Siiiiii! al fiiiiiiin, aunque usted no lo crea, el capi VI de el misterio del caballero del fenix, recien salidito del word, recien terminado... jajaja debido a las crecientes amenazas de muerte por parte de mis lectoras, y gracias a que la inspiracion divina ha regresado a mi lado, estoy contenta de anunciarles de que termine este capitulo, ke me ha sacado mas de una cana verde.. jajajaja

Pues bien no las entretengo más y lean aer que les parece, muchas gracias por los reviews, y recuerden que los personajes de rk no me pertenecen...

A, ke no se me olvide, la parte de Meg-Sano va dedicada con too mi cariño a la nuki, ke se ke igual me va a kerer matar por no ponerle lemon... tran, tranki, ke eso ya vendra a su devido tiempo jojojo

nos veos abajoooooo

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El Misterio del Caballero del Fenix

CAPITULO VI.

Era más de media noche, cuando al fin en los dos campamentos se hacia un silencio sepulcral, todos dormían al fin, preparándose para el día siguiente, en el cual se enfrentarían, Kenshin y Uroak, nadie sabia que pasaría, ni lo que tenia deparado el destino para esos dos grupos. Pero entre ese silencio y oscuridad, una figura se apareció, acompañada por la traslucida figura de un fantasma. Dos mujeres, de pelo negro largo, una con los ojos negros como la mismísima noche, y la otra, el espíritu, de ojos azules muy claros.

-Tomoe, estas segura de que debemos hacer esto?.-pregunto el espíritu.

-Claro que si hermana, debemos empezar a hacer que los muchachos sospechen de nuestros caballeros, cada día esta más cerca la prueba de ellos, especialmente de nuestra querida Kaoru.

-Lo se hermana, pero me preocupa mis hijas, y si su padre se da cuenta de todo lo que va a pasar?.

-Pues tendré que hacerlo dormir no más, suficiente tengo con soportar a toda esta tracalada de jóvenes, como para que Saito me empiece a molestar también.

-Jajaa no seas tan exagerada hermana, que mi esposo, solo se preocupa por nuestras niñas.

-Lo se Tokio pero de todas maneras debemos ocuparnos de estos muchachos.-Tomoe, levantando su mano, unida a la de Tokio, empezó a recitar un extraño conjuro, que hizo que una luz blanquecina entrara en las carpas de los del reino Himura.- "Sueño profundo, nosotras de invocamos, mostrad a estos jóvenes, la verdad de sus corazones y su futuro, que la duda se implante en sus corazones, que les muestren sus verdaderos contrincantes y dueños de sus corazones"

Al terminar de recitar ese hechizo, simplemente las dos figuras femeninas desaparecieron de ese lugar, yendo a donde pertenecían, no sin antes la mujer de ojos azules, ver a los enviados del reino de Saito y recitar una oración para ellos.

La neblina , lentamente cubrió la carpa donde estaba dormido Aoshi, (pues siii duermeee aunke ustedes no lo crean), entrando en ella y cubriendo el cuerpo de nuestro cubito de hielo. Estaba cercano a un aldea, no sabia donde estaba, porque nunca antes la había visto, la gente parecía estar muy alegre, todos sonreían, y hablaban los unos con los otros, sonreían sin mas. A lo lejos, se veía un gran castillo, cubierto de enredaderas las enormes paredes de piedra, al lado contrario de esa aldea había un gran bosque, que lo llamaba a caminar hacia allí, algo le decía que tenia que internarse en las profundidades verdes que allí se encontraban.

Lentamente fue caminando hacia ese bosque, de pronto, por su lado paso un gran caballo corriendo a toda velocidad, quien lo montaba era una chica, de pelo largo, negro sujeto en una larga trenza que volaba al viento debido a su velocidad. Aoshi siguió a esa chica, le recordaba a la muchacha que encontró en el bosque cuando estaba participando en su competencia, rápidamente la siguió, encontrado el caballo amarrado en una rama baja de un árbol. Siguió lo que aprecian ser unas huellas de unas pequeñas botas femeninas, llegando a un pequeño claro del bosque donde estaba esa chica, de cabello trenzado, escuchando atentamente a una mujer vestida de blanco, que contrastaba con su largo cabello negro suelto, que se encontraba frente a ella.

-Misao, recuerda, debes aprender a dominar muy bien tus poderes, si bien tu hermana puede curar, tu puedes controlar a los animales y entenderlos, y eso implica un gran poder.

-Si tía, lo sé, he practicado con Relámpago, y nos entendemos a la perfección.

-Me alegra mucho, es necesario que desarrolles muy bien tus poderes, porque en algún minuto pueden serte muy útiles.

-Esta bien.

-Ahora vete mi niña, que te están esperando.

Misao, se dio vuelta, dejando que al fin Aoshi pudiera ver el rostro de la pequeña mujer, porque si algo hay que decir, es que ella era bastante pequeña de estatura (Es que en comparación con él, cualkiera parece taco). En el primer rasgo que se fijo, era que tenia los más hermosos ojos que hubiese visto, de un color verde intenso, igual que la muchacha que vio cabalgar en la competencia, era la misma, en verdad, solo que algunos años mas joven quizás, pero nadie podía tener unos ojos como los de ella, de eso Aoshi estaba muy seguro.

La joven, fue lentamente caminando, en dirección donde se encontraba él, pero al parecer ella no lo podía ver ya que solo paso por su lado, sin tomarlo en cuenta en dirección hacia su caballo, que antes no había tomado en cuenta, pero que ahora mirándolo muy bien, se fijo que era idéntico al que usaba el chico contra el cual él había competido.

Al ver que la jovencita se iba, rápidamente la empezó a seguir, el sendero por donde iban estaba cubierto de árboles y plantas de lo más extrañas, las risas que escuchaba a lo lejos, le indicaban que había una reunión, o una fiesta y hacia ese ruido fue a donde se dirigió la de ojos verdes.

-Al fin llegaste hermana.-dijo una muchacha unos cuantos años mayor de pelo negro largo y ojos prácticamente del mismo color.

-Hermana, tu sabes que tenia que hablar con Tomoe.-respondió la de ojos verdes,

-Si lo sé, pero esta fiesta es muy especial, recuerda que es el cumpleaños de mamá y las flores están en su máximo esplendor.

-Si, y donde esta Kaoru?.-pregunto extrañada de no encontrar a su hermana más pequeña.

-Pues creo que anda con papá por ahí, no lo se, tu sabes como es Kaoru, siempre con su espada y sus cosas extrañas.

-jajaj Sip.-respondió riendo la de ojos verdes.

De pronto, Aoshi se ve trasplantado a otra realidad, donde las nubes cubrían la totalidad de un castillo, y ve a Oasim, y a sus dos hermanos rápidamente cabalgando en dirección de este, pero algo raro les pasaba, cada vez que un relámpago iluminaba el cielo, aparecía la figura de tres mujeres a caballo, pero que al dejar ese brillo plateado de iluminar, se volvía a ver la figura de tres muchachos dirigiéndose a toda velocidad, con un aura blanquecina que los rodeaba. En un segundo después se encontraba dentro de ese castillo, siguiendo a los tres jóvenes, hacia el interior, cada vez bajaban más, encontrándose con una gruta en la cual los hermanos entraban, en un parpadeo, en vez de ver a los chicos, se encontró frente a las tres mujeres que anteriormente había visto, y fue que al mirar directamente a los ojos de la muchacha de cabellera negra y ojos verdes, ella pareció percatarse de su presencia y simplemente susurro su nombre, mientras un gran agujero se abría a sus pies y la tragaba, tratando el de salvarla pero sin lograrlo.. Fue allí, cuando dos personas del campamento despertaron abruptamente, respirando febrilmente y transpirando, con la ultima parte de sus sueños grabada con fuego en sus mentes, preguntándose ambos que significaba.

Mientras en otra de las carpas que se encontraban en el campamento del reino Himura, donde se encontraba nuestro querido cabeza de gallo, también tenia un sueño, pero este era muy pero muy distinto al cariz del que tenia el cubito de hielo.

Sanosuke, se encontraba caminando por un pueblo desconocido, y veía a lo lejos una gran multitud de personas que miraba a alguien, parecía que algo o alguien hacia un show o algo así, y para variar nuestro querido cabeza de gallo fue a curiosear. Al llegar al lugar donde estaba reunida la gente, vio gracias a su altura, a una muchacha de largo cabello negro, cayéndole libremente por la espalda, que ayudaba a las personas, les entregaba pequeñas bolsitas dándole las indicaciones respectivas para tomarlas y así recuperarse. Poco a poco la multitud se fue achicando dejando sola a la hermosa mujer, que miraba con una sonrisa a todas las personas que había ayudado, fue cuando ya estaba por irse, sin notar la presencia de Sanosuke, que un pequeño niño se le acerco, tenia una herida en la rodilla ya que se cayó mientras jugaba.

-Señorita Megumi, por favor espere.-dijo el pequeño mientras de sus ojos oscuros caían unas cuantas lagrimas.

-¿Que pasa pequeño?.

-Mi rodilla, me duele mucho.-decía llorando el niño, levantándose el pantalón rasgado y enseñando la herida.

-Pobrecito, veamos que podemos hacer.-la joven mujer, se arrodillo a la altura del pequeño y observo atentamente la herida, lentamente alzo la mano y la puso sobre el pequeño, haciendo que de ella saliera una luz media blanquecina que curo inmediatamente la herida sin el menor dolor. Con una sonrisa Megumi, mando a jugar al pequeño, del cual como premio recibió un sonoro beso en la mejilla.

-Ve con cuidado.-grito Megumi viéndolo alejarse corriendo por la calle. Fue allí, donde ella noto la presencia de un tipo bastante alto de cabellera castaña.-Así que regresaste otra vez.

-Así es, que le hiciste al niño.-pregunto Sanosuke, acercándose a ella, al parecer ya se conocían, no personalmente sino a través de los sueños.

-Solo lo cure, en mi familia tenemos ciertos dones.-respondió escuetamente la mujer de ojos castaños.

-Ahhh. Jamás imagine que algo así pudiera hacerse, la magia no existe.

-Claro que existe, solo que personas tan brutas como tu, no lo reconocen y pueden manejarla.

-Como me dijiste?.

-Pues lo que ya oíste, o es que acaso tienes los oídos tapados...-dijo cada vez más enojada la de ojos oscuros. Mientras seguía caminando en dirección al bosque, porque tenia que recoger algunas plantas medicinales, que solo crecían en el bosque encantado.

-Oye, espérate, que aun no terminamos de decir las cosas, a mi nadie me llama bruto ni cochino, tengo mis oiditos absolutamente limpios, ya que mi mami, me los limpio la salir.

-Jajaja, así que tu mami, jamás imagine que un grandulón como tu, aun su mama tenga que limpiarle los oídos, acaso también te baña?.-pregunto altivamente la chica.

-Pues, me baño una vez al mes, y solito.-respondió Sanosuke orgullosamente.

-Ya me lo suponía, con el hedor que te gastas, no se como las plantas no se mueren cuando pasas, apestas demasiado.

-Oyeee, que si me baño mas seguido me derrito, además a las chicas les resulto sexy con este olor a hombre que me gasto.

-Olor a hombre? Por favor, más parecer vertedero ambulante, que olor a hombre, y si las chicas se acercan a ti, es que realmente tienen algún problema con sus narices ya que a ti se te huele desde distancia, lastima que no me di cuenta antes, así me hubiese escapado.

-Vamos si sabes que estas loca por mi.-dijo Sano poniendo cara de seductor, acercándose muucho a Megumi.

-Pues antes muerta que fijarme en un tipo como tu, además aléjate que con el olor que despides me voy a morir intoxicada.-decía Megumi alejándose unos pasos de Sano.

-Sabes que mi olor te vuelve loca y no hayas la hora de tirarse sobre mi.-decía Sanosuke con cara de sobrado (NA: sobrado es como creído, que se las sabe todas)

-Ja, antes muerta que acercarme a ti, así que mejor hazte humo y déjame tranquila.-dijo Megumi agachándose a recoger unas plantas y meterlas en su mochila.

-Vamos, zorrita, deja ya de resistirte a mis encantos, mal que mal estas tratando con Zanza el mejor guerrero y el más sexy entre las chicas de aquí hasta las montañas del olvido.

-Mmm, si el más sexy, donde metes todo el ego que te gastas, acaso lo venden en las farmacias?.

-Mi ego es pequeño, en comparación con lo que siento por ti mi zorrita.-decía Sano con cara de seductor mientras se acercaba lentamente a Megumi, sin que esta se diera cuenta.

-Mmm, si claro tori atama, eres demasiado idiota como para tener sentimientos profundos y duraderos, solo te duran un segundo ellos.-dijo Megumi entre sarcástica y triste.

-Vamos zorrita, sabes que eres la única para mi.

-Si claro, y yo soy una santa. Vamos Sano no puede sentir nada con la suficiente profundidad por nadie, así que será mejor que me dejes en paz.

-Nunca zorrita.-dijo Sanosuke, agarrándola por la cintura y acercándola a su cuerpo lo suficiente para sentir como el cuerpo de la exasperante mujer se acoplaba al suyo, eran como las dos mitades de un mismo ser, y a pesar de lo que siempre decía la mujer, él sabia que lo que sentía en su corazón no tenia comparación con nada de lo que antes podría haber sentido, ella despertaba algo en él, que nunca nadie antes había logrado despertar, necesitaba tenerla constantemente entre sus brazos, aunque fuera en un sueño, necesitaba verla cada noche, pelear cada noche con ella. Pero siempre para poder despertarse y sentir en los labios un roce de sus labios.

Lentamente Sanosuke, empezó a recorrer con sus manos las suaves curvas de la mujer, que simplemente lo miraba directamente a los ojos sonrojada. Ella sabia que lo que sentía por ese tonto cabeza de gallina era imposible, pero aun así no podía dejar de sentirlo, vio como los ojos de Sano capturaban los suyos, sin importarle nada a su alrededor, sin siquiera notar que sus manos ya no sujetaban la bolsa con las hierbas, sino que estaban enredadas en el cuello de Sanosuke atrayéndolo hacia sus labios, para al fin poder besarse, mientras leía todas las promesas que le prometían esos bellos ojos castaños.

La cabeza del cabeza de gallo, bajaba, hasta que al fin los duros labios del hombre, se juntaron con los dulces y tiernos labios de la chica, que lo aceptaron sin miramientos, no importaba el pasado, ni el futuro, solo el presente, ese sueño que le permitía a los dos hacer realidad un anhelo de lo más profundo de su corazón. Cuando al fin los labios se unieron en un beso profundo el tiempo dejo de pasar, solo estaban ellos dos, ni los trinos de los pájaros, ni los propios ruidos del bosque lograban distraerlos de la dulce misión. Cada vez el beso se fue haciendo más profundo, ya nada importaba, sino el estar con ella. El poder sentirla, debía encontrarla en la vida real, porque ya no lo podía negar más se había enamorado de la mujer de sus sueños, pero sabia a ciencia cierta que ella era una persona real, podía sentir sus labios, los latidos de su corazón y eso era lo que mas le importaba en ese minuto.

Pero algo distrajo a Sanosuke de la tan grata tarea de besar a la hermosa mujer que tenia entre sus brazos. El ruido de unas pisadas que rápidamente se acercaban a donde ellos están besándose cada vez más apasionadamente. De pronto, Sanosuke se aparto de la chica pelinegra y la abrazo fuertemente, los pasos eran cada vez más cercanos y veloces, Sanosuke tenia una sensación muy extraña, al igual que Megumi, sabia que algo estaba mal, mas no podía identificar cual era.

Así, Sanosuke que se quedo impresionado al ver, salir de entre los árboles, a la figura de Imugem, que rápidamente separo a Megumi del estrecho abrazo de Sanosuke.

-Sabes que no debes hacerlo.-fue lo que dijo Imugem sin mirar siquiera una vez a Sanosuke, solo fijando en la mirada de Megumi.

-Si, lo sé, pero no puedo evitarlo, ayúdame por favor.-decía Megumi, mirando desesperada a Imugem, tratando de encontrar la fortaleza en los rasgos tan parecidos de ello.

-Sabes que siempre te ayudare, somos uno y lo mismo, y nada entorpecerá nuestra misión.-dijo Imugem tomando entre sus brazos a la asustada y triste Megumi.

-Espera, no te la puedes llevar, ella es mía.-decía Sanosuke un poco desesperado al ver que Imugem se llegaba a la mujer que él quería para si, y que esta a pesar de que hace unos minutos se estaba derritiendo entre sus brazos no ponía la menor resistencia ante el agarre fuerte que le tenia Imugem.

-Entiende ella no es para ti, las tres tienen una misión, y nadie interrumpirá ello, yo y mis hermanos nos encargaremos de ello, aléjate de ella, nada conseguirás al buscarla entre sueños, porque ella esta dormida, hasta que todo esto acabe.-diciendo esto Megumi y Imugem se miraron frente a frente haciendo notar a Sano el parecido entre ellos, pero que a los pocos segundos desaparecieron del sueño de l cabeza de gallo.

Una joven despertaba asustada, por lo que había sucedido en el sueño, sabia que lo que hacia estaba mal, pero jamás imaginó que esa parte de su ahora imagen viniera a recordarle sus obligaciones, debía ser fuerte, por el bien de sus hermanas y por la difícil misión que le deparaba el destino. Así, lentamente se volvió a sumir en el sueño reparador, pero ya con la mente en blanco, donde no había más sueños, sino una blanquecina tranquilidad.

Sanosuke, vio como ella y Imugem se desvanecían en el sueño, dejándolo solo en ese bosque desconocido, en el cual muchas tras veces los habían visto caminar, pelear y besarse apasionadamente. Al descubrir la similitud entre Megumi y Imugem, no sabia a que atenerse, solo sabia que debía averiguar quien era finalmente la hermosa muchacha y donde podía encontrarla, y el único al parecer que tenia las respuesta era el hermano mayor de los enviamos del reino de Saito.

Un nuevo sueño, tenemos que revisar antes de dedicarnos a contar lo que ocurrio durante el dia, una ultima semilla de sospecha se sembrará esta noche, gracias a los conjuros de dos mujeres. Así, nos encontramos con un lindo pelirrojo, que feliz de la vida estaba durmiendo, pero en sus sueños, lo encontramos paseando cercano a un lago, no sabia lo que ocurriría allí, estaba muy relajado, solo miraba como la luna se reflejaba en las profundidades del lago. Fue cuando sintió un ruido, unas pisadas se acercaban lentamente y prácticamente sin emitir ruido hacia el mismo lugar donde él se encontraba. Sin querer impresionar o interrumpir algo, rápidamente Kenshin se escondió en los alrededores de un arbusto (Esto ya esta pareciendo costumbre), fue allí, cuando vio aparecer a una muchacha, de larga cabellera negra azabache, que con los rayos de la luna le sacaba destellos azules, vestía una simple túnica de color blanco, que traslucía todas las hermosas curvas de la chica, un poco detrás de ella, aparecieron dos mujeres más, una de mediana estatura y la otra un poco más bajita que esta, la más alta tenia una cabellera castaña, un poco mas corta que la de cabello negro, y una túnica de color rojo profundo, la tercera muchacha, tenia el cabello tan negro como la primera pero amarrada en una larga trenza su túnica era de color verde como los bosques que las rodeaban.

A pesar de que no lograba oírlas, debido a la distancia, las tres parecían estar discutiendo un tema muy importante, estaban decidiendo algo, pero no sabia qué. Así que, armándose de valor, Kenshin se acercó a las tres muchachas sin hacer ruido, ocultándose más cerca donde si pudiera oír, lo que ellas tan fieramente discutían.

-Muy bien, pues entonces decidamos esto.-dijo la castaña.

-De acuerdo y como lo hacemos?.-pregunto la de trenza,

-Pues como más, al cachi puuun—dijo la del pelo negro. A Kenshin le salió una enorme gota al ver como las tres empezaban a decidir quizás que cosa, con ese método tan infantil.

-De acuerdo, la primera que gane tres veces es la que comienza y sin hacer trampas ni usar la magia ni nada.-dijo la castaña que parecía ser la mayor de las tres.

-Muy bien, entonces.. cachi... pun (NA: para las que no son chilenas, el cachi pun, es jugar piedra papel o tijera)

Al final de jugar mucho rato, la que ganó fue la de túnica blanca, ella solo sonreía, a sus hermanas mientras se preparaba para el ritual, en el cual obtendrían uno de los ingredientes necesarios para la poción que debía preparar. Así lentamente fue sacándose la túnica que la cubría, quedándose desnuda, cubierta solo por su larga cabellera negra. Las otras dos hermanas se alejaron de ella, y se adentraron en el bosque, pero sin dejar de ver a la pelinegra. Poco a poco ella fue entrando en el lago, no importaba que el agua estuviera helada, necesitaba la luz de la luna que se reflejaba en el lago. Kenshin estaba más que baboso al ver esa hermosa imagen, la piel blanca de la mujer, resplandecía cuando se vio iluminada por la luna, parecía una hija de ella y de la oscuridad, la suave piel blanca de la chica contrastaba aun más con el cabello negro azulado que ahora flotaba alrededor de ella. Lentamente la muchacha se dirigió al centro del lago, nadando, hasta estar en el centro del reflejo de la luna, alzo de sus manos una pequeña botella y fue como si algunos rayos de la luna se metieran en ese frasco, que de pronto se ilumino por completo, gracias a los rayos que capturo.

Al obtener lo que necesitaba, la joven chica, se dirigió tranquilamente nadando hacia la orilla, sus hermanas habían ido a buscar algunas plantas y elementos que necesitarían más tarde para terminar la poción, así que no se apresuro por seguirlas, siempre le había gustado nadar en el lago de noche, era su pequeño secreto, cada vez que podía, se escapaba del castillo e iba a ese lago, donde se sentía más cerca con su madre, no importaba lo fría que pudiera estar el agua, siempre allí encontraba la paz necesaria para seguir adelante, con sus entrenamientos o con los diversos problemas a los cuales se enfrentaba.

Fue al terminar de abrocharse la fina túnica, que sintió la mirada constante de alguien. No sabia quien era, pero presentía que era importante para ella, o que si seria importante al cabo de algún tiempo, sonrió suavemente, no debía hacerle saber a su mirón, que ella se había dado cuenta de que estaba ahí. Sin que por parte de Kenshin se diera cuenta, que que tan embobado estaba mirándola, no notó que ella poco a poco se acercaba hacia donde él se encontraba escondido, hasta que fue demasiado tarde.

-Espero que hayas disfrutado la vista.-dijo ella sonriéndole sinceramente a nuestro sorprendido pelirrojo que se encontró mirando dos pozas azules, sin fondo que lo observaban atentamente.

-Emm, este.. yo... lo siento mucho, fue sin querer.-dijo él muy nervioso apartando la vista de los azules ojos que desde hacia meses lo hacían suspirar.

-No te preocupes, no importa, que haces en mi sueño, príncipe Himura.-dijo la muchacha sonriéndole, dulcemente.

-Tu... tu sueño, no este es mi sueño, yo solo me encontraba paseando en el bosque tranquilo y ustedes aparecieron.-dijo ya un poco más calmado, pero sin dejar de estar rojo como un tomate ante la visión de los jóvenes pecho de la muchacha que se dejaban entre ver por la transparente túnica.

-Comprendo.-dijo ella, alejándose un poco, y sentándose en el suave pasto. Donde en pocos minutos, se vio rodeada a pesar de la noche, de pequeñas criaturas, unos cuantos conejos se le acercaron al igual que ardillas y un pequeño ciervo.

-Como sabes quien soy?.-peguntó Kenshin.- Quien eres?.

-Su fama lo precede príncipe, siempre he escuchado del llamado demonio rojo, el príncipe Himura, el hittokiri battousai, el cual destruía los ejércitos del rey Saito con solo una mirada dorada, y un movimiento de su espada. El que infundía temor a todos sus enemigos, al ver reflejar la luz en su increíble cabellera roja. En cuanto a quien soy, no creo que lo sepas, no soy muy conocida por el reino de tu padre, pero soy la hija menor del rey Saito, Kaoru Saito, y las dos mujeres que estaban conmigo eran mis hermanas mayores Megumi y Misao.-dijo ella tranquilamente ante un sorprendido Kenshin, que no sabia a que atenerse, solo sabia que ese ángel, que estaba su lado, conocía toda su reputación y además era la hija de su peor enemigo, pero no le tenia miedo, estaba ahí conversando con él, sin temer a nada ni a nadie, era como si supiera mucho sobre el, pero no quería decirle todo lo que tenia en la cabeza.

-Tu eres la hija de mi peor enemigo.-dijo asombrado Kenshin, no podía creer, que por quien él tanto suspiraba era su peor enemiga.

-Así es, porque te impresionas tanto príncipe, deberías de haber escuchado acerca de las hijas de Saito, nuestra fama es muy grande, especialmente en asustar a pretendientes y ser lo suficientemente fuertes como para derrotar a los más fieros guerreros. Además de que dicen que somos unas de las mujeres más bellas que ha habido en mucho tiempo en nuestro reino y los otros.

-Si, he sabido algo de ustedes, lo que no entiendo es porque nos encontramos, porque nuestros sueños se cruzaron.

-Todo tiene un motivo, el porque de este, tendrás que descubrirlo tu solo, así como yo ya lo he hecho, el tiempo se acaba, muy pronto amanecerá príncipe. Sabes muchas veces imagine verte de esta forma, uno frente al otro, sin disfraces, sin tener que oculta quienes somos, battousai, se que pronto nos encontraremos nuevamente, el nexo ya se creo.

-Espera, a donde te diriges.-preguntó Kenshin al ver que ella se paraba y empezaba a caminar hacia el bosque.

-Hacia mi destino, hacia mi futuro, a una pelea que depende de mi si gano o no. Fue un placer conocerlo príncipe mío.-dijo ella acercándose a el, y depositando un suave beso en sus labios, para luego ir caminando lentamente hacia el verdor, fue cuando estaba prácticamente por entrar al bosque que Kenshin cambio de escenario el sueño, y vio, como la muchacha, Kaoru, estaba parada junto a sus hermanas, con unos trajes fabulosos y sus largos cabellos volando gracias al viento, cada una sostenía un arma, Kaoru una Katana dorada, Megumi un gran báculo, y Misao unas kodachis cuando fueron rodeadas de un gran fuego, que a pesar de todo no las quemaba, fue allí, cuando aprecio esa figura cubierta en llamas, que mirando a Kaoru, ella simplemente se acercó a él, donde ese hombre le dio muerte enterrando la espada negra en lo profundo de su corazón...

-Noooooooooo!.- Kenshin despertó asustado por esa ultima visión de quien parecía una mezcla entre Kaoru y Uroak, no sabia lo que vio, solo que lo asusto mucho, no permitiría que su sueño se hiciera realidad.

Mientras una muchacha despertaba, con un gran dolor en el pecho, sonriendo tristemente se tocó, un pequeño rasguño cerca de su corazón donde este sangraba profusamente. De sus manos, salió una pequeña luz, que sin mayor problema curo la extraña herida que nació de un no tan simple sueño.

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EL día amaneció con un brillante sol, que parecía indicar todo iba a salir bien en los dos campamentos, a pesar de lo temprano de la hora, ya hacia un calor bastante sofocante, que los tres hermanos, parecía molestarle mucho, desistiendo de sus comunes ropas negras y holgadas, por estar vestidos entero de blanco aun así, su ropa era más holgadas de lo normal, cosa que llamó la atención de los tres amigos del reino Himura, no se explicaban como es que usaran siempre esas ropas tan anchas.

Los dos campamentos estaban disfrutando de su desayuno, tranquilamente, bueno no tanto, porque como de costumbre entre los hermanos se estaban molestando unos a los otros, parecía una tradición y que todo sería distinto si eso no sucedía, ahora el objeto de burlas era Imugem, que al parecer le había estado contando algo a sus hermanos, y ellos para distender la situación empezaron a burlarse de él. Sanosuke, miraba atentamente las actitudes de su rival en sueños, encontrándole rasgos muy parecidos a él con la muchacha de sus sueños, Megumi. Lo mismo le sucedía a Aoshi y a Kenshin, que miraban detenidamente a los hermanos, notando los finos rasgos de su cara, y la delgadez de sus huesos. Realmente muchas veces no parecían hombres.

La mañana paso volando. Para los hermanos, ambos muy temprano, antes incluso de levantarse habían hablado sobre sus sueños, notando en el aire la sensación de que alguien había utilizado magia en la noche, los tres sabían de donde procedía ese poder, y por eso, empezaron a planear una venganza digna solo de ellos y de las princesas a las cuales ellos querían y protegían.

Pues bien, así entre cosa y cosa, que hacían estos 6 chicos, llegó la hora del duelo de Kenshin y Uroak. Iba a ser al parecer una lucha muy pareja, pero Kenshin sabia que era un excelente arquero, y confiado con las dos victorias anteriores, no se encontraba muy preocupado, al ver los delgados brazos de su contrincante.

Uroak, solo sonreía no demostrando ninguna emoción en las claros ojos azules, solo sus hermanos, sabían lo que esa mirada significaba, y era que estaba más que dispuesto a divertirse con todo ello, Imugem y Oasim, confiaban en su hermano menor, sabian lo que era capaz de hacer, mal que mal, fue entrenado por uno de los mejores arqueros de todos los tiempos, pero eso ellos no lo iba a decir, solo se preocupaban por ver a su hermano prepararse.

En un minuto, Uroak, se puso en contra luz, dejando que la blanca tela de sus ropas, dejara ver la silueta de su figura, impresionando a Kenshin ante la visión que tuvo en ese momento, sobre la imagen de Uroak, vio la imagen de la muchacha que anoche había visto, la cual era la hija de Saito. Al parpadear, esa imagen desapareció dejando solo a Uroak, que miraba tranquilamente el blanco que estaba bastante lejos a mi parecer.

Uroak, miraba el blanco y estiraba lentamente sus músculos, sabiendo que la suerte dependía de cuanto esfuerzo hiciera, nunca cuando competía él, mostraba lo que sentía, se escondía en su caparazón, para poder concentrarse, lo necesitaba. Revisaba cada una de la flechas que iba a disparar, estaban hechas especialmente para él, al igual que el arco, su propio maestro se lo hizo y le enseño a utilizarlos de la manera mas precisa, logrando al cabo de algún tiempo incluso superarlo.

Presentía que muchas cosas cambiarían, desde anoche, pero eso no debía ocupar sus pensamientos, solo debía concentrarse en lograr ganar, apuntar siempre en el centro y no fallar ninguna vez, solo así podrían salvar al rey Saito y a las princesas de su destino. Nada mas importaba, ni siquiera su corazón, y su futuro.

Fijo, su vista al cielo, ahí, como una constante sombra tras él, se encontraba el águila, que hacia algunos días estaba con él. Una triste sonrisa curvo sus labios, pero moviendo la cabeza se concentro nuevamente, así cuando sus hermanos se acercaron a él, ya estaba completamente preparado.

-Estas listo hermano?.-pregunto Imugem un poco ansioso.

-Así es, listo y dispuesto hermano.-dijo Uroak, con una sonrisa en los labios pero que no llegó a sus ojos.

-Dependemos de ti hermano, solo tu puedes cambiar la suerte a nuestro favor.-dijo Oasim, sonriéndole traviesamente a su hermano menor.

-Jajaja, si lo se, el que yo sea el perfecto, me tiene que hacer recaer en mis pobres hombres todas las responsabilidades de mis dos hermanos mayores inútiles.-dijo riendo ante las caras asesinas de sus dos hermanos.

-Como que inútiles, pequeño demoniooooo!.-Imugem, salió corriendo tras Uroak, que se reía a la distancia mientras Oasim se reía de ellos dos, pero preparando también mentalmente la venganza contra su hermano menor. Tarde o temprano tendría que venir.

Kenshin miraba la escena sonriendo, y preguntándose si ya no estaría con alucinaciones, imaginando que sus tres contrincantes eran en realidad mujeres, así como tan rápidamente la pensó la desecho, pero de todas maneras la semilla de la duda estaba en su interior. Revisó confiadamente su equipo para poder competir, preparándose para ganar, el nunca había perdido, siempre ganaba en todo lo que hacia, por supuesto, si era Battousai, y nadie tenia la posibilidad de ganarle.

A los pocos minutos de correría de esos tres, Uroak, ya estaba nuevamente en su posición, junto a su arco y flechas, dándole los últimos toques a este. Los demás observaban los confiados movimientos de ambos, que preparaban todo para poder realizar la tercera prueba.

Kenshin fue el primero en disparar, tenían tres flechas, tres oportunidades. La primera flecha, de color azul, dio a unos centímetros del blanco, el siguiente tiro fue de Uroak, que quedo a la misma distancia que el de Kenshin. La segunda flecha del pelirrojo, dio en el centro mismo del blanco.

-Vamos Kenshin, sabes que eres mucho mejor, tu puedes, ya les ganamos a estos chicos.-decía Sano sonriendo y sacándole la lengua a Imugem que le pego una sola mirada que congelaría al mismo infierno.

-No este s tan confiado cabeza de gallina.- fue la respuesta escueta de Imugem, al ver dispara a su hermano, y dar en el centro mismo de su blanco, ambos estaban empatados, solo el próximo tiro definiría el resultado. Kenshin tomo una de sus flechas y apunto al centro de su blanco, confiadamente soltó la flecha, la cual salió rápidamente para clavarse al lado de la flecha que anteriormente había lanzado, ambas estaban muy juntas. Uroak, solo sonrió ante el tiro, le gustaba divertirse con ello y lanzo su flecha para que quedara en la misma situación que la de Kenshin.

-Vaya, parece que ambos estamos igual, que le parece una ultima flecha, pero esta vez compartiremos el blanco.-dijo Uroak, sonriéndole inocentemente a Kenshin, que acepto confiando en su capacidad como arquero y que nadie le había superado.

-Esta bien una ultima flecha.-dijo él, haciendo que uno de sus vasallos limpiara su blanco de manera que pudieran lanzar la flecha sin complicación.

-Por favor, comience usted.-dijo Uroak, sonriéndole.

-De acuerdo.

Kenshin tomó una de sus flechas y la lanzó precisamente en el centro, sabia que era imposible ganarle, ya tenia esta partida ganada. Uroak, sin tomar en cuenta la sonrisa satisfecha de battousai tomo su flecha, de color dorado y rojo, y suavemente apunto unos segundos y lanzó su flecha, rompiendo a la mitad la flecha de Kenshin quedando clavada en el blanco justo en medio de la flecha del pelirrojo (NA: sino me entienden, onda la flecha de Uroak, atravesó la de Kenshin por la mitad, rompiendo en dos a lo largo así quedando clavada justo en la mitad, para referencia ver robbin hood XD).

Dejando así anonadados a los del reino Himura, ya que creían los tres que este duelo estaba más que ganado por su parte.

-Fue una buena competencia príncipe Himura.-dijo Uroak, sonriendo, ante la cara de estupefacción del príncipe que se acerco rápidamente para ver el tiro, encontrándose con que realmente ese muchacho le había ganado, pero en una cosa se fijo, era que esas flechas se parecían demasiado a la que hace algún tiempo una hada le lanzo en el bosque. Al acercarse nuevamente a Uroak, el sostenía la flecha de el joven.

-Realmente me impresiono, eres muy buen arquero.-dijo Kenshin entregándole la flecha a Uroak, el cual la guardaba en su kayak, junto a las demás.

-Muchas gracias, mi maestro estaría más que contento con mi desempeño.-dijo con una mirada nostálgica en sus ojos azules, pero que rápidamente dieron paso a la alegría.

-Pues bien entonces esta competencia la ganaron ustedes. Felicidades.

-Así es, esperamos la próxima competencia con muchas ganas, al parecer la suerte esta ahora de nuestro lado.

-Así parece...- dijo Kenshin viendo como los tres hermanos se alejaban en dirección de su campamento, mientras que muchas ideas e imágenes se pasaban por la mente de nuestro lindo pelirrojo...

Continuara..

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Holaaaaaaaaa, pues bien hasta aqui queda el capitulo 6 de esta historia, jojojo

espero que les haya gustado, cada vez la cosa se va poniendo mas interesante en este fics, vamos 2-1 aer que pasara en la proxima competencia que aun no se cual sea, asi que sujerencias varias se aceptan u.u
Bueno SAludos a todas las que han dejado reviews, incluso a las que me han amenazado de asesinato, jajaja como ven, ya no tendran que tomar sus armas varias y salir a perseguirme (Ghia, se esconde bajo una piedrita, o detras de su novio, el primero ke encuentre servira)...

Saludos tb a las chicas de Kazuko, jajaja la mafia en accion..

yaps, no jodo más, aer si la inspiracion divina, me funca para hacer el capitulo dos de como perder a ken en 10 dias... trabajare en ello XD

beshos a mis nee-chan
matta neee