CAPÍTULO XLVIII
TRISTES RECUERDOS
(Hace algunos días)
Pensativo, Isao mantenía fija la perdida mirada sobre los documentos. Aún incrédulo de que aquello fuera una realidad, de cuando en cuando negaba con la cabeza. Y es que en ellos y con sencillas palabras se daban por terminados poco más de veinte años de su vida.
El constante tic tac del reloj sobre el pared y el sonido del agua que del estanque provenía, rompían con el abrumador silencio que predominaba hasta en el ultimo rincón. Qué falta hacía la voz de la rubia, la risa de la aguamarina, y los regaños de la amargada anciana. Más aún ni siquiera en aquellos preciosos muros quedaba el eco de los días felices.
El abogado, concentrado en observar las expresiones de su rostro, comenzaba a impacientarse. "¿Señor Kaio?, ¿Hay algo que no entienda?"
El pelinegro respiro profundo y mirándolo a los ojos, orgulloso contesto; "Lo entiendo todo, sin embargo no puedo firmar. Hágame el favor de abandonar mi casa y llevarse esto"
"¿A qué se debe esa decisión?", sorprendido porque hubiera rechazado el buen trato que la rubia le proponía, no pudo evitar cuestionar.
Torciendo los labios, Kaio tomo una posición despreocupada; "A qué conozco a las mujeres. Mi aún esposa esta haciendo todo esto solo para fastidiarme, quiere que ceda, sin embargo no lo haré. Y porque la conozco, puedo decirle que no importa qué tanto este dispuesta a ofrecerme. Ellas siempre vuelven y ella no será la excepción. En cuanto se de cuenta de que no pudo doblegarme, regresara... ¿Quiere un trago", expreso y entonces se reincorporo para servirse una copa.
"No. Gracias", contesto el abogado mientras veía como con su mano temblorosa el sujeto llevaba la copa a sus labios. "Disculpe qué lo diga, pero no siempre es así, lo digo en base a mis años de experiencia"
"Dígame una cosa, ¿Es usted casado?", Isao cuestiono tratando de dibujar una sonrisa en sus labios. Quería negarse a él mismo que tenía miedo.
"Señor Kaio, no estamos hablando de mi", replico el hombre.
"Pues en mis años de experiencia puedo decirle que lo hará. Mi esposa a veces puede llegar a ser bastante predecible y en cuanto se de cuenta de su error, regresara"
"Por favor, no lo haga más difícil. En cuanto usted firme, podre comenzar con el proceso para que la empacadora pase a sus manos. Una vez que este a su nombre, ella no podrá hacer nada para intentar quitársela. Considere que se trata de un trato bastante generoso"
Isao volvió a sentarse, luego se encogió de hombros; "¿Eso cuesta su libertad?. ¡Vaya! qué esta desesperada por librarse de mi"
"Se equivoca, no solo se trata de la libertad de la señora, también se trata de la suya... ella no pide nada más que eso"
Encendiendo un puro, lo llevo a sus carnosos labios; "Yo firmare y entonces ella no tardara mucho en encontrarme un remplazo, sino es que ya lo tiene... entonces podrá rehacer su vida y yo... yo ante todos quedare como un payaso que no supo retener a su esposa"
"¿Quien dice que usted no puede reorganizar la suya?... ademas es poco probable que eso que usted dice, suceda... una mujer divorciada es una mujer divorciada. Inaceptable en cualquier sociedad"
"Peor aún, no faltara él que siendo astuto se le acerque con tal de obtener algún beneficio de ella. Aunque por lo que veo, no vio bien a mi esposa, ella no es una simple mujer. Es más que eso", dijo y exhalando una bocanada humo, sonrió satisfecho ante el recuero de ese ayer.
"Entonces, ¿Qué ha decidido?"
Empapando su pluma fuente en la brillante tinta negra, finalmente estampo su rubrica en cada uno de los documentos. "Espero y ya este contento"
Entregándole una copia, el abogado guardo el resto, luego se reincorporo y tendiéndole la mano, expreso; "Tratar con usted ha sido todo un placer, señor Kaio... en unos cuantos días regresare para que tome posesión de su empacadora"
Isao torció los labios he ignorando su cortes gesto, mascullo; "Lárguese, fuera de mi casa"
El hombre asintió ante su falta de educación; "No se moleste, conozco el camino"
Así pues, habiéndose quedado de nuevo a solas, el pelinegro observo los pasillos de su residencia. Estaban vacíos de toda alegría.
(Residencia Kaio)
Sonriendo, la hermosa aguamarina se ocupaba de cosechar los maduros frutos del huerto, y mientras lo hacía con cuidado los iba colocando en una canasta.
"¡Dioses!", expreso al sentir un vigoroso movimiento en sus entrañas. "Lo sé, huelen exquisitas", añadió riendo y con verdaderos deseos de darles un morisco, sin embargo prefería abstenerse por encontrase bastante sucias. Así que haciendo a un lado esa idea, continuo en la cosecha.
"Hola, buenas tardes", una voz femenina dijo a sus espaldas, haciendo que Michiru se volviera.
Reconociéndola, pero no recordando su nombre, la chiquilla correspondió a su gentil saludo. "Buenas tardes... disculpa"
"Soy Kazuki, la hija del medico. Nos conocimos el otro día, en la panadería", contesto mientras dibujaba una sonrisa en sus labios.
"Te recuerdo, sin embargo no así tu nombre", Michiru contesto y entonces dejo a un lado los dulces frutos.
"Veo que estas bastante ocupada, no quiero interrumpir"
"Esta bien, ya había terminado. Preparare algunas conservas", dijo sacudiéndose la tierra de su fino kimono.
La pelinegra la observo a detalle, contemplando esa fría mirada marina, sus cabellos y esas sonrosadas mejillas. Y aunque su observar fue disimulado, este no paso desapercibido para la aguamarina.
"Mi madre", expreso sonriendo.
"¿Perdón?", sin entenderla, la chiquilla no pudo evitar cuestionar.
"Mi madre es extranjera, llego a este país hace muchos años. Aquí nací", orgullosa de su origen replico.
"Entiendo, lamento si te he hecho sentir incomoda", ruborizada porque su curiosidad había quedado al descubierto, desvió la mirada. Sin embargo esta no terminaría ahí. "Dime, ¿Alguna vez has salido del país?"
"Si, cuando era niña"
"Debe ser muy emocionante conocer otra cultura, ¿No es así?", ocultando el desagrado que en ella se había despertado, no solo porque la chiquilla era la esposa del rubio, continuo.
"Lo es, sin embargo toda mi vida he vivido aquí. Mi hogar esta en Japón", contenta replico.
"Amor a la tierra. Tu hijo estará orgulloso de su origen"
Ante esas palabras, la chiquilla por un instante se quedo sin palabras, aunque fue hábil en retomar la platica. "Háblame de ti"
"No hay mucho que contar... me agrada mucho la platica. Sin embargo debo ir a recoger mi pedido a la panadería. Ojala y podamos conversar en otra ocasión", replico deseando escapar a esta.
"Si, por supuesto", Michiru concluyo.
(Tokio. Residencia Kaio)
Hundido en la soledad, Isao de vez en cuando vagaba por los pasillos de la casona y mientras lo hacía, a la memoria traía el recuero de los días pasados. Buscando con ello también no olvidar la voz de su ex esposa. Y si es que el sonido de un carruaje rompía con el silencio de la acera, el pelinegro corría hacia el ancho ventanal a la espera de que fuera ella quien había decidido volver. Seguía sin aceptar que ella jamas regresaría.
Ahora era capaz de entender el profundo dolor qué en su espera y por su culpa, hubiera atormentado a su hija. Aunque la diferencia estaba en qué él chiquillo si volvió.
Así pues, al pasar junto a la habitación que hubiera pertenecido a Katherine, no pudo evitar llorar al recordar que la ultima vez que en ella estuvo, había sido solo para humillarla.
Sí, la amaba, pero se había pasado los años intentando odiarla, que en su momento no fue consciente de que podría llegar a perderla. Tarde era ya para cualquier arrepentimiento.
Así pues, ingresando en ella, arrastro sus pasos hacia el armario y una vez que abrió sus puertas, se encontró con un par de vestidos que aún conservaban el delicioso aroma de la rubia.
Sin poder contener el llanto tomo uno de ellos y acercándolo a su rostro, aspiro su perfume. "No, no pudiste irte lejos, sé que los dejaste porque vas a regresar", gimió al mismo tiempo que con sus lagrimas lo empapaba.
Sus lastimoso llanto y la lluvia golpeando el alto techo, retumbaron por toda la casa.
De pronto el sonido de unas ruedas y el ligero andar de los cascos de los caballos sobre la empedrada acera, lo hicieron volver la inquieta mirada. Entonces el carruaje se detuvo frente al ventanal.
Ante eso, Isao se limpio el rostro y luego se acomodo el rebelde cabello que caía por su frente. "¿Será posible?", nervioso se cuestiono.
Los ligeros pasos femeninos de alguien que a su puerta se acercaba hicieron que el corazón se le sobresaltara. Luego alguien llamo con dos secos golpes.
Emocionado porque su amada esposa había regresado, con dificultad el hombre arrastro sus maltrechos pasos hacia la entrada y abriendo la puerta, contento expreso; "Sabía qué volverías. Mi amor"
"Hola", satisfecha por ese recibimiento, la pelinegra Sailko le echo los brazos al cuello, luego beso su mejilla.
Ante su indeseable presencia Isao bajo la mirada. "¿Qué haces aquí?". Ver que no se trataba de la rubia, lo devolvió a su amarga pena.
"Vine a hacerte compañía", la mujer contesto y entonces sin esperar a que el él se lo permitiera, ingreso en la casona.
"¿Qué haces?" dijo él siguiéndola. "¿Qué no ves que mi esposa esta por regresar?. No puede encontrarte aquí", expreso bloqueándole el paso para que no fuera más allá del recibidor.
"Por Dios Isao, ha venido a salvarte. Al menos deberías reconocer el sacrificio que hizo", el castaño expreso mientras que sobre el suelo dejaba el pesado equipaje de los dos.
"¿Por qué la has traído?, yo nunca te pedí que lo hicieras", enfadado cuestiono a su amigo.
"Relájate y disfruta de su compañía"
Sin importarle que sus ropas estuvieran húmedas a causa de la fría tormenta, Saiko se sentó en el amplio sillón en el que la rubia solía hacerlo. "Hemos venido desde muy lejos para hacerte compañía... pero de haber sabido que te ofenderías, no nos hubiéramos tomado la molestia de viajar... ¿Pero qué demonios te paso en el pie?", cuestiono al notar que con dificultad de desplazaba.
"Eso no te interesa, ademas no deberías fingir. Seguro estoy de que Eiji ya te lo dijo", molesto contesto.
El castaño camino hacia la mesa de bebidas para servirse una cosa; "Hubiéramos llegado antes, pero la tormenta retraso las partidas. Esta lloviendo y hace frío, al menos por hoy permitenos descansar"
Contra su voluntad, el pelinegro asintió; "Esta bien, pueden quedarse, pero solo por esta noche. Por favor no hagan ningún desorden... estoy seguro de que al amanecer ella regresara", dijo bajando la voz.
No tomándole mucha importancia a lo qué había dicho, Saiko se puso de pie y entonces con interés comenzó a observan la decoración. Más fue una pintura con motivo marino la que llamo toda su atención.
"Si que tu esposa tiene buen gusto", dijo mientras que con sus dedos tocaba los finos trazos sobre el lienzo. "Debe ser costoso, ¿No?... supongo que lo compraste en París"
"Lo es porque mi hija lo pinto, por favor no lo toques. No quiero que lo ensucies", Isao expreso alejándola de él.
Saiko rió un poco y escapando a su agarre, deforma burlona expreso; "Estamos aquí para divertirnos... juguemos a las escondidas"
"No lo creo"
La pelinegra y el castaño rieron y como si se encontraran en su propia casa, con total confianza y descaro comenzaron a desplazarse por la misma.
Ante ese infantil comportamiento, Isao negó con la cabeza. "Por favor, compórtense", en vano llamo al orden. "No quiero que hagan un escándalo"
Ignorándolo y subiendo la corta escalera, Saiko empujo la puerta que más llamo su atención, encontrando detrás la habitación que en otro tiempo hubiera pertenecido a la aguamarina.
"Me gusta este sitio, el gran ventanal ofrece una buena vista", dijo y luego abrió las pesadas cortinas.
"Eso es imposible, esta es la habitación de mi hija", Isao dijo mientras que lleno de nostalgia observaba sus juguetes de niña. "Será la habitación de mis nietos"
La pelinegra torció los labios y sabiendo que a causa de sus herias Isao no podría detenerla, continuo explorando hasta que se encontró con aquella otra puerta, ingresando en ella, sonrió.
"Increíble... me gusta la decoración que hay aquí", expreso y entonces se dejo caer sobre la cómoda cama. "¡Vaya!, las almohadas son de plumas" dijo y entonces, tomo el hermoso vestido de Katherine. "Estoy segura de que me quedara, ¿Tú que opinas?, querido"
Ante el procaz comportamiento de la mujer, furioso Isao negó con la cabeza al mismo tiempo que de las manos se lo arrebataba. "Por favor, baja los pies. Ademas no puedes quedarte aquí, ni tocar nada... esta es la habitación de mi esposa", al decirlo un nudo se formo en su garganta. "Ella va a volver"
Saiko sonrió y negando con la cabeza, se burlo de él; "¿La habitación de tu esposa?... ¿Acaso dormían en habitaciones diferentes?"
"Hay algunos detalles que no te incumben?", contesto frunciendo el entrecejo.
"¡Vaya! que estas de muy mal humor, aunque no es nada raro en ti... querido"
"En tu casa tú tienes tus reglas, yo tengo las mías. Así que si no vas a comportarte, hazme el favor de marcharte"
"¿Qué hay de tu habitación?, mi amor. Estoy segura de que podemos compartirla", encaminándose hacia él, le echo ambas manos al cuello al mismo tiempo que pretendía besarlo.
El sujeto negó con la cabeza, alejándola con violencia de él; "Eso no volverá a suceder, me prometí a mi mismo que cambiaría, y he de cumplirlo"
"Esta bien, tú ganas... ¿Qué hay de la habitación del fondo?", cansada de la actitud del hombre, sin mucho animo cuestiono.
"La tengo reservada para mi hija y su esposo", tomando a la mujer de la mano, la llevo al pasillo, luego hecho doble llave sobre aquellas puertas.
"Pensé que serías hospitalario, sin embargo me equivoque... dime entonces donde puedo dormir"
Isao asintió y con el mismo tono burlón con el que ella le había hablado, respondió; "El cuarto de la nana esta disponible"
"¿El cuarto de la nana?... ¿Crees que soy una criada?", ofendida, Saiko alzo la voz.
"Dímelo tú, siempre has estado para servir"
Eiji se encogió de hombros y con tono juguetón replico; "Yo no tengo ningún problema con ocupar la habitación de la anciana"
"Ya escuchaste, o tomas la habitación de huéspedes, o puedo ir a buscarte un lugar a algún hostal", esperando que la mujer accediera a retirarse, Isao señalo. "No creo que te importe mucho"
"Esta bien, lo haré... sin embargo deseo mucho conocer tu casa", la mujer chillo y junto a Eiji continuo explorando cada rincón.
Siendo consciente de que no podría detenerlos, Isao se sentó en el sillón, viendo como aquellos dos invadían la intimidad de su hogar.
(Casa de Kenta)
Con una mueca de molestia, la pelinegra pretendía leer un libro, y es que en esos momentos era incapaz de concentrarse.
Esa ansiosa actitud no paso desapercibida para Kenta, quien queriendo conocer sus motivos, se acerco a ella.
"¿Estas bien?"
"Lo estoy", respondió y poniéndose de pie, dejo a un lado el libro.
"No me lo parece. Sé qué no es lo mismo que conversar con otra mujer, pero soy tu padre y quiero que sepas que puedes confiar en mi"
La chiquilla asintió y entonces, hizo aquella pregunta; "¿Tú lo sabias?"
"¿Saber que?", encogiéndose de hombros el medico negó con la cabeza.
"¿Sabias que la esposa de Haruka es una mestiza?", finalmente cuestiono.
"¿Lo es?... y no, no me había dado cuenta", de forma despreocupada contesto.
"Lo es, ella misma me lo dijo"
"Y qué si lo es. ¿Tiene algo de malo?", sin entender en donde radicaba su enojo, el pelinegro cuestiono.
"Qué me parece inaudito que Haruka no nos lo haya dicho. Confiamos en él. Ni aun siquiera nos dijo que tenia una esposa y que ademas estaba embrazada, ¿Qué nada de eso te parece extraño?"
"Hay cosas en las que no podemos inmiscuirnos. Sobre todo cuando se trata de la vida de los demás. Ademas Haruka es un hombre adulto qué no tiene que darle explicaciones a nadie"
"Entiendo, pero... me parece increíble que esa mujer pretenda adueñarse de nuestra cultura. mírala, viste y habla como nosotros, tiene por esposo a un Japones..."
"Y ella lo es, así como su hijo lo será. Por favor, intenta ser su amiga. Podrías aprender muchas cosas de ella"
"¿Yo amiga de esa mestiza", enfadada alzo la voz.
"Esta tierra le pertenece porque aquí nació... por favor, inténtalo. Verás que es como tú y como cualquier joven de este lugar"
En ese punto Kazuki lo comprendió, después de todo si quería estar cerca del rubio, podía empezar por acercarse a la aguamarina. "Esta bien, lo intentare", dijo dibujando una sonrisa en sus labios.
(Cerca de ahí. En la playa)
Tomados del brazo, el rubio y la aguamarina daban un paseo sin importarles que la fresca brisa les golpeara las encendidas mejillas. Contentos, observaban como el atardecer se reflejaba sobre las calmadas aguas.
"¿Te gusta?"
"Y mucho", contesto ella sin apartar la vista del rostro de su amado.
En ese punto Haruka rió un poco; "Hablaba de la playa"
"Y yo hablaba de ti, tontito", contesto y entonces beso su mejilla.
El rubio se detuvo y envolviéndola entre sus brazos, beso su frente. "Michi, dime la verdad, ¿Eres feliz?"
"Y mucho, mi amor. Eres lo más hermoso que me ha dado la vida", dijo viendo aquellos ojos que tan enamorados la contemplaban.
"Lo mismo debo decir, aunque la vida aún nos tiene reservadas muchas cosas muy hermosas", contesto y entonces con gentileza le acaricio el vientre. "Michi, no creas que lo he olvidado, ¿Cuando quieres que nos casemos?"
La aguamarina sonrió y volviendo a besarlo, replico; "En el momento que té lo decidas"
"Por mi lo haría hoy mismo, sin embargo hay tramites que hacer. Hay que preparar la fiesta"
La chiquilla negó con la cabeza; "No la necesito, yo solo quiero ser tu esposa"
"No, yo quiero que la tengas. Hagamoslo antes de que termine el año, o cuando apenas inicie"
"La fecha no importa, mi amor. Lo verdaderamente importante es que estemos juntos", la chiquilla concluyo y envolviéndolo en sus brazos, volvió a besarlo.
Notas de autor;
Sé que pensaran que este fic ya se extendió mucho, pero por ser la época qué es, quise abordar muchos temas que aún hoy son un problema (racismo, clasicismo, machismo, prostitución,enfermedades, alcoholismo y violencia) y es que si ahora mismo son difíciles de combatir, solo imaginen como debió ser en ese tiempo que era considerado hasta normal. Recuerden que en ese tiempo la homosexualidad era catalogada como un problema psiquiátrico, pero no lo abordare desde ese punto porque entonces nuestras protagonistas terminarían en un psiquiátrico. Queremos que sean felices, no que sufran más.
Michelle; Fue casi al inicio que escribí esa frase, y lo hice porque ella misma llegaría a odiar al suyo. Aunque por breves momentos nos damos cuenta de que acepta su estado, pero no significa que acepte al bebé.
Kaiohmaru; Isao mismo provoco su ruina. Si hubiera sido un buen padre y esposo, todo sería justo como ahora lo desea.
Isavellcota; Así es, Haruka aunque poco, la ha hecho avanzar. Ya hasta le habla y antes lo hacía con cierto desdén.
UnbreakAbleWarrior; Así parece, aunque poco a poco se esta adaptando.
Kyoky; Michiru poco a poco ha ido comprendiendo que los dos son victimas, sin Haruka eso no hubiera sido posible. Aún le falta mucho, pero como es fuerte podrá sobrellevarlo.
