La playa estaba a reventar de gente. Marinette sonrió de oreja a oreja cuando sus amigos las alcanzaron en la entrada, Juleka sonreía sosteniendo su tabla mientras Alya caminaba hacia ellos agitando una mano para saludar.

—Se cancelaron los torneos de hoy. —Anunció la morena clavando su tabla en la arena y encarando a los muchachos.

—¿Pasó algo? —Inquirió Marinette mirando el oleaje, que parecía perfecto para un torneo.

—Nada muy importante —admitió la chica volteando los ojos, como si el final de la oración fuese una soberana tontería —, alguien creyó ver malagua en la marea, resultaron ser bolsas de plástico, de esas donde vienen los visores para snorkel.

Marinette rodó también los ojos y se cruzó de brazos, molesta.

—Para todo hay gente. —Espetó la joven.

—Sin duda alguna. De todos modos, abrieron lecciones de surf para los bañistas que llegaron esta mañana. Andrée no pierde el tiempo, ofreció voluntarios a varios locales e hijos del océano para ello, así que será una mañana divertida. ¿Preparado para romper olas? —Dijo Alya al final, cambiando su atención a Nino mientras Juleka le entregaba su tabla.

—Ya lo dijiste, será divertido.


2.-Playa dividida

Gente bonita. He decidido seguir a la par el proyecto de Confesiones y Ocean's childs gracias a tan buen recibimiento en tan poco tiempo (Inserta mil corazones aquí).

Sonrais777: Gracias por el entusiasmo, concedido, segunda entrega, y a ponerme a trabajar en las confesiones, que también se viene bueno.

Melissa: Ya estoy trabajando en la continuación de Confesiones, tengo el siguiente capítulo a la mitad, así que pronto verán una actualización. Respecto a esta historia, la verdad es que amo los cuentos de sirenas y playa, así que no tienes idea de cuanto me hace feliz que tenga buena recepción esta primera entrega, espero poder traer algo a la altura de las otras historias, que todas tienen mucho corazón. De la música, la verdad es que acepto sugerencias, si tienes alguna canción me encantará escucharla.

Marianne E: Creo que he abordado a Chloe como la insoportable las veces suficientes, era tiempo de darle una oportunidad, además, ya es mayorcita, yo creo que ya maduró alguito... ¿Verdad? ¿VERDAD? Jajaajjaa perdón. De las boyas, pensé en decirles que tuvieran cuidado con las medusas, pero decidí dejar ese chiste para este otro momento, espero no te caigas. Lo del collar, Dios, espera a que introduzca las leyendas, te vas a morir, te lo prometo, el misticismo irá en aumento y estoy pensando en ir develando poco a poco los secretos, no entraremos de lleno al tema, lo que me pone en un aprieto porque me quedan unas horas para el solsticio de otoño y tú sabes lo que eso significa (Chan-chan-chaaaaaan). Me encantaron todas tus especulaciones, que ya dieron pie a más cosas para esta historia. Gracias por ser parte de este océano, y a seguir escribiendo juntas. ¡Abrazo!

Milenne: Concedido. Gracias por tomarte el momento de comentar, de verdad me anima a continuar con mis historias. Espero te guste.

Manu: Muchas de las ideas que me has planteado en tu comentario, créeme, Marianne y yo las tenemos bastante desarrolladas, pero queremos que sea sorpresa para los lectores. Me hizo sonreír lo de Úrsula de la sirenita y me has dado una buena idea, ya la verás escrita. Creo que te va a encantar lo que tengo planeado para Luka y su versión acuática, de verdad. Me quedé pensando en algo el otro día con lo que comentaste de la historia LukAdrien, me hizo reír mucho la idea, tienes razón en que sería chusco, así que estoy considerando meter un momento así en esta historia, tienes muchas ideas buenas, ¿por qué no escribes algo tú? Me encantaría leer una de tus historias. Gracias por comentar en Ocean's childs.

SkatSH: Honestamente, la mayoría de mis one shots terminan convirtiéndose en fics largos, pero si no hubiera sido por tantos mensajes, me habría enfocado en Confesiones y luego tal vez seguiría con este proyecto. Gracias por comentar.


—Buenos días. —Exclamó Luka con voz cantarina, llegando hasta donde todos estaban y sonriendo con ganas al ver que Marinette usaba su colmillo al cuello. —Hace un día increíble para montar las olas.

—Justo eso les decía. —Soltó Alya divertida al ver la mirada que Luka le dedicaba a Marinette, aunque el muchacho saludó a todos los presentes uno a uno, no despegó los ojos de la pelinegra, que sonreía con confianza y al mismo tiempo parecía tímida. —Les contaba que Andrée ofreció voluntarios a algunos lugareños para dar lecciones de surf.

—¡Sí! —Exclamó Luka hastiado, chocando palmas con Nino antes de avanzar unos pasos hasta Marinette, fijando su mirada en Alya. —Me ofreció voluntario.

—Y me imagino que no quieres dar clases hoy.

—Claro que no. —Soltó Luka con el entrecejo fruncido. —Hoy es un día para surfear o no hacer nada. El clima está perfecto para visitar las puntas y los arrecifes. Buenos días. —Luka cambió toda su atención a Marinette y le sonrió ladino, con los ojos entrecerrados y expresión de picardía. —¿Cuánto tiempo sin vernos?

—Mucho, a decir verdad. —Respondió la pelinegra siguiendo el juego, hablando con sarcasmo y sonriendo ampliamente. —Ya casi había olvidado tu rostro.

—Qué linda. —Dijo Luka divertido antes de tomar la mejilla de Marinette en una mano y plantarle un beso en la otra mientras ella alzaba un poco el rostro, facilitándole el gesto, dejando a todos pasmados por aquel intercambio, en parte por lo cómodos que se veían entablando contaco físico, en parte sorprendidos por la duración de aquel beso, como si ninguno de los dos quisiera alejarse del otro. —Oye, tal vez tú puedas ayudarme con esto. —Dijo pasando un mechón de cabello tras la oreja de la joven. —Tal vez si te apuntas a tomar lecciones conmigo pueda librarme de Andrée y sus lagartos.

—Sería divertido aprender, lástima que no tengas ganas de dar clases hoy. —Respondió la joven con autosuficiencia.

Chloe, Rose y Juleka tenían la boca abierta por la impresión, no daban crédito a sus ojos al ver que su amiga del instituto parecía tan cómoda y relajada con aquel perfecto extraño, y no les terminaba de quedar claro por qué Marinette le permitía tanta confianza, a pesar de ser hermano de Juleka. El contacto físico que habían establecido incluso podría parecer invasivo en cualquier otra circunstancia.

Luka tomó el colmillo y sonrió perspicaz. Ahora fue momento de Alya para abrir la boca, no se había dado cuenta de aquel hecho hasta que Luka lo obvió, acariciando la superficie lisa del aquel adorno con su pulgar.

—No, es cierto. —Dijo el muchacho en medio de un suspiro, consiguiendo que Nino y Kim comenzaran a codearse y secretearse a espaldas del muchacho. Haciendo apuestas. —No quiero dar clases hoy. Pero ¿Qué te parece si te invito a dar la vuelta al mar un rato? Hay un par de sitios que vale la pena ver con este clima, puedo pedir un par de kayacs y dar la vuelta por los arrecifes. Ni los guías turísticos más experimentados conocen la punta como yo.

—Me encantaría. —Dijo ella asintiendo una vez.

—Perfecto. Vuelvo en unos minutos. —Prometió dando unos pasos de espaldas. —Iré a registrar tu nombre y en seguida estoy contigo.

Apenas Luka estuvo suficientemente lejos (No, no lo suficiente, las escuchó perfectamente y soltó una risa discreta mientras fingía indiferencia), Rose y Chloe soltaron un grito agudo y sitiaron a Marinette, atiborrándola de preguntas que la joven pelinegra no entendió, pero fueron motivo suficiente para que se sonrojara hasta las orejas.

—¡No entiendo nada!

—Capturaste al pez más gordo del arrecife. —Dijo Alya saliendo de la sorpresa y tomando el colmillo de tiburón. —Jamás había visto que se separara de su amuleto.

—¿Te dio el colmillo? —Soltó Juleka sin aire, dándose cuenta de que de verdad su amiga llevaba el orgullo de Luka colgando al cuello.

—¿En qué momento pasó esto? —Exclamó Chloe pasmada. —¿De cuándo acá se coquetean así?

—No puedo creerlo. —Soltó Rose en un chillido agudo. —¿De verdad los voy a ver juntos?

—Pero los romances de lejos son tan tristes. —Dijo Juleka en voz baja.

—¡Romance! —Gritó Marinette, azorada.

—¡No! Eso lo hace dramático, y muy hermoso. —Dijo Rose tomando una mano de Juleka y volviendo el rostro al horizonte. —Será un cuento de hadas digno de películas, la gente escribirá canciones sobre ello.

—Mi hermano escribirá canciones sobre ello. —Se quejó Juleka. —Ya lo estoy escuchando cantar a las tres de la mañana mientras... —La chica guardó silencio abriendo los ojos de par en par. —Mari ¿Dónde estabas a las tres de la mañana?

—¿Yo? En mi cama. —Dijo tratando de quitarle importancia. Básicamente no era una mentira.

—¿Y estabas sola? —Inquirió Chloe sonriendo con picardía, mientras se cruzaba de brazos.

—Ustedes a las tres de la mañana seguían bebiendo y bailando. —Acusó divertida Marinette. —Si no es que estaban en otras cosas. ¿Qué tal todo con Andrew?

—Nada, es muy lindo, pero no es mi tipo. —Espetó Chloe tratando de cambiar de tema.

—Chica, yo sé lo que te digo, conquistaste a la Raya del arrecife. —Comentó Alya viendo el punto en que Luka hablaba con los otros lagartos.

—¿Qué? —Murmuró Marinette confundida.

Juleka soltó una risa por lo bajo antes de mirar a su amiga.

—En la playa, los hijos del océano están divididos por animales marinos. —Explicó la joven mirando a sus amigos, consiguiendo que Alya asintiera ante su explicación. —No entiendo muy bien cómo funciona, mi hermano nunca me lo ha explicado claramente, pero es casi como un nombramiento, algo que te tienes que ganar si quieres pertenecer. Mi hermano es una mantarraya, incluso tiene un tatuaje.

—Cierto. —Murmuró Marinette pensativa, sin darse cuenta de que había hablado.

—¡Cierto! —Exclamó Rose antes de soltar un grito agudo al unísono de Chloe.

—¿Le viste el tatuaje? —Exclamó Juleka recuperando un poco de compostura.

—¡Olvida el tatuaje! —Gritó Chloe divertida, tomando las manos de Marinette. —Dime que viste algo más interesante.

—¡Lo están malinterpretando todo! —Gritó Marinette sintiendo que su rostro no podía enrojecer más, su mente se movió a toda velocidad para tratar de zafarse de aquello. Necesitaba una excusa creíble, pronto.

—Se acabó Marinette la buena, ahora sólo queda rebeldía ahí. —Exclamó Kim divertido ante la situación comprometedora en la que estaba metida su amiga.

—¿Quién diría que un día en la playa y unos ojos bonitos acabarían con su inocencia? —Soltó Nino recargándose en el hombro de Kim y barriendo a Marinette de pies a cabeza.

—¡Se quitó la camiseta de neopreno ayer! —Gritó Marinette.

—Oh, y apuesto que no fue lo único que se quitó. —Espetó Chloe socarrona.

—No quiero los detalles, sigue siendo mi hermano. —Bromeó Juleka entre dientes, conteniendo la risa y mirando a Marinette con una ceja alzada.

—¡Cuando dejó de surfear! —Defendió la chica una última vez, si después de eso insistían, entonces les dejaría creer lo que quisieran. —Después de que nos presentaron, y me di cuenta de que tiene una mantarraya tatuada en el corazón.

—Eso es nuevo. —Soltó Juleka sorprendida. —La raya de la que yo hablo la tiene en la espalda.

—¿En la espalda? —Inquirió Marinette con curiosidad, todos los chicos giraron la vista a Juleka, que se quedó pensativa un momento.

—Sí, abarca sus omóplatos por completo, y la cola de la raya baja por su columna. Se hizo ese tatuaje a los quince años, en la lunada de hecho.

—Seguramente en la fiesta privada. —Comentó Alya distraída, perdiendo la mirada en la entrada de la playa y percatándose de que un grupo de chicos ingresaba a la playa. —Los hijos del océano siempre regresan tatuados de esa fiesta, al menos después de la primera vez que les permiten estar. —Alya levantó la mano y silbó con fuerzas, llamando la atención de un muchacho rubio, quien se disculpó con sus amigos para alcanzar a la surfista. —Momento de ampliar su círculo social.

—¡Adrikins! —Exclamó Chloe corriendo hasta el chico y colgándole los brazos alrededor del cuello, todos se sorprendieron mucho al verlo tomarle la cintura a su amiga y hacerla dar una vuelta en el aire, arrancándole una carcajada. —¡Cuánto tiempo!

—Chloe, qué sorpresa. —Comentó el muchacho en respuesta, poniéndola en el suelo y observándole el rostro a conciencia. —Eres una belleza. ¡Cómo has crecido!

—Tú tampoco estás nada mal.

—Bueno, oficialmente declaro el día de hoy como "Martes de sorpresas" —Dijo Juleka caminando hacia su amiga. —Hola, Adrien.

—Chicos. —Llamó Chloe sin soltar los hombros del rubio, sonriendo orgullosa. —Les presento a Adrien Agreste, dueño y señor de la playa que pisan.

Adrien soltó una carcajada ante aquella presentación.

—Hola. —Dijo Adrien tímidamente. —Adrien Agreste sí, dueño de la playa no.

—Ellas son Rose y Marinette, amigas mías de la ciudad. —Exclamó Chloe señalando uno a uno a los presentes. —Me imagino que ya conocías a Alya y a Jule. Ellos son Kim (nadador profesional) y Nino, nuestro DJ. Chicos. —Exclamó la chica cambiando su atención a sus amigos. —Adrikins es hijo de Gabriel Agreste, principal accionista de las reservas de la zona. —Explicó Chloe. —Hace cuatro años vine como modelo para una campaña fotográfica de "Salven los arrecifes" y ahí conocí a este muchacho tan gallardo. Sus padres se encargaban de hacer eventos y conseguir patrocinadores para pagar los permisos hasta que consiguieron el apoyo permanente de gobierno. Emilie es una dama poderosa y además es local de estas costas, nadie conoce como ella el arrecife. —Chloe no se dio cuenta del gesto sombrío que compuso Adrien al escuchar aquello, ni tampoco se percató de que el muchacho bajó los hombros. —Es la mujer más sofisticada, dulce y elegante que van a conocer en Les Cavaliers, tiene gracia y encanto, como una sirena.

—Chloe... —Llamó Alya con gesto grave, señalando a Adrien con un gesto.

—Adrikins... —Murmuró la rubia, angustiada al ver la expresión del muchacho. —¿Qué dije?

—Perdona, Chloe. —Respondió el muchacho a media voz, sonriendo de medio lado mientras entrelazaba sus dedos con los de su amiga. —No he tenido tiempo de escribirte sobre lo verdaderamente importante, han pasado muchas cosas.

—¿Qué pasó? —Murmuró acercándose un paso, temiendo haber cometido un error grave.

—No... es un espacio para hablar de ello. —Dijo entre dientes el muchacho, perdiendo toda la jovialidad que lo había caracterizado instantes atrás. —No en la playa, no en presencia de los hijos del océano. —Añadió dedicándole una mirada despectiva a Juleka.

La joven sacudió el rostro, alejándose los cabellos de la cara y componiendo una expresión de disgusto, pero manteniendo la calma.

—¿Perdón? —Espetó Marinette parándose entre Adrien y Juleka, como si pudiera protegerla de aquel comentario amargo con su cuerpo. No estaba segura de por qué había hablado así, pero Juleka no tenía la culpa de lo que quiera que le estuviese pasando a ese muchacho malagradecido. —No creo que se pueda encasillar a medio pueblo con tanta saña.

—No me lo tomes a mal, Marinette, pero los hijos del océano no son seres en quienes se pueda confiar. Todos los locales conocemos las leyendas. —Dijo con voz sombría, mirando de forma acusatoria a Alya. —Aunque algunos crean que son mentira, habemos quienes recordamos la verdad tras los mitos y los chistes, las razones de las fiestas y los motivos para creer y para desconfiar.

—Yo creía que la gente de la costa era un poquito más civilizada y abierta que esto, pero veo que tampoco se puede encasillar a la otra mitad del pueblo. —Espetó la joven, tajante.

—No, Marinette, no es lo que crees, de verdad. —Trató de arreglar Adrien al darse cuenta de que Chloe tenía la mirada desencajada. Si le había pasmado tanto la interacción, eso quería decir que la rubia de verdad apreciaba a su interlocutora. —Dame una oportunidad de explicar.

—Perdóname, Adrien. Pero no puedo. Si vas a hablar así a mis amigas, no tengo nada que escuchar de ti. —Marinette suspiró asintiendo una vez y, antes de darse la vuelta y comenzar a caminar a la entrada de la playa, añadió. —Es lindo conocer a los amigos de mis amigos, pero no puedo decir que sea un placer haberte conocido, con permiso.

—¡Mari, espera! —Exclamó Alya alcanzándola.

Ninguna de las dos se detuvo a percatarse de que Chloe y Adrien se habían quedado dedicándose miradas culpables y que Rose y Juleka se habían alejado en dirección al mar, con la segunda molesta y triste, sintiendo que había arruinado las vacaciones de sus amigos en un instante.

Chloe le dedicó una mirada pesada a Adrien. Ella conocía a su amigo, sabía que era un muchacho amable, dulce, sí, un tanto sobreprotector. Pero aquello la tenía pasmada en niveles antes desconocidos para ella. ¿De dónde había salido esa personalidad a la defensiva y despectiva contra su amiga? Juleka ni siquiera pasaba tanto tiempo en la playa como para que Adrien pudiera tener una idea de ella, además, Chloe la conocía, era una joven entusiasta... a su manera. Una joven estudiosa y entregada, tímida hasta niveles imposibles, pero buena.

—Adrien... —Murmuró la chica. —¿Qué tienes en contra de los mentados hijos del océano? ¿No son todos locales de esta costa?

—No somos iguales, Chloe. —Dijo el muchacho con vehemencia, mirando a su amiga. —Ellos estaban en esta playa antes que nosotros, son peligrosos.

—Juleka no es peligrosa. Es tímida, amable, considerada.

—Sí, y la única razón por la que confío en ella y no en los otros hijos del océano es porque ella puede estar lejos del mar sin sufrir los estragos. Pero si fuera como su hermano...

—Su hermano también ha sido muy amable con nosotros. Con Marinette ha sido tan dulce...

—No se dejen engatusar por ellos. No son lo que creemos.

Y aquella frase dejó a la rubia con un pésimo sabor de boca. Nino y Kim intercambiaron una mirada, contrariados antes de acercarse un paso a su amiga, cerrando filas, como si quisieran protegerla del nativo de la playa.

.

—¡Marinette! —Llamó Alya corriendo a alcanzarla. —¡Espera chica! Cómo corres.

—Perdóname, Alya. —Soltó la aludida frenando en seco y consiguiendo que la morena le pasara por un lado, adelantándola varios pasos sin darse cuenta. —Pero me saca de mis casillas la gente tan hermética. No puedo creer que alguien pueda ser tan prejuicioso.

—Créeme, Mari, tiene buenos motivos para desconfiar. —Admitió Alya bajando la voz, desviando la mirada.

—Mira, conozco a Juleka hace más de un año, vivimos juntas. Nos la hemos pasado días enteros lado a lado desde que amanece hasta que anochece. ¿Por qué Adrien está tan ensañado con los hijos del océano?

Alya suspiró.

—¿Qué quiso decir con lo de las leyendas?

—Son cuentos que la gente cuenta. —Murmuró Alya sonriendo de medio lado, tratando de sonar casual y despreocupada. —Ya sabes que todos los pueblos costeros tienen sus propios mitos y leyendas, cuentos sobre gente que hace pacto con los monstruos marinos y esas cosas.

—Bueno ¿Cuál es la leyenda de los hijos del océano? —Insistió Marinette angustiada.

Alya suspiró pesado, considerando seriamente hablar o callar.

—Si te cuento lo que sé, promete que no te pondrás rara.

—Escucho. —Soltó Marinette seria, cruzándose de brazos y mirando a Alya fijamente.

La morena suspiró paseando la mirada por la playa antes de volver a fijarse en Marinette y sonreír de medio lado.

—Pero vamos por un coco. —Soltó al final señalando un puesto techado y pintoresco. —Hace mucho calor. Y te voy a contar mi versión de la historia, no me las sé de memoria.

—Cualquier cosa que ayude a entender es bienvenida. —Soltó Marinette sintiéndose aliviada, considerando que realmente pudiera confiar en Alya.

—Bueno. —Soltó la morena, divertida mientras se formaba y ponía en orden sus ideas. —Las leyendas del pueblo dicen que esta costa estaba llena de tormentas, marea alta, medusas en la orilla, y que el mar estaba plagado de tiburones hambrientos y despiadados. Había muchas islas cercanas que habían logrado limpiar sus aguas, ya sabes, los dioses buenos brindando favores a los hombres. Pero esta costa no se limpiaba, por más que los hombres trataban de hacer templos y ofrendas. Los dioses no aceptaban los regalos.

—Para variar. —Soltó Marinette divertida. ¿Estaban de verdad hablando de aquello?

—Un día, un grupo de gente emergió del mar. —Murmuró Alya recibiendo el coco en las manos y ofreciéndoselo a Marinette. La chica había bajado la voz como si estuviese contando un secreto, como si no quisiera que nadie más escuchase aquella conversación, dándole la impresión a la pelinegra que no dudaba de las leyendas, sino todo lo contrario. —Eran gente amable, dulce, pero sabían todos los secretos de esta costa; tenían conocimiento de las estrellas, sabían navegar los arrecifes, conocían qué zonas eran buenas para cultivar y cuáles no debían tocarse. Era... místico. Ellos establecieron las primeras viviendas cerca de la costa y fueron quienes pasaron la voz a los hombres de que podían instalarse, que las aguas estaban limpias.

—Los hijos del océano. —Murmuró Marinette comprendiendo aquello.

—La razón por la que el pueblo los respeta tanto es porque esa primera generación de pobladores hizo tres fiestas ese solsticio de otoño. Una el último día de luna creciente, llamando a todos a sumar sus energías para alejar a los tiburones del mar. Luego hicieron una fiesta el día de la diosa Luna para sellar el mar. Y luego hicieron una fiesta para agradecer al mar por permitirles estar en paz. Son las fiestas de estos días. Hoy es la lunada en honor a la diosa.

—Suena una causa noble, no entiendo por qué Adrien está tan arisco.

—Bueno. —Dijo Alya torciendo el gesto. —No me corresponde a mí decirlo. Muchas de las leyendas dicen que los hijos del océano también albergaban a los tiburones entre los suyos, que ellos los llamaban para aterrorizar a las personas de la tierra porque nosotros nunca conoceríamos el mar como ellos, pero son puros mitos. La playa está dividida en tres grupos. Los hijos del océano, orgullosos de sus tradiciones o incrédulos; eso no importa tanto. Luegoo están los incrédulos de las tradiciones, las familias que olvidaron que las leyendas tienen algo de verdad. Y por último están las familias que preservan todas y cada una de las historias. Tal vez mañana podamos ir al pueblo a que conozcas los lugares donde viven esas familias, vale la pena ver las tiendas.

—Sería maravilloso. —Admitió la joven entregando la carcasa vacía del coco a su amiga y dándose cuenta de que en realidad se querían bastante más de lo que se habían dado cuenta. —¿Tú a qué grupo perteneces?

—¿Yo? Soy inclasificable. Pero me encanta saber la verdad, entonces he pasado mucho tiempo investigando los mitos y leyendas. Por eso me volví amiga de Luka. Y hablando de las rayas...

—¡Marinette! —Exclamó el muchacho con expresión de angustia, acercándose a ellas con cautela, como si temiera interrumpir.

—Luka... —Murmuró la joven sonrojada ligeramente. —Perdón. Debí esperar por ti.

—Juls me contó todo. —Admitió el joven bajando la vista y mordiéndose el labio en un gesto compungido. —Lamento haber sido un problema.

—¡Problema! No digas tonterías, no has hecho otra cosa que ayudar desde que nos conocimos, la de los problemas he sido yo.

—Marinette... —Murmuró Luka con una sonrisa dulce. —Tu es une fille extraordinaire. De ninguna forma podrías ser un problema.

—Pero te puse en apuros con Andrée y ahora Adrien y Chloe...

—Andrée es un dolor de cuello cuando se lo propone, pero entre hijos del océano nos respaldamos, no te preocupes por él.

—¿Ah sí? —Soltó Alya divertida. —Pues tu respaldo dijo que si lo volvías a llamar Andy frente a los turistas te rompería las manos. Y partiría tu tabla a la mitad.

Luka soltó una carcajada estridente. Marinette no pudo evitar sonrojarse ante ese gesto. Verlo tan desenfadado, tan relajado y desgarbado era un deleite; los cabellos de Luka, teñidos de azul, se movieron atrás y adelante como si fuesen olas del mar, su boca se abrió y él echó todo el gesto hacia atrás, con los hombros sueltos y las manos abiertas.

—Primero tiene que alcanzarme. —Espetó el muchacho con una sonrisa torcida de medio lado y gesto galante. —En fin. —Murmuró recuperando la compostura, volviendo a observar a Marinette, de nuevo mordiendo su labio, pero esta vez en un gesto dudoso, como si se planteara algo. —Yo... venía a decirte que si quieres cancelar conmigo para estar en paz con tus amigos, lo voy a entender, aunque me encantaría mostrarte mi isla.

Alya, con expresión de sorpresa por aquella confesión, se alejó a pasos discretos, dejando a Luka y a Marinette a solas.

—No, está bien si me quedo contigo. Chloe sabrá arreglarse con Adrien. No me perdería ese paseo por la isla por nada.

—¿Qué quieres hacer primero? —Comentó Luka divertido, incapaz de ocultar el hecho de que le aliviaba y entusiasmaba en partes iguales que la joven hubiese decidido quedarse a su lado. —Ay... —Murmuró torciendo el gesto. —No hay kayacs disponibles en estos momentos, pero traje la Twin y mi krypto conmigo, podríamos ir a nado si no te molesta.

—Si tienes las tablas, enséñame a surfear.