Marinette seguía en silencio a Adrien. Sonrió enternecida al verlo lanzar la enésima mirada en su dirección mientras daba la siguiente brazada, una parte de ella había tratado de convencerse de que aquel momento de redención era sólo una pantalla, pero había algo en su mirada que la convenció que de verdad valía la pena darle una oportunidad.
Bondad.
—Luka tenía razón respecto a ti. —Dijo la chica sonriendo, cansada de bracear y sentándose en la tabla, percatándose que bajo ella había un arrecife perfecto para el snorkel, debía ser el lugar del que Luka le había hablado esa mañana.
¡Dios! ¿De verdad habían pasado sólo unas horas? Porque para Marinette, se sentía como si hubiese pasado un mes completo desde su llegada.
Adrien bufó ofendido, molesto.
—¿Y qué dijo ese tiburón?
—Que eres un muchacho maravilloso.
Adrien dejó de nadar, se quedó helado en su sitio un momento, considerando que aquello fuese una mala pasada por parte de Marinette.
—¿Te mandó a decir eso?
—¿Para qué querría yo pasarte un mensaje? —Soltó divertida la joven, percatándose de que Adrien se había sonrojado ligeramente. —No soy paloma mensajera.
—Pero eres amiga suya y de Juleka.
—¡Hey! —Advirtió Marinette sombría. —A Juleka déjala fuera de esto. Ya lo dijiste, es mi amiga y la voy a defender a capa y espada.
Adrien levantó las manos en señal de rendición, bajando un poco el rostro y componiendo una mueca de culpa.
—Juleka también es mi amiga. —Admitió el joven desviando la mirada, ladeando el rostro para tratar de ocultar su expresión de vergüenza. —No tengo problemas con ella, el tema es Luka.
Marinette suspiró negando con la cabeza, soltando los hombros mientras pensaba en la versión de Luka, en sus razones para tomar las decisiones que había tomado y preguntándose qué partes de la historia estaría omitiendo el muchacho.
Tampoco era como si pudiera preguntar a Adrien su versión así sin más, así que, con una sonrisa amplia, la joven murmuró.
—Si, puedo comprenderlo.
—¿Puedes? —Soltó el rubio confundido ante la mirada compasiva que Marinette le dedicaba.
—Luka me contó su versión. —Murmuró Marinette y esta vez fue su turno de bajar el rostro, sintiéndose una invasora en tierra sacra. —Me dijo del accidente de otoño.
—Accidente. —Espetó el muchacho despectivo, había tanto veneno en su voz que aquello dolió a Marinette (aunque en realidad lo que más dolía a la joven era el hecho de que había juzgado a Adrien con demasiada dureza cuando los presentaron). —El día de su iniciación, lástima que le hayamos arruinado la fiesta al niño.
—Iniciación. —Repitió Marinette llena de curiosidad.
—No me hagas caso, Marinette. Son mitos del océano. —Dijo el muchacho sonriendo y recuperando un poco de su jovialidad. —Mejor vamos a la playa a buscar a los chicos. Seguramente Alya tratará de convencerte de ir a la lunada esta noche.
—¿Tú vas a ir?
—Normalmente no iría, pero este año pretendo estar ahí.
—¿Por?
—Tengo curiosidad. —Mintió el muchacho.
Marinette no lo conocía lo suficiente para saber si aquello era cierto o no, no sabría que estaba mintiendo hasta mucho tiempo después, cuando conociera la manera en que Adrien torcía el gesto, sonriendo de medio lado cuando ocultaba la verdad.
Adrien ya se había recostado en la tabla cuando dedicó una mirada más a Marinette.
—¿O quieres quedarte a conocer el arrecife?
—¡No! Muchas gracias, la verdad estoy algo cansada. —Mintió Marinette en respuesta, sabiendo que el muchacho no era del todo sincero con ella, pero incapaz de confirmarlo. —Mejor busquemos a los otros.
4.-La otra versión
Alya había revisado toda la ropa que Marinette llevaba en la maleta, comparando una prenda con otra, equilibrando colores (encantada con el buen gusto que la citadina había mostrado en cuanto a ropa de playa), antes de dar su veredicto.
—Chica, tienes mucho potencial aquí.
—Es lo que yo le digo. —Espetó Chloé divertida al llegar a la habitación cargando con sus alhajeros. —Pero no me cree.
—¿Están tus joyas completas? —Murmuró Marinette mirando a su amiga con expresión seria.
—¿Debería faltar algo? —Soltó la rubia, confundida.
—¡N-No! —Tartamudeó Marinette nerviosa, agitando las manos en defensa personal. —Escuché que a veces roban a los turistas cuando ya saben que rentan las casas más equipadas.
—Sí, ya lo había oído, pero tengo las joyas etiquetadas. —Comentó Chloé orgullosa. —Si algo falta lo sabría de inmediato. ¿Qué vas a usar?
—Bueno… —Murmuró la chica insegura, mirando todo cuanto había en su cama.
Sabía que la lunada sería cerca de la playa, y no le encantaba la idea de meterse a nadar al mar tras caer el sol (sabía que el mar era peligroso caída la noche, aunque no tuviese fundamentada esa inseguridad), pero una vocecita le indicaba que era la decisión correcta, así que Marinette levantó un traje de baño azul cían de una sola pieza, de espalda descubierta y tirantes, tenía olanes a los lados de los hombros, complementando el traje con aires coquetos. Tenía un short blanco y sandalias a juego. Sonrió poniendo todo junto.
—Esto.
—Está tirando a matar. —Bromeó Alya codeándose con Chloé.
—No digan tonterías. —Soltó Marinette divertida.
—Vamos. —Soltó la rubia sonriendo con picardía. —Luka está que arde y lo tienes babeando la playa.
—Pues yo te vi volver del mar con Adrien. —Añadió Alya divertida, cruzándose de brazos. —Vas por todo.
—¿Adrikins? ¡Dios! Me encantaría conocerle una novia. —Espetó Chloé rodando los ojos. —Es taaaaan serio.
—Es tímido. —Murmuró Marinette pensando en el muchacho. —No me parece tan serio.
—¿Cuál te gusta? —Inquirió Alya socarrona.
—Ninguno. —Afirmó Marinette sonriendo de medio lado, esforzándose por mentir lo mejor posible y poder convencer a sus amigas. —Me caen muy bien ambos, pero hasta ahí.
—Pues yo nunca te he visto coquetear así en la ciudad. —Acotó Chloé con tanta intensidad que dio el tema por zanjado. —Y Luka estaba feliz con tu coqueteo.
—Es extraño. —Admitió Alya pensativa, mirando por la ventana el mar a lo lejos. —Es el primer año que ambos estarán en la lunada desde hace años. Al menos desde...
El silencio que se apoderó de la habitación dejó clara la razón por la que Alya había interrumpido su oración, las tres chicas suspiraron y bajaron el rostro sin saber qué agregar.
—No puedo creer que perdieran a Emilie en el mar. —Murmuró Chloé.
En la tarde, al salir del mar, Marinette y Adrien habían ido a comer con sus amigos y el rubio había tenido la oportunidad de poner a su amiga al corriente, ahora Marinette conocía la versión del muchacho y comprendía por qué Adrien estaba tan molesto. Aunque no justificaba su resentimiento hacia Luka.
En realidad, no eran versiones tan diferentes, Adrien había dicho que Emilie había ido al Liberty esa tarde para hablar de las reservas. La joven madre estaba furiosa con la cuestión de los inversionistas que querían comprar la playa; con tantos escollos y arrecifes, era el lugar perfecto para hacer comercio, así que hijos del océano y representantes de la playa se habían reunido para hablar del tema. Aunque Anarka habría querido hacerlo en tierra firme y otro día, pero Emilie había insistido en hablarlo en el mar, el día de la luna llena.
Emilie siempre había tenido una relación estrecha con los hijos del océano, así que estaba feliz con el hecho de que su hijo y el hijo de Anarka fueran tan cercanos. Y sabía mejor que nadie lo importante que eran las fiestas de los solsticios para los hijos del océano, precisamente por eso Adrien no terminaba de comprender por qué su made había decidido hacer la reunión el mismo día de la fiesta.
Luka. Adrien sabía que la iniciación de Luka sería ese día, sabía que Emilie entendía perfectamente de qué se trataba aquello y no sabía por qué se lo ocultaban ambos. Así que jamás comprendió por qué le habían permitido estar ahí esa noche.
La única cuestión distinta en las versiones, era el hecho de que Adrien había llamado Tiburón a Luka, como si realmente pensara que él era el depredador.
—Bueno, ahí estaremos también nosotras. —Dijo al final Alya pensativa, considerando hacerla de mediadora en caso de ser necesario.
—Arriba los ánimos. —Espetó Chloe abriendo su alhajero y sacando unos aretes adornados con conchas marinas para ponerlos contra el rostro de Marinette. —Esta noche estamos para animar a nuestros amigos. Estos, ponte estos, tú tienes un collar a juego.
—No me voy a quitar el diente. —Soltó Marinette divertida.
—Ash. —Espetó Chloe rodando los ojos y sacando otros pendientes más pequeños, que parecían dientes de tiburón. —Pues entonces estos, hoy vas a arrasar.
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Luka estaba recostado bocarriba en su tabla, su pierna sangraba levemente, la herida no era muy grande en realidad, si acaso un centímetro o dos, y era superficial, pero, aun así, el muchacho estaba cansado de todo el trabajo que había hecho en la entrada de la bahía.
Kagami emergió del agua y sonrió mirando a su amigo.
—Fuiste muy valiente, Luka.
—Gracias. —Musito sin aliento.
—Aparta. —Murmuró la chica arremangando el short de Luka y sosteniendo ambas manos sobre la herida. —Va a doler.
—Siempre duele. —Murmuró Luka subiéndose la camiseta hasta la boca y mordiendo la tela.
El agua en torno a Kagami pareció brillar, como si tuviera propiedades fotoluminiscentes, las manos de la joven también brillaron un instante, Luka ahogó un gemido de dolor cuando la luz se movió hasta su piel y el muchacho sonrió de medio lado al ver que el cabello corto y azabache de su amiga se movía en torno a ella como si estuviese sumergida en el agua. ¿O estaban ambos sumergidos?
Como fuera aquello, la luz se extinguió al igual que el dolor. Luka soltó la camiseta y se enderezó en un movimiento, observando a Kagami, que sacudía sus manos sobre el agua.
—Esta vez te salvaste por poco. Las rayas no siempre estarán ahí para salvarte el pellejo. Tienes suerte de que sólo fuese un erizo negro, de ser de otro modo...
—Lo sé. No tengo que tentar mi suerte. —Luka hizo una pausa larga y luego sonrió mirando el horizonte, donde el sol comenzaba su descenso, según sus nervios faltarían unos cuarenta minutos para la puesta. —¿La viste? —Murmuró esperanzado.
—Sí, la vi. —Murmuró Kagami sonriendo de medio lado al percatarse de la ensoñación que plagaba su expresión. —No me lo tomes a mal, pero me pareció medio desabrida.
—¡Desabrida! —Exclamó Luka haciendo un aspaviento con tal violencia que casi cayó de su tabla.
—Quería saber si seguíamos en el mismo planeta. —Admitió Kagami poniendo los brazos en la tabla para equilibrarla de nuevo y sonreírle a Luka, que le dedicó una mirada larga de desagrado sumado a una mueca de escepticismo. —A decir verdad, hay algo en ella, una especie de magia antigua y poderosa, no sé explicar qué es. El mar debe tener sus motivos para haberla marcado, pero no creo que sea una hija del océano... Es... muy bonita.
—Es hermosa.
—Lo suficiente para haber capturado tu atención. —Corroboró Kagami ladeando el rostro, como si aquello fuese complicado. —Tiene algo, hizo a Adrien sonreír, y ahora el muchacho confía en ella a pesar de que sabe que te elegiría sobre él.
—¿Qué?
—Marinette. —Dijo Kagami como si quisiera obviar de qué hablaban. —La citadina te elegiría sobre el local. Algo tienes que haber hecho en ella, la escuché hablar al respecto. Ella le dijo a Adrien que siempre se pondría del lado de Juleka por ser su amiga querida y que eso implicaba que siempre te elegiría a ti, aunque hay tanta buena química entre ellos, que podría creer que, en otra vida, ella podría haberlo elegido a él.
—No digas eso. —Soltó Luka ofuscado. —No en el océano, no frente al mar, no... —El muchacho suspiró tratando de serenarse. ¿De dónde había salido toda la ansiedad que sentía en ese momento? La idea de perderla parecía dolorosa a pesar de tener sólo un día de conocerla. Y sabía que aquello era una posibilidad, que la joven eligiera a Adrien Agreste.
Aunque para ser honesto, él preferiría mil veces que Marinette eligiese a Adrien que a sí mismo, pues, aunque supiera que no era responsable de aquello, seguía siendo un hijo del océano, y aunque en su fuero interno la justificación eran sus deberes con el mar, Luka sabía en realidad que, un día u otro él tomaría su lugar en el arrecife como su madre no pudo hacer tantos años atrás, así que no quería herir a nadie teniendo que abandonarle sin poder dar una explicación.
—Mi madre pretende hacer un llamado a los hijos del océano esta noche. —Dijo Kagami para recuperar la atención de Luka. —E iniciará a aquellos que respondan a su canto, así que estate atento, si puedes escucharla, es momento de que vuelvas al océano. Si no puedes, no podré seguir en contacto contigo.
—¿Pasó algo?
—Sí. —Murmuró la chica sumergiéndose hasta ocultar su nariz, sólo sus ojos permanecieron en la superficie y ella desvió la mirada, dudando entre hablar o callar. Emergió un poco para hacerse oír por Luka. —Fu terminó sus cálculos y dice que la profecía de mis abuelos se cumple este solsticio. Esta luna será peligrosa como la luna en la que perdimos a Emilie.
Y sin agregar más, se sumergió de nuevo y dejó al muchacho con los últimos rayos del sol a su espalda.
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La música sonaba con fuerzas a su alrededor, la gente bailaba y se movía por todo el espacio, hacía media hora que Nino había tomado el control de las consolas cuando Marinette llegó a la fiesta.
Le había pedido a sus amigos que se adelantaran, no quería ser una molestia y había fingido un dolor de estómago. Algo le decía que debía permanecer en casa esa noche, pero al final, sus ganas de ver... de estar con sus amigos, le ganaro, y terminó enfilando hacia la playa donde se llevaría a cabo la lunada del solsticio.
Adrien estaba bailando con Chloe y Alya, los tres reían a carcajadas, posiblemente alguna anécdota de la playa.
No. Marinette no tenía ganas de sumarse a la celebración de sus amigos, se sentía demasiado cansada como para quedarse más tiempo ahí. Quería irse a descansar cuanto antes, pero no podía irse sin asegurarse de ver a Luka en ese espacio, puesto que creía que uno de los motivos para el muchacho de perderse esas fiestas, tendría que ver con la rivalidad que cierto rubio de ojos verdes se negaba a aparecer en el lugar.
Si de algo se había percatado Marinette en las veinticuatro horas que tenía en esa playa, era que ambos chicos eran igual de queridos y admirados en ese lugar, pero no terminaba de comprender por qué los miraban con tanto respeto, como si los locales de verdad creyesen que los hijos del océano tuviesen en su sangre, la línea de los dioses.
Suspiró y negó con la cabeza, se iría de ahí antes de ser vista por nadie.
Dio media vuelta a toda velocidad y se arrepintió inmediatamente, puesto que chocó contra lo que pareció ser un muro sólido.
Sí, Marinette tenía la mala costumbre de chocar contra la gente cuando no se fijaba en su camino, y generalmente terminaba en el suelo tras embestir a amigos y desconocidos, generalmente hecha un remolino de disculpas y tartamudeos, palabras torpes que delataban su nivel de inocencia, cualquier persona que hubiese chocado alguna vez con Marinette Dupain-Cheng, podría dar fé del hecho de que la chica no tenía malas intenciones. Bueno, esta vez fue distinto, puesto que, tras chocar (y aunque ella ya iba rumbo al suelo a alta velocidad), la persona con la que hizo coalición la detuvo al vuelo. La chica no requirió abrir los ojos para reconocer el perfume que la tenía intoxicada en muchos sentidos. Los brazos de Luka se cerraron en torno a ella para sostenerla de la caída.
