—Mari, no tienes que hacer esto... —Murmuró Luka cuando estuvieron a metros de la playa principal.
Luka había frenado frente a ella, tomándole el rostro entre las manos y mirándola con intensidad contenida, como si tratara de escrutar su alma, a pesar de que no hubiera secretos. Porque, vínculo o no vínculo, Marinette era un libro abierto para Luka, sencilla de leer, transparente como el océano ante sus ojos, pero necesitaba asegurarse.
—Está bien, Luka. De verdad quiero ir donde vayas tú.
—Ese juramento se lo hiciste a Kagami. —Reprochó el muchacho componiendo una sonrisa, orgulloso de aquella joven y valiente sirena.
—Pero a ti te juré sería tu refugio, compartiríamos el miedo y otras cosas.
Luka carraspeó negando con la cabeza.
—¡Hey! —Llamó Adrien, que los había adelantado un par de metros sin darse cuenta de que los muchachos habían frenado. —¿Vienen?
—De verdad, Luka. Voy a estar bien. Quiero hacer esto. —Y tras una pausa larga, Marinette acarició una mejilla de Luka y añadió. —Soy embajadora de la playa, la intermediaria de Kagami, necesito hacerle saber esto, y sólo podré ser real si lo veo con mis propios ojos, estoy lista.
—Eres una chica extraordinaria, lo juro. —Murmuró Luka antes de besar la frente de Marinette conteniendo las ganas de comérsela en esa playa.
Marinette le ofreció una mano mientras ensanchaba su sonrisa socarrona y una mirada entre las pestañas, como si lo desafiara a mostrarse auténtico, como si lo retara a gritar a los cuatro vientos lo suyo, como si pusiera a prueba su temple.
Luka sonrió negando con la cabeza y levantó su mano para tomar vuelo, como si su intensión fuera sólo chocar palmas con la chica; el sonido llamó la atención de Adrien, quien se quedó con la boca abierta cuando los vio caminando de la mano hasta alcanzarlo. No. Ni siquiera quería preguntar al respecto, ni siquiera diría nada.
Los tres frenaron al llegar frente a Andrée. A espaldas del muchacho, en el suelo cubierto con una lona blanca, estaba el cuerpo de una joven.
12.-Los regalos de la luna
(Bad dream – Ruelle)
Marinette distinguió el traje de baño rosa brillante, el cabello negro, los tatuajes en los tobillos, la había visto bailando con Chloe cerca de la barra antes de escabullirse de la fiesta para adentrarse en el mar, la chica parecía una persona amable, con una sonrisa sincera para las personas con las que bailaba, su mirada era coqueta, pero ella no parecía estar coqueteando con los asistentes de la fiesta, más parecía un rasgo de su personalidad.
¿Por qué la habían elegido a ella como objetivo?
Anika. El nombre de la chica la golpeó de lleno, se llamaba Anika, y se la habían presentado antes de que ella saliera, había intercambiado besos en las mejillas con aquella joven bella y rebelde antes de elegir el camino del océano.
Marinette se soltó de la mano de Luka y se acercó al cuerpo, agachándose junto a la chica, preguntándose si habría sufrido al morir. La piel pálida por las horas que tenía abandonada en la playa le hicieron querer tocarla, era casi como si le llamara por su nombre. Estaba en trance.
Marinette no pudo resistir el impulso de tomar la lona entre sus manos y descubrir el rostro de la chica.
Anika tenía los ojos cerrados y el rostro vuelto a un lado, en dirección al océano.
Marinette escuchó a Andrée balbucear algo, pero luego la voz de Luka se alzó clara sobre todas las demás, una orden tajante.
—Ella es la embajadora de Kagami, puede hacer y deshacer como le plazca.
Retiró la lona por completo, presa de un trance que no comprendía. Marinette se agachó sobre el cuerpo, poniendo el rostro a la altura del de Anika, el aroma a agua estancada se había hecho presente y algo más. Sangre seca, agua salada, ¿putrefacción acaso?
—¿Qué hace? —Murmuró Adrien, confundido, percatándose de que algo parecía brillar en la espalda baja de su amiga, por debajo del vestido.
—No tengo idea. —Admitió Luka en el mismo tono de preocupación.
Marinette lo escuchó claro, un susurro, como si la chica hablara. Escuchó el susurro por encima de todos los ruidos de la playa y la curiosidad pudo con ella.
Confundida, la joven pelinegra se agachó un poco más, acercando el oído a la boca de Anika para escuchar mejor, lo que fuese aquello. No supo si su error fue haber tocado la muñeca del cuerpo o ponerse al alcance, pero estuvo segura de que aquel sería el primer regalo que la luna le había hecho ahora que había tomado juramento.
Anika volvió el rostro y tomó las muñecas de Marinette en un gesto violento, gritándole al oído.
—¡Yo fui asesinada!
Marinette ahogó un grito por la impresión mientras las manos de Anika se cerraban en torno a su cuello con afán de estrangularla, no supo en qué momento había terminado con la chica sentada a horcajadas sobre su cintura y haciendo palanca con el peso de su cuerpo para asfixiarla, y en medio de su lucha contra ella, Marinette vio escenas proyectadas dentro de su cabeza. Anika dejando la fiesta, Anika encendiendo un cigarrillo, Anika tirando la colilla en dirección al mar, Anika encendiendo un segundo cigarrillo, Anika encarando el camino de regreso.
Un tiburón.
O al menos la cabeza de uno. Porque el cuerpo era humano, pero en las manos tenía aletas plateadas que centelleaban ante la luna como si brillaran con luz propia. Los dientes, afilados y peligrosos acercándose, el tiburón del arrecife caminando lentamente hacia ella, como si la tanteara, como si supiera que ella no podía escapar.
Marinette escuchó el grito desgarrador que Anika soltó cuando el tiburón le mordió el costado, vio la sangre salir a borbotones, sintió en su propio cuerpo el dolor de la joven que estaba siendo asesinada.
¿Cómo era posible que nadie la escuchara? Sus gritos eran desgarradores, el océano completo se había estremecido ante aquello. ¿Cómo era que tampoco ella ni Luka lo habían escuchado?
La vorágine de imágenes frenó de golpe y Marinette cayó de sentón, ahogando un grito, consiguiendo que Adrien y Luka se acercaran a ella. Aunque la joven pelinegra retrocedió varios metros en la arena, arrastrándose de espaldas para poner espacio de por medio, los brazos de Luka se cerraron en torno a su cintura y el muchacho la puso de pie en un movimiento rápido.
—¡Dios! —Murmuró Marinette girando sobre sí misma y abrazándose a Luka, consiguiendo que el muchacho la mirara, confundido, mientras la apresaba.
Adrien y Luka intercambiaron una mirada de confusión ante aquello.
—¿Mari? —Llamó Adrien, acongojado. —¿estás...?
—¿Por qué nadie la detuvo? —Sollozó la chica con fuerzas, aferrándose a la camiseta de Luka como si aquello fuera su ancla a la realidad. —¿Por qué la dejaron herirme?
—Marinette, ¿de qué hablas? —Musitó Luka con voz trémula mientras se separaba de la chica y le tomaba las mejillas para poder mirarla a los ojos. —Mírame... —Pidió en voz baja al percatarse de que la chica tenía los ojos apretados y lágrimas gruesas poblaban sus mejillas. —¡Mírame! —Exigió en un grito.
Marinette abrió los ojos, pasmada, incluso dejó de llorar. Luka tenía la mirada descolocada, no entendía lo que estaba pasando, así que Marinette respiró profundo y bajó la mirada hacia sus manos. Anika la había sostenido con tal fuerza en las muñecas, que ella estaba segura de que le habría dejado marca, tenía la piel blanca, cualquier cosa dejaba marca. Pero ahí no había nada.
Marinette se llevó las manos al cuello, como si fuese a saltar algo, alguna prueba de lo que había ocurrido.
Volvió la vista al cuerpo, que seguía en la misma posición que antes, con los ojos cerrados y el rostro vuelto al mar.
—Pero ella gritó... —Murmuró Marinette confundida.
—¿Viste algo? —Murmuró Luka volviendo a tomar el rostro de Marinette.
—Sí. Ella me gritó que fue asesinada, me estaba ahorcando.
—Mari, entraste en trance... —Murmuró Adrien, pasmado. —Le llamaban catatonia en un principio, pero luego comprendimos que era algo más.
Luka tragó saliva, pasmado. Y por un momento, toda la rivalidad entre ambos jóvenes pareció desaparecer por completo, puesto que la mirada que se dedicaron dijo todo.
—Tenemos que ir a un lugar más tranquilo. —Pidió Luka soltando a Marinette y dejando los brazos caídos a los costados, lánguidos, sin fuerza ni vida.
—Vamos a mi casa. —Pidió Adrien asintiendo.
Marinette dedicó una última mirada al cuerpo de Anika, memorizando su figura espectral. Las imágenes aún seguían vivas en su memoria, pero había cosas que no cuadraban, puesto que ella había visto claramente cómo el tiburón atacaba el cuello y el vientre de Anika, ella sólo tenía una mordida en el costado, pero el cuello iba lleno de moretones, no como si le hubiesen mordido, no. Sino como si la hubiesen estrangulado.
La joven se llevó una mano al cuello y siguió a Luka y a Adrien en silencio, tratando de deshacerse de los pensamientos fríos y escalofriantes de haber vivido una muerte que no le pertenecía a ella.
.
Marinette recibió en sus manos la taza de té y agradeció con un asentimiento de la cabeza, sintiéndose incapaz de decir nada. Estaba asustada sobremanera, quería llorar, pero no lo haría frente a sus amigos, no les daría una preocupación que no necesitaban en ese momento, suficiente tenían con haber encontrado dos cuerpos seguidos en las fiestas del solsticio.
—Mi madre tenía ese don. —Murmuró Adrien sentándose al lado de Marinette mientras Luka destapaba una botella de whisky y se servía en un vaso de cristal, moviéndose por la sala de estar con la misma comodidad con la que Adrien se había paseado por su casa. —Lo que quiere decir que fuiste elegida por el océano y ya pasaste tu iniciación.
—Sí, así fue. —Murmuró Marinette desviando la mirada.
—Pensé que no lo sabías. —Murmuró Luka sentándose al lado de Adrien y dando un trago a su bebida. —Lo de tu madre.
—No sabía. Hasta esta madrugada.
—Tenemos mucho que hablar. —Murmuró Luka sabiendo que ya no podía ocultar más lo que sabía respecto a Emilie, comprendiendo que era momento de que Adrien por fin comprendiera qué era lo que había pasado con su madre.
—¿Te importa si comienzo? —Murmuró Adrien con los hombros caídos.
Luka suspiró dejando el vaso sobre la mesa y pasando el brazo sobre los hombros de Adrien, atrayéndolo hacia sí con un gesto tosco, una forma de decir "estoy aquí". Al rubio le sorprendió muchísimo ese acto, sumado a hecho de que Marinette también dejó su taza para sentarse cerca y tomarle una mano entre las suyas con una sonrisa de apoyo.
—He sido un cretino con ustedes. Estaba molesto.
—Algo de malo tenías que tener. —Bromeó Luka sonriendo de medio lado.
El silencio se apoderó de la sala el tiempo suficiente como para que Marinette también se abrazara del cuerpo de Adrien, ofreciéndole entre los dos un refugio seguro. El joven sorbió la nariz dos veces, tratando de contenerse, pero terminó rompiendo en llanto, con el espíritu quebrantado, harto de estar peleando contra todos ahora que sabía la verdad.
Y durante varios minutos, los tres se quedaron ahí abrazados, permitiendo que el más joven llorara hasta deshacerse del dolor, del cansancio, del miedo, hasta que volvió a sentirse seguro, roto sí. Pero acompañado.
Ni Marinette ni Luka se movieron hasta estar seguros de que el dolor había pasado. Se quedaron ahí abrazados de Adrien, flanqueándolo como centinelas dispuestos a proteger al rubio de cualquier mal y cualquier daño que pudiese recibir. Serían sus guardianes el tiempo que él los necesitara, y después, serían sus confidentes.
—Espero que esto no sea tu brujería de sirena que eres... —Espetó Adrien mirando a Luka, sorbiendo la nariz, pero componiendo una sonrisa.
—¿Quieres brujería? —Soltó Luka posando su mano en la nuca de Adrien, el rubio soltó una carcajada sonora y luego volvió a quedarse tranquilo. —Eso es brujería.
Adrien sintió un escalofrío recorrerlo, ni siquiera hizo amago de ocultarlo.
—Me había olvidado del alcance de tus dones.
Luka bufó, divertido, antes de volver a abrazar a Adrien y sonreír para Marinette. La joven extendió su mano libre hacia Luka y el muchacho entrelazó sus dedos con los de ella, Adrien reparó en el anillo tatuado en la mano de Luka, pero no dijo nada al respecto, miró a sus amigos y sonrió ante aquel pensamiento. Amigos...
—Tu madre era una hija del océano. —Murmuró Luka solemne. —La mejor de todos en su generación, y además era mi tutora. Por eso estaba tan feliz cuando tú y yo... bueno.
—Sí... —Cortó Adrien, entendiendo el punto. El rubio suspiró y sonrió alternando miradas con ambos hijos del océano antes de comenzar a hablar. —Mi madre tenía ese don. Le llamaban catatonia por los síntomas, la mirada perdida, las convulsiones, los ojos lechosos, las manos rígidas y los movimientos violentos. Sólo algunas personas en el pueblo estaban conscientes de que no era un estado de esquizofrenia, sino un don del océano.
"Yo no lo recordaba, era un niño pequeño la última vez que vi a mi madre hacer eso, ella tenía muchos dones del océano, y tenía un tatuaje también, una marca en los omóplatos.
—Ella era una raya del arrecife. —Murmuró Luka ante la pausa de Adrien.
—Sí. —Corroboró el muchacho sonriendo de medio lado. —Igual que tú. —Y aunque hizo una pausa larga, tratando de entender todas las imágenes que pasaban por su cabeza, pronto el joven asintió para sí mismo y miró a sus amigos. —¿Me hablarías de su muerte?
Luka soltó un suspiro largo, inseguro de querer abordar el tema de golpe, pero asintió una vez, haciéndose a la idea de que tenía que hablarlo de una buena vez.
—Fue el solsticio de hace tres años. Tu madre me iba a acompañar a tomar mis votos, por eso estaba en el Libertad. Por una parte, por otra, estaba acompañando a mi madre, sabes que la capitana no volvió a adentrarse mar adentro desde que mi padre se perdió en el océano, no se atrevía a regresar al lugar en el que se habían hecho tantas promesas de amor, todavía era doloroso para ella recordar. Pero ahí estaba tu madre, sosteniendo su mano y sonriendo con esa dulzura que siempre la caracterizó.
—Ella siempre fue muy amable, tanto como hermosa. —Dijo Adrien para Marinette, percatándose de que la chica los miraba interrogante.
Luka suspiró tomando una mano de Adrien entre las suyas antes de continuar.
—Entré al agua, la princesa del océano estaba esperando por mí, ella tomaría mis votos en la superficie hasta que yo fuese capaz de sumergirme. Fue entonces que lo vieron. Un tiburón del arrecife. O al menos eso creíamos, tu madre decía que se trataba de algo más, ella dijo que vio tentáculos bajo el agua.
"El tiburón nadó a nosotros, tu madre saltó al mar, jamás había visto su aleta, no sabía que ella era una sirena también. Quiero decir, todos los hijos del océano tienen sangre de sirena, pero no todos hacen la iniciación. Mi madre, Juleka, Andrée, otros locales. No todos son llamados a servir al océano, y tu madre siempre estaba en tierra firme. ¿Cómo íbamos a saber que era ella también una sirena de la costa? Ella detuvo al tiburón del arrecife mientras Kagami se hundía en el mar para llamar a la guardia, Emilie me dijo que nadara al barco y que me pusiera a salvo, ella se encargaría. Pero yo ya había adquirido el don de manejar las emociones de los peces.
"Le habría hecho caso, ella tenía más poder que yo en ese entonces. Pero vi al segundo tiburón y nadé hacia ellos.
—Son tus cicatrices... —Murmuró Marinette pasmada ante la noticia. Tenía idea de lo que había ocurrido, pero saber la historia completa y todo lo que implicaba, eso era distinto a niveles escalofriantes. La mirada de la joven reparó en el colmillo que Luka llevaba al cuello en ese momento. El diente de un tiburón, el diente que sacaron de su pierna esa noche.
—El tritón contra el que Emilie peleaba se soltó y comenzó a pelear con ella mientras el segundo tiburón me arrastraba por el agua, masticando mi pierna. Aprendí a la mala a calmar a los peces del mar, el condenado perdió el conocimiento ante mi tacto, pero para cuando acordé, el otro tritón llevaba a Emilie a rastras hacia lo profundo del océano.
"Adrien, Juro por mi vida que traté de nadar hacia ella. Me moví tan rápido como pude, pero el dolor era demasiado, y el tiburón me alcanzó...
—¿Qué?
—Hubo un tercer tiburón esa noche, no estoy seguro de qué era, pero...
—Ay, Luka... —Murmuró Marinette poniendo una mano en la rodilla del muchacho, aguantando las ganas de llorar, sabiendo que Luka no necesitaba su lástima, pero merecía su compasión.
—No sé. Creo que no era un tiburón, pero las mordidas no dejaron duda de ello. Me arrastró hacia la superficie. No recuerdo mucho, me azotó contra el barco y mi cabeza golpeó la madera. A partir de ahí todo es borroso. Recuerdo a mi madre nadando para sacarme del agua. Recuerdo a la guardia, y a tu padre. Y luego desperté en el hospital.
—Eso es horrible. —Murmuró Marinette olvidándose de que también Adrien sufría por aquella historia, ambos debían haber pasado una época fatal por aquella vivencia.
Adrien apretó el agarre sobre la mano de Luka y esta vez fue su turno de abrazarle por los hombros, consiguiendo que el guitarrista recargara la cabeza entre el hueco de su hombro.
—Te lo habría dicho antes, pero no tenía sentido hacerte cambiar de opinión. Tú necesitabas vivir tu duelo de alguna forma, y yo no podía darte el cuerpo de tu madre, tenías razón en que yo la maté porque no pude hacer nada.
—No digas tonterías. —Soltó Adrien empujando a Luka para obligarlo a enderezarse y poder mirarlo a los ojos. —Yo debí darte el beneficio de la duda, todos perdimos algo esa noche. Y debí tener compasión, también tú perdiste a tu padre.
—Esa es una conversación que debo tener con la capitana después. —Comentó Luka removiéndose en su asiento, como tomando aire, como deshaciéndose de las emociones negativas. —Pero vamos a loDijiste que sabías que tu madre es una hija del océano. ¿Cómo lo descubriste?
—Esta madrugada tuve pesadillas. Decidí volver a la mansión para no preocupar a mi papá, pero salió lo mismo que haberme quedado fuera. Era tan real, ver a mi madre sanando, hablando con los peces, entrando en ese estado. Lo recordé todo, fue... inevitable.
"Mi padre entró a mi habitación para tratar de despertarme, pero yo seguía viendo las imágenes como una vorágine. Recordé el tatuaje de mi madre, recordé que yo...
La pausa se extendió y Luka abrió los ojos, pasmado, sacando conclusiones a toda velocidad.
—Tú tienes una marca...
—Sí. —Dijo Adrien girando un poco el cuerpo y levantándose el cabello de la nuca.
En el nacimiento del cabello, oculta por los mechones rubios, estaba una mancha de tinta. Luka paseó las manos por el cabello de Adrien, despejando los espacios en donde la marca residía, comprendiendo las formas y figuras, sonriendo de medio lado al comprender de qué iba aquello.
—Eres una tortuga del arrecife, Adrien Agreste.
—¿Ah sí? —Murmuró el muchacho.
—Eso explica por qué lo defiendes con tanta rabia. —Murmuró Luka orgulloso, con una sonrisa radiante y un gesto de autosuficiencia y convicción. —No existe en estas playas una sola alma en la tierra que proteja los arrecifes, sus criaturas o sus valles como tú. Ni siquiera los lagartos del manglar son tan apasionados como lo eres tú, Adrien Agreste.
—Deberíamos presentarlo con la princesa. —Sugirió Marinette pensativa. —Tal vez ella...
—No puedo llevarlo a las ciudades, Mari. Y Kagami no puede entablar contacto con hijos del océano no iniciados.
—Pero a mí me presentaste.
—Sí, porque ella lo pidió.
—Marinette, tú entraste en catatonia al tocar a esa chica. —Llamó Adrien apremiante. —¿Qué viste?
—Así que esta es la extraordinaria jovencita que está en boca de todos. —Llamó una voz fría, monótona, distante.
Los tres muchachos se pusieron de pie de un salto, Marinette giró sobre sí misma encarando a Gabriel Agreste, que entraba al lugar con las manos en la espalda y un gesto despectivo.
—Padre...
—Y ella es...
—Mi nombre es Marinette Dupain-Cheng, hija de Sabine y embajadora de la princesa del océano.
Luka no pudo evitar sonreír socarrón y cruzarse de brazos ante la respuesta automática de Marinette, sonriendo con orgullo al saber que la joven ya había aceptado su naturaleza y que no se dejaría intimidar por nadie.
Gabriel la miró de pies a cabeza, percatándose de que la joven llevaba el vestido de una princesa del océano, el corte que había visto alguna vez en su esposa cuando había pasado su iniciación, años antes de que se hicieran novios o si quera pensaran en casarse. El señor Agreste se acercó hasta Marinette, con la mirada fija en sus ojos, disfrutando internamente la mirada desafiante que la joven tenía, preguntándose hasta dónde llegaría con tal de proteger a los suyos.
—Marinette... —Repitió con dulzura, ofreciendo una mano a manera de saludo.
Sin embargo, el apretón fue firme, dejando en claro que ella también era una hija del océano con voz y voto.
—He hablado con la policía esta mañana. —Dijo Gabriel haciendo una seña para los muchachos, invitándolos a sentarse y ocupando él mismo su sillón a la cabecera de la sala, cruzó una pierna con elegancia y dejó las manos entrelazadas sobre el regazo. —Nos dejarán hacer las averiguaciones pertinentes. Luka y Adrien, les he conseguido un permiso para entrar a la morgue o lo que necesiten durante las investigaciones. Si estos asesinatos de verdad están siendo realizados por un hijo del océano...
—Lo son, pero algo no cuadra. —Cortó Marinette pensativa, recordando las imágenes y el dolor.
—Escuché que posees el don de la catatonia. —Dijo Gabriel con aires solemnes. —Tiene su nombre esa habilidad, pero la gente ya no llama a las cosas por su nombre ¿o sí?
—No lo hacen, señor.
—¿Qué viste?
—Vi a Anika. La chica se lama Anika, nos la presentaron anoche en la fiesta, ella bailaba con Chloe cuando me fui de la fiesta. La vi fumando un par de cigarrillos, lanzó una colilla al mar.
—Podría haber provocado la furia del tiburón. —Sugirió Adrien, pensativo. —A esas criaturas no les gustan los turistas irrespetuosos con la playa.
—¿Qué más recuerdas?
—Anika vio al tiburón... —Murmuró Marinette cerrando los ojos y evocando el recuerdo, percatándose de que, entre más lo pensaba, más sentido cobraba todo. —Era un hombre, ella le vio cabeza de tiburón, pero yo no lo veo así... La atacó en la playa cuando iba por el segundo cigarro, se le fue sobre el vientre y la mordió.
—Coincide con la mordida. —Murmuró Luka recargándose hacia atrás en el sillón, pasando los brazos por el respaldo y mirando a Adrien, que asentía dándole la razón.
—Hay algo que no tiene sentido. —Dijo Marinette con el entrecejo fruncido, mirando a Gabriel en busca de una explicación. —Cuando toqué el cuerpo, Anika comenzó a estrangularme, en la visión el tiburón le mordió también el cuello, pero ella no tenía heridas abiertas, sino moretones.
—¿De estrangulamiento también? —Inquirió Luka enderezándose y mirando a Marinette, confundido.
—No lo sé, podría ser.
—Tal vez deberíamos ir todos a la morgue. —Murmuró Gabriel poniéndose de pie y avanzando un paso hacia Marinette.
En menos de una fracción de segundo, Luka ya se había puesto de pie también, interponiéndose en el camino de aquel hombre y mirándolo desafiante. Cuando Gabriel soltó un suspiro de hastío, Luka avanzó otro paso, llevándose por inercia una mano a la cintura, en busca del mango de su espada, pero recordándose a sí mismo que la había dejado en casa y que, bajo ninguna circunstancia, podía herir a Gabriel.
—No vas a llevar a la princesa de la playa a ningún lugar. —Apuntó Luka a la defensiva. —No sin su consentimiento. Te respeto mucho y lo sabes. Eres el heredero de la familia más antigua de este sitio, has llevado registro de todo cuanto ha ocurrido desde el principio y te casaste con una embajadora del océano que te amó profundamente, pero eso no quiere decir que te vaya a confiar la vida de Marinette tan fácil.
—¿Embajadora? —Soltó Adrien, pasmado.
