CAPÍTULO XXXIV

PRESENTIMIENTO

(Nagasaki)

Aún emocionado porque había llegado ese momento tan esperado, en sus labios el rubio enmarcaba una alegre sonrisa.

Mina, observando esos verdes ojos que destellantes se percibían, se dirigió a él; "El día de hoy te encuentro mucho más contento que de costumbre. ¿Puedo preguntar a qué se debe eso?"

Tenou observo a su alrededor y comprobando que nadie lo escuchara, en voz baja contesto; "Mina, esta madrugada mientras dormía, el fresco viento del amanecer me dijo que ha llegado el momento de que yo regrese a Tokio. Las moras y las fresas ya han madurado"

Sorprendida porque sabía lo que eso significaba, la bella mujer asintió; "¿Cuándo lo harás?"

"Hubiera querido hacerlo en la madrugada, pero ahora algunos pendientes me atan a la panadería, así que quizás en una semana pueda hacerlo"

"Una semana es mucho tiempo"

"Lo es... sin embargo estaba pensando algo que me gustaría preguntarte. Sabes que confió en ti, es por eso que considero que en mi ausencia tú podrías hacerte cargo de ella. Dime, ¿Lo harías?", esperando que aceptara, suplicante la miro a los ojos.

Habiéndola tomado por sorpresa, la joven durante un momento se que en silencio; "Haruka, no sabes cuanto me alegra escuchar que confíes en mi a tal extremo. Gracias por eso"

"Si es así, entonces en dos días saldré rumbo a Tokio", contento y complacido, abrazo a su amiga. "No sabes cuanto te lo agradezco"

Eso fue algo que Sai, la sobrina del ama de llaves de Kenta había visto.

Haruka soltó el abrazo y luego de limpiarse las manos, se aclaro la garganta. "Vengan, todas vengan por favor", pidió a sus cinco empleadas y a Takeo, el hermano de Mina, quien aunque pequeño, se ocupaba de sencillas labores como limpiar los mostradores o sacar la basura.

"¿Ocurre algo?", cuestiono la pelinegra Aiko.

"Sí, sin embargo no es nada malo. Dentro de dos días me ausentare. Debo ir a Tokio y como comprenderán, cerrar la panadería no es una opción, así que he resulto dejar a Mina a cargo. Ella se encargara de la administración y del correcto funcionamiento, así que espero la cooperación de todas ustedes. Calculo que a lo mucho tardare en regresar dos semanas"

No hubo nada que deliberar, el joven era el jefe y si él pensaba que estaba haciendo lo correcto, entonces debían aceptar sus decisiones.

Habiéndolo escuchado y luego de contemplar el abrazo que ambos rubios se habían dado, en la mal intencionada imaginación de Sai una historia comenzó a entretejerse. Así que esperando encontrarse a solas con Mina, cuando eso ocurrió impaciente se dirigió a ella.

"Guapo, ¿No?", cuestiono torciendo los labios, como si de una sonrisa se tratara.

"No lo había notado", sabiendo que se refería a Tenou, contesto la otra esperando con ello terminar la conversación que apenas iniciaba.

"¡Vamos Mina!, ¿No me digas qué no te gusta?", fue la pregunta que siguió a la anterior.

"Sai, sí Haruka me gusta o no, es cosa que no te incumbe. Ademas, ¿A qué viene esa provocativa pregunta?"

La castaña, haciendo que se ocupaba en limpiar el horno, sonrió de forma sugerente; "A que los escuche hablar muy bajo, luego te abrazo y entonces de la nada te dejo a cargo de la administración. Eso da mucho en que pensar, ¿No lo crees?"

Mina se volvió hacia ella, frunciendo entrecejo; "Escuchar detrás de las paredes es de mala educación, ¿No lo sabías?"

"Ese enojo me da a entender que mis sospechas son ciertas"

"No supongas cosas que no son. Haruka es mi patrón y como tal lo respeto", expreso alzando la voz. "Si me dejo a cargo es porque confía en mi, no a otra cosa"

Sai volvió a torcer los labios; "Supongamos que te creo y que en verdad entre tú y él no hay nada, eso quiere decir que me dejas el camino abierto. Así que Aino, más te vale no provocarme, porque un día de estos bien podría convertirme en la dueña de todo esto y echarte a la calle. Después de todo no sería la primera vez que te despiden por desvergonzada", de forma burlona rió.

Ante esas amenazas que no poseían ningún fundamento, Mina rió un poco; "Mide tus palabras, ademas más vale que te olvides de que algo así suceda. Haruka jamás se fijaría en ti o en mi. Él esta casado y dentro de poco su esposa vendrá vivir con él"

Como si sus palabras no hubieran significado nada, la mujer sonrió; "Mina, en verdad eres muy inocente. Un hombre jamas deja de ser un hombre. No importa que tan bueno Haruka pueda ser, no es muy diferente a los demás y no será la excepción"

Cansada de sus provocaciones, la rubia le dio la espalda, considerando que no valía la pena discutir por algo que era más que imposible de que ocurriera.


(Tokio)

Débil y triste, la aguamarina sentada en uno de los amplios sillones permanecía con la mirada fija en aquello que por debajo de su hakama asomaba. Y, aunque durante los últimos días aquella presencia se había hecho más evidente, ella ni aún siquiera había tenido el valor de acariciarlo. ¿Por qué habría de hacerlo? si era algo que claramente no podía amar por ser el vivo recordatorio de lo que ese sujeto le hubiera hecho.

Por su parte y sin sospechar nada, la rubia Katherine en vano y en un intento por distraerla de lo qué la aquejaba, había tratado de convencerla para que la acompañara en sus compras. Así que dejándola bajo el cuidado de la nana, se ausento de casa.

Bien había hecho Isao al despedir a las dos mujeres que ayudaban casa, y es que luego de lo sucedido con el rubio, no quería que las habladurías de las malas lenguas lo amenazaran. Y aunque también lo había hecho con la nana, Katherine y la aguamarina se opusieron a ello alegando que eso sin duda sería una completa injusticia para la anciana, quien tenia veinte años a su servicio y mas que ser una criada, ya era parte de la familia.

Así pues, en la distancia de la alta torre se dejo escuchar el pesado tañeo de las campanas al mismo tiempo que el tren anunciaba su llegada. En ese punto y como si se tratara de un presentimiento, la mujer volvió la inquieta mirada hacia la puerta, haciendo con ello que todas sus amargas penas se esfumaran.

Poniéndose de pie, de forma presurosa camino hacia el ventanal y corriendo las pesadas cortinas que lo cubrían, miro hacia la calle esperando que finalmente su amado doblara aquella esquina, se presentara ante ella y dijera; "He vuelto"

Sin que la chiquilla lo notara y desde el otro pasillo, con atención la nana Matsuko la observaba. Ella al igual que la rubia, pensaba que todo se debía a que el no había regresado, sin embargo en su mirada y en su sepulcral silencio, buscaba toda la verdad a esa profunda pena.

De pronto, lo que contra su voluntad crecía en sus entrañas se movió, devolviéndola a esa cruel realidad y haciendo que por su pálido rostro las dolorosas lagrimas volvieron a resbalar. No, no podía ni debía seguir pensado en él, así que bajando la mirada, se quedo pensando.

"No podre ocultarlo durante mucho tiempo… quizás ahora sí debería escuchar a mi madre he irnos de este infierno". Limpiándose las mejillas, negó con la cabeza. "No, ni aún siquiera puedo condenar a mi madre a esta, mi vergüenza. He de marcharme sola, para los dos ya encontrare la forma de ganarme la vida de una forma honrada"

En el mismo silencio de antes, la anciana la contemplaba a detalle. La joven sin darse cuenta de que la mujer la espiaba, dirigió sus pasos hacia el estanque.

Fue en ese preciso momento cuando la anciana en su niña noto algo casi imperceptible. Y es que su andar era diferente al de costumbre.

Observando como los traviesos pecesillos nadaban por entre las plantas, la más joven de la familia Kaio tomo en su mano un poco de alimento y entonces, se recogió el Hakama para inclinarse un poco.

Sí, aquello no había sido producto de su imaginación. El andar y la menuda la figura de su amada niña se percibía ligeramente diferente. Haciendo que por la cabeza de la vieja pasara algo que hasta ese instante no había considerado.

"¿Será lo que pienso que es?, ¿La señora Katherine ya se habrá dado cuenta?... No vieja tonta, no pienses en eso. Ojala Dios no lo quiera, porque si es eso el señor Isao la va a...", se dijo en silencio. Así que dirigiendo sus pasos hacia la otra habitación, continuo con sus quehaceres mientras seguía negándose lo que había visto.


(Oficina de Isao)

Sentado detrás de su escritorio, el tosco pelinegro se encargaba de abrir la correspondencia que durante la mañana hubiera arribado. Alegrándose con ello de que no hubiera facturas pendientes que pagar, y sobre todo que Saiko, su amante, no hubiera escrito alguno de sus famosos telegramas en los que hacía alguna petición de índole económica.

Cosa que por supuesto a Isao comenzaba a resultarle extraña, y es que en los últimos meses no le había escrito. Él no lo sabía, pero eso se debía a que Eiji se había encargado de vender la fina y hermosa joya que con engaños hubieran adquirido. Dividendo las ganancias entre los dos.

De pronto la puerta se abrió, dando paso al joven secretario que atendía la recepción.

"Señor Isao, lo busca alguien que no tiene cita", expreso nervioso.

Kaio alzo la mirada, tratando de ver a quien detrás de la puerta esperaba; "¿Quién es?"

"Muchas veces te he dicho que yo no necesito que me anuncies, mucho menos necesito de citas", dijo aquella voz masculina a sus espaldas.

Isao al reconocerla sonrió al mismo tiempo que se ponía de pie para recibirlo; "Deja que pase y por favor, sirvenos un par de copas"

El castaño Eiji ingreso y quitándose el saco y el sombrero, los dejo sobre el perchero que estaba a pocos pasos de la puerta.

"¿A qué se debe esta inesperada visita?", volviendo a sentarse, el tosco hombre pregunto mientras tomaba la copa que el mozo le hubiera servido.

"Ya lo ves, hoy decidí venir a ver como estabas", contesto el otro tomando asiento frente a su amigo.

"Pensé que te habías olvidado de mi. Aunque luego supuse que estabas ocupado con alguna mujer, ¿No?"

Eiji rechino los dientes, no pudiendo contener la risa que de su garganta quiso escapar, y es que aunque quisiera no podía decirle que precisamente había pasado un muy buen tiempo con Saiko. "Supones bien. Ademas de que un negocio que para fortuna mía resulto como yo esperaba, no me había permitido venir a Tokio"

Isao encendió un puro y luego de fumarlo un par de veces, lo dejo sobre el cenicero; "Envidio tu suerte, los negocios por aquí no van nada bien. Aunque no tan peor como en días pasados"

"Disculpa entonces que llegue en muy mal momento, pero ya es tiempo de que pagues la primer factura de ese regalito que le hiciste a tú sabes quien"

Ante esas palabras, el pelinegro hizo una mueca poco amigable; "Lo imaginaba. Haré un cheque a tu nombre. Vas, cobras el dinero y luego le pagas al acreedor", expreso firmando el documento.

Escuchando su petición, el castaño sonrió mientras que con atención observaba los finos trazos que en el valioso papel iba plasmando. "Lo haré esta misma tarde. Agradezco la confianza"

"No es nada fácil ganársela, aún no se como es que lograste hacerlo", entregándole el cheque, rió un poco.

Eiji llevo la copa a sus labios y bebiendo un poco, hablo; "¿Sabes quien llego en el mismo tren que yo?", cuestiono esperando despertar el interés de su amigo.

Isao se encogió de hombros; "Si no me lo dices, ¿Cómo voy a saberlo?"

"Saburo Katsumoto llego esta tarde a Tokio. Me lo encontré justo en el anden. Cuando me miro, se acomodo el sombrero y fingió no conocerme. Siempre ha sido un sujeto un tanto extraño, pero si qué esa actitud me sorprendió"

"Lo es", contesto el otro con cierta indiferencia, aunque también siendo victima de dos sentimientos muy diferentes entre si. Por un lado agradecía que con su partida hubiera dejado de molestar a su esposa, por el otro un tanto triste por no haber logrado su cometido principal, que era el de desposar a su hija con tan abyecto sujeto.

Eiji con incredulidad frunció el entrecejo; "¿Qué no piensas ir a saludarlo?", cuestiono intrigado.

Isao llevo el puro a sus labios, luego negó con la cabeza; "Por supuesto que no, tengo dignidad y mi orgullo no me lo permite. Ese hombre de la nada dio por terminada nuestra negociación. Así que si él no viene a buscarme, yo no iré a hacerlo", expreso deshaciéndose de la molesta ceniza.

"Entiendo"

"Supongo que se lo tomo personal", pensando en la petición que le había hecho a su hija y la cual había sido cumplida a un terrible costo, expreso entre dientes para qué Eiji no lo escuchara.

"¿Qué dijiste?"

"Dije que ahora vayas a cobrar ese cheque para que pagues la factura", el orgulloso hombre ordeno elevando un poco el tono de su voz.

El castaño se reincorporo y bebiendo todo el contenido de su copa, se encamino hacia la puerta; "Vendrás hoy al salón del centro, ¿Verdad?"

"Como cada noche", contesto el pelinegro.

"Allí te veo", replico el sujeto y tomando su saco y su sombreo, cerró la puerta detrás de él.

En silencio, Isao se quedo pensando en su antiguo socio, entonces se hizo la pregunta obligada; "Michiru, ¿Fuiste tú la causa de que la negociación entre nosotros terminara?"


(Nagasaki)

Disfrutando de un buen vino, el rubio estaba sentado en la entrada de su hogar.

Satisfecho, con nostalgia observaba las estrellas y del ambiente respiraba ese delicioso aroma que del huerto se desprendía. Así, con los ojos abiertos, soñaba con el momento en que por fin se reuniera con su amada.

"Michi, ¿Estarás tan emocionada como yo?", se pregunto al ver como una estrella fugaz había cruzado por entre las nubes. "Espero y esta casa te guste, y si no, la derrumbare y levantare un palacio para ti", murmuro.

En ese punto una voz masculina lo saco de sus íntimos pensamientos, devolviéndolo a la realidad; "Buenas noches", saludo el pelinegro Kenta.

"Buenas noches", Haruka replico haciendo espacio para que el hombre se sentara. "¿Gusta una copa de vino?"

"Me gustaría mucho aceptarla, pero ahora no puedo", contesto el medico al mismo tiempo que dirigía toda su atención hacia el huerto. "Si que por aquí hiciste un magnifico trabajo. Los frutos finalmente han madurado"

"Así es, y dentro de poco en este jardín habrá muchas rosas", Tenou contesto señalando la fértil tierra.

Kenta se quedo pensando un momento, luego volvió la mirada hacia su amigo; "Recuerdo que no permitiste que mi hija viniera a sembrarlas, luego dijiste que cuando los frutos maduraran regresarías a Tokio. Siempre he respetado tu silencio, sin embargo... ¿Quieres contarme?"

El rubio sirvió más vino en su copa, luego en su rostro volvió a dibujar esa bella sonrisa; "Sí, ahora puedo hacerlo. Debo regresar a Tokio porque allí esta la mujer que amo"

Aunque Kenta ya había intuido que todo lo que Haruka hacía era para un mujer, deseaba escucharlo de sus labios, aunque eso significara que todas las esperanzas que en él había cernido para con su pequeña, se esfumaran. "¿De verdad?"

"Así es, ella para mi es más que mi prometida, ha sido mi mujer. Su padre me odia porque no soy lo que él hubiera querido para su futuro. Fue él quien una noche de forma cobarde me hirió por la espalda. En consecuencia y huyendo de la venganza que juro tomar en mi contra, es que llegue hasta aquí. Ahora debo regresar para convertirla en mi esposa"

En silencio y asimilando sus palabras, el medico se quedo un momento. "Eres valiente, sin embargo disculpa que haga esta pregunta, pero... ¿Y qué hay de esa joven rubia que vive contigo?", queriendo escuchar los escabrosos detalles de esa relación, se atrevió a cuestionar.

Ante esa absurda idea, el rubio rió un poco al mismo tiempo que negaba con la cabeza; "¿Mina y yo?, por supuesto que no es nada de lo que tú piensas. Ella es mi amiga y una excelente colaboradora en mi panadería. No hubo, no hay, ni habrá nada entre nosotros. Ella solo venia a ayudarme con los quehaceres de esta casa"

"Ahora entiendo todo", Kenta expreso llevando la mano debajo de su barbilla. "¿Has pensado en que su padre podría...?, Tú sabes"

"Por supuesto qué no será nada fácil convencerlo de nuestra unión, sin embargo muy dispuesto estoy con correr el riesgo. No importa que tan mal se ponga o que amenazas haga en mi contra, ya no soy ese chiquillo al que por la espalda hirió. Voy a tomar el riesgo"

"¿Cuando saldrás de la ciudad?"

"Hubiera querido hacerlo esta misma mañana, sin embargo no ha sido posible. Así que contra todo pronostico, lo haré en dos días", finalizo completamente convencido de ello.


Notas de autor;

La señora Matsuko no es tonta, sin duda le comentara a Katherine cuales son sus sospechas.

Kaiohmaru; Así es, ella odia eso que no deseo ni pidió.

Michelle; Así es, de forma indirecta Isao lo provoco.

Isavellcota; Haruka no se resignara a perderla, hará todo lo posible porque Michiru vuelva a aceptarlo. Lamento que el capitulo haya tenido ese efecto en tu familia.

Unbreakablewarrior; Es más que horrible, no hay palabras para describirlo.

Hotaru tomoe; Bien la nana dijo que le tocaría cargar con un hijo que no pidió y menos de esa forma. Todo lo que Michiru quería se ha derrumbado. Qué problema se hará cuando Isao se de cuenta. Por otro lado como bien dices, tenemos a Haruka. No sabemos como va a reaccionar. Aunque es mujer, creció como un hombre rodeado del más puro machismo. Haruka siempre cumple sus promesas, quizás esta no sea la excepción, pero ¿A que costo?, ¿Tenou seguirá siendo el mismo con Michiru?, ¿Se convertirá en otro Isao como la nana dijo?. Isao jamás se ha ocupado de esos hijos que ha abandonado, ahora imagina a Haruka teniendo que cargar con uno que no es suyo. Es interesante el mundo de posibilidades que se abre. ¿La aceptara?, ¿La despreciara?, es difícil saberlo, aunque por la época no hay mucho que pensar. Respecto a lo otro, si la desprecia, habrá muchas mujeres que querrán consolarlo