¡Hola a todos! Son las 2:30 am, pero lo logré terminar 😊💓✨

Recordatorio:

Yugen (palabra japonesa): designa aquel sentido profundo y misterioso de la belleza del universo y la triste belleza del sufrimiento humano.

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Sesshomaru no había perdido del todo la conciencia, pero todavía era arrastrado por el híbrido que se dirigía presuroso hacia el interior de la bóveda del Inframundo.

Había decidido probar su fuerza luchando con un rival de la talla de Sesshomaru antes de reencontrarse con la humana, a quien consideraba la llave de su verdad.

Aunque hacía unas horas había nacido y solo tenía vagos recuerdos de la conciencia de Kenji sentía como si hubiera vivido ya demasiado tiempo. Las almas en su cuerpo eran un peso exacerbado, le hablaban sin parar intentando apoderarse de su mente.

A su vez, haber ingerido el cuerpo de Saya le había instruido acerca de muchas cosas del mundo, incluyendo valiosa información de su enemigo: ella conocía a Tenseiga cuando fue lastimada por ella, y de alguna manera, también había logrado intuir la importancia de la espada para el daiyokai.

Sesshomaru abrió los ojos.

Estamos en el Inframundo... ¿Acaso piensa matarme aquí? Qué absurdo, el gran Sesshomaru...

Detuvo sus presumidos pensamientos y reconoció que nada de eso tenía importancia para él desde que la conoció. En cambio, recordó el rostro hinchado de Rin, mirándolo con miedo y a la vez alivio por su llegada.

Rin, ahora estás a salvo. Si es así, solo voy a cerrar los ojos un instante.

Dejó que la criatura lo condujera hacia el interior del Inframundo. Estaba dispuesto a morir, pero antes de eso, lo acabaría primero, ya que no iba a dejar que la lastimara: ella debía vivir a toda costa.

Ingresaron por una misteriosa puerta que era inmensa y oscura. Tras ella, el sitio parecía hecho de una superficie rugosa, rojiza y escamosa, como si estuvieran dentro de alguna criatura infernal. Al mismo tiempo, recordaba a la joya en la frente de Saya y al huevo carmesí, cuna del Yugen.

La criatura liberó a Sesshomaru, quien posó sus pies en aquella textura del suelo que también era rugosa. Al hacerlo sintió un ligero calor en las plantas de sus pies.

Este lugar es distinto al Inframundo que conozco...

El híbrido alzó los brazos y respiró profundo, percibiendo el fuerte olor a muerte y sangre que había en el lugar. Al momento, una nube de mariposas blancas fueron envolviéndolo, como creando con sus alas una armadura celestial.

Las mariposas despedían una luz blanca que reverberaba con cada aleteo. Su rey caminó hasta tocar con sus dedos huesudos una de las paredes del sitio. Sabía que aquello, lo que sea que fuera, latía. Miró hacia arriba y divisó la escasa luz del sitio. Estaba en casa.

Sesshomaru: - Debe haber una razón para dirigirnos aquí ¿Acaso te da una ventaja?

Yugen: - No lo sé, solo sabía que debía venir y te traje conmigo. Hubiera preferido traerla a ella, pero eso no importa, ya que lo haré de todos modos a su debido tiempo.

Sesshomaru: - ¿Qué dices?

Yugen: - Esa mujer huele a ti, me refiero a su sangre ¿Te has unido a ella?

El demonio no respondió.

Insolente ¡Pagarás haberla golpeado!

Se aproximó al espectro, teniendo a Bakusaiga en mano, pero cuando estuvo cerca de él un velo de mariposas rodearon a Sesshomaru hasta unos cuantos metros hacia el cielo. Estas despidieron con más ahínco una luz blanquecina que le hizo sentir melancolía y un vacío en su corazón.

El Yugen le habló:

Yugen: - Hay una tristeza inmensa en este sitio ¿No lo percibes?

Sesshomaru: - ¿Qué pretendes diciéndome todo esto?

Yugen: - Soy solo la reminiscencia de un clan exterminado, pero además, puedo saber las cosas sin siquiera pensar en ellas; percibo el espacio como si fuera parte de mí.

Su voz resonaba en el lugar. Ha medida que el híbrido iba terminando la frase las mariposas se fueron dispersado, quedando entonces cara a cara.

Yugen: - Rin tiene la marca de la muerte – dijo con una voz ceremonial, pero a la vez con un dejo de tristeza ¿Sabes lo que eso significa?

Sesshomaru abrió mucho los ojos sin comprender.

Volvió a extender sus brazos y en el techo de la bóveda se mostró una especie de cielo nocturno, pero lo que había sobre sus cabezas era en realidad un eclipse de sol. Este emergió también en los ojos de fuego del híbrido, quien miraba a Sesshomaru sin parpadear.

Yugen: - Le has arrebatado su destino que era perecer ¿Crees que eso no tendrá consecuencias?

Sesshomaru: - ¿Consecuencias?

Yugen: - Un demonio de tu clase usó por primera vez esa arma heredada e incomprendida ¿Ahora entiendes lo que significa?

Sesshomaru: - Tus palabras no me interesan.

Yugen: - Te has vuelto piadoso, pude verlo cuando asesiné a ese joven demonio. Preferiste salvarlo que terminar conmigo.

Aunque, ahora que lo pienso ¿Eres realmente tú quien se siente así... o es la espada?

Sesshomaru entrecerró sus ojos.

Yugen: - No, solo estoy jugando. Puedo sentir tus emociones y todo es debido a ella. Por eso te dije que eras débil.

Sesshomaru: - Te equivocas – le apuntó con su arma – Ella es y será para siempre mi verdadera fuerza.

La criatura se sorprendió ligeramente.

Yugen: - Así que es y será tu fuerza ¿Morirías aquí por ella?

El demonio no le respondió, solo lo miró desafiante.

¿Por ella? Por ella, yo...

El Yugen pudo ver a través de sus ojos ambarinos cómo su alma había crecido. Esta se había expandido tanto que parecía desbordarse por sus pupilas. Estaba lleno de ella, había nacido en él una ferviente devoción y un deseo incesante de protegerla.

La criatura se sintió nuevamente extraña. Parecía acercarse al filo de una verdad insospechada, pero ciertamente familiar que le golpeaba en la cara.

Yugen: - ¿Quieres que ella tenga tu estirpe?

Sesshomaru: - ¡BASTA DE INSOLENCIAS!

Sesshomaru blandió su espada contra la criatura, pero su ataque fue contenido por un escudo hecho de mariposas que se habían adherido al brazo del Yugen en el último momento.

Yugen: - No sé por qué sé todo esto, ya te lo dije, solo aparece en mi mente. Tampoco entiendo por qué estas mariposas me siguen, porque sé que este es mi hogar, solo lo sé.

Sesshomaru se le quedó mirando un momento, mientras mantenía su espada amenazando el escudo.

Sesshomaru: - Esas almas en tu cuerpo van a terminar devorándote. Esta es una lucha perdida. Eres hueso y emoción en carne viva, solo ríndete.

Su oponente sonrió y respondió:

Yugen: - Todos tenemos un punto débil, eso lo sabes bien.

Ambos guerreros pelearon sin tregua. Desde cierta distancia podía verse a dos criaturas altamente poderosas agitar sus espadas, dejando salir de ellas un juego de luces verdes y rojizas.

Pero su encuentro, que se volvía cada vez más encarnizado, fue interrumpido por la presencia de un gran demonio se acercó a toda velocidad. Era Inu no Kami en forma humanoide. Tras ella venían Rin y Jaken con rostro turbado.

Sesshomaru: - ¡RIN! – Posó sus ojos en ella y luego en su madre - ¿Por qué la has traído aquí?

Irasue: - Si quiere ser realmente tu compañera deberá soportar esto y mucho más.

Sesshomaru: - ¡No digas tonterías!

Rin: - ¡Señor Sesshomaru! No sé por qué, pero de alguna forma me siento bien. No se preocupe por mí.

Yugen: - Es porque estás en casa – intervino – La marca en tus ojos es como la llave maestra hacia lo desconocido.

Rin: - ¿Eh?

Rin miró hacia el cielo y vio el eclipse, haciendo que la marca de la muerte, es decir, la del mismo fenómeno solar, despertara también en sus ojos. La humana sintió un fuerte mareo y cayó desmayada.

Sesshomaru: - ¡Rin!

Irasue la sostuvo y teniéndola en sus brazos tocó su frente y dijo:

Irasue: - Solo está dormida.

El daiyokai volteó hacia el Yugen con mirada de reproche.

Yugen: - Así será.

Sesshomaru dio rienda suelta a sus instintos asesinos, la batalla contra aquella aparente deidad híbrida solo aumentaba su vigor proveniente de su linaje, pero más allá de eso, dentro de sus venas aún percibía el aroma y la presencia de la sangre de Rin.

Su madre tenía en brazos a Rin, mientras Jaken se encontraba a su lado, preocupado por ella.

¿Por qué te has desmayado? ¿A qué marca se referirá esa criatura?

Pensó Jaken, mientras veía a Sesshomaru luchar como pocas veces lo había hecho. Tenía el ceño fruncido y algunas veces mostraba sus colmillos con gran ímpetu.

Sesshomaru, a medida que avanzaba el combate, había empezado a notar que el Yugen se volvía más rápido. A la vez, multitud de mariposas seguían el ritmo de su batalla y poco a poco iban adhiriéndose al híbrido hasta convertirse en su propia piel.

En un momento dado, el híbrido parecía un humano, solo el antifaz de sangre, los cuernos y sus garras delataban que era un híbrido.

Sesshomaru: - Veo que has cambiado tu forma.

Yugen: - Es gracias a su sueño – señaló a Rin.

El demonio no entendía nada.

Yugen: -¿No lo entiendes? Ella despertará conociendo mi verdad.

Sesshomaru: - ¿Por qué ella?

Yugen: - Esa es una de las cosas que aún no logro comprender, pero lo sabremos muy pronto.

Mientras seguían enfrentándose, Rin había comenzado a soñar:

Despertó en un prado cubierto de hiedra, pasto crecido, revoltoso y multitud de flores de muchos colores. Era una primaveral tarde añil que ya solo dejaba entrever los últimos rayos del sol y unas tímidas nubes difusas.

Rin se levantó y vio que su ropa era otra, parecía un juban, pero mucho más holgado, largo y con holanes en los bordes.

De pronto, escuchó el eco de una risa y al seguir aquel característico sonido vio una mujer desnuda lavar su cabello en un río, el cual se encontraba cobijado por multitud de árboles frondosos que teñían con su reflejo la superficie del agua.

La mujer parecía mirar con deseo a alguien que la acechaba desde los arbustos. Rin pudo verlo bien: era un joven demonio que observaba a la mujer de forma sugerente.

Luego, se fue acercando a ella hasta estrecharla en sus brazos. La mujer le devolvió el abrazo y de allí siguieron los besos y multitud de caricias.

Rin era testigo de aquello, que aunque era un sueño para ella se sentía muy real. Sonrojada como estaba, siguió observando por entre los arbustos, con las manos cubriendo sus ojos, pero dejando espacio entre sus dedos para seguir observándolos.

Un demonio... y una humana. Es como si fuéramos el señor Sesshomaru y yo.

Se ruborizó al recordar la forma en cómo el daiyokai la acariciaba y la hacía suya con total entrega. Sus ojos acariciándole el alma y demostrando con su cuerpo su ferviente deseo. Aunado a eso, habían pasado varios días desde el rito y no se habían dado ni tan siquiera un beso. Estaba envuelta en la súbita fragilidad de sus deseos.

Llevó las manos a su boca e imaginó que eran los largos y ágiles dedos del demonio los que los acariciaba y lo abrían para introducirse por ella.

La mujer empezó a gemir al ser frotada con fervor por su amante. Este le recorría el cuello mediante besos, al tiempo que seguía frotando. Cuando adentró sus dedos en ella, Rin sintió en su propia carne aquella deseada caricia.

Señor Sesshomaru...

Rin comenzó a gemir débilmente.

Irasue, quien la tenía en brazos, miró a Jaken y este a ella, muy avergonzado.

¿¡QUÉ DIABLOS SUEÑAS, RIN!?

Pensaba el pequeño sirviente, mirando con mucha vergüenza a Inu no Kami.

Irasue: - Creo que la dejaré en el suelo.

Sesshomaru y el Yugen también se habían percatado de aquello.

El daiyokai también se preguntaba qué estaba soñando frente a su madre, pero la criatura interrumpió sus pensamientos.

Yugen: - Parece tener un sueño muy placentero.

La criatura levantó sus brazos una tercera vez y un cúmulo de mariposas lo envolvieron con más fuerza y velocidad.

Su nuevo y desnudo cuerpo aparentemente humano obtuvo un elegante atuendo. Ahora llevaba una túnica blanca y aterciopelada. Además, en medio de sus cuernos emergió una corona que recordaba a una araña.

Yugen: - Parece que muy pronto sabré la verdad.

Arremetió con fuerza sobre Bakusaiga usando la espada de sangre heredada de Saya. Ahora parecía darle verdadera batalla al daiyokai, pero este continuaba agitando su espada con maestría.

Mientras tanto, Inu no Kami observaba el combate al tiempo que pensaba:

Ese híbrido no tiene intención de matarlo, solo está esperando a que ella despierte.

Volteó su rostro a Rin, quien permanecía dormida y gimiendo débilmente, pero ahora estaba muy sonrojada.

Jaken: - Ya Rin ¡Estás frente a tu suegra! – le dijo al oído.

La humana le jaló la túnica como respuesta.

Jaken: - ¡DÉJAME, NIÑA OBSCENA!

Comenzó a picarla con el báculo de dos cabezas en la frente, pero Rin dejó de gemir y ahora parecía tener una pesadilla.

Jaken: - ¿Eh?

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En el sueño, luego de aquel desaforado encuentro, Rin vio como aquella pareja enamorada decidió compartir su vida. Fruto de su unión tuvieron gemelos: un niño y una niña. Todo parecía en calma, pero su familia seguía oponiéndose a su relación.

Lo mismo los aldeanos, quienes comenzaron a rechazarla y a su familia. Un buen día, uno de aldeanos acechó a la joven que buscaba plantas medicinales en el campo, y en la primera oportunidad que tuvo mató a la mujer usando una afilada piedra. Golpeó su cabeza tantas veces como le fue posible hasta desfigurarla.

Cuando se levantó, cubierto de sangre y con rostro encandilado por su irreprimible locura, sintió unas enormes manos que lo tomaron por el cuello desde atrás y lo asfixiaron con violencia.

Bastó unos forcejeos más para que este cayera al suelo, inerte.

El joven demonio sostuvo a su masacrada esposa, y derramando sobre ella un hilo de su sangre, le devolvió la vida.

Aquella, al verse con vida lo abrazó, pero rápidamente se percató al palpar su rostro que este no tenía forma, sino que ahora eran solo trozos de carne.

La joven lloró amargamente, mientras el demonio la consolaba.

Al poco tiempo se marcharon de la aldea y construyeron su nuevo hogar en el pico más alto de una montaña. La desdichada joven llevaba una máscara hecha de la sangre de su esposo, que no dejó de amarla ni un solo día.

Aquel demonio era hijo de la reina mariposa vampiro, quien vivía en el Inframundo. Al buscar algún tipo de diversión en la tierra conoció a la joven, que ahora era su esposa tristemente desfigurada.

Esta lloraba cada día desde lo sucedido, se sentía desolada al ver cómo sus hijos ya no la trataban igual debido a su apariencia.

Un día, esta bajó la montaña buscando la muerte, pero al desplazarse tropezó y cayó al suelo. La máscara que cubría su rostro se desprendió y quedó algo lejos de ella.

Al sentir su rostro desfigurado, lloró nuevamente, sintiendo en su pecho un dolor insondable. No obstante, un misterioso joven apareció ante ella y la levantó del suelo. Parecía un adolescente que tenía la mirada amable, casi angelical. Este le dijo:

"Bebe de mi sangre, a cambio de tu alma yo te daré un nuevo rostro"

Ella aceptó y de inmediato, luego de beber solo unas cuantas gotas, sintió su rostro volver a la normalidad.

Aquel misterioso joven era un demonio perteneciente al clan de las arañas caníbal, quienes eran mucho más fuertes y prestigiosas que las mariposas vampiro, y que habían acogido a estas últimas como sus siervas, ya que habían salido del Inframundo hacia el exterior y no habían podido adaptarse.

El demonio se marchó poco después, complacido de que obtendría dentro de muy poco una nueva alma.

La joven regresó con los suyos y su esposo demonio no acabó por comprender bien lo sucedido. Al tiempo, ella volvió a quedar encinta y nuevamente tuvo gemelos: un niño y una niña. Estos llevaban la sangre humana de una mujer que pisó Inframundo, mezclada con la de las arañas caníbal y la de las mariposas vampiro.

Los bebés tenían en sus ojos una mirada profunda y oscura, sus hermanos sentían un miedo terrible al verlos, no querían estar cerca de ellos.

Un día de tantos, la madre volvió del río donde lavaba la ropa y encontró algo atroz dentro de su casa: sus pequeños hijos habían devorado a sus dos hijos mayores. Al descubrir aquello, la mujer corrió horrorizada, pero fue alcanzada por estos quienes le dieron muerte de la misma manera.

Su esposo, el demonio miembro del clan de las mariposas vampiro, no pudo con la pena. No podía revivir a sus hijos, dado que no había cuerpo que regenerar con su sangre, ni el de ellos ni el de su esposa.

Así, el demonio sin hallar algún tipo de consuelo, decidió acabar con su vida.

Los gemelos, que apenas tenían dos años de edad, se marcharon tomados de la mano, al tiempo que observaban al sol abrazar las montañas. Juntos formaron un fatídico clan híbrido: las arañas vampiro.
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Rin respiraba con dificultad, mientras Jaken la movía asustado como intentando despertarla. Por su parte, Sesshomaru y su oponente seguían luchando.

La herida abierta del demonio, a pesar de ya no sangrar, todavía le causaba dolor debido a las almas que habían intentado ingresar en su cuerpo. Además, el encuentro se había extendido ya mucho tiempo y el espectro, a medida que Rin iba soñando, se volvía más fuerte.

Yugen: - ¡SÍ! ¡HA LLEGADO EL MOMENTO!

La criatura levitó en el aire y se adhirió a la pared rugosa que latía, por medio de las pequeñas ramificaciones que tenía tras su cabeza, las que una vez lo unieron al huevo carmesí.

Sesshomaru lo vio ascender como si fuera un dios y conectar con aquella extraña bóveda. El eclipse solar llegó a su fase total y las almas de su cuerpo comenzaron a salir, mientras murmuraban frases ininteligibles.

El demonio volvió su rostro hacia Rin y vio que ya no emitía sonido ni se movía. Luego miró a su madre, quien lo observaba con rostro serio, como instándolo a no dar un paso atrás.

El daiyokai observó el rostro del Yugen que ahora lucía delicado y apreció cómo el antifaz de sangre se removía de su rostro.

Al momento, el híbrido abrió los ojos, en ellos resplandecía el círculo de fuego del eclipse. Rin también abrió sus ojos de repente y también tenía la marca.

Sí, de esta forma podré saber la verdad. Aunque seas humana la muerte ha entrado en ti. Tal como yo eres un alma en pena. Sé mi intermediaria, déjame usarte ¡Déjame saber la verdad!

El Yugen, a través del conocimiento ancestral de las almas que lo conformaban, había entendido que Rin era el instrumento adecuado para acceder a su pasado. Cuando el sueño de Rin le fue revelado, comprendió la verdad de su origen:

Aquella unión entre humana y demonio, su relación con la muerte y la mezcla de sangre en su interior debido a ambos clanes, había dado lugar a los mellizos que una vez erigieron el clan de las arañas vampiro.

Ya veo, así que te espera el mismo destino: tu descendencia tendrá la sangre de una humana que resurgió de la muerte y de un demonio que te ha hecho renacer.

El ciclo se repite... tal como la llave que eres abrirás la puerta para que una nueva descendencia maldita surja.

Mientras el Yugen comprendía todo aquello, Sesshomaru consideraba si debía atacarlo, pero al mismo tiempo, sabía que era inútil: un campo de energía similar a la joya carmesí había recubierto su cuerpo.

Rin... eres como aquella insensata mujer que sucumbió ante el amor de un demonio ¡Debes morir!

Debes...

El espectro levantó su mano ahora humana en dirección hacia ella y conectó sus ojos con los de ella.

Rin sintió la muerte que la cobijaba desde dentro resurgir y arrastrarlo definitivamente hacia la oscuridad.

Sesshomaru: - ¡Rin!

Jaken: - ¡Rin!

El demonio se acercó a ella y colocando una rodilla en el suelo, tomó una de sus manos y percibió que estaba fría.

¡No puedes morir! ¡No te vayas!

El daiyokai, víctima de su desesperación, arremetió contra el Yugen, usando a Bakusaiga para destrozar el lugar. Así, las paredes que conformaban aquella misteriosa bóveda se fueron desfragmentando por el impresionante poder de Sesshomaru a través de su espada.

Sesshomaru: - ¡NO DEJARÉ QUE TE LA LLEVES!

El poder de Bakusaiga destrozó el lugar, lo que hizo que la criatura, ahora con piel humana, cayera al suelo. Parecía estar dormido, y aún recubierto por el campo de energía.

El cielo permanecía oscuro y el eclipse solar en su apogeo. Una repentina ventisca sacudía las ropas y cabello de todos. Jaken luchaba por sostenerse del cuerpo de Irasue, mientras esta seguía observando, inexpresiva.

Al resquebrajarse el lugar, tal como si fuera un cascarón vacío, la superficie donde se encontraban se vio distinta: ahora lucía similar a la del resto de lugares que componían el IInframund; había riscos a su alrededor y una vertiginosa corriente eléctrica recubría el suelo bajo el cuerpo del Yugen.

Entiendo, he nacido para liberar sus almas...

Ahora voy a extirpar su pecado.

Voy a detener el ciclo.

El espectro se levantó y miró a Sesshomaru con ojos tristes. La corriente eléctrica se extendió por el suelo, mientras dejaba salir de las yemas de sus dedos una potente luz rojiza en forma de anillos.

Yugen: - Es momento de morir.

La criatura lanzó su poderoso ataque directamente sobre Sesshomaru, este evitó aquel juego de luces violentas que eran expulsadas sin piedad hacia él y al expandirse por el aire convertirse en poderosos anillos expansivos.

La energía chocaba en el suelo y destrozaban aún más la estructura.

Yugen: - Nada evitará que le dé muerte a la humana!

Sesshomaru: - ¡Madre, llévate a Rin de aquí!

Su madre la levantó del suelo, pero permaneció en el lugar.

Irasue: - Sálvala una vez más, si es que puedes.

Jaken volteó a verla sorprendido.

Irasue: - Si tienes la determinación podrás vencerlo.

El combate continuó, pero Sesshomaru sentía su cuerpo cansado, en varias ocasiones la poderosa energía del Yugen le había lacerado la piel. Tenía tantas heridas que aunque sanara rápido le ocasionaban gran dolor.

Yugen: - No hay forma de escapar de mí.

Las últimas almas de sus ancestros que seguían en su interior impactaron en el cuerpo de daiyokai como cuchilla afiladas, pero luego volvían a entrar en el Yugen y así sucesivamente.

El daiyokai, por primera vez, sentía que perdía la batalla.

Convertirme ahora será en vano... ¿Este Sesshomaru no podrá protegerte más?

Jaken: - ¡Mi señora! ¡AYUDE A SU HIJO, TODO PARECE INDICAR QUE SERÁ SU FIN!

Irasue: - Él así lo decidió, protegerla hasta el final aunque le costara la vida.

Mientras tanto, Rin estaba casi hiperventilando desde hacía un buen rato en brazos de su suegra. Cuando de repente, escuchó una voz dentro de su cabeza:

"Rin, despierta"

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"¿Quién es?"

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Abrió los ojos y se vio envuelta en una habitación totalmente vacía y blanca. A su lado, vio la figura de un fornido guerrero que le daba la mano para levantarse.

Rin: - ¿Quién eres?

Toga: - Debes usar a Tenseiga ahora.

Rin: - ¿Eh?

El espíritu de Toga señaló hacia la nada y de pronto se pudo ver a Sesshomaru, quien lucía ensangrentado y maltrecho, recibir todos los golpes por ella.

Rin: - ¡Señor Sesshomaru!

Toga: - Usa a Tenseiga, yo entraré en ella y te guiaré. No lo dejes morir.

Se miraron y supieron que compartían el mismo amor por el daiyokai.

Rin: - ¡Así lo haré!

La humana despertó de golpe y abrió sus ojos de par en par. Jaken vio el elipse en su fase total aparecer en sus ojos.

Jaken: - ¡Rin!

Irasue la colocó en el suelo como adivinando que algo había sucedido durante su sueño.

Rin miró a Tenseiga y sintió en su cuerpo el latido de la espada. Esta comenzó a brillar en el obi de Sesshomaru, quien se encontraba de espaldas a ellas.

Rin se acercó a él y desenvainó a Tenseiga. Él, al sentir la presencia de Rin, volteó a verla. Estaba herido e inexpresivo, pero en sus ojos había una inmensa tristeza: esta vez sentía no podría salvarla. Su cuerpo tenía tantas heridas que ya no podía sanar.

Él intentó abrazarla, pero al ver a Tenseiga brillando en sus manos pudo percibir el espíritu de su padre dentro de ella.

Padre...

El Yugen, que no había parado de torturar al demonio, posó sus ojos en Rin y decidió acabarla de una vez.

Yugen: - ¡Muere! ¡El ciclo de debe romper!

La criatura se abalanzó hacia ella, esta vez usando la espada de Saya. Rin intentó blandir la espada, mientras cerraba sus ojos pidiéndole a Inu no Taisho que le prestara su fuerza, pero Sesshomaru la ayudó a sujetar con fuerza la espada, abrazándola desde atrás.

Cuando la espada del Yugen resonó en el Colmillo Sagrado sintió la fortaleza de aquellas tres almas unidas por un mismo fin: Sesshomaru, Rin y Toga habían decidido amar y entregarse a su amor, aunque fuera algo prohibido. Algo que generara ese tipo fuerza, definitivamente no podía estar del todo mal.

Así, la potencia de la espada junto al espíritu de Toga, la devoción de Sesshomaru y la determinación de Rin, provocaron que las almas del Yugen comenzaran a salir de su cuerpo y purificarse.

¿QUÉ ES ESTO QUE SIENTO?

El Yugen podía percibir las emociones de los demás sin siquiera buscarlo. Él mismo estaba hecho de muchas de ellas que habían sido implantadas, tal como la tristeza, la desesperación, el miedo, el deseo, pero nunca había experimentado la paz. Ahora que las almas salían de su cuerpo agradecidas sentía una plenitud total.

Yugen: - La vida... este es el despertar de la vida.

La criatura vio los ojos de Rin que continuaban proyectando el eclipse, y tal como Sesshomaru en su pasado, experimentó por primera vez la piedad.

Me iré, llevándome la marca de la muerte de tu alma. Esta será mi manera de romper el ciclo.

Con la fuerza que le restaba, dado que Rin y Sesshomaru no dejaban de cortarlo con la espada, extendió su mano hacia ella y con la mano abierta atrajo hacia sí la marca del eclipse.

A su vez, la marca en sus propios ojos también desapareció, pero él siguió viéndola, pues había comprendido el dolor tan profundo que se encontraba dentro de su ser:

Este será otro regalo para ti.

Pensó la conciencia del Yugen, que estaba cerca de sucumbir, pero Rin pudo escuchar la voz de este en su cabeza.

¿Otro regalo para mí?

Sesshomaru y Rin retiraron la espada y vieron cómo el híbrido se desvanecía en forma de miles de mariposas blancas. Estas se elevaban con elegancia hacia el elipse; parecía como si se estuvieran adentrando por él desde su aro de fuego. Cuando la última de ellas desapareció, el fenómeno solar desapareció.

Sesshomaru, exhausto, cayó al suelo, y con los ojos aún abiertos, sintió un profundo desfallecimiento, pero a la vez una paz absoluta al saber que Rin estaba nuevamente a salvo.

Rin: - ¿SEÑOR SESSHOMARU?

Jaken: - ¡SEÑOR SESSHOMARU!

Inu no Kami se acercó a él y lo vio como nunca lo había visto antes: totalmente lastimado en el suelo inhóspito del infierno.

Irasue: - ¿Tu padre estuvo aquí, no es así?

El daiyokai solo se le quedó mirando, sereno.

Rin: - ¡Amo Sesshomaru, por favor no muera! – se arrodilló ante él y tomó una de sus manos.

Sesshomaru: - No lo haré. Solo necesito descansar un momento – acarició su mejilla hinchada.

Rin: - Lo amo, mi Señor. Rin siempre lo amará.

Sesshomaru: - Cuídame, justo como... aquella vez en que nos conocimos...

El demonio cerró los ojos y su semblante se suavizó totalmente. Rin permaneció llorando en su pecho, y por momentos lloraba de alegría: aquella criatura hostil que intentó matarla hacía unos momentos, al final se marchó llevándose su maldición, y al mismo tiempo, al morir sabiendo todas las cosas de este mundo, le devolvió a Rin el rostro nítido de su madre.

La humana abrazó la cabeza de su amo y besó su frente, mientras lágrimas de alegría y a la vez de preocupación salpicaban sin cesar el ahora suave rostro del daiyokai.

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Así es, Sesshomaru, vive, vive y no mires atrás.

Ahora tienes algo que proteger.

Irasue miró a Tenseiga y percibió cómo el espíritu de Toga salía de su propio colmillo.