Se habían quedado muy quietos, lado a lado mientras observaban las luces ir y venir por el agua, una parte de ellas por las velas flotantes y otras tantas más por el reflejo efímero de las lámparas de cantoya que subían hacia el firmamento.
El silencio se había alzado entre ellos como un manto protector, resguardándolos del frío de la noche y de la tristeza que implicaba aquella velada, que a pesar de tratarse de una fiesta para celebrar a los ausentes, sólo implicaba un recordatorio de todos los que ya no estaban con ellos; aquel manto los había mantenido aislados del resto de los bañistas, de las fiestas en los barcos y en la orilla, del mundo en general, así que Luka se quedó helado al escuchar el grito desgarrador que pareció cernirse sobre ellos como un alfiler ponchando su burbuja de felicidad.
No, Marinette no se movió ni dijo nada, pasaron unos segundos antes de que Luka comprendiera que era el único que había escuchado aquello. Lo que fuera que hubiese escuchado. Por un momento consideró que aquello fuese sólo un dejo de su subconsciente, una traición que le decía que tanta calma terminaría por agotarse en cualquier momento y no había nada para evitarlo. Luka creyó que había sido su imaginación.
Hasta que Marinette también lo sintió.
—Están matando a alguien… —Murmuró la chica sin aliento, mirando en dirección a la playa. Por media fracción de segundo se quedó quieta en su sitio, como si esperara descubrir que todo había sido un sueño o un pensamiento amargo. Pero no, la sensación aumentó. —¡Luka, están matando a alguien! —Exclamó la sirena antes de lanzarse al agua y sentir que sus piernas se desvanecían en un remolino de escamas y colores.
El grito. Posiblemente habría escuchado ese grito a través del océano, el mar se lo había hecho llegar y él no había sabido entender. Así que, sin pensarlo más, también él se lanzó al agua.
15.-Excusa
Sonrais777: Prometo que la historia de Lila tiene explicaciones, pero vamos una cosa a la vez, sino se me harán muy largos los capítulos y prefiero actualizar seguido y seguir dándoles más pedacitos de esta historia 3
Marianne E: ¿Qué te digo? Moría por revelarte lo de Lila, pero no quería arruinar la sorpresa. No, y espérate con las ships, porque voy a seguir con los guiños Lukadrien jajajjaja. Sé que aquí hemos visto un poco mucho de Luka y Kagami juntos, estoy haciendo un cáliz para la saga del templo, cuando se queden como portadores. Ya te había respondido a este mensaje en privado, pero lo estoy volviendo a leer para poder escribir el agradecimiento y todavía se me encoge el corazón, sabes, conocerte en este sitio y habernos vuelto amigas (tan lejos y tan cerca jajaja) me ha hecho darme cuenta de que no se necesita mucho para quererte. Te voy a apoyar cuando me necesites. Te mereces que alguien te comprenda y no te juzgue. Y alguien con quién ir a Calaverandia el próximo año jajajaja para ponernos de acuerdo 3
Manu: Jajajajaja lo de Hawk Moth me hizo reír muchísimo. Oye, no es mala idea lo de Tikki. Pronto habrá más Adrigami en esta historia, ya verás. Gracias por leerme
Marinette todavía sostenía la mano de aquella joven de cabello castaño y piel tostada. Hacia mucho rato que había dejado de respirar, habían llegado demasiado tarde.
Cuando Marinette y Luka llegaron a la playa, la joven sostenía su cuello tratando de detener la sangre que salía a borbotones, un hombre estaba de pie al lado de ella, dándoles la espalda, mirándose las manos confundido.
—¡Hey! —Gritó Luka comenzando a correr hacia aquel hombre.
El tiburón apenas hizo por volver la mirada hacia ellos, salió corriendo lejos del alcance del muchacho, iniciando una persecución mientras Marinette se agachaba al lado de la joven y la miraba, horrorizada.
Podía verlo en sus ojos. Sabía que iba a morir, así que Marinette le tomó la mano libre y pe acarició el rostro.
—Cuidaremos de ti. —Prometió la sirena con los ojos anegados, sintiendo algo amargo en el fondo de su garganta. —No tengas miedo, no estás sola. Estaremos contigo hasta el final.
Ahora Marinette sostenía una mano rígida y helada, pero al menos la expresión de la joven no era de horror. Había muerto tranquila. Luka caminaba hacia ella con aires derrotados y las manos vacías. Se arrodilló frente a su protegida, al otro lado del cuerpo, con el rostro vuelto abajo y los hombros caídos.
—No pude alcanzarlo. —Dijo como si confesara el peor de los pecados.
—Debemos alertar a la policía.
El silencio, que horas atrás había sido cómodo y cómplice de ellos dos, ahora se alzaba como una daga amenazando con degollarlos. Marinette levantó el rostro y sintió el corazón encogido al ver a Luka con las mejillas cubiertas de lágrimas silentes que se escapaban como prueba de su pecado.
La joven extendió una mano hasta tomar la mejilla de Luka y obligarlo a mirarle.
—No había nada que tú o yo pudiéramos hacer esta noche. No está noche.
—Por agua lo habría alcanzado —soltó Luka, frustrado —, si hubiese tenido una oportunidad de…
Marinette se levantó en un movimiento rápido, y rodeó el cuerpo de aquella joven para arrodillarse al lado de Luka y apresarle el oído contra su pecho, permitiéndole escuchar su corazón.
—No es tu culpa. ¿Cómo podría serlo?
—Tenemos que volver a casa. —Dijo el muchacho recomponiéndose y levantando la mirada en busca de los ojos de Marinette. —Hay que ponerte a salvo.
—El tiburón sólo toma una víctima por noche. —Explicó Kagami llegando hasta ellos, Adrien caminaba a su lado, horrorizado al ver el cuerpo al lado de sus amigos. —Al menos, por esta noche, estamos a salvo.
—De todos modos no quiero que ella esté fuera durante la noche. —Dijo Luka levantándose y ofreciendo una mano a Marinette para ayudarla a incorporarse. —Como sea es tarde, las últimas noches las hemos pasado en vela, casi. Ha dormido muy poco y quiero que descanse. Mañana será un día importante para todos.
.
Lo había olvidado.
Se quedó pasmado cuando entro a su casa y vio a Anarka y Juleka calentando la cena, charlando alegremente mientras ponían la mesa para siete.
—Mamá, lo olvidé. —Dijo Luka a manera de disculpa mientras Anarka le plantaba un beso en la mejilla. —Perdón.
—Déjame adivinar, los muertos del arrecife hicieron que olvidaras preparar el postre.
—¿Postre?
—Genial. —Dijo Juleka sonriendo ampliamente, dedicándole una sonrisa a Marinette.
—No se me dan los postres. Pensé que yo pondría el plato fuerte.
—¿Tienes el plato fuerte? —Inquirió la capitana, divertida mientras Luka negaba con la cabeza. —Pues el postre.
—Los voy a envenenar. —Se quejó el muchacho mientras Luka y Kagami se acercaban a saludar.
—Hay que poner otro plato. —Dijo Juleka revisando su celular. —Rose viene.
—Pero están justos los platos… —Dijo Kagami confundida.
—No esta noche, papá cena con nosotros hoy. —Dijo Juleka sonriendo de oreja a oreja.
—Dia de muertos. Cierto. —Se recordó a sí misma la princesa del arrecife.
—Yo puedo ayudar con el postre. —Admitió Marinette sonriendo. —Te recuerdo, soy hija de panaderos.
.
Se habían dado las tres de la mañana.
Entre risas, anécdotas, chistes locales explicados a las princesas del océano y algunas canciones protagonizadas por las guitarras de Luka y Juleka, pero la voz de Anarka, se habían dado las tres de la mañana.
Anarka, Juleka y Rose se habían despedido de los presentes, alegando que estaban cansadas por el desvelo y que tenían muchos pendientes al día siguiente, así que, para las cuatro de la madrugada, entre todos ya habían terminado de limpiar la cocina y las tres mujeres se estaban retirando.
Adrien había hecho amago de irse, pero Luka lo miró rascándose la nuca.
—No quisiera que salieras a esta hora.
—Por favor. —Dijo Adrien con aires autosuficientes y expresión déspota. —¿Quién hay en el arrecife que no me conozca?
—El tiburón de verdad.
—Quédate esta noche. Los dos. —Pidió Marinette acongojada. —Tampoco yo quiero que salgan sin necesidad.
—Kagami se puede quedar en el cuarto de invitados y... —Comenzó Luka, pero Adrien lo interrumpió.
—La sala está bien para mí, de verdad. —Comentó el muchacho caminando hacia los sillones y dejándose caer. —No es como que no conozca lo mullido de estos cojines, descansen mucho.
—Te traeré una cobija. —Ofreció Marinette divertida mientras Luka guiaba a Kagami hasta su habitación y le sonreía.
—¿Pasarás la noche con ella? —Inquirió con curiosidad la princesa del océano.
—¿Es un intento de hacerme sentir incómodo? —Sugirió Luka, divertido, mientras bajaba un par de cobijas para dárselas a su amiga, la madrugada había refrescado muchísimo.
—No. Es la segunda noche desde su juramento.
Luka suspiró, congelándose en su sitio, incapaz de moverse para encarar a Kagami. Sabía lo que aquello implicaba.
—Es de madrugada y ella no ha presentado síntomas.
—Pero podría. Deberías quedarte con ella.
—Lo sé, pero no quiero incomodarla.
—Están comprometidos. —Dijo Kagami tomando la cobija de manos de Luka y sonriendo dulcemente. —No creo que la incomode tu presencia.
—Tú lo tienes muy fácil. Le gustas al que te gusta.
—¿Y tú no?
—¿No lo vas a negar?
—¿Qué cosa? ¿El hecho de que me gusta Agreste? Tienes buen ojo para los amigos. Primero Adrien y ahora Marinette...
Luka soltó una carcajada ante aquella afirmación. Cuando Kagami había cumplido dieciséis años, él había comenzado a verla como algo más que un pez guppy, incluso había considerado la idea de empezar a verla como una joven que se iba convirtiendo en mujer. La desventaja de crecer lado a lado con alguien es formar parte de la adolescencia y el desarrollo. Kagami seguía siendo, a momentos, una niña ante los ojos de Luka, y luego era toda una señorita perteneciente al arrecife, la hija de Tomoe. Podría haberse enamorado de ella de haberla conocido a los quince de ella, no a sus doce, así que la posibilidad de enamorarse había aparecido a intermitencias durante dos años... hasta que Adrien había aparecido en la vida de Luka.
—Descansa mucho. En la mañana debemos presentarnos ante la reina. —Pidió Luka suspirando.
Kagami no dijo nada, sólo hizo una reverencia para Luka mientras él salía de la habitación, cerrando la puerta tras de sí.
(Halo Acoustic – Starset)
Vio la luz saliendo al pasillo, su cuarto tenía la lámpara encendida, así que el muchacho entró sonriendo ampliamente, pero se sonrojó hasta las orejas al ver a Marinette de espaldas a él, usando el pijama que había conocido el primer día. La joven se había recogido el cabello en un moño alto y miraba por la ventana en dirección al mar.
Echó una breve ojeada sobre su hombro antes de volver la vista hacia las olas y sonreír.
—Entiendo por qué elegiste esta habitación. —Dijo la chica en voz baja, trémula, temerosa de romper el hechizo que parecía cernirse sobre ellos cada vez que se quedaban a solas.
—Peleé mucho contra July para poder quedármela. —Admitió él de la misma manera, acercándose hasta Marinette y sonriendo cuando ella, en un gesto sumamente tímido, entrelazó sus dedos. —De verdad quería que fuera mía.
—Y ahora cualquier foránea viene y te la quita. —Bromeó divertida.
—Pero tú no eres cualquier foránea. —Murmuró él con intensidad, tomando el rostro de Marinette entre sus manos y haciéndola encararlo con un gesto amable. —Si no viviera en un cuento de sirenas, no creería que lo que siento por ti es tan real, se lo atribuiría a la insolación o algo de eso.
—Y aquí estamos. —Murmuró la chica moviendo la mano izquierda para llamar la atención de Luka hacia su anillo grabado en tinta mezcla de rosa pastel y dorado claro, tan claro que podría perderse en su piel. —Comprometidos.
Luka bajó el rostro a su propio anillo y sonrió disfrutando los aires tornasoles de aquel accesorio en su piel.
—Te dejo la habitación, estoy pensando en dormir afuera.
—Luka... —Reprochó Marinette con un puchero mientras le daba la espalda al muchacho y se abrazaba a sí misma. —No quiero ser un problema, estoy como invitada en esta casa y...
—Marinette, no quiero que pienses eso. —Prometió Luka tomando la muñeca de la chica y dando un tirón pequeño, una súplica silente para que girase. —Cuando dije que te quedarías en esta casa, en nuestra casa, hablaba en serio. Por una parte, lo tomo como la responsabilidad de ser tu guardián y estar a tu lado todo el tiempo, para protegerte de lo que sea que trate de acercarse, pero...
Luka hizo una pausa y retrocedió soltando a Marinette, avergonzado por lo que había estado a punto de confesar.
—¿Pero? —Incitó la chica a continuar.
—Tú podrías quedarte en el Libertad, con mi madre y mi hermana, sé que estarías a salvo, porque aun cuando Jules volviera a la capital, la capitana te tendría en su hogar sin preguntar, o Kagami te daría asilo en la ciudad del arrecife... pero... Pero una parte egoísta de mí quería que te quedaras a vivir conmigo, tener una oportunidad para seguir conquistándote, protegerte, acompañarte en otros momentos. Tenía curiosidad de cómo sería verte recién levantada y darte un beso de buenas noches antes de dormir. Era... una fantasía personal.
—Luka...
—Cursi y trillado, lo sé. Pero se vale soñar. Y a pesar de mi pinta, sigo siendo hijo de Louis Couffaine, le heredé la música y el romanticismo a ese hombre.
—Luka.
—Y no me puedes culpar, Marinette, me enamoré de ti muy rápido, no habías dicho hola y mi corazón ya te pertenecía.
—¡Luka! —El muchacho abrió los ojos, sorprendido ante el grito que la joven había proferido. —Sí quiero vivir contigo.
—¿De verdad?
—Pero tengo que buscar algo que hacer para aportar a la casa. —Dijo la joven, pensativa, llevándose una mano a la barbilla y comenzando a caminar por el lugar. —Si tramito mi intercambio puedo seguir estudiando modas en la universidad del pueblo, podría abrir una tienda aquí, o vender ropa en la playa. —Por un momento fue como si el mundo se desvaneciera, Luka soltó una risa discreta al ver a Marinette tan concentrada en sus planes y pensamientos, preguntándose si siempre sería así. —O dar clases de natación, incluso podría coser una aleta y dar clases de nado sirena, a la gente le gusta eso. En el peor de los casos podría hacer pulseras y venderlas a los turistas para pagar mi hospedaje.
—¿Hospedaje? —Soltó Luka molesto con aquella palabra.
—No, lo de la butique tiene más sentido. —Dijo sin escuchar a Luka. —Como sea, será mejor pensar en eso ya descansada. Nada bueno sale de hacer las cosas con sueño. ¿Verdad?
Marinette se sonrojó ligeramente ante la mirada divertida que Luka le compuso justo antes de agacharse para cargar a Marinette sobre su hombro y arrancarle un grito y una carcajada por la sorpresa de aquel movimiento.
Con cuidado, Luka sentó a Marinette en la cama y se arrodilló frente a ella, rebuscando algo entre los bolsillos.
—No pude darte un anillo.
—Tengo mi anillo. —Dijo la joven sirena mostrando su mano, la tinta iridiscente.
—Sabes a qué me refiero, quería darte un símbolo de todo lo que está pasando, así que, cuando encontré esto, supe que era justo lo que necesitaba para ti. —Luka le mostró un dije a Marinette, colgaba de una delgada cadena plateada, la cola de una sirena con grabados tribales y olas de mar, una pieza de acero quirúrgico trabajada a mano.
—¡Es hermosa! —Murmuró Marinette pasmada, sonriendo ampliamente cuando Luka se levantó para ponerle la cadena. —No tenías por qué.
—Quería hacer algo lindo para ti.
—Gracias... —Murmuró la chica con el corazón hinchado de ternura. —De verdad. —Insistió volviendo el rostro hacia Luka antes de tomarle el rostro y atraerlo para plantar un beso tímido en sus labios. —Es el mejor regalo que me han hecho.
—Esto... —Murmuró el joven tirando de la aleta y mostrando una parte específica del diseño tribal. —En nuestra lengua es así como se escribe la M, por eso pensé en que era perfecta para ti.
—De verdad, mil gracias.
Luka le besó la frente a Marinette antes de levantarse y caminar hacia la puerta. —En fin, iré a buscar alguna cobija o algo para tenderme en el piso.
—¿Es en serio? —Espetó Marinette incrédula. —Hemos pasado dos noches durmiendo en la misma cama y ahora me sales con que te acostarás en el suelo... Eres imposible.
Luka soltó una carcajada antes de volver a sentarse al lado de Marinette.
—¿No te estorba?
—No.
—Muy bien, señorita. —Luka se quitó los zapatos y se acostó en la cama, abriendo sus brazos y componiendo un gesto infantil, mordiéndose el labio con una sonrisa tímida, misma que Marinette no pudo resistir antes de apagar la luz y dejarse envolver en los brazos del muchacho.
.
No sabía qué hora era.
No sabía dónde estaba.
No sabía si ya había despertado.
Porque había soñado con el tiburón del arrecife, había soñado con la desesperación del tercer asesinato, y se había quedado horrorizada ante la apremiante necesidad de huir. Pero ya no estaba en la playa, ni en el mar. Estaba en la habitación de Luka Couffaine, sola en la cama, tendida entre las cobijas a punto de morir asfixiada.
La garganta estaba cerrada, no podía respirar, no podía proferir sonido alguno, sus manos, que habían vagado por su cuello tratando de buscar si había algo que se le hubiese enredado, se aferraron a la sábana tratando de buscar algo a lo qué asirse, lo que fuera.
Sus manos habían dado con bordes a los lados de su cuello, tres líneas finas que se separaban de su piel, pero no había nada ahorcándola, la asfixia tenía que venir desde dentro, y ahora ella estaba sola en medio del colchón, preguntándose si de verdad ese sería su final.
Estaba despierta, ahora lo sabía. Despierta, a diferencia de Luka.
Luka dormía en el suelo; en algún punto de la madrugada le había dicho a Marinette que, al menos esa noche, quería darle su espacio para que descansara de verdad, y había alegado que las superficies duras eran buenas para la espalda. Qué error tan grande habían cometido los dos.
Kagami se lo había advertido. Que habría noches en las que su naturaleza cambiara sin que ella se lo propusiera, había escuchado de la asfixia, había escuchado del pánico, pero vivirlo en carne propia era una cosa completamente distinta.
—¡Luka! —Gimió la chica a media voz.
Y aunque supo que aquello apenas había sido un silbido por encima del atronador ruido del océano, su estrella de mar y la estrella grabada en la raya del muchacho brillaron, sincronizándose, por un momento, Luka sintió la asfixia y se despertó desorientado, escuchando el forcejeo de Marinette entre las sábanas.
—Mari, Mari... —Murmuró el muchacho arrancando las cobijas para dejar la piel de sus piernas expuesta.
Branquias en el cuello, escamas en las rodillas, Marinette estaba atorada en medio de la transformación.
No lo pensó.
No necesitó hacerlo.
Tomó a la chica en brazos y salió corriendo, empujando la puerta de su habitación y encontrando una fuerza sobrehumana para poder sostener a su protegida con una mano y abrir las puertas restantes con la otra.
Avanzó por la playa a tropezones, sintiendo que sus pies se hundían en la arena húmeda por la subida de la madrugada; el cielo comenzaba a clarear, un tono gris, la hora muerta, Luka no tuvo tiempo de admirar el paisaje, siguió corriendo, comprendiendo que la razón por la que se hundía en la arena era el peso extra que cargaban en sus brazos.
Entró al agua hecho un remolino, nunca soltó a Marinette, sólo la sumergió lo suficiente como para que ella tuviese el rostro fuera, y luego pensó que aquello era una tontería si la joven tenía branquias.
Ambos se sumergieron cuando la siguiente ola les golpeó en la cara, permitieron que el agua arrastrase con ellos, pero ni en contra del propio océnao Luka soltó a su protegida, al contrario, la asió con más fuerza y fiereza y luego la empujó hacia arriba, saliendo ambos a flote y tomando una bocanada de aire.
Respiraba.
Marinette respiraba de nuevo.
Dio una bocanada de aire y ahogó un grito antes de pasar sus manos alrededor del cuello de Luka, sintiendo su aleta arremolinándose con el movimiento del agua. Luka la abrazó por la cintura y suspiró aliviado, percatándose de que su protegida, su musa, estaba bien.
—Dios... —Musitó el muchacho, furioso consigo mismo. —No debí dejarte sola.
—Mi héroe... —Murmuró ella en respuesta, dejando en claro el punto.
Difería, por mucho, del punto de vista del muchacho, no era el villano, no tenía la culpa de nada, al contrario, ahora ella lo consideraba la razón por la que, literalmente, seguía con vida.
Ambos se queraron quietos un poco más, disfrutando del contacto mientras el sol emergía en el horizonte, cubriéndolos con sus primeros rayos. Se quedaron ahí hasta que el astro subió unos centímetros por encima del lindero con los montes y las playas, y luego, Marinette miró a Luka con dulzura, advirtiéndole con la mirada que le besaría la boca.
—Es una excusa más para dormir juntos. —Dijo ella al final, con una sonrisa triunfante mientras Luka la apresaba con vehemencia entre sus brazos.
