CAPÍTULO LXXVII
DULCE INFANCIA
(Dos semanas después)
Deseando obtener una respuesta y aún bastante pensativo por su actuar, antes de la cena Haruka ingreso en su estudio con intenciones de concluir algunos pendientes.
Encendido un par de velas que terminaron por romper la penumbra de aquella habitación, lejos de concentrarse en lo importante dirigió sus pasos hacía la ventana para llenarse la vista con el bello huerto y el jardín que adornaban su casa. Y es que no había duda alguna, tenía todo lo que siempre había deseado.
"Quizás no debí... no sin duda es algo que necesito", frunciendo el entrecejo con fuerza apretó su puño, luego arrastro su silla y sentándose en ella echo la cabeza hacia atrás, fijando su verde mirar en el reflejo de la flama sobre el techo.
Luego de un par de minutos concentrado en sus íntimos pensamientos algo lo devolvió a la realidad. Fue así que mirando hacia la entrada observo que su pequeña desde el umbral de la puerta lo contemplaba como queriéndole decir algo.
¿A caso en medio de su silencio ella había adivinado que era lo que él guardaba para si mismo?. No, eso era un imposible.
"¿Qué haces?", nervioso cuestiono.
La niña negó con la cabeza y entonces trato de huir.
"Harumi, ¿Qué pasa?", ante esa actitud la preocupación termino por despertar en él.
Temerosa y bastante indecisa la niña volvió sus pasos hacia el estudio e ingresando cerró la puerta detrás de ella.
"Papi... quiero hablar contigo", murmuro como deseando que nadie salvo él la escuchara.
Ante esa actitud tan misteriosa Haruka se sorprendió. Y es que por el tono de su voz sabía que debía de tratarse de algo muy serio; "¿De qué?... ven aquí", pidió para infundirle confianza.
Nerviosa Harumi camino hacia él y luego de sentarse en sus rodillas, hablo a su oído.
"¿Un secreto que no quieres que mamá sepa?, ¿Qué es?. Sabes que puedes confiar en mi"
"Sí... ¿Me das trabajo en la panadería?", suplicante pidió.
"¿Trabajo?... pero Harumi, ¿Por qué quieres trabajar?", riendo un poco Haruka cuestiono. "Eres muy pequeña como para pensar en eso. Ademas cada sábado te doy dinero para que lo gastes en lo que desees"
"No te rías", frunciendo el entrecejo y un poco molesta la niña contesto.
"Esta bien, no me voy a reír. ¿Por qué quieres trabajar en la panadería?", guardando la debida compostura sonrió al ver las expresiones que se dibujaban en el rostro de su pequeña, y es que eran las mismas que se dibujaban en el de su esposa cuando se molestaba.
"Porque pronto va a ser el cumpleaños de mamá y quiero comprarle un obsequio", hablo en el mismo tono de antes.
"¡Con que se trata de eso!... veamos sí es posible lo qué me pides...", pensativo Tenou se quedo un momento.
"Por favor, papi. Te prometo que lo haré bien"
"Esta bien, puedes ayudar a mamá en el mostrador. Y puedes ayudarme a mi planeando su fiesta de cumpleaños, ¿Qué dices?"
"Si, gracias papi", contenta la chiquilla le beso la mejilla.
"Para que mamá no se de cuenta te pagare junto con el dinero que te doy. ¿Estas de acuerdo?. Ahora dime, ¿Cómo deberíamos festejarla?"
La rubia tomo una pagina en blanco y un trozo carboncillo para dibujar; "Con un pastel de fresas y chocolate"
"¿Crees qué a mamá le guste?"
"Sí", contesto emocionada y sin bajar de sus rodillas. "También con muchas flores"
Satisfecho su papá la contemplaba, luego le acomodo el cabello que caía por sus tiernos hombros; "Harumi, no sabes cuanto te quiero. No importa cuanto crezcas, siempre serás mi bebé"
"Yo también te quiero y mucho"
"¿De verdad?"
"Sí, más allá de la luna", fue la respuesta que la niña ofreció.
"Eso es mucho", dijo y entonces le beso la mejilla. "Cunado sea anciano, ¿Vas a seguir queriéndome?"
"Si, aunque seas muy viejito", riendo de forma alegre Harumi respondió.
La puerta se abrió, dando paso a Michiru quien al observar esa enternecedora imagen sonrió; "¿Qué hacen?"
"Harumi quería papel para dibujar"
"Ya veo. Ten cuidado, no vayas a manchar los documentos de papá", dijo ella al verla tan concentrada en lo que hacía.
"No lo haré, mami"
"La cena pronto estará lista. Será mejor que vayan y se laven las manos"
Haruka se puso de pie, llevando a la niña en sus brazos; "Ya escuchaste a mamá, vamos a asearnos"
(Mañana siguiente)
Y tal y como la noche anterior se lo hubiera prometido a su papá, contenta la pequeña se sentó detrás del mostrador en compañía de su madre, quien aprovecharía la oportunidad para repasar lo que hasta el momento le había enseñado.
"Bien, estudiemos un poco", tomando un trozo de papel y un carboncillo la aguamarina los coloco al alcance de la niña. "Empecemos con matemáticas"
"Esta bien", animada porque el rubio la había empleado acepto.
"Comencemos con algo sencillo... si a tres le sumas dos, ¿Qué cantidad tendrás?", cuestiono la aguamarina.
"¿Cinco?", fue la acertada, pero titubeante respuesta por parte de la niña.
Ante eso Michiru negó con la cabeza; "Así es, Harumi. Pero si sabes la respuesta y estas segura de que esa es, no tienes porque dudar... hagamoslo de nuevo... si a cinco le sumas tres, ¿Cuanto tendrás?"
Haciendo uso de sus dedos par contar la chiquilla replico; "Ocho"
"¿Lo ves?, no es tan difícil"
Movida por la curiosidad y como es natural a su edad, en ese punto una duda nació en ella; "Mamá, ¿Fuiste a la escuela como papá y el tío Takeo?"
Ante su pregunta y como era en aquellos días, la mujer negó con la cabeza; "No, a la escuela solo van los niños. En casa mi madre me enseño lo que ahora te enseño a ti, luego tuve una tutora que me enseño muchas cosas. Muy pronto tú tendrás una y por eso quiero que estudies para que vea que eres una niña muy inteligente"
"A mi me gustaría mucho ir para jugar con otros niños"
"A ese lugar no se va a jugar... Esperemos que algún día las niñas también puedan asistir. Por ahora yo te enseñare lo que sé"
De pronto la campana que pendía del marco de la puerta anuncio la presencia de un cliente.
"Buenos días", saludo una alta mujer de cabellos oscuros, quien de la mano llevaba a su pequeña, una chiquilla de cabellos azules.
"Buenos días, bienvenidas... Será mejor que continuemos, ¿Cuanto es ocho más dos?", fue la pregunta que siguió.
"Diez", contesto Harumi.
"Muy bien. Pronto podrás sumar cifras de dos dígitos"
La clienta entonces escucho lo que madre e hija hacían, luego observo a su propia hija, quien parecía de la misma edad que la rubia.
"¿Y si le restas tres?"
"Siete"
"Muy bien", dijo Michiru y luego le beso la mejilla. "Papá se pondrá muy contento cuando sepa que no cometiste ningún error"
Contemplándoles con vivo interés, por un breve instante la mujer se perdió en sus propios pensamientos.
"¿Mamá?", la niña al ver a su madre tan distraída, la llamo.
"¿Qué pasa, Amy?", cuestiono volviéndose hacia ella.
"Quiero ese panesillo", dijo señalando una de las vitrinas.
"Si, perdón por distraerme", dijo y luego continuo con su compra.
Y mientras lo hacía no podía evitar pensar y escuchar lo que la aguamarina y la niña hacían.
Fue así que acercándose a ellas coloco su compra sobre el mostrador. Entonces con atención observo a la rubia.
"Veamos, Harumi. Si son seis panes a un yen cada uno, ¿Cuanto dinero es?", pregunto su madre al verla tan interesada en ayudarle.
"Seis yenes", contesto la chiquilla.
"Muy bien"
Sabiendo de ante mano que la respuesta era correcta, más deseando poner a prueba la inteligencia de la niña, la mujer le entrego papel moneda equivalente a diez yenes.
"¿Cuanto debes devolverle a la señora?", cuestiono su madre.
Confiando en lo que hacía Harumi tomo cuatro yenes, luego se los dio a modo de cambio.
"¡Vaya, eres una niña muy inteligente", la mujer reconoció.
"Gracias", apenada contesto.
Sin que la conversación hubiera ido más allá la pelinegra y la niña se retiraron, aunque en el rostro de la adulta era fácil adivinar que había algo que hubiera deseado expresar, pero que por vergüenza prefirió callar.
"¿Sucede algo, mamá?", pregunto su pequeña al verla tan pensativa.
"No, Amy, no es nada", fue la corta respuesta que ofreció.
Continuando su camino varias calles arriba es que ambas llegaron a su hogar y apenas abrieron la puerta, la mujer negó con la cabeza al contemplar que con los codos apoyados sobre la mesa, un hombre yacía profundamente dormido.
"Pensé que esta vez no iba a regresar. Ya estoy cansada de que siempre sea lo mismo", murmuro ella al ver que junto a él reposaba una botella vacía que amenazaba con caer.
"¿Mami?", asustada la niña se sujeto a su kimono.
"No tengas miedo, pero ¿Por qué mejor no vas a jugar a la calle?", colocándose a la altura de su hija la dama pregunto. "Yo te llamare cuando la comida este lista, ¿De acuerdo?"
"Esta bien", desanimada la niña dijo y luego dirigió sus pasos hacia la salida, sabiendo que estaba más segura ahí que en casa.
Y aunque embrutecido a consecuencia del alcohol el hombre se movió como queriendo despertar. Luego ergio el cuerpo, apoyando así la espalda en el respaldo de la silla.
Siendo consciente de que era preferible que estuviera dormido que despierto, presurosa la mujer abrió el ultimo cajón de la gaveta, de donde tomo una botella de vino y la cual coloco sobre la mesa y al alcance de su esposo.
"Mujer, mujer", aún sin abrir los ojos el hombre la llamo a fuertes voces. "¿Dónde estas?"
"Aquí estoy, ¿Necesitas algo?", temerosa cuestiono.
Con cierta dificultad y encandilado por la luz del día el sujeto abrió los ojos y viendo la botella llena, con cierta desesperación la destapo, luego la llevo a sus sedientos labios. "Ya es la hora de la comida, sirveme", con fuerza golpeo la mesa. "¿Qué esperas?"
"Aún no he cocinado nada, pero traje pan", colocandolo a su alcance, en silencio rogó porque no volviera a lastimarla, así como la ultima vez.
Despertando en él la ira se encamino hacia su esposa y alzando su pesada mano, la abofeteo con fuerza. "Eres una inútil y tu hija no se queda atrás", mascullo cerca de su rostro.
"¿Cómo quieres que cocine si no tengo dinero?", ella respondió. "Hace mucho que tú ni siquiera te preocupas por tu hija. Lo poco que ganas lo mal gastas en alcohol"
Él, quien hacía un par de años hubiera sido un pintor que había caído en desgracia negó con la cabeza y luego volvió a abofetearla; "Entonces ve a la calle a conseguirlo. No creo qué te se muy difícil hacerlo. Ya estoy harto de tus quejas"
Habiendo escuchado el escándalo dentro de lo que en el pasado hubiera sido un buen hogar, Amy ingreso, descubriendo que su padre había vuelto no solo a gritarle a su madre.
"¿Mami?", temerosa la llamo.
"No te preocupes, sabes que estoy bien", envolviéndola en sus brazos para protegerla de ese ser, en vano trato de ocultar los golpes que de inmediato asomaron a sus mejillas.
"Mejor me voy a la calle. Ahí no tengo que verlas ni soportarlas", el hombre mascullo y tomando la botella salio para así volver a desaparecer un par de días.
Abrazando a su pequeña con todas sus fuerzas para tranquilizarla, la dama negó con la cabeza; "Ya no llores. A partir de ahora haré lo posible por que todo este bien. Ya lo veras"
"¿Por que papá es malo?", sin entender a que se podía deber su actitud, al borde del llanto la chiquilla pregunto.
"Papá no siempre fue malo. Es solo que esta cansado, enfermo y triste porque ya nadie compra sus pinturas"
"No, él es malo y siempre lo va a ser. Te prometo que cuando yo sea grande voy a cuidar de ti"
"Lo sé, Amy. Lo sé", contesto ella a sus tiernas palabras.
(Esa noche)
Y como siempre y antes de cerrar la panadería, la ultima limpieza era llevada a cabo por Takeo mientras que Haruka y Michiru se encargaban de la contabilidad del día. Más allá y muy contenta por también ayudar, Harumi se ocupaba de limpiar y organizar el mostrador.
"¿Es cierto que te vas a ir a la capital?", cuestiono la niña al pelinegro luego de que hubiera escuchado a Mina mencionarlo.
"Así es. Lo haré porque quiero ingresar a la universidad", orgulloso Takeo contesto.
"¿Qué es eso?", pregunto la chiquilla sin entender.
"Es una escuela muy grande a la que solo van los adultos. Ahí aprenderé a curar gente así como Kenta"
"Mamá dice que solo los niños van a la escuela, a mi me gustaría mucho poder ir", entristecida y sin poder comprender porque las cosas funcionaban así, bajo la mirada.
"No estés triste, pequeña. Las cosas con el tiempo cambian. Quizás para cuando seas mayor puedas hacerlo", expreso esperando poder arrancarle una sonrisa. "Ahora iré a la calle a tirar la basura"
Y fue justo cuando Takeo dejo la bolsa sobre el suelo que un ligero quejido a sus espaldas llamo su atención.
"¿Qué es?", intrigada cuestiono la niña al también escucharlo.
"No lo sé, iré a ver". El joven se inclino un poco y rebuscando entre las cajas vacías sonrió y luego tomo aquello en sus manos. "¡Vaya!, ¿Quien podría haberlo dejado?"
"¿Qué es?", intrigada cuestiono la rubia.
El pelinegro se inclino a su altura para mostrarle lo que había encontrado; "Es un gatito bebé. Jamás entenderé por que las personas se deshacen de los animales como si fueran basura", negando con la cabeza reprobó ese actuar. "Es muy bonito, ¿Verdad?"
"Sí, ¿Puedo quedármelo?"
"Eso no lo sé. Deberías preguntarle a tus papás"
"Ahora vuelvo". Emocionada por tan magnifico descubrimiento Harumi ingreso a la oficina de su papá dando fuertes gritos;"Papá, mamá. Vengan a ver lo que el tío Takeo encontró en la basura"
"¿Qué es?", intrigados por la alegría que embargaba a su pequeña ambos salieron a ver.
"Es un gatito bebé. ¿Verdad que puedo quedarme con él?", ilusionada cuestiono.
No muy seguro de ello Haruka lo contemplo; "No lo sé. Podrías preguntarle a mamá"
"Mami, mira. Es muy bonito. ¿Verdad que si me dejas quedármelo?"
Indecisa la aguamarina se quedo meditando los pro y los contras de su decisión; "No lo sé. Quizás tenga dueño y ahora lo están buscando"
"No, lo tiraron a la basura. Estaba entre esas cajas, ¿Verdad, tío Takeo?"
"Se trata de un macho. Si deciden conservarlo no creo que vaya a ser mucho problema", el pelinegro expreso.
"No, no es un macho. Es un gatito bebé", sin haber entendido lo que el chiquillo había dicho Harumi trato de corregir.
"Pequeña, Takeo ha querido decir que es un gatito bebé que es hombre", riendo un poco Haruka explico con sencillas palabras.
"Por favor, lo quiero", suplicante la niña volvió a pedir.
La aguamarina observo a Haruka; "¿Tú qué opinas?"
"Sabes que depende solo de ti, Michi"
"Esta bien, puedes quedártelo. Pero debes entender que no se trata de un juguete y que debes cuidarlo mucho y alimentarlo"
"Gracias, mami. Te lo prometo", tomandolo de los brazos de Takeo lo acuno como si se tratara de un bebé. "Debo pensar un nombre para ti"
"Será mejor que mañana lo llevemos al medico para cerciorarnos de que esta sano, ¿De acuerdo?", dijo Haruka.
"Sí"
"Entonces deja que lo ponga dentro de una caja para que puedas llevarlo a casa"
Habiendo tomado esa decisión el rubio y la aguamarina regresaron a lo que hacían, fue entonces que a través del escaparate Michiru observo a aquella mujer y a su hija, quienes eran las mismas que durante la mañana hubieran estado en la panadería. Y notando que con insistencia la mujer la contemplaba, cierta preocupación nació en ella.
"¿Querrá decirme algo?", pensó la joven.
Así que deseando saber a que se debía esa actitud se puso de pie y abandonado su puesto se encamino hacia la entrada. Más en ese momento la mujer se aferro a la mano de la peliazul y luego con paso presuroso se alejaron del lugar, dejando a la joven Michiru con más dudas.
Notas de autor;
En esta historia solo hacia falta que Amy apareciera. Ella en su vida pasada fue la mejor amiga de Michiru, en esta vida le toco rencontrarse con ella con una marcada diferencia de edad.
Michelle; Tal y como en su momento Haruka lo dijo, ese bebé iba a ser bueno porque los niños no tienen ninguna culpa y porque ademas iba a crecer llena de amor. Y como vemos es una consentida de su papá.
Kaiohmaru; No importa la época, Haruka y Michiru están destinados a estar juntos. Tampoco importa en que circunstancias se conozcan, ellos siempre serán uno.
Isavellcota; Ellas merecen todo lo bueno, Isao merece seguir vagando porque ese era su destino. Es por eso mismo que ni siquiera se queja de lo que le pasa, y eso es porque sabe que lo tiene bien merecido.
UnbreakAbleWarrior; Así es, su vida es perfecta.
