Luka estaba de pie al borde del océano, las olas se arremolinaban acercándose a él cada vez un poco más. El muchacho no había hecho por acercarse o alejarse del agua, se había limitado a observar la inmensidad del océano mientras esperaba que la luna (que comenzaba a menguar esa noche) alcanzaba su cenit.
Hacía tres años había recibido el primer llamado del océano.
Recordaba el canto ancestral que le había convocado, la música retumbando en el fondo de su cabeza y él sabiendo perfectamente que la canción le pertenecía, pero no la estaba componiendo. Una sinfonía entretejida sólo para él.
Sabía también que los hijos del océano eran llamados una vez, una sola vez. Kagami se lo había dicho las veces suficientes como para que Luka comprendiera que, si no tomaba la oportunidad, entonces no podría volver al océano.
Fue extraño para él conservar todos los obsequios que la luna le dio aquella noche, ese entendimiento de las emociones humanas, la capacidad de hablar con la gente del mar, la posibilidad de enervar o calmar las emociones de las personas a las que tocase en la piel... bueno, a la mayoría de ellos.
Con el paso de los años había comprendido que no sólo podía hacerlo con sus iguales, los peces también parecían reaccionar a su contacto, como si pudiese calmarles, y al mismo tiempo, como si les entendiera.
Junto con la marea, vino también el conocimiento de la lengua de sus ancestros, de la lengua de su padre. Porque Luka no era sólo un hijo del océano, sino también heredero de la sangre de las sirenas. Su padre era un tritón del arrecife, una tortuga longeva que había encontrado el amor en las playas, que había quedado prendado de un caballito de mar del arrecife.
Por largos momentos, Luka le atribuyó a la naturaleza de sus padres, la posibilidad de esa segunda oportunidad, porque su mente no lograba concebir otro motivo para estar escuchando las sinfonías ancestrales justo en ese momento, no había otra explicación lógica (sí, el hijo de un tritón y una hija del océano quería una explicación lógica para aquello) más que el hecho de que su sangre despertara por segunda vez ya que tenía el linaje del océano por dos vías distintas.
El agua por fin alcanzó sus pies y la música lo golpeó, peo no fueron notas claras, ni melodías comprensibles, parecía más un eco frío y distante, como si el origen estuviese muy lejos.
—¿Sigues esperando por ella? —Escuchó Luka a sus espaldas.
Le había tomado bastante tiempo acostumbrarse a la repentina aparición de la voz de Kagami a sus espaldas. Aunque sabía que el sonido provenía del océano y subía por su cuerpo, siempre la escuchaba atrás de sí mismo, del lado izquierdo.
—La luna no ha alcanzado su cenit. —Dijo Luka como si aquello fuese respuesta suficiente.
—No le preguntaste por su decisión. —Acusó Kagami, Luka casi pudo verla frunciendo el entrecejo con los brazos cruzados, negando con la cabeza mientras reflexionaba.
—No quiero presionarla. Le estamos pidiendo que renuncie a su vida por algo que no conoce y que no tiene ápice de lógica.
—No necesita lógica, necesita fe. —Corrigió Kagami exasperada. —Ella misma nadó con su propia aleta en agua sagrada mientras la voz de todos nuestros ancestros resonaba en su cabeza. Y tú estabas ahí, viviendo lo mismo.
—De todos modos, ella necesita tiempo, necesita decidir.
—En cuanto la luna descienda, se acaban las oportunidades.
—Pero la luna no ha llegado a su cenit. —Replicó Luka con una sonrisa, quitándose la camisa y pensando en lanzarla al mar.
Por largos minutos, Luka no escuchó otra cosa más que el agua rompiendo en la orilla, algún insecto en la lejanía, el grito de alguna gaviota.
En la distancia podía escuchar la música de las lunadas. Los hijos de la playa y los hijos del océano celebrando una noche tranquila mientras él esperaba el llamado, mientras Luka esperaba a que la música se volviera clara, que le indicara en qué dirección moverse.
—¿Kagami? —Llamó el muchacho después de pensarlo mucho, preguntándose si su amiga estaría escuchando todavía. —Si Marinette no elige el camino del océano, entonces yo no me convertiré en guía espiritual esta noche
—Lo sé.
—Pero haré la iniciación de todos modos.
—También lo sé.
Ambos guardaron silencio, disfrutando de la compañía.
—Si Marinette no se presenta esta noche, quiero que tú seas mi guía.
El silencio que siguió a esas palabras fue distinto.
Luka y Kagami solían pasar horas en silencio, lado a lado en los escollos de la punta. Podían estar ahí sin decirse nada el uno al otro y no importaba quebrantar la quietud del momento, puesto que ambos sabían perfectamente que no siempre había algo por decir, así que, si uno de los dos guardaba silencio, el otro no necesitaba rellenar con palabras necias y vacías, sino que podía continuar así.
No, este silencio fue de pasmo. Kagami necesitó unos segundos para entender qué estaba pasando en ese momento, como si temiera que Luka fuese a cambiar de parecido de un momento a otro, que fuese a recapacitar y se diera cuenta de que aquello era una tontería.
—El océano debería asignar a tu guía... —Murmuró Kagami, sin aliento, sin saber qué más decir.
Luka soltó una risita antes de añadir: —Lo sé. Pero también sé que puedo elegir a una sirena a quien considere sabia y digna de fungir como madrina o padrino en las iniciaciones, y lo he pensado mucho antes de venir a pedírtelo. Hemos pasado por muchas cosas juntos, eres tú.
—Marinette llegará pronto. —Replicó Kagami apremiante, pero Luka igual pudo escuchar la sonrisa radiante que la joven princesa había compuesto en ese momento, así que asintió sabiendo que acababa de aceptar su petición.
—Pero si no... —Murmuró el muchacho, pero no pudo terminar la frase, Kagami lo interrumpió.
—Cuenta conmigo.
9.-Pas de deux
En ballet se le llama pas de deux a un dúo en el que los pasos de ballet son ejecutados conjuntamente por dos personas, puede ser el mismo paso realizado por ambos bailarines o una variación en la que ambos ejecutan movimientos complementarios.
Sonrais777: Comienzo a creer que tanta creatividad es resultado de tomar seis tazas de café al día jajjaja no me para la mente. Qué bueno que te guste la historia, espero poder seguir con buen ritmo.
Luneth Gray: No te preocupes por el autocorrector, también me ha pasado. Jajajaja me encantó el "Algo que la detenga", le haré un guiño a ese comentario más adelante. Gracias por leer esta historia y por los comentarios, de verdad es bonito saber que voy por el camino correcto con esta historia.
Manu: no te preocupes por lo de tu cumpleaños, de verdad. Como te dije, no puedo escribir esas historias, aunque me hayas dejado sugerencias y demás, no sabría cómo hacerlo, de tu cumple, feliz cumpleaños desde ahora, porque no sé si se me vaya a olvidar y no quiero dejar sin felicitarte.
Marianne E: Creo que este capítulo te va a gustar mucho, de verdad espero que sí. Que sea un des estrés para el viaje que tuviste, pero sé que lo estás disfrutando, justo escribo este agradecimiento y recibo un mensaje tuyo. ¡Dios! Más vale que me estrene la libreta que me obsequió mi hermana, porque de otro modo, me voy a revolver con tantas historias. Disfruta mucho este cap, nos leemos en privado ¡Abrazos!
La música resonaba a todo volumen en las bocinas, la gente bailaba al compás de los acordes, yendo y viniendo por el espacio que tenían disponibles. A pesar de haberse corrido el rumor del asesinato en la playa esa mañana, los turistas y mayoría de locales estaban en la tercera fiesta, sin importarles un comino la probabilidad de ser elegidos como objetivos o blancos.
Juleka estaba en la fiesta, por supuesto. Luka le había hecho jurar que iría, estaba más a salvo en medio de la gente que sola en el barco, así que ahora bailaba en la misma zona que sus amigos (casi todos) mientras que Nino y Alya bailaban tras la mezcladora.
Obvio. Nino había terminado pagando el cover de Kim después de emitir la enésima queja sobre la selección musical del DJ de la fiesta.
Marinette se había ido a la fiesta con ellos, había hablado un rato con Alya tratando de comprender mejor qué pasaría si ella acudía al llamado del océano. Se llevó un susto de muerte cuando la joven morena le llevó hasta Adrien y pidió al rubio que le explicara todo cuanto preguntaba a su amiga. Fue muy extraño darse cuenta de que el chico de verdad tenía más conocimiento sobre el tema de los hijos del océano del que ella hubiese creído, y, aunque al principio se mostró reacia a hacer preguntas o a cuestionar lo que no terminaba de comprender, conforme fue avanzando la charla, ella se atrevió a sacar todas sus preguntas, tratando de desmenuzar lo más posible cualquier duda que surgiera. Necesitaba estar segura de entender todo lo que implicaba ser una hija del océano antes de tomar una decisión, porque la chica había estado a punto de tomar sus maletas y largarse de ese lugar cuanto antes.
Pero ella no huía sin más. Si se iba a ir de Les Cavaliers, sería con la frente en alto, orgullosa de sus decisiones y no huyendo como una cobarde.
Marinette había agradecido a Adrien por su ayuda, pero se había quedado helada cuando el muchacho de ojos verdes le había tomado la muñeca, sosteniéndola cerca de sí mismo antes de murmurar con una pasión abrasadora: —No deberías quedarte con él, no deberías acceder. Por favor, Mari... No nos dejes...
Marinette jamás se habría esperado tanta intensidad contenida en una sola frase. Y durante algunas horas creyó que jamás comprendería por qué aquel muchacho era tan vehemente con la petición de que no se convirtiera en una hija del océano, se preguntaba a sí misma qué sabría en realidad el joven Agreste del tema, puesto que él era sólo un local de la playa.
Y definitivamente, Marinette nunca debía enterarse de que Adrien había ido a buscar a Luka una hora antes de la fiesta para confrontarlo al respecto.
Adrien le miraba furioso, quería a toda costa que se alejara de Marinette. Los Agreste siempre habían recordado las leyendas de la playa, conocían el secreto de los hijos del océano y lo habían visto de primera mano, Adrien mismo había acompañado a Emilie a una reunión con Tomoe, reina de las sirenas, cuando era un niño; había visto la aleta, había estado en el barco cuando la mujer, mitad pez, había acudido al llamado de su madre. Los Agreste llevaban registro de cada sirena y tritón nacidos en tierra firme desde el principio de aquel pueblo, y recordaba perfectamente que cada animal marino representaba una amenaza latente para los terrestres.
—No mientas, Luka. —Dijo Adrien sin temor alguno mientras el muchacho caminaba a pasos firmes hasta él. —Eres el tiburón de esta playa, y le harás daño a Marinette, no quieres convertirla en una hija del océano, quieres hacerla tu siguiente víctima. Y todo este rollo del guía espiritual es para justificar que estén solos en el mar.
Ambos estaban en un callejón cercano a la casa de Adrien, la mansión estaba construida cerca de la playa, pero lejos del centro del pueblo, así que había suficientes calles solitarias, desoladas, como para darles la privacidad que necesitaban para tener esa conversación.
Conversación... Luka sólo había escuchado acusaciones desde que habían llegado ahí, comenzaba a cansarse del niño rico.
—Tú no tienes idea de lo que soy capaz por ella. —Juró Luka con vehemencia, dedicando una mirada fulminante a Adrien, como si le acusara de algo. —Al único al que le haré daño es a ti si vuelves a sugerir que puedo lastimarla. Tú sabes perfectamente cómo soy cuando se trata de defender a los míos, así que deja de acusarme. —Le tomó la camiseta por el cuello y lo azotó contra la pared, acercando peligrosamente su rostro al del rubio. —¿O tengo que recordarte que tú me conoces mejor de lo que quieres recordad? No finjas, antes me confiabas tu vida a mí.
—Yo no le creo a los asesinos. —Advirtió el joven Agreste con una mirada déspota.
—No todos los hijos del océano lo son. ¿Qué pasa, Adrien? ¿Molesto?
—Claro que estoy molesto. Las cosas han cambiado desde que dejamos de hablar. —Apuntó el muchacho con los ojos encendidos. —Ya no soy el mismo niño temeroso de las leyendas de mis padres.
—Es cierto. —Murmuró Luka modulando el tono, acercándose peligrosamente a la boca del rubio. —Has crecido mucho, has cambiado, has madurado y te has convertido en un hombre hecho y derecho. Entonces sólo se me ocurren dos cosas. O estás enamorado de Marinette, o estás celoso de ella.
Adrien jadeó al sentir el aliento de Luka contra su boca, embriagado e hipnotizado por aquel tritón del arrecife, Adrien cerró los ojos percatándose de que el muchacho lo retenía con el peso de todo su cuerpo, no sólo por el cuello, tuvo que recurrir a toda su fuerza de voluntad para no abrir los ojos y agradeció sobremanera cuando la voz de Juleka se alzó al final de callejón.
—Hermano ¡Para!
Luka le soltó. Y una parte agradecía, pero Adrien estaba dividido por mitades entre la rabia y la añoranza de tener al joven guitarrista consigo de nuevo.
—Vete a la fiesta. —Ordenó Luka con voz afilada. —Lo prometiste.
—Me voy, pero tú primero promete dejar en paz a Adrien.
—Lo voy a dejar en paz si él deja que Marinette tome una decisión por sí misma.
Silencio.
El silencio se apoderó del callejón y el viento, helado, se arremolinó entre ellos, como reafianzando el punto del muchacho.
—No creas que no lo sé. Adrien trató de disuadirla. Y agradezco que lo intente, pero ella debe elegir qué es lo que quiere.
No. Para cuando Marinette se había enterado de aquel altercado, estaba demasiado metida en la fiesta de la playa, disfrutando de la música de Nino, de la compañía de sus amigos, bailando al lado de Chloe, ayudándole a elegir a algún turista para que se convirtiera en la conquista de esa noche, sabiendo que nada detendría a Chloe.
Escuchó la música a lo lejos, igual que la noche anterior.
Aunque esta vez la canción sonaba distante, confusa, con eco, viciada.
Marinette miró en dirección al mar.
Juleka fue la primera en notarlo. E hizo una seña a Chloe para que le cambiara de sitio.
Marinette agradeció cuando su amiga le tomó una mano en un apretón fuerte.
—Estamos contigo en esto. —Prometió la joven a gritos, acercándose al oído de su amiga y sonriendo para infundirle valor. —Si necesitas ayuda para resistir, estamos contigo sin importar qué.
—Gracias Jule, lo sé. —Murmuró Marinette sonriendo ampliamente ante las sonrisas de Chloe, Rose y Juleka, sabiendo que nunca había estado más acompañada que en ese momento.
.
(Where we come alive – Ruelle)
Luka suspiró.
El silencio se había extendido hasta que la luna había llegado a su punto más alto. El muchacho sabía que el tiempo se había agotado, así que dio un primer paso hacia el océano.
Y el segundo...
Y el tercero.
Y tomó una respiración profunda, como si aquello le diera el valor que necesitaba para poder lanzarse a lo desconocido y a esta nueva iniciación, sabiendo que Kagami lo esperaba en los escollos de la punta para guiarlo al espacio sagrado donde debía llevar a cabo su iniciación.
Había pasado toda la tarde y parte de la noche preparándose para tomar esa decisión, adentrarse solo en el océano para poder comenzar su iniciación.
Y justo cuando tomó aire para sumergirse y comenzar a nadar, la música se volvió clara, las voces hicieron eco en su mente, las notas se volvieron transparentes, y la voz de Marinette a sus espaldas lo detuvo.
—¿Te vas a ir sin mí?
This is where we come alive
Luka giró medio cuerpo, sonriendo al ver a Marinette de pie al borde del agua, con los pies sumergidos en la marea de la orilla, llevando un traje de baño color rosa pastel con detalles negros, un corte idéntico al azul y violeta, mismo que dejaba a la vista su estrella en el ombligo y la de la espalda baja.
—Si me voy sin ti, ¿quién te va a llevar al arrecife correcto? —Murmuró Luka extendiendo una mano hacia la chica mientras ensanchaba su sonrisa.
Marinette devolvió la sonrisa mientras se acercaba a Luka extendiendo una mano para alcanzar la de él, mientras que, con la mano libre, tiraba de la punta de su trenza, que caía por su hombro de forma dulce y natural.
—Por un momento me dio la impresión de que te ibas sin mí.
—No digas tonterías, Mari. No me iría de esta playa con la esperanza de verte una última vez antes de iniciar mi camino al mar. Sabía que al menos te despedirías.
—¿Para qué despedirme cuando puedo nadar a tu lado?
Luka suspiró con cierto grado de frustración. Aunque su corazón había dado un vuelco de alegría al percatarse de que, de verdad Marinette estaba eligiendo la vida del océano, él mismo no quería dejarla continuar con aquella locura. Como quiera, él había crecido en ese lugar, él siempre había sabido que un día podría ocupar su lugar como embajador del océano, encarar a la reina Tomoe y pedir que le dieran la guardia de su padre. Marinette era otro asunto completamente diferente, así que, dando un paso hacia ella y tomándole ambas manos para transmitirle lo que sentía, Luka comenzó a hablar, cada vez más rápido conforme avanzaba su discurso.
—Mari, que elijas la vida del océano implica que te quedes aquí, al menos un año hasta que domines las habilidades que la luna te dé el día de hoy, y después de eso, ni siquiera estoy seguro de que puedas dejar estas playas. Tu naturaleza estará dividida, necesitarás del agua, del océano.
—Adrien y Alya me lo explicaron todo.
Luka suspiró, ofuscado. ¿Adrien? ¡Fantástico!
—Tendrás que dejar tu vida como la conoces, tus sueños, tus amigos, tu hogar. A tus padres.
—Mis padres están en esta playa, he hablado con ellos esta tarde y están conscientes. No creerás cómo me adoptaron. —Añadió divertida.
Luka sonrió soltando a Mari y dando dos pasos hacia el océano antes de volver a girar medio cuerpo y encararla.
—Si algún novio te está esperando en la capital, le vas a romper el corazón.
—No hay corazones por romper en mi ciudad. —Soltó Marinette divertida, avanzando hasta el muchacho y volviendo a entrelazar sus dedos con los de él. ¿De verdad la estaba sondeando así?
Y no estuvo seguro de por qué, pero Luka sintió muchísima calma ante aquel hecho.
—Tus amigos...
—Chloe alucina con la idea. Jule es de aquí, Rose se sabe las leyendas de memoria... Y bueno, están Kim y Nino que no se enteran de nada en general. Les puedo decir que estaré en un intercambio durante el siguiente año.
Luka sonrió mirando la luna y agradeciendo internamente por aquella oportunidad.
—¿Tienes un argumento para desviar todas mis réplicas acaso?
—Creo que sí. —Soltó Marinette con una sonrisa radiante.
—Muy bien... Que empiece la aventura. —Murmuró Luka antes de besar la mejilla de Marinette y darse cuenta de que la joven llevaba el colmillo de tiburón colgado al cuello. —¿Me lo prestas esta noche? Es mi orgullo el que está en juego si lo usas tú.
—Todo tuyo. —Cedió la chica quitándose la cuerda del cuello y sonriendo para el muchacho antes de volver a tomar su mano. —¿Como anoche? —Murmuró la chica dando un tirón leve a sus manos entrelazadas.
Luka no necesitó mayor explicación al ver sus manos entrelazadas. Recordaba perfectamente la manera dulce en la que ambos muchachos habían encontrado el ritmo al nadar hacia el fondo de los escollos.
—Como anoche. —Coincidió cerrando el apretón sobre la mano de Marinette y sonriendo ampliamente, sintiendo el vínculo vigente.
Luka sintió el calor en la espalda cuando las estrellas de Marinette emitieron un leve fulgor plateado en medio de la noche, ambos se movieron al mismo tiempo, no hubo necesidad de contar, no hubo necesidad de decir nada, ambos tomaron aire al mismo tiempo y se sumergieron en el agua, clavándose en la siguiente ola y aprovechando las corrientes naturales para adentrarse más y más al mar.
Y nadar ahí fue incluso un poco más sencillo que la noche anterior, puesto que en cuanto pasaron los escollos de la punta, Marinette se percató de que sus piernas se movían como una sola, como si tuviesen más articulaciones que sólo la de las rodillas, una aleta de color rosa pálido con escamas negras por todos lados, discretas como si simularan manchas. Tenías que prestar mucha atención para notarlas, pero ella las vio claramente en cuando comenzaron a nadar hacia abajo, mar adentro, mar profundo.
—¿Ves bien? —Inquirió Luka sonriendo, dedicándole una mirada a Marinette antes de volver la vista al frente.
Por un instante, Marinette quiso gritar por la sorpresa de ver a Luka hablando claramente bajo el agua, escucharle, comprenderle, pero ella misma tenía una cola de sirena parecida a la de Luka, el muchacho tenía escamas azul eléctrico con algunas variaciones mínimas, celestes.
Marinette bajó la mirada hacia sus respectivas aletas, divertida ante lo que veían sus ojos.
Su cola tenía aletas a los costados, dos cerca de la cadera, dos a la altura de las rodillas, aletas rosa pastel casi transparentes que se movían conforme ella se movía en el agua. Su aleta del final también era transparente y larga, se arremolinaba con sus movimientos como si tuviese vida propia, como agitar una tela muy liviana dentro del agua.
Sonrió al percatarse de que la cola de Luka era muy similar a la suya la diferencia radicaba en el hecho de que las aletas laterales (de color azul marino, casi negro) de la cadera terminaban en puntas segmentadas, como las alas de un murciélago con destellos celestes, además, el muchacho tenía una aleta dorsal que le iba desde la cadera, casi hasta el final de su aleta.
La aleta de Marinette era delicada, de formas redondas, y puntas elegantes, como gotas de agua. La de Luka era más afilada, formas rectas, afiladas. Ternura y letalidad lado a lado. Rosa y azul.
—¿Ahora eres acuadinámico? —Inquirió Marinette al terminar las comparativas, levantando la mirada y sonriendo para Luka, quien se dedicó una mirada antes de sonreír y asentir.
—Eso parece. ¿Todavía escuchas la música?
—Sí. —Murmuró Marinette pensativa mientras echaba un vistazo a su alrededor.
Una parte de su mente le decía que, conforme se habían ido sumergiendo, debía haber ido perdiendo visibilidad, pero era como si sus ojos se adaptasen al cambio. La chica sonrió maravillada ante el cambio de sus ojos, de su cuerpo. Hacía alrededor de media hora que había dejado de tratar de encontrarle alguna explicación lógica a lo que estaba pasando. Ya iría aprendiendo y entendiendo qué era lo que estaba pasándole.
—Entonces ven, quiere decir que tenemos tiempo todavía.
El muchacho tiró de la mano de Marinette y se encaminaron más profundo, a una grieta en el suelo. Marinette sonrió de oreja a oreja al percatarse de que la grieta estaba, al igual que las cavernas de los escollos, llena de criaturas fotoluminiscentes que se hacían a un lado, despejando un camino para los muchachos que se adentraban en el mar.
La cámara a la que llegaron estaba llena de vida, las paredes estaban cubiertas de vegetación, pececillos nadaban por todo el lugar, emitiendo algunos brillos que le daban un aspecto romántico al lugar.
Marinette soltó la mano de Luka por primera vez y sonrió maravillada, nadando alrededor de todo el lugar, preguntándose cómo era posible que tanta belleza se ocultase tan lejos y tan cerca de la orilla.
—Este es tu mundo... —Murmuró la chica girando sobre sí misma y sonriendo para Luka.
—Es nuestro mundo ahora. —Dijo el joven acercándose hacia ella y ofreciéndole una mano, haciendo una reverencia, como si la invitara a bailar.
Marinette sonrió al ver a Luka apartando el cabello de su rostro con la mano disponible. No estaba segura si nunca se había percatado del verdadero largo del cabello del muchacho o si aquello sería el mismo efecto de la magia de las sirenas. El cabello de Luka se arremolinaba alrededor de su cabeza y bailaba como sus aletas, moviéndose de un lado al otro.
Marinette sonrió soltando su trenza y aceptando la mano de Luka.
—Nuestro... —Murmuró Marinette cuando Luka la atrajo hacia sí y le tomó la cintura, moviéndose de un lado al otro en todo el espacio disponible.
La música resonó con más fuerzas y Marinette cantó entre dientes "This is were we come alive" a la par que Luka comenzaba a nadar de espaldas, llevándola consigo más y más adentro en las cavernas, descubriendo nuevos espacios llenos de peces y de luces que bailaban a su alrededor.
Esta vez no fueron sus tatuajes saliéndose de la piel, de verdad estaban rodeados de rayas y estrellas, que nadaban a su alrededor, arremolinándose conforme su danza evolucionaba.
Luka y Marinette se tomaron de las manos, girando y girando mientras subían hacia la parte más alta de la caverna, montones de burbujas que se formaron a su paso, como si adornaran la danza, ese paso para dos que ellos estaban bailando en ese momento.
Marinette soltó una carcajada cuando Luka volvió a acercarla hacia sí. Ambos pusieron la mano derecha a la altura de sus rostros, tocando sus palmas y nadando en círculo, mirándose a los ojos mientras los peces se alejaban de ellos, como dándoles su espacio para bailar, para moverse. Luka tenía la mano libre oculta en la espalda mientras Marinette había puesto la suya sobre la cintura ensanchando la sonrisa que tenía en el rostro. La chica rompió el contacto y nadó dos vueltas alrededor de Luka, coqueteándole con sus movimientos. No terminó la tercera vuelta y salió disparada hacia la salida de la caverna con Luka siguiéndola de cerca, soltando una carcajada ante la actitud de la joven.
No le costó mucho alcanzarla. Su aleta estaba diseñada para la velocidad, no para la belleza.
Así que tomó a Marinette por la cintura y la hizo girar sobre sí misma, dando vueltas con ella mientras la joven abría los brazos e inclinaba un poco el rostro hacia atrás, con los ojos cerrados y una sonrisa radiante.
Luka le tomó las manos y la hizo girar sobre sí misma antes de atraerla de nuevo a sí mismo y reclinarla hacia atrás... Marinette sonrió maravillada al darse cuenta de que, colgando de los brazos de Luka, podía ver la luna llena.
Sí, Luka la estaba reclinando hacia atrás, pero ambos estaban sumergidos "de cabeza", con la luna a sus pies... a sus aletas.
Estar bajo el agua se sentía como estar suspendido en el tiempo, en el viento, en el vacío. Sin arriba ni abajo, sin adelante o atrás, sin tiempo, sin prisas, sin presiones.
Marinette tomó las manos de Luka y volvieron a girar, pero esta vez cada vez más rápido, más rápido, más rápido, creando burbujas, creando un pequeño remolino entre ellos. Se soltaron sin querer, alejándose el uno del otro por la inercia, pero aprovechando ese mismo movimiento para nadar hacia atrás y regresar al encuentro del otro, entrelazando sus dedos para seguir bailando, esta vez a la luz de la luna.
Y a diferencia de la noche anterior, ambos muchachos escucharon cómo la música fue agotándose, cómo se fue haciendo tenue hasta que los últimos redobles del tambor marcaron el final de la música y el silencio se hizo presente.
Marinette no pudo evitarlo, lanzó sus brazos alrededor del cuello de Luka y el muchacho la apresó contra sí mismo, disfrutando del tacto suave y la piel cálida de la joven que acababa de bailar a su lado al ritmo de una canción ancestral.
—Me da miedo. —Admitió la chica aferrándose con más fuerzas a Luka, permitiendo que el muchacho la atrapara con dulzura, como si le prometiera con ese abrazo que todo estaría bien y no debía preocuparse por nada. —La vida en el océano, completar esta iniciación. No voy a saber qué hacer o qué decir, no tengo idea de qué estoy haciendo.
—Para eso me tienes a mí. —Murmuró el muchacho antes de besar la coronilla de la joven y sonreír, acariciándole el cabello.
El cuerpo de Marinette resultaba diminuto entre sus brazos, delgado y estilizado, la chica era esbelta, claro, con sus respectivas curvas, pero cabía perfectamente en el hueco de su cuerpo, así que Luka sonrió cerrando sus brazos en torno a ella y permitiendo que la joven se aferrara a su espalda.
—Pero ¿y si no doy el ancho?
—Hey... —Llamó el muchacho apretando a Marinette un poco más. —No tienes nada de qué preocuparte, de verdad voy a estar aquí contigo. Estamos juntos en esto, este es nuestro mundo ahora. ¿Lo entiendes?
—Sí... —Murmuró ella sonriendo, y recargando su mejilla contra las clavículas de Luka. —Lo entiendo.
—Bien.
—Luka... —Llamó Kagami a unos metros de ellos, una voz dulce y susurrada, como si hubiese temido interrumpir un momento importante. —Mi madre los espera.
