Este es el penúltimo capítulo, espero que lo disfruten. El final lo subiré en cuanto pueda. Como siempre, muchas gracias por leer. 💕✨
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Rin seguía en los brazos de su amo, aún mareada y algo incómoda por los gritos de Jaken.

Jaken: - ¡Debe ser porque últimamente comes demasiado! Ya te lo he dicho, Rin.

Sesshomaru: - Jaken, haz silencio.

El demonio lo fulminó con la mirada y luego la llevó cargando a su habitación. La humana se acurrucó inmediatamente.

Rin: - Mi señor, me siento muy mal.

Sesshomaru: - Puede ser algo que comiste.

Ella, a como pudo, se sentó.

Rin: - Iré a traer algo de albahaca. Viene bien en estos casos masticar unas hojas.

Sesshomaru: - Yo iré por ellas.

El demonio se movilizó siguiendo el rastro de aquella aromática planta. Mientras lo hacía, pensaba:

¿Rin estará embarazada?

De inmediato recordó su rostro alegre y conmovido cuando cargó a Yume, la bebé que nació en la aldea con ayuda de la anciana Kaede. Esa vez, Rin y Kohaku sostuvieron a la pequeña.

¿La distancia entre nosotros puede disminuir aún más?

¿Pondrías un rostro como ese si tuvieras un hijo nuestro?

Sesshomaru no tardó nada en regresar, pero cuando lo hizo la encontró dormida en el futón.

Rin…

Se sentó a su lado y acarició su cabeza. Recordó la primera vez que la sostuvo en sus brazos, aquella jovencita traviesa había sucumbido a su deseo, y él, preso de su voluntad y movido por una extraña ansia, la fue acariciando hasta hacerla suya en aquella colina luminiscente.

Por alguna razón, también recordó la primera vez que la vio desnuda en el río, teniendo una rana adherida a uno de sus glúteos. Allí, aunque intentó evitarlo, paseó sus pupilas alargadas por aquella húmeda piel que lo incitaba a acariciarla.

Pero esa no fue la primera vez que la encontró hermosa. Cuando Rin acarició su intimidad mientras dormía, en aquella tarde calurosa en medio del bosque, el demonio pudo ver sus formas asomarse por el kimono que él mismo le había dado.

Todavía más hermosa la vio cuando celebraron su boda en la aldea, que aunque desastrosa, su mirada no dejó de mostrar alegría inmensa. Así mismo, lo revelaban sus latidos apurados, demostrándole a los ágiles oídos del daiyokai su anhelo de estar siempre a su lado.

Aunque dije…

Se ruborizó ligeramente.

Que quería embarazarte, no pensé que realmente sucedería.

A su mente volvieron los recuerdos de cuando una sangre negra salió del interior de Rin, y luego de eso cuando la vio quejarse en manos de Kanade, quien intentó eliminar aquel misterioso sello de sangre.

Finalmente ¿Ha sucedido?

El cambio en su aroma le hacía dudar, pero estaba casi seguro de que se trataba de un embarazo.

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Por la tarde, la humana despertó y vio al demonio a su lado, mirándola.

Rin: - Me he quedado dormida. No sé por qué tengo tanto sueño.

Sesshomaru: - ¿Aún tienes náuseas? – le mostró las hojas de albahaca.

Rin: - Ya no, ahora tengo mucha hambre. Quiero comer pescado asado, hongos, sopa, algo de fruta y tal vez un té.

Sesshomaru: - Le diré a Jaken que lo haga.

Rin: - Mmm… Rin quiere que su señor sea quien se encargue de eso.

Sesshomaru: - ¿Yo? – aquella pregunta había sonado casi como si la hubiese dicho un humano.

Ella lo miró con los ojos iluminados.

Sesshomaru: - Hmp.

El daiyokai trajo de un río cercano unos cuantos peces, algunas hierbas y hongos. Jaken encendió el fuego y ayudó a asar los peces y hongos.

Sesshomaru: - Jaken.

Jaken: - ¿Sí, amo?

Sesshomaru: - Prepara una sopa usando lo mejor y más nutritivo.

Jaken: - Ah, sí…

El pequeño demonio se quedó meditando:

¿Rin estará enferma?

No…

¿Será qué...?

La voz del monje volvió a taladrarle el cerebro, esta vez en bucle: "Serás niñero, serás niñero, serás niñero, serás niñero, serás niñero…"

Jaken: - ¡Aaaaaaaaaaaaah!

Sesshomaru: - ¡Jaken! Apresúrate.

Jaken: - Sí, amo…

Cuando las brochetas estuvieron listas Sesshomaru las llevó a la habitación. Ella lo esperaba ansiosa, pues ya sentía un hambre voraz.

Rin: - ¡Muchas gracias, amo!

Sin más dilación, devoró las brochetas. El demonio trajo agua caliente, algunas hierbas y otras cosas para que ella preparara el té. Luego de que esta lo ingiriera, él, que se había quedado a su lado siendo testigo del festín que se había dado, le dijo:

Sesshomaru: - ¿Aún tienes hambre?

Rin: - Ahora, quiero… se me ha antojado usted, amo – dijo intentando parecer seductora.

Él se sorprendió.

Rin: - ¡Rin quiere devorar a su amo!

Sesshomaru consideró que era mala idea, dado su estado.

Sesshomaru: - No es buen momento.

Ella se lamió los labios, mientras se le abalanzaba encima. Así, estando sobre su señor, quien tenía la espalda pegada a la pared, le dijo:

Rin: - ¡No puedo esperar!

Él la tomó de ambas muñecas.

Sesshomaru: - ¿Por qué tienes tanta prisa?

Rin se levantó el kimono, dejando al descubierto sus delgadas piernas. Al mismo tiempo, mordía una de las firmes y alargadas orejas del daiyokai.

Rin: - Sigo hambrienta – susurró.

Aquella insinuación provocó que el demonio se asombrara aún más y se sintiera algo motivado.

Sesshomaru: - Rin…

En ese momento, el desdichado demonio verde entró malhumorado con una bandeja cargando un bol de arroz y otro de sopa de verduras. Al ver a su amo sometido bajo las piernas de Rin, gritó horrorizado, tirando la bandeja por los aires.

Afortunadamente, el daiyokai, como estaba cerca de la puerta, y aunque prisionero de la humana, tomó en el aire el bol que tenía la sopa, pero la que tenía arroz le cayó justo en la cabeza a Jaken.

Este suspiró.

Rin, al ver al pequeño demonio se ruborizó y se alejó de su amo, acomodándose las faldas.

Rin: - ¿Eso es sopa? ¡Se ve delicioso!

Tomó el bol de la mano de su señor y al probarla, sintió inmediatamente cómo las náuseas le regresaban.

Rin: - ¡Puaj! Esto no me ha gustado nada…

Jaken: - ¡Eres una obscena y también malagradecida! ¡Nunca más volveré a cocinarte!

Ella se tapó la boca como si fuera a vomitar.

Jaken: - ¡Oh no! No de nuevo…

La humana controló su malestar y se dirigió hacia las afueras del palacio. Al respirar el aire fresco, se sintió mejor.

Sesshomaru: - Jaken, limpia este desastre y prepara de nuevo la sopa, esta vez hazlo bien ¡Si fallas de nuevo, la próxima vez estarás dentro de la olla!

Jaken sintió su sangre helarse del miedo.

Jaken: - Sí, amo.

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Un par de días pasaron con total normalidad. Rin no tuvo náuseas o algún otro malestar, sino todo lo contrario. Por su parte, Sesshomaru dudaba si hablar de ello o esperar a confirmar sus sospechas.

Rin: - Señor Sesshomaru ¿Este kanji qué significa? – dijo, mostrándole el libro que estaba leyendo.

Él lo leyó:

Sesshomaru: - Significa "nacimiento".

Rin: - Oh… ahora tiene más sentido.

Sesshomaru: - Rin.

Rin: - ¿Sí?

Sesshomaru: - Vamos a dar un paseo esta noche.

Rin: - ¿Esta noche?

Sesshomaru: - Solo por un rato, no quiero que te resfríes.

La noche llegó y la luna creciente, que ya era casi luna llena, se posicionó sobre sus cabezas.

Rin caminaba tras él, escuchando los grillos cantar, el pasto moverse con el viento y el crujido de las hojas al caminar. Miró al frente y vio la melena plateada de su señor agitarse con el viento. La luz la luna embellecía e iluminaba su cabello, recordándole que su amo no era humano, sino una criatura misteriosa y sumamente hermosa.

El daiyokai volteó a verla y se percató de que estaba contemplándolo.

Sesshomaru: - ¿En qué piensas?

Ella se acercó a su pecho; él la abrazó.

Rin: - Aunque mi amo se muestre tan serio, siempre está brillando para Rin.

La humana elevó sus brazos hacia el rostro de su señor, sonriendo.

Rin: - Su cabello brilla con la luz de la mañana y de la noche, su ropa es blanca y fina, sus ojos claros y atrayentes, incluso su luna púrpura ha brillado alguna vez ¿Qué se sentirá ser tan hermoso?

El demonio guardó silencio, solo la observaba atentamente, pensando que para él ella era aún más hermosa, más brillante y resplandeciente.

Rin: - Si tuviéramos un bebé me gustaría que se pareciera a usted.

El demonio se sorprendió al escuchar aquello.

Rin: - Sé que la Mujer Cuervo dijo que podría tardar incluso años en quedar embarazada, pero la idea de llevar una parte de usted dentro de mí me hace muy feliz.

Sesshomaru la abrazó, sintiendo en su pecho su calidez.

Sesshomaru: - Este Sesshomaru desearía que se pareciera a ti.

Tan cálida…

La abrazó más fuerte.

Tan humana.

Rin se regocijó al sentir la firmeza y protección que le daban aquellos brazos.

Desearía que esta dicha durara para siempre.

Al momento de pensarlo, una estrella fugaz cruzó por los cielos, pero solo él pudo verla.

De repente, en medio de su abrazo, el daiyokai percibió el nuevo aroma de Rin volverse aún más intenso. Ahora estaba seguro, ella tenía en su vientre su semilla.

La tomó de los hombros, deshaciendo así el abrazo.

Sesshomaru: - Rin.

Rin: - ¿Sí?

Él palpó su vientre.

Rin: - ¿Eh?

Sesshomaru: - Está creciendo dentro de ti.

Ella enmudeció.

Rin: - ¿Un... bebé?

Él asintió.

Sesshomaru: - Los protegeré a ambos.

Ella no salía de su asombro.

Rin: - ¿Cómo lo sabe? ¿Acaso puede detectar su aroma?

Sesshomaru: - Su esencia es similar a la tuya y la mía, se han mezclado.

Los ojos de Rin se llenaron de lágrimas.

Rin: - Un bebé de mi señor… - tocó con ambas manos su vientre.

Un bebé ¡Un bebé!

Rin: - No lo puedo creer – dijo sollozando – Rin está… muy feliz.

Aun cuando me vaya de este mundo mi señor nunca estará solo…

El daiyokai encorvó su espalda, tomó su pequeña mano, que estaba fría, y la puso en su mejilla. Así, mirándola a los ojos, le dijo:

Sesshomaru: - Ahora estamos aún más unidos, no habrá diferencias entre nosotros para él.

Rin: - Seremos siempre su papá y su mamá.

Ella siguió llorando en los brazos de su amado.

Sesshomaru: - No llores tanto, luego no podrás dormir.

Rin: - No podré dormir de la felicidad, ya quiero saber cómo será, sentir su manos pequeñitas, su mirada…

Sesshomaru: - Sería un desperdicio desaprovechar este tiempo.

La abrazó más fuerte, apoyando su rostro en la cabeza de Rin y cerrando los ojos.

Sesshomaru: - Vivámoslo intensamente.

Ella se conmovió.

Estoy feliz porque mi bebé tendrá un gran padre. Te cuidaremos mucho, siempre estaremos a tu lado.

Sesshomaru juntó sus labios con los suyos, pero este fue un roce distinto. Más allá de la protección, el amor y el deseo, su beso simbolizaba su entera devoción; para siempre, sin importar las circunstancias, sería leal a ella y al bebé que le había engendrado.

A la mañana siguiente, Rin le contó muy entusiasmada al señor Jaken la gran noticia. Ella se dejó caer en el piso de madera para abrazarlo.

Rin: - ¡El señor Sesshomaru y yo vamos a ser padres! ¿No está emocionado?

Jaken: - ¿Q-QUÉ?

Rin: - Señor Jaken, ahora será el niñero real del palacio ¡Felicidades! – bromeó.

Jaken: - No… puede… ser.

Se desplomó en el suelo, como si ahí mismo pereciera.

El daiyokai, quien se había situado junto a ellos de un momento a otro, le dijo:

Sesshomaru: - ¿Te estás haciendo el muerto, Jaken?

Jaken: - Argh…

Rin: - ¿Le parece mejor el título de abuelo en lugar de niñero?

Jaken: - Déjame en paz, ya estoy viendo bizco.

Rin: - Ja, ja, ja..

Sesshomaru: - Hmp.

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Un par de semanas después…

El daiyokai permanecía al lado de su esposa, se encontraban sentados en el pasto muy cerca uno del otro disfrutando de la tarde. Ella comía unos dulces que él había comprado de un pueblo cercano.

Rin: - Señor Sesshomaru ¿Qué cree que diga su madre cuando se entere? – dijo en un hilo de voz.

Sesshomaru: - No es necesario que lo sepa.

Rin: - ¡Pero se va a enterar!

Sesshomaru: - No te preocupes por eso.

Rin: - ¿Cree que le moleste que sea… un hanyo?

Sesshomaru: -…

Rin: - Supongo que no tendrá importancia para ella…

El viento arreció, provocando que la humana sintiera frío y se encogiera de repente. Sesshomaru lo notó y la envolvió con su estola.

Ella se ruborizó y moviendo su rostro en el moko moko de su amo pensó en las palabras de Inu no Kami.

Sí, ahora lo entiendo, como humana pude haber rechazado la propuesta de mi señor. Él es tan bueno que hubiera aceptado sin queja alguna, tal como siempre ha sido, pero, definitivamente no había otra senda para Rin. El señor Sesshomaru y yo siempre estaremos unidos.

Acarició su vientre.

Crece fuerte, anhelo verte pronto…

El viento sacudió una vez más a la humana, lo que provocó que el demonio percibiera su esencia que parecía haber cambiado nuevamente.

Ipso facto, la tomó de las muñecas y la acostó en el pasto; ella se sorprendió ligeramente por el movimiento.

Se miraron a los ojos, y mientras Rin se ruborizaba él bajó hasta su vientre y lo olfateó. Ella respondió riéndose.

Rin: - Definitivamente, el amo Sesshomaru es un perro demonio.

Pero él no le respondió, al contrario, continuó haciéndolo, eso sí, sin dejar su elegancia de lado.

Sesshomaru: - No te asustes, solo quería confirmar algo – dijo, sentándose nuevamente.

Rin: - ¿Ocurre algo malo? – ella también lo hizo.

Sesshomaru: - No estoy seguro si esto resulte una mala noticia para ti.

Rin: - ¿QUÉ PASA? – expresó en un lamento, mientras sentía un vacío en el estómago.

Sesshomaru: - Puedo detectar el aroma de dos seres creciendo dentro de ti.

Rin: - ¿Dos seres?

Sesshomaru: - Y son niñas.

Rin se sorprendió demasiado.

¡Dos niñas!

Sesshomaru: - ¿Estás feliz?

Ella, ruborizaba como estaba, asintió al tiempo que se sujetaba las mejillas. No obstante, no dijo nada, sino que comenzó a llorar de nuevo.

Rin está muy emocionada…

Pensó el daiyokai.

Sesshomaru al ver su reacción sintió algo que nunca había sentido: era un deseo apremiante de conocerlas, de escuchar su corazón, su risa, y sobre todo, de protegerlas.

Miró sus manos, que una vez estuvieron ensangrentadas, e imaginó dos pequeñas criaturas descansando en ellas, dándole calor y él a ellas.

Rin volteó su rostro a él y lo vio mirándose las manos y cerrándolas con cuidado. Presintió lo que estaba pensando, así que tomó sus manos en señal de apoyo; el demonio reaccionó mirándola a los ojos.

Rin: - Estaremos bien si estamos juntos.

Se recostó al desarmado demonio, mientras experimentaba una alegría inmensa. Él también sentía su corazón latir con fuerza, y en su mano la de Rin, temblorosa.

Durante la noche, estando en la habitación, ella cerró la ventana, pues hacía mucho frío.

Rin: - El otoño ha entrado con fuerza

Expresó, a la vez que se sentaba en un espacio libre del tatami, el cual estaba a la par de una ventana circular.

Sesshomaru: - Deberías dormirte.

Rin: - No tengo sueño, en cambio quiero escuchar a mi señor tocar el koto.

Él la miró inexpresivo y acto seguido, se sentó junto a ella y puso sus manos en el instrumento, que estaba justo a su lado.

Sin decir palabra, comenzó a tocar la canción de la caja musical, esa que a ella tanto le gustaba. Rin se dejó ir en la melodía y a ratos balanceaba su cuerpo lentamente, al ritmo de las notas.

Cuando hubo terminado, ella tuvo un momento de inspiración.

Rin: - Señor Sesshomaru ¿Puede volver a tocarla? Esta vez le inventaré una letra.

Sesshomaru así lo hizo y en un momento dado, Rin cantó:

Desde la colina puedo ver el vaivén de las flores.

Algún día también podrán verlas sentadas en mi regazo.

Tomarán su mano, cálida como un abrazo, e imprimirán tras sus huellas las suyas en la arena.

Si alguna vez la distancia nos llegara a separar.

Al otro lado del dolor, del miedo y la oscuridad, esperaré por nuestro reencuentro.

No importa la distancia, yo nunca estaré sola, si una parte de mí vive a través de ustedes.

Si nos separamos, agiten sus manos hacia el cielo, solo así recorreremos el mismo camino de nuevo.

Desde la colina podremos ver el vaivén de las flores.

Cuatro almas que ahora son una sola.

Cuando almas que ahora son…una sola.