CAPÍTULO XXXVIII
MENTIRAS, DOLOR Y RESIGNACIÓN
Desde aquella noche, tres días habían transcurrido con la misma naturalidad de siempre, pero sumidos en esa abrumadora monotonía. Los amaneceres habían sido nublados mientras que los atardeceres y anocheceres llenos de fría lluvia, dando con ello una mayor sensación de tristeza.
Más para fortuna de las tres mujeres, hacía ya el mismo tiempo qué ese demonio llamado Isao no se aparecía por casa. Y era debido a ello, que por momentos se podía respirar un ligero ambiente de tranquilidad.
Ante eso, Katherine de forma presurosa había llegado a concluir que él jamás regresaría, o que incluso su ausencia se debía a que a causa de sus heridas, en alguna sucia calle yacía muerto sin ser reconocido.
Así que aprovechando que él no estaba y que la lluvia era ligera, esa tarde la alta mujer abandono la residencia para hacer unas cuantas diligencias, dejando a su hija bajo el cuidado de la nana.
Por su parte, cansada y sentada sobre su suave cama, la aguamarina observaba a través del ancho ventanal. Así como quien espera a que algo importante acontezca.
Sintiendo como sus entrañas se agitaban, centro toda su atención en ver como las juguetonas gotas de lluvia resbalaban a lo largo del cristal. Tratando así de ignorar aquella indeseable presencia.
"No solo mi corazón llora, también él cielo lo hace. ¿Cuál será tu pena?, ¿Será tan grande como la mía?", cuestiono con un débil murmuro.
Tan concentrada estaba en ello, que ni siquiera se dio cuenta de que su madre ya había regresado y en silencio la observaba desde el umbral del fusan.
"Hija", de forma alegre la rubia la llamo, sacando a la chiquilla de sus íntimos pensamientos y haciendo que volviera la mirada hacia ella.
"¿Ocurre algo?, madre", cuestiono tratando de dibujar en sus labios una sonrisa.
Contenta, la hermosa mujer dejo sobre la cama un paquete. "Aprovechando que dormías, me he permitido ir al centro para comprar unas cosas hermosas que estoy segura y te encantaran"
"Gracias, madre. No debiste molestarte"
"También pase por la panadería", Katherine expreso esperando lograr atrapar toda la atención de su pequeña, ademas de alegrarla aunque fuera un poco. Cosa que si sucedió, aunque por un corto instante.
Maravillada, la chiquilla se reincorporo; "¿De verdad?... ¿Saben algo de…?", quiso cuestionar, sin embargo la emoción termino huyendo de ella. "No, no debo ni siquiera pensar en él", añadió mientras que abatida volvía a sentarse.
"Lo lamento mucho, pero no tuve valor de hacerlo", su madre contesto sabiendo de antemano que aunque lo supieran, no le darían ninguna información. "No estés triste. Mejor mira lo que te compre", dijo y al instante del paquete comenzó a sacar aquellas bellas, finas y diminutas ropas. "En mi habitación aún guardo algunos de tus ropones de bebé, sin embargo pienso que ya están pasados de moda"
Ante la evidente emoción de su madre, Michiru bajo la mirada.
"Sé que son demasiado pequeños, pero cuando los bebes nacen, también lo son. Tú eras tan frágil, que pensé que en mis brazos te romperías", expreso maravillada al recordarlo.
Michiru negó con la cabeza al mismo tiempo que sostuvo las manos de la mujer; "Madre, ¿Por qué te es tan difícil entenderlo? Yo no lo quiero", dijo mirándola a los ojos.
Sí, ni los dulces colores, ni las tiernas formas y ni aun siquiera los finos encajes que adornaban las diminutas prendas, habían logrado conmoverla.
"¡Vamos, hija!, haz el esfuerzo. ¿No te gustan?... si es eso pudo traerte otras", Katherine respondió deseando que a eso se debiera el evidente rechazo.
"Son muy lindos, pero yo no quiero a esto que crece en mi. Lo odio", la aguamarina replico.
"No digas eso, es muy feo. Una mujer que esta a punto de tener un hijo no debería hablar así. Porque aunque no lo desees y por más que lo odies, vas a ser madre"
"Es más feo lo que ese hombre me hizo. Ademas cada vez que esto se mueve, quisiera estar muerta", la chiquilla balbuceo al borde del llanto. "La naturaleza aunque bella, puede llegar a ser abominable"
Katherine asintió y atraiéndola hacia ella, la envolvió entre sus protectores brazos. "De eso quería hablar, pero si prefieres no hacerlo entonces lo entenderé"
Aferrándose a ella, Michiru comenzó a llorar; "Ahora comprendo el dolor, el asco y la vergüenza que debiste sentir cada vez que te veías forzada a estar con ese sujeto. ¿Por qué no me odias por haberme concebido en esas condiciones?"
Besando su frente, la alta mujer replico; "Porque una madre es incapaz de odiar a su hijos. Aunque comprendo que en nada se compara lo que ese hombre te hizo a lo que Isao me hizo a mi. Mi deber y obligación como su esposa era entregarme a él, en cambio tú no tenías ninguna obligación para con ese animal"
"Aún así debió ser muy humillante para ti. Estar con un hombre al que no se ama y concebir de él un hijo, para mi es inaceptable"
"Las mujeres somos como la tierra, no importa quien la siembre. Lo importante es el fruto que de sus entrañas salga. Porque este bebé es más tuyo que de él. Por ti esta vivo", la rubia explico.
Dejando que las lágrimas fluyeran libres, entonces la joven fue capaz de relatar; "Fui a su casa porque ese demonio me dijo que si lo hacía, entonces respetaría mi compromiso con Haruka. Y yo de ingenua o de estúpida le creí. Escape para ir y entonces, él comenzó a hablar y a actuar de esa forma tan asquerosa. Yo me rehusé a sus deseos, pero no le importo que yo le dijera que dentro de poco iba a casarme. Se burló de mi mientras me golpeaba… mi único consuelo es que me desmaye antes de que abusara de mí. De esos dolorosos momentos solo tengo el recuerdo de un instante de conciencia. En vano trate de mentirme a mi misma al quererme convencer de que todo había sido una horrible pesadilla… ¡Dioses!, es tan doloroso y humillante", sollozando pudo balbucear. "Hubiera preferido que me matara, a vivir con esta condena"
"Llora, te hará bien", abrazándola con todas sus fuerzas, la alta mujer gimió.
"Es mi culpa. No debí ir. Debí enfrentarme a él y pelear con todas mis fuerzas", la joven también gimió.
"Ya no te culpes, hija mía. Tú no tienes la culpa de nada", sin poder soportarlo dejo, que las lágrimas rodaran por sus mejillas. "Si ese muchacho regresa, estoy segura de que volverás a sonreír como antes"
Ante esas palabras, Michiru se separó de ella; "No madre, Haruka no puede volver. No puede ni debe hacerlo. La sola idea de que vea así me llena de vergüenza porque entonces pensara que falte a mi promesa. No importa cuanto lo ame, no importa cuanto me ame. Es mejor que se olvide de mi"
"¿Aún lo quieres?"
"¿Cómo dejar de amarlo? si él es mi todo. Y porque lo amo, es que he decidido renunciar a él", resignada expreso. "Prefiero quedarme con los dulces recueros de ese ayer en que fui feliz. Prefiero quedarme con los sueños que no pudieron llegar a ser antes que condenarlo a esta vergüenza", sonriendo, a su memoria trajo los bellos recuerdos de esos días. "Esa noche me acompaño a casa sin siquiera conocerme, y yo comencé a quererlo al instante porque en ningunos ojos vi lo que en los suyos pude contemplar. Él es tan bueno, que por momentos llegue a pensar que no era real, qué todo era un sueño. Sin embargo en silencio el sufría por no poderme confesar su amor. Si, sufríamos los dos, y aún así éramos felices en nuestra compañía"
Al escucharla, Katherine no pudo evitar pensar en su amado Albert.
"Nuestra primera noche juntos fue hermosa. Yo estaba nerviosa, pero totalmente convencida de que deseaba entregarme a él. Cada poro de mi enardecía piel lo necesitaba. Necesitaba sentirlo en mí para saber que era real. Sentirlo convulsionando mis entrañas es algo que no puedo describir con palabras. Si, lo disfrute como jamas lo imagine. Esa noche ame su cuerpo, sus besos, sus caricias. Ame todo de él", con una dulce sonrisa y lagrimas en los ojos confeso.
Cada una de esas palabras resonó en el corazón de la rubia. Escuchar como su hija describía ese acto de máximo amor, fue algo que la conmovió, agradeciendo en silencio que aquello para ella hubiera sido una experiencia maravillosa.
"¿Alguna vez llegare a hacer el amor tal y como lo describe mi hija?", se cuestionó en silencio al recordar lo vivido con Isao.
"Entonces yo era tan feliz, que ingenuamente jamas pensé que tristeza alguna podría llegar a herirme", Michiru dijo limpiando las lagrimas que por sus pálidas mejillas habían resbalado.
Ante las apasionadas palabras de su hija Katherine se quedo pensando un momento, luego su rostro se ilumino y sus labios se arquearon de forma agradable. Separándose un poco de ella, tomo sus menudas manos entre las suyas. "Hija, ahora que te escucho hablar de esa forma tan bella, ¿Qué tú no lo has pensado?. Por aquellos días mantuviste intimidad con ese muchacho, entonces cabe la enorme posibilidad de que él sea el padre de tu bebé"
Michiru en ese punto débilmente sonrió; "No sabes como me gustaría que fuera suyo. Pero no lo es, madre. Siempre fuimos muy cuidadosos en ese aspecto, siempre tomando las debidas precauciones". Confiaba en ella, mas había jurado guardar el secreto de su amado. Y así sería por siempre.
Katherine negó con la cabeza; "Hija, el que hayan tomado sus precauciones no garantiza nada. Estoy plenamente convencida de que él es el padre", tratando de infundir en ella un poco de esperanza, en vano expreso. "La vida no puede ser tan dura, así que piensa en esa posibilidad... piensa que no puedes odiar a tu hijo, no puedes odiar al fruto de ese amor"
"Pero no lo es, madre. De eso estoy segura porque puedo sentirlo. Si fuera suyo, créeme que todo sería muy diferente. Amo tanto a Haruka, que si él me hubiera tomado contra mi voluntad, dejando que en mis entrañas se anidara su semilla, entonces yo aceptaría a ese hijo. Lo amaría con todas mis fuerzas y no permitiría que ese horrible sujeto me apartara de él"
"Haz el esfuerzo por quererlo, no tiene ninguna culpa"
"Yo tampoco tengo culpa y sin embargo estoy condenada a sufrirlo, a llevarlo como si de una cruel penitencia se tratara", expreso observando su abultado vientre.
"Cabe la posibilidad de que él sea el padre. Pronto regresara y entonces podrás darle la noticia. Segura estoy de que estará feliz". Katherine replico emocionada y deseosa de que la actitud de su hija hacia su pequeño cambiara.
Michiru negó con la cabeza y de forma ligera se encogió de hombros; "¿Y engañarlo con semejante mentira?, no madre. Haruka es un hombre muy bueno, el mas bueno que hay, y yo no podría engañarlo de esa forma ni de ninguna otra. Él no merece que yo le haga algo así. Y porque lo amo, es libre de sus promesas. Él merece toda la felicidad de este mundo, tener sus propios hijos. Créeme, madre, él podría hacer feliz a cualquier persona, sea a una mujer... o un hombre", al decirlo, la tierna mirada se le lleno de lagrimas.
"Tú misma lo has dicho, hija. Puede hacer feliz a cualquiera, entonces, ¿Por qué renunciar a él y a esa vida que juntos planearon", cuestiono la alta mujer.
"Porque yo ya no puedo ofrecerle nada. En mi solo queda tristeza y dolor", la aguamarina concluyo.
(Lejos de ahí)
Con su pesado he imponente andar, la bestia de acero atravesaba los pequeños poblados que rodeaban el ancho camino. Sin embargo durante las ultimas horas el clima se había vuelto hostil.
De día la fuerte lluvia azotaba mientras que de noche una densa capa de niebla dificultaba la visibilidad, haciendo que de cuando en cuando el tren disminuyera la velocidad.
Nervioso por esa tétrica atmósfera, el hermoso rubio observaba a través de la ventanilla, buscando con ello al menos reconocer un poco de la verde vegetación que cubría los campos y las altas colinas, sin embargo sus esfuerzos siempre eran inútiles. Esa maldita niebla no lo dejaba ver más allá de sus narices.
"Demonios", mascullo al ver que como la oscuridad comenzaba a cernirse. Y es que la noche lo aterraba, no porque fuera un cobarde que le temiera a lo sobrenatural, pero ese miedo se debía a que ese pesado clima bien podría dificultar su viaje y en el peor de los casos, hacer imposible su arribo.
De pronto el tren comenzó a disminuir su andar, como amenazando con detenerse.
Eso sin duda hizo que el rubio se estremeciera.
"¿Qué sucede?", se pregunto así mismo.
Su cuestionamiento pronto tuvo respuesta, y es que un oficial a través de los pasillos hizo el tan temido anuncio; "Camino cerrado. El camino esta cerrado"
Al escucharlo, un nervioso Haruka salio a su encuentro; "¿Qué sucede?"
"Ha llovido tanto que un deslave ha bloqueado el camino. Ademas esa maldita niebla no deja ver que hay más allá"
"Maldición", Tenou no pudo evitar expresar.
"Lo lamento, no podremos hacer nada hasta el amanecer. Luego tardaremos días en despejarlo", abatido contesto el oficial.
"¿Días?, no puede ser", expreso el joven mientras que con fuerza apretando su puño.
"No garantizo que sea en par de días, pero accidentes como este suelen tardar mucho. Por favor, no haga un escándalo que ponga nerviosos a los demás pasajeros, en su mayoría son mujeres y niños"
"¿Cuanto falta para llegar a Tokio?"
"Estamos a un día, con este clima probablemente a dos o tres. Ahora le sugiero que vuelva a su asiento, aunque quizás prefiera descender y pasar la noche en algún hostal. Si tenemos suerte, quizás mañana arriben los técnicos que despejaran el camino"
"¿Dónde estamos?", fue la pregunta que siguió a la anterior.
"En la estación de Saitama. Por lo que veo, le urge llegar a Tokio. Le recomiendo que tome un carruaje, será mucho mas rápido que esperar sentado en esta maquina. Aún así conserve su boleto, por si cambia de opinión y decide volver al tren"
"Gracias", Tenou replico y sin perder tiempo, de forma presurosa tomo su equipaje para descender.
No, no podía esperar a que el camino fuera despejado. Necesitaba llegar cuanto antes con su amada Michiru.
Descendiendo observo a su alrededor, y en medio de aquella densa y fría niebla comenzó a avanzar a la búsqueda de un lugar seguro para dormir.
"No me queda de otra más que pasar la noche en este lugar, al amanecer buscare y encontrare a alguien que pueda llevarme a Tokio, porque de lo contrario tendré que regresar al tren y sentarme a esperar. Algo que en definitiva no puedo hacer", murmuro para si mismo.
Maldito sea ese cruel destino, qué se empeña en separarlos aún mas.
(Tokio)
Sentadas en el recibidor, la aguamarina y la hermosa rubia disfrutan de un dulce té y sobre todo, de ese ambiente de paz que prevalecía en el ambiente. Qué Isao no hubiera regresado sin duda era una bendición no solo para las tres mujeres, sino también para la misma casa.
"La noche esta muy callada", expreso Katherine antes de suspirar. "Ya extrañaba noches como estas"
Por su parte, la chiquilla bostezo y tallándose los ojos, se reincorporo "Estoy muy casada, madre. ¿Puedo retirarme a mi habitación?"
La rubia se puso de pie y besando su mejilla replico; "Por supuesto, si necesitas algo no dudes en llamarme"
Sin fuerzas para responder, la joven dirigió sus pasos hacia sus aposentos y justo cuando ingreso, la puerta principal se abrió, dando paso a Isao.
"Buenas noches", saludo como no era su costumbre y arrastrando sus débiles y malolientes pasos hacia el recibidor, se dejo caer sobre el sillón, quedando de frente a su esposa.
"¿Por qué has regresado?", enfadada la rubia cuestiono. "Pensé que te habías muerto"
"Regrese por dos razones, la primera es que resucite. La segunda es que mientras sigamos casados, esta es mi casa. El divorcio no existe y si existe, no te lo voy a dar", burlón replico al mismo tiempo que encendía un puro.
"Hace mucho que dejamos de ser un matrimonio", contesto convencida de ello.
"En apariencia aún lo somos", cínico señalo. "¿Dónde esta tu hija?... o mejor dicho "¿En que calle esta prostituyéndose?", habiendo dicho soltó una carcajada.
"Eres un idiota, tanto así que ninguno de tus chistes me causa gracia alguna", Katherine replico y luego cruzo los brazos sobre su pecho. "Mi hija ahora duerme, ni siquiera se te ocurra molestarla"
"Pues entonces llámala, que le he traído un regalo", con una mueca perversa pidió.
La chiquilla, ignorando lo que en el recibidor acontecía, regreso por algo que sobre el sillón había olvidado.
Isao apenas la miro monto en cólera y reincorporándose de golpe y sin importarle si llegaba lastimarse, se fue en contra de ella, alcanzando a tomarla por el cabello. "Maldita perra, a la calle te voy a echar"
"Suéltala", liberándola de sus crueles manos, Katherine la aparto de él.
"A ti también debería darte lo tuyo. Todo esto es tu culpa por permitir que esta cualquiera, como la perra qué es, se revolcara con ese idiota", el pelinegro escupió a gritos.
"Ya te lo dije una vez y no me cansare de repetírtelo hasta el cansancio. No sabes cuanto me alegra que mi hija se haya entregador por voluntad propia a ese muchacho"
"Puta la madre, puta la hija", ese monstruo de apellido Kaio con ira señalo.
"Si tanto quisieras vengar tu dichosa herida honra y aun más, el dolor que tu hija esta sufriendo, entonces irías a la casa de ese cerdo"
Isao asintió y acomodandose el cabello que caía por su frente, sonrió de forma irónica. "Considere acusar al panadero de abuso, sin lugar a dudas lo hubieran colgado en la plaza publica para que la gente contemplara que es lo que sucede con esos pervertidos. Pero si hacía eso, entonces me señalarían y señalarían a tu hija... así que opte por la solución mas fácil"
"Cobarde. Bien sabes quien es el culpable"
Isao volvió a sentarse y es que aunque quisiera fingir que la heria no dolía, le era imposible estar de pie. Llevando la mano dentro de su saco de el tomo la fina joya.
"No fue nada difícil dar con él. Ese estúpido panadero se ocultaba en un sucio hostal. No te creas tan importante, hijita. Que ese muy rápido se olvido de ti. Estaba en muy buena compañía"
"Mientes", la joven respondió.
"No miento... y como prueba de ello te tengo esto. ¿Lo reconoces ?", expreso y entonces arrojo el broche hacia sus pies.
Intrigada, la chiquilla se inclino para recogerlo y al hacerlo, un dolor agudo se apodero de su pecho. Había reconocido la hermosa joya. "Esto es... ¿Qué haces tú con él?" cuestiono sin aliento y con los labios secos.
"Obsérvalo, míralo a detalle", señalándolo, el tosco hombre expreso antes de echarse a reír a carcajadas.
Nerviosa, la anguarina observo la seca sangre que en algunas partes lo cubría. "¿Qué es esto?", cuestiono al mismo tiempo que los ojos se le llenaban de lagrimas.
"¿De qué se trata?, Michiru", nerviosa ante el silencio que se había apoderado de la casona, la mujer cuestiono.
Isao burlón, observaba a ambas mujeres.
"Este broche... hace tiempo se lo di a él... ¿Cómo es que tú lo tienes?, ¿Por qué tiene sangre?", sin poder tolerarlo, la joven si apenas pudo murmurar. "¿Qué hiciste?"
"Ese muerto de hambre se ocultaba no muy lejos de aquí. Según me dijeron, vivía en un hostal con una mujerzuela. Vaya que corrió con suerte al sobrevivir a esos disparos que le dí, aunque no pudo lidiar con la infección. Estaba lisiado a causa de la gangrena. Tirado sobre la acera y viviendo de las sobras que le lanzaban. Así que lo único que yo hice fue liberarlo de sus sufrimientos", despreocupado de forma cínica relato. "Ese imbécil murió como el sucio perro que siempre fue"
"Mientes", sin poder tolerarlo, la aguamarina comenzó a derramar dolorosas lagrimas.
"No miento, querida hija. La prueba es ese broche que encontré entre sus sucias ropas y que me he permitió recuperar porque es mio. Tu amado prometido esta muerto, ¿Escuchaste?, esta muerto. Yo lo asesine"
"Estas mintiendo, ¿Verdad?", cuestiono la bella rubia al mismo tiempo que envolvía a su hija entre sus brazos. "No puedes ser tan cruel. ¿Por qué haces sufrir a mi hija de esta forma?"
"No querida, no miento. Debieron escuchar como suplico para que perdonara su patética existencia. Debieron escuchar como chillo cuando lo remate. Por como lloraba, más que un hombre, me pareció una estúpida mujer", habiendo dicho, esa abominable mueca volvió a desfigurar su de por si perversa sonrisa.
Escuchar las terribles descripciones que el abyecto sujeto había hecho, provocaron que la chiquilla rompiera a llorar de forma abierta y con total desespero. No, todo aquello ya no podía ser una mentira.
"Eres perverso, eres un mal nacido", Katherine dijo tratando de consolar a su hija, aunque aquello de nada serviría. El daño ya estaba hecho.
Disfrutando de la devastadora escena que se abría frente a sus ojos, Isao sonreía con burla. "Sufre, querida hija. Con ello pagas la vergüenza que me has hecho pasar. Ahora tu hijo es un huérfano y no un bastardo"
Sollozando la chiquilla se derrumbo a llorar en los tiernos brazos de su madre; "¿Por qué la vida ha sido tan cruel conmigo?, ¿Qué hice para merecer este castigo?. Mi amado esta muerto y todo por mi culpa"
"Maldito seas mil veces, Isao. Deseo y la vida te cobre cada una de tus maldades", también llorando, Katherine grito para con él.
El hombre, habiendo logrado su infame propósito se puso de pie y sin agregar palabra, pero conservando la expresión dura de su rostro, abandono la residencia.
"Esto ya es demasiado, madre. Yo ya no puedo continuar viviendo de esta forma. Toda mi esperanza radicaba en que él fuera feliz, sin embargo ya no me queda nada", desecha y sin fuerzas, Michiru no pudo sostenerse en pie, derrumbándose sobre el suelo. "Ahora mas que nunca deseo estar muerta"
Notas de autor;
Hace tiempo alguien me pidió que escribiera una historia con hombres lobos y vampiros. Otra persona pidió una historia en la que no tuvieran poderes. Yo respondí que escribiría una historia en la que serían personas sin ninguna habilidad fantástica, ademas consideremos que no hay peor monstruo que el ser humano. No hay necesidad de escribir sobre zombies, vampiros o bestias.
Isavellcota; Así es, el destino no quiere que se reúnan. :(
kaiohmaru; Esos dos son más que basura. Él jamas tuvo una familia, todo fueron apariencias.
Michelle; La felicidad para ellos se ve tan lejana, que parece que jamas les llegara.
Kyoky; Parece que esta tormenta jamas terminara. Ni Beryl ni ninguno de nuestros otros villanos fue tan ruin como lo es Isao. Es humano, sin embargo sus acciones son las de un monstruo.
