CAPÍTULO LXXXIX

OBSEQUIOS Y PALABRAS

Contento porque finalmente se reuniría con su familia y aunque bastante inseguro de llegar a a obtener su nada merecido perdón, el pelinegro regreso a la habitación del hostal donde se hospedada.

"Sí, ha llegado el momento presentarme ante ellos y que mejor que hacerlo el día de su cumpleaños", sin poder apartar de su rostro aquella mueca de felicidad, expreso para si mismo.

Y es que tanta era su alegría, que ceno poco y ni aún siquiera pudo dormir. La oscuridad que se cernía a su alrededor por momentos le daba la impresión de que la noche sería eterna, sumiéndolo en una impaciencia que lo hacía dar vueltas sobre la calurosa cama. En ese estado de intranquilidad esperaba que la mañana llegara.

Sin haber encontrado descanso alguno fue así que la claridad del día lo sorprendió. Pero fue luego de haber tomado un ligero desayuno que presuroso salio a la calle para dirigirse hacia la barbería. Y apenas ingreso en ella se sentó en la alta silla.

"Buenos días", saludo al sujeto que atendía mientras le colocaba aquella prenda para evitar que su ropa se ensuciara.

"Buenos días, ¿Qué desea el caballero?", cuestiono y luego preparo sus instrumentos.

"Necesito que me afeite y me recorte el cabello"

"Lo que ordene el señor"

Pasados tres cuartos de hora y ya con el rostro limpio y fresco, ingreso en la sastrería. Y es que él siendo amante de la buena costura y deseando causar en ellos una buena impresión para que contemplaran que se trataba de una nueva persona, es que pidió un traje a la medida.

Fue así que luego de haberlo seleccionado y pagado, le indico al vendedor donde es que que debía ser entregado.

Hacía la media tarde continuo su camino, observando a través de los escaparates lo que ahí ofrecían; "¿Que debo regalarle?", confundido se pregunto sin saber que podría ser de su agrado, evitando pensar que después de tantos años, ese sería el primer cumpleaños de la aguamarina que él pasaría a su lado.

Mas fue en ese preciso instante que contemplo un precioso juego de té y una muñeca; "Si, estoy seguro de que le gustaran", murmuro olvidando por un breve instante que su hija ya no era más una chiquilla. "Es cierto, esta cumpliendo veinticinco o quizás veintiséis años, ¿Qué mujer de su edad estaría interesada en los juguetes?. Sin embargo es tanto mi deseo de recuperar el tiempo perdido, que me gustaría seguirla viendo como a una niña"

Así que haciendo a un lado esa idea siguió su camino.

"¿Qué puedo regalarle?", pensativo se cuestiono. "No, las joyas no son una buena opción, no quiero que piense que de esa forma deseo comprar su cariño. No quiero que en mi vea a ese otro sujeto que pensaba que con lo material todo lo compensaba... ¡oh!, ya sé, le regalare flores y aquellos bombones que en su infancia hubieran sido sus preferidos. Son regalos sencillos porque quiero que vean que mi actuar es totalmente desinteresado"


(Residencia Tenou)

Las brillantes rosas y los jugosos frutos que el huerto ofrecían serían el telón perfecto para acompañar la celebración que dentro de un par de horas iniciaría.

Pero fue luego de las siete de la noche que alguien llamo a la puerta.

"Buenas tardes", saludo el mensajero.

"Buenas tardes", replico la aguamarina.

"¿Es esta la residencia Tenou?"

"Sí, aquí es"

"Traigo este arreglo para la señora Tenou"

"¿A esta hora?", confundida pregunto.

"Fue un pedido especial", respondió el sujeto mientras se las entregaba.

Ante tan magnifico arreglo floral la joven sonrió; "Gracias"

Fue así que ingresando en la cocina en ellas puso un poco de agua. Luego entre sus perfumados pétalos busco la tarjeta, la cual no encontró.

"¿Y esas flores tan bonitas?", cuestiono la pequeña Harumi.

"No tienen tarjeta, pero sin duda también las envía tu papá", replico aspirando su dulce aroma.

El rubio, quien hasta hacía poco se ocupaba de su aseo personal bajo al primer piso y observando tan bonito presente, pregunto; "¿Y esas flores?"

Michiru se volvió hacia él y abrazándole por el cuello, deposito un casto beso en sus labios; "Muchas gracias, son muy bonitas"

Confundido porque él no había sido quien las había enviado, frunció el entrecejo; "Pero yo no lo hice"

"Mentiroso", juguetona contesto.

"De verdad, Michi. Yo no las ordene"

"No hay necesidad de que me mientas, mi amor", contesto ella antes de volver a besarlo.

"¿Sabes qué pienso?, que quizás las envió un admirador secreto", respondió él mientras la envolvía en sus brazos.

"Pues si ese admirador no eres tú, entonces no me interesa", segura de que su esposo había sido quien las envió y prefería fingir antes que admitirlo, volvió a besarlo.

"Primero los útiles y luego estas flores... quizás... no, es imposible que ese desgraciado este detrás de esto en un intento por intimidarnos...". Pensado que quizás de alguna forma Saburo había logrado encontrarlos, rápidamente se deshizo de esa idea y en sus labios dibujo una sonrisa para no preocuparla. Luego fingió; "Tienes razón, he sido yo. Pero no me has dicho si te gustan"

"Y mucho", contesto aferrándose a él con fuerza.

"Lo sabía. Pues bien, antes de que la fiesta inicie quiero darte tu obsequio", haciendo a un lado cualquier pensamiento que pudiera nublar la felicidad de ese día, dijo tomando su mano en las suyas.

"¿Más obsequios?, mi amor. ¿Qué es?"

Del bolso interno de su saco el rubio extrajo una caja y abriéndola, sonrió al mismo tiempo que le mostraba su contenido.

"Mi amor, no debiste", sorprendida expreso.

"No digas nada. Te mereces esto y más", contesto y acto seguido le coloco la fina pulcera en su muñeca. "Mi regalo tiene un significado muy especial, y es que la piedra representa a nuestra pequeña"

"¿Soy yo?", maravillada pregunto la niña.

"Así es, eres tú. Y aunque la piedra es muy valiosa, tú lo eres mil veces más"

"Es muy bonita, también su significado. Gracias por todo, mi amor"

"Mami, yo también tengo un regalo que darte. Espera aquí", la rubia pidió y entonces dirigió sus pasos hacia el estudio.

Ante esas palabras, las mejillas de la mujer se encendieron aún mas; "Hoy ha sido un día maravilloso y lleno de sorpresas"

Fue así que pasados un par de minutos Harumi regreso con ellos. "¿Sabes?, para poder comprarlos le pedí a papá que me diera trabajo en la panadería", orgullosa de haberlo logrado, señalo.

"¿De verdad?. Ahora entiendo todo. Ahora entiendo a que se debía tanto misterio", replico recordando cada vez que ambos se ausentaban de la panadería.

"Por favor, ábrelo"

Deshaciendo el envoltorio la mujer contemplo el guardapelo; "Es muy bonito. Muchas gracias, pequeña"

"¿Te gusta?"

"Por supuesto que si. ¿Podrías colocármelo?", cuestiono y luego se puso a su altura para que la niña pudiera hacerlo.

"Podrás poner fotos nuestras y de la abuela... también tengo esto para ti", esperando que le gustaran tanto como a ella, le entrego los dulces bocadillos.

Su madre tomo la caja y al instante aquellos lejanos recuerdos regresaron a ella. Y es que cada vez que Isao la sentaba en sus rodillas, él le ofrecía esos bombones; "Qué extraño, pero en mi infancia eran mis favoritos. Hace ya tantos años que no los pruebo", dijo y luego llevo uno a su boca. En ese punto aún estaba lejos de saber que Isao estaba cerca de ellos.

"¿De verdad?"

"Si. Muchas gracias", contesto y luego beso las mejillas de sus dos amores.

Contenta Harumi sonrió y recordándolo lo que aquella mañana hubiera escuchado en la chocolateria, señalo; "Son afrodiquiacos"

Ante esa palabra, que aunque mal pronunciada, ambos se sonrojaron.

"Ha... Harumi", Tenou murmuro entre dientes. Contrario a lo que él había pensado, su hija no la había olvidado.

"¿Afrodiquiacos?", confundida pregunto su madre.

"Sí, mamá"

"Harumi, ¿Dónde aprendiste esa palabra?", deseando saber, la aguamarina pregunto.

"En la chocolateria, la señora que los vende le dijo a papá que eran afroiquiacos...", orgullosa porque ese día había aprendido tres palabras, la chiquilla trato de decir, pero fue interrumpida por su madre.

"¡Con que la señora de la chocolateria le dijo a papá, eh!", expreso ella dibujando en su rostro una mueca juguetona, luego se volvió hacia su esposo.

"¡Dios mio!", empalidecido Haruka negó con la cabeza. "Michiru va a matarme", murmuro entre dientes, no porque hubiera hecho algo malo, sino porque son cosas que un niño no debería escuchar y mucho menos por parte de un extraño.

"¿Tengo motivos para hacerlo?", cuestiono tratando de mantener una actitud de molestia.

"Por supuesto que no", respondió sabiendo que aún así iba a regañarle.

Prudente, la mujer sonrió para con su pequeña; "Dime, ¿Sabes que significa eso?"

"Si, papá dijo que así se llaman porque están hechos en África", segura de que estaba en lo correcto, contesto.

Ante su ingeniosa respuesta Michiru sonrió satisfecha; "Es verdad, así se llaman porque fueron hechos en ese lugar, pero por favor no vuelvas a repetirla. Es una palabra que se escucha muy fea, ¿De acuerdo?"

"Si, mamá"

"Muy bien, ahora ve a jugar porque papá y yo tenemos que hablar"

"Esta bien. Te quiero", inocente la chiquilla se retiro a su habitación.

"Y yo a ti". Comprobando que no los escucharía, la aguamarina se volvió hacia su esposo; "¿La señora de la chocolateria?", pregunto cruzando los brazos sobre su pecho.

"Michi, te juro que yo no tuve nada que ver... "

La joven lo silencio con un beso en los labios, luego le echo los brazos al cuello; "Ahora entiendo ese delicioso aroma"

"Aún me quedan algunos", respondió.

Juguetona la joven observo el reloj del fondo; "Sino fuera porque los invitados están por llegar, te llevaría a la habitación para castigarte haciéndote comer algunos"

"Aún hay tiempo", Tenou murmuro a su oído y luego la beso en los labios. "Pero ¿Por que vas a castigarme?"

"¿Te parece poco que Harumi haya escuchado una conversación de adultos?, pero sobre todo ¿Qué hacías hablando sobre algo tan intimo con la señora de la chocolateria?", cuestiono rosando su cuello con sus labios para despertar en él el deseo. "No quiero que vaya por ahí hablando sobre ello y luego piensen que esas cosas las aprende en casa"

"Fue una imprudencia por parte de esa mujer", ante ese toque deslizo su mano dentro del kimono de su esposa.

"Pues no importa como haya sido, ya luego habrá tiempo para darte lo que mereces", riendo un poco escapo a su agarre.

"Michi, eso es injusto"

"Para nada lo es. Como parte del castigo tendrá que esperar hasta que la fiesta termine, señor Tenou", concluyo la joven.


(En el hostal del centro)

Afeitado, perfumado, bien vestido y llevando un ramo de preciosas flores y una caja de bombones en las manos, el pelinegro abandono la habitación.

Mientras caminaba por aquellos pasillos, a su paso iba atrayendo la mirada de los otros huéspedes. Y es que en su rostro podía adivinarse que era presa de la más grande alegría. Más fue al pasar por la recepción que la mujer que la atendía detuvo su andar.

"¡Vaya, señor Kaio!. Lo he visto muy alegre, pero nunca como hoy. Por como sonríe sin duda puedo deducir que tiene una cita, ¿No es así?", pregunto al verlo con las flores y los bombones.

"Por supuesto", no pudiendo ocultar su emoción, respondió

La mujer sonrió; "Supongo que se trata de una mujer que además de ser joven es bonita, ¿O me equivoco?"

Sonrojado el hombre asintió; "Es la mujer más bonita que en toda mi vida he visto"

"Entonces no lo retraso más. Suerte"

"Gracias, la necesitare"

Fue así que Isao abandono el lugar con rumbo hacia la residencia Tenou.

"Solo unos cuantos minutos más y entonces por fin podre reunirme con mi familia. Espero y las flores que le envié hayan sido de su agrado", murmuro esperando que estas no se hubieran prestado a una mala interpretación. Y es que a él si le hubiera resultado molesto que a su esposa recibiera flores de forma anónima.


(Tokio)

Contentos porque el largo viaje en parte ya había terminado y en unos cuantos días podrían reunirse con el resto de la familia, Katherine, los gemelos y la señora Matsuko caminaban por aquellas bien conocidas calles.

"El día de mañana abordaremos el tren que nos llevara a Nagasaki", expreso deseando que pronto amaneciera.

"Y ahora, ¿A dónde vamos, mamá?", impaciente pregunto el pequeño Leonard.

La rubia guardo silencio y meditando un poco lo que estaba a punto de hacer, respondió; "Hay algo que deseo ver. No se desesperen, estamos por llegar"

"¿Esta segura, señora?"

"Si, nana. Ya han pasado suficientes años como para que no me afecte volver a verla"

Fue así que avanzando un par de calles más, llegaron hasta ese punto que para ambas era bastante familiar. Y es que después de todo en ese lugar habían pasado veinte años de su vida. Veinte años llenos de dolor en los que también hubo alegrías.

"Es una casa", contesto George sin entender.

"Así es... es lo que deseaba ver", replico Katherine contemplando el jardín de lo que hacía no mucho tiempo hubiera sido la residencia de la respetable familia Kaio.

"Dígame, después de todo lo que vivió en este lugar, ¿Volvería a caminar por sus pasillos?"

"El abogado me dijo que luego de que la abandonamos, fue invadida y convertida en un tugurio... tiempo después fue adquirida por una buena familia que la re-acondiciono. No importa que haya pasado entre sus muros antes de que el vicio terminara por corromperla, porque estoy segura de que en nada se compara con el dolor que ella pasamos. Así que la respuesta es no, solo quería verla por vez ultima"

"Mamá, ¿Quien vive aquí?", Leonard pregunto.

Para responder a su pregunta, en ese punto la puerta se entre abrió, lo que hizo que un escalofrió recorriera a la alta mujer.

"¿Se encuentra bien, señora?", la anciana cuestiono al ser testigo de como las mejillas de su ama se empalidecían.

Observando a un hombre desconocido abandonar la residencia, Katherine asintió aliviada; "Lo estoy, nana. Es solo que por un instante pensé que Isao aparecería. De pronto olvide que esta casa ya no le pertenece"

"Mejor no piense en ese hombre, sería una muy mala suerte encontrarnolo. Solo Dios sabe que será de él"

"Tienes razón, no debí venir a ver lo que quedaba de esa vida. Será mejor retirarnos a descansar, aún nos falta mucho por viajar", concluyo la mujer dirigiendo sus pasos hacia el hotel donde se hospedaban.


(Residencia Tenou)

Contenta por la maravillosa sorpresa que su hija y su esposo hubieran preparado para ella, la aguamarina disfrutaba de su celebración en compañía de los buenos amigos que al paso del tiempo en ese lugar hubieran hecho.

En ese punto y sin que nadie lo notara, por la semi oscura acera se dejo entre ver un hombre, era Isao quien a pocos pasos estaba de obtener su desprecio o su perdón.

"Ahí esta", sintiendo como su corazón de contraía frenético, murmuro al ver a su hija.

Dibujando en sus labios una sonrisa y volviendo a repasar las palabras que utilizaría, se planto frente al jardín. "Pero, ¿Qué estoy haciendo?", se cuestiono y entonces se detuvo.

Contemplar la alegría en la que hija se encontraba, lo volvió a hundir en su cobardía. Y es que aunque era un hombre que de verdad había dejado atrás su mal comportamiento, había algo que no podía cambiar y eso era que él no tan fácilmente podría hacerlos olvidar todo el dolor que en sus manos hubieran pasado.

"Hoy es día de fiesta, no puedo pretender llegar y que todo sea como yo deseo. Lejos de obtener su perdón lo único que lograre es echar a perder su celebración y que me echen con una bien merecida patada", murmuro y luego volvió sus pasos. "Si por este momento ya he esperado tantos años, que espere un par de días no será nada"


Notas de autor;

Michelle; Isao si tenía toda la intención de llegar a la fiesta en buen plan, pero sin duda al verlo esta hubiera terminado al creer que estaba ahí solo para fastidiar. Hizo bien al retirarse.

Kiohmaru; Pobre Haruka XD. Hizo bien al retirarse porque sin duda todos los invitados hubieran sido testigos de algo que los Tenou se han esforzado por mantener en el pasado. Lo que tienen que tratar debe quedar en privado.

Isavellcota; No todo esta perdido para él, aún puede aspirar a su perdón, aunque no es muy correcto que se este escudando en su nieta para poder saber de ellos.