CAPÍTULO XLIX

AMENAZAS Y DOLOR

(En algún lugar del océano)

Disfrutando del dorado amanecer qué se abría frente a sus adormilados ojos, la anciana Matsuko en las lejanías observaba como sobre las claras aguas deslumbrante se alzaba el sol.

Y aunque había vivido tantos años como para haber contemplado un sin fin de amaneceres, debía reconocer que ninguno había sido tan hermoso como aquel. El viento sobre sus pálidas mejillas y la brisa sobre su cabello, de alguna manera qué hubiera sido imposible de explicar con sencillas o rebuscadas palabras, le dijeron que a partir de ese momento para ellas todo estaría bien.

Katherine salio a cubierta y observándola en esa paz, en silencio se acerco a ella, luego con con una sonrisa en los labios la saludo. "Buenos días, nana. ¿Te gusta?"

"Buenos días, señora. Y si, me gusta mucho", expreso viendo como los rayos se posaban sobre su rubia cabeza.

La dama se sentó frente a ella, sirviéndose un poco del caliente café; "A mi también me gusta mucho. Aún recuerdo la primera vez que estuve en un barco junto a Michiru... era tan pequeña, que en cuanto pasábamos por alguna isla, emocionada la señalaba diciendo que tal vez ese había sido su hogar", cubriéndose un poco los labios con la servilleta, rió un poco. "Decía que los mares estaban habitados por sirenas y los cielos por ángeles", añadió ante lo cual ella consideraba las inocentes palabras de una chiquilla.

"La tierra es tan vieja y llena de misterios, qué ¿Quien puede asegurarnos qué tal vez no fue así?", contesto la afable anciana antes de llevar su bebida a sus labios.

"Es cierto, quizás así haya sido y nosotros seamos sus hijos"

En ese punto un oficial de blanco uniforme se acercó a ella, llevando en sus manos una brillante charola sobre la cual reposaba un sobre sellado; "Buenos días, señora Winchester"

"Buenos días", contesto.

"Hay mensaje para usted, llego apenas amaneció"

"Gracias, puede retirarse", expreso al mismo tiempo qué lo tomaba.

"Con su permiso"

"¿Será un mensaje de la niña?", deseosa de qué así fuera, la anciana cuestiono.

"Espero que sí, nana", contesto la mujer mientras que de forma presurosa lo abría. Fue entonces que descubrió qué quien en realidad lo enviaba, era su abogado, el señor Stewart. Ante ello, nerviosa volvió a dejarlo sobre la mesa. "No, no puedo"

"¿Ocurre algo malo, señora?", preocupada por su actitud, la señora Matsuko se dirigió a ella.

"Supongo que sí, nana", expreso volviendo a tomarlo. "Lo envía el abogado", añadió y entonces comenzó la lectura, entonces en sus labios se dibujo una sonrisa de satisfacción.

"¿Esta todo bien?"

"Lo esta, nana. Isao accedió a firmar. Esta mañana el abogado ha enviado el acta de divorcio a la casa de mi padre"

"Qué alegría, señora. Finalmente es libre de ese demonio con cara de hombre"

Katherine bajo la mirada y luego negó con la cabeza; "Quizás ya es demasiado tarde"

La anciana tomo sus manos entre las suyas, fijando su mirar en el de ella; "No señora, nunca es tarde, mucho menos para una mujer como usted. Ahora podrá disfrutar de su vida, de su juventud, y de esa belleza que bien enmudece a cualquiera"

"¿Lo crees posible, nana?... después de todo... oficialmente soy una mujer divorciada. Una libertina sin nombre", expreso y luego se mordió los labios.

"Lo es, señora. Pero por favor no haga caso a lo qué la gente diga, porque solo usted sabe todo el martirio por el qué tuvo que pasar para lograr su libertad. Ademas su felicidad no depende de como es qué la sociedad quiera que usted viva"

Los ojos de la rubia brillaron y su corazón se acelero, entonces pensó; "¿Será posible que aún este a tiempo de recuperar mi vida al lado del hombre que amo?"


(Nagasaki. En la panadería)

Sentada detrás del mostrador, la aguamarina se hacía cargo de la contabilidad del día.

"¿Todo bien?", cuestiono su amado acercándose a ella para echar un rápido vistazo.

"Por supuesto, hoy ha sido un magnifico día", replico sonriendo.

"Puedo verlo"

"Pero ¿Qué quieres que cocine el día de hoy?", cuestiono sin poder apartar la vista de esos bellos ojos verdes.

"Sabes qué no tienes que preguntar. Lo que tú decidas por mi estará bien", contesto el rubio acariciándole las sonrojadas mejillas.

"Entonces ten por seguro que será algo muy delicioso. Ahora con tu permiso, tengo que ir al mercado", Michiru expreso y poniéndose de pie, tomo su canasto de mimbre.

"Tengo un pendiente más, si quieres espera un poco y entonces podre acompañarte"

Michiru se cubrió los labios y riendo un poco, negó con la cabeza, "No es necesario, mi amor. No soy una niña pequeña qué pueda perderse"

"Lo sé, pero no quiero que cargues cosas pesadas. No quiero que hagas mucho esfuerzo"

"Estaré bien", replico ella dándole un corto beso en los labios. "No me tardare"

"Esta bien", nada convencido de su decisión, Haruka llevo la mano a su bolsillo para extraer algo. "Lleva dinero"

"Te amo", la chiquilla expreso y luego de tomarlo y besarlo en los labios, salio a la calle.

A través del cristal, sonriendo y sin poder apartar la mirada de su hermosa figura, Tenou la contemplo alejarse.

Sin preocupación alguna la aguamarina continuo su camino, y aunque de cuando en cuando atraía la mirada de los curiosos, aquello no le importo, mucho menos la preocupo.

Sin embargo hubo algo que sin duda la incomodo, y eso fue la presencia de un hombre, quien desde el otro lado del puesto de verduras, de forma descarada le sonrió.

Él, mayor que ella y vestido de forma andrajosa, la observaba con especial atención, dibujando así en su rostro una mueca que inspiraba cierta desconfianza.

Ignorándolo, la chiquilla continuo con lo que hacía. El sujeto al verla alejarse, a prudente distancia y para que ella no notara su presencia, comenzó a seguirla.

Sintiendo como en sus entrañas aquello se movía con fuerza, provocándole un ligero dolor, la chiquilla coloco su mano justo donde lo había sentido agitarse. Y es que luego de que Haruka hubiera logrado qué lo acariciara, de cuando en cuando lo hacía con una ligera sonrisa en los labios.

Así pues, casi habiendo concluido sus compras, tomo el camino que la conduciría a la carnicería, la cual se alzaba cerca de un callejón poco transitado. Fue entonces que el extraño sujeto volvió a aparecer, pero esta vez no se conformaría con sonreirle. Esta vez fue para bloquearle el paso.

Nerviosa por tan extraña situación, la aguamarina le dio la espalda con intenciones de regresar a la seguridad qué de cierta forma el mercado le proveía.

Él por su parte acelero sus pasos con verdaderas intenciones de darle alcance.

Ella, escuchando como se aproximaba, emprendió una rápida carrera, perdiendo en el intento buena parte de los víveres.

"Ayuda", grito al borde del llanto.

En ese punto el hombre la tomo por el manga del kimono y deteniendo su avance, la empujo contra la pared, haciendo qué se golpeara la espalda.

"¿Qué quiere?", llena de temor al recordar la crueldad a la qué Saburo la hubiera sometido, y por aquello que pudiera ocurrir, comenzó a llorar. "Por favor, no me lastime"

"Eso va a depender solo de ti", el mal encarado hombre chillo y entonces le mostró su navaja. "Dame tu bolso", pidió torciendo los labios, luego apoyo el brillante filo contra su cuello.

Temblando y sin dejar de llorar, la aguamarina asintió al mismo tiempo que se lo entregaba; "Por favor, no me haga daño. Estoy embarazada"

Ante esas palabras, el sujeto la miro más de cerca y frunciendo el entrecejo, confundido mascullo; "¡Demonios!". Negando con la cabeza, golpeo el muro y viendo que la canasta había quedado sobre el suelo, se inclino y entonces la tomo para darse a la huida.

Kazuki, quien pasaba por ahí, viendo como aquel sujeto huía y como la mujer permanecía inmóvil contra el muro, se acerco a ella; "¿Qué ha sucedió?", cuestiono.

Aterrada por la situación, la joven se llevo una mano al pecho y la otra al vientre, sintiendo como su corazón se había acelerado de golpe. Luego y sin fuerza en sus miembros, se sentó sobre el sucio suelo.

Acercándose aún más a ella y reconociéndola, con una evidente mueca de preocupación Kazuki cuestiono al ver como sus menudas manos temblaban; "Pero si eres tú, ¿Qué ocurrió?... ¿Estas bien?"

"Sí, eso creo", confundida si apenas la mujer pudo balbucear.

"No lo pareces, ¿Qué ocurrió?", cuestiono al mismo tiempo que la ayudaba a reincorporarse.

"Un hombre... un hombre me ha seguido y me ha robado", finalmente pudo murmurar.

"¡Dios mio!, qué terrible. ¿Te hizo algún daño?"

"No, estoy bien", Michiru replico tratando de respirar profundo y así deshacerse de esa terrible sensación de ahogo.

"Entonces deja que te acompañe a casa", tomándola del brazo, ambas mujeres comenzaron la caminata rumbo a la panadería.

Así pues, sin siguiera haber conversado, ambas mujeres ingresaron.

Sin decir nada, pero aún con miedo, la aguamarina se sentó detrás del mostrador.

"¿Dónde esta Haruka?", cuestiono. Sintiéndose segura, se cubrió el rostro para finalmente llorar de forma abierta.

Mina giro su cabeza y descubriendo el estado en el que la aguamarina se encontraba, se acerco a ella; "Salio a entregar un pedido, ¿Qué te ocurrió?, ¿Por qué tiemblas?", cuestionó al ver que su fino kimono estaba aterrado.

Michiru no pudo decir nada, estaba tan asustada que las palabras huyeron de su boca y solo podía llorar.

"Un hombre en el mercado la ha seguido a un callejón para robarla", fue Kazuki quien expreso lo poco que la chiquilla le había dicho.

"Maldito infeliz... Takeo, trae agua", la rubia ordeno para con su hermano.

"Por fortuna iba pasando por ahí, ese maldito como el cobarde qué es, se ha echado a correr... esta ciudad puede llegar a ser muy peligrosa, sobre todo para una mujer de la capital", la pelinegra añadió, conteniendo el desagrado que la chiquilla y Mina provocaban en ella.

"¿Te hirió?", cuestiono el pelinegro entregándole la fresca bebida. "Dime quien fue para que vayamos a buscarlo y le partamos la cara"

Ante esas palabras, Kazuki negó con la cabeza; "Nada conseguiríamos. Esos inútiles son como las ratas, tienen escondites difíciles de encontrar. Lo único qué lograrían es exponerse"

"No, no lo hizo. Fue solo el susto", Michiru gimió. "Necesito que venga Haruka, ¿Dónde esta?"

En ese punto la puerta se abrió, dando paso a un despreocupado rubio, más viendo que los tres le hacían compañía a su amada, quien parecía no estar bien, de forma presurosa acudió en su auxilio.

"¿Qué ocurrió?", cuestiono con una evidente preocupación.

El llanto de Michiru se hizo más profundo y echándole ambas manos al cuello, comenzó a llorar de forma abierta contra su pecho; "Fue horrible"

"¿Qué sucedió?, Michi", con su pañuelo y con cuidado, le limpio el enrojecido rostro. "Por favor, dime que pasa"

"En el mercado había un sujeto muy extraño. Me siguió y me robo... amenazo con lastimarme si no le entregaba el dinero", pudo gemir, abrazándose con con todas sus fuerza a él.

"Desgraciado, ¿Puedes reconocer a ese hijo de puta?, voy a partirle la cara", enfurecido Haruka mascullo.

"Su cara estaba sucia, no pude verlo bien. Ahora por favor no me sueltes"

"No lo haré, ¿Te hizo algo?"

"Me empujo contra el muro", adolorida contesto.

Viendo la evidente preocupación que embargaba al rubio, Kazuki torció los labios. "Es una suerte que yo fuera pasando por ahí"

"Gracias por traerla a casa", contesto sin soltar a su amada. "Michi, estas muy alterada... iré a llamar a Kenta para que venga a revisarte. ¿Estas de acuerdo?"

La joven asintió; "Si, pero por favor no me sueltes. No quiero que me dejes"

Contemplando esa imagen y comprendiendo el atroz miedo que debía estar consumiendo a la aguamarina, Kazuki intervino; "No es necesario que vayas, mejor quédate a su lado para que se calme. Yo voy para mi casa y le diré qué venga", concluyo y entonces rápidamente salio del lugar.

Sai, Kiomi, Tami y Aiko, quienes desde la otra habitación habían escuchado todo, observaban con atención.

"Será mejor que les demos su espacio", la rubia Mina ordeno ante su curiosidad.

"Esta niña rica de la capital es una exagerada, solo lo hace para llamar la atención de su esposo", Sai murmuro.

Mina, habiendo escuchado lo qué de forma injuriosa la mujer se había atrevido a escupir, le dirigió una mirada de descontentó. Así que esperando encontrarla a solas, la confronto; "Mide tus palabras, lo qué le ha pasado es algo terrible, y no, no lo hace para llamar la atención de su esposó, y eso es porque ya la tiene. Cosa que tú jamas conseguirás de él"

La mujer torció los labios; "No finjas una preocupación que no sientes. Sé cuales son tus intenciones, así que hablemos claro ¿Qué quieres apostar?... diez yenes a que me lo llevo a la cama antes qué tú"

Mina frunció el entrecejo ante su infame provocación; "No se trata de una apuesta, se trata de que seas empatica con ella, cosa que dudo y puedas hacer. Entiende qué ese sujeto pudo haberla herido, pudo haber lastimado a su bebé"

"Veinte yenes, entonces. Creo qué eso lo hace mucho más atractivo, ¿No?"

"Si quieres apostar mejor vete a una vulgar taberna, Haruka jamas se fijaría en ti o en ninguna otra. Esta muy enamorado de su esposa y de su hijo"

"Entonces no me creas, pero te juro que lo lograre"

"Di lo qué quieras, agradece que yo misma este cuidando tu trabajo y no le diga nada de esto", concluyo la rubia al ver que era imposible hacerla razonar.


(Esa noche. Residencia Kaio)

Eiji, sentado en uno de los amplios sillones, observaba como la fría lluvia resbalaba por la ventana.

Por su parte, Saiko fumaba, dejando caer la siempre molesta ceniza sobre la fina alfombra.

Por la cara de aquellos dos, era fácil adivinar que habían caído presas de la monotonía. Y es que solo el sonido de la lluvia sobre el techo rompía con el abrumador silencio.

"Pensé qué este viaje sería divertido", Saiko expreso encendiendo otro cigarrillo.

Isao, observando el desorden que había alrededor del recibidor, negó con la cabeza. "Muy claro les dije que no quería ver mi casa hecha un desastre"

"¿Y la cantidad de veces que tú en mi salón hiciste uno?", ¿Ya lo olvidaste?", su amante cuestiono alzando la voz.

"Quien se ha olvidado eres tú, porque muy bien recuerdo qué pague hasta el ultimo centavo. Cosa que dudo tú harás", caminando hacia ella, de los labios le quito el cigarrillo. "No tires la ceniza, la alfombra es fina y podrías quemarla"

"El silencio que domina cada rincón es insoportable, deja qué toque algo", Eiji se puso de pie y caminando hacia el pano, se sentó detrás de él, dejando que sus dedos danzaran libres por sus teclas.

Molesto Isao camino hacia él y cubriendo las teclas, cerró el instrumento; "Este piano lo compre hace ya muchos años. Es demasiado caro y fino como para que tú o cualquiera pose sus sucias manos en él"

"¿Cual es la utilidad de tener un piano y no tocarlo?", encogiéndose de hombros, Eiji cuestiono.

Saiko de forma burlona vio al pelinegro, entonces se atrevió a decir; "Así es Isao, tenía una esposa a la que no tocaba, tiene una amante a la que tampoco toca... lo mismo pasa con el piano"

"Hay cosas que no te importan... ademas ya te dije que si no estas conforme con mis reglas, entonces hazme el gran favor de largarte", mascullo y acto seguido abrió la puerta, dejando que el frió viento colara dentro un poco de lluvia.

"Esta bien, me comportare", contesto con evidente molestia.

"Más te vale, y tú por favor no pongas los copas sobre el piano. No quiero que lo ensucies", ordeno para con el castaño.

"Ahora entiendo porque tu esposa se fue. Te volviste un neurótico", la pelinegra murmuro y entonces rió por lo bajo.

Esas palabras hicieron que Isao se volviera molesto; "Ella no se ha ido lejos. Pronto va a regresar"

"¿Eres ingenuo o eres estúpido?, querido. Acepta qué ella no lo hará, ni hoy, ni mañana, ni nunca. Te ha abandonado"

Ante su provocación, Isao camino hacia ella y alzando su mano, la abofeteo con fuerza, haciendo que la brillante sangre emanara; "Cállate, maldita ramera. No sabes nada"

Saiko se llevo la mano al labio, luego sonrió son burla y le dirigió una mirada cínica; "Esto, me lo vas a pagar y muy caro. Ya lo veras"


(Nagasaki)

Recostada sobre la cama, la aguamarina ya se encontraba más tranquila, aunque de cuando en cuando el llanto resbalaba por sus pálidas mejillas.

"Ya no llores Michi, todo esta bien", dijo Haruka mientras la refugiaba contra su pecho. "Me duele mucho verte así"

"Fue horrible, pensé qué no solo me mataría, también pensé que él trataría... fue como haber regresado a ese instante. ¡Dioses!", dijo aferrándose a su blanca camisa.

"Ya no te tortures más con eso, estas a salvo", habiendo dicho le beso la frente.

"Soy una tonta por no haberme dado cuenta de que me seguía"

"No eres tonta, Michi. La próxima vez no iras sola, yo iré contigo o alguien de la panadería puede acompañarte"

"Fue una suerte que Kazuki pasara por ahí y pudiera auxiliarme"

"Ya escuchaste a Kenta, necesitas descansar para que el bebé también descanse y este tranquilo. ¿Aún te duele el golpe?"

"No como en la mañana, solo estoy asustada", expreso con las mejillas ruborizadas.

"Estas a salvo, Michi. Ahora duerme, yo vigilare tu sueño", empapandole el cabello con sus lagrimas, Tenou concluyo.


Notas de autor;

No recuerdo si ya se los había dicho, pero debo decir que la nana Matsuko es la versión buena de Aegea. Sí, de esa anciana malvada qué hizo de los océanos un infierno y cuya conciencia no la dejaban en paz. Matzuko por el contrario se preocupa mucho por Michiru, cosa que Aegea nunca hizo.

Michelle; Isao en medio de su locura, esta bastante cuerdo. Aunque ya es demasiado tarde como para haber cambiado.

Kaiohmaru; Así es, a ese sujeto tarde le llego la simpatía por otros.

Isavellcota; Se supone que iba a ser una historia corta, sin embargo no fue así. Así es, Haruka es demasiado bueno. Sigue siendo un ángel, y podría decirse que aún conserva la divinidad de su otra vida.

Kyoky; Así es, Haruka no se ha olvidado de esa promesa. No nada más tienen que cuidarse de Kazuki, también de la venenosa de Sai. Entre las dos, no sé quien es peor. Isao tiene bien merecido todo lo qué le pase.