CAPÍTULO LXXV
EL MUNDO DE TRES
A través del ventanal el fresco viento del amanecer se colo dentro de la habitación, moviendo a su paso las finas cortinas y arrastrando consigo el dulce aroma de los frutos del huerto.
Un poco más allá y sobre el lecho, con los ojos cerrados a la realidad el rubio por detrás envolvía a su esposa en un arrullo mientras que ella, con la cabeza apoyada sobre su brazo y con su mano libre entrelazada a la de su esposo, soñaba con él y su hija.
Tan absortos estaban en ese mundo de sueños, que no escucharon ni fueron conscientes de que la puerta se había abierto para dejar que dentro se colaran un par de rápidos pasos y entonces, aquel sorpresivo movimiento sobre la cama los hizo despertar.
"Papi. Ya amaneció", dijo aquella chiquilla de cabellos rubios, quien emocionada comenzó a saltar junto a ellos.
"¿Qué pasa?", confundido, bastante adormilado y aún sin abrir los ojos, el rubio cuestiono.
Harumi rió un poco y tomando la manta, comenzó a jalarla para liberarlo de ella.
"Espera, tengo frío", Haruka gimió tratando de mantenerla en su lugar.
Por su parte y aún sin abrir lo ojos, Michiru rió un poco.
"Es Domingo, por mi cumpleaños prometiste llevarme al parque y al zoológico. Ya levántate, se nos va a hacer tarde", la niña contesto.
"Eso es verdad, mi amor", señalo la aguamarina con tono divertido.
Recordando que en días pasados le había hecho esa promesa, Tenou por fin se sentó en la cama, luego se tallo los ojos y se estiro un poco; "Lo sé, Harumi, pero aún es muy temprano. Aún no abren", expreso consultando su reloj.
"El parque siempre esta abierto", sin dejar su infantil juego la rubia rió.
"Lo sé, pero... no deberías saltar, podrías lastimarte"
"Levántate, vamos a ver los monos y los leones"
Sabiendo que no le quedaba de otra más que llevarla, Haruka asintió con la cabeza; "Yo siempre cumplo mis promesas. No olvide que te lo prometí, pero ¿Qué te parece sí hacemos un trato?"
"¿Qué trato?", cuestiono la chiquilla encogiéndose ligeramente de hombros.
"Vamos a dormir un poco mas y luego mamá y yo te llevaremos al zoológico. Por la tarde te llevaremos al parque. ¿Qué dices?", esperando que aceptara, el rubio volvió a acomodar su almohada.
Harumi se quedo en silencio, meditando así lo que su papá le ofrecía "¿Y me compraras helado?"
"Los que tú quieras, también te comprare un globo", contesto él.
"Esta bien", replico la pequeña y luego más emocionada que antes, se metió entre las sabanas, al lado de papá y mamá.
Michiru se giro y quedando de frente a ella, deposito un beso en su mejilla. Luego sonrió y fijando su marino mirar en la de su esposo, murmuro; "Te amo"
"Y yo ti", contesto él antes de depositar un beso en sus labios y uno en la mejilla de su pequeña.
Fue así que viviendo en esa absoluta tranquilidad y alejados de cualquier preocupación, es que desde aquella noche habían transcurrido cinco años. Cinco años en los que felices habían visto crecer a su hija...
Habiendo transcurrido un par de horas, los tres abandonaron el lecho. Y mientras Haruka se ocupaba de responder la ultima carta que Fiódor Nikoláyevich le hubiera enviado, contenta la aguamarina se ocupaba de preparar el desayuno. Más allá y sentada detrás de la mesa, Harumi dibujaba sobre un trozo de papel.
"¿Qué haces?", cuestiono su madre mientras colocaba los cubiertos.
"Dibujo el zoológico", tomando un lápiz, dio color al follaje de los arboles.
"Es muy bonito. No olvides dibujar pajarillos". En ese punto la aguamarina sonrió, luego le acomodo los rubios cabellos que caían por sus infantiles hombros.
Era verdad, en ella Michiru había vuelto a nacer. Sus rubios cabellos y esos ojos tan expresivos que eran tan verdes como los de Haruka, a nadie hicieron dudar el que fuera su hija, más la joven madre no podía negar que en ese mirar por momentos podía encontrar un poco de lo que había en la de ese sujeto. Aunque en nada se podían comparar porque en la de él no había nada que pudiera ser percibido como bueno, en cambio en la de su pequeña había inocencia, había cariño, había amor.
"Guarda tus cosas y luego ve a lavarte las manos. Ya vamos a desayunar", escapando a esos pensamientos, la mujer dijo.
"Sí, no me tardo", contesto ella.
Así que luego de que lo hubiera hecho y ocupara su asiento, Haruka ingreso y ocupando su respectivo lugar, le acomodo la servilleta; "Y bien, ¿Ya pensaste a donde quieres ir primero?"
"Al zoológico", contesto antes de llevar el vaso con la fresca leche a sus labios.
"Te gustan los animales, ¿Verdad?", cuestiono su madre.
"Y mucho, la abuela dijo que en el zoológico que visitan hay un oso gigante", recordando las palabras de Katherine, no pudo evitar emocionarse.
"Ya que se menciona a la abuela, ¿Crees que este año los gemelos, ella y la nana vengan a visitarnos?"
Ante su pregunta Michiru rió un poco; "Mi madre no me ha dicho nada, pero mejor dime tú ¿Estas de acuerdo con que lo hagan?"
"Por supuesto, ¿Por qué no habría de estarlo?", extrañado cuestiono su esposo.
"No lo sé, pensaría que estabas molesto. La ultima vez los niños mojaron dos sacos de harina, ademas derramaron la tinta y mancharon los muebles de tu despacho", recordando esos dos incidentes, refirió.
"Sabes qué no estuve ni lo estoy, pero lo pregunto para comenzar a comprar los obsequios"
"Lo más seguro es que si lo hagan. Se lo preguntare en la próxima carta"
Fue así que luego del desayuno Michiru ingreso a la habitación de su hija, quien emocionada por el paseo saltaba sobre la cama.
"¿Qué vestido quieres usar hoy?, ¿Uno de los que te trajo la abuela o uno de tus kimonos?", cuestiono la aguamarina apenas y abrió el armario.
Bajando de la cama y encaminándose hacia ella, la niña tomo un kimono de alegres colores; "Quiero usar este"
"Muy bien, vamos a cambiarte", tomándola en sus brazos la mujer la llevo a la cama, donde la puso de pie. "¡Dioses, Harumi!. Has crecido mucho, pronto no podrás usarlo", reconoció al notar que este apenas y le quedaría.
Ya bien vestido, perfumado y peinado para el paseo en compañía de su cita doble, Haruka ingreso en la habitación y apenas vio a su hija, sorprendido cuestiono; "¿Quien es esa princesa?, ¿De qué cuento se escapo?"
Ante su presciencia, Harumi negó con la cabeza y luego ruborizada expreso; "Papi, no puedes estar aquí. Vete"
"Esta bien. Yo solo venia a decirles que ya estoy listo"
Ante la natural reacción de su pequeña, Michiru rió un poco; "Esta bien, Harumi. Si no puedes vestirte sola, papá también puede ayudarte a hacerlo, ¿Si?"
"Si"
Y una vez que todo estuvo en orden, los tres abandonaron la casa. Harumi de inmediato se tomo de las manos de los dos, sonriendo ante cada paso que daban.
Satisfecha la aguamarina observo su amado y a su pequeña al mismo tiempo que recordaba su propia infancia. Dibujando una sonrisa en sus labios acaricio la sonrosada mejilla de la chiquilla, pensando así que cuando ella creciera y se convirtiera en una jovencita y luego en madre, atesoraría con gran cariño esos bellos recuerdos.
(Londres)
Sentadas frente al ancho ventanal, la alta rubia y la señora Matsuko bordaban sus preciosas costuras.
"Hacía ya tanto tiempo que no contemplaba un atardecer como este", expreso Katherine observando como el dorado del sol comenzaba a perderse detrás del ancho horizonte.
"Es el cambio de estación", contesto la anciana.
"Aunque más hermoso se puede ver desde un barco"
De pronto el sonido de algo que se rompía seguido de un par de traviesas risitas, atrajeron la atención de las dos.
"Esos sin duda han sido los niños"
La dama asintió, dibujando en su rostro una mueca de cansancio; "Nana, quieren volverme loca"
"No diga eso, señora. Aún son muy pequeños, ya cuando crezcan cambiaran"
Fue entonces que la puerta se abrió, dando paso a un par de sucios chiquillos. Al ver sus mejillas manchadas no solo de lo que parecía tierra, sino también de dulce, la rubia dejo a un lado su labor, luego frunció el entrecejo.
"Leonard, George, ¿Se puede saber qué fue lo que rompieron?... ¿Por qué se han ensuciado de esa forma?", pregunto cruzando los brazos sobre su pecho.
Al instante los traviesos gemelos mutuamente se señalaron y alzando la voz, dijeron al unisono; "Fue él, mamá. Fue su idea"
Arthur, el mayordomo, agitado ingreso en el salón; "Lo siento mucho, señora. Se colaron dentro de la cocina y rompieron un par de platos... luego abrieron la alacena y buscando galletas, es que terminaron manchados con el hollín del cocedor"
La alta dama se volvió hacia ellos y observándolos de forma inquisidora, señalo; "Esta bien, esta noche no habrá postre.
"No es justo, fue idea de Leonard", señalo George, cuyos cabellos eran un poco más oscuros que los de su hermano.
"Eso no es verdad, fue él. Él me dijo donde estaban las galletas"
"No importa de quien haya sido la idea, los dos me han desobedecido y por ello es que ambos recibirán el mismo castigo"
George camino hacia la nana y tomándola por el vestido llorando expreso; "Mamá es mala"
"No lo es, es justa. Si fuera mala solo castigaría al más travieso de los dos", dijo ella limpiándole las lagrimas de las ennegrecidas mejillas.
"Y si siguen portándose mal, voy a escribirle a su hermana para decirle que este año no vamos a visitarlos", sabiendo que el viaje era algo los emocionaba, su madre sentencio.
"No, eso no"
"Ya vamos a portarnos bien", expresaron el uno y el otro.
La puerta volvió a abrirse, dando paso al rubio Albert.
"Hola", saludo he inclinándose a la altura de los dos, extendiendo los brazos para recibir a sus hijos en ellos.
"Papá", emocionados gritaron, refugiándose en él y manchándole las mejillas de hollín. Cosa que al hombre no le molesto.
"Pase por la tienda de chocolates y acordándome de ustedes, es que les he triado obsequios", dijo y metiendo la mano a los bolsillos de su frack, saco dos coloridas bolsas.
"Fantástico", dijo Leonard
"Quiero esos", George señalo.
Tomando sus respectivas golosinas, ambos chiquillos corrieron hacia el sillón, donde se sentaron para degustarlos.
Ante esa imagen Katherine negó con la cabeza; "Por lo que veo no notaste que están bastante sucios. Se metieron a la cocina y ahí se ensuciaron de hollín, por lo mismo es que están castigados"
Entendiendo el error que había cometido al premiarlos, Albert observo a ambos; "Es cierto, no lo había notado", mintió. No te enojes, mujer. Deja que se los terminen y luego podremos castigarlos todo lo que tú desees"
Sí, la vida de ellos a igual que la de los Tenou era maravillosa.
(Nagasaki)
Y apenas la tarde cayo y respetando el trato que Haruka hubiera hecho con su hija, es que los tres dirigieron sus pasos hacia el parque.
Así pues y tomada de las manos de ambos adultos, Harumi era feliz.
El ligero viento movía las ramas de los arboles, despertando a su paso el dulce aroma de las flores mientras que atraídos hacia sus coloridos pétalos, los insectos revoloteaban sobre ellos. Más allá y cerca de la fuente los chiquillos jugaban y reían con evidente alegría mientras que a través de ellos sus orgullos padres disfrutaban de esa perdida inocencia.
Toda esa combinación de elementos trajo a la memoria de ambos jovenes el recuerdo de aquellos días en los que habiéndose conocido, cobardes e incapaces de sincerarse caminaban el uno al lado del otro sin siquiera imaginar la maravillosa vida que en ese momento disfrutaban.
"Era una tarde como esta, ¿Verdad?", cuestiono la aguamarina recordando como es que luego de tanto pensarlo por fin se atrevió a besarlo.
"Si, lo era. Podría hasta decir que es como si hubiera regresado a ese preciso instante", satisfecho él señalo. "Pero dime, ¿Alguna vez has pensado en regresar a Tokio... aunque sea de visita para ver en que ha cambiado todo?"
"¿Para qué?, toda mi vida esta aquí"
"No lo sé, ¿No te gustaría saber que fue de la casa en la que creciste?"
Ante esa pregunta Michiru negó con la cabeza; "No, allí solo hay malos recuerdos y dolor. Aunque si un día regresamos, me gustaría visitar la panadería donde por primera vez te vi, el parque donde te bese, la colina donde solíamos ocultarnos y sobre todo, aquella habitación en la que por primera vez nos entregamos a nuestro amor"
"Quizás algún día lo hagamos"
En ese punto Harumi tomo al rubio por el pantalón y jalándolo un poco, pidió; "Papi, quiero mi helado"
"Esta bien, no creas que lo he olvidado, ¿De qué sabor lo quieres?", cuestiono él una vez que se inclino y quedo a su altura.
"De vainilla", contenta replico.
Ante su respuesta, su padre rió un poco; "Sabía que dirías eso, ¿Sabes por qué?", pregunto al mismo tiempo que le acomodaba los cabellos que habían caído sobre su frente. Por su parte Michiru también sonrió, y es que también lo había recordado a la perfección.
"No", fue la respuesta que Harumi ofreció.
A su tierna mano Haruka amarro el colorido globo que le acababa de comprar para así evitar que se le escapara; "Porque cuando eras muy pequeñita y estabas dentro de mamá, a ella le gustaban mucho los helados de vainilla. Desde entonces supe que serían tus favoritos"
"¿De verdad?"
Ante esos recuerdos Michiru rió un poco y luego asintió; "Es cierto", acariciándole las sonrosadas mejillas, contesto.
Haruka se reincorporo y quedando a la altura de su esposa, deposito un beso en sus labios; "Y tú, ¿De qué sabor quieres tu helado?"
"Harumi ha hecho una gran selección"
"Entonces no se diga más, que sean tres de vainilla. Ya vuelvo, no me tardo"
Michiru tomo a su pequeña de la mano y entonces aquel recuerdo regreso a ella. Y este era el de aquella andrajosa mujer, quien ofreciendo las flores que vendía, en esa su pobreza era feliz al lado de su hijo. En ese entonces y bastante herida por lo que aquel desagradable sujeto le hubiera hecho, dejándola en ese estado, la aguamarina había dicho que lo que contra su voluntad llevaba en las entrañas jamás podría llegar a ser una alegría para ella. Y aunque había aceptado que su hija no era culpable de aquello y la amaba, no pudo evitar entristecerse ante el odio que un principio había experimentado hacia su bebé.
Y eso fue algo que para Harumi no paso desapercibido.
"¿Estas bien?", cuestiono al ver como su mirada se había apagado.
La mujer asintió y luego le acaricio las mejillas; "Si, no te preocupes. Pensaba en cuanto te quiero", expreso. Y aunque la rubia jamas estuvo dentro de los planes que ella y el rubio habían imaginado para los dos, no podían negar que Harumi era una gran alegría en sus vidas, aunque a la aguamarina eso no le borraba tan terrible recuerdo.
Contenta y sin imaginar el dolor de su madre, Harumi la abrazo por el talle; "Yo también te quiero mucho. También quiero mucho a mi papá"
"Nosotros también te queremos mucho", satisfecha señalo.
Presuroso Haruka volvió al lado de ambas mujeres; "Aquí están sus helados"
"Gracias", contestaron.
La pequeña rubia lo llevo a sus labios, manchándose el rostro de tan dulce postre.
"Harumi, te has manchado el kimono", dijo su madre y luego con su pañuelo la limpio.
Su padre, recordando lo que le hubiera dicho cuando aún era muy pequeña, sonrió; "¿Quieres que te lleve en mis hombros?"
"Sí, si quiero"
"¡Dioses, Haruka!, no creo que sea una buena idea"
"No te preocupes, estaremos bien... ven aquí", inclinándose para que pudiera subir a sus hombros, Michiru la ayudo, luego entrelazo su brazo al de su esposo y entonces de esa forma comenzaron a recorrer el lugar.
De pronto el halado resbalo de las manos de la niña, cayendo sobre el cabello de su padre para continuar su camino hacia su rostro.
"Papi, te juro que fue un accidente", al ver el desastre que se había hecho en su cabeza la chiquilla se disculpo, luego se hecho a reír con vivo animo.
"¡Harumi!, ¿Qué hiciste?", la mujer la reprendió.
"Mami, te juro que no fue mi intención"
Aquello lejos de molestarlo, le arranco una alegre risa. "Esta bien, no tienen de que preocuparse"
También riendo, de su bolso la aguamarina saco un pañuelo para limpiarlo un poco. "No te muevas o podrías ensuciarte más y atraer a todos los insectos del parque... Harumi, eres muy traviesa. Discúlpate con papá"
"Lo siento, papi. No quise ensuciarte", exclamo y entonces apenada bajo la mirada.
"Esta bien, no estoy molesto contigo", expreso para tranquilizarla.
Harumi sonrió y depositando un beso en su mejilla, señalo; "Hueles a vainilla, también sabes muy rico"
"¿De verdad?"
"Si"
"Entonces vamos a comparte otro helado", concluyo su contento padre.
Ese era el mundo de dos que se había convertido en el de tres. Eran felices alejados de cualquier villanía. Disfrutaban de una buena vida en la que no había lugar para nadie que en el pasado los hubiera herido, pero ¿seguiría siendo así por siempre?
Notas de autor;
Con esto entramos en la recta final de esta historia.
Isavellcota; Esa Kazuki se paso de cruel y tonta al pensar que Michiru iba a dejar a Haruka y más al pensar que así podrían estar juntos.
Kaiohmaru; Así es, el mayordomo trata de pasarse de "cruel" con ella pero la nana le toma a gracia sus "maldades". No, Kazuki no se atrevería a dañar a Harumi, podría dañar a Michiru, pero a Harumi jamas.
Isavellcota; Michiru no se hubiera ido del lado de Haruka. Y si ese hubiera sido el caso Haruka se hubiera ido con ella. El actuar de Isao no fue el más adecuado, pero al menos acepto que su hija no había sido responsable de esa tragedia.
UnbreakableWarrior; Sin duda fue un momento de terror.
Kyoky; Si considere que ambas familias vivieran cerca, pero como bien dices, es mejor que tengan su propias vidas por separado. Gracias por seguir leyendo mi historia.
