Se habían quedado cerca de la orilla, donde otras personas de todas las edades estaban tomando clases de surf, Nino había superado ya su miedo a ser revolcado por las olas y lo había hecho a la mala, puesto que, al ser el primer día que entraba al mar, el agua salada le había causado tanto escozor en los ojos que había pasado casi quince minutos aferrado a la tabla con piernas y brazos mientras dejaba de lagrimar.
Ahora se deslizaba en una ola que apenas había superado el metro de altura, moviéndose en la superficie del agua con tal fluidez que consiguió llamar la atención de varias personas, quienes chiflaron en respuesta, celebrando su gracia al dominar el mar.
Incluso Alya estaba sorprendida por el avance de Nino, sonriendo ampliamente sentada sobre su tabla mientras el moreno se preparaba para abordar la siguiente ola.
—Ya dominas las pequeñas. —Exclamó Alya cuando el muchacho braceó hasta su lado. —¿Quieres probar con algo más peligroso? Unos dos metros mar adentro podemos encontrar olas más grandes.
—De momento, creo que estoy bien en la orilla. —Admitió el muchacho tallándose los ojos. —Si la ola es más grande que yo, estoy seguro que moriré ahogado.
—Para eso me tienes a mí. —Coqueteó la chica divertida. —Si haces por ahogarte, yo sé respiración boca a boca.
Nino sonrió de medio lado, considerando aquella opción y asintiendo una vez.
Ambos muchachos se recostaron bocabajo en las tablas y comenzaron a adentrarse al mar, donde surfistas más experimentados daban lecciones a los extranjeros.
Nino sonrió reconociendo a Marinette en la distancia, ella y Luka estaban de pie en la misma tabla, el muchacho le sostenía ambos brazos a los lados y parecía estarle hablando al oído.
—Esa chica tiene súper poderes. —Bromeó Alya percatándose de que estaban de pie sobre la Krypto mientras que la twin flotaba lejos de ellos.
—Mari es especial. —Dijo Nino sonriendo ampliamente, pensando en todos los cambios que había conseguido hacer en la gente que la rodeaba. —Oh no... —Murmuró el muchacho al ver que el agua se levantaba en la distancia.
—Viene una buena. —Comentó Alya con los ojos brillando por la sorpresa. —¿La tomas o la dejas? Está de locos.
—La dejo. —Soltó Nino, pasmado ante el poder del mar.
—Entonces nada mar adentro y la corriente te sacará sola, antes de que haga cresta.
Nino obedeció ciegamente, permitiéndo que la corriente lo jalara consigo.
—¡Mari! —Gritó el muchacho para advertir a su amiga.
Aunque la primera opción para Luka habría sido saltar al agua para recuperar la tabla y llevar a salvo a Marinette, algo en la mirada de la chica lo hizo quedarse en su lugar.
—Recuéstate boca abajo y comienza a brasear hacia la orilla. —Exclamó el muchacho poniéndose en cuclillas en la parte más alejada de la tabla.
3.-Delfines
Manu: Pues mucho éxito con tus novelas. La verdad todavía no decido del todo qué rumbo va a tomar esta historia, sigue en construcción. Una vez que consolide los linderos de esta saga, entonces sí sabré decir qué parejas habrá. Por lo pronto Lukanette obviamente, pero lo demás está por verse.
Sonrais777: Ay, lo de Adrien lo hice como un guiño a cuando él y Marinette se conocieron, espero me haya salido más o menos bien. Gracias por seguir esta historia, pronto vamos a actualizar Confesiones.
Marianne E: Bueno, lo prometido es deuda, te entrego los conflictos jajaja. Perdón, no tengo muchas energías para responder al review con todo, estoy por irme a dormir, pero quería dejarte esto por aquí. Te lo juro que me voy dándole mil vueltas a la cabeza a los fragmentos que mandaste, ahora no paro de crear teorías y posibilidades jajajajajaja. Pero bueno.
Melissa: Te va a encantar el rollo místico de esta historia. Marianne y yo estuvimos debatiendo mucho sobre el tema, la verdad es que precisamente salió de ahí la idea de la raya, nos preguntábamos qué animal marino sería bueno darle. De verdad nos estamos esforzando para que esta leyenda valga la pena y espero que sea lo suficientemente interesante y profunda como para competir con Confesiones.
(Pump it – Black Eyed peas)
Ambos muchachos sintieron el subidón en la marea, la ola se quedó un metro tras ellos y la cresta se elevó casi dos metros, comenzando a reventar sobre sus cabezas. No necesitaron intercambiar palabras, se movieron al mismo tiempo para ponerse en pie, Marinette se situó a la mitad de la tabla y Luka hizo contrapeso para darle equilibro a su amiga.
El agua tiraba con fuerza de ellos, Luka sabía que era cuestión de tiempo antes de que el mar les ganara esa carrera, la tabla krypto no era lo suficientemente grande como para que ambos pudieran permanecer mucho tiempo ahí. Así que en cuanto vio a Marinette bien plantada, segura en el centro de la tabla con las rodillas dobladas y los brazos en posición, él se dejó caer al agua y le cedió todo el control a la joven.
Las rodillas de Marinette se doblaron con violencia, un movimiento controlado que obligó a la tabla a ponerse en horizontal contra la ola, partiendo camino, subiendo y bajando por todo el espacio que el agua le ofrecía. Su mirada estaba fija al frente, su sonrisa era confiada, el agua golpeando su rostro, entrando en sus ojos no era un tema que le preocupara, como si su cuerpo recibiera la salinidad del mar y la aprovechara a su favor.
La punta de la tabla sobre pasó la ola, Marinette creyó que saldría disparada, pero de último minuto, tal como Luka le había indicado, lanzó el cuerpo hacia adelante para poner todo su peso en el centro de la tabla y volvió a aterrizar en el agua, recuperando la ola mientras se abría paso entre la espuma.
Luka sonrió orgulloso, braseando hasta Alya y Nino sobre su twin.
—¿Dices que no habían surfeado antes? —Inquirió Alya divertida. —Tú aprendiste muy rápido, pero esa chica, dios. La ola la obedece.
—No digas tonterías. —Pidió Luka, sonriendo ampliamente. —El mar sólo obedece a sus hijos.
—¿Cómo sabes que no es una niña perdida? —Inquirió la morena, llamando la atención de Nino, no por sus palabras, sino por el mensaje oculto que parecía llevar la mirada de su amiga al decir aquello. —Digo, ya sabes lo que dicen, el mar recupera a sus hijos cada cien o doscientos años.
—El mar ya la habría reclamado. —Comentó Luka con ligereza, dando el tema por zanjado.
Alya asintió, cediéndole la razón y volviendo la vista a la joven turista. La ola se había cerrado sobre ella, el agua le golpeaba los hombros, pronto la cresta le golpeó la espalda baja, y tanto Alya como Luka escucharon por encima del ruido del mar, el grito ahogado que dio Marinette antes de caer al agua.
Luka actuó por instinto. Se puso de pie en la tabla y saltó al mar echando las manos por delante, propulsándose a toda velocidad al punto exacto en que había salido disparada su krypto del océano. El agua estaba oscurecida, turbia, pero él vio a Marinette en la distancia. La chica nadaba hacia la superficie con expresión de angustia, pero al menos estaba bien. Realmente resultaba ser una chica extraordinaria, y resistente.
Luka le tomó la cintura para ayudarla a salir a flote, Marinette dio una bocanada, buscando la tabla con la mirada y percatándose de que no estaba tan lejos. Las manos del muchacho la ayudaron a colocarse bocabajo en la krypto y ella jaló aire con dificultad.
—¿Qué pasó? —Murmuró Luka horrorizado, al percatarse de que, en la base de la espalda, Marinette tenía una marca rojiza extendiéndose como una estrella. —¿Fue una medusa?
—No lo sé. —Admitió ella levantándose en los codos para tratar de ver.
—¿Te duele? —Murmuró el muchacho dejando caer un chorrito de agua sobre la piel de su amiga, refrescando la zona, haciéndole suspirar ante el alivio.
—No. Se siente bien.
—No hay rastros de tentáculos. —Luka se sumergió en un movimiento ágil, mirando a su alrededor y percatándose de que el agua parecía haberse asentado en un segundo. Dejo ese pensamiento para después y se concentró, buscando algo en el agua, alguna señal de que los bañistas estaban en peligro, pero lo único que vio fue la infinidad del mar y uno que otro pececillo nadando alrededor de las tablas de los surfistas. Ese día ni siquiera había erizos en el fondo, no había nada de qué preocuparse.
Luka emergió con una sonrisa y suspiró al ver a Marinette sentada en la tabla, con ambos pies metidos en el agua.
—No te asusta el mar. —Aseguró el muchacho.
—No le tengo miedo a sus criaturas.
—Eso es bueno. —Murmuró el muchacho asintiendo. —De todos modos, no veo conveniente seguir con el surf hasta que me asegure de revisarte esa... hum...
—¿Reacción alérgica? —Sugirió la chica tanteándose la piel con las yemas de los dedos.
—¿Alergias? ¿A qué? —Inquirió Luka, confundido.
—¿Al sol de la costa?
—Ah, sarcástica la señorita. —Soltó Luka divertido. —Muy bien. Si así serán las cosas, sígueme.
.
Adrien suspiró hastiado al ver a Marinette alejarse hacia los arrecifes, guiada por Luka; el rubio estaba sentado en su tabla y esperaba la siguiente ola cuando Alya lo alcanzó en el mar.
—Juls no tiene la culpa. —Reprochó la morena cuando su amigo le dedicó una mirada.
—No, a pesar de ser una hija del océano, ella no estaba aquí cuando todo pasó.
—Nadie nos dice nada a los jóvenes. —Yo sólo tengo tu versión de los hechos.
—Sí, y aún así eres amiga de Luka.
—Claro, porque el no mató a Emilie.
El silencio que se cernió sobre ellos fue pesado, abrumador, hasta el mar parecía haberse callado un momento ante aquella afirmación.
—El Liberty estaba lleno de hijos del océano, alguno podría haber hecho algo. —Musitó Adrien desviando la mirada y percatándose de que Alya había fruncido la boca en un gesto muy característico.
—Si Luka estuviera en el lugar de Emilie, Anarka no te odiaría a muerte. Tú y Luka eran unidos. ¿Qué les pasó?
Unidos…
Aquella palabra golpeó a Adrien con ganas.
No eran unidos, eran inseparables.
Pero aquello parecía haber sido en otra vida, Adrien se había empeñado en culpar a Luka por lo ocurrido y el muy ingrato no había hecho nada por defenderse, no había desmentido o reclamado, no había negado de lo que se le acusaba. En silencio, como un cordero al matadero, Luka había recibido de lleno todas las acusaciones que Adrien había levantado, había bajado la cabeza y dejado que el muchacho le gritara y reclamara hasta el cansancio, hasta que la voz no había sido suficiente y entonces los puños habían hablado su propio lenguaje. Nunca regresó aquel primer golpe que recibió, ni el segundo, ni el tercero. Dejó que Adrien desquitara contra él su furia y su duelo, dejó que el rubio tuviera esa catarsis porque sabía que no habría cuerpo al que llorar, dejó que el muchacho lo acusara porque él no podía darle un culpable.
Dejó que lo acusara de ser el tiburón del arrecife, sabiendo todo lo que aquello implicaba.
Y Adrien tomó ese silencio como la confirmación de sus acusaciones, así que, cuando las puntadas en la pierna de Luka se abrieron, él no sintió culpa alguna de verlo sangrar.
.
Marinette miraba la inmensidad del océano, fascinada ante la cantidad de agua que había frente a ella.
Nunca había tenido la oportunidad de encarar al océano en sí mismo, las playas que había visitado a lo largo de su vida eran bahías protegidas, si acaso alguna vez había estado en mar abierto, jamás podría compararlo con lo que sentía estando ahí sentada.
Agua para donde mirase.
Luka la había llevado hasta "la punta" de la playa, le había explicado que los locales le llamaban así al final de la bahía por el lado izquierdo de la playa, a quince minutos a nado sobre las tablas. Marinette estaba fascinada con el hecho de que el océano estuviese tan cerca y al mismo tiempo tan lejos. Ella misma estaba ahora en más cerca de lo que nunca en su vida había estado, puesto que a unos treinta metros mar adentro había una serie de escollos, formaciones rocosas que servían ahora como base para ellos.
Habían acomodado las tablas entre las rocas de manera que no se las llevase la corriente, Luka le había preguntado a Marinette si le tenía miedo al océano, cuando ella sonrió confiada y negó con la cabeza, el muchacho asintió y dijo.
—Entonces los arrecifes pueden esperar.
No, Marinette nunca se imaginó que terminaría sentada en el borde de una roca enorme, con los pies sumergidos en tanta agua como para cubrirla diez veces.
—Y ¿Vienes seguido a este sitio? —Murmuró ella tratando de sonar indiferente.
—Estás llevando el coqueteo a niveles insospechados.
Marinette soltó una carcajada que la hizo perder el equilibrio, las manos de Luka se cerraron en torno a su cintura y el muchacho la pagó a su pecho, hablándole en el oído.
—Tampoco tienes que esforzarte tanto por obtener mi atención. Ya la tienes.
Marinette trago saliva antes de volver el rostro y sonreír.
—Así que no me tengo que esforzar.
Luka la soltó y se movió hasta su lado, metiendo también los pies al agua y mirando la forma soñadora en que los ojos de Marinette se habían perdido en el horizonte.
—Asumo que no estabas coqueteando.
—No, hablaba en serio. Viviendo aquí me imagino que vienes seguido.
—Tantas veces como puedo. Y lo hago solo. —Añadió al ver la sonrisa de medio lado que Marinette compuso. —Aunque este lugar me lo enseñó una amiga de la costa, ella consideraba que estos lugares serían un buen punto de inspiración para componer.
—Componer.
—Soy músico.
—Algo dijo Juleka de eso. Ella habla mucho de ti.
—Cuánta saliva desperdiciada. —Se burló Luka con una mueca de desagrado. —Qué mal. Es muy sencillo quererte, será difícil decirte adiós. —Murmuró recargándose en las manos y cerrando los ojos, disfrutando del sol en su rostro.
—Ahora no te entiendo nada.
—Juleka me contó que ya conociste a Adrien, es un buen muchacho, lo prometo.
—No me pareció una buena persona. —Cortó Marinette, tratando de zanjar el tema.
—Adrien y yo solíamos ser cercanos.
Marinette sintió claramente que algo tronó en su cuello ante la velocidad en la que giró su rostro, pero no le dio importancia a ese hecho, sino a lo que acababa de decir su amigo. ¿Cercanos? ¡Cercana la luna!
—La forma en la que habló de ti…
—Lo se. Sigue molesto.
—¿Molesto? Te odia.
Luka soltó una carcajada antes de encarar a Marinette y sonreír, acongojado. —Mari, deberías darle una oportunidad de reivindicarse, juro que es un muchacho maravilloso. —Ante la mirada de incredulidad de la joven, Luka suspiró y añadió. —Hubo un accidente, hace un tiempo. Precisamente en solsticio de otoño. Emilie, la madre de Adrien estaba en el barco, caímos al agua, estaba oscuro, había tormenta y tiburones…
Marinette tenía la respiración entrecortada, tragó saliva con dificultad al escuchar aquello y negó con la cabeza.
—Luka…
—El diente que llevas colgando me lo sacaron de la pierna ese día. —Dijo arremangándose el short y mostrándole el muslo a la chica, estaba lleno de cicatrices de todos tamaños. —Adrien no lo sabe. —Admitió. —Pero esa herida me la hice defendiendo a Emilie, el tiburón la iba a morder a ella, pero yo estaba lo suficientemente cerca como para meter la pierna a tiempo. No recuerdo mucho, me desmayé por el dolor, sólo sé que era Emilie o era yo, y ni siquiera eso pude decidir. Créeme, Marinette. —Musitó Luka con lágrimas en los ojos, pero sonriendo de medio lado. —Si pudiera cambiar de lugar con ella, lo haría sin dudarlo. Pero aquí estoy, y Adrien necesitaba culpar a alguien.
Los brazos de Marinette se cerraron en torno al cuello de Luka y el joven perdió el equilibrio, y terminó acostado en la roca con el cuerpo delgado de la chica sobre sí. No pudo evitar cerrar los brazos en torno a la espalda y cintura de la chica, que parecía increíblemente frágil en comparación al océano.
—No deberías culparte por esto. No mereces ser así de desdichado.
—Créeme, Mari. Soy peligroso para ti.
—No me importa. —Murmuró ella con el gesto apretado. —Eres el hermano mayor de Juleka ella no ha hecho otra cosa más que hablar del muchacho abnegado y maravilloso que siempre has sido con ella y con tu madre. Ayer comprobaste todo eso, me salvaste sin que yo te debiera nada, es motivo más que suficiente para que confíe en ti plenamente.
—Bueno, si confías tanto en mí, concédeme algo.
—Lo que pidas.
—Dale una oportunidad a Adrien.
Marinette guardó silencio, levantándose un poco en su sitio para poder ver los ojos de su amigo y tratar de corroborar si hablaba en serio o no.
La sonrisa ladina de Luka la hizo sonrojarse hasta las orejas, con cuidado y a toda prisa, se movió para sentarse de nuevo en la roca, con las manos apretadas en el regazo y el rostro enrojecido hasta las orejas. No se atrevió a mirar de nuevo a Luka, se quedó pasmada en su sitio, esperando un milagro que la salvara.
Bueno, el milagro llegó.
Luka se puso de pie en el borde de la roca y negó con la cabeza.
—Esto está mal. —Murmuró pasmado.
—No puede ser tan malo si…
—No, mira. —Dijo apuntando una mancha en las rocas más lejanas. A unos diez metros de donde estaban ellos, Marinette pudo ver el lomo plateado de un delfín que se retorcía de forma extraña. —Encalló, estoy seguro. ¿Ves las manchas negras? —Dijo quitándose la camiseta en un movimiento y lanzándola a las tablas de surf.
Marinette fue incapaz de mirar el mar en ese momento puesto que reparó en el tatuaje del que Juleka había hablado esa mañana. Se extendía por sus omóplatos y hacia sus hombros, una mantarraya en tinta negra, parecía estar formada por olas de mar hechas con diseños tribales, pero tras verlo fijamente un par de segundos más, se percató de que había letras mezcladas con las olas. La cola de la raya se extendía por toda su columna, y al fondo, en la base de la espalda, tenía tatuada una tortuga.
—Son mantarrayas. —Explicó Luka observando el agua, planeando su estrategia y sacando a Marinette de sus cavilaciones. —Y ellas nos advierten cuando hay problemas. Que haya tantas en la superficie del agua solo puede querer decir qué hay más delfines en aprietos. —Luka le dedicó una mirada a Marinette antes de señalar la punta que cerraba la bahía a sus espaldas. —¿Puedes nadar hasta el arrecife con la tabla?
—Sí. —Dijo la chica poniéndose en pie con la determinación marcada en la mirada.
—De verdad eres extraordinaria. —Murmuró Luka con una sonrisa, tomando el rostro de Marinette para besarle la frente. —Llévate la Krypto, te dará más seguridad en el agua.
Y tras decir aquello, saltó al agua y comenzó a bracear hasta los escollos más cercanos.
Marinette suspiró al ver a Luka hundirse, y sonrió de oreja a oreja al percatarse de que, sumergido, el tatuaje parecía ser una raya más en el agua. El camuflaje Perfecto.
Marinette se dirigió a las tablas y compuso una expresión de tristeza. En los arrecifes cercanos había otro delfín atorado en la roca. La joven no dudó en poner la punta de la tabla en esa dirección y comenzar a bracear.
Tardó más minutos en llegar de lo que había calculado, era casi como si la corriente la alejase, así que tomó una bocanada de aire para serenarse antes de saltar al agua.
—¡Marinette! —Escuchó la chica a sus espaldas.
No tuvo tiempo de mirar, ignoró la voz de Adrien Agreste y se acercó hasta el delfín encallado, percatándose de que estaba enredado en una red de pesca. Posiblemente algún barco la habría perdido recientemente, no había tiempo de pensar, trato de deshacer los nudos y comenzó a ganar terreno sobre la cuerda, sonriendo orgullosa de su habilidad para resolver aquella situación.
Se quedó pasmada al ver el filo de la navaja, no por la hoja en sí, sino por el hecho de que Adrien acababa de recibir una mordida en el brazo, el delfín estaba asustado y peleaba contra las rocas, haciéndose daño a sí mismo.
Adrien ignoró el dolor y comenzó a cortar las cuerdas mientras que Marinette nadó hasta la cabeza del pez y comenzó a acariciarle el costado de la cabeza.
—Tranquilo…
—Tranquila. —Corrigió Adrien sin dejar de trabajar.
—Tranquila. —Murmuró Marinette rodando los ojos, pero agradeciendo internamente a Adrien. —Tranquila, estamos aquí para ayudarte. Todo estará bien.
El animal era enorme, la cola había sido suficiente para mojar a Marinette todo el cabello, a pesar de que ya se le había secado al sol. Así que entendía la mirada de angustia que Adrien le dedicaba cada pocos segundos, comprendiendo el mensaje de fondo.
"Demasiado cerca de los dientes".
Pero, sorpresivamente, el delfín comenzó a calmarse.
—Eso es. —Murmuró Marinette antes de besarle la frente al pez. —Adrien te soltará y pronto serás libre de irte.
—Terminé con la cuerda. —Anunció Adrien encajando la navaja en su traje de baño y mirando a Marinette. —Ayúdame a sacarla.
Ambos muchachos se acomodaron sobre las rocas sobresalientes y comenzaron a buscar la manera de sacar al delfín. Estaba atascado, tendrían que levantarlo, pero al ver lo menuda que era Marinette en comparación al tamaño y peso del pez, Adrien dudo que pudieran hacerlo lado a lado.
—Adrien. —Gritó Luka saltando de la twin y aproximándose hasta ellos.
No tuvieron que hablar. Marinette nado hasta la tabla y subió para recuperar la krypto, que ya se había alejado un par de metros, y apenas estuvo asegurada la tabla, Marinette fijó la vista en los muchachos que se habían quedado en los arrecifes.
Estaba maravillada. Había tal sincronía en sus movimientos que dudó que de verdad Adrien fuer capaz de odiar tanto a Luka.
El rubio se hizo a un lado mientras Luka se posicionaba cerca del delfín, levantándolo tanto como fue posible. Adrien nadó alrededor de ellos, limpiando las heridas en la piel del animal; el esfuerzo se notaba en el rostro de Luka, así que Adrien se apresuró con su trabajo y asintió, poniéndose frente a Luka y recibiendo el peso del delfín.
Ambos dieron medio paso de lado, sacando al delfín de las rocas.
—Erizos. —Dijo Luka con dificultad.
Adrien asintió modificando su ruta.
Ambos muchachos tomaron los antebrazos de su compañero y dieron otro paso, y otro, y otro hasta que el delfín pudo nadar libremente y dejar el arrecife.
Los muchachos vieron con una sonrisa de autosuficiencia al pez alejarse de ellos a toda velocidad, pero luego Luka le dedicó una mirada sombría a Adrien y añadió.
—Hay tiburones en la entrada de la bahía.
—Tú eres el experto. —Murmuró Adrien poniendo una mano en el brazo de Luka y asintiendo solemne.
—Pero necesito un favor a cambio. —Dijo apuntando a Marinette con la cabeza.
