Kagami le había dicho a Luka que Marinette debería permanecer cerca del océano, pero fuera del agua lo que restaba de esa noche.
—Puedo quedarme en el barco, con Jule esta noche. —Sugirió la sirena mirando a Kagami y a Luka alternadamente. —Ella entenderá.
—No, no puedes estar tan cerca del mar. —Sentenció Kagami, consiguiendo que Luka compusiera una mueca de disgusto. —Marinette, debes estar lo más cerca del mar posible, habrá noches que despiertes asfixiándote y deberás entrar al agua cuanto antes, no será lindo, pero tu cuerpo debe adaptarse a tu doble naturaleza. La casa de Luka es el mejor lugar en el que te vas a quedar.
¿Y de cuándo acá era la princesa del océano tan mandona como su madre?
—Kagami, Juleka sabe. —Puntualizó Luka, molesto.
—Sí, Luka. —Espetó Kagami con las manos en las caderas. —Y si estuviéramos en un solsticio normal, me encantaría ver a Marinette pasar la noche en el Libertad, pero esta noche hay un tiburón suelto y puede oler a una hija del océano recién iniciada. Perdóname. —Soltó mirando a Marinette con el entrecejo fruncido, consiguiendo que la joven asintiera con la cabeza, como haciendo una concesión. —Pero esta niña todavía huele muchísimo a humana, y todas las leyendas que conozco hablan de que los tiburones están resentidos con los hijos de la playa.
Luka abrió los ojos, pasmado, como si no hubiese considerado aquella posibilidad hasta ese momento.
—Ella corre peligro en el Libertad. —Murmuró Luka, comprendiendo aquello.
—Tu casa, por otro lado... —Sugirió Kagami con una sonrisa pícara.
Luka depositó con cuidado a Marinette en su cama, percatándose de que la aleta había por fin desaparecido, dejando en su lugar un vestido dorado con destellos rosas, la parte alta era idéntica a lo que Marinette había usado en la fiesta, la diferencia radicaba en que ahora una falda de cola de pato colgaba hasta sus rodillas y la envolvía con elegancia.
La chica estaba cansada, le dolía todo el cuerpo, y estaba a punto de caer rendida ante el sueño, hasta que Luka la cubrió con una manta, apagó la luz e hizo ademán de salir de la habitación.
—¿Te vas? —Murmuró la chica sin fuerzas para levantarse.
—Quiero dejarte descansar. —Admitió Luka con una mano puesta en el marco de la puerta, mirando dulcemente a la joven.
Marinette reparó en el atuendo de Luka. El muchacho llevaba un pantalón ajustado con placas de metal en las caderas a manera de aletas dorsales, todavía llevaba la hombrera sujeta y sus brazos tenían los protectores de cuero, pero la espada y los guanteletes se habían quedado en la mesa de la cocina. Poco a poco, su cabello había vuelto a su habitual bicolor, negro y celeste, pero el largo no había cambiado. Ahora caía hasta sus hombros, enmarcando su rostro puesto que había conservado las trenzas.
—¿Me vas a dejar sola aquí? —Murmuró la chica acomodándose mejor en su sitio, sintiendo que los párpados le pesaban demasiado como para abrir los ojos. —Con un tiburón suelto... —Añadió divertida, preguntándose si podría chantajearlo con eso.
No, Marinette no pudo más contra el cansancio, escuchó la puerta cerrarse y ya ni siquiera hizo el intento de abrir los ojos, pero sonrió ampliamente cuando escuchó el metal golpear el suelo unos segundos antes de que Luka se metiera en la cama a su lado y la abrazara con fuerzas, sosteniéndola contra su pecho.
—¿Qué parte de mi juramento no te quedó claro? —Murmuró el muchacho, divertido ante la forma felina en la que Marinette se acurrucó contra él.
—Hablando del juramento. —Murmuró la chica al borde del sueño. —¿Qué es eso de que estamos comprometidos ahora? Explícame por favor.
—¿No te quieres casar conmigo cuando terminen nuestros entrenamientos? —Murmuró Luka, sintiendo que su sonrisa se ensanchaba cada vez más, regresándole el bullying que acababa de recibir. —Esta noche parecías muy segura.
—No, sí quiero. Pero quiero entender qué pasó.
—Esa mesa está diseñada para que las marcas de nuestro pueblo aparezcan. Normalmente, cuando un guardián laza su vida a la de su protegido, se crean una especie de pulseras de tinta, como nuestros tatuajes.
—Pero nosotros tenemos anillos de compromiso. —Murmuró Marinette al borde del sueño.
—La magia antigua conoce los deseos de aquellos que juran. —Admitió Luka cerrando sus brazos de forma dulce en torno al cuerpo de Marinette, temiendo asustarla con la intensidad de sus sentimientos, preguntándose (aun sabiendo que era correspondido) qué tan parecidos serían los de Marinette por él. —En nuestro caso, no habrían formado anillos si el deseo no fuese mutuo.
El silencio se alzó entre ellos, se extendió tanto que Luka consideró que Marinette se hubiese quedado dormida, pero cuando ella se removió hasta recargar su cabeza contra el hombro del muchacho, entrecruzando sus piernas con las de él y atrayéndole cerca, él sonrió tomando presa a la joven, respirando profundo el aroma que expedía, su calor, deleitándose en el contacto suave de la piel desnuda de Marinette contra sus brazos, su pecho, su cuello, sus piernas.
—Luka... —Murmuró ella arrastrando las palabras, presa del cansancio. —¿A qué ibas a renunciar si te juraba esta noche en lugar de jurarle a Kagami?
El muchacho tomó una respiración profunda, organizando sus pensamientos. De todos modos, no era como si fuese a confesar algo que Marinette no supiera, pero no sabía cómo ponerlo en palabras sin sonar pretencioso.
—No estaba seguro de que me correspondieras, así que para mí era más importante en ese momento que tuvieras un buen guía, mis emociones pasaban a segundo término. —Luka suspiró al sentir a Marinette asentir contra su pecho. —Acababas de decidir convertirte en una hija del océano, estabas por tomar tus votos ante el mar, ante la diosa y ante la reina, así que merecías que alguien te guiara con toda la sinceridad que un guardián fuese capaz de tener contigo. Honestamente prefería quedarme a tu lado para mostrarte mi mundo y esperar un año para tomar mis votos como guardián. El problema es que el vínculo espiritual con un guía implica renunciar a todas las demás posibilidades puesto que debemos dedicar nuestra vida a instruir y guiar, así que, si me jurabas o te juraba como un guía esta noche, eso querría decir que debía renunciar a mis sentimientos por ti. No sólo estaría ligado a ti como una especie de... maestro, sino que debía esperar un año para convertirme en guardia y jamás podría enamorarme de ti.
Marinette se levantó, sosteniéndose en el codo para poder mirar a Luka a los ojos, tenía expresión de indignación, estaba molesta, dolida.
—¿Las leyes de tu pueblo van en contra del amor?
—No. —Defendió Luka sentándose y tomando el rostro de Marinette entre sus manos. —La magia del océano es incomprensible y peligrosa, y gente que se ha jurado para convertirse en guía de otros y han mezclado emociones en sus deberes, han terminado mal. Es para nuestra protección. Imagina que estás aprendiendo a pelear, y por estar enamorado de ti, te evito las peleas y los enfrentamientos, y te quito cualquier oportunidad para aprender; si alguna vez corrieras peligro de verdad, te habría matado al sobreprotegerte. Los sentimientos interfieren con nuestros deberes como guías.
Marinette suspiró, no muy convencida de las palabras de Luka.
—Kagami lo explica mejor. —Admitió el muchacho sonriendo de medio lado antes de atraer el rostro de Marinette hacia sí.
—Espera... —Murmuró Marinette cayendo en cuenta de las palabras de Luka. —¿Estabas dispuesto a renunciar al juramento con los guardianes, por mí?
—Sí.
—¿De verdad planeabas dejar un año algo que estuviste esperando toda tu vida sólo por acompañarme en esto?
—Sí. —Repitió Luka, seguro de sí mismo, acariciando la piel de la chica. —Ya había esperado veintidós años, podía esperar un poco más.
—Luka, ¿estabas dispuesto a renunciar a mí?
—Si con eso podía significar mi vida para que tu entrada al océano fuese sencilla, habría renunciado a todo por ti, así como tú estabas renunciando a todo para seguirme.
Aquel era el tercer beso que compartían. La chica suspiró de amor, no pudo evitarlo, suspiró de amor antes de lanzar el rostro hacia adelante y moverse hasta sentarse a horcajadas sobre el regazo de Luka, trenzando sus piernas en torno a la cintura del muchacho mientras él le sostenía las rodillas para darle soporte. Sí, está bien, tenía tres días y medio de conocer a aquel guardián del arrecife, y aun así ya no podía negar el hecho de que su corazón latía el nombre con violencia, con vehemencia, con amor, como si gritar "Luka Couffaine" fuese más importante que bombear sangre a su sistema.
La boca de Luka tomó la suya con dulzura, sus labios la cubrieron un momento antes de que él suspirara contra su piel y suspirara contra su boca. Ella hizo lo mismo, acariciando lentamente la espalda desnuda de Luka, permitiendo que sus dedos pasearan por las figuras angulosas de sus músculos, de sus huesos, hasta encontrar un lugar en sus hombros y pegar su cuerpo al de él.
Luka le delineó la boca a Marinette con la punta de su lengua, consiguiendo que la chica se estremeciera un momento, con demasiadas emociones corriendo por todo su cuerpo.
Las manos del muchacho encontraron un lugar bajo el vestido, recorriendo la espalda baja de Marinette y subiendo lentamente, trazando un mapa, reconociendo la zona. Y el beso se extendió un poco más, hasta que ambos necesitaron del aire y se separaron ligeramente, mirándose a los ojos, llenos de añoranza.
Marinette soltó una risa nerviosa ante la mirada vidriosa y los labios hinchados, una sonrisa enamorada, un tanto boba, pero sincera. Tres días y ya sentía que no podría volver a vivir sin la presencia de aquel muchacho en su vida.
—Hay que dormir. —Murmuró Luka, pensativo, acariciando el rostro de Marinette, sonriendo ante el repentino sonrojo de la joven. —Mañana tenemos muchas cosas por hacer, tú debes descansar antes de ir ante la princesa del océano e iniciar tu formación. —Luka hizo una pausa larga, componiendo una expresión sombría que hizo que Marinette le besara la frente, los párpados, los pómulos, las mejillas, la boca, Luka suspiró contra su boca antes de sonreír y continuar. —Las investigaciones deben seguir.
—Sé que atraparás al tiburón. —Prometió Marinette sonriendo ampliamente, sintiendo que la adrenalina pasaba y el sueño se apoderaba de ella.
11.-La casa en la playa
Scarlett Half-moon: Había pensado también en que tienen tres días de conocerse, y honestamente me lo pensé mucho antes de hacer el segundo juramento, pero en cuanto inicié ya no pude continuar. En efecto, construir esta mitología ha sido un reto para nosotras y tu comentario me ha dejado pensando. Nos propusimos a escribir algo original, a ver que resulta para compartirlo con el mundo. Respecto a Confesiones, pronto tendrán más de esa saga, lo prometo. Gracias por leer y por comentar, de verdad me da paz saber que voy por el camino correcto.
Luneth Gray: No pude dejar de escribir jajajaja. Las ventajas y desventajas de estar escribiendo dos historias al mismo tiempo, decidí seguir escribiendo y aprovechar el tiempo libre que tuve en la tarde para poder actualizar. Honestamente espero mantener el ritmo. Desde Ikari Gozen me enamoré de Kagami, pensé en que quería abordar un personaje tan complejo y bello como resultaba ser ella, y este es el resultado de los desvelos. Lo de Adrien enterándose que Mari es una sirena me ha dado una idea, pero luego, por lo pronto te entrego esto. ¡Nos leemos!
Marianne E: Y los guiños siguen, pero creo que los verás más en Confesiones que en Océano. Espero te guste lo que viene a continuación, se acerca el momento de ponerlos a sufrir. Ya, ninguna de las dos tiene por qué sentirse intimidada, te lo pongo así, tiene tus fuertes y yo tengo los míos, unamos nuestras fuerzas para crear algo digno de ver la luz. Ya viste tú todo lo que me costó hacer los vestuarios y adornos, los bailes y los juramentos, gracias por el apoyo, de verdad me levantó mucho el ánimo. Por cierto, ya era hora de que reviviera a Fu, o de que apareciera por aquí, a ver qué tanto material nos da para esta saga.
Sonrais777: Alguna vez escuché que Clow explicaba que la magia lunar de Yue hacía que la gente se sintiera atraída hacia él. En fin. Pronto vendrán momentos Lukanette más tranquilos, por lo pronto una pausa antes de seguir con la historia y actualizar confesiones
Manu: Sería lindo tener un beso en la serie, pero sólo nos queda esperar hasta el verano del año entrante. A Nath lo veo mucho con Mark, no me suena con Alix. A ella si acaso la veo con Max o con Kim, pero no estoy segura, no quiero malabarear con más ships de los que estoy usando, ya poco a poco iré poniendo algo con Kagami.
La casa de la playa era un espacio de un piso, entrando lo primero que veías era la sala y la cocina, divididas por una barra alta, un desayunador de varios bancos. Al fondo había una habitación, la que había pertenecido a Louis y Anarka alguna vez, pero ahora Luka había convertido en una bodega para guardar sus cosas, las tablas de surf, la guitarra, un par de cosas más. Antes de eso había un pasillo corto con dos puertas, las habitaciones que habían pertenecido a Luka y Juleka, cada una con su respectivo baño.
Habían considerado construir una alberca alguna vez, cuando Juleka había insistido con que quería aprender a nadar, pero la idea de conseguir el Libertad siempre fue más pesada, y los niños lo agradecieron sobremanera.
¿Cuántas veces no habían jugado Juleka y Luka a que eran piratas que escondían tesoros en islas remotas? Las espadas de madera que Louis había lijado con sus propias manos para sus hijos. Las veces en que ambos niños habían bajado del barco y salido corriendo hasta la playa.
Anarka había estado dispuesta a vender aquel lugar unos años atrás, pero Luka le hizo jurar que la conservaría.
Había cosas que no tenían precio para Anarka en esta vida, y una de ellas fue el rostro que su hijo puso cuando la mujer, con las primeras canas de su vida, puso la casa a nombre de su primogénito y le entregó las llaves cuando cumplió la mayoría de edad diciendo: Es tu casa ahora, tú sabrás.
Golpes violentos, bruscos, repetitivos. Golpes acelerados que taladraron en la cabeza de Luka como si le estuviesen golpeando desde dentro del cráneo, y al mismo tiempo parecían venir de muy lejos. El muchacho apretó el gesto antes de abrir los ojos, emitiendo un gruñido gutural en respuesta.
Lo primero que vio el muchacho fue el cuerpo de Marinette, su espalda delgada envuelta todavía en el vestido de gala, el cabello desperdigado por la almohada, lejos de su rostro, la chica estaba profundamente dormida; cuando Luka abrió los ojos, sólo vio la figura delgada de Marinette dándole la espalda, aferrada a su brazo, él la apresaba contra su pecho. Luka suspiró acomodándose, pegándose un poco más al cuerpo de la chica y pretendiendo volver a dormirse, considerando que aquellos golpes hubiesen sido su imaginación.
Pero volvieron a aparecer.
—¡Couffaine! —Escuchó el muchacho a la par que los golpes reiniciaban.
Adrien estaba en la entrada de su casa, aporreando la puerta para despertarle.
—Luka... —Murmuró Marinette removiéndose en su sitio, apretando el gesto, incómoda ante la cantidad de luz que se reflejaba en las paredes azul claro de la habitación.
El aludido aprovechó el movimiento para liberar su brazo y cubrir a Marinette con las sábanas.
—Duerme. —Pidió besándole la sien y saliendo de la habitación. —Veré qué quiere este pelmazo.
Los golpes frenaron de nuevo y Luka carraspeó enfundándose en un short de mezclilla antes de salir a recibir al "invitado".
—¡Couffaine! —Espetó Adrien con más violencia antes de volver a azotar la puerta con el puño.
—¡Qué quieres! —Espetó Luka abriendo y apartándose, consiguiendo que Adrien diera un traspié y entrara un poco en la casa. —Adrien, por piedad. —Soltó Luka ofuscado, tallándose un ojo mientras se dirigía a la cocina y dejaba al rubio, pasmado, en la entrada. —Tienes llave de la casa, no necesitabas hacer tu escándalo si querías entrar. Tengo una cruda espiritual monumental, tampoco hace falta gritar.
—¿Dónde estuviste anoche? —Espetó el rubio ignorando la broma del guitarrista.
—En los escollos. —Soltó el muchacho como si aquello fuese obvio, dirigiéndose al refrigerador y buscando algo qué comer. —Prestando juramento. —Complementó sacando el galón de leche y buscando un vaso para servirse.
—No me hagas reír. —Espetó Adrien, furioso, mientras se acercaba hasta él para poder mirarlo a la cara.
—Sabías que me presentaría ante la reina anoche. Te lo dije. —Insistió Luka sirviéndose y sentándose a la mesa, dejando el galón destapado, pero cerca.
—Sí, y también dijiste que dejarías a Marinette en paz. —Espetó Adrien siguiéndolo por la cocina hasta plantarse frente a él y dedicarle una mirada furiosa. —Dijiste que dejarías...
—Que dejaría que ella tomara una decisión. —Interrumpió Luka llevándose el vaso a la boca.
—¿Ah sí? —Espetó Adrien golpeando la mesa con ambas manos abiertas, agachándose para encarar a Luka mientras bebía. —Entonces ¿por qué arrastraste a Marinette al mar en medio de la noche si...? ¿Estás usando un vaso? —Soltó Adrien, confundido, al ver a Luka con la boca pegada al cristal. —¿En tu propia casa?
—¿Qué tiene de raro? La gente usa vasos todo el tiempo.
—Pero tú no. Al menos no en tu casa.
—Tienes razón. —Ironizó Luka sonriendo, socarrón y burlesco. —Lo que ves es magia de sirena.
—Está aquí, ¿verdad? —Soltó Adrien enderezándose. —Marinette está aquí.
Luka suspiró frustrado, pero no dijo nada, le dio otro sorbo a su vaso sosteniendo la mirada de Adrien, reacio a dar una respuesta.
—¡Marinette! —Exclamó el rubio comenzando a caminar hacia la habitación, consiguiendo que Luka soltara un suspiro, harto del rubio.
—No vayas a entrar sin tocar. —Advirtió Luka sin levantarse de su asiento.
Acto seguido, Luka escuchó cómo Adrien aporreaba la puerta de la habitación.
—¡Voy! —Exclamó Marinette, molesta.
Luka se puso de pie y comenzó a caminar hacia su habitación, considerando seriamente echar a patadas a Adrien. Le quería muchísimo, era cierto, pero justo ahora, con el dolor de cabeza que le taladraba, no estaba dispuesto a aguantar ningún berrinche.
—Mari, si Luka te hizo algo dímelo por favor. —Llamó Adrien mirando la puerta.
—No le hice nada que sea de tu incumbencia. —Soltó Luka divertido, recargando un brazo en el marco de la puerta y acercando su rostro al de Adrien, tratando de intimidarlo. —Y definitivamente, nada que no te haya hecho antes.
—¿Lo que acabo de escuchar es en serio? —Soltó Marinette divertida mientras abría la puerta y le sonreía a Adrien.
La joven lucía radiante con aquel vestido de princesa, se había trenzado el cabello hacia un lado y sonreía para Adrien, que se había quedado boquiabierto al verla. El rubio la observó de pies a cabeza, demorándose unos segundos extra en sus piernas, como si no pudiera creer lo que sus ojos veían en ese momento.
—Tienes piernas. —Murmuró el muchacho, pasmado.
—Dos. —Acotó Marinette guiñando para Luka, aprovechando que Adrien todavía no levantaba la mirada. —Como la mayoría de las personas que conozco.
—Pero... Alya, y Andrée. Ellos vieron a Luka anoche, te traía consigo, eras...
—¿Una sirena? —Murmuró Marinette al darse cuenta de que Adrien no continuaría con su frase. La joven sonrió tomándole el mentón a su amigo para obligarlo a mirarla a los ojos. —No hay aleta. Dos piernas.
—Pero...
—¿Te invito a desayunar? —Murmuró Luka alejándose a pasos calmados hacia la cocina.
Adrien volvió a barrer a Marinette con la mirada mientras la joven se dirigía hacia Luka, observando la casa con detenimiento.
—No terminaste de explicarme esto. —Comentó la chica moviéndose por la cocina, abriendo y cerrando gavetas, buscando, familiarizándose con la casa. —Vives aquí.
—Era la casa de mis padres, hasta que mi madre adquirió el Libertad. —Confesó Luka con media sonrisa, guardando la leche en el refrigerador y haciéndose a un lado para dejar a Marinette revisar todo cuanto ella quisiera. —Aunque originalmente mi madre pasaba más tiempo en tierra firme, desde que mi padre se volvió un consejero oficial, ella comenzó a pasar más y más tiempo en el barco, hasta que se volvió cosa de tiempo completo.
—Pero tú vives aquí.
—Sí. —Murmuró Luka recuperando su vaso y recargándose en la barra, mirando a Marinette colocar una cacerola en el fuego y sonreírle. —Es más sencillo. Si Kagami necesita contactarme sabe dónde estoy todo el tiempo.
—Pensé que la marea no alcanzaba la casa.
—No, a menos que Kagami lo necesite.
—Me dijo que le pediste que fuese tu guía.
—Dejen de actuar como si no estuviera aquí. —Espetó Adrien ofuscado, llegando hasta la cocina y encarando a los muchachos, parándose en jarras con el entrecejo fruncido.
—No lo hacemos. —Soltó Luka divertido. —Te invité a desayunar, que te quedes pasmado es tu problema, nosotros te estamos dando tu espacio para que sigas pensando en la inmortalidad del cangrejo o para que logres descifrar el universo. No voy a dejar de poner al corriente a mi protegida sólo porque estés aquí.
—Protegida... —Repitió Adrien, cada vez más confundido.
—El primer día lo dije, Agreste... —Soltó Luka fastidiado mientras Marinette sacaba harina de la alacena y le sonreía a Luka con expresión serena, pero una mirada determinada, una petición silente de "Pórtate bien".
—Bueno, creía que querías protegerla de Andrée.
—Al principio fue sólo eso.
Adrien esperó paciente por la siguiente explicación, mientras que Marinette preparaba una mezcla para hacer hotcakes, preguntándose si le diría algo a Adrien respecto a sus motivos para llamarla protegida suya.
No, Luka no añadió nada más. Se movió alrededor de Marinette, alcanzándole los ingredientes y rebanando algunas naranjas para preparar jugo fresco.
—¿De verdad se van a poner a jugar a la casita? —Espetó Adrien cruzándose de brazos.
—¿Hay algo más importante por hacer? —Respondió Luka en el mismo tono, buscando los ojos del muchacho, pero el globo para mezclar se interpuso en medio de sus miradas y Marinette se lo acercó a la boca, obligando a probar la masa. —¡Hey! Esto está delicioso.
—Mi padre es panadero. —Soltó la joven con una sonrisa radiante, orgullosa, antes de mirar a Adrien. —Mira, entiendo tu frustración, pero tengo hambre. Yo no puedo pensar con el estómago vacío, si tú ya desayunaste o si tú puedes andar hambreado, bien por ti, pero antes de moverme, yo voy a desayunar y me voy a encargar de que este guardián del arrecife desayune también. ¿A qué viniste? A todo esto.
—Quería asegurarme de que estabas bien. —Admitió Adrien levantándose de su asiento antes de acercarse a Marinette y encender la estufa, moviéndose por la cocina como si conociera aquel lugar de memoria. —Tus amigos dijeron que saliste de la fiesta sin despedirte, así que me preocupé. Y luego Alya y Andrée dijeron que vieron a Luka salir del agua con una sirena en brazos, sabía que eras tú.
—Gracias por preocuparte, Adrien. Pero te prometo que estoy a salvo con él.
—Hay algo más... hubo otro muerto.
—¿Qué te parece si dejamos los temas escabrosos para después del desayuno?
—No puede esperar. —Urgió Adrien.
Y aunque Luka habría querido reñir al rubio por su actitud insistente, Marinette se desvaneció un instante, amenazando con derrumbarse, sosteniéndose de la barra en el último minuto y volviendo a ponerse de pie.
Luka la sostuvo por la cintura y le dedicó una mirada crítica.
—Estoy bien. —Prometió la chica dedicándole una sonrisa. —Es que he dormido muy poco.
—Y ahora te vas a sentar a desayunar. —Espetó Luka abrazándola y guiándola hacia una silla cercana, misma que Adrien recorrió un para darle espacio. —Y luego nos moveremos a donde sea.
