatoria.

Saya: - ¿En cuál de sus manos moriré? ¿O les daré una grata sorpresa?

Encapuchada: - Yo no moriré… no se adelanten.

Juntó sus manos y comenzó a emanar de su cuerpo un aura maligna de tonalidad púrpura.

Encapuchada: - Juguemos a las escondidas.

Como una ráfaga extrajo de una de sus mangas de la capucha una especie de báculo, con el que formó un campo de energía. Se acercó a Saya y cuando él campo tocó la piel de esta, ambas desaparecieron ante sus ojos, como si nunca hubiera existido. Su aroma, incluso su energía maligna que impregnaba el aire se había esfumado.

Inuyasha: - Maldita sea…

Irasue permaneció pensativa:

Esa técnica…

Sesshomaru: - Qué molestia.

Irasue: - No te agites, los insectos como ellas en algún momento tienen que salir de su escondite…

Inuyasha notó en ambos la misma aura tranquila y desinteresada. Se percató de lo distante que se encontraba de ellos y se alegró en sus adentros de no comprender ni formar parte de un clan tan soberbio.

Irasue: - Bien, creo que me he entretenido un poco. Espero que me visites un día de estos, querido hijo.

Sesshomaru la ignoró. Su hermano divisó el objeto cristalino adherido a la corteza del árbol.

Inuyasha: - ¿Qué es eso?

Pero el daiyokai se alejó con prisa hacia Rin. Inuyasha lo siguió, intentando sacarle información sobre aquel objeto carmesí, aunque no hubo respuesta.

Madre, tu mirada era espeluznante…

. . .

En la aldea, dentro de la cabaña de la anciana Kaede, esta le ofrecía un té para los nervios a Kagome, quien se sentía exhausta por tantos eventos desafortunados.

Rin: - ¿Se siente mejor?

Kagome: - Sí, es solo que su ataque fue tan repentino que no supe cómo reaccionar.

Sango: - Y no es para menos, yo aún siento escalofríos.

Miroku: - Por lo pronto, lo mejor será permanecer unidos. No sabemos cuando pueden volver a atacar.

Anciana Kaede: - Inuyasha y Sesshomaru de marcharon sin dar razones. Esperemos que la hayan encontrado.

Jaken: -¡El amo Sesshomaru ya debe haberla acabado de un solo golpe!

Anciana Kaede: - Esa mujer se ve que es muy fuerte, incluso entre los dos no han podido vencerla.

Cuando el demonio verde se disponía a responderle, una mujer se asomó por la puerta.

Kanade: - Hola, nuevamente.

Todos la miraron sorprendidos.

Shippo: - ¡No puede ser!

Kohaku: - Pero… ¡Si nosotros la vimos morir!

Kagome: - Me alegra saber que está bien.

Rin: - ¡No entiendo nada! ¿Cómo que la vieron morir?

Kohaku: - ¡Te lo juro! No puedo creerlo. Nosotros vimos cómo Shishio la derribó.

Miroku: - Lamentamos mucho no haber podido auxiliarla, sacerdotisa.

Kanade: - No se preocupen, como ven, pude recuperarme de su ataque. Después de todo, tengo mis trucos. Ahora lo más importante es acabar con esas mujeres, son muy peligrosas… Por cierto, Rin ¿Te encuentras bien?

Rin: - Afortunadamente pudimos lograrlo, pero su mentora, la mujer cuervo, bueno…

Kanade: - Te lo dije, no era nada fácil tratar con ella.

Jaken: - ¿TRATAR CON ELLA? ¡ESTUVO A PUNTO DE DEVORAR A RIN!

Kanade: - ¿De verdad? Debe estar desesperada… pero bueno, lo importante es que sanaste. Me alegra mucho, Rin.

Rin: - Gracias, el señor Inuyasha también ha sanado de su extraño padecimiento, al parecer Shishio provocaba su mal.

Kanade: - Eso es bueno, porque derribar a esas mujeres no será nada fácil. En la casucha donde me refugié pude espiarlas usando mi ave y estoy segura de que están planeando algo grande.

Kagome: - ¿Algo grande?

Kanade: - A como yo lo veo, todo lo tenían más que calculado. Las vi hablar dejando a Shishio de lado, y según lo que pude ver en el combate que tuvieron ahora con ustedes, la encapuchada lo asesinó.

Kagome: - Es verdad, además Saya en una oportunidad había cercenado la cabeza de su hermano y se la había llevado, sin embargo, por alguna razón, lo que se llevó esa mujer misteriosa que la acompaña fue el cuerpo.

Rin: - ¿Qué significa todo eso?

Kanade: - Una conjetura podría ser que reúnen dichas partes del cuerpo para formar alguna especie de criatura.

Sesshomaru: - No es exactamente así.

Sentenció de repente, pues tanto él como Inuyasha habían ingresado a la choza muy rápida y silenciosamente.

Sesshomaru: - Según lo que pude detectar, lo que usaron fue su sangre, no su cuerpo.

Kanade: - ¿Eh?

Rin: - ¿Su sangre?

Sesshomaru: - En medio del bosque hay un extraño objeto creado a partir de la sangre de demonios menores, pero dentro de él hay una energía densa producto de la fusión de sangre y la energía demoníaca.

Kagome: - ¡No puede ser!

Jaken: - ¿Y Saya? ¿Acaso escapó?

Inuyasha: - Su acompañante formó un campo de energía muy potente y desaparecieron de nuestra presencia. Fue como si se teletransportaran a otro lugar.

Kagome: - Entonces tal vez tengas razón – miró a Kanade - todo es parte de su plan.

El daiyokai salió de la choza y miró en dirección al castillo de su madre, a mucho kilómetros de allí. Rin siguió sus pasos, al igual que su fiel sirviente.

Me niego a aceptar que te hayas aliado con ellas ¡Si es así, te desconozco como madre!

Recordó el brillo de aquella joya carmesí, su fuerte olor a sangre mezclada y aquella energía que se desprendía de ella.

Olía a muerte… similar al Inframundo. Estoy seguro de que parte de esa fusión de sangre pertenece a Tokyoji ¿Qué significa todo esto?

Señor Sesshomaru…

Rin se acercó y lo abrazó por la espalda.

. . .

Cuatro días pasaron y todos en la aldea intentaban mantener la poca calma que la quedaba. Inuyasha y Sesshomaru inspeccionaron nuevamente la joya, y aunque intentaron destruirla no hubo forma. Tampoco dieron con el rastro de Saya o la encapuchada. Nuevamente, su presa permanecía oculta.

Mientras tanto, la demonio perteneciente al clan de las arañas vampiro y la encapuchada se encontraban ocultas en una cueva cercana.

Encapuchada: - ¿Cuánto tiempo permaneceremos ocultas?

Saya: - Hasta que el huevo eclosione.

Encapuchada: - ¿Y cuándo será eso?

Saya: - Ten paciencia, no estoy segura, pero considerando la cantidad y calidad de la sangre que le proporcionamos, podría ser en cualquier momento.

. . .

Rin permanecía acostada de medio lado en el futón. Estaban dentro de la cabaña que habían construido en la aldea. Jaken dormía a su lado y Sesshomaru se encontraba frente a ella, sentado y pensativo.

Rin: - Señor Sesshomaru…

Sesshomaru: - ¿No puedes dormir?

Rin: - No, y puedo notar que usted tampoco puede hacerlo.

Sesshomaru: - Recuerda que para mí no es necesario.

Ella se levantó y lo abrazó.

Rin: - Si no quiere contarle a Rin por qué está tan pensativo, lo entiendo, pero déjeme permanecer a su lado.

El daiyokai la sostuvo y en esa posición se quedaron dormidos. Esa noche el demonio tuvo nuevamente un contacto con su fallecido padre mediante el sueño:

Se encontraba de pie en una habitación amplia y luminosa. Allí no existían los límites, ni la ausencia de luz o la posibilidad de un ataque. Era solo un espacio vacío, totalmente blanco. El demonio caminó y sus pisadas al desprenderse del suelo, formaban una ondas similares a las que se forman en el agua.

Caminó por largo rato, sintiendo que llevaba varios años allí, sin notar cambio alguno en el lugar. Aquella absoluta calma desarrollaba en él un encuentro consigo mismo, una afrenta personal que solo iba creciendo con cada pisada y con cada respiración.

En medio de su incomodad, percibió un espejo grande a unos metros de distancia de él. Cuando estuvo al frente pudo ver su reflejo, aquel rostro inexpresivo de siempre. La serenidad total hecha semblante.

Pero alrededor de su cuerpo, detalló unas diminutas manos negras que parecían hechas de brea; estas se adherían a sus ropas, a su rostro y a su cabello plateado. No obstante, Sesshomaru no se movió.

Tras él, un rostro conocido emergió como una sombra. Era Inu no Taisho.

Cuando Sesshomaru iba a llamarlo, él solo se colocó el dedo índice en los labios, pidiéndole silencio. Luego, señaló hacia un lateral y cuando el demonio volteó su rostro divisó un espectro informe y muy delgado sentado en el suelo, pero dándole la espalda. Este se abrazaba sus piernas, mientras mecía su cuerpo despacio.

Era un cuerpecillo escuálido, que desprendía un olor fétido y parecía llorar muy quedamente.

Sesshomaru sintió un ligero estremecimiento. Cuando volvió su rostro al espejo por donde veía el reflejo de su padre, vio en los ojos de este la marca de la muerte que Rin había mostrado aquella vez.

No obstante, esta vez brillaba y se ondeaba como el crepitar del fuego. Se podía ver las chispas de fuego ascender y deshacerse, todo en los ojos de su progenitor. Aquellos ojos lo fueron envolviéndolo y Toga expresó, con la voz como un susurro:

Toga: - Tenseiga…

Sesshomaru despertó y notó de inmediato la tibieza del cuerpo que tenía en sus brazos. La acostó nuevamente en el futón y salió de la choza.

Allí, apreció a su hermano, quien tenía la mirada tensa. Estaba esperándolo para hablar al respecto.

. . .

Al día siguiente, los hermanos, en compañía de Kagome, Shippo y Kohaku recorrieron los predios cercanos buscando a Saya y la encapuchada, pero fue inútil.

Más tarde, el daiyokai tenía en mente probar a Tenseiga, siguiendo las supuestas indicaciones de su padre en el sueño. Su hermano lo acompañó.

Inuyasha: - ¿Cómo? ¿Usarás a Tenseiga?

El demonio lo miró de reojo.

Sesshomaru: - De ese objeto emana el insoportable olor del Inframundo. Solo Tenseiga puede destruir aquello que no pertenece a este mundo.

Inuyasha: - Iré contigo.

Le había dicho.

Llegaron al claro, la tarde aún era joven por lo que reflejaba sus rayos en la joya ovoide.

Inuyasha: - Parece haber crecido.

Sesshomaru desenfundó su arma.

Veamos si puedes romperla…

El daiyokai dio se elevó quedando frente a ella y permaneció levitando. Desde esa posición observó una extraña ranura, por lo que se asomó en la superficie de la joya y quedó atónito…

Sesshomaru: - Está hueca… - musitó.

Inuyasha palideció.