Disclaimer: Los personajes no son míos, pero la historia sí.
.
.
.
365 DÍAS
Despertó en una habitación a oscuras, desorientada y confundida.
¿Cuánto tiempo llevaba dormida?
Insegura, se dio a la tarea de levantarse de aquella mullida y cómoda cama después de comprobar no sin cierto alivio que, bajo la bata de seda, aún estaba vestida.
Se acercó a una de las ventanas por las que pequeños rayos de luz se colaban de entre las pesadas y─ a simple vista─ costosas cortinas. Definitivamente no tenía ni la más remota idea de donde podría encontrarse.
Tomó la decisión de salir de ahí por lo que se acercó a las puertas y trató de abrir una de ellas. Nada. La habían encerrado.
La sensación de miedo se evaporó, cediéndole el lugar a la molestia y procedió a aporrearla madera, pero nadie apareció.
No fue hasta horas más tarde, cuando el sol había caído dando paso a la noche, que alguien se dignó a hacer acto de presencia. Alerta miró como la sombra de unos pies bajo la puerta se acercaba, aquel desconocido… o desconocida, se limitó a quitar el pestillo y marcharse sin siquiera dejar que ella descubriera su identidad.
Elsa se levantó de la cama y después de calzarse las sandalias de plataforma, se acercó nuevamente a las puertas, en esa ocasión sí se abrieron. El pasillo estaba a oscuras, absolutamente allá por donde caminó se encontraba en la más absoluta de las penumbras y con cada paso que daba, se preguntó si llegaría a encontrar la salida.
Vio un poco de luz hasta que llegó a una espaciosa y muy bien decorada sala de estar. Sus orbes cerúleos se abrieron con asombro.
—No puede ser —jadeó de sorpresa.
Frente a ella y colgado en un muro de piedra, se exhibía un enorme retrato suyo.
Quien quiera que fuese el autor de aquella obra, no lo conocía. ¡Ni siquiera recordaba haber posado jamás para un cuadro!
"Debe ser un error" pensó aún cuando la persona que le devolvía la mirada desde el óleo era, precisamente, ella.
—¿Te perdiste, Copito? —se sobresaltó ligeramente ante la voz a su espalda. Giró lentamente pensando que no era la primera vez que la escuchaba.
—Tú —musitó al verlo bien.
Se quedó sin aliento y las piernas le fallaron, fue ligeramente consciente que él la tomaba en brazos antes que la oscuridad se la llevara de nuevo.
La chimenea repiqueteaba, inundando la sala y mezclándose con el sonido de unos hielos chocando entre sí dentro de un vaso de vidrio. Se encontró a sí misma sentada en uno de los sofás individuales y el hombre se acercó a ella, hincándose para quedar a su altura.
Tenía el cabello un poco despeinado del mismo color del fuego y unos ojos verdes como las esmeraldas, sus atractivos rasgos aristocráticos se acentuaban con la sombra del lugar e iba vestido totalmente de negro, resaltando la piel tostada. Extraordinariamente guapo.
—Chúpalo —ordenó en tanto le acercaba un cubo de hielo a la boca. Elsa no pudo evitar fijarse en sus manos grandes llenas de tatuajes y sus dedos largos, el índice le acarició el labio inferior—, tuviste una mala reacción al sedante.
¡¿Sedante?!
El desconocido aventuró a acariciar su boca con el pulgar, Elsa sintió la rabia bullir en su interior y no dudó en escupirle el cubo de hielo a la cara.
—Chúpalo tú —espetó, rabiosa, el joven se alejó de ella—, ¿Dónde estamos, quién carajos eres tú y qué es lo que me harás? —se levantó del sofá para acercarse a él—. Contéstame.
—Siéntate, te desmayarás de nuevo —instruyó el pelirrojo con calma.
—Contéstame —siguió Elsa, ignorándolo.
—Siéntate.
La ira le burbujeó dentro de las venas, impulsándola a tomarlo de las solapas de la camisa para zarandearlo.
—¡No soy tu propiedad! ¡¿Quién te crees…?!
—¡Siéntate ya! —el bermejo la tomó de los brazos y la arrojó al mismo sofá donde había estado sentada segundos atrás—. ¿Quieres saber por qué estás aquí o no?
Elsa no contestó, limitándose a mirarlo con odio. Al no recibir respuesta, el cobrizo se alejó un poco solo para tomar el vaso con whisky.
—Gracias por tu cooperación —le acercó el vaso—, creo que deberías tomar un trago.
Elsa giró la cara y el colorado apretó la mandíbula en tanto se alejaba para posicionarse junto a la chimenea.
—Lo que te voy a decir es tan increíble que no lo habría creído hasta que te encontré en el aeropuerto —su voz tranquila se mezcló con la madera que se consumía, la blonda discernió en su inglés un fuerte acento eslavo—. En ese momento yo entendí qué… qué no eras solo mi imaginación.
Lo único relevante que Elsa recordaba vagamente del aeropuerto era haber visto una deslumbrante camioneta de alta gama con los vidrios tintados, aunque no prestó mucha atención. Nunca prestaba atención a nada que no considerara relevante.
—Hace cinco años mi vida cambió por completo —relató—, mi padre murió justo frente a mí; una bala le atravesó el corazón y me hirió en el proceso. Pensé que también moriría, el corazón se me detuvo y te vi —Elsa tragó seco, no entendía por qué le estaba diciendo aquello—. Todos los días tuve esa imagen justo frente a mí.
"Pero ¿Cómo?"
—Traté de encontrarte en todas partes, en mi interior tenía la certeza que un día te encontraría y serías mía.
—Debes estar bromeando —bufó la albina—, nadie es mi dueño ni soy un objeto. No puedes secuestrarme y pensar que soy tuya.
El bermejo asintió.
—Lo sé, justo por eso voy a darte la oportunidad de enamorarte de mí.
Elsa abrió los ojos con la más pura de las sorpresas, aquel tío debía estar enfermo.
—No por obligación sino porque lo desees —continuó y comenzó a acercarse.
—Me van a buscar —replicó la rubia al instante—, tengo familia, amigos y un novio. Tengo una vida —se enderezó en el sofá—. ¡No quiero la oportunidad de amarte!
El colorado la miró con la impasibilidad pintada en los ojos verdes, no parecía irritarse con su comportamiento, sino que se cautivaba un poco más con cada segundo que pasaba.
—¡Así que te pido amablemente que me dejes irme!
El desconocido no se inmutó, dejó el vaso con whisky en la mesita junto al sofá y tomó la carpeta de cuero negro que reposaba en ella, se la ofreció sin decir una palabra. Elsa la aceptó con recelo. Abrió la carpeta con una indecisión que no dejó ver y apretó los dientes al descubrir que eran fotografías, se le estrujó el pecho al ver el contenido de éstas.
—Tu novio no te merece —comentó casualmente en tanto se sentaba en otro sofá individual.
Tiró las fotos y la carpeta al piso, no soportaba seguir mirando a Tadashi desnudo con otra mujer.
—Mi gente recogió tus cosas y dejaron una nota para Tadashi —no le sorprendió en lo más mínimo que supiera su nombre—, dice que vas de vuelta a Noruega, que lo dejarás y que desaparecerás de su vida.
Elsa se puso de pie lentamente y comenzó a caminar.
—¿Sabes qué? Jódete.
No logró pasar de largo donde él estaba sentado cuando un brazo largo y fuerte se enredó en su cintura, la sentó con violencia y se puso encima de ella. Posó la mano derecha en una de sus caderas y usó la otra para acariciarle el cabello rubio mientras metía la pierna derecha entre las suyas.
La nariz perfilada recorrió su níveo cuello, aspirando la esencia de su perfume, en tanto la mano que segundos atrás estaba sobre su cadera, ascendió atrevidamente por uno de sus pechos con suavidad, como si temiera romperla.
—No haré nada sin tu permiso —susurró en su oído—, no hasta que tu logres desearme y vengas a mí.
Estaba por decir algo, pero él no se lo permitió.
—No te voy a atar, pero no me provoques. No seré amable porque no estoy acostumbrado a tolerar la desobediencia.
Los oscurecidos ojos verdes se posaron en sus labios, pero resopló y finalmente se apartó de ella.
—Tienes trescientos sesenta y cinco días, no dudes que haré lo que sea para que llegues a amarme —declaró—. Si en un año sigues igual, te dejaré ir.
"Está lejos de ti, es ahora o nunca, Elsa. Corre" pensó y se levantó del sofá, atravesó la sala como bala, pero el pelirrojo la atrapó rápidamente. Se sintió estúpida por no haber tomado en cuenta que aquel tipo era tan alto que, con un par de zancadas, podía atravesar la estancia.
La pegó a un muro de piedra, le enterró los dedos de la mano izquierda en la cadera y usó la derecha para tomarla de la cara, no dudó en acariciar su boca con la suya. Elsa entonces vio otra oportunidad.
Con un ágil movimiento lo empujó lejos de ella no sin antes tomar el arma que llevaba encima.
—Muy bien, baja el arma o esto dejará de ser divertido —sentenció el bermejo con seriedad.
Sin que Elsa pudiera predecirlo, el colorado le quitó el arma de repente y volvió a inmovilizarla, esta vez quedó de cara al muro.
—¿De verdad quieres dispararme? —ronroneó con los labios pegados a su oído—, muchos han tratado y créeme cuando te digo que no es tan fácil.
—Izvinite, dostavka proizoshla i vam nuzhno podpisat'* —dijo una tercera persona a sus espaldas; estuvo segura que hablaba en ruso aunque no entendió ni una palabra. Se sintió liberada de su agarre segundos después.
—Otvedi yeye v yeye komnatu* —aquello sonó a orden en tanto el cobrizo abandonaba el lugar, Elsa se resistió a alejarse del muro aun cuando escuchó a su captor irse seguido de otros pasos, unos diferentes se acercaron a ella.
—Andando —el otro ruso usó un tono de voz resignado, más bien aburrido.
Elsa resopló una obscenidad en noruego y dejó que el desconocido la guiara de regreso al lugar donde había despertado.
—Qué bueno que Hans te encontró —comentó el muchacho, la blonda tuvo que aceptar que era guapo. Quizá no tanto como el bermejo, pero tenía lo suyo.
Un momento.
¿Hans?
—Por fin va a parar de buscar, es un dolor de bolas cuando no consigue lo que quiere de inmediato —Elsa le lanzó una mirada de molestia, el joven solo ensanchó su sonrisa—. Soy Eugene Fitzherbert, por cierto.
La blonda quiso gritarle que no le importaba su nombre, deseaba quedarse sola y así tratar de huir.
Una vez sentada en la ducha con el agua corriendo, Elsa no pudo evitar pensar en los largos dedos del ruso sobre sus labios. Se dijo que tendría que estar loca para enamorarse de ese cabrón.
"Maldito idiota".
ACLARACIONES:
Izvinite, dostavka proizoshla i vam nuzhno podpisat'* el ruso de Disculpa, hubo una entrega y tienes que firmar.
Otvedi yeye v yeye komnatu* el ruso de Llévala a su cuarto.
Holaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.
No saben cuanto me urgía volver a escribir Helsa, es una adicción imposible de dejar, millones de ideas se cruzaban en mi mente y lo único que podía hacer era archivarlas para después escribirlas.
Ahora sí, estuve pensando mucho en esto y decidí que era momento de una nueva tabla, esto que leen es el primer ¿Drabble? ¿One-shot? ¿Long-shot? de una serie de no sé cuántos capítulos, la idea es adaptar al Helsa varias escenas de distintas películas y series. El de ahora pertenece a 365 DNI, si no les gusta la película no importa, con Helsa todo es mejor.
No recuerdo haber leído algo como esto antes, así que, si me lo permiten, inauguro esta tabla como mía para que todos los escritores Helsa o de otros ships puedan usarla.
NOTA: Si ya existe díganme, para poner los créditos y que oso conmigo hehehe.
Esta es la sorpresa de la que les hablé en mis Drabbles. Ojalá les guste y le den el mismo apoyo que a mis otras historias del Helsaverse.
De verdad estoy muy contenta de volver.
Entonces qué… ¿Review? ¿No? Ok.
Harry.
