CAPÍTULO LIII

AFRENTA

(Hace veintiuno años)

Y entonces amaneció como cualquier otro día, sin embargo para aquella mujer de cabellos rubios no era así. Y es que dentro de pocas horas se convertiría en la esposa de Isao Kaio.

Levantando la pesada cortina qué cubría el ancho ventanal de su habitación, insomne contemplo las hermosas rosas rojas que hacía varios meses su amado y ella hubieran sembrado.

Pensante y al borde del llanto, la joven negaba con la cabeza y es que dentro de pocos horas tendría que dejar la casona y con ello enterrar el dulce recuerdo de su primer y único amor.

Así pues, resignada a que así tenía que ser, dirigió sus menudos pasos hacia el jardín, he inclinándose sobre las flores, espero a que él apareciera. Necesitaba verse por vez ultima en sus húmedas pupilas.

Convencida de que si él le pedía huir, sin siquiera dudarlo aceptaría acompañarlo a donde fuera que decidiera llevarla. Sin embargo aquello no ocurrió. Los minutos trascurrieron y él no acudió a su encuentro como siempre solía hacerlo.

"Señorita, ¿Qué hace?", cuestiono una de las criadas al verla arrodillada sobre el pasto.

Ocultando su entristecida mirada, Katherine negó con la cabeza; "Solo quería ver las flores"

"Estas rosas han crecido llenas de hermosura, es una lastima el pensar que tal vez se marchitaran", entristecida expreso la doncella.

Extrañada ante esas palabras, la chiquilla se volvió hacia ella; "¿A qué te refieres?"

"A que la extrañaran a usted, ademas extrañaran los cuidados del joven Albert"

"Es cierto que me iré, pero Albert seguirá cuidando de ellas como hasta ahora", contesto la rubia Katherine.

La doncella bajo la mirada; "No, señorita. Albert se fue y se llevo todas sus cosas"

Haber escuchado aquello hizo que el corazón de la joven se estremeciera; "¿Qué has dicho?"

"Eso, señorita. Albert dejo la residencia antes de que amaneciera. Estamos triste porque hoy usted también nos deja"

Comprendiendo que para ella ya todo estaba perdido, fue fuerte al contener el llanto; "Esta bien, puedes retirarte", ordeno y habiéndose quedado a solas se inclino sobre las rosas, comenzando a cortar las más bellas.

Dejando que el llanto brotara, empapo los aterciopelados pétalos con sus lagrimas. "Albert, amor mio, mis sueños a tu lado no pudieron ser posibles, pero al menos me llevare una parte tuya. Sellare mi destino al lado de su hombre sosteniendo en mis manos las flores que juntos sembramos", resignada concluyo.


(Londres. Presente)

Disfrutando de la lluvia que hubiera comenzado antes del atardecer, la rubia Katherine observaba a través del ancho ventanal.

Absorta en sus más profundos e íntimos pensamientos, de cuando en cuando observaba el jardín, evocando a su memoria viejos recuerdos.

La señora Matsuko, detrás de ella y sosteniendo en sus manos la charola con una tetera y un par de tacitas, luego de un instante por fin la llamo; "¿Señora?"

La mujer se volvió hacia ella, dibujando una sonrisa en sus carnosos labios; "Gracias, nana"

"Lamento mucho haberla interrumpido, pero hace frió y me he permitido prepararle su té favorito"

"Esta bien, nana. Solo estaba meditando un poco. Pero por favor acompáñame"

La anciana se sentó frente a ella y luego de servir la caliente bebida, refirió; "Sé que será un atrevimiento de mi parte, pero hace ya una semana que llagamos y desde entonces la noto distante. ¿Qué le ocurre?"

Katherine asintió y respiro profundo antes de proceder; "Me conoces, nana. Imposible sería mentirte y decirte qué estoy bien, pero debo confesar qué desde que ese joven apareció en la vida de mi hija, no dejo de pensar en él", mordiéndose los labios pudo decir.

Ante esa extraña confesión, la sorpresa se adueño del rostro de la anciana, ¿Acaso su ama se había...?, no, eso era imposible siquiera de imaginar. El solo pensar en madre e hija enfrentadas a causa de un hombre, la hizo fruncir el entrecejo.

Comprendiendo qué sus palabras no habían sido las correctas, dando así a entender algo muy diferente a lo deseado, la dama rió un poco; "No nana, yo jamas pondría los ojos en un hombre ajeno, mucho menos en uno que podría ser mi hijo y que ademas será el esposo de mi hija y padre de mis nietos"

"¿Entonces?", habiendo recuperado la respiración, cuestiono la anciana.

Katherine entonces señalo hacia el oscuro jardín; "Hace poco más de veinte años él las sembró, al igual que su mirada sembró en mi corazón un amor que ni el tiempo ni la distancia han podido borrar"

"¿Amor?"

"Si nana, después de casarme con Isao logre enterrar su recuerdo, pero aún así durante todos estos años lo he amado en silencio. Mas el día qué ese joven llamo a la puerta buscando a mi hija, en mi pecho volvió a aparecer"

"Señora, si usted amanaba a otro hombre, ¿Entonces por qué se caso con el señor Isao?"

"Porque él era el hijo de mi nana. Llego a esta casa siendo un niño, crecí viendo a su madre como si fuera la mía propia. Mi padre ni en mil años hubiera aceptado que yo, su única hija se uniera a él. A mi no me importaba qué fuera humilde, yo lo amaba. La madrugada antes de mi matrimonio, él se fue sin decir nada. Acepte a Isao porque comprendí que en el corazón de Albert no había lugar para mi. Él ya tenia a alguien", al recordarlo en compañía de aquella joven, expreso. "Pasaron los años y jamas volví a saber de él... Cuando Michiru me dijo que estaba enamorada de un joven humilde, no me opuse. No quería que cometiera el mismo error que yo... a través de su ilusión viví la mía"

"¿Sabe donde esta él?", fue la pregunta obligada.

Katherine negó con la cabeza al mismo tiempo que se encogía de hombros; "Después de veinte años quizás esta en los mismísimos confines de la Tierra"

La anciana Matsuko en ese punto se mordió los labios, y es que en ellos había nacido una pregunta que imposible le fue retener; "Si volviera a verlo, ¿Qué haría?"

"Lo qué hace veinte años no me atreví", contesto segura de si misma. "Daría cualquier cosa por solo verlo una vez más"


(Nagasaki)

Sentada sobre el lecho, la chiquilla contemplaba las hermosas cosas que durante la mañana y en compañía de su amado hubiera comprado para el pequeño.

"Aún falta tiempo para que el invierno termine. No tarda mucho en llegar la primera nevada de la temporada", Haruka dijo al mismo tiempo que contemplaba el negro cielo a través de la ventana.

"Muero porque la primavera llegue. Entonces podremos ir a pasear al parque", contesto Michiru mientras tomaba una tejida manta.

"Es verdad, entonces podremos hacerlo en compañía del bebé", replico él sin poder evitar sonreír ante la bella imagen que había cruzado su juguetona imaginación.

"Muero por volver a ver los cerezos en flor. Muero por volver a aspirar del ambiente su delicioso aroma", escapando a la conversación que Haruka deseaba entablar, la chiquilla respondió.

"Entonces el viento arrastrara las hojas en torno nuestro y yo te besare como aquella tarde"

Michiru rió un poco al mismo tiempo que evitaba esforzarse; "Si mal no recuerdo, fui yo quien te beso a ti. Ya no podía soportarlo", dijo depositando un casto beso en su mejilla. "Entonces me pareció tan lejano este día"

"Todo se llega a su tiempo. Mañana llevare al registro los documentos que faltan", contesto y luego aseguro la ventana para que la fuerte ventisca no la empujara.

Sin poder apartar la mirada de él, la joven volvió a sonreír; "Ahora que lo pienso, supongo que fuiste un bebé muy lindo, ¿No?"

El rubio se encogió de hombros, dibujando en su rostro una media sonrisa; "Aún soy lindo"

"Señor Tenou, me sorprende mucho que no tenga ninguna humildad, sin embargo debo decir que tengo qué darle la razón"

Haruka camino hacia ella y tomando una de las pequeñas prendas, la llevo a su rostro para tratar de aspirar ese delicioso aroma a bebé, sin embargo no lo encontró. "Más linda debiste ser tú", expreso al tratar de imaginar como debió ser el tierno rostro de su amada.

"No lo recuerdo", contesto ella volviendo a reír un poco.

"Todos los bebés son lindos", el rubio replico y acto seguido le acaricio el vientre.

En ese punto la chiquilla bajo la mirada. Y es qué deseaba tanto ilusionarse como él, cosa que le resultaba casi imposible; "¿Todos?... ¿En verdad lo crees?"

Notando la expresión qué en su rostro se había dibujado, el chiquillo tomo sus frescas mejillas entres sus manos y luego de besar sus labios, fijo su mirada en la de ella; "Si, Michi. Todos los bebés y sin excepción son lindos y buenos. Y este será el más hermoso de todos"

"¿Crees que será bueno?", tratando de escapar a toda esa vorágine de terribles pensamientos, no pudo evitar cuestionar. Y es que en ese sujeto no había encontró ninguna bondad como para pensar que eso sería posible.

Adivinando que pasaba por su cabeza, Tenou exclamo; "No importa qué bestia les otorgue la existencia, tampoco importan las circunstancias, todos son buenos porque vienen a este mundo sin ninguna culpa. Este bebé no será la excepción... Es cierto que yo no le di la vida, sin embargo le otorgare algo que ese sujeto jamas podrá y eso es amor y una buena familia. Te juro que juntos criaremos a una buena persona. Te prometo que siempre estaré a tu lado para cuidarlo"

Recobrando la perdida confianza, Michiru sonrió; "Es verdad, será bueno como tú"


(Tokio)

El bullicio proveniente de lo que hasta hacía pocas semanas había sido un hogar decente, se había vuelto toda una molestia para los bien educados vecinos de los alrededores, quienes aún sorprendidos no daban crédito a lo qué ahí acontecía.

A causa de toda esa corruptela, lo que hubiera sido una limpia calle se había tornado en un semi oscuro y peligroso tugurio, permitiendo que entre las sombras que proyectaban los altos muros se ocultara todo tipo de vicio. Sin embargo lo qué sucedía en el exterior en nada se podía comparar lo que sucedía detrás de la puerta de la residencia Kaio.

"Saiko, dile a toda esta gente que se vaya. Fuera de mi casa", una vez más Isao ordeno, sin embargo su voz como siempre termino apagándose en medio de las inentendibles conversaciones, el chocar de las copas, y el molesto sonido del desafinado piano, el cual era tocado por el castaño Eiji.

Notando que el sujeto había recuperado la consciencia, este dejo su sitio y tomando la botella de vino que hubiera estado bebiendo, se la ofreció.

"Ten, bebe", dijo sosteniéndole la sucia cabeza para qué lo hiciera.

"No quiero, vete", mascullo Kaio.

"Está bien, como quieras", sin importarle la orden que le hubiera dado, volvió a sentarse detrás del instrumento, continuando así la inconclusa melodía.

Fue en ese punto que la puerta principal se abrió, dando paso a un rostro bastante familiar y difícil de olvidar.

"Bienvenido, señor", dijo un mozo al mismo tiempo que de sus manos tomaba su abrigo y su sombrero de fieltro. "Pase, en su momento se le atenderá"

Por su cuenta el orgulloso sujeto no respondió, tan solo se limito a sonreirle a la pelinegra Saiko, quien con interés fijo la mirada en el fino fistol que llevaba en la corbata.

Así pues, torciendo los labios y haciendo que con esa mueca las cicatrices de sus mejillas se volvieran desagradables a la vista, Saburo Katsumoto ingreso en el amplio recibidor.

Sí, ese repulsivo sujeto había tenido el descaro de regresar a aquella casa, donde jamás debió poner un pie.

Asqueado contemplo a un par de viciosos que yacían tumbados sobre lo que en el pasado hubiera sido una cara alfombra persa. Luego las escandalosas carcajadas de aquellas procaces mujeres lo hicieron volver la juguetona mirada, haciendo que con insistencia tratara de reconocer dos rostros. Sin embargo la espesa capa de maquillaje en esas pálidas mejillas no se lo permitió. Todas lucían tan similares a excepción de Saiko, quien con una sonrisa traviesa y una seña obscena le indico que se acercara.

Ignorándola, Katsumoto resoplo y luego siguió recorriendo el amplio salón.

Eiji, quien seguía detrás del piano, al reconocerlo acudió a su encuentro. "Señor Katsumoto. Qué gusto tenerlo por aquí"

Por su parte Saburo camino hacia el piano y deslizando su mano sobre la negra tapa, torció los labios al ver la fina capa de polvo que lo cubría. Así que tomando de su bolsillo un pañuelo, se deshizo de la suciedad que en sus dedos había quedado. Luego lo llevo a su rostro para cubrirse la nariz del hedor a sudor.

"No te emociones, solo vine a ver si los rumores eran verdad"

"Señor Katsumoto, ¿Qué quiere de beber?", servil como siempre, ofreció.

"Un buen vino, no el agua de cañería que estoy seguro y aquí comercian", altanero como siempre, expreso. "¿Dónde esta mi amigo Isao?"

El castaño se encogió de hombros y negó con la cabeza; "Por ahí, recostado en algún rincón", contesto como si no le importara. "Con su permiso, voy a traerle su vino"

Recordando la ultima vez que estuvo en esa casa, Saburo rió un poco al evocar la imagen de la chiquilla y de la rubia, y es que le resultaba increíble el aceptar como es que había cambiado ese lugar. Luego asqueado una vez más miro a su alrededor, descubriendo al irreconocible señor Kaio tumbado sobre un sillón.

"Isao, ¿Eres tú?", sin poder creer el desagradable estado en el que el pelinegro se encontraba, incrédulo cuestiono al mismo tiempo que se le acercaba.

Kaio levanto el rostro, reconociendo al instante esas grotescas mejillas; "¿Tú?... ¿Qué haces en mi casa?", expreso y entonces trato de ponerse de pie.

Ante el sucio aspecto del lánguido sujeto y habiendo notado que este se desplazaba con dificultad, inevitable le fue no preguntar; "¿Qué te sucedió?. Cualquiera que te vea llegara a pensar qué eres un vicioso vago, nadie creerá que fuiste un caballero"

"Vete. No tienes nada que hacer aquí", iracundo mascullo al recordar como aquella noche se atrevió a humillarlo.

Saburo sonrió al mismo tiempo que entre el gentío volvía a observar en búsqueda de esos dos rostros.

Intuyendo a qué se debía esa insistencia en sus ojos y esa burlona mueca, Kaio alzo la voz; "¿Qué buscas?"

"Isao, cuando me dijeron que en tu casa habías abierto un burdel, no lo creí. Sabia que estabas en quiebra, pero no al punto de hacer esto. Pensé qué el dinero que esa noche te obsequie solucionaría tus problemas", despreocupado señalo al mismo tiempo que encendía un puro.

"Mi casa no es un burdel, y si lo fuera, las puertas estarían cerradas para ti", expreso tratando de ignorar que en efecto Saiko la había convertido en uno. "Vete. No quiero volver a verte. Me das asco"

Saburo negó con la cabeza al mismo tiempo que reía un poco; "Sabia qué eras ambicioso, pero no al punto de vender la poca dignad que te queda, mucho menos creí que fueras capas de vender a las mujeres de tu casa... ahora si te será imposible llegar a adivinar quien es el padre de tu bastardo... ¿Será este o ese?... quizás es aquel", habiendo dicho y señalado, soltó una sonora y bien fingida carcajada.

"Callete", Isao grito con ira, haciendo que la mirada de todos los presentes se posaran sobre ellos y se hiciera el silencio. "Eres un maldito cobarde"

"¿Así tratas a los viejos amigos?", Saburo camino hacía él con intención de abrazarlo, aunque más bien pretendía callarlo. "No hagas un escándalo, no querrás que todos tus invitados se enteren de que por hija tienes a una...", murmuro a su oído.

"Sabes que tú y yo nunca fuimos amigos"

Saburo tomo asiento y luego de darle una bocanada a su puro, exclamo; "Entonces volvamos a eser socios. Cuando me dijeron que tu casa se había vuelto un burdel, tuve mis dudas, pero ya qué veo que es verdad. Desde que conocí a tu esposa, desee poder estar con ella, así que ve y llámala... aunque también deseo volver a tener a tu hija. Te las compro por esta noche, ¿Cuanto pides?", torciendo los labios con burla, se atrevió a escupir y luego como aquella noche, arrojo hacia su rostro un puñado de billetes. "¿Es suficiente?"

Esas terribles palabras y acciones terminaron por despertar la embravecida bestia que dormía en el interior de Isao, haciendo que con violencia lo tomara por el chaleco; "Maldito imbécil. He de callarte el hocico"

"Un millón por cada una, ¿Qué dices?", contesto el otro saltando una carcajada, luego lo empujo contra el suelo, haciendo qué cayera.

Ante esa imagen, los invitados de Saiko no pudieron evitar reír. El sujeto aún sobre el suelo, lleno de enojo trago saliva. Y es qué en el pasado nadie se hubiera atrevido a burlarse del distinguido señor Kaio.

Nada dispuesto a tolerar una humillación más por parte de ese abyecto sujeto, Isao se reincorporo un poco y lanzándose contra la piernas del hombre, logro derivarlo sobre el suelo. "Hijo de mil putas", chillo y entonces le asesto un golpeen la mejilla, haciendo que al instante la sangre brotara de sus labios; "No voy a tolerar que hables así de mi esposa, mucho menos de mi hija. Voy a terminar de desfigurarte esa horrible cara"

Confundido por el golpe y probando el sabor de su sangre, Katsumoto sonrió ante lo qué considero ridículas amenazas; "¡Vaya!, te volviste todo un hombre. Así deberías proteger a tus mujeres, no venderlas"

Encolerizado Isao volvió a golpearlo, haciendo que por un instante todo se volviera confuso al rededor de su ex socio. "Con las mujeres si eres muy valiente, pero no eres más que un cobarde", dijo a punto de volver a golpearlo.

"Isao, por favor ya déjalo", Eiji intervino, separandolo de él, luego ayudo al otro a reincorporarse. "Señor Katsumoto, le pido una disculpa. Isao esta bastante ebrio y enfermo"

"No solo su aspecto es el de una bestia, sino que se ha convertido en una", Saburo mascullo al mismo tiempo que se limpiaba la sangre de los labios.

"Señor Katsumoto, será mejor que se retire", el castaño recomendó.

"Lo haré, pero no por miedo a este vago. Sino porque me da asco este lugar", contesto y tomando su abrigo y su sobrero, se marcho no sin antes volver a reír.

Encolerizado Isao trato escapar del agarre del castaño; "Suéltame"

"No lo haré, porque si cedo lo único que lograras es que te arranque un dedo como a mi. Saburo es un hombre peligroso, a estas alturas ya deberías saberlo"

"Lo qué a ti te hizo en nada se compara con lo que me hizo a mi", agitado balbuceo, logrando así derrumbarse sin conocimiento.


Notas de autor;

Que bonito que esos dos monstruos se enfrentaran. Pocas veces se ve que los villanos peleen entre si. Eiji debió dejar que se dieran con todo.

Michelle; Si no se dejan vencer, seguirán logrando cuanto soñaron.

Kaiohmaru; Más les vale abstenerse de dañarlos, Haruka y Michiru no lo van a permitir.

Isavellcota; Isao no merece ninguna compasión, ese es el fruto de sus actos. Su falta de cariño hacia su familia lo hundió.

UnbreakAbleWarrior; Gracias:)

Zun9991; Gracias por leer mi historia. Así es, Haruka y Adrastos trataron de abusar de ella. De Haruka pudo escapar, de Adrastos Haruka la salvo, pero esta vez corrió con una mala suerte.

Kyoky; Me equivoque, quise decir en casi 4 años, y a decir vera no se ni como le he hecho para tener tanta idea para continuar la secuencia de historias. Gracias por tu primer comentario en mi historia. Así es, Michiru aprenderá a vivir con ello, y si al menos ha comenzado a aceptar a su bebe, aunque no como ella quisiera.