TRES
La fuerte exclamación de la boca de Goh levantó a Ash de la cama. El reloj de la mesita auxiliar dio las cinco en punto y el ambiente comenzaba a oscurecerse de una forma extraña por causa de la neblina. Había dormido dos horas. Pikachu se removió a su lado, indispuesto a levantarse.
—¿Qué pasó...? ¿Goh...? —arrastró su voz por el sueño, intentando enfocar la vista hacia su amigo que seguía de pie en la puerta.
—Para dormir está la noche, Ash. Vístete.
La voz de Cynthia terminó por arrancarle el sueño y el pokémon eléctrico se cayó de la cama.
—¿Se-Señorita Cynthia? —Goh por fin habló, apretaba con fuerza el pomo. Encontrarse con ella cara a cara sin esperarlo le provocó un susto de muerte—. ¿Necesita algo?
El saludo amable de ella contrastó con su rostro serio. Goh miró hacia atrás, esperando que su compañero interviniera. Estaba seguro que la visita no era para él.
—¿Qué? —Ash frotó sus ojos para verla mejor, Cynthia estaba con los brazos sobre la cintura con un aire de severidad que le aturdía. Era la expresión que usaba con Paul años atrás.
—Son las cinco —continuó—, salgamos fuera. Lamento si esto suena brusco, pero no me gusta la idea de llegar a la final cuando mi rival ni siquiera ha hecho el esfuerzo en hacerlo bien por entretenerse en otras cosas. Nunca me ha gustado lo fácil y espero que a ti tampoco.
Goh tragó en seco y tosió su presencia para que lo miraran. Con señas le indicó a Ash a dónde iba y se despidió de la campeona lo más respetuoso que pudo. No entendía nada, pero se trataba de los asuntos de Ash y no le correspondía enterarse, al menos todavía no.
Pikachu saltó a los brazos de la mujer rubia y dejó que ella lo mimara mientras esperaban fuera de la habitación que el entrenador terminara de cambiarse.
Después de que la charla con Cynthia había acabado de forma abrupta por petición de Ash (estaba muy cansado, según él), la entrenadora no quiso preguntar. Seguía con su sonrisa eterna en el rostro y la voz animada, pero comprendió que todo ese ambiente tenía que ser estresante para él. A veces se preguntaba si Ash estaba consciente de la enorme responsabilidad que se le vendría encima si lograba ganar ese torneo. Ser un campeón no era tan divertido como los niños solían creer; costaba libertad, el anonimato y el tiempo, demasiado tiempo. Ash no lo había experimentado aún por lo mismo que la liga de Alola era nueva y no tenía retadores, no aparecían constantemente como ocurría con ella o con Steven y Lance. Lionel llevaba invicto muchos años, siendo el centro de atención de Galar e invirtiendo su niñez y adolescencia delante de las cámaras, Iris comenzaba a formarse una reputación en Unova por no dejarse arrebatar el título, Diantha siempre llevaba disfraces cuando caminaba por Kalos, rogando que nadie la reconociera, y tener a Alain como campeón facilitaba acceder a un pequeño descanso de retadores, pues él cumpliría tres años con el título de la liga. Pero con Ash no ocurría nada de eso, él continuaba siendo tan libre y despreocupado en esa área que le preocupaba que se estuviese tomando todo como un divertido juego que debía ganar.
Apretó, sin querer, su agarre al pokémon en sus brazos; no quería un rival así.
Ash salió con su vestimenta de siempre, pero puesta una sudadera negra por si la acostumbrada neblina de Ciudad Wyndon se tornaba espesa y decidía que era mejor enfriarse más. Cynthia permitió al pokémon volver al hombro de su entrenador y adelantó unos pasos para que el jovencito la siguiera hasta quedar a su altura. Diez años era la brecha de edad entre ambos, y más o menos diez años los que habían pasado desde que se vieron como niños. Suspiró, melancólica, el cambio en él era realmente notable; había superado uno poco su estatura y tenía el pelo algo largo, despeinado, pero sin verse mal. Se preguntaba si el cambio era drástico en ella, pues Ash no la recordaba en absoluto.
—¿A dónde vamos? —le preguntó el entrenador, era inusual que lo haya buscado.
—Primero vamos a caminar un poco para despertarte. ¿Siguen las ganas de regresar a la cama?
—No… Uno poco, creo.
—Espero que no te altere el sueño esta noche.
Ash estuvo de acuerdo, aunque no entendía la visita ni salida repentina. Confiaba ciegamente en Cynthia. Además, experimentaba un gran interés por la ocasión, pues era la primera vez que ambos estaban solos, sin ningún compañero de viaje de Ash y ningún campeón platicando sobre la serie mundial. Sin embargo, debió suponer que las personas alrededor se detendrían para contemplar admirativamente a su compañera de pies a cabeza. Ella era ese caso donde incluso manteniendo profundo silencio, era capaz de llamar la atención y resplandecer. Las miradas hacia ella eran una mezcla variada: Observar la mujer bonita que era, la admiración a su fuerza, la impresión por sus habilidades, su récord de triunfos. Era una combinación tan sorprendentemente bella que no parecía real.
—¿Por qué Wyndon tendrá tanta neblina? Parece invierno —opinó Ash con una sonrisa suave.
—Debe tener su explicación. Se ve muy bien, ¿No es así? Como si la ciudad tuviera un filtro gris azulado —Cynthia miró hacia diferentes direcciones, admirando cómo las calles clásicas se miraban tan bien con el comienzo de la oscuridad.
—¿Sabes qué le podemos aumentar? —Ash se adelantó unos pasos hacia el Yoshida, un café a donde siempre asistía con Goh cuando visitaban la zona. Cynthia creyó que saldría con un paquete de pastelitos y dulces, pero en su lugar lo vio regresar con dos vasos largos de papel.
—Cuando vengo con Goh, él pide estos dos tipos de café porque le gusta estar tomando fotografías a todo lo que comemos, sobre todo cuando hay neblina. Dice que le da un aire retro y no sé qué. Ten.
Le alcanzó uno de los vasos. Cynthia disfrutó la sensación cálida en sus manos al hacer contacto con el material resguardando el calor del café. No era un ambiente frío, sin embargo, se antojaba algo caliente. Le dio las gracias con una sonrisa. Retiró la tapa con cuidado y cerró los ojos por el vapor acariciando su rostro. Olía a tostado y era agradable. Después del primer sorbo, apoyó el vaso contra su vientre y no lo volvió a subir. Ash lo notó.
—¿Te gusta?
Cynthia llevó una mano hacia sus cabellos, peinándolo con lentitud.
—No te gustó —se respondió por la expresión inconforme de ella.
—Pensé que lo haría. Perdón, no bebo café.
Ash bajó la mirada unos segundos e intercambió ambos vasos sin consultarle. Retiró la tapa para darle un trago largo a pesar de lo caliente y amargo que estaba. Cynthia lo miró con curiosidad.
—¿Te gusta el café?
—Sabe bien pero no lo tomo muy seguido. El mío tiene caramelo y crema, te gustará.
—No era necesario que lo cambiaras, podía tomarlo.
—¿Por qué ibas a tomarlo si no te gustaba? Lo cambiábamos y ya.
—Me gusta que lo veas todo de forma tan simple.
Las palabras de Cynthia no habían sido planeadas, fueron dichas de forma tan natural que los confundió a ambos. Ash no supo qué responder, le pareció bastante sorpresivo.
—Ahm… ¿Gracias?
La mujer a su lado miró concentró su vista hacia el café y comenzó a beberlo lentamente. La combinación de la crema y el caramelo era agradable, muy diferente a lo que acababa de tomar. Ash continúo diciendo cosas al azar para mantener una conversación, pero se detuvo cuando ella separó los labios.
—¿Alguna vez piensas en el futuro?
Cynthia lo preguntó de repente. Ash giró el rostro para verla, estaba pasmado. La pregunta parecía tan… grave, aunque Cynthia tuviera la expresión tranquila y amistosa.
—Claro que…, sí. Sí, supongo.
—Bueno, entonces, ¿qué quieres hacer con tu vida después de la serie mundial?
Él se encogió de hombros, un poco incómodo ante el interrogatorio. No le molestaba compartir con ella —la campeona le aconsejaba con el único interés de verlo mejorar—, pero no entendía a dónde quería llegar con semejante pregunta.
—Lo único en lo que estoy pensando desde que entré es en tener una batalla con Lionel. No dejo de pensar en eso.
—¿Por eso te uniste?
—¡Claro! ¡Me sentí en las nubes cuando me explicaron sobre la serie mundial de coronación! ¿Cómo no lo conocí antes si es tan importante?
—¿Quieres ser el entrenador más fuerte del mundo?
—Eso es algo secundario, lo que yo quiero es enfrentarme a él.
Cynthia pareció reflexionar unos instantes acerca de su respuesta, sin explicarle el porqué.
—Pero lo que voy a hacer cuando termine todo, pues no lo sé. Yo nunca he planeado algo tan adelantado, era lo que se me ocurría al instante.
—¿Y cómo te ha ido hasta ahora?
—No me arrepiento de nada.
Ella no lo miró mientras contestaba, sino que mantuvo la vista fija en el camino. Comenzó a sonreír de nuevo.
—Eso espero —concluyó finalmente, terminando el contenido del vaso.
Ash esbozó una sonrisa relajada, meciendo el recipiente vacío de café con la mano. No se le ocurría nada más qué decir, pero Cynthia tampoco se mostraba presta para una nueva conversación ni para romper el silencio. De todas formas, su lado parlanchín le reclamaba que dijera algo.
—Supongo que ya tienes un plan para cuando regreses a Sinnoh.
Continúo cuando ella le regresó la mirada.
—Algo que siempre me sorprendió de ti es que parece como si estuvieras un paso delante de todos. Nunca te descontrolas como yo o como otros, de alguna manera haces que todo te salga como quieres. A veces no sé en qué estás pensando, pero, no importa, porque todo lo conviertes en una experiencia.
—¿Esa fue tu impresión cuando nos conocimos?
Ash se encogió de hombros para restarle importancia a su respuesta: —No recuerdo qué pensé, aparte de ¡Wow! ¡Ella es la campeona en vivo y en directo!
Cynthia llevó una mano hacia su rostro y sostuvo su mentón con el dedo índice y pulgar mientras no podía evitar que una risa diminuta escapara de su boca. Ash ya reconocía ese gesto en ella, lo hacía de forma inconsciente cuando algo la divertía.
—Sí, yo también pensé así cuando conocí al campeón de mis épocas. Pero nunca llegué a ser su amiga. Una pena.
—Lo dices como si tuvieras muchos años encima. Además, yo te veo muy joven. ¿Cuál es nuestra diferencia? ¿Ocho? ¿Once?
—Diez. Nos separan algunos meses.
—¿Ya ves? No son muchos.
—¿Diez años no te parece mucho? —Cynthia lo miró perpleja.
—Le das demasiada importancia.
Ash sonó algo fastidiado. Esos detalles eran algo que nunca le parecían importantes. A él le impresionaba la mujer a su lado por su habilidad como entrenadora, su carácter y su manera de expresarse. Cynthia no era una mujer cualquiera. Intentó decirlo en voz alta en lugar de pensarlo, pero de alguna forma se dio cuenta de que ella no quería hablar más del tema, así que buscó la manera de sacarlos de ahí sin sonar desesperado.
—Cynthia, ¿cuándo conociste sobre la serie mundial de coronación?
De la misma forma que notó su indisposición sobre el tema de la edad, sintió que la hizo sentirse terriblemente inquieta, porque se agitó y comenzó a tamborilear con sus dedos el vaso de papel. El hecho de que Cynthia sea una mujer templada y casi imperturbable, le hacía fácil notar que algo la alteraba lo suficiente.
—Déjame pensar —dijo suavemente—. Así como está en tu naturaleza escalar hasta llegar a la cima, yo también pensé que sería maravilloso poder participar en algo de tal magnitud. Quiero saber hasta dónde llega mi fuerza; sigo sorprendida de los resultados para las semifinales.
—Pero creo que iba a ser muy normal si se trataba de ti y de los otros campeones.
—No lo creas, Ash, no deberías confiarte. Nunca estás a salvó con un título.
El entrenador bajó la mirada, pensando seriamente sus palabras.
—Si tuvieras para ti algo más claro —continuó—, sabrías qué es sentirse satisfecho.
El silencio que siguió a sus palabras permitió que Ash pensara un poco, ella también lo estaba haciendo.
—Quiero ser el más fuerte —él se dirigió a nadie en concreto, de repente—. Lionel es mi valla, por él estoy aquí.
Cynthia se acercó un poco más a él, empujándolo se forma amistosa con el hombro. Ash le regresó un gesto divertido.
—Te gusta ser un entrenador tanto como a mí.
—Bastante. Nada me ha hecho más feliz en estos años.
Ambos aceleraron el paso en silencio. Comenzaba a hacer frío y querían regresar al hotel.
—Ash, gracias por el café. Tenías razón, combina muy bien con el panorama de Wyndon y su neblina. Pero la verdad es que te busqué porque te vi algo distraído y quería asegurarme de que estés en toda tu capacidad. Cuida a tu equipo, no te olvides de ellos. Confían en ti, no los decepciones.
—No lo haré, confía en mí.
Ash tomó ambos vasos y los arrojó a la papelera más cercana. El aroma del café —dulce y amargo—, quedó impregnado en el aire mientras ingresaban juntos al hotel donde estaban hospedados durante el torneo.
—Cynthia, gracias por preocuparte por mí —Ash la sorprendió con esas palabras al entrar en el vestíbulo. Ella amplió la mirada, sin saber qué decir—. Pero ya no soy un niño, te lo demostraré cuando estemos frente a frente en la arena.
Diantha salió de su baño de agua perfumada y el vapor la siguió hasta que pudo tomar asiento delante del gran espejo de la habitación. Con delicadeza y elegancia, se acarició la piel con una crema de leche hasta dejarla suave y brillante. Maquilló sus párpados con cuidado y agrandó su mirada con el rímel, alargando sus ojos con el delineador. Para finalizar, untó sus labios con brillo perfumado. Sus uñas largas, brillantes y limadas decoraron su belleza cuando se arregló el pelo. Pensó en Lionel, quien debía estar mentalizándose para su enfrentamiento. ¿Cuál sería su rutina antes de salir a la arena? Terminó con su imagen y roció perfume en su cuello. Confiaba en su estilo de batalla, en sus horas de entrenamiento y su largo camino como entrenadora, pero también sabía que Lionel era un hombre considerado invencible. No quería sentir nervios, mantendría intacta su belleza y su elegancia durante todo el enfrentamiento, fuera el resultado que fuera.
—Ser la mujer más hermosa de Kalos y también la más fuerte, es todo un honor. ¿Qué se sentirá?
La campeona de Kalos giró la cabeza, mirando a su compañera de habitación terminando de vestirse.
—Si te digo la verdad, estoy algo nerviosa —se sinceró. Cynthia comenzó a peinar sus cabellos.
—Algo normal. Es agotador que pienses que los campeones no tenemos sentimientos.
—¡Y qué intensos que los tenemos! Casi no he podido dormir.
—Alain debe estar igual que tú.
—Ah, ese jovencito. Tan encantador.
Ambas mujeres terminaron de alistarse y salieron de la habitación, asegurando con la llave para emprender el camino hacia la salida del hotel, rumbo al estadio.
—Cynthia —Diantha la miró con los ojos brillosos—, me dijiste que querías seguir preparándote para mañana y lo entiendo, pero ¿puedes acompañarme hasta el lobby? Algo de charla me ayudará a despejar mi mente.
—Por supuesto.
Ash llamó a Pikachu cuando lo perdió de vista entre la multitud. Había saltado de su hombro sin previo aviso y corrió guiado por su olfato hasta extraviarse. Algunas personas le informaron haberlo visto entrar en el estadio y lo encontró comiendo dulces y chatarra que varios niños le daban entre grititos de emoción.
—¡Mira! ¡Es Ash! —uno de los niños sacudió el hombro de su amigo al ver al entrenador.
—¡Qué suerte! —los ojitos de todos los menores brillaban emocionados—. ¡El derrotó a Steven!
—¡Era su Pikachu!
—¡Deja de darle de comer! ¡Es mi turno!
—¡Tú ya le diste! ¡Yo también quiero!
—¡No griten, se va a molestar! —terció otro niño.
Ash calmó la pequeña pelea cuando tomó a su pokémon en sus brazos y permitió que todos los niños se le acercaran para acariciarlo. El corazón se le aceleró cuando los niños lo miraron como si él fuese un juguete nuevo y colorido que tocarían en cualquier momento. Aunque desde niño había soñado tener ese tipo de reconocimiento, vivirlo era muy distinto. Dejó que lo rellenaran de preguntas, disfrutó de contarles algunas de sus anécdotas y les hizo saber que ellos también podían lograr cumplir sus sueños. No era muy bueno con los niños y tampoco tenía tanta experiencia conviviendo con ellos estando solo, pero le agradaba verlos felices escuchándolo. El grupo infantil se despidió de ambos y corrieron a las tribunas cuando el presentador anunció que en quince minutos comenzaría la batalla entre Lionel y Diantha. Ash no lo vería, después de la caminata con Cynthia, estaba dispuesto a aprovechar al máximo cada minuto para entrenar. Ya que estaba ahí, saltaron las ganas de desearle la buena suerte a Diantha y tomó el camino hacia el lobby, esperando encontrarla ahí.
—¿Te ha dicho algo?
—Sí, me dijo que confía en mí para derrotar a Lionel . ¡Qué honor! Y él nunca solía decirme nada. Es tan serio.
—Pero tiene su corazón.
—Y enorme potencial.
Ash se detuvo de repente al escuchar dos voces femeninas al otro lado de la pared que separaba el oscuro pasillo donde estaba. Eran Diantha y Cynthia. Pikachu movió las orejas en dirección a las voces y miró a su entrenador. Ambos sabían que estaba mal escuchar conversaciones ajenas e interrumpirlas, pero en verdad quería hablar con Diantha. Se congeló en el sitio mientras pensaba qué hacer, escuchando la conversación.
—Alain tiene un historial difícil, pero trató de enmendarlo. Me enorgullecen las personas que buscan soluciones en lugar de lamentarse.
—No conozco su historia —la voz de Cynthia era un poco más baja que la de Diantha—, pero todos merecen una segunda oportunidad. Me hubiera gustado tener la ocasión de enfrentarme a Alain.
—¡Te dejaría sorprendida! Alain es maravilloso con la megaevolución, ni quisiera la líder Korrina tiene el conocimiento que él tiene, y se trata de la heredera de una larga familia de entrenadores que manejaron esa mecánica. Deberías pedirle una batalla cuando esto acabe.
No escuchó ninguna respuesta de parte de la campeona de Sinnoh.
—Haré que se sienta orgulloso de su campeona.
—El orgullo de las mujeres campeonas, Diantha. Somos pocas y ya es hora de que tengamos un reflector.
—¡Más reflectores para mí no, por favor! —ambas mujeres rieron con gusto—. Pero si el resultado no es a mi favor, confío en ti, Cynthia. Eres la única que puede derrotar a Lionel.
—Colocas un peso muy grande sobre mis hombros.
—Estoy segura que lo llevarías excelente.
—Prefiero que no sea así.
—¿Eh? ¿Por qué?
—Porque voy a retirarme de las batallas cuando el torneo termine.
Ash sintió un brinco en el corazón, mirando a su pokémon igual de impactado por la noticia. ¿Había escuchado bien?
—Cynthia… Tú…
Diantha mantuvo la vista sobre el gesto cansado de Cynthia. La sonrisa agotada sobre el rostro joven le señaló que hablaba en serio. La entrenadora de Sinnoh comprendió la expresión estupefacta de su amiga, era la primera persona a quien se lo revelaba.
—Sí. Pienso que hasta aquí está bien para mí. Sinnoh necesita un nuevo campeón y una nueva imagen pública.
La mujer de Kalos asintió, buscando las palabras adecuadas para hacerle entender su apoyo a pesar de no salir de su impresión. No alcanzó a decir nada más cuando la llamaron para salir a la arena. Cynthia la despidió con una mano y la vio alejarse hasta que la luz del sol filtrándose en la entrada difuminó su figura, siendo recibida por ovaciones del público que tanto la amaba.
Se preguntó si extrañaría eso.
La ansiedad repentina por haber revelado su nuevo plan y las paredes gruesas del recinto le provocaron calor en todo el cuerpo, aunque no sabía si su sudor era producto del mismo o de lo nerviosa que estuvo —temía que alguien más la escuchara, no quería que nadie se enterara todavía—. Salió de ahí tan rápido como sus piernas le permitieron, necesitaba refrescarse y vigilar el estado de sus pokemon para que no sufrieran ningún daño innecesario. Sonrió enternecida, habían aceptado su decisión en cuanto se los dijo, sin mostrarse inconformes ni enojados con su compañera. La amaban, ¡y cuánto la amaban! Todo lo que ella decidía estaba bien para ellos
Llegar al hotel sin ser interrumpida la ayudó a relajarse. Era una estupidez estar tan neurótica, su regla era jamás perder la calma. Se quitó el caluroso traje negro y cambió la seriedad por unas zapatillas blancas y un conjunto verde. Se amarró el pelo en una coleta alta, pero mantuvo los pequeños adornos negros que nunca se quitaba. La imagen que el espejo le devolvió era una más fresca y juvenil. Se mofo de sí misma, llamándose la «aburrida de negro que nunca cambia de cara». Deseaba que pronto terminara el torneo; un cambio de imagen, una nueva región y la oportunidad de hacer todas las cosas que no pudo la mantenían emocionada con el paso de los días. Adiós a todo, hola a la nueva vida.
Adiós a las cámaras, adiós a los retos.
Adiós a Sinnoh.
Adiós a sus amados Steven y Lance.
Adiós a su querida Diantha.
Adiós, otra vez adiós a Ash.
Ash, el pequeño Ash. El que mañana estaba dispuesto a demostrarle que ya no era un niño.
Adiós a él, porque cuando se vaya de ahí ya no volvería a verlo, ni a recordarlo sentado a su lado en su cama, leyendo una enciclopedia junto a ella; ni a recordarlo verlo dormir seguro con sus mentiras.
No había sentido tanta felicidad desde hace mucho, incluso el clima parecía tan perfecto. Se dio palmaditas en el rostro para calmar su alegría, era el momento de dedicarse a sus amigos. El área que rodeaba al estadio estaba casi vacía, por lo que no fue difícil encontrar una zona amplia y solitaria para entrenar.
—¡Te encontré!
Cynthia no se movió al escuchar el habla de un Pikachu detrás de ella. Reconocía bien ese sonido y la voz del entrenador que acababa de llamarla. ¿Ash no iba a estar mirando la batalla de Lionel? Le resultó extraño, siendo que tanto lo admiraba. Guardó sus pokeballs en el bolsillo y le dio la cara. Ash se notaba cansado, como si hubiera corrido una larga distancia. Lo vio inclinarse mientras trataba de recuperar el aliento.
—¿Estás bien, Ash? ¿Qué ha pasado?
El joven entrenador terminó de recuperar el ritmo de su respiración y se irguió, tenía el ceño fruncido. Cynthia se aturdió por su expresión.
—¿Por qué te retiras? ¿Por qué tan pronto? —exigió saber.
La mujer tenía la boca abierta de par en par. Estaba perpleja. ¿Cómo era posible? No podía ser cierto, Ash no tenía por qué saberlo. Endureció la expresión. La curiosidad de Ash estaba rozando la exigencia y aunque sabía que el joven no tenía ninguna pizca de malicia hacia ella, la confundía su urgencia por saber. La miraba con unos ojos llenos de incredulidad.
—En primer lugar: ¿Cuál de esas dos preguntas te está llevando a tal estado? Ash, no tengo que explicarte nada de eso.
—Es que no lo entiendo. Cynthia, ayer me hablaste sobre el futuro y que no dejara de escalar hasta ser el mejor. ¿Tú piensas así, pero no lo quieres hacer?
—No tiene nada que ver con mis metas —respondió con cautela—. Tú tienes tus sueños, yo los míos. Aquí termino yo y sigues tú. Es lo normal, nada dura para siempre.
—Pero… pero siempre fuiste la que… esto es… —su lengua se trabó, dominado por su apasionamiento.
—Estaba a punto de entrenar para nuestro gran día —Cynthia tomó las riendas y habló con una voz genuinamente animada—. No me digas que ya no quieres que ocurra.
—¡Quiero que ocurra! —reaccionó—. Pero no que sea la última vez.
Ash llevó una mano al mentón y a la cintura mientras pensaba.
—¿Qué hay más allá de este torneo? Cuando acabe, ¿a qué más se puede aspirar? ¿Esta es la cumbre máxima o hay otra más? ¿La has probado ya? ¿Eres la entrenadora más fuerte del mundo y este es el último enfrentamiento para confirmarlo? ¿Acaso hay un límite de resistencia?
Tantas preguntas que no tenía idea de hasta dónde quería llegar él.
—Cynthia, ¿tú eres mi valla y no Lionel?
—Oh, no. No lo soy. Solo es el momento de detenerme hasta aquí. Lamento si esto te pone triste. Todos tenemos un límite, Ash. Yo llegué al mío.
—Supongo que es cierto. Pero… no será lo mismo sin ti.
Cynthia lo miró con cariño.
—No tendrás tiempo de pensar en eso cuando lleguen todas las oportunidades a ti gracias a este torneo. La gente ya no te mirará del mismo modo, los entrenadores de cada región te tomarán como su meta y te mirarán de la misma forma que tú alguna vez miraste a cada campeón que has conocido. Lo tendrás todo, ¿por qué conformarte con mi presencia? Parte de ser una figura pública es saber desprenderte de mucho.
—Pero nos seguiremos viendo —afirmó más que preguntó.
—Por supuesto —mintió a secas—. Ahora debes concentrarte en tus pokémon. El tiempo es muy valioso y sabotearte por cosas así es lo primero que debes desaprender. Vamos, ¡has que mi retiro valga la pena!
La alegría de Cynthia era casi palpable, lo dejaba muy confundido. Él no estaba reacio a la idea de retirarse porque no lo había pensado. Amaba lo que hacía, amaba su vida, amaba estar de pie y que le aplaudieran. Era una vida increíble, pero Cynthia ya no la quería. Pikachu husmeó el aire al sentirlo desorientado, empujándole con su nariz para sacarlo de sus ideas. Le reclamó, él también quería entrenar de una vez. Ash le acarició la cabeza y regresó su característica sonrisa a su amiga.
—Te la pondré tan difícil que vas a decir: «¡Esto no se queda así! ¡Quiero la revancha! ¡No me retiro hasta que te venza!»
Cynthia llevó la cabeza hacia atrás para reír libremente.
—¡En buena hora para ti!
Ash la dejó sola, buscando su propia área para entrenar. Sin la compañía de Goh era muy solitario, estaba bastante acostumbrado a su presencia. Pensó en él, en los planes que había compartido aquella mañana antes de irse al estado con Hop. Goh se iría de su lado cuando el Proyecto Mew lo llamara y tomaría su propio camino. Lo apoyaría, como siempre había apoyado a sus amigos. Era nostálgico pensar en cómo el paso del tiempo los había acercado a lo que alguna vez soñaron de niños. Gary era un investigador, Brock ya era un doctor, Iris se convirtió en campeona, Serena se hizo reconocida en Kalos y en Hoenn; él también era distinto.
Estaba decidido, le daría la mejor batalla y la peor derrota de su vida. La reina de Sinnoh sería desplazada por el entrenador del insignificante Pueblo Paleta.
Cuando sus pokemon estuvieron fuera realizando sus ejercicios de calentamiento, coordinación y estiramiento, sus pensamientos se concentraron en Cynthia, Diantha y Lionel. A veces parecía un sueño estar ahí, el sueño de un niñito que no sabe nada de la vida. Él había sido uno (¿lo seguiría siendo?). No, no iba a creer en eso. Estaba en el mejor momento de su vida, era una tontería dudar de sí mismo. Calculó que batalla entre Galar y Kalos debía durar mínimo una hora y le pareció una excelente idea llevar a sus pokemon a ver un poco del enfrentamiento durante su descanso, aprenderán al menos una cosa.
Y como si un rayo le atravesara el cuerpo, una sensación paralizadora le recorrió de pies a cabeza cuando la pantalla gigante demostró el inevitable final de la mujer más bella de Kalos. Lionel conservaba tres pokemon, Diantha apenas uno. Ash buscó el cronómetro y la sensación se intensifico al notar que apenas se cumplirían treinta minutos. Sin pensar en nada más que en Lionel, guardó a sus pokemon y corrió con todas sus fuerzas hacia el estadio.
Era irreal. El pokemon de Diantha luchaba con locura por mantenerse de pie durante los ataques, hasta que no aguantó más, cayendo a tierra con un golpe seco. La expresión firme de Diantha la ayudaron a mantenerse templada, aun cuando todo le había resultado mal. El estadio vitoreó con locura y la imagen imponente de Lionel demostró estar radiante, sin una pizca de agotamiento a pesar de haber peleado por su lugar en la final.
—¿Sigues pensando que es un juego que quieres ganar?
Ash se sobresaltó con la voz de Cynthia a sus espaldas. Él experimentaba una inquietud demasiado grande y ella se miraba tan tranquila como siempre. Cynthia se acercó y se mantuvo a su lado, terminando de ver el intercambio de palabras de Lionel y Diantha.
—¿Por qué dices eso? ¿Por qué crees que no me lo tomo en serio? —Ash apartó la mirada de la arena para mirarla a ella.
Cynthia se alejó en silencio.
—¡Dios mío! ¡Cynthia! No puedo explicarte lo que he vivido ahí. Ha sido… Oh por Dios…
Diantha tomó las manos de Cynthia cuando la vio ir a su encuentro en el pasillo directo al lobby. Agradecía su presencia, todavía atónita por la forma en la que se dio todo. Cynthia le apretó las manos en un gesto cariñoso.
—Acabo de darme cuenta que me falta demasiado para justificar mi puesto como campeona. ¡Aprendí tantas cosas cuando los veía caer!
—Estoy segura que sí.
Diantha continuó soltando cientos de palabras mientras la miraba con fervor. Los ojos grises de Cynthia la observaban en silencio, esperando que continuara compartiéndole su experiencia.
—Cynthia, en verdad tienes que llegar ahí, con Lionel —también apretó sus manos, invadida por emociones que querían hacerle reír y llorar, pero no permitió que sucediera—. Mañana vas a enfrentarte con Ash, pero algo me dice que no será como lo que acaba de pasar. Hay algo en el niño de Kanto que nunca te deja con los resultados esperados, ten cuidado con él.
—El niño de Kanto… —Cynthia sonrió con amargura.
—Estuvo a punto de ser bicampeón, no lo subestimes.
—No lo hago, estoy consciente de lo fuerte que se ha vuelto.
—¿Le has dicho a alguien que tú quieres…?
—Todavía no. Lo haré mañana después de nuestro encuentro.
Cynthia deshizo el agarre y la arrastró con suavidad hacia la enfermería. Apenas comenzaba a prestar atención a sus palabras:
«Estuvo a punto de ser bicampeón»
—Diantha, explícame algo.
Ella asistió, gustosa.
—¿Ash estuvo a punto de ser bicampeón? No lo sabía.
—¡Ah! ¡Sí! —el recuerdo la hizo sonreír con aprobación— En Kalos quedó segundo lugar en la liga. Pero yo me refería a que nos enfrentamos una vez y estuvo a nada de derrotar a mi Gardevoir. Por una irregularidad no lo hizo, pero no tuvo nada que ver por un error suyo.
Cynthia clavó la mirada a un lado, estaba asombrada por ambas noticias.
—También te enfrentaste a él en Sinnoh, ¿no es verdad? ¿O cómo lo conociste?
El pasillo oscuro continuaba, con un profundo silencio que apenas era cortado por los gritos del público concentrado en el exterior. Cynthia se aclaró la garganta.
—Nos conocimos cuando éramos uno niños.
—¡Eh! ¿En serio? —Diantha la tomó por un brazo; la confianza que se tenían era inmensa y aquella curiosidad era muy entretenida— ¿Cuántos años tenían?
—Él tenía ocho y yo dieciocho —el rostro de Cynthia dibujó una expresión de gravedad que disimuló con rapidez.
—¡Es increíble! ¿Y ambos siguen juntos?
—De alguna forma, supongo. Diez años no se sintieron para mí.
—Tengo entendido que Ash cumplió diecinueve hace poco.
—No lo sabía.
—Suena adorable. ¿Fue en una escuela o algo así?
—Él asistía a un colegio que visité durante mis viajes —Cynthia esbozó una sonrisa con esa ayuda inesperada, era una buena mentira—. Nos hicimos amigos antes de que regresara a Sinnoh. Y eso es todo.
—Ninguno de mis amigos de cuando era una niña siguen conmigo —sonrió apenada—, los dejé de lado. Debería visitarlos alguna vez. Creo que seguiré tu ejemplo y lo haré después del torneo.
Cynthia dejó a Diantha en la enfermería y se despidió de ella con un cálido abrazo, felicitándola por su batalla y su desenvolvimiento hasta el final. Se alejó hacia el pasillo oscuro para salir por la puerta de emergencia, detrás del estadio. No quería que la interrumpieran y necesitaba todos lo minutos de los que disponía. Las cosas comenzaban a ponerse serias.
—No entiendo por qué le has mentido a Diantha.
Cynthia abrió los ojos de par en par, horrorizada mientras trataba frenéticamente de hallar una respuesta, incapaz de girar para verle la cara a Ash.
No quería dejar una nota, pero lo haré: Estoy emocionada porque encontré un fanart de Cynthia y Ash, este último siendo mayor, y es como más o menos me los imagino. Pueden verlo en Twitter, el artista se llama j_cstr.
