Fu observaba el entrenamiento con cierto aire de orgullo, sonreía ampliamente al ver el desempeño de sus espadachines y había por fin logrado separar al grupo en dos, los que eran capaces de compaginar la magia con la espada y los que no.
Sin embargo, todavía tenía dudas respecto a Luka Couffaine, que no había presentado alguna característica mágica hasta ese momento y, aparentemente, no había desatado todo su poder hasta ese momento. Una cosa eran los dones naturales que la luna le había otorgado cuando había recibido su llamado, la capacidad de comunicarse con Kagami a través del océano y el conocimiento sobre las emociones del resto, pero hacer hechizos a través de la espada, eso era otra cosa; la habilidad de transmitir la voluntad de la luna.
El muchacho había demostrado una habilidad incomparable al momento de blandir su estoque, y hasta ahora, no había un solo guardia entrenando que lo igualara en potencia, así que Fu había decidido tenderle una pequeña trampa a su mejor elemento; el muchacho enfrentaba (sin saberlo) al mejor espadachín que podía combinar ambas artes en ese momento como parte de un examen diagnóstico. Parecía estarse conteniendo ante los ataques de Luka, como si estudiara los movimientos de su enemigo.
Luka no tenía una sola línea de magia por parte de su familia, y hasta ahora era la única forma de poder conjurar los hechizos de la espada, pero las generaciones recientes habían demostrado mucho poder, así que valía la pena probar.
Las puertas del estadio se abrieron y todos los espadachines se agacharon para rendir respeto a la reina, que entraba seguida de las dos princesas, las tres sonrientes.
—Por favor. —Pidió Tomoe sentándose en el podio al lado de Fu.
Marinette y Kagami permanecieron erguidas, con la vista puesta en el centro, donde varios espadachines ya habían vuelto a ponerse frente a frente de su oponente. Kagami ya había estado en ese lugar, supervisando los entrenamientos de otros espadachines cuando era una niña, cuando la reina le había dicho que pronto se instruiría en esgrima, pero Marinette jamás había estado en aquel estadio, así que, aunque trató con todas sus fuerzas mantener la vista fija en la arena, la chica paseó la mirada por todo el lugar.
El estadio era ovalado, había una gradería rodeando todo el espacio, y el centro estaba cubierto de arena, un rectángulo estaba dibujado con líneas blancas en el centro, recordándole a una cancha de futbol. Los espadachines habían vuelto a ponerse frente a frente, en guardia, a la expectativa.
—En garde... —Exclamó Fu extendiendo las manos hacia sus estudiantes. —Pret...
Luka llevó su espada a la espalda y levantó la mano derecha, como desafiando a su oponente. Marinette se percató de un leve ardor, su argolla de compromiso, como si se dibujara de nuevo, cálida en torno a su piel. La joven sirena sonrió por lo bajo, un gesto que podría haber pasado desapercibido de no ser porque Kagami había estado observando a su hermana.
—¿Debería prestar atención? —Inquirió la princesa tomando la mano de Marinette.
—Deberías prestar especial atención. —Respondió la estrella asintiendo.
—¡Allez!
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22.-La espada del capitán
Marianne e: Espero te guste este cap, iba a ser más largo, pero tenía que agradecer por adelantado tu apoyo moral. Gracias por estar ahí
Sonrais777: No tienes idea, Lila se va a convertir en un buen dolor de estómago, pero primero quiero ver un poco más de esta relación madre hija, pero con Kagami, ahora.
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Luka estaba agitado. No podía decir lo mismo de su oponente, que, a pesar de parecer cansado, no respiraba con tanta dificultad como él.
La reina aplaudió dos veces levantándose en su sitio. Hacía semanas que observaba el entrenamiento de los aspirantes a la guardia civil, esperando encontrar el punto fuerte de Luka, tratando de entender si de verdad mostraría las características para ser capitán.
Todas las espadas frenaron, las miradas se posaron en la regente, que esta vez se encontraba sin la compañía de las princesas.
—Sin duda alguna, el maestro Wang ha sabido entrenarlos con sabiduría y fortaleza. Es bien sabido que, en tiempos de paz, cualquier persona puede ser seleccionada como Capitán de la guardia de tierra.
Murmullos de sorpresa se levantaron entre los espadachines, la mayoría comenzó una conversación con su compañero, pero Luka fijó su mirada en la reina, en la sonrisa ladina que había compuesto, sabiendo que, si era tan parecida a su hija como él creía, sólo podía significar que tramaba algo.
—Oh, dear… —Murmuró Luka percatándose de que, en efecto, la reina lo buscaba.
—Sin embargo, estamos en guerra.
Los murmullos cerraron, incluso Fu miró a Tomoe con cierto aire de incredulidad, ¿había dicho guerra?
—La bruja del mar ha vuelto, es cierto, y desde su llegada a las aguas de este arrecife no ha habido un momento de calma para nosotros. —Tomoe hizo una pausa, permitiendo que los presentes asimilaran sus palabras. —Desde que se liberó de las prisiones de cristal, Lila Rossi no ha vuelto a aparecer.
Los murmullos reanudaron su marcha, Luka levantó la mirada hacia su compañero, Dean, encontrando en sus facciones un reflejo Perfecto de su pasmo.
—¿Dijo Desaparecida?
—Sí. —Respondió Luka en un gemido ahogado.
—Por eso es menester que, como en tiempos de guerra, El Capitan de este año sea alguien capaz de conjurar la voz de la luna a través de su espada.
—Eso no es Justo. —Se quejó el muchacho mirando a Luka con media sonrisa. —Saca a la mitad de nosotros de la competencia.
—No creo que de verdad lo haga sólo por la bruja del mar. —Gruñó el muchacho entre dientes, dedicándole una mirada desafiante a la sonrisa socarrona de la reina.
Tomoe esperó paciente a que los murmullos cesaran de nuevo y entrelazó sus manos frente a sí, disimulando la sonrisa y disfrutando el silencio que se alzó al fin.
—Esta tarde volveré acompañada para supervisar sus pruebas y deliberaré con Fu sobre el mejor candidato para ser el Capitán...
Sin decir nada más, la reina se retiró, dejando un aura de incertidumbre entre los espadachines.
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(Speechless Part one – Naomi Scott)
Marinette se había deslizado sobre la ola con la agilidad de alguien que ha practicado toda su vida, su mirada era determinada y, por un instante, todo pareció sólo un sueño. Por un minuto, más o menos, la joven se sintió de nuevo como una persona normal, sin mitos, sin leyendas, sin responsabilidades por cumplir, no había más una princesa que debiera tomar la decisión de ser reconocida ante el océano y tomar su lugar a la izquierda de la reina como consejera de Kagami, o aspirar a una vida tranquila al lado de un integrante de la guardia de coral. Sólo Marinette.
Pero el ardor en su vientre la regresó a la realidad.
No sólo la forma de su estrella, sino la argolla de compromiso, ambas brillaron levemente, cualquiera que mirase podría creer que se trataba del reflejo del agua sobre la piel de la chica, y aunque fue una sensación ligera, Marinette lo percibió y perdió toda la concentración, sus rodillas se tensaron y ella salió disparada hacia el frente, hacia el agua, mientras la tabla era proyectada hacia el cielo.
No, no podía darse el lujo de ser Marinette y ya, no podía ser sólo una chica de vacaciones en la playa que viviera un romance de otoño, no podía ser simplemente alguien que volviera al hogar después de eso. Y ahora que estaba suelta la bruja del mar, menos que nunca podía darse a la tarea de bajar la guardia.
Sacó medio cuerpo del agua, dando una bocanada a la par de una patada, buscó la tabla con la mirada y nadó hacia ella con fuerzas, pensando seriamente en regresar a la ciudad en lugar de estar perdiendo el tiempo en las tablas.
Habría abandonado la tabla en el mar si no fuera la Krypto de Luka, sabía cuánto maba el muchacho aquella tabla, pero ¡Dios! Tenía la mente hecha un embrollo. Y el corazón hecho un ovillo. ¿Cómo limitarse a ser una persona común y corriente cuando todo cuanto ocurría a su alrededor tenía que ver con mitos y leyendas de una bruja poderosa y una princesa perdida?
La mano de Adrien entró en su campo de visión. El muchacho sonreía radiante, ofreciéndole un apoyo para subir a la tabla.
—¿Cómo puedes estar tan tranquilo? —Inquirió Marinette cuando por fin hizo equilibrio sobre la tabla, observando a los surfistas desde la distancia, agradeciendo que Adrien hubiera sugerido nadar mar adentro hasta una distancia prudente con la gente.
—¿Por todo lo que está pasando?
—Sí, quiero decir, mi mundo entero acaba de cambiar y, por lo visto, el tuyo también, pero...
—Es difícil de asimilar tanto. —Coincidió Adrien mirando en la distancia.
Marinette escuchó en la distancia un eco, el aria de esa mañana, el aria de la última semana. El aria que había escuchado desde que la bruja del mar había hecho aparición en las aguas de Les Cavaliers, pero decidió ignorarlo de momento. Se limitaría a ir un conflicto a la vez. Si quería desenmarañar toda la madeja, debía ir nudo por nudo.
—¿Sabes? —Murmuró Marinette pensativa, recargando medio cuerpo en la tabla y observando el horizonte. —Esta mañana, al terminar mis lecciones de artes sagradas con Kagami, estábamos pensando en lo que pasó en el solsticio de otoño, en los tres cuerpos que encontramos cuando recién iniciaba el conflicto del tiburón del arrecife.
—Fue tu primera catatonia. —Murmuró el muchacho mirando a su amiga con una sonrisa lacónica. —Daba miedo, de hecho, ver tus trances fue complicado, incluso mi padre guardó distancia y mira que él ha visto de todo en esta vida.
—Me quedé pensando en algo que dijo Luka respecto a mis trances. Algo de tener la sensación de poder guiar mis trances. Y en las lecciones que estoy recibiendo no dicen nada al respecto, pero no sé si en los registros de los tritones diga algo al respecto.
—¿Qué quieres saber?
Marinette se enderezó en su sitio con el entrecejo fruncido, con la mirada fija en el horizonte, tratando de distinguir la división entre el océano y el cielo, percatándose de que, en esa hora del día, lucían del mismo tono de azul.
No pudo contener el escalofrío, aunque lo intentó, pero recordar la historia de su madre, las palabras de Tomoe respecto a Lila Rossi, aquello fue suficiente para que la joven se sintiera infinitamente pequeña en un mundo terrible y cruel.
Tomoe por fin les había contado la historia de aquella bruja y su condena a las ciudades de cristal. Había sido el mismo año en que Louis había caído. Lila se había presentado ante la reina con el dibujo de una estrella entre sus omóplatos, grabado en la piel como si se tratara de una herida grabada con fuego al rojo vivo.
Se había presentado como una niña sin recuerdos ni pasado, sólo el conocimiento de una lengua antigua gracias a un libro con el que la habían dejado antes de arrebatarle los recuerdos, se había querido hacer pasar por la princesa perdida, pero había una cuestión que Lila no consideró.
Tomoe era llamada la reina ciega, era llamada por muchos la reina Justicia, dada su similitud a la diosa Temis, pero pocos sabían que, en realidad, aquella reina veía perfectamente a través de los vendajes, que conocía el color del cielo, del mar, el color de los ojos de su hija más pequeña. Los pocos que sabían que la reina en realidad veía creían que la única razón para llevar las vendas en los ojos era por la sensibilidad ante la luz, el dolor físico que ella sentía cuando estaba expuesta demasiado tiempo.
Lo que el mundo descubrió cuando Lila Rossi se presentó ante ella fue el hecho de que la reina Tomoe de la casa Tsurugi tenía la capacidad de ver con sus ojos a través de la barrera de la magia, no había un solo hechizo que pasara desapercibido a sus ojos, no había un solo hechizo que pasara por enfrente de la reina sin que ella lo notara. Así que Tomoe, la noche en que una extraña se presentó ante ella pretendiendo ser su hija, ella no dudó un segundo antes de quitarse la venda del rostro y escrutar, con los ojos vedados por una capa lechosa, el rostro de aquella sirena para descubrir que no era el color de los ojos de su hija.
—Luka dijo que podía usar el vínculo que tenemos para guiarme en las catatonioas. —Murmuró Marinette determinada. —¿Se ha hecho antes?
—Sí. Ha ocurrido.
—¿Y ha ocurrido al revés? ¿Que alguien sea capaz de transmitir magia a las manos de otra persona?
—No lo sé. Los registros no llegan a tanto, pero creo que, si el vínculo es fuerte, puede ocurrir... Hay... una leyenda en mi familia que dice que mi padre fue capaz de ver las ciudades del océano a través de los ojos de mi madre, pero no lo he comprobado, necesitaba preguntarle a mi padre, pero él no dice si son mitos o si en realidad pasó. Creo que considera que no estoy listo.
—¿Quién en su sano juicio está listo para saber estas cosas? —Dijo Marinette divertida. —Un día fue la última vez que reímos junto a nuestros padres sin mayores preocupaciones por última vez, y no lo sabíamos.
—Es verdad. Oye Mari… —Murmuró Adrien pensativo, observando la sonrisa desenfadada que la joven había compuesto. —¿Por qué quieres saber todo esto?
—Bueno... —Murmuró la joven pensativa. —Las artes sagradas que estoy aprendiendo pueden usarse para muchas cosas, mi madre... la reina... cree que estamos en peligro, así que pensaba en que, si Lila ataca y yo no puedo pelear, pero Luka sí...
—Tú podrías ayudar desde la trinchera... —Dedujo Adrien asintiendo, sorprendido. —¿Cómo es que piensas así de rápido en general?
—No lo hago. Tengo días dándole vuelta a esto. Desde que la reina comenzó a instruirme, me da la impresión de que nos prepara para algo grande, pero hay cosas que no me dejan aprender. Incluso Kagami desconoce parte de la historia de la bruja del mar y el nacimiento de las estrellas. Hay... algo que no nos han dicho.
—Déjame adivinar, pretendes averiguarlo.
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Kagami sonreía mientras cepillaba el cabello de su madre, la reina sonreía con los ojos cerrados mientras su hija la peinaba. Hacía minutos que la reina había comenzado a tararear, sin darse cuenta, una vieja canción de cuna que solía cantar para su princesa cuando era una pequeña.
Hacía años que anhelaba escuchar de nuevo reír a su madre, y de pronto, en el tiempo en que tenían entrenando a Marinette, Tomoe había vuelto poco a poco a ser aquella mujer dulce y amable que sonreía de medio lado con tan poca fuerza que sólo alguien que realmente conociera a la reina, podría saber que estaba sonriendo.
—Marinette dice que todas las nanas tienen algo de advertencia. —Admitió Kagami con media sonrisa mientras su madre ensanchaba la sonrisa. —Pero no recuerdo qué dice esta canción.
Tomoe suspiró negando con la cabeza.
—Es la historia de la primera estrella. —Admitió la reina entrelazando las manos en su regazo. —La canción dice que eran tiempos de paz cuando la primera estrella nació, la letra es… confusa.
—¿Es confusa o prefieres no decirme?
La reina sonrió de medio lado, orgullosa de la agudeza que solía mostrar su hija.
—¿A qué conclusiones has llegado con tus estudios sobre las historias de las estrellas?
—Madre… —Dijo Kagami deteniendo las manos en el cabello negro de la reina, incapaz de soltarla, sin poder moverse. —Yo no creo que haya nacido una sola estrella en tiempos de paz. —Tomoe suspiró profundo y Kagami tomó aquello como una confirmación, misma que le hizo recuperar la capacidad de moverse, nadó hasta situarse frente a su madre y esperó a que la reina abriera los ojos para continuar. —Creo que todas las estrellas nacen justo cuando se vienen tiempos difíciles, pero no sé por qué.
Tomoe sonrió, resignada, dedicándole una mirada larga a su hija.
—Eres igual a tu padre en muchos sentidos.
Kagami tragó saliva tratando de contener las ganas de llorar. Tomoe nunca hablaba de su esposo, nadie sabía la razón y no era un buen momento para preguntar al respecto, pero no dejaría pasar la oportunidad de preguntar una segunda ocasión.
—Ve y alístate. —Añadió la reina levantándose y tomando su vendaje antes de encarar el espejo y proceder a vendarse sola. —Y ve por tu hermana, que tenemos una cita en el estadio de los gladiadores esta tarde.
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Luka estaba sentado en la soledad de la arena, sonreía mientras pulía su espada con parsimonia, pensando y preguntándose si era momento de hacer "aquello" frente a la reina para ganarse una oportunidad. Sus pensamientos volaban alrededor de la posibilidad de hacer alguna floritura con su espada para fingir alguna habilidad de la espada, pero no podría mantener la farsa mucho tiempo. La única otra opción era aprovechar el vínculo de magia que parecía aparecer entre él y Marinette a través de la sortija.
—Si tan solo...
—Buenas tardes, Luka. —Saludó la reina entrando en la arena con los ojos vendados y apoyándose en su cayado. —¿Preparado para esta tarde?
—Más que nunca, alteza. Después de todo ya no sólo se trata de ser capitán de la guardia, sino poder pedir la mano de su hija.
—No creo que Kagami quiera casarse contigo después de haber conocido al joven Agreste. —Dijo la reina con un gesto altanero, mofándose del joven espadachín con una sonrisa de autosuficiencia. —Después de todo, en la antigüedad no podíamos casar a la menor, sin casar a la mayor.
Luka soltó una carcajada ante aquello y asintió, concediéndole una victoria por su argumento.
—En ese caso, pediría la mano de Kagami a nombre de Adrien para compensar. Y, tal vez, luego robaría a la segunda princesa.
—Perspicaz... —Murmuró la reina asintiendo, empatando. —Sé que tal vez no debería darte esto justo ahora, pensando en que presentarás una prueba. Quiero que demuestres tus habilidades reales, pero quiero que lo hagas blandiendo esto.
La reina azotó su cayado contra el suelo una vez y emitió una luz tenue que envolvió todo el cuerpo de madera, la figura se disolvió y deformó, convirtiéndose lentamente en una espada negra de mano y media, con empuñadura fuerte, pero una hoja delgada y bien equilibrada.
Luka tragó saliva.
—La asesina de tiburones... —Murmuró sin aire.
—Así es. La espada del capitán anterior. Quiero que la tengas para la prueba de esta tarde. —Dijo la reina ofreciendo el obsequio con ambas manos, sonriendo complacida cuando Luka hizo una reverencia ante ella para recibirla. —Esta espada debe estar en su lugar legítimo, tú debes tener en tus manos la espada de tu padre cuando aspires a ser Capitán. No importando el desenlace de esto, tú debes blandir su espada.
