CAPÍTULO XLII
FUGA
Y entonces un nuevo amanecer llego. La ligera tormenta de nieve que hacia dos noches hubiera comenzado, seguía vistiendo con su gélido blanco todo a su alrededor.
En una mesa de la cafetería del centro, aún pensando en todo lo que su esposa le hubiera dicho, Isao Kaio bebía café. Y aunque en esos momentos hubiera preferido un buen vino, había optado por la cafeína en un intento por mantenerse sobrio y despierto.
Acompañándolo, Eiji lo observaba en silencio, el cual por momentos se veía interrumpido por el sonido de la cucharilla golpeando la fina cerámica.
"Después de lo que el medico te dijo, me hice examinar. Por fortuna estoy limpio", expreso aliviado, y es que temía que Saiko, amante de Isao, lo hubiera infectado. "Considero que por un tiempo deberíamos dejar de frecuentar esos lugares"
"Bien por ti", sin apartar la mirada de su bebida, el pelinegro murmuro.
"No estés triste, ya veras que pronto te recuperaras... ademas ¿Sabes que escuche de camino acá?"
"¿Qué sucedió?", cuestiono nada animado.
"Me sorprende que aún no lo sepas, sin embargo estoy seguro de que te alegrara. Al parecer Katsumoto hizo una mala inversión y perdió una cantidad significativa"
Ante esas palabras, Isao por fin levanto la mirada; "No me importa, por mi puede quedarse en la calle"
El castaño ligeramente se encogió de hombros; "¿Cuando vas a decirme qué es lo que entre ustedes ocurrió?"
"En resumidas cuentas puedo decirte que ese hombre es un cobarde. Tuvo miedo de hacer negocios conmigo", Kaio expreso torciendo los labios al recordar la terrible humillación que aquella noche lo hizo pasar.
Eiji se le quedo mirando poco convencido de su respuesta; "También escuche que su fortuna la hizo a cuestas de un viejo socio. Quizás fue lo mejor para ti, aunque supongo que te hubiera gustado emparentar con él, ¿No?"
El pelinegro torció los labios y le dirigió una mirada nada agradable. Después de todo, esa había sido una de sus tantas aspiraciones.
"Supongo que en algún momento consideraste que él y tu hija podrían...", trato de decir, sin embargo rápidamente fue silenciado por el otro.
"En ningún momento lo pensé", cínico mintió. Volviendo a llevar la amarga y caliente bebida a sus labios, bebió sin importarle si llegaba a lastimarse. Le resultaba intolerable seguir hablando sobre ese sujeto, no por lo que a su hija le hubiera hecho, sino por como se atrevió a hablarle.
"Tu hija es muy bonita, ya llegara el momento en que saques provecho de ello", encendiendo un puro, Eiji dijo, tocando con sus palabras las fibras más sensible de su amigo.
En ese punto el pelinegro recordó la infame negociación que con ella hubiera tratado de hacer. Así que poniéndose de pie, dejo que la silla cayera al suelo de forma violenta. Echándose sobre los hombros su pesado saco y tomando su bastón, iracundo grito; "Esa desgraciada... esa desgraciada no puede irse así tan fácil"
"¿A dónde vas?", cuestiono el castaño al ser testigo de un nuevo arrebato de ira, los cuales ya le resultaban hasta normales.
"Tengo que encontrar a esa ramera y a ese maldito muerto de hambre. No voy a permitir que esa cualquiera se lleve a mi hijo", mascullo mientras que con dificultad arrastraba sus pasos por la nevada acera.
"¿De qué hablas?"
"De mi hijo, no se puede largar con él", molesto señalo. "No puedo permitir que ese estúpido panadero le de su inútil apellido a mi heredero"
Sorprendido por esa extraña confesión, Eiji se encogió de hombros y negó con la cabeza; "Cada vez te entiendo menos, ¿De cuando acá te nació la preocupación por ellos?"
Apoyando sus pesados pasos sobre su bastón, con dificultad el pelinegro siguió avanzando."Esta vez es diferente"
"¿Qué tiene de diferente?", pregunto siguiéndolo. Deseaba saber que era aquello que desde hacia meses lo aquejaba.
Isao Kaio frunció el entrecejo y mascullando, replico; "Qué de sus madres jamas me fié, de ellos no recuerdo ni sus nombres porque jamas me interesaron. Eso se debe a que nunca estuve seguro de que en verdad fueran mis hijos. Ahora no importa si en su momento ame a mi esposa o no, de ella nació. No importa cuanto la haya despreciado o cuanto haya fingido haberlo hecho, ella es mi hija, y de ella va a nacer mi hijo"
Eiji no entendió sus balbuceos. Comenzaba a pensar que aquel tan solo era un delirio a consecuencia de la fiebre que lo atormentaba.
Continuando su camino, finalmente arribo en la estación de tren y, conservando esa mueca poco amigable, avanzo hacia la taquilla.
"Buenos días", saludo el vendedor al verlo aproximarse.
"Escúchame bien, y más te vale que lo hagas con atención", Kaio dijo y entonces de su bolsillo saco unas cuantas monedas, los cuales arrojo sobe el mostrador.
El empleado sin entender, negó con la cabeza; "¿Qué intenta decirme?"
"Qué tomes ese dinero para que me des la información que necesito. Durante la madrugada una joven pareja abordo el tren. ¿A dónde iban?", cuestiono sin mucha paciencia.
"Lamento no poder ayudarlo, mi turno comenzó hace algunas horas"
Nada conforme con su respuesta, de forma violenta Isao lo tomo por el saco. "Entonces llama a alguien que si pueda ayudarme, maldito inútil", habiendo dicho, lo empujo.
"¿Qué ocurre?", el oficial encargado de la seguridad de la estación, habiendo contemplado ese grosero arrebato, acudió a revisar.
"Isao, tenemos que irnos. No quiero tener problemas", temeroso Eiji dijo a sus espaldas.
El pelinegro, ignorando a su amigo, se volvió hacia el uniformado; "Necesito saber donde esta el tren que en la madrugada partió"
"No hace falta que utilice la fuerza para obtener una respuesta. El camino esta bloqueado por un derrumbe. Muy seguramente a esta hora esta detenido en la estación de Saitama. Pero ¿Para qué quiere saberlo?"
Habiendo escuchado esas palabras, Isao asintió satisfecho; "Entonces de la orden de que ese tren no puede continuar su camino, no hasta encontrar lo que busco"
"Lo lamento, señor, pero lo que me esta pidiendo es imposible"
Isao del mostrador tomo las monedas y entregándoselas en la mano, expreso; "Entonces supongo que esto puede convencerte. En mi bolsillo tengo más, muchas más"
"Isao, ¿Quieres decirme qué ocurre?", sin entender, Eiji cuestiono al mismo tiempo que por el hombro lo tomaba en un intento por tranquilizarlo.
"Cállate, no me toques", enfurecido ordeno sin apartar la mirada del oficial.
El uniformado, viendo que entre las monedas había varias de plata, asintió; "¿Qué necesita?"
"En se tren viaja un ladrón. Me ha robado algo que me es valioso. Necesito recuperarlo. Ademas no quiero un escándalo"
Meditando, el hombre se quedo en silencio un momento.
"Vaya y busque a ese ladrón... supongo que esto ayudara a encontrarlo, ¿No?", expreso mostrandole el dinero que podía darle.
El oficial en ese punto de las manos le arrebato el papel moneda, luego con una sonrisa en los labios asintió; "Enviare un telegrama para que lo busquen, si es preciso por toda la ciudad. Por favor vamos a mi oficina. Tiene que darme mas detalles"
Habiendo ingresado en ella, Isao cerró la puerta detrás de él, dejando a Eiji afuera para que no escuchara lo que tenia que decirle al uniformado. Este por su parte, de inmediato preparo el telégrafo para comunicarse con la estación de Saitama.
"¿Qué le robo?. Si me dice será mas fácil recuperarlo"
Isao le hizo una seña para que se acercara un poco más, así que susurrándole al oído, contesto; "Se ha llevado a mi hija. Más le vale no decir nada, que con mi dinero estoy comprando su discreción"
"¿Su hija?", cuestiono sorprendido.
"Así es. Y si tiene hijas, entonces le recomiendo que no sea flexible con ellas. Al final pagan mal"
"Entiendo, ¿Cómo se llama?"
"Eso no le importa, pero como seña particular puedo decirle que esta embarazada de pocos meses", al decirlo, torció los labios con desagrado.
"¿Cómo se llama el sujeto?"
Isao en ese punto negó con la cabeza y frunció el entrecejo. "No... no lo sé", dijo llevanadose una mano a la sudorosa frente. Era cierto, lo había olvidado.
El oficial ante su contestación, burlón se atrevió a decir; "Ya entiendo. Su hija no fue secuestrada, más bien pienso que como esta embarazada, deicidio escapar de casa y de su enojo, ¿Verdad?"
Isao golpeo con fuerza el escritorio y clavando su enfurecida mirada en la del hombre, grito; "Le estoy pagando un muy buen dinero para que haga su trabajo, así que más le vale no hacer cuestionamientos que para nada son de su incumbencia. Ese sujeto ha secuestrado a mi hija, y muy seguramente se están haciendo pasar por una pareja"
(Estación de Saitama)
Y una vez más Isao se salio con la suya, porque solo hicieron falta unos cuantos toques y un par de minutos para que su mensaje viajara miles de kilómetros.
Así pues, el encargado de la maquina de pulsos apenas pudo descifrar aquellas palabras, de forma presurosa busco al oficial encargado de la seguridad de la estación, a quien encontró haciendo su tan acostumbrado recorrido por el anden.
"Señor, señor", agitado se detuvo ante él para recuperar el perdido aliento.
"¿Qué ocurre?, ¿A qué se debe ese nerviosismo y esa prisa?"
"Ha llegado un mensaje, al parecer en el tren viaja un ladrón. Ha secuestrado a una mujer de Tokio. El padre piensa que si están a bordo, muy seguramente se están haciendo pasar por una pareja"
"¿Un secuestrador?, ¿En el tren?... eso es imposible"
"Así es, señor. El padre de la joven ha ofrecido dinero a quien la encuentre y la regrese a casa. Ella esta embarazada de pocos meses"
Habiendo escuchado que ese sujeto suponía un peligro no solo para la joven, sino para todos los pasajeros, hizo sonar su silbato y al instante, los demás oficiales se agolparon a su alrededor a la espera de cualquier orden.
"Inspeccionen ese tren, en el viaja un hombre que lleva secuestrada a una mujer. Esta embarazada y hemos recibido la orden de devolverla a casa"
"Señor, en el tren hace frío, muchos de los pasajeros han abandonado la maquina para hospedarse en los hostales de los alrededores"
"Entonces vayan y búsquenlos. Si es preciso, hasta debajo de las piedras. Este tren no podrá partir hasta que no aparezcan", a gritos mascullo, y es que saber que había una recompensa, lo había llevado a tomar esa dramática decisión.
Al instante, media docena de oficiales abordaron los vagones, comenzando así su búsqueda.
Aquel alboroto sin duda llamo la atención de los pasajeros y residentes, quienes sorprendidos respondían a los cuestionamientos de aquellos insistentes hombres. Estos a su vez, no queriendo hacer un escándalo, ya lo habían logrado.
"¿Qué ocurre?", cuestiono la aguamarina al asomarse por la ventana y ver lo que acontecía.
"No lo sé", contesto su amado. "Debe ser algo serio como para que haya tantos oficiales. Iré a investigar", añadió mientras se colocaba el negro capote sobre los hombros.
Tomándole por la camisa, Michiru lo retuvo; "No vayas, mi amor. Tengo miedo"
"Te entiendo, Michi, pero es mejor que estemos preparados para cualquier cosa, a que nos tome por sorpresa, ¿No lo crees?"
"Sí, pero...", trato de decir.
"Espera aquí, no me tardo. Por favor asegura la puerta hasta que yo vuelva, ¿Sí?"
Sabiendo que no podría retenerlo, la mujer asintió contra su voluntad.
Habiéndose quedado a solas, la aguamarina volvió a asomarse por la ventana y viendo como los oficiales revisaban el tren, un terrible pensamiento se apodero de ella. ¿Acaso Isao había enviado a toda gente para buscarlos?
"No, eso es imposible", dijo para si misma al mismo tiempo que en vano trataba de deshacerse de esa idea. Que aunque retorcida, bien podría ser una realidad.
De pronto alguien toco a su puerta. Era el rubio, quien agitado desde detrás la llamaba. "Michi, abre"
Comprendiendo que no estaba equivocada en sus sospechas, la chiquilla lo dejo pasar; "Jamas nos dejara en paz, ¿Verdad?", expreso temerosa y al borde del llanto.
"Así parece, Michi. Un trabajador del hotel me dijo que buscan a una pareja que escapo de Tokio. Sospechan que muy seguramente han decidido continuar el camino a pie"
"Su maldad nunca descansara. ¿Cuando podremos ser felices?", dejando que las lagrimas resbalaran por sus mejillas, gimió. "A él no le importamos, su único interés es esto que tengo aquí. Desea tanto un varón, que por conseguirlo es capaz de seguirnos hasta el fin del mundo"
"No llores Michi, no voy a permitir que te separe de tu bebé", abrazándola, Haruka la estrecho contra su pecho.
"Esto a mi no me interesa, yo solo quiero ser feliz a tu lado"
En ese punto el sonido de las pesadas botas que subían por la escalera los hizo estremecerse. Luego alguien llamo a pocas puertas de la suya.
"Documentos", se escucho decir en el pasillo, haciendo que la pareja se pusiera cada vez más nerviosa.
"No sé como, pero tenemos que escapar", dirigiendo sus pasos hacia la ventana, Haruka observo hacia el exterior, descubriendo que un salto desde esa altura sería un suicidio.
Michiru miro en todas direcciones y, descubriendo que sobre la cama reposaba uno de sus finos hakamas, una idea acudió a ella. "No, no todo esta perdido", expreso y luego beso a su amado.
"¿Qué quieres decir con eso, Michi?", cuestiono él sin entender.
La aguamarina sonrió y limpiándose las lagrimas que resbalaban por sus mejillas, replico; "Ellos buscan a un hombre y a una mujer... no a dos mujeres"
"Si, ¿Y?", el rubio pregunto aún sin comprender.
Y entonces el momento que tanto temían por fin llego. Un oficial, esperando atrapar al secuestrador, llamo a su puerta.
"Buenos días", grito para que los huéspedes si es que dormían, despertaran.
En ese punto la puerta cedió lo suficiente como para que el hombre pudiera contemplar todo el interior de la habitación. Era la forma en la que el rubio y la aguamarina le decían, "No ocultamos nada"
"Buenos días", correspondiendo a su saludo, dijo aquella bella mujer envuelta en un fino hakama.
El sujeto al encontrarse ante esa encantadora belleza de ojos verdes y cabello rubio, sonrió e hizo una corta reverencia, luego se quito el gorro.
"¿Ocurre algo, oficial?", cuestiono Haruka con una coqueta sonrisa en sus finos y sonrosados labios.
El hombre, habiéndose quedado sin aliento, titubeo; "Sí... perdone, ¿Con quien se hospeda?". Esperando que no se tratara de la dama en problemas y aún más, que no se encontrara en compañía de algún caballero para así poder hacerle la corte, cuestiono.
"Con mi hermana", replico con tono sereno. Como si su búsqueda no los hubiera perturbado en absoluto.
El uniformado entonces relajo sus tensos miembros; "¿Viajan en el tren?"
"Así es, señor. ¿Desea ver mis documentos?", esperando obtener por respuesta un no, de la mesa Haruka los tomo.
"No es necesario, una mujer tan bonita no tiene nada que ocultar. Preparen sus cosas. El tren partirá en unos cuanto minutos", expreso contento.
Michiru, oculta en el cuarto de servicio, con atención escuchaba la conversación entre su amado y el oficial. Su plan aunque bastante descabellado, había funcionado.
Así pues, de forma atrevida el oficial tomo la mano de Tenou, luego la beso. Haciendo que este se sonrojara por completo.
"Lamento haberla interrumpido. Señorita, no deberían viajar solas. El camino es peligroso y podrían tener problemas. Ahora mismo buscamos a un mujer de Tokio que ha sido secuestrada por un hombre. Por favor, si nota algo extraño no dude en llamarnos"
"Así será", replico sin inmutarse.
"Con su permiso", volviéndose a colocar el gorro, expreso y luego de hacer una corta reverencia se retiro. Sin demorar ni un segundo, Haruka aseguro la puerta.
La aguamarina en ese punto respiro aliviada y saliendo de su escondite, camino hacia su amado. Echándole los brazos al cuello, lo beso en los labios. "Te ves muy linda. Cualquiera se enamoraría de ti"
"Sabes que yo solo te quiero a ti. Ademas no sé como puedes usar estas cosas. En verdad son muy incomodas", contesto aún ruborizado por el descarado coqueteo del hombre.
Kaio rió un poco y luego de volver a besarlo, añadió; "Siento decirlo, pero tendrás que esperar hasta que abordemos el tren. Cuando estemos lejos, podrás volver a tu otra ropa. Ademas, no sabía que me habías raptado y suponías todo un peligro"
"Debí haberlo hecho en el momento que te conocí", juguetón Tenou replico y luego correspondió a sus besos.
(Estación de Tokio)
Esperando obtener una buena noticia, burlón Isao esperaba.
"¿Quieres explicarme qué es lo que pretendes?, ¿Quieres decirme que es lo qué te robaron?", Eiji cuestiono deseoso de saberlo.
El oficial de la estación, centrando toda su atención en la maquina de pulsos, finalmente descifro el mensaje.
"¿Y bien?", emocionado Isao se reincorporo.
"Lo lamento, no encontraron a nadie con esas características. Quizás no abordaron el tren"
Furioso, el pelinegro golpeo el escritorio; "¿Qué ha dicho?"
"Qué no encontraron indicios de algún rapto. Es por eso que el tren esta listo para partir"
"Ese tren no puede irse, seguro estoy de que en él viajan ese par de imbéciles", iracundo alzo la voz. "No pueden escapar de mi"
"¿Par de imbéciles?. Isao, ¿Tu esposa se ha marchado con otro?", sin poder creerlo, Eiji se llevo una mano a la cabeza.
"No digas estupideces. Katherine esta en casa, ademas no tengo porque darte explicaciones", habiendo dicho dirigió sus pasos hacia la salida.
"¿Y la recompensa?", cuestiono el encargado de la estación.
"Puede irse al infierno a buscarla", el pelinegro replico encolerizado. Una vez más Katherine había tenido razón. Esos dos habían logrado escapar de su alcance.
(En el tren. Esa madrugada)
Luego de lo ocurrido durante la mañana, el tren continuo su marcha, rompiendo a su paso la nieve que en el oscuro camino se iba acumulando.
Observando que su amada Michiru dormía, Haruka se acerco a ella y besándola en el cuello, hablo a su oído con verdaderas intenciones de despertarla; "Eres tan preciosa". Luego sus manos se abrieron paso entre aquellas finas ropas.
Ante ese inesperado toque, la chiquilla despertó sobresaltada.
Era la excitación la que se había apoderado del rubio, haciendo que su respiración se volviera pesada. Había pasado tanto tiempo desde su ultima vez juntos, que la necesitad de volver a tenerla se había vuelto abrumadora.
Sabiendo cuales eran las intenciones de su amado, la aguamarina se quedo quieta, fingiendo así que dormía.
Haruka continuo besando su cuello, luego dirigió una de sus traviesas manos hacia sus senos y la otra hacia su intimidad.
"Despierta Michi, quiero que estemos juntos", con insistencia murmuro a su oído.
Y aunque lo amaba, esos besos y esas caricias en ella no habían despertado el deseo, solo un frió miedo. Era como si de pronto hubiera regresado a ese trágico momento. Sí, irracionalmente temía ser lastimada una vez más, esta vez por la persona que más quería.
Limpiándose las lagrimas que por sus mejillas habían resbalado y sin siquiera volverse para verlo, contesto; "Ahora no tengo ganas. Estoy cansada y solo quiero dormir"
El rubio se detuvo y respetando sus deseos, beso su mejilla. "Esta bien, será como tú digas", expreso y luego volvió a apoyar la cabeza en su almohada. "Te amo, Michi", añadió envolviéndola en un abrazo. Luego de su cabello aspiro aquel delicioso aroma.
"Y yo a ti, mi amor". Esperando que su amado se durmiera, la joven casi en silencio comenzó a llorar.
Notas de autor;
Quizás haya quienes piensen que Michiru es una exagerada, pero hay que entenderla. Lo que le sucedió fue terrible y ahora por culpa de ese perro (pobres perritos) tiene miedo de que Haruka también la lastime.
Isavellcota; Por fortuna ya pudieron escapar de Isao. Aunque es un hombre que no se resigna tan fácilmente.
Kaiohmaru; Transmitir sus sentimientos a través de las palabras, hace que de alguna forma seamos capaces de experimentar un poco lo que están pasando. Los acompañamos en sus alegrías y tristezas.
Michelle; Aunque se esta pudriendo en vida, ese hombre no aprende. Que bueno que no se salio con la suya.
Kyoky; Así es, aun falta mucho que contar. Creo que esta sera mi historia más larga. Aunque la que tengo en mente luego de esta, también será un poco larga. Luego les daré más detalles de su próxima reencarnación.
UnbreakAbleWarrior; Isao es un ser infeliz que quiere ver a todos sumidos en la miseria.
soto140983; Perdón, espero y no te hayas lastimado. Katherine es un amor. A mi en lo personal me encanta. Yo me he enamorado de dos de mis personajes. De Miranda (madre de Haruka. Considero que es el único personaje que no debió morir) y de Katherine. Las madres en mis historias son todo lo bueno, aunque con Michiru me esta fallando la formula.
