CAPÍTULO XXIX
REPARACIONES
Abrazador, el inclemente sol del mediodía se posó sobre el punto más alto, quemando sin tregua y, aunque de cuando en cuando en la lejanía se podían observar las negras nubes, difícilmente se podía pensar que la lluvia llegaría.
Con la frente cubierta de sudor y las manos de polvo, el hermoso rubio ayudado de un azadón revolvía la desquebrajada tierra del jardín. Desenterrando las secas raíces de la maleza y las pesadas rocas que con el tiempo se hubieran acumulado.
Haciendo una pausa y limpiándose rostro con la manga de su camisa, por un momento se quedó meditando; "¿De qué lado pondré el huerto?", pensó mirando ambas jardineras.
De pronto un chiquillo de cabellos negros salió de la casa y limpiándose las manos, se dirigió a él; "Haruka, dice mi hermana que pronto estará lista la comida". Ese era Takeo, el hermano de Mina, quien ayudándose de una improvisada escoba limpiaba la habitación que en un futuro serviría de estudio.
"Gracias", replico mientras que en vano trataba de refrescarse.
"Buenas tardes", una voz masculina que le era totalmente familiar, saludo a sus espaldas.
"Buenas tardes", Haruka saludo volviéndose hacia él.
Kenta, observando los avances que su amigo había hecho, asintió complacido; "Ya no luce tan mal como en días pasados"
"Era un total desastre. Ya solo falta humedecer la tierra para que se reblandezca, luego puedo comenzar a sembrar las plantas que compre en el vivero"
En ese punto de la conversación el medico dibujo en su rostro una mueca de extrañeza; "Dijiste que sembrarías moras, fresas y tomates, pero… ¿Qué no piensas sembrar flores?... las flores y en especial las rosas, embellecen cualquier cosa"
Ante esa pregunta que tenia una especial respuesta, Haruka se encogió ligeramente de hombros; "Pasa que no soy nada bueno con las flores, las hortalizas se me dan mejor. Eso hacía en Yokohama"
El viejo rió un poco; "Entiendo, a mí tampoco se me daban, pero a mi difunta esposa sí. Ella por más que me mostraba como hacerlo, cansada comprendió que era imposible hacerme aprenderlo. Este es trabajo de mujeres"
Habiendo escuchado eso, Tenou no puedo evitar reír, y es que él no lo consideraba así. Él en realidad era una mujer atrapada en un secreto que la había llevado a fingir ser un hombre, más eso no significaba que estuviera obligada a saber hacerse cargo de un jardín.
"¿Dije algo malo?", apenado el viejo pregunto.
Sabiendo que su actitud podría delatarle, el rubio recobro la debida compostura; "Por supuesto que no, pero pienso que no se trata de una tarea exclusivamente femenina"
"Estaba pensando que si no te molesta, puedo decirle a mi hija que te ayude en eso. Ella entiende de estas cosas"
Ante su ofrecimiento, Haruka negó con la cabeza, y es que había cosas en su hogar que ninguna mujer aparte de ella, debía tocar, por ejemplo el jardín y la habitación principal. El primero porque tal y como lo habían prometido, sería Michiru quien se ocupara de sembrarlo con todas las flores que ella deseara. El segundo, porque sería allí donde pasarían las más íntimas horas.
"Agradezco la ayuda, pero prefiero ser yo quien se ocupe de ello", replico pensando en su amada. Volviendo a tomar el azadón, añadió; "En cuanto termine esto, comenzare a pintar los muros interiores. Luego iré a supervisar las tareas que se están llevando a cabo en la botica. Sin embargo ha de ser cuando las primeras moras hayan madurado, cuando por fin llegue el momento de regresar a Tokio"
"Hablas de regresar a Tokio, ¿Por qué vas a regresar?", intrigado el hombre pregunto. Y es que ¿Quién desea volver al lugar donde casi es asesinado?
Satisfecho, Haruka alzo la verde mirada y sonriendo, replico con pocas palabras; "Porque aunque estoy aquí, allí se quedó la mitad de mi vida. Hasta que no la reúna, este no podrá ser mi hogar"
Tratando de comprender cuál era ese misterio que envolvía a su amigo, como es lógico, Kenta pensó que hablaba de una mujer, más como el rubio jamás había dicho nada por el estilo, rápidamente desecho esa idea. Hubiera deseado preguntar más, pero respetando su silencio sello sus labios.
En ese momento una voz femenina interrumpió la amena conversación, haciendo que ambos hombres volvieran la mirada; "Haruka, la comida ya está lista", esa era la hermosa joven Mina.
"Qué bueno… ¿Me acompaña?"
"No, muchas gracias", replico él viejo un tanto desanimado al imaginar que el chiquillo vivía con esa mujer. Algo que no le hizo mucha gracia, ya que en algún momento había considerado a Haruka como una buena opción para su pequeña. Después de todo, aunque siendo un extraño, parecía tener un buen futuro que llegar a ofrecerle.
Más luego de meditar un poco lo que había visto, una sonrisa juguetona le adorno el rostro; "Pero que tonto soy. Kenta, tú también fuiste joven", murmuro al recordarlo y al mismo tiempo que evitaba juzgarlo.
Y es que había entendido que al tratarse de un joven hombre solo con necesidades propias de su edad, era lógico que buscara la forma de satisfacerlas, tal y como él en su momento y ya comprometido, hubiera hecho. Cosa que en esa sociedad y quizás en ninguna otra era mal vista. Así que alegrándose por que no hubiera recurrido a otros métodos que como médico reprobaba, y es que en su consultorio había tratado el resultado del comportamiento libertino que por esos días abundaba, recobro esa efímera esperanza.
Podría entonces llegarse a concluir que en comparación con Isao, Kenta por aquellos días había sido menos descarado, además que una vez ya casado, este había renunciado por completo a esa licenciosa vida.
Haruka dejando a un lado sus herramientas ingreso en la casa, observando que el chiquillo y la rubia sentados sobre el suelo ya lo esperaban.
"No conozco el clima de este lugar, pero dime… ¿Lloverá?", Haruka cuestiono una vez que se les unió.
Mina, sirviendole el tazón de arroz asintió; "Eso tenlo por seguro"
Y como si sus palabras hubieran sido más un presagio que una simple respuesta, de pronto el interior de aquella casona se oscureció y al instante el rugido del trueno irrumpió esa tranquilidad. Luego la lluvia comenzó a caer, haciendo que todos aquellos que en la calle estaban, corrieran en búsqueda de refugio.
"Ya no podre trabajar en el jardín. Me concentrare en el interior", sonriendo, el rubio expreso.
"Haruka, ya limpiamos las dos habitaciones de arriba y el estudio, ¿Tienes la llave de la habitación principal?", la rubia pregunto.
Tenou asintió con un ligero movimiento; "Si, pero de esa habitación yo me encargare personalmente"
Takeo con una sonrisa picara observaba a ambos rubios, interrumpiendo de forma abrupta con una pregunta que los hizo sonrojar; "Haruka, ¿Tienes novia?, mi hermana no tiene novio. El ultimo se fue con una... ¿Cómo la llamabas, Mina?"
"Cállate", dijo ella sintiendo como sus mejillas hervían de vergüenza.
Por su parte, Haruka se golpeó el pecho al sentir como el alimento le obstruía la respiración.
"¿Estas bien?", cuestiono la apenada chiquilla al ver como su rostro también se había enrojecido.
Tosiendo y tratando de respirar, Haruka asintió para hacerle saber que no tenia porque preocuparse y, una vez que se recuperó, replico al cuestionamiento; "No, no tengo novia"
"Qué bueno", juguetonamente el pelinegro expreso.
"Ya cállate", tomándolo por la oreja, su hermana trato de reprenderlo por su indiscreción.
"Está bien, es solo niño"
"Un niño muy grosero", la rubia dijo volviendo a tomarlo de la oreja.
"La verdad es que no tengo novia. Tengo una hermosa esposa que me está esperando en Tokio", contento, lleno de orgullo inflamo el pecho al relatarlo.
El niño, de forma inocente se encogió de hombros; "Y si tienes esposa, ¿Por qué ella no está contigo?"
"Takeo, ya basta, esas cosas no se les preguntan a los adultos. Haruka, por favor discúlpalo. Mañana no te voy a traer conmigo", dijo totalmente avergonzada.
El mozo, lejos de estar molesto, sonrió despreocupado; "Está bien, ya no lo regañes"
(Lejos de alli)
Y tal y como Isao lo hubiera ordenado, gustoso no solo por complacer a su amigo, sino también a la pelinegra Saiko, el castaño Eiji había seleccionado para ella la más bella joya que hubiera podido encontrar, quedando con el vendedor de que este debía enviar la factura a la oficina de su jefe, quien en la fecha puntal haría el pago correspondiente de cada cuatrimestre.
Y aunque muchas veces él ya se había encargado de llevar a cabo dichas compras, aquella no había sido como las demás, algo de lo que Isao aún no estaba enterado.
Así pues, habiendo viajado desde Tokio hasta la ciudad donde ella residía, aquella mañana Eiji se presentó en su salón.
"Buenas tardes", saludo una vez que ingreso.
La mujer, fumando de espaldas a la salida apenas escucho su voz le reconoció y volviendo la mirada hacia él, con cierta burla sonrió. "Hace semanas que te espero"
"Lo sé, pero no vayas a pensar que se debía a que no quería verte. Sabes que eso era lo que yo más deseaba", expreso acercándose a ella y una vez que estuvieron frente a frente, acerco su rostro al de ella. "Te traigo, aunque mejor dicho, nos traigo un regalo de parte de Isao"
"Eso es más que obvio, querido. Tú jamas podrás comprar algo tan caro... pero dime ¿Qué es?", cuestiono intrigada.
"No desesperes, lo importante es que ya está aquí", expreso y entonces del bolsillo interno de su saco extrajo aquella fina caja de madera. "Yo mismo lo escogí, espero y sea de tu agrado", dijo una vez que la coloco sobre la mesa.
Sonriendo, Saiko de inmediato quiso tomarla; "La curiosidad me mata"
En ese punto Eiji negó con la cabeza, retirando el objeto de su alcance; "¿No vas a preguntar cómo esta él?"
"¿A ti te importa?", molesta, alzo la voz.
"Por lo general no, pero digamos que nada parece irle bien en estos días", expreso al mismo tiempo que tomaba la copa de vino que la mujer se había servido.
"Pensé que luego de su negociación estaría muy contento, pero ya veo que no. Dime, ¿Qué le sucede al cerdo?"
Antes de proceder, el castaño tomo de su bolsillo uno de los finos puros que de la oficina de Saburo hubiera tomado y luego de encenderlo, hizo un corto silencio; "No me pidas muchos detalles, porque es una historia muy corta, pero debo decir que al parecer Isao tiene más que problemas financieros"
"¿Más que problemas financieros?, pensé que ese sujeto que le presentaste era su solución", deseosa por saber, sirvió más vino en su copa.
"En un principio así lo pensé. Sin embargo es más que obvio que algo sucedió en su casa. Desde entonces se ha vuelto un ser demasiado nervioso. Me pidió que le hiciera un favor, ¿Qué era?, no lo sé. Jamas volvió a mencionarlo. Pero supongo que es algo relacionado con su esposa, quizás ella ya descubrió que esta casi en la quiebra"
"Siempre ha sido un sujeto raro", nada extrañada, Saiko negó con la cabeza ante la poca información del castaño. "De solo imaginar como ha de estar su humor, me duele la cabeza"
"Eso no es todo, Isao tiene una preocupación más, y es que aunque Saburo ya le entrego uno de los dos millones que necesita, aún no le entrega la otra parte. Supongo que a eso se debe su nerviosismo"
"Dijiste que esa negociación sería a nuestro favor, ¿Qué sucedió?"
"Lo que yo digo lo cumplo, querida… aquí esta ese millón", Eiji expreso y entonces volvió a poner la fina caja frente a ella.
"¿Un millón?... ¿Esto vale un millón?", observando aquellas finas piedras preciosas, la mujer cuestiono al borde de quedarse sin habla.
"No vale un millón, vale más que eso. Isao piensa que vale quizás… veinte mil yenes", haciendo ademan de despreocupación, señalo.
"¿Cuánto vale?"
"Mucho, querida Saiko. La factura que le enviaron es falsa, así que cuando miro lo que este regalito costo, no hizo ninguna objeción. El problema será cuando se retrase con los pagos… entonces tendrá que pedirle más a Saburo", habiendo bebido de su copa, rió un poco.
Sin acabar de entender cual era el plan, Saiko se limito a asentir; "¿Dónde esta el negocio?"
"El negocio esta en que esta joya es nuestra, tengo la factura real. Podemos venderla para hacernos de un muy buen dinero. Isao tendrá que pagarla y para cuando el acreedor comience a cobrarle, nosotros ya estaremos lejos, muy lejos. Aunque primero podríamos conseguir un poco más"
Habiendo comprendido, Saiko se puso de pie y entonces, con su dedo de forma provocativa le acaricio la barbilla, luego le echo ambas manos al cuello; "Siempre he considerado que eres mas inteligente que Isao… así que… ¿Prefieres quedarte aquí, o prefieres acompañarme?"
No hizo falta que el castaño analizara la respuesta, así que tomando la mano de la mujer, ambos dirigieron sus pasos hacia su habitación personal.
Isao Kaio, el desconfiado, mal humorado y cobarde hombre, no se había dado cuenta de que su amante, tenia por amante a su compañero. Algo que a Katherine sin duda le haría mucha gracia.
(Esa noche)
Y luego de varias horas de espesa lluvia finalmente esta había cesado. Aunque de cuando en cuando la centella entre las densas nubes se dejaba entre ver al mismo tiempo que el rugido del trueno anunciaba una nueva tormenta.
Sentado en el suelo de su estudio y alumbrado por un par de velas, en una de sus manos Haruka sostenía una fina pluma.
Habiendo meditado cada una de las palabras que con tanto amor enviaría, finalmente empapo la pluma en la brillante tinta negra; "Michi, mi amor...", escribió, más de pronto negó con la cabeza y luego rompió lo que comenzaba a ser una carta.
En ella deseaba poder decirle a su amada que pronto regresaría para cumplir su promesa, además de contarle todos sus maravillosos avances. Sin embargo al mismo tiempo había comprendido que si le escribía, forzosamente tendría que revelar donde se encontraba, corriendo así el grave riesgo de que Isao lo encontrara.
Mina en ese instante ingreso, sacando al rubio de sus pensamientos; "Haruka, te deje la cena en el fogón"
"Gracias", expreso el otro volviendo a empapar la fina pluma en la oscura tinta.
"¿Escribes una carta?"
Tenou asintió satisfecho mientras que del bolsillo de su camisa extraía una nota; "Así es. Voy a escribirle a un viejo amigo que vive en Saratov", expreso al recordar al regordete marinero que hubiera conocido en Tokio.
"¿Saratov?, ¿Dónde está ese lugar?", no reconociendo esa localidad como parte de Japón, confundida la chiquilla se encogió de hombros.
"Así es, Saratov es una pequeña ciudad en Rusia. Él es un simpático marinero que vive con su esposa y su hijo, quien hace no mucho nació"
"Tienes muchos amigos", dijo ella llevándose un brazo detrás de la cabeza.
"No lo creas así, son pocos y contados, aunque no me quejo. Tengo la suerte de que a cada lugar que he ido, he encontrado gente buena, así como tú", sonriendo le dirigió una gentil mirada.
"Me alegra escucharlo. Sin embargo ahora me gustaría mucho disculparme por lo que mi hermano dijo esta tarde", agachando la mirada expreso.
"Está bien, no tienes que preocuparte. Aún es un niño"
La jovencita se mordió los labios y viendo que Takeo no estaba cerca de ellos, entonces con voz baja dijo; "Él no lo sabe, pero en verdad no es mi hermano. Hace ya mucho tiempo que soy huérfana. Fue hace varios años cuando de regreso a casa lo encontré abandonado junto al camino. Pobrecillo, estaba muy hambriento. Era tan pequeño que parece no recordarlo. Hubiera podido dejarlo allí, o llevarlo al orfanato, sin embargo decidí hacerme cargo de él. Somos una pequeña familia"
Sorprendido por esa confesión, Haruka no supo que decir; "Eres una mujer buena"
"Disculpa mi indiscreción, pero, ¿Por qué no estas junto a tu esposa?"
Tenou volvió a sonreír al mismo tiempo que su rostro se ruborizaba; "Fue una noche de nieve cuando la conocí. En un principio yo me rehusaba a mis sentimientos, ella en cambio me hizo ver que pese a todo y a todos, podíamos estar juntos. Me entrego todo lo que una mujer enamorada puede dar, yo le entregue cada uno de mis secretos. En cambio su padre, su padre me odia. Me disparo y amenazó con matarme. Entonces tuve que huir como un cobarde. A ella tuve que dejarla con él. Y eso me pesa en el alma", en ese punto los ojos se le llenaron de lágrimas. "Antes de partir le jure que regresaría por ella, ella juro que estaría esperando por mi"
"Es muy doloroso"
"Nada me duele más que saber que él podría lastimarla. Su padre es un monstruo. Esta casa la estoy arreglando para ella. Pensaba escribirle una carta para hacerle saber que estoy bien, más sé que no debo hacerlo porque entonces él podría descubrir dónde me oculto"
"¿Cuándo volverás?"
"Dentro de pocos meses. Cuando su casa y la panadería por fin estén terminadas"
Mina hubiera querido decir algo que lo animara, sin embargo en ese momento la voz del pequeño pelinegro se dejó escuchar por el pasillo; "Hermana, ya vayámonos"
"Tengo que irme, ¿Necesitas algo más?"
"No, estoy bien", replico negando con la cabeza. "Gracias por todo"
"Si tú lo permites, mañana podre ayudarte con el jardín"
"Lo agradezco, pero de eso y de la habitación principal me encargare yo. La tierra estará muy lodosa como para sembrarla, así que mañana podremos ocuparnos en otra cosa"
A escondidas, habiéndose ausentado de casa, la pelinegra Kazuki, hija del médico, en sus pálidas manos llevaba un poco de leche y de la cena que hubiera preparado.
Así pues, con las mejillas ruborizadas y con el corazón acelerado, en la cercana distancia observo la casa del rubio.
Y es que desde hacía unas semanas guardaba un secreto que la hacía ruborizar. Todo había comenzado aquella calurosa noche, cuando observo al hermoso joven en el consultorio de su padre, haciendo que en ella empezaran a nacer ciertos sentimientos. Primero había sido admiración, luego se volvió cariño, un cariño diferente que por ningún otro hombre hasta el momento había llegado a experimentar.
¿Qué si se trataba de amor?, probablemente.
Deseando ver a su amado, nerviosa comenzó a acerarse mientras iba pensando que es lo que le diría.
Sin embargo al asomarse por la venta, la luz de las encendidas velas le permitió contemplar que allí de pie estaba él junto a aquella extraña rubia, a quien no conocía.
"¿Quién es ella?", molesta se preguntó a sí misma. "Ella, ¿vive con él?", sintiendo como la tristeza comenzaba a embargarla, sus miembros comenzaron a debilitarse. Amenazando con hacerla perder la conciencia.
Volviendo a mirar por la ventana, observo como los dos reían de forma alegre ante lo cual parecían ser las bromas del chiquillo que los acompañaba.
"Eso es imposible. Yo lo conocí primero. Haruka debió fijare en mi, no en ninguna otra", mascullo y alejándose un poco, sobre la empedrada acera arrojo los alimentos que llevaba, atrayendo con ese ruido la atención de Tenou, Mina y el pequeño.
Notas de autor;
Isao es muy tonto, su coraje no le deja ver que es lo que sucede en su cara. Katherine se burlaría de el de saberlo.
Kaiohmaru; Toca esperar el quinto arco. Gracias :).
Michelle; Haruka jamas se olvidaría de ella ni de su promesa. Como bien dices, podría posponerse, pero eso no significa que no la cumpla.
Isavellcota; Ese matrimonio arruino la vida de todos.
Soto140983; Mientras se pueda por semana, seguiré haciéndolo, ya si hay algo que me lo impide, lo haré cada quince días.
