Hola a todos ^^ perdón por no subir capítulo tan seguido como antes. Voy a esforzarme por terminar el fanfic antes de que empiece la segunda temporada. De no ser así no creo que me extienda mucho. Igualmente, gracias por leer 💖
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Las hojas de los árboles, temblorosas y agitadas, dejaban pasar la luz del sol solo parcialmente. Iluminaban el pecho de Rin, que latía a mil por hora debajo de un árbol . El eclipse se había esfumado, la aparente calma reinaba en la naturaleza, pero no así en las pupilas dilatadas de la humana.
El Yugen la había llevado al mismo claro donde aún permanecía su huevo adherido al tronco de árbol. Respiraba con parsimonia mirando la joya, intentando comprender su existencia.
Rin, quien se hallaba cabizbaja sentada en el suelo, lo miraba expectante.
Señor Sesshomaru, por favor, dese prisa.
De improviso, el híbrido habló:
Yugen: - No tienes por qué asustarte, no tengo intención de hacerte daño.
Ella lo observó, perpleja.
Yugen: - Te encuentro familiar, hay algo que se esconde en tu alma que no me resulta desagradable.
Rin: - ¿A- a qué se refiere? – balbuceó.
Yugen: - La luz de tus ojos revela que has muerto en el Inframundo y luego revivido ¿Ese demonio fue quien te salvó?
Rin: - ¿Cómo sabe todo eso?
Yugen: - Fuiste revivida con esa misteriosa arma y luego con ayuda de su progenitora. Me pregunto si mueres de nuevo ¿Cómo podrá salvarte?
Rin: - Dijo que no me haría daño.
Yugen: - Y no lo haré, solo quiero llevarte conmigo a un lugar.
Rin: - ¿A dónde? – dijo levantándose.
Yugen: - Ya has ido a ese lugar ¿Acaso no puedes adivinarlo?
Se acercó a ella y sujetó sus hombros.
Yugen: - Tus ojos me atraen.
El híbrido sintió un deseo extraño, la mezcla de sus almas la anhelaban, pero no de manera íntima, sino más bien como si ella tuviese la respuesta a su enigmático origen.
Abrumado al no comprender nada de lo que sentía, golpeó a Rin en la mejilla. El sonoro golpe la hizo caer al suelo y sujetar su rostro.
Rin: - ¡Ah!
La criatura no sintió satisfacción alguna, sino todo lo contrario.
Yugen: - Levántate, no volveré a hacerlo.
Le dio la espalda y miró su mano arrancada que aún conservaba. La unió a su muñeca y movió su mano buscando acomodarla. Luego volteó a verla.
Yugen: - He dicho que te levantes.
Rin permanecía en el suelo, mirándolo con miedo y turbación. Su mejilla se había hinchado.
El Yugen miró su silueta y sintió aún más curiosidad. Se veía tan familiar.
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En la cabaña de la anciana, Miroku meditaba sobre lo sucedido:
Esa criatura no solo sabía sobre la existencia y poder de la Tenseiga, sino que tenía la seguridad de que Sesshomaru los dejaría irse para revivir a Shippo.
¿Cómo pudo darse cuenta de eso?
Había trascurrido cerca de diez minutos desde que Sesshomaru, Inuyasha, Inu no Kimi y Kagome se habían marchado tras ellos.
Jaken: - ¡No podemos quedarnos aquí! Mi deber es estar al lado del Señor Sesshomaru.
El monje por primera vez estaba de acuerdo con él.
Miroku: - Kohaku, Shippo, andando.
Kohaku y Shippo: - ¡Sí!
Jaken: - ¡Ey, no sean así, llévenme!
Miroku y Shippo montaron en Kírara, mientras Kohaku y Jaken en Ah-Un. Se marcharon siguiendo el rastro de Inuyasha, que aún se percibía en el camino.
Al mismo tiempo, Inuyasha y Kagome le seguían la pista a Sesshomaru, pero este iba tan rápido que era imposible para el hanyo alcanzarlo.
Sesshomaru ¿Podrás llegar a tiempo para salvar a Rin?
El hanyo apresuró el paso. Kagome rezaba en sus adentros por el bienestar de Rin. A la vez, conocía tan bien a Inuyasha que sabía lo que estaba pensando:
Inuyasha, no quieres que tu hermano sufra lo mismo que tú ¿verdad?
Las dos figuras que iban a toda velocidad se perdieron en la repentina neblina del bosque.
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Rin se levantó apesadumbrada sobre lo sucedido.
Estoy cansada, esto siempre sucede. Lo sabía, en el fondo de mi corazón sé que mi destino es desaparecer. Y tal vez sea lo mejor, tal vez de ese modo, el Señor Sesshomaru pueda descansar y yo pueda por fin ser solo un recuerdo.
Sus ojos lagrimearon.
La criatura percibió la pena de Rin. De alguna forma, desconocida para él, sabía que estaba triste, asustada y que sentía un gran amor por aquel daiyokai. La sola idea de imaginarlos juntos, la posibilidad de una unión prohibida, lo hacía perder la compostura.
Era la desazón de un mal presagio, como una historia repetida, un eco que se instalaba en sus oídos e iba volviéndose cada vez más tenebroso.
Yugen: - Rin, ese es tu nombre.
Ella lo observó asombrada, pero no pudo responder, ya que su protector había hecho aparición. Entre la neblina que cobijaba sus ropajes y su esbelta apariencia emergió el demonio, el más fuerte de las tierras del oeste.
Tenía la mirada severa y en su pecho su sangre encendida, deseosa de aniquilarlo y a la vez de protegerla.
Sesshomaru: - Déjala.
Rin: - ¡Señor Sesshomaru!
Su madre apareció tras él con el rostro en absoluta calma.
Yugen: - Sesshomaru...
Sesshomaru: - Rin, ven conmigo.
La joven intentó acercarse a él, pero la criatura le cerró el paso extendiendo su brazo.
Yugen: - Pareces fuerte, tan fuerte como yo. Veamos si puedes seguirme el paso.
La criatura transformó su mano recién colocada en la misma espada de hilos de sangre de Saya, pues al haberla comido adquirió parte de sus habilidades.
Sesshomaru desenvainó también. Su herida seguía abierta, pero ya no sangraba. Su madre no dejaba de mirar al Yugen.
El combate dio inicio, la criatura intentó cortar en múltiples oportunidades a Sesshomaru. Este era más veloz que su hermana cuando consumía la sangre de otros demonios y en sus movimientos más violento y deseoso de sangre.
No obstante, el daiyokai no daba un paso atrás, además de su linaje su experiencia en batalla no era poca, por lo que al blandir su espada contra su oponente no se veía opacado, sino todo lo contrario.
Ambos combatientes hacían resonar sus armas en medio del claro, que ya se les hacía pequeño para moverse. Rin se había acercado a su suegra con algo de duda y a la vez, asustada por el destino de su amado.
Irasue: - Esto es lo que te espera si quieres estar a su lado.
Rin: - ¿Eh?
Irasue: - Un demonio como Sesshomaru siempre tendrá batallas y oponentes de este tipo ¿Estás preparada para ello?
Rin: - Yo... aunque no esté preparada, seguiré a su lado -dijo en un hilo de voz.
Inu no Kimi la observó de reojo, mostrando una leve sonrisa.
Vamos, señor Sesshomaru, confío en usted. Derrote a su oponente.
Pensaba mientras lo observaba enfrentarse a aquella misteriosa entidad.
Yugen: - Parece que no me siento cómodo del todo usando una espada.
La criatura se alejó de un salto y agitó la espada, dejando salir de ella una energía rojiza que destruyó una gran multitud de árboles que los rodeaban, mediante una onda expansiva.
Sesshomaru lo observaba desafiante.
Yugen: - ¿Eres dependiente de tu espada? Estoy aburrido de esto.
El híbrido cambió la forma de su mano que era una espada, volviéndola a su estado original.
Yugen: - ¿Eres así de débil o puedes dejar atrás tu arma?
Sesshomaru, sin expresión alguna, enfundó su espada e hizo tronar sus garras.
Sesshomaru: - No eres más que una pila de huesos.
Yugen: - Hmm... y tú eres un perro mimado.
Sesshomaru: - ¿Mimado?
Se acercó a él con sus garras rebosantes de veneno. Tenía la intención de derretirle el rostro. El híbrido dejó que se acercara, pero se movilizó algo lejos lo suficientemente rápido para evitar el ataque.
Yugen: - Antes lastimé a esa mujer, pero no me hizo feliz. Ahora quiero comprobar si al sentir tu piel en mis nudillos hay alguna diferencia.
El daiyokai, que había notado la hinchazón en el rostro de su esposa, la miró de reojo. Al verla cerca de su madre se sintió agradecido, ahora ella estaba a salvo.
Sesshomaru: - Si lo que quieres es que use mis puños, entonces lo haré.
Comenzaron a golpearse únicamente usando sus cuerpos, aquella contienda era igualmente muy reñida, pero el daiyokai, al ser más pesado y fornido, había logrado desestabilizar algunos huesos de la criatura.
Entretanto, Inuyasha y Kagome llegaron al sitio.
Inuyasha: - ¡Sesshomaru!
Kagome se acercó a Rin y comprobó que estaba a salvo.
El demonio miró a su hermano y le lanzó la mano esquelética del Yugen, que nuevamente le había arrancado.
Inuyasha la sujetó en el aire.
¿Peleando sin armas? ¿Qué significa esto?
Kagome miró la mejilla hinchada de Rin.
Kagome: - Rin, tu rostro...
Rin: - No es nada – confesó con una sonrisa.
Rin sentía que su cuñada era su hermana mayor, así que se dejó abrazar por esta, mientras observaban el combate.
Sesshomaru: - Tal parece que el débil eres tú.
Yugen: - No estés tan seguro de eso.
La criatura hundió su otra mano en la herida del daiyokai, este al sentirla moverse dentro de su cuerpo, se paralizó por un momento. Su oponente observó el rostro incómodo de Sesshomaru.
Yugen: - Esa expresión...
Sintió placer al verlo sufrir, contrario a Rin cuando la lastimó.
Yugen: - Se me ha ocurrido algo.
Pero de pronto, su mano comenzó a derretirse debido al ácido en el cuerpo del daiyokai.
Sesshomaru sujetó la cabeza del Yugen entre su brazo y su torso, quería romperle cuello.
Sesshomaru: - Muere...
La criatura forcejeaba por zafarse, pero era inútil. Sesshomaru le quebró el cuello, desprendiéndole la cabeza del cuerpo. Esta cayó en el pasto y luego su cuerpo cuando él lo dejó caer.
Inuyasha: - ¿Lo venciste?
Miroku, Shippo, Kohaku, Jaken y las bestias llegaron al sitio. Jaken al ver a su amo junto al híbrido derrotado saltó de Ah-Un con los ojos llorosos, como queriendo abrazarlo.
Jaken: - ¡Amo Sesshomaru!
El daiyokai se acercó a Rin, mirando su rostro herido. Ella se acercó también, mirándolo a los ojos.
Rin: - Amo Sesshomaru...
Sesshomaru: - Rin – acarició su mejilla con cuidado.
Justo como aquella vez en que te conocí, has sido golpeada.
Irasue observaba la mirada enternecida de su hijo por segunda vez. La primera vez había sido cuando ella la había revivido en su palacio usando la piedra infernal.
No obstante, tanto ella como su hijo percibieron una extraña presencia que los iba envolviendo. Sesshomaru empujó a Rin en brazos de Kagome.
Irasue: - ¡Sesshomaru, ten cuidado!
Miroku: - ¿Qué es eso?
Las almas que permanecían en las costillas del Yugen salieron de él formando una especie de sombra. A toda velocidad se aproximó a las espaldas de Sesshomaru y lo fueron envolviendo.
Yugen: - Esto no ha terminado.
Aquellas palabras sonaban como si miles de voces las pronunciaran. Sesshomaru percibió aquella alma oscura ingresar por su herida y apretar su corazón.
Inuyasha: - ¡Sesshomaru!
Rin y Jaken: - ¡Señor Sesshomaru!
Los huesos de la criatura fueron arrastrados hacia la sombra como si fueran imanes. Rápidamente, el Yugen obtuvo su cuerpo de regreso, tal como estaba antes.
Luego, se fue alejando unos metros de ellos, invadiendo el cuerpo del daiyokai. Sesshomaru tenía el rostro ligeramente transformado.
¿Voy a morir?
Rin: - ¡SEÑOR SESSHOMARU!
Intentó acercarse a él, pero Irasue la detuvo.
Irasue: - No te acerques.
A espaldas del Yugen se formó una especie de agujero negro. Este se fue adentrando por él caminando de espaldas, mientras arrastraba a Sesshomaru. El demonio miraba a Rin llorar, pero luego ya no pudo verla, pues su hermano corría hacia ellos.
Inuyasha: -¡Sesshomaru! ¡Sujeta mi mano!
El daiyokai, que estaba cerca de perder la conciencia, levantó su mano en dirección a él y ambas miradas conectaron. Estaban a punto de tocarse, cuando el demonio se arrepintió y cerró el puño. Irasue prestó especial atención a aquello.
Sesshomaru: - No seas estúpido, Inuyasha...
Aquel vórtice oscuro se fue cerrando cuando ambos estuvieron dentro. Inuyasha, Rin y Jaken gritaron su nombre, pero fue en vano.
Miroku: - Se lo ha llevado a otro lugar.
Kohaku: - ¡No puede ser!
Shippo: - Debe haber alguna forma de llegar a ellos.
Rin lloraba desconsolada, mientras Inuyasha caía de rodillas al suelo.
Inuyasha pensó:
Soy un inútil, incapaz de defender a quienes quiero...
Vino a su mente el recuerdo de una Kikyo agonizante en sus brazos. Su corazón ya de por sí agitado sintió partirse por la mitad.
Kagome, también colocó sus rodillas en el suelo, y lo abrazó amorosa.
Rin: - Señora, por favor, salve a su hijo ¡Solo usted puede hacerlo!
Jaken: - ¡Rin!
Rin: - ¡Por favor!
Sujetó las manos de su suegra mientras la miraba a los ojos, desconsolada.
Irasue: - No es necesario que hagas esto.
La demonio sacó de su túnica la piedra meido y miró a través de ella. Rin también podía verlo.
Irasue: - Tal como lo supuse, se dirigen al Inframundo.
Por la piedra de apreciaba el camino que llevaba a la bóveda del Inframundo, un espacio prohibido al que solo el perro guardián podía acceder, pero Sesshomaru lo había derribado.
Rin: - ¡Allí van!
Apreciaron mediante la piedra al híbrido y a un acorralado Sesshomaru, adentrarse por aquel sitio.
Inuyasha se levantó de golpe al escuchar hablar acerca del Inframundo.
Inuyasha: - ¡Si uso el Meido Zangetsuha tal vez podamos llegar a ellos!
El hanyo realizó su técnica, pero fue en vano. Era como si el Inframundo estuviera sellado.
Inuyasha: - ¡Hay una especie de barrera!
Irasue dio unos pasos atrás, alejándose de Rin. Sacó de sus ropas una mariposa vampiro que había capturado. Esta era blanca con las antenas rojas, lo mismo que sus ojos.
Irasue: - No soy una madre tan indiferente. No voy a quedarme únicamente mirando.
Jaken: - ¡No me esperaba menos de usted, mi señora!
Irasue: - Esta mariposa nos guiará a su hogar – dijo, liberándola de sus manos.
Jaken: - E-espere ¿Dijo "nos guiará"?
Inu no Kimi se transformó en perro demonio. Era hermosa e imponente.
Kagome: - Tal como Sesshomaru esa es su verdadera forma.
La demonio miró a los ojos a Rin y con ese intercambio de miradas le dijo: "Sígueme". Irasue curvó su cuello, permitiéndole subir a su lomo.
Rin observó a Jaken, quien también la miraba estupefacto.
Luego, ambos subieron en su lomo y toda velocidad la demonio corrió por los cielos en dirección al Inframundo. Esta llevaba en su hocico la piedra infernal; cada joya chocaba entre sí debido al movimiento.
Rin se sujetó de su pelaje que era suave tal como la estola de Sesshomaru. Lo mismo Jaken, el cual luchaba por no caerse.
Miroku: - Tal parece que su madre tiene un corazón.
Kohaku: - Y se ha llevado a Rin y a Jaken ¿No será peligroso para ella? La última vez murió por ese motivo.
Kagome: - Debe tener sus motivos.
Inuyasha: - ¡Yo la seguiré!
Kagome se montó en su espalda y el hanyo siguió el rastro de Inu no Kami.
La demonio perro tenía en mente solo una cosa: llegar a la cuna de las mariposas vampiro y salvar a su hijo de aquella criatura infernal.
Los demás vieron una nube en forma de perro formarse en el cielo, junto a dos pequeñas manchas que se posaban sobre ella. Parecía haberse creado una nueva alianza.
