CAPÍTULO LXXXV

PASEO DOMINICAL

(Hace veinte años)

Habiendo concluido los pendientes que tan ocupado lo habían mantenido durante la mayor parte de la mañana, es que para darle gusto a su esposa aquella deliciosa tarde de verano Isao Kaio había decidido acompañarlas en su visita al parque.

Era así que contenta la aguamarina caminaba tomada de la mano de ambos adultos.

Por su parte, con esa soberbia sonrisa engalanando su aún fresco rostro y no deseando admitirlo de forma abierta, para sus adentros el hombre se sentía orgulloso de todo aquello que poseía. Y es que no solo era un sujeto con éxito, sino que podía percibir la admiración que su joven y hermosa esposa despertaba a su paso. Y aunque la mayoría del tiempo se mostrara reacio para con su pequeña, de una cosa estaba bastante seguro.

Fue así que luego de pensarlo es que llego a una conclusión, y esta fue que su hija era la única que podía asegurarle herederos que aunque no llevaran su respetable apellido, llevarían su sangre.

"Vamos a la fuente", la chiquilla pidió.

"Por supuesto qué lo haremos, espera. Podrías caerte", replico su madre.

"Papá, ¿Podrías sostener mi muñeca?", la hermosa niña dijo y dándosela al hombre, se inclino un poco sobre las aguas para reflejar en ellas su rostro.

Ante eso el pelinegro frunció el entrecejo; "De haber sabido que tendría que cargar con este tonto juguete, no hubiera venido. Cosas más importantes tengo por hacer"

"En un Domingo por la tarde, ¿Qué puede ser más importante que pasear con tu esposa y tu hija?"

El sujeto bien hubiera podido responder, sin embargo prefirió callarse.

"Entiendo qué esto no sea de tu agrado, pero al menos podrías fingir por este día, ¿No crees?", cuestiono la rubia.

Isao permaneció en el mismo silencio de antes, aunque por la expresión de su rostro era fácil darse cuenta de que estaba un tanto molesto. Luego con esa misma indiferencia desvío la mirada.

Pero si en ese momento hubiera sabido que muchos años después lamentaría esa actitud y llegaría a anhelar cada instante de ese único día, sin duda su actuar hubiera sido otro.


(Residencia Tenou. Presente)

De pie frente al fogón la aguamarina se ocupaba de la preparación de los alimentos del medio día.

"Harumi, ¿Dónde estas que no te escucho?", cuestiono la mujer ante el silencio que se había apoderado de hasta el último rincón.

"En el estudio de papá", contesto la niña al mismo tiempo que con presura guardaba el dibujo que estaba decorando para obsequiárselo el día de su cumpleaños, el cual acontecería en los próximos días.

"Recuerda que no debes escribir en los documentos de papá, solo en las paginas blancas. Tampoco desordenes sus cosas"

"Sí, mami", contesto y luego abandono la habitación para dirigirse hacia ella. Arrastrando un taburete en el que pudiera ponerse de pie, se coloco junto al fogón para observar más de cerca lo qué hacía.

"¿Quieres ver lo qué cocino?"

La rubia asintió; "¿La abuela te enseño a hacerlo?"

"No, fue mi nana cuando le dije que tu padre y yo íbamos a casarnos", recordando que se lo había pedido a la mañana siguiente de haberse entregado a él, orgullosa contesto.

"¿Cuando sea mayor me vas a enseñar?", fue la pregunta que siguió a la anterior.

"Por supuesto qué si, ahora no porque eres pequeña y podrías lastimarte"

De pronto su interesante conversación se vio interrumpida por alguien que llamo a su puerta.

"Es papá", bajando del taburete, la niña dirigió sus pasos hacia la entrada.

"Espera, no abras", señalo su madre sabiendo qué no se trataba de Haruka porque él siempre utilizaba su llave para abrir. Así que observando a través de la ventana, la aguamarina descubrió que se trataba de un mensajero. "Buenas tardes", saludo cuando atendió a su llamado.

"Buenas tardes, ¿Es usted la señora Tenou?", el sujeto cuestiono revisando que la información escrita en aquel documento correspondiera.

"Si. ¿Hay algo en qué pueda ayudarlo?"

"Traigo un paquete para usted", el mensajero dijo mostrándoselo.

"¿Un paquete en Domingo?", extrañada cuestiono, y es que era algo que no esperaba y mucho menos en un día tan poco usual.

"Así es, se trata de una entrega especial. Por favor sea tan amable en firmar el recibo"

Pensando que muy seguramente su madre era quien lo enviaba lo tomo y regresando a la cocina, lo coloco sobre el comedor.

"¿Qué es?, ¿Lo envía la abuela?", intrigada y sabiendo que en ellos siempre había obsequios para ella, cuestiono la pequeña Harumi.

"No lo sé", replico su madre al ver que no tenía ninguna información sobre el remitente. Confundida entonces lo abrió, descubriendo que contenía cuadernillos de trabajo, tizas y lápices de colores. "Sin duda esta es obra de tu padre", contenta porque con ellos podría complementar su clase, expreso.

De pronto la puerta se abrió, dando paso a Haruka.

"¿Qué hacen?", cuestiono al verlas tan concentradas en las cosas que contenía aquella caja.

Michiru se volvió hacia él; "¿Por qué no me lo dijiste?, ¿Querías que fuera una sorpresa?", pregunto sonriéndole y abrazándolo por el talle.

"¿Sorpresa?, ¿De qué hablas?"

"De los útiles que acaba de traer el mensajero"

"¿Qué útiles?"

"Esos", replico su esposa señalándolos.

"Michi, en verdad te juro que no sé de qué me hablas"

"¿De verdad no fuiste tú?", aún más confundida que antes, insistió.

"Te lo juro"

Concluyendo que su esposo no estaba fingiendo, la joven titubeo; "Entonces si no fuiste tú quien envió estos materiales, ¿Quién pudo haberlo hecho?", totalmente preocupada cuestiono sabiendo que él también desconocería la respuesta.

"No lo sé, ¿Qué dijo el mensajero?", revisándolos, él pregunto.

"Pregunto por mi, y aunque me pareció extraño que un paquete llegara en Domingo, no me quedo de otra más que recibirlo. Pero mira, son cosas nada baratas"

"Es cierto. Si qué es extraño"

"Muy probablemente el mensajero se equivoco", Michiru concluyo y luego los devolvió a la caja.

"Sí está dirigido para ti entonces no se trata de un error. Más bien creo que lo envió alguien que sabe de la desinteresada labor que estas llevando a cabo con los niños"

"No lo sé... Si ese fuera el caso al menos contendría una nota, ¿No lo crees?", nada convencida la mujer negó con la cabeza. "Creo qué es mejor que guarde estas cosas, si es que el mensajero se equivoco regresa para recogerlas"

"Estoy de acuerdo", su esposo expreso y luego de volver a sellar la caja la llevo hacia su estudio.

"La comida pronto estará lista. Será mejor que vayan a lavarse las manos"

"Vamos, Harumi", tomando su mano ambos se dirigieron al cuarto de servicio del segundo piso, pero antes de ingresar se detuvieron. "Aquí tienes tu mesada y tu paga de esta semana", el rubio murmuró al mismo tiempo que le entregaba un sobre.

"Gracias, papá", dijo la niña y luego ingreso en su habitación para colocarlo junto al resto de sus ahorros. "Ya tengo suficiente dinero, creo que ya puedo comprar el regalo de mama"

Sentándose a su lado, Haruka observo su progreso; "Tienes razón. Hoy las tiendas están cerradas, pero mañana podemos ausentarnos de la panadería diciéndole a mamá que tenemos que ir al banco, ¿De acuerdo?"

"De acuerdo"

"Si no se dan prisa los alimentos van a enfriarse", a pie de la escalera la aguamarina elevó la voz para que pudieran escucharla.

"Ya escuchaste a mamá", Haruka señalo y luego juntos se dirigieron al cuarto de servicio...

Fue así que regresando al comedor y ya sentados a la mesa, los tres conversaban.

"Deja de darle vueltas al asunto, si es que el mensajero se equivoco vendrá a recogerlo"

"Tienes razón"

"Mejor díganme, ¿Qué les parece si más tarde vamos al parque?", Tenou propuso.

"Si, vamos", emocionada Harumi exclamó.

"De acuerdo", contesto su madre.

Y mientras que para aquella familia la hora de comida se desenvolvía con total naturalidad, habiéndosele ya hecho costumbre desde detrás de aquel muro impaciente Isao espiaba la residencia Tenou.

"Es ingenuo pensar que el día de hoy podré conversar con mi nieta", murmuro sin mucho ánimo y con verdaderas intenciones de retirarse, sin embargo decidió sentarse a esperar.

Para fortuna suya fue antes de que la tarde cayera cuando la puerta se abrió y entonces por fin pudo contemplar a los tres, quienes sonrientes comenzaron a alejarse en dirección al parque.

Haruka, su esposa y su hija sin percatarse de que eran seguidos por ese hombre, sonreían ante la amena platica y el fresco clima.

"Señoritas, luego del paseo por el parque las invito a cenar. ¿Aceptan?", el rubio propuso.

"Por supuesto que aceptamos, caballero", exclamo su esposa dejando escapar una ligera risa.

Tomada de las manos de ambos adultos, la niña sonreía sin que preocupación alguna pesara sobre ella. Y es que ella vivía la infancia que por una razón u otra ninguno de sus padres había disfrutado a plenitud. En el caso Haruka por tener que ocultar un secreto y en el caso de Michiru porque uno de sus padres siendo egoísta le había negado su cariño.

Por su parte y a prudente distancia para no levantar sospechas, cabizbajo se mantenía el pelinegro.

"Qué maravillosa imagen tan familiar", murmuró al verlos. Sin embargo en ese punto centro toda su atención en su hija.

Verla convertida en una mujer de la edad que Katherine tenía cuando en ese entonces ella era una niña de la edad de Harumi, volvió a parecerle increíble, tanto que por un instante pensó que se trataba de otra persona. Y es que muy dentro de él deseaba que todo aquello fuera un sueño y que al despertar ella siguiera siendo una pequeña para así poder cambiar cada uno de sus errores.

"Si alguien pudiera concederme regresar en el tiempo, entonces pediría volver a vivir el momento en que naciste, porque de esa forma podríamos volver a empezar", pensó deteniéndose al mismo tiempo que ellos lo habían hecho. "Lo qué son las cosas, siendo tú una niña yo me negaba a estos juegos, ahora que soy viejo y tú una mujer, dudo que desees pasear a mi lado, mucho menos querrías hacerlo tomada de mi mano", pensó deseando hacerlo aunque fuera por una única vez.

Por su parte y sabiendo qué era lo que su hija le respondería, Haruka hizo la tan acostumbrada pregunta; "¿Vainilla o chocolate?"

"Vainilla, pero ¿Por está vez puedo tener ambos?", esperando obtener su permiso, la chiquilla cuestiono.

"Por supuesto", el rubio contesto con una sonrisa.

"Pero por supuesto que no", la aguamarina intervino con tono severo.

"¿Por qué no?, mamá"

"Si, Michi. Después de todo solo es helado", despreocupado y restandole importancia, Haruka se encogió de hombros.

"Pues precisamente por eso, porque es un postre. Si lo tomas antes de la cena entonces luego no querrás comer", expreso con el mismo tono de antes.

"Pero..."

"No hay pero que valga, hace días qué no quieres comer como antes y eso lo atribuyó a qué estás comiendo demasiados dulces", sin imaginar que era Isao quién se los proporcionaba, la aguamarina señaló.

Entendiendo que era mejor no llevarle la contraria a su esposa, Tenou asintió; "Debo darle la razón a tu madre. Así que solo será uno"

"Está bien, que sea de vainilla", sabiendo que era mejor un solo postre a no tener ninguno, resignada la niña contesto.

"Así esta mucho mejor", sonriendo dijo su madre y luego le acomodo los cabellos que caían por su frente.

"Entonces que sean tres de vainilla", Haruka dijo y luego camino hacia la fuente de sodas, por su parte Michiru y su hija tomaron asiento en una de las bancas.

"¿Quieres ir a jugar?", pregunto su madre al verla contemplar a los niños que cerca de ellas se divertían.

"Si"

"Ve en lo qué regresa papá, pero por favor no te alejes de mi vista", pidió la aguamarina.

Ante la aprobación de su madre, contenta la niña camino hacia ellos.

Observando que su hija se había quedado a solas, el valor fluyo por sus venas y las palabras de cariño asomaron a sus labios. Así que dispuesto a aprovechar ese único momento, presuroso Isao arrastró sus pasos hacía ella.

Si, a solo unos cuantos pasos estaba de obtener su anhelado perdón, o su bien merecido desprecio. Más cualquiera que fuera el caso, debía hablar con ella.

"Michiru, hija", entre el gentío alzó la quebrada voz para que ella lo escuchara y se volviera. Pero justo cuando estaba por tocar su hombro, un vendedor se interpuso entre ella y él.

"Flores, ¿Desea flores?", cuestionó enseñándole su canasta.

Isao negó con la cabeza; "Fuera de mi camino", con tono molesto ordenó y volviendo a observar a su hija, descubrió que pasó de estar sola a estar en compañía del rubio y su pequeña.

Ante él y recordando los seis infames tiros que de forma cobarde por la espalda le hubiera hecho, su valor flaqueo y las palabras huyeron de sus carnosos labios.

"No, no puedo", murmuró y volviéndose comenzó a alejarse de ellos.

Sin imaginar el inesperado y nada grato reencuentro que estuvo a punto de acontecer, los tres disfrutaban de su mutua compañía y los dulces postres.

"¡Dioses!", al escuchar el doblar de las campanas y el tren que en la distancia abandonaba el anden, Haruka mascullo.

"¿Ocurre algo?", cuestiono su esposa ante el pálido tono que encontró en sus mejillas.

"No, no es nada", contesto su esposo y luego negó con la cabeza al mismo tiempo que soltaba una ligera risa.

"¿Estas seguro?", como es natural, la aguamarina insistió.

"Nada de qué preocuparse. Es solo que esa combinación de sonidos por un breve instante me devolvieron a hace seis años. ¿Recuerdas nuestros clandestinos paseos por el parque?"

"Si. En ese entonces teníamos que ocultarnos de ese hombre para poder vernos. También lo hacíamos dentro del templo porque sabíamos que jamas iría a ese lugar", contesto ella al recordarlo. "Luego lo hacíamos en tu habitación", añadió en voz baja para que la niña no se enterara.

"Ese lugar era el mejor escondite", el joven señalo al recordar lo que ahí acontecía.

"Eso ni dudarlo... cuando estemos a solas podremos hacerlo en nuestra habitación", acariciando su mejilla, murmuro.

"Perfecto, estoy impaciente"

"Pero será mejor que ya no pienses en eso, han pasado los años y aunque él estuviera al asecho para tratar de separarnos, sabes qué no lo lograra"

"Eso jamas porque estoy dispuesto a tomarte un vez más y llevarte lejos de su alcance. Jamás permitiré que trate de lastimarte a ti o mi hija"

Michiru rió un poco y acariciándole la mejilla, negó con la cabeza; "Mejor dejemos de pensar en él. No merece que le dediquemos siquiera un segundo de nuestro tiempo. Mucho menos que nos preocupemos por él. Él para mi murió la noche que te lastimo"

Relajando sus tensos miembros, el rubio asintió; "Tienes razón. No es bueno darle la importancia que jamas ha merecido"

Sin imaginar que estaban conversando sobre él, desde el otro lado de la acera Isao los contemplaba con especial atención.

"No importa cuanto lo desee, parece que jamás podré acercarme a ellos. Muy seguramente él no ha olvidado lo qué aquella noche le hice, muy seguramente luego de todo el mal que provoque él no permitirá que me acerque a mi hija y mucho menos a su pequeña. Y a decir verdad, lo entiendo. Yo tampoco permitiría que a mí familia se acercara el ser que más daño le hizo", tomando el pañuelo que llevaba en el bolsillo de su saco, se limpio el molesto sudor que había cubierto su pálido rostro. "Soy un cobarde, pero más que tenerle miedo a su reacción, es vergüenza la que siento", dijo y luego cabizbajo se alejo del parqué.


Notas de autor;

Es vergüenza la que consume a ese hombre. Siente que no merece estar cerca de ellos.

Michelle; Así parece y eso es vil y cobarde. No puede estar usando a una niña (a la que en su momento odio) para sus propósitos.

Kaiohmaru; Lo bueno es que Harumi tiene a ambos para protegerla y obviamente Haruka nunca la usaría como Isao lo hizo con su hija.

Isavellcota; Porque sabe que no lo merece no se acerca ellos, y hace bien porque su presencia solo abriría viejas heridas.