El tiempo agonizaba. Tan sólo unos minutos más y todo habría acabado para siempre.

Únicamente dos personas en el andén. Él y ella. Nada más que pudiera distraerles.

Sus pupilas, anteriormente esquivas, estaban conectadas como ninguna vez anterior. Sus miradas hacían una sola. Sus ojos, clavados los unos en los otros. Los de él cual mar agitado. Los de ella, como una inmensa pradera al amanecer.

Atrás quedaban aquellas largas horas en silencio, aquellos eternos segundos en los que se observaban mutuamente sin darse cuenta.

Ella no pudo evitar dibujar una sonrisa irónica. En ese momento, justamente cuando más cerca se encontraban, era cuando ella marcharía para siempre para no regresar jamás.

Él buscó su mano torpemente. Ella, sin permitirse un solo segundo de duda, la acogió entre sus dedos.

Sus respiraciones, acompasadas, iban acelerándose poco a poco. Sus corazones, también al mismo son, latían apresurados.

Ella separó la distancia entre los dos cuerpos. Él separó la distancia entre las dos almas.

El primer beso y, ligado a él, el último adiós.

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Este fue un relato corto que escribí para la clase de literatura este año. No sé por qué, pero todo lo que escribo es ADMM.

Quiero dedicárselo especialmente a mi querida Mashita, por esos encantadores dibujos de Albus y Min que pintó en mi agenda

Y qué más decir... Que creo que a mi muso le sentaron bien los aires berlineses ;)

Ya saben que para cualquier cosa, review o e-mail

Hasta la próxima,

...Kiara McGonagall...