CAPITULO XLIV

UNA CARTA Y UN ADIÓS

(Varios días después. Parque de Nagasaki)

Y el Domingo llegó.

Tal y como hubiera dicho, vistiendo una de las hermosas camisas que Fiódor le hubiera obsequiado, el rubio y la aguamarina avanzaban tomados del brazo. Recordando así los hermosos paseos que en Tokio y con el inicio de la primavera hubieran dado. Solo que estos en nada se podían comparar con aquellos, y eso se debía a que no tenían que ocultarse de nadie.

Así pues, aspirando del ambiente el seco aroma del otoño, la chiquilla suspiro; "Qué felicitad tan grande inunda mi alma"

"Así es, Michi. Todo por fin esta en calma"

"Ahora mismo pensaba en esos días, qué bello es no tener que esconderse"

Haruka miro hacia el cielo, sintiendo como en su garganta se formaba un pesado nudo; "A veces pienso que me equivoque. Desde un principio debí hablar con tu padre y sincerarme con él. Quizás todo hubiera sido diferente"

Aferrándose a su brazo, Michiru negó con la cabeza; "Él ya no es mi padre. Él para mi murió la noche que te disparo. Ademas sabes que él jamas lo hubiera entendido, solo recuerda el momento en que lo conociste"

"Aun así me considero un cobarde"

"Jamas vuelvas a llamarte cobarde, porque cobarde es aquel que hiere por la espalda. Así como él"

"Y en cambio tu madre es todo lo contrario. Ella es tan buena, que en verdad no entiendo como puede seguir a su lado"

"Él siempre ha sido un déspota con ella, conmigo era indiferente y pocas, pero muy pocas veces fue tierno. Espero y algún día ella por fin sea feliz y olvide todo el mal que ha padecido, así como yo lo estoy haciendo". Recordando aquella intima platica que con la rubia hubiera sostenido y en la que le confesaba estar enamorada de otro hombre, la chiquilla suspiro; "Me gusta mucho pensar que algún día encontrara la otra parte de su corazón"

"Lo merece"

"Espero y ya haya recibido mi carta, estará tranquila de saber que estamos a salvo y somos felices"

Haruka hubiera respondido, sin embargo no lo hizo porque en ese instante por fin noto la forma en la que su amada caminaba. Y es que no lo hacía como cuando estaban en Tokio. Eso sin duda lo lleno de extrañeza.

"Aunque tomada de mi brazo, ¿Por qué caminas un paso atrás del mio?, jamás lo habías hecho de esa forma. Hasta ahora"

Sonrojada, la chiquilla se acomodo el cabello que caía por su frente; "Porque así lo hacen las demás parejas. Aunque aún no estamos casados, esa es la costumbre entre esposos"

Tenou miro en todas direcciones, observando que su amada tenía razón. Las mujeres tomadas del brazo de sus parejas, no caminaban a la par de ellos. Así que negando con la cabeza, se volvió hacia ella; "No Michi, tú vas a ser mi esposa y tu lugar es a mi lado. Ese es el verdadero sitio de una esposa, siempre al lado de su esposo. No atrás como si fuera su sombra"

La chiquilla sonrió apenada; "Perdón, no volveré a hacerlo"

Haruka asintió y cambiando la expresión de su rostro, cuestiono; "En la madrugada me dijiste que querías helado, ¿De qué sabor lo quieres?"

La aguamarina emocionada, pero bastante indecisa, replico; "De vainilla, no, mejor de chocolate... aunque..."

Esa respuesta hizo que el rubio riera; "Bebé, eres un glotón, pero no te preocupes. Papá te comprara los dos y todos los helados que desees", habiendo dicho, con cariño le acaricio el vientre.

Ante esas palabras, la aguamarina rió un poco; "Me alegra mucho que no dijeras que yo soy la glotona"

"Si lo pensé, pero si lo hubiera dicho sé que me hubieras reprendido", habiéndole arrancado a su prometida una dulce sonrisa acerca de su estado, Tenou sonrió satisfecho.

"Ah, ¿Eso significa que si piensas que lo soy?", cruzando los brazos sobre su pecho, la chiquilla señalo fingiendo una tierna molestia.

"Por supuesto que no, Michi... él bebé si... Siéntate, ya vuelvo", sin más que añadir a su inútil defensa, expreso con una mueca de resignación.

La joven lejos de estar ofendida dirigió sus pasos hacia una banca vacía y tomando asiento en ella, sonrió al ver a su amado. Sin embargo en la distancia una humilde vendedora de flores, quien de la mano llevaba a su pequeño de pocos años, llamo su atención.

Aún en medio de su pobreza, pero en su mutua compañía, esos dos felices reían y ofrecían su mercancía sin importarles las indiscretas miradas y las habladurías que a su paso despertaban.

En ese punto la aguamarina sonrió un poco y por primera vez, en ella nació el deseo y el instinto de acariciar su vientre. Así que llevando su mano hacía él y a punto de tocarlo, las fuerzas faltaron.

Y es que por mucho que en ella creciera, imposible le fue no volver a recordar como es que en sus entrañas aquello se había anidado.

"Para mi jamas serás una alegría", pensó desviando la mirada de la mujer y su hijo.


(Tokio. Casa Kino)

Revisando la correspondencia que el Sábado hubiera llegado a la panadería, pero que por falta de tiempo la hermosa repostera Lita no hubiera podido leer, sin mucho interés se ocupaba en ello. Hasta que un sobre llamo su atención.

"¿Haruka?", se pregunto al mismo tiempo que descubría que el timbre postal provenía desde Nagasaki. Así que deseosa de saber que le decía, la abrió y al hacerlo descubrió que no solo contenía una carta, sino también un sobre que estaba sellado y en cuyo frente estaba escrito el nombre y la dirección del destinatario.

Esperando saber que significaba aquello, comenzó la lectura de su misiva.

En ella, el rubio le hacía saber que estaba bien y como es que había logrado llegar a Nagasaki. Donde gracias a su esfuerzo había podido inaugurar su propia panadería. Ademas de decirle, omitiendo ciertos detalles, que luego de mucho tiempo por fin estaba al lado de su amada.

Al final de sus letras, Tenou le pedía encarecidamente que por favor entregara aquella carta en manos de la madre de su amada. Porque de haberla enviado directamente a la residencia, tendrían que correr con el terrible riesgo de que Isao la recibiera antes que ella y entonces descubriera donde es que se ocultaban.

Así pues, la chiquilla tomo su sombrilla, luego salio a la calle con dirección a la residencia Kaio.

¿Qué si estaba nerviosa?, la respuesta es si y mucho. Temía que ese hombre la reconociera y luego la hiriera, así como aquella noche intento hacer en contra de sus trabajadores. Sin embargo también agradecía ese gesto de confianza por parte del rubio.

Así que habiendo llegado al lugar señalado, se quedo del otro lado de la acera.

"Quizás debería esperar a que la nana vaya a la panadería... Dioses", murmuro mientras que indecisa se debatía entre ir y entregarla, o marcharse y esperar. "Tengo miedo de llamar a su puerta y que ese sujeto atienda. ¿Qué debo hacer?"

Por fortuna su pregunta pronto tuvo su tan ansiada respuesta, y es que en ese punto la puerta se abrió, dando paso a la anciana Matsuko.

"Es ahora o nunca", la castaña se dijo y entonces la abordo. "Disculpe"

Reconociéndola como la dueña de la panadería, la nana se volvió hacia ella; "¿Qué desea?"

"Quería preguntarle si aquí vive la señora Katherine"

"¿Para qué quiere saberlo?", desconfiada como solo ella, la mujer contesto.

"Fui patrona de Haruka, su yerno... Ayer recibí una carta suya. Hoy le traigo a la señora algo de parte de su hija"

Ante esas palabras, la anciana sonrió con evidente alegría; "¿De la niña Michiru?",

"Así es. Antes quería saber si esta es la dirección correcta"

"Entonces venga, la señora Katherine se pondrá inmensamente contenta", tomándola de la mano, la señora Matsuko la condujo dentro de la casa. "Espere aquí, iré a llamarla"

Ocupada en tejer, aburrida la alta rubia pasaba el Domingo, hasta que se vio interrumpida por la emocionada anciana.

"Señora, la busca la dueña de la panadería donde ese muchacho trabajaba. Dice que le trae algo de parte de la niña"

Más que sorprendida, la mujer se puso de pie.

"De mi Michiru, ¿Será verdad?", dejando a un lado su labor, de inmediato dirigió sus pasos hacia el recibidor, donde se encontró con la chiquilla. "Buenas noches"

"Buenas noches, señora"

"¿Es verdad que trae algo de parte de mi hija?, ¿Cómo es eso posible?", cuestiono deseosa de que aquello no fuera una mentira.

La mujer asintió y entregándole el sobre sellado, replico; "Así es, Haruka me envió una carta, dentro de la misma su hija envió otra. Según me explica, lo hicieron de esta forma para que yo la entregara en sus propias manos. De haberla enviado directamente, corrían el riesgo de que el señor la recibiera en lugar de usted"

Nerviosa la rubia la tomo, descubriendo que en efecto la caligrafía del frente era la de su pequeña.

"Muchas gracias, ¿Cómo puedo pagarle?", pregunto sabiendo que ni aun siquiera el dinero era suficiente como para compensar tan enorme favor.

"No es necesario", replico ella. "Es un placer poderlos ayudar"

"Mucha gracias"

"No hay de que. Ahora con su permiso", Lita expreso. Satisfecha por haber cumplido el encargo de su amigo, abandono la residencia.

Sin perder un segundo más, la mujer comenzó la lectura.

"Madre, por fin te escribo desde el lugar donde nos encontramos. Y es que después de muchos días, y luego de escapar a la búsqueda que ese hombre inicio en Saitama, donde invento que Haruka me retenía contra mi voluntad, es que finalmente hemos llegado a nuestro hogar en Nagasaki

Y justo como lo planeamos, ha sido cumplido. Nuestra casa es tal y como aquella tarde lo soñamos. El huerto y las moras han madurado, perfumando con su dulce aroma la calle donde vivimos. Solo hace falta que en el jardín sembremos rosas.

Soy tan feliz y aún así esa horrible sombra me persigue y me perseguirá. Es verdad, no fue mi culpa, y sin embargo esta me llena porque no he sido capaz de volverme a entregarme a él. Sé que él sería incapaz de llegar a lastimarme, pero es que un miedo atroz e irracional se apodera de mi con solo imaginarme en la intimidad. Y aunque él jura que no me va presionar, me aterra pensar que quizás jamas podre volver a hacerlo. Madre, ¿Qué puedo hacer?, aconsejarme por favor"

La rubia suspiro y entonces le sonrió a la nana; "Michiru no se llevo las cosas que le compre a su bebé. Mañana antes de que salga el sol y antes de que Isao despierte, si es que viene a dormir, iremos a la oficina postal a enviárselas. Luego, luego iremos a dos lugares más"


(Nagasaki)

Sentados en una de las mesas de aquella cafetería, el rubio y la aguamarina disfrutaban de la buena cena.

"Rosas blancas y rojas", sonriendo contesto la chiquilla cuando su amado se lo pregunto.

"Así será... Aunque aún falta tanto para que llegue la primavera, debo decir que las rosas de invierno también son muy hermosas", contesto antes de llevar la fresca bebida a sus labios.

"Mi amor, no importa la estación, las flores siempre son bellas", replico ella y luego con cariño le acomodo el cabello que caía por su frente. "¿Qué puede ser más hermoso que las rosas?"

Tenou sonrió un poco y fijando su mirada en la de ella, contesto; "No hay necesidad de que lo preguntes, bien sabes que tú lo eres"

La aguamarina rió un poco y depositando un corto beso en sus labios, dijo; "No sabía que eras un mentiroso"

"Soy el peor de todos", con cariño él le acaricio el cabello que caía por sus hombros.

En ese punto y sin llamar la atención de ambos, la puerta de la cafetería se abrió, dando paso a la joven Kazuki, hija de Kenta.

Esta, buscando con la mirada un mesa sola, descubrió que ahí estaba el rubio al lado de una mujer, a quien no reconoció como residente de la ciudad.

"¿Es ella su esposa?", se cuestionó así misma al ver la forma en la que ambos se acariciaban el rostro.

Herida por lo que acababa de atestiguar, con fuerza se aferró a su bolso y luego dirigió sus pasos hacia la salida. Aquello ademas de intolerable le había resultado doloroso.


(Tokio. Mañana siguiente)

Con una sonrisa engalanando su fresco y hermoso rostro, sentada a la mesa del jardín la rubia bebía el dulce té. Por su parte, Isao en silencio la observaba desde el pasillo.

Verla tan contenta mientras que de forma despreocupada disfrutaba de la bebida, lo irrito. Así que esperando arruinarle el momento, arrastro sus pasos hacia ella.

"¿Qué festejas el día de hoy?...Y es que te encuentro bastante rebosante, querida", dijo con tono burlón y mientras se acercaba a ella para besarle la mejilla. Aunque más bien lo hizo para poder contemplar su bello escote.

Ante ese gesto hipócrita, de forma gentil la mujer lo rechazo; "Me alegra mucho que ya hayas despertado"

"Sé que preferirías que nunca más lo hiciera, pero no he de darte ese lujo, querida. Al menos no muy pronto", expreso y entonces se sentó frente a ella, luego se sirvió un poco de café.

La rubia negó con la cabeza y poniéndose de pie, tomo su fina sombrilla. "Isao, aunque te cueste creerlo, esta vez lo digo de corazón". Habiendo dicho, se coloco su abrigo.

"¿Vas a salir?", cuestiono el hombre un tanto desconcertado.

"Así es, pero antes de hacerlo quería despedirme de ti", contesto aferrando sus manos a su bolso. "Por eso es que espere hasta que despertaras"

"¿Qué… qué quieres decir?", pregunto el pelinegro al mismo tiempo que un escalofrió recorría su adolorido cuerpo. Así que apoyándose sobre su bastón, se reincorporo.

"Para un hombre tan listo como tú debería ser fácil adivinarlo. Así que seré clara para que no fijas no entenderme... Me voy, Isao. Te dejo", de forma valiente la alta mujer fue capaz de decir.

"No digas estupideces, mujer. No puedes irte", con la frente llena de sudor, el sujeto con dificultad se aflojo la corbata.

"Por muy estúpido que a ti te parezca, ya he tomado mi decisión. Le dije a mi hija que estaría aquí esperando su cartas. Y ahora qué sé que ella esta bien y es feliz, es momento de que yo deje esta casa"

"¿Sabes donde esta?, Dímelo", golpeando la mesa, ordeno. "A demás, ¿A dónde iras?"

"Sí, lo sé. Y sin embargo no te lo diré porque sé que vas a volver a buscarlos para lastimarlos. Así que confórmate con saber que están bien"

"Dime donde se oculta. Sé que todo esto lo estas haciendo porque sigues enfadada conmigo. Así que mejor vete olvidando de una disculpa"

"Isao, tú en verdad no entiendes. Solo quería verte una vez más para agradecerte por esa hija tan hermosa que me diste, y que tú mismo no supiste valorar. Y aunque a tu lado fui infeliz, ella fue lo único bueno que de ti encontré"

"No puedes irte. Soy yo quien ha de dejarte, no tú a mi", iracundo mascullo.

"Lo siento, cariño. Esta mañana ya firme la solicitud de divorcio. En unos cuantos días recibirás los documentos para que tú también lo hagas y por fin seamos libres de este infierno"

"No lo haré, jamas voy a darte ese lujo", acomodándose el cabello que caía por su amplia frente, grito.

"Entonces lo lamento más por ti, que por mi"

En ese punto la señora Matsuko apareció por el pasillo con su sencillo equipaje en las manos. Isao al adivinar cuales eran sus intenciones, monto en cólera.

"Y tú vieja tonta, ¿También te vas?... ¿Vas a dejarme?"

"Si, señor", expreso bajando la mirada.

"No voy a permitirlo. Yo te recogí de las calles para que sirvieras en esta casa. Me debes agradecimiento"

"La señora Matsuko esta sola, no tiene a nadie más que a mi. Así que ella vendrá conmigo"

La vieja asintió conmovida; "Lo siento, señor"

De forma nerviosa el regordete sujeto se hecho a reír; "Todas y sin importar sin son mujerzuelas o finas damas, son iguales. Todas al final pagan mal"

"Adiós, Isao", ignorándolo, la rubia expreso mientras dirigía sus pasos hacia la entrada.

Isao Kaio, el abusivo, poco educado, majadero y cobarde hombre que alguna vez fue, viendo que su aún esposa no mentía, no pudo tolerarlo y entonces se desmorono, dejando que el llanto resbalara por sus empalidecidas mejillas.

"No, no lo hagas. Aún te amo", grito a sus espalas con verdaderas intenciones de echarse a correr detrás de ella para retenerla. "Eres la única mujer aparte de mi hija, a la que he querido"

Esa extraña confesión hizo que la alta mujer se volviera hacia él, pero no porque la hubiera convencido. Así que dirigiéndole una mirada compasiva, replico; "En un principio, durante mucho tiempo espere que lo dijeras. Ahora es... veinte años tarde"

Arrastrando sus pasos hacia ella, el pelinegro gimió; "Entonces dame una segunda oportunidad. Te prometo que todo será diferente. No volveré a beber, no volveré a esos lugares. Aún podemos ser una familia. Me dedicare solo a ti. Olvida todo lo malo y pensemos solo en lo bueno"

Katherine negó con la cabeza, recordando así todos sus maltratos; "Nosotros jamas fuimos una familia. Dime, ¿Ya olvidaste lo qué dijiste cuando Michiru nació?. En ese momento debí tomar a mi bebé he irme... pero qué tonta fui por seguir a tu lado"

"Eso fue hace mucho tiempo, pero aún así te pido perdón por eso", con un nudo en la garganta expreso.

"¿Ya olvidaste lo que ese hombre le hizo a tu hija?, ¿Olvidaste como la trataste y como te atreviste a herir al hombre que ama?, si es así entonces te digo que yo no puedo olvidarlo, y jamas lo haré"

Isao Kaio asintió sin dejar de llorar. Y es que por más que lo intentara, no podía contenerse. ¿A caso detrás de esa figura autoritaria y abusiva durante todos esos años había ocultado su verdadera debilidad?. "Perdóname, eres buena y sé que puedes hacerlo. En ti no hay maldad"

"No soy Dios como para perdonarte todo el dolor que le causaste"

"Entonces por favor dame otra oportunidad. Dime donde esta mi pequeña para poder traerla a casa, te juro que todo sea diferente. Aceptare cualquier condición que pongas, aceptare que se case con ese joven, pero por favor no te vayas", habiendo dicho, estuvo a punto de arrodillarse. "Quiero conocer a mi nieto"

"Si algún día mi hija llega a perdonarte, entonces yo también podre hacerlo. Pero por favor no te humilles más. No te voy a decir donde esta. Debiste mostrarle amor desde el momento en que nació, no ahora que estas más que perdido... Adiós, querido", Katherine concluyo y dándole la espalda, en compañía de la nana abandono la casa.

Observando como la puerta se cerraba detrás de ellas, Isao Kaio miro en todas direcciones, luego ante el abrumador silencio que se había apoderado de cada rincón, se cubrió los oídos para acallarlo. Se había quedado solo, y eso no solo lo perturbaba, también lo asustaba.

Ya sin importarles dejar todo atrás, Katherine y la nana abordaron un carruaje.

"¿Iremos a la nueva casa de la niña?", cuestiono la señora Matsuko viendo como poco a poco se alejaban de aquel infierno y su cruel verdugo.

"No, nana. Michiru ahora debe ser feliz al lado de su esposo. Pronto tendrán un bebé y nosotras también debemos buscar nuestra propia felicidad", emocionada y al borde del llanto, la rubia señalo.

"Entonces, ¿A dónde vamos?, señora", dispuesta a seguirla a donde fuera, la nana volvió a preguntar.

"El buque zarpa a las dos. Nos llevara casa", al decirlo sus bellos ojos azules brillaron. Regresar a su hogar, de donde jamás debió salir y menos en compañía de esa bestia, era algo que siempre había deseado.


Notas de autor;

Por fin Katherine se deshizo de ese animal. Ella siempre fue una mujer que por no discutir, le daba la razón. Sin embargo su actitud fue cambiando conforme su hija se fue interesando en Haruka. Eso se debió a que debía protegerla de un destino como el suyo. Aún así no pudo protegerla de ese sujeto, sin embargo aún peor hubiera sido que Isao la hubiera casado con él.

En un principio describí a Michiru como un mujer con un pensamiento un tanto libre. Ahora nos damos cuenta de que poco a poco se esta convirtiendo en una mujer sumisa. Las costumbres toxicas que antes odiaba, ha comenzada a adoptarlas. Están influyendo en ella tanto lo que le ocurrió, el pensamiento retrograda de la época y sobre todo, las ideas machistas que su padre siempre tuvo para con su madre.

isavellcota; Qué ese hombre sufra con lo que Katherine goza. Se lo merecía por ser un idiota.

Michelle; Si supieran que Katherine ya lo abandono, sin duda los alegraría.

Kaiohmaru; Haruka jamas permitirá algo así. Ademas jamas aceptaría ir a vivir con Isao. Nadie que lo conozca, en su sano juicio lo haría.

UnbrekAbleWarrior; Ojala y esa paz no sea solo pasajera.

kyoki; Por supuesto que se van a casar. Desde el momento en que nació, ante la ley Haruka siempre ha sido un hombre. Dándole su apellido al bebé de Michiru, evitara que Isao o el mismo "Saburro" lo reclame.