Juleka los había convencido de pasar dos semanas en la playa.

La joven música era estudiante en la universidad, y junto con Marinette y Rose (Con diecinueve años de edad) estaba rentando un departamento cerca del campus; Juleka Couffaine era originaria de Les Cavaliers pero estaba estudiando en la capital, había decidido mudarse a París para poder estudiar a sus anchas y pasaba tanto tiempo como podía en casa, con su familia.

Las vacaciones habían llegado como una excusa excelente para vacacionar juntos, Juleka había ofrecido hospedaje a Marinette y a Rose por todas las atenciones que habían tenido desde que se habían mudado juntas, pero de último minuto Anarka le había informado a su hija que Luka también estaría en casa en esas vacaciones, así que ambas chicas le habían dicho a Juleka que se pondrían de acuerdo con los demás para buscar un alojamiento cerca de la playa.

Al final, Marinette, Kim y Nino habían encontrado un Aribnb muy cerca de donde Anarka tenía el barco anclado. Habían hecho la reservación y se habían puesto de acuerdo con Chloe para hacer los cargos a la tarjeta de la rubia y pagar en meses el alojamiento, tenían todo listo.

El avión aterrizó temprano por la mañana y los cuatro llegaron al departamento antes del mediodía, en menos de media hora se habían instalado y estaban preparados para bajar a la playa bajo la promesa de Juleka de que pasarían una buena tarde.


1.- Ocean's childs (Hijos del océano)

Ok, todavía no decido si este será un fic largo o morirá como un capítulo solitario, depende de la recepción que tenga en la gente y que la inspiración no me abandone. Es un universo alterno que espero disfruten tanto como está siendo placentero para mí crearlo. Muchos escenarios están inspirados en playas Mexicanas de Nayarit y Jalisco, aunque también estoy haciendo la tarea e investigando playas francesas.

Qué dicen ¿Merece un review?

¿Que se convierta en historia larga?

Tengo una pregunta para ti Si ya leíste esa historia ¿A qué personajes de "Confesiones bajo la lluvia" te gustaría ver en este universo?


Trajes de baño, toallas, bloqueador solar, lentes oscuros, los chicos llegaron a la playa haciendo ruido, riendo a carcajadas. Juleka ya estaba esperándolos debajo de una sombrilla con dos camastros tendidos, cortesía de Andrée, lagarto de la playa.

Marinette fue la primera en ver a su amiga, corrió hasta alcanzarla, levantando la mano y gritando su nombre.

—¡Bienvenidos! —Soltó Juleka con voz tímida mientras los demás se acercaban a saludar.

—Qué gusto verte de nuevo. —Soltó Kim sonriendo y haciéndose una selfie con su amiga.

—Me alegra que pudieran venir. —Admitió la joven pelinegra paseando las miradas por todos sus amigos antes de señalar la playa. —Rose llegó esta mañana, se quedará en el barco conmigo, ya se instaló. Está abajo en la playa.

—Vamos con ella. —Urgió Chloe dedicando una mirada divertida a todas las personas de la playa, percatándose de que había variedad en estaturas y colores. —Cuanto antes.

Marinette y Juleka soltaron una risa discreta y la primera rodó los ojos, comentando: —No tienes remedio, Chloe.

—Está muy llena la playa. —Se quejó Nino percatándose de la cantidad de bañistas parados a la orilla. —¿Se pusieron de acuerdo para venir el mismo día?

—Sí, los Lagartos organizaron un mini torneo antes de las competiciones oficiales internacionales. —Comentó Juleka avanzando con sus amigos y mirando el mar, como si buscara algo en específico.

—¿Los lagartos? —Inquirió Nino confundido.

—Son una banda local. Los cocodrilos de los manglares. —Explicó Juleka cambiando su atención a sus amigos antes de señalar a algunas personas en la orilla del mar. —Los más jóvenes se autodenominan lagartos, aquel pelirrojo de la playa se llama Andrée Dumont, es el que encabeza esa banda y es el que organiza. No son malas personas... pero a mí no me gustan del todo. —Terminó al final entre dientes y bajando la voz, como era su costumbre cuando decía algo contundente. —En fin. —Soltó levantando un poco la voz. —Andrée organizó un torneo de surf esta semana. Hoy están compitiendo los locales así que no podremos entrar al agua, pero podemos ver, los extranjeros y visitantes podrán participar a partir de mañana.

—Definitivamente podemos ver. —Dijo Chloe con el rostro vuelto a la playa mientras guiñaba y mostraba una sonrisa radiante.

Juleka tuvo que recurrir a toda su fuerza de voluntad para no soltar una carcajada al darse cuenta de que la rubia estaba coqueteando con un muchacho en la distancia.

—No tienes remedio, Chloe. —Dijo Marinette con dulzura mientras Juleka le tomó una mano a la pelinegra y tiró de ella hasta llevarla a la orilla del mar.

—Ahí está. —Dijo la música señalando una ola.

Marinette no requirió más explicación, sus ojos se fijaron en un punto en movimiento en medio del mar; la ola se había levantado casi tres metros y ahora se cerraba en un barril perfecto, un surfista con camiseta de neopreno pero short estampado en tonos azules estaba de pie sobre una tabla de color blanco de bordes negros.

(About to get crazy – Oh the Lacreny)

Sus piernas hacían presión contra la tabla, los brazos extendidos ligeramente le servían para hacer equilibrio, su mirada estaba fija al frente y su expresión era de concentración total, y aun así sonreía de lado, confiado, soberbio, altanero, como si el mar le perteneciera, como si la ola le perteneciera. Tocó la ola con la punta de sus dedos y dobló las rodillas, consiguiendo que la tabla subiera un poco más. Por un instante lo perdieron de vista, el agua lo cubrió, se había embarrilado por completo, así que Marinette estuvo segura por un instante que pronto verían la tabla salir volando sin su surfista, pero en el último instante antes de que la ola se cerrara por completo, el muchacho de cabellos bicolor salió haciendo alarde de su buen equilibrio.

Se enderezó en toda su estatura mientras la tabla se deslizaba con el último impulso de la ola, saludó a los surfistas más cercanos y, en un movimiento flexible, ágil, se acostó sobre la tabla y empezó a brasear contra corriente, para superar el punto donde las olas rompían.

—Luka siempre gana. —Murmuró Juleka orgullosa.

.

Para las seis de la tarde, el cielo se había vuelto de color naranja, los surifistas habían permanecido en el agua para recibir los resultados de la competencia y la gente comenzaba a retirarse.

Marinette estaba platicando con Rose cuando Juleka se acercó al borde del agua para recibir a su hermano, Chloe se había quedado platicando con un grupo de turistas australianos que habían ido a la competición de ese año y ahora se estaban poniendo de acuerdo para salir esa noche. Nino y Kim caminaban hasta las chicas con bebidas en las manos, hablando de la competencia y considerando pedir lecciones de surf a los locales cuando Juleka volvió del brazo de su hermano.

—¿Y Chloe? —Inquirió Juleka paseando la mirada por el rostro de sus compañeros.

—Con Andrew. —Explicó Marinette señalando con el pulgar sobre su hombro. —Algo dijeron de ir a bailar esta noche, creo, pero no entendí mucho.

—Bueno, más tarde te presento a la reina del instituto. —Bromeó Juleka con voz baja mirando a su hermano. —De momento, chicos, él es Luka Couffaine, mi hermano. Ellos son Nino y Kim.

—Mucho gusto. —Dijo el aludido chocando palmas con ambos muchachos.

—A Rose ya la conocías.

—Siempre es un placer verte, cher. —Dijo el muchacho soltando a su hermana y besado ambas mejillas de la rubia.

—Lo mismo digo.

—Luka, ella es mi otra compañera de habitación. Marinette Dupain-Cheng.

—Mucho gusto. —Dijo Marinette tímidamente, ofreciendo su mano.

Por un momento, los ojos de Marinette y Luka se encontraron y, durante un segundo, fue como si el tiempo se detuviera. Marinette no pudo evitar pensar que los ojos de Luka, de un tono azul casi sobrenatural se parecían al color del océano tranquilo, color a juego perfecto con las puntas de su cabello, teñidas. Luka por su parte, al contemplar el azul profundo de los ojos de la visitante, pensó inmediatamente en el color de los arrecifes de la bahía, llenos de vida, de movimiento.

Luka aceptó el apretón y sintió una descarga de adrenalina en cuanto su piel y la de esa chica hicieron contacto. Una corriente eléctrica envolviéndolos y fluyendo ahí donde hacían contacto. Y aunque algo en su mente les advertía que no lo hicieran, ambos muchachos se acercaron para intercambiar un beso en la mejilla, mismo que liberó la estática.

Ahogaron un grito ante la descarga y retrocedieron divertidos, sin soltar sus manos.

—¡Luka, ¿quién te viera?! —Exclamó una chica morena llegando hasta ellos.

—Alya, qué sorpresa. —Exclamó el aludido, reacio a soltar la mano de Marinette.

—Había oído hablar de personalidades chisporroteantes, pero no sabía qué tan cierto era. —La joven les dedicó una mirada larga a las manos entrelazadas de ambos muchachos, cuestión que los hizo retroceder un paso y soltarse, Marinette con las mejillas sonrosadas y el rostro vuelto al suelo, Luka con una sonrisa radiante. —No sabía que te daba por matar turistas.

—No era mi intensión. —Admitió el muchacho dedicándole una mirada de reojo a Marinette, consiguiendo que ella sonriera con confianza. —Perdón, supongo que le puse mucha cera a mi tabla antes de bajar. Alya, ellos son los amigos de mi hermana.

—Cierto, Jules dijo que traería invitados este solsticio. —Exclamó la chica saludando de beso a todos. —Me llamo Alya, y soy la reina de la playa.

Luka asintió conforme antes de mirar a su hermana. —Casi me gana. Casi.

—He tenido un buen maestro para las olas, surfear es sencillo cuando se tiene noción.

—Entonces supongo que podría pedirte a ti unas lecciones. —Dijo Nino, recuperando el habla.

Sí, el joven moreno se había quedado pasmado al ver las curvas de aquella chica que llevaba el cabello suelto y alborotado a su alrededor, vestida en un bikini revelador y discreto al mismo tiempo, se había quedado perdido por un momento en la sonrisa de aquella joven que hablaba con confianza y fuerza, segura de sí misma, dueña de la playa.

—¿Te interesa el surf? —Inquirió ella mostrando una sonrisa radiante.

—Kim y yo hablábamos de tomar lecciones. —Dijo señalando a su amigo, incapaz de despegar los ojos de Alya. —Pero no sabíamos por dónde empezar, pensábamos preguntar a Jule, pero... Bueno, si no te molesta...

—Será divertido. —Dijo Alya cruzándose de brazos, entrecerrando los ojos. —¿Sabes nadar al menos?

—¿Bromeas? Soy el campeón de clavados de barriga de donde vengo. —Exclamó el muchacho.

Alya soltó una risa por lo bajo y asintió para sí misma. —Bueno, al menos no es el coqueteo habitual, me gusta tu estilo. ¿Mañana a las diez?

—Estaré puntual. —Prometió Nino asintiendo con vehemencia.

—¿Crees que me puedas prestar tu twin? —Terminó Alya mirando a Luka con expresión seria. —No creo que nuestro amigo tenga una tabla propia y la tuya es suficientemente pesada para empezar. Además, siempre compites con la krypto.

—¡Ay, Alya! —Murmuró Luka llevándose una mano a la nuca y mirando a su amiga con gesto de duda. —¿La twin? No sé cómo sea el oleaje mañana.

—No seas así. Es amigo de tu hermana.

—Pero yo no pongo las manos al fuego por él. —Advirtió Juleka divertida.

—Con esos amigos. —Se quejó Nino ante la mirada perspicaz que la joven de cabello oscuro le dedicaba. —Qué mala eres, Jule.

—Yo tengo una Twin como la de Luka, Alya. —Comentó Juleka, divertida ante la indignación de su amigo. —Con la que aprendí. Es sólo que está en el barco, tendríamos que ir primero por ella.

—¡Perfecto! —Exclamó Alya tomando ambas manos de Nino y sonriéndole ampliamente, consiguiendo que el muchacho se sonrojara hasta las orejas. —Entonces mañana a las diez aquí, yo paso por la twin al barco y nos vemos en esta playa.

—¡Sí! —Soltó Nino con los ojos bien abiertos. —Kim...

—No. Yo no. —Dijo el aludido divertido al ver el océano. —Ya lo pensé bien. Nadaré a las boyas y de regreso tantas veces como pueda hacerlo.

—Seguro que Marinette te gana en una carrera. —Soltó Chloe llegando hasta ellos. —Mucho gusto. —Dijo la rubia mirando a Luka de pies a cabeza antes de ofrecer su mano y comentar. —Chloe Bourgeois, encantada.

Luka bufó divertido, aceptando la mano y plantando un beso en los nudillos de la joven. —La reina del instituto. —Completó el muchacho con una mirada altanera. —Mucho gusto.

—Bueno. —Soltó Chloe tratando de ocultar su decepción al ver que Luka no caía a sus pies, como el resto de los chicos con los que solía coquetear. La rubia señaló hacia la playa, el lugar en donde había estado charlando con los turistas. —Chicos, ellos son Andrew y Tom, llegaron hace tres días a Les Cavaliers y conocen un buen lugar para ir a bailar un rato. Esta noche son las fiestas previas y mañana habrá una lunada, el cover no es barato, pero hay barra libre ¿Qué dicen?

Luka y Juleka intercambiaron una mirada pesada que podría haber pasado desapercibida, si Marinette no hubiese estado prestando atención al muchacho de ojos de mar.

—Yo iré. —Anunció Alya divertida, mirando a Nino como si esperara una respuesta. —Compramos las pulseras para las tres fiestas hace una semana, así que estaremos un rato por ahí.

—¿Tres fiestas? —Inquirió Chloe divertida.

—La previa para dar la bienvenida a la luna. —Explicó Alya divertida. —La lunada, que anuncia el principio del ciclo y de las competencias, y la posterior, cuando la luna mengua, para agradecer que no nos pasó nada con la marea. Son muchas supersticiones. —Dijo consiguiendo que Luka arrugara la nariz. —Pero las fiestas son divertidas.

—Perfecto, vamos. —Respondió el moreno sonriendo a la lugareña antes de mirar a Kim.

—Apuesto mi cover a que termina quitando al DJ para ponerse a mezclar. —Espetó Kim divertido.

—Oh, eso no me lo pierdo por nada. —Completó Rose dando saltitos en su lugar. —¿Vamos todos entonces? ¿Qué dicen?

—Será divertido. —Insistió Chloe sacando su celular. —Estuve investigando un poco al respecto y dice que el ambiente es increíble para los visitantes.

—¿Para qué quieren hacer turismo como visitantes pudiendo conocer como locales? —Dijo Juleka en voz baja y entre dientes.

—Vamos, Jule. Será divertido. —Pidió Rose tomándole ambas manos a la aludida y componiendo su mejor expresión de "cachorro". —Tú conoces las fiestas, tú puedes opinar al respecto, además, suena como a una buena experiencia.

—Ve, Juls. —Dijo Luka componiendo una sonrisa comprensiva, con los ojos entrecerrados. —No puedes dejar a tus invitados solos. Y sabes que la previa siempre es un espectáculo.

—Pero...

—Descuida. Alya lo dijo, son supersticiones.

Marinette sintió un escalofrío recorrer su espalda. Podría haber sido la manera en la que Luka pronunció aquella palabra, había algo macabro, antiguo y poderoso en aquella frase, pero decidió dejarlo para otro momento.

—¡Juleka! —Exclamó Andrée Dumont acercándose hasta ellos acompañado de dos muchachos, que caminaban pavoneándose ante las miradas de los curiosos. —¿No nos presentas a tus amigos?

La aludida suspiró pesado y trató de componer su mejor sonrisa. —Chicos, ellos son los reptiles bebés. —Dijo despectiva y divertida en partes iguales. —Los lagartos del manglar. Erik, su hermano Ethan y...

—Andrée Dumont. —Dijo el último muchacho, acercándose hasta Marinette y tomando su mano para poder plantar un beso en sus nudillos, posesivo, invasivo, contundente. —Mucho gusto, señorita...

—Marinette. —Pronunció ella con voz firme mientras alzaba el rostro y retiraba la mano.

Ethan y Erik abuchearon a su amigo ante aquel desaire, pero el aludido sonrió aún más ampliamente ante aquello y se enderezó en toda su estatura. Era más alto que Marinette, pero la joven no se dejó impresionar y le sostuvo la mirada cruzándose de brazos.

—Me caes bien, Marinette. Me gusta la gente como tú.

—Y a mí me gusta la gente que respeta a los extraños. —Cortó dando un asentimiento con la cabeza y consiguiendo que Nino y Kim se pararan tras ella, respaldándola.

Kim recargó un brazo en el hombro de Marinette, cruzando un pie y sonriendo. —Me llamo Kim.

—Nino Lahiffe. Mucho gusto.

Andrée levantó ambas manos en señal de rendición.

—Estamos conviviendo en paz. —Dijo con una sonrisa peligrosa, misma que hizo a Luka suspirar hastiado. —Nadie está molestando a nadie ¿verdad?

—Mari es amiga de mi hermana hace tiempo. —Soltó Luka parándose frente a Andrée con los hombros tensos, aún por encima del neopreno, Marinette pudo ver la tensión en sus omóplatos, como si se preparara para atestar el primer golpe. —Así que entenderás, que es mi protegida este ciclo.

—Tienes buenos gustos, Couffaine. —Soltó Andrée repentinamente tenso.

Ethan dedicó una mirada a la playa, percatándose de que las olas en la orilla parecían comenzar a picarse, como si la marea despertara de pronto.

—Andrée, no vale la pena. —Urgió Erik.

—Tiene razón. —Soltó Luka relajando los hombros y sonriendo de medio lado. —Hay mucho que planear para mañana, Andy. Todavía tenemos mucho por hacer. ¿Vamos por una ronda de whisky mientras terminamos los detalles de la competencia? —Dijo al final poniendo una mano, como invitándolo a chocar palmas.

Andrée soltó una risa y aceptó el apretón, sosteniendo la mano de Luka a la altura de sus corazones, asintiendo una vez.

—Vamos por ello. Señoritas. —Dijo Andrée paseando la mirada por los presentes. —Muchachos.

—Te veo luego, Jule. —Dijo Luka, más como una advertencia que como una promesa.

En cuanto los muchachos se alejaron de aquel lugar, todos soltaron el aire y la tensión pareció desvanecerse al instante.

—Marinette, yo quiero un poco de esa suerte para los problemas. —Bromeó Chloe viendo a los lugareños alejarse de ellos. —¿De dónde salió "Mari"?

—No sé. —Comentó la aludida soltando los hombros y mirando a Juleka. —¿En qué me acabo de meter? ¿Protegida?

Juleka soltó una carcajada ante las expresiones de todos los presentes. —Andrée es un buscapleitos de la playa, pero no le gana a mi hermano cuando se trata de golpes, surf o chicas.

—Qué mal. —Soltó Rose descepcionada. —Me gustó tanto cómo se veían juntos. ¿Quién diría que Luka es un conquistador?

—¡¿Juntos?! —Exclamó Marinette, pasmada.

—No te confundas, amiga. —Soltó Alya mirando a los reptiles alejarse. —Luka es un solitario, casi nunca coquetea con turistas y no le hemos conocido muchas novias en la costa. Es un digno hijo del océano. —Espetó al final, casi despectiva.

—Alya. —Advirtió Juleka bajando el rostro y apretando los puños. —Respeta las tradiciones.

—No estoy diciendo nada. —Murmuró la aludida levantando las manos. —Lo que quiero decir es que él es muy respetuoso de esos temas.

—¿Hijo del océano? —Inquirió Rose confundida. —Ya había escuchado ese término antes.

—Sí. —Dijo Juleka con una sonrisa amable. —Es una especie de chiste local que tenemos en el pueblo. Algunas familias, las familias fundadoras, son llamadas hijas del océano. Los locales tienen muy marcada la división y respetan mucho a los más antiguos. Pero nuestras generaciones parecen haber olvidado que hay muchas leyendas que giran en torno a los apodos y ahora lo toman sólo como algo cool, en lugar de preservar la historia.

—¿Y qué tiene que ver con el hecho de que sea un solitario? —Soltó Chloe confundida, poniéndose el reto de conseguirle una cita a su amiga con aquel local.

—Está muy concentrado en su tarea celestial de cuidar las playas locales, alejar el mal turismo, combatir los basureros playeros, esas cosas. —Dijo Alya divertida.

Mon dieu, une noble cause... —Soltó Marinette maravillada ante aquella idea.

—Ay, Dios. ¡Marinette se acaba de enamorar! —Exclamó Rose divertida, dando saltitos en su sitio.

—No me enamoré. —Defendió la aludida sonriendo de medio lado. —Es sólo que me gustan mucho estas cosas en la playa, las personas con consciencia que buscan hacer el cambio y eso.

—Así que los citadinos ecologistas no son un mito. —Soltó divertida Alya mirando a Marinette. —Tú y yo nos vamos a llevar bien. —Prometió abrazando a Marinette por los hombros y compartiendo una sonrisa cómplice. —¿Te veremos esta noche?

—No lo sé. Estoy algo cansada. —Admitió la chica, sintiendo el agotamiento abatirla.

Todos sus amigos comenzaron a abuchearla y a hablar al mismo tiempo, exclamando reclamos y quejas respecto a su decisión.

—¡Chicos! —Exclamó la joven alzando las manos para defenderse de ellos y aguantando las ganas de reír a carcajadas. —Mañana, a la lunada. Esa no me la pierdo por nada del mundo, lo prometo. Ustedes vayan esta noche, diviértanse, que Alya y Jule les muestren el lugar, me quedaré a desempacar y a dormir un poco.

—Todos estamos cansados. —Se quejó Chloe barriendo a Marinette con la mirada. —Y vamos a ir.

—Sí, Chloe, pero yo me quedé haciendo turnos extra en la panadería para poder venir. —Defendió Marinette con una sonrisa radiante mientras tomaba una mano de la rubia. —Y cuidé a la hija de Nadia un fin de semana completo. Te prometo que mañana iré de compras al pueblo contigo para compensar mi ausencia de esta noche, y... —Añadió al ver que la rubia estaba a punto de ceder. —Te compraré el collar tejido que viste en la entrada cuando íbamos rumbo a la casa.

Chloe carraspeó y le dio la espalda. —Te voy a comprar el acceso de mañana y no hay manera que me digas que no a esto.

Marinette soltó una risita al ver a la rubia alejarse de ellos. Qué bien conocía a esa amiga suya.

Kim y Nino corrieron para alcanzarla y pedirle los detalles de la fiesta. Marinette miró a Rose, Alya y Juleka antes de añadir. —Jule y Rose tienen mi teléfono, yo me voy a la casa, les mandaré la ubicación y los veo mañana.

—¿Estás segura de esto? —Inquirió Juleka una última vez, temiendo dejar a su amiga sola.

—Descuida, de verdad me caería bien dormir.

La joven pelinegra besó las mejillas de sus amigas y enfiló hacia el pueblo, dejando a Rose con la sensación de que algo no iría bien después de aquello.

.

Marinette apenas había desempacado y acomodado la despensa del departamento cuando se había quedado sin energía, decidió irse a dormir temprano, al día siguiente habría muchas cosas por hacer, así que mejor si reponía fuerzas.

Eran cerca de las dos de la mañana cuando despertó.

Escuchó un ruido en la sala, pero lo dejó pasar, perdiéndose en la inconsciencia, tratando de volverse a dormir mientras se decía a sí misma que sus amigos ya debían haber llegado a casa. A medio paso entre el sueño y la consciencia, sintió peso a los pies de su cama y en un instante, todo el peso de alguien sobre ella, cubriéndole la boca.

Marinette trató de liberarse de aquello, pero se quedó pasmada cuando Luka encendió la lámpara de noche para revelar su identidad y le hizo una seña con la mano libre para que guardara silencio. La joven tenía los ojos abiertos de par en par, no entendía qué estaba pasando. ¿De verdad estaba despierta? Asintió una vez y Luka soltó su boca.

—Necesito que confíes en mí. —Fue lo primero que el muchacho dijo, con intensidad contenida, procurando hablar lo suficientemente bajo como para ser escuchado a duras penas por la chica bajo de él. —No tengo tiempo de explicar.

El silencio que surgió entre ellos sólo se rompió por un ruido seco a lo lejos, en la cocina, debía haber más gente en la casa.

—¿Qué pasa? —Inquirió ella también en un susurro.

—Necesito que gimas. —Dijo el muchacho mirando a la joven, directo a los ojos.

Aquello sacó a Marinette de contexto. ¿Gemir? ¿Así sin más?

—Luka, qué... —Inició la chica tratando de sentarse, pero consiguiendo que Luka le tapara de nuevo la boca e hiciera presión.

—Andrée, ¿lo recuerdas? El chico de la playa.

Marinette asintió una vez mientras Luka tiraba de la sábana y le dedicaba una mirada ligera a todo su cuerpo, la chica llevaba un short de licra y una camiseta de tiras anchas, perfecto para guardar las apariencias. Luka posicionó ambas rodillas a los lados de la cadera de Marinette y esperó su reacción, pero ella apenas daba crédito a sus ojos, no tuvo voluntad para moverse cuando Luka apagó la luz.

—Escuchó que irían todos menos tú a la fiesta.

—¡Qué!

—Shh... —Urgió Luka volviendo a cubrir su boca. —Cuando vio que te resististe a su coqueteo, dijo que vendría a la casa y se metería a robar para darte una lección, a menos que...

La pausa que el muchacho hizo consiguió que la chica se levantara sobre sus codos y lo mirara, confundida. Luka estaba sonrojado. La joven reparó por primera vez en la vestimenta del muchacho, short color caqui, camiseta azul sin mangas, tenía tatuajes en ambos brazos, llevaba un collar de hilo tejido con un colmillo de tiburón colgando, muñequeras gruesas también de hilo, las uñas pintadas de negro.

Dios ¿Había subido tanto la temperatura?

—A menos que... —Insistió ella.

—Dije que eras mi protegida, ellos lo tomaron como conquista. Me apostaron que no podría seducirte esta noche, creí que te vería en la fiesta, pero en cuanto vi a Juls sola supe que había cometido un error.

—¿Y viniste a seducirme? Hay mejores maneras de lograrlo. —Espetó ofendida en voz baja.

Había algo en la insistencia de su mirada que hizo a Marinette dudar.

—¿Te estoy seduciendo? —No, en el sentido estricto la respuesta era no.

—Pero venir en medio de la noche y pedir que gima con la excusa de que apostaste que me seducirías, ¿es en serio? Hay otras maneras de coquetear.

—Sí, pero yo no vine a coquetear, vine a ponerte a salvo. —Murmuró quitándose la camiseta en un movimiento y lanzándola hacia la puerta. —Ahora gime para que pueda irme.

Marinette tragó saliva con dificultad, a duras penas podía pensar coherentemente, entre el cansancio y el cuerpo desnudo de Luka, su mente apenas y podía hilar dos pensamientos que tuvieran sentido. Tenía otro tatuaje en el pecho a la altura del corazón, una mantarraya hecha de grecas y garigoles que parecían estar en movimiento, por un instante, Marinette tuvo que luchar contra el impulso de tocar la tinta negra en la piel del muchacho, la mano de Luka encontró un sitio en su rodilla y se deslizó lentamente hasta dar con el borde del short.

Marinette soltó un jadeo involuntario cuando la mano de Luka se movió más al centro y comenzó a hacer presión contra la tela.

No pudo ahogar el gemido que escapó sonoro a su boca.

Luka también soltó un jadeo, aquello lo había tomado por sorpresa en más de un sentido. Sí, en la playa había sentido algo con la chica, una especie de vínculo hecho de energía estática, pero tenerla así de vulnerable y a su merced, aquello fue sorpresivo y embriagador en muchos sentidos, adictivo a niveles antes desconocidos para el surfista. Porque había ido con toda la intensión de ayudar a la amiga de su hermana, pero no contaba con el hecho de que terminaría enamorándose de la joven valiente que tenía a su merced justo ahora. O tal vez era al revés, tal vez era ella la que lo tenía acorralado a él y no se daba cuenta.

—Luka... —Gimió la joven cuando él retiró la mano y le tomó la cintura, procurando no cargarle todo el peso al agacharse sobre ella.

Ninguno de los dos pudo evitarlo, se movieron al mismo tiempo atraídos como imanes, la boca de Marinette encajó perfecto con la de Luka mientras él le tomaba las rodillas y la hacía abrazarle las caderas con las piernas, el muchacho liberó la boca de Marinette para plantar una mordida voraz en el nacimiento de su cuello, haciéndola jadear con más fuerzas.

La puerta se entreabrió y ambos muchachos giraron el rostro, sorprendidos.

Cualquiera que entrase en ese momento podría haber creído que los habían encontrado en algo más, puesto que lo único visible en medio de la oscuridad eran las piernas desnudas de Marinette jalando con fuerzas la cadera de Luka.

—Erik. —Bramó Luka al reconocerlo, levantándose y dejando a Marinette pasmada.

¿Qué acababa de pasar?

Vio a Luka salir corriendo tras el aludido y escuchó un portazo en la casa. La joven se encaminó hasta su ventana, envolviéndose en las sábanas y percatándose de que, en efecto, Andrée y sus dos compinches acababan de saltar la cerca. La joven suspiró sintiendo que el miedo pasaba, se dejó caer de rodillas y su cuerpo se relajó, no tenía fuerzas, así que se sintió aterrorizada cuando las manos de Luka se cerraron en torno a si cintura para ayudarla a levantarse y llevarla hasta la cama. Si él intentaba algo, ella no podría defenderse, y lentamente el pánico volvió hasta apoderarse de cada rincón de su ser.

—Dios... estás pálida. —Murmuró el muchacho tocando el rostro de la chica, con auténtica angustia por el bienestar de ella. —Estás helada.

Luka, en un movimiento veloz, cargó a Marinette en brazos y la llevó hasta la cocina, donde la sentó delicadamente en una de las sillas y se dirigió a la alacena en busca de algún te para prepararle a la chica.

—¡Qué demonios! —Exclamó ella con un hilo de voz.

.

Eran ya las tres y media de la madrugada. Marinette estaba sentada en la cama, con la espalda recargada en la pared y la tercera taza de té en las manos. Luka estaba acostado de medio lado a lo largo de la cama con la cabeza recargada en una mano, observando a Marinette beber.

No. No tenía ningún sentido lo que el muchacho había relatado a la chica.

—Todavía no me creo que seas el héroe de la noche. —Soltó ella, confundida.

—Conoces a Juls, ¿no? —Inquirió el muchacho, sonriendo ampliamente. —Si puedes confiar en ella, puedes confiar en mí.

Claro que podía confiar en él. Juleka no hablaba mucho de su vida en la playa, ni de su familia, pero cuando hablaba de Luka había tanta devoción en su mirada, en sus palabras, que Marinette no podía hacer más que confiar en aquel perfecto extraño.

Porque en su mente, Luka era el héroe de Juleka, el que siempre salía al rescate, el que se la pasaba protegiendo a su familia y las playas, el que salía en defensa de lo justo y de los débiles, protegiéndolos de los abusivos. Claro que confiaba en Luka, porque podría haberse librado de él, sabía algo de defensa personal y no era la primera vez que estaba en una situación de peligro, pero había decidido confiar en él y escuchar su explicación.

—No entiendo lo de Andrée y los lagartos. —Admitió al final Marinette, cruzando las piernas y encorvándose un poco hacia Luka. —¿Por qué no los denuncian?

—Porque nos damos cuenta ya que los turistas se fueron, y rara vez los visitantes notan la ausencia de algo. Además, Andrée es astuto. Cada año eligen una víctima al azar, entre los turistas. —Confesó Luka ofuscado. —Es una especie de tradición que tienen los reptiles de la costa. Normalmente los robos son simbólicos, algo de dinero, alguna joya, algo pequeño que demuestre que pudieron entrar y salir sin ser atrapados. Pero a Andrée no le gustó nada que no cayeras rendida a sus pies, y yo no fui de mucha ayuda, así que aseguró que no podría seducirte ni en defensa propia.

—¿Por qué estaba tan seguro?

—Andrée apuesta a que no me gustan las chicas. —Dijo con una risita, como si aquello fuera ridículo. —Sólo porque no tengo tres conquistas por verano como él y los demás reptiles.

—Algo dijo Alya al respecto. —Admitió Marinette dando otro sorbo al té.

—Espera, ¿Hablaste de mí con Alya? —Inquirió divertido.

—¡No, yo...! —Marinette soltó el aire, ofuscada. ¿Por qué de pronto se sentía tan torpe en presencia de Luka?

Y el recuerdo del beso la golpeó de lleno. El calor de su piel, la ferocidad de su boca, la manera posesiva en la que le había tomado la cintura. Dios, había estado a su merced y ni siquiera había dudado antes de rendirse a sus pies. ¿Qué diablos pasaba con ella?

—A Rose le gusta cómo nos vemos juntos. —Murmuró Marinette desviando la mirada mientras Luka se acomodaba un poco más cerca de ella. —Y lo dijo en voz alta. Y Jule dijo que tú sueles ganarle a Andrée en todo, chicas incluidas, y luego Alya dijo que no eres del tipo "coqueto" o algo así.

—No, por eso Andrée estaba seguro de que perdería esta apuesta.

—Pero no lo entiendo. —Admitió Marinette volviendo a recargarse contra la cabecera, tratando desesperadamente de cambiar de tema antes de que Luka notase su nerviosismo. —Si los robos que hacen son simbólicos ¿por qué no dejar que se llevaran algo y nos dejaran en paz?

—Yo... —Murmuró Luka pasando un mechón de cabello sobre la oreja de la chica. —Yo estaba siendo egoísta... —Admitió sonriendo melancólico, sabiendo perfectamente que Marinette se quería salir por la tangente, y trazando una estrategia para detenerla.

—¿Egoísta?

—Al saber que te quedarías sola tenía miedo de que te pasara algo, por una parte.

—¿Y por la otra? —Murmuró Marinette llena de curiosidad.

—Ahora sí estoy coqueteando. —Advirtió Luka acariciando una mejilla de la chica con una sonrisa radiante, haciéndola pasar saliva. —Quería una excusa para estar contigo un momento. Quiero decir, sin la mirada de todos tus amigos o todos mis amigos.

—Podrías haberme invitado a salir. —Murmuró Marinette desviando aún más la mirada.

—¿Y habrías dicho que sí? —Inquirió socarrón, sentándose con las piernas cruzadas consiguiendo una mirada de Marinette.

—No lo sé. —Admitió ella, pensativa.

—Bueno, eso no importa ahora. —Dijo Luka levantándose y caminando hasta la ventana, observando por las cortinas, esperando ver algo fuera de lugar. Marinette creyó ver, por un momento, un brillo iridiscente, sobrenatural, en los ojos el muchacho, pero decidió adjudicárselo a los brillos de la luna y al cansancio. —Duerme, y tal vez mañana nos veamos por la playa.

—Vienes, me robas un beso, me salvas de unos malandros y te vas. —Dijo la chica con fingida decepción. —Ni hablar, hoy no es mi día de suerte.

—¿Ahora eres tú quien coquetea acaso?

—Tal vez. —Admitió la chica recorriéndose al lado izquierdo de la cama y palmeando el sitio libre.

Luka sonrió. —Tal vez pueda quedarme un rato más.

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Despertó ante el silencio que se cernía en las calles.

Estaba acostumbrada al ruido de los autos, a las charlas matutinas, a los niños renegando porque no quieren ir a la escuela, en lugar de eso escuchó las gaviotas, las olas, las charlas a lo lejos de la gente que se levanta para iniciar su día.

Marinette sonrió entreabriendo los ojos, la luz se colaba a raudales por su ventana, tibiando su piel, hacía bastante más calor en la costa que en la ciudad, pero ella sentía la luz templando su habitación con un regalo, le encantaba el clima de la playa, y la humedad del ambiente sólo era un recordatorio permanente de que se encontraba en la costa. Sonrió al percatarse de que todavía tenía sobre su cintura el brazo de Luka, lo encaró sonriendo, deleitándose en el gesto apacible que el muchacho tenía al dormir, no pudo evitar acercarse y plantar un beso tímido en su nariz antes de salir de la cama con cuidado y encaminarse a la cocina.

Ahogó un grito de sorpresa al ver a Chloe salir del baño con el bikini puesto y la toalla sobre los hombros.

—Parece que viste un fantasma. —Acusó la chica parándose en jarras y observando las ojeras de Marinette. —Y no dormiste bien.

—No, me desperté en la madrugada por... pesadillas.

—Y además eres una pésima mentirosa. —Dijo en un suspiro. —En fin. Nino y Kim se adelantaron a la playa, me voy para alcanzarlos. ¿Quieres ir?

—Seguro, yo...

—Cámbiate, te espero. —Dijo Chloe en un suspiro, caminando hacia su habitación. —De todos modos, no he hecho el bolso para bajar a la playa.

Marinette asintió volviendo sobre sus pasos y se encontró con la habitación vacía y la ventana abierta. Suspiró sin saber qué sentir y sonrió al ver que, sobre su almohada, estaba el collar de Luka acomodado delicadamente.

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Luka llegó con su tabla hasta la punta de la playa, el espacio en el que Mar abierto y océano hacían coalición. Una chica estaba flotando tranquilamente cerca de los arrecifes cuando la tabla del surfista chocó contra la roca.

—Llegas tarde. —Acusó la joven de cabello negro corto y ojos rasgados, sacando medio cuerpo a flote. —Tú nunca llegas tarde.

—Tuve un altercado con Andrée esta mañana. —Explicó el muchacho quitándole importancia a aquel hecho. —Y ya estoy aquí. ¿Qué tienes para mí?

—Malas noticias. —Admitió ella dándole la espalda. Luka pudo observar el pez koi tatuado en la base del cuello de la chica, compuesto por espirales y letras extrañas y torcidas, pertenecientes a un idioma antiguo, olvidado.

—Kagami, tú nunca tienes buenas noticias para mí. —Bromeó Luka divertido, recostándose bocabajo en su tabla.

—Pues esta vez sí que son muy malas noticias. Mi madre va a llamar a los hijos del océano porque considera que es momento de tomar cartas en el asunto de la playa. Quiere echar fuera a los turistas de una vez por todas y se valdrá de todos los medios.

Hubo una pausa larga, pesada, que permitió que aquella noticia cayera en su lugar.

Luka asintió lentamente, respirando profundo para llamar a la calma.

—Mi familia no tiene hijos del océano hace tiempo, no todas las familias van a responder, muchos ya olvidaron el linaje de su sangre y creen que todo es mera superstición.

—Tu madre fue una hija del océano en su momento. Llamarán a Anarka. Su sangre todavía atiende al llamado del mar.

—No, mi madre no puede volver al océano, no después de lo que pasó con mi padre.

—Lo sé, pero mi madre no se va a tentar el corazón antes de hacer la convocatoria. Llamará a todos los niños disponibles.

—¡Maldición! —Espetó Luka golpeando el agua.

—Hay una alternativa. —Murmuró Kagami alejándose unos metros. —Hoy hay luna llena, harán la reunión de noche, aprovechando la energía de la diosa luna. Un integrante de cada familia puede reclamar su lugar como hijo del océano frente al consejo de mi madre y el nombre Couffaine aparece en la lista, pero nada más.

Sin decir más, Kagami se sumergió en el agua, sin dejar rastro de que alguna vez estuvo ahí.

Y Luka tuvo claro qué tenía que hacer.