Marinette estaba sentada en una especie de camilla decorada con conchas vacías y coral. La enfermera le sonreía con dulzura mientras Kagami sostenía su mano, infundiéndole valor con ese gesto dulce.
¿Qué iba a decir?
Marinette tenía nula experiencia en la salud de las sirenas, decir sus síntomas sería sencillo, pero a qué se los iba a atribuir, ¿a la luna?
—¿Es la primera vez que enlazas un vínculo espiritual? —Murmuró la enfermera con aires distraídos mientras se acercaba a ellas con un aparato que a Marinette le pareció un baumanómetro.
—¿Perdón? —Soltó Marinette pasmada por la pregunta. ¿Vínculo?
—Creo que eso me responde. —Dijo divertida la enfermera mientras le colocaba la cinta alrededor de la muñeca y le dedicaba una mirada a la otra princesa.
—Creo que ni siquiera se dio cuenta de lo que estaba haciendo. —Admitió Kagami sonriendo. —Fue durante las pruebas de los aspirantes a capitán de la guardia.
—Es peligroso que hagan magia sin conocer los vínculos. —Reprendió la enfermera con aires maternales, comprobando los signos de su paciente. —Sobre todo cuando recién se es aprendiz y no conoces tus límites linda.
—¿Es tan evidente? —Murmuró Marinette sonrojada, bajando la voz y apretando la mandíbula.
Tenían toda la razón en reprenderla, sólo esperaba que no le dijeran nada a Luka por su irresponsabilidad, aunque no estaba segura de cuánto tendría él de responsabilidad al respecto; estaba clara en algo. Ambos habían tomado la decisión de usar el vínculo como una ventaja, así que debían afrontar las consecuencias de sus actos.
—Eres joven. —Murmuró aquella mujer mientras Kagami acariciaba el cabello de su hermana con cierto aire protector e infantil. —No conozco muchas sirenas que, siendo tan jóvenes, hayan logrado el dominio sobre su magia.
—Sin embargo. —Cortó Kagami con dulzura y educación, con tal diplomacia que a la enfermera no le quedó más que darles el beneficio de la duda. —Esta joven sirena tiene apenas un par de meses estudiando conmigo y con la reina, y ya logró perfeccionar algunas artes que otros llevamos toda la vida estudiando.
—Exageras... —Murmuró Marinette aún más bajo, sonrojándose más ante los comentarios de su hermana.
—Es cierto, Marinette. No han pasado tres meses y tú ya eres capaz de sostener hechizos que yo no domino. Eres muy poderosa y siempre tienes las palabras correctas.
—Pues entonces tiene la bendición de la luna. —Dijo la enfermera con una sonrisa amplia, acariciando el rostro de Marinette para poder observarle los ojos. —Gozas de perfecta salud, sólo ten cuidado al momento de hacer magia.
—Lo tendré.
—Ahora vamos. —Urgió Kagami levantándose y tomando las manos de su hermana. —Harán públicas las listas de los candidatos elegidos para aspirar a capitán.
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24.-Decisiones
Sonrais777: Lo estamos, saludos!
RubyMoon . Li: Qué te digo, la verdad es que sí había estado escribiendo capítulos medio cortos, pero espero poder volver a mis habituales cuatro mil palabras, esta vez casi lo logro. ¡Ay! Ahora sí comenzamos lo bueno, espero te guste este giro radical, no sé si me estaré yendo muy rápido, pero me comen las ansias. Gracias por leerme
Manu: Yo también espero que me baje pronto la carga laboral, ahora, respecto a tus preguntas, ¿de verdad quieres el spoiler? No quiero quitarte la sorpresa. Definitivamente no he planeado una sirena bug, pero no quito el dedo del renglón. Saludos
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(Soldier – Fleurie)
La oscuridad reinaba en las cavernas, pero Lila agitaba sus dedos levemente y corrientes de estática y electricidad se alzaban alrededor de sus dedos, llenando el sitio de sombras que se alzaban imponentes en torno a la bruja del mar, como un mal augurio de que pronto todo se complicaría.
Había esperado pacientemente, tan pacientemente como podía. Sabía que la estaban buscando. La reina ciega había puesto a sus guardias a peinar el océano, montones de guardias que diariamente se movían por toda la ciudad, a la par de gente alerta en las zonas alejadas. Había creído que podría pasar desapercibida si se mantenía oculta en alguna gruta o paraje oculto, pero pronto los tritones fieles a la corona comenzaron a revisar incluso debajo de las piedras.
La bruja había considerado seriamente adelantar su ataque. Si no podía ocultarse de los hombres de la reina, entonces les haría frente.
Y de pronto se dio cuenta de que los únicos guardias armados para su búsqueda eran los que podían canalizar la voluntad de la luna.
La mayoría de las sirenas creía que aquello era un truco bonito que hacía que sus espadas resplandecieran cuando peleaban o defendían a su gente, lo que nadie sabía, o al menos los civiles y guardianes incapaces de hacer magia desconocían, era el hecho de que poder canalizar la magia a través de las hojas ayudaba contra los hechizos de las brujas del mar.
Lila podía hacer pócimas, levantar embrujos y conjuros, lanzar su magia hecha rayos para atacar a las sirenas de la ciudad, pero si alguno de sus hechizos era interceptado por las espadas de los tritones que podían canalizar la voz de la luna a través de sus armas, entonces la magia se desvanecía. Eso equilibraba muchísimo las peleas.
No. Lila decidió no adelantar el ataque, y nadó a refugiarse en el último lugar en el que alguien la habría buscado. Nadó de regreso a las prisiones de cristal, y se ocultó en la primera caverna que vio a medio camino entre la superficie y el abismo, prometiéndose a sí misma que no permitiría que nada ni nadie se interpusiera en su camino a la venganza.
La bruja del mar había estado al pendiente de los cambios en la marea, al paso de los días, al cambio de guardias en la entrada de las prisiones, había sentido en su sangre el solsticio de invierno y el paso de aquellas fiestas. Porque, a pesar de ser una renegada del reino, la magia de la luna seguía corriendo por sus venas, enervándose conforme recuperaba energía y dominio de los hechizos que había pasado años memorizando. Todavía corría por sus venas toda la magia que la había convertido en la hechicera más poderosa de su generación y de todas las anteriores.
Ni siquiera Marianne había sido capaz de superar a Lila en su momento. Sí, fue lo suficientemente fuerte como para debilitarla al grado en que Tomoe pudiera vencerle de ser necesario, pero no lo suficientemente fuerte como para derrotarla y arrebatarle la magia.
El solsticio de invierno había traído una de las lunas más grandes del año, Lila había aprovechado ese momento de calma para fortalecerse, pronto el reino estaría vulnerable y ella sería más poderosa que nunca. Estaba segura de que borrar el nombre de Meredith de la piedra sería suficiente conjuro como para aumentar su magia y llevarla al siguiente nivel. Si podía absorber el poder de la estrella, no había una sola sirena o tritón capaz de detenerla.
Sintió el movimiento en el agua y sonrió de medio lado al percatarse de que su anguila fiel había vuelto hasta ella con noticias.
—Kiri... Mi fiel mascota... —Murmuró la bruja acariciando la piel helada de aquel animal mientras se retorcía entre sus manos, mimándose. —¿Encontraste a mi tiburón? Por supuesto que sí... No hay nada que no puedas hacer. —Dijo tomando al animal frente a sí y hablándole con aires infantiles. —Por eso sobreviviste a mí, eres la mejor entre los mejores.
La bruja escuchó un siseo por lo bajo, la voz de su mascota, de su informante.
Claro, el solsticio había pasado y la reina ciega había prometido que presentarían a la princesa perdida en el baile de invierno. Solían hacer todas las fiestas importantes al mismo tiempo y eso ponía en peligro al pueblo, pero la reina Tomoe, siempre confiada en su poder y en su título como hechicera invicta, parecía tan soberbia al tomar aquellas decisiones.
—Yo haré que se arrepienta de su despotismo. —Prometió Lila mirando los ojos de su anguila, sonriéndole con sadismo. —Esta noche en el baile, cuando presenten a la sirena ante el consejo, cuando todo el mundo sepa que la niña perdida ha vuelto a casa, también sabrán por qué era tan importante que me tuvieran respeto, que tuvieran precaución, que no se metieran conmigo. Todos y cada uno de mis enemigos va a pagar esta noche y caerá por fin la careta de autosuficiencia de la reina ciega.
Lila se dio cuenta de que sus tentáculos estaban llenos de estática, toda la caverna estaba iluminada gracias a los rayos que se habían creado con base en su rabia, no pudo evitar soltar una carcajada siniestra al percatarse de que, ahora, ni siquiera debía esforzarse para convocar los rayos de las anguilas.
Sí. La bruja había elegido a las anguilas para poder hacerse de la electricidad, el agua era un conductor natural, si ella podía hacer daño con su magia, lo haría sin pensarlo dos veces, y se regodearía en el dolor de cada súbdito disponible, porque no había en las ciudades de coral una sola alma inocente.
—Todos arderán... —Prometió sombría mientras apagaba sus corrientes y se volvía a sumir lentamente en la oscuridad. —Ni una sombra quedará...
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Luka hizo una reverencia frente a la reina cuando ella lo llamó; Tomoe estaba sentada en su trono con el rostro erguido y la boca dibujaba una línea fina, inexpresiva. El tritón sabía que aquello no podía significar nada bueno si la reina lo había mandado llamar el mismo día del baile y en el que darían los resultados de las pruebas, puesto que, aunque su nombre había figurado entre los candidatos que podían ser elegidos capitanes de la guardia, las pruebas habían continuado durante todo un mes más hasta el día del solsticio.
—Alteza. —Saludó con aires solemnes.
—Sabes que hoy daremos a conocer que la aprendiz de Kagami es mi segunda hija ¿Verdad? —Dijo secamente Tomoe al darse cuenta de que el muchacho no se levantaría.
—Sí, alteza. Lo sé. —Musitó Luka entre dientes, agachando aún más la cabeza, pronunciando su reverencia sin atreverse a mirar las facciones frías de la reina, sabiendo que aquello sólo podían significar malas noticias.
—Esta noche se revela el nombre del tritón que quedará a cargo de ser entrenado como capitán de la guardia, elegiremos a la persona que, durante los próximos tres solsticios, entrene lado a lado con Fu hasta convertirse en un sucesor digno.
—Y en otoño no le quedará otra que decirme Capitán, alteza. —Bromeó Luka forzando una sonrisa ladina, levantando el rostro hacia las facciones endurecidas de la reina, quien, por primera vez en mucho tiempo, no siguió una broma inteligente del guardián, sino que mantuvo la calma.
—Meredith será presentada como una hija de la luna, no sólo es una niña perdida o una niña del océano, sino una joven princesa con sangre real que debe ser tratada como tal.
—Lo sé.
—Y sé que tu intensión sigue siendo la misma.
—En el otoño me llamará yerno también, alteza. —Desafió Luka, enderezándose por fin en toda su estatura y mostrando la insignia en su pecho, atada al cinto de la espada de su padre.
—Luka, Meredith ya tomó su decisión. Será nombrada princesa del océano, será nombrada heredera al segundo trono, será nombrada sacerdotisa del templo mayor. Y si por algún motivo tú no eres nombrado capitán, tendrás que deshacer tu compromiso.
—Con todo respeto, alteza... —Murmuró Luka en medio de una respiración profunda. —No es por darme más importancia de la que merezco en la corte, pero durante los últimos meses no he hecho otra cosa más que servir, guiar y acompañar a su hija como ningún guía espiritual se ha atrevido jamás. Si lo que está pidiendo es que rompa mi compromiso con la princesa sólo por las cuestiones sociales, entonces eso me llevaría a creer que es para usted más importante lo que dirán los nobles, que el corazón de su hija.
—Luka Couffaine, siempre te he admirado por tu sagacidad y tu perspicacia, pero es precisamente eso lo que me lleva a creer que serías un poquito más inteligente que esto. No hablo de lo que yo sería capaz de pedirle a mi hija, no son las cosas a las que yo quiera hacerle renunciar, es al sentido del deber que ella tiene, y al tuyo.
Luka sintió aquellas palabras como un baldazo de agua helada. ¿De verdad había dejado de ver todo el panorama?
—Si eres elegido capitán de la guardia, entrenarás hasta el otoño para poder tomar tu lugar entre los tritones que protegen el palacio y a las princesas, podrás tomar tu lugar en el arrecife y en la playa como mediador con los hombres, podrás seguir teniendo esta vida dividida entre la superficie y las profundidades.
—Sé lo que tengo que hacer, no voy a extrañar la tierra en otoño o en invierno...
—¿Y la princesa se perdonaría hacerte romper las reglas?
Luka respiró profundo, la argolla en su mano tembló un momento, y él tuvo que recurrir a cada gramo de fuerza de voluntad para no reaccionar a las palabras de la reina.
—Si no soy elegido capitán, inicia mi entrenamiento, un año, y entonces podré aspirar a tomar otros puestos que me lleven a ser capitán de la guardia, todos los caminos llevan al mismo destino, sólo es cuestión de buscar.
—Sí, y mientras tú buscas, Meredith deberá tomar otras decisiones, conocer gente, tomar lecciones, aprender ritos y protocolos, se convertirá en una embajadora con las otras ciudades submarinas, con otros reyes, con otras cortes. Tomará decisiones. ¿La vas a hacer arriesgar eso? ¿Tú estás dispuesto a dejarlo todo por ella cuando ella te suplica que persigas tus sueños.
—Si lo que trata es disuadirme de...
—Lo que estoy tratando de hacer, Luka Couffaine, es abrirte el panorama. Sé a todo lo que estás dispuesto a renunciar por ella. Pero ¿estás dispuesto a hacerla renunciar a ella?
Y la palabra Princesa dejó de sonar tan bonita en sus oídos.
De pronto, princesa representó todo lo que separaba a Luka de Marinette. De pronto el muchacho comprendió de qué estaba hablando la reina y se quedó helado en su sitio, pensando en todas las cosas que podrían ocurrir a continuación si las cosas no salían de acuerdo a sus planes.
¿Quitarle algo a su musa? ¿Hacerla renunciar?
Jamás.
No a la princesa del océano.
Princesa.
Jamás un título tuvo tanto peso como en ese momento, en que Luka comprendió que Marinette, Meredith, tomaría de verdad su lugar en la corte, y la palabra princesa no sería más un chiste local, un apodo cariñoso, una metáfora.
—Mi hija quería verte antes del baile. —Añadió la reina volviendo el rostro a la ventana. —No la hagas esperar o Kagami te hará pagar por ello.
Luka se movió a toda velocidad, ni siquiera reparó en despedirse o agradecer, no tuvo corazón para quedarse un segundo más sabiendo que su prometida estaba terminando de vestirse para la ocasión, salió disparado hasta su habitación y entró sin anunciarse al ver la puerta abierta.
Una especie de malestar se había instaurado en el pecho de Luka al llegar por fin a aquella conclusión, saber que no sería capaz de hacer que su musa renunciara a nada por él, así que esperó encontrar algo que le hiciera sonreír y que le diera fuerza para aferrarse a lo último de esperanza que le quedara.
Si la reina lo había llamado para advertirle que debía tomar una decisión, aquello sólo podía querer decir que no había pasado las pruebas, no había sido apto para ser elegido, y entonces él podría haber hablado con Marinette, pedirle renunciar o...
No. ¿En qué demonios estaba pensando?
Debía haber alguna otra solución, aquello no podía ser el final, no podía estar tan mal...
Pero lo estaba.
(Lost in paradise – Evanescence)
Verla ahí fue el colmo de sus males.
Habían estado bromeando respecto a hacer oficial su compromiso la misma noche en que ella sería presentada como princesa del océano. Las cosas por fin comenzaban a verse claras para ellos y la tempestad había remitido lentamente.
Entonces ¿por qué seguía sufriendo?
La distancia se volvió abismal cuando Marinette sonrió para Luka, con un gesto dulce y el vestido de gala envolviéndola con tal elegancia que dejó claro que, de verdad, esa noche la joven se convertía en segunda al trono de coral.
Marinette llevaba puesta la corona que había usado el día de su iniciación y juramento, la diferencia radicaba en el hecho de que todo hacía juego esa noche.
Llevaba un sujetador color dorado claro y bordados negros, de tirantes delgados que servían para sostener un Olán de tela que caía suavemente, acariciando sus hombros de manera sutil, elegante. Su vientre estaba cubierto por una red del mismo color, con perlas negras en medio de flores bordadas en colores oscuros; a los lados de su cadera habían ceñido un polizón de tela bordada que adornaba sus curvas con toda la intensión de realzar sus atributos esa noche, varios holanes de tela caían y volvían retenidos con rosas de color pálido, Marinette se había atrevido a compararlo con el betún de un pastel; parecía una odalisca preparada para presentar su danza, y al mismo tiempo lucía como la heredera al trono de las ciudades de coral.
—Estás muy hermosa hoy, Mari… —Fue lo primero que Luka pudo pronunciar luego de largo rato de mutismo, pasmado ante la belleza natural que Marinette irradiaba esa noche tan especial.
—Gracias. —Murmuró ella, tímidamente, mientras se acercaba a su guardián más leal.
—¿Estas nerviosa?
—Sí. —Admitió ella desviando la mirada ante la aparente frialdad que su prometido le profesaba en aquellos minutos.
—No lo estés. —Murmuró él capturando un mechón suelto de cabello y acomodándolo cariñosamente tras el oído de su protegida. —Sé que estarás espléndida esta noche. Cuando te presenten ante la corte y los tritones del arrecife bailen contigo, se darán cuenta de que la reina está tomando la decisión correcta al convertirte en segunda al frente del reino.
—No se bailar. —Dijo la joven, tratando de encontrar un tema de conversación para matar la ansiedad que le corroía las entrañas en ese momento.
—Déjate guiar. —Sugirió con naturalidad mientras apresaba la cintura de Marinette y la pegaba a su cuerpo, adoptando una postura de vals que hizo a la princesa sonrojar. —La mayoría de ellos sabe perfectamente cómo guiarte para que parezca que sabes hacer esto.
—Es fácil para ti decirlo. Bailar contigo es más sencillo que nadar.
Luka rio por lo bajo, moviéndose por el espacio mientras hacía a Marinette suspirar.
—Qué linda.
—Sé que mi madre habló contigo. —Murmuró la princesa bajando el rostro a la par que Luka se detenía. —Y no sé qué te dijo, pero sea lo que sea…
—Marinette, tu madre tiene razón. —Soltó Luka con el corazón encogido. —Y yo lo único que quiero es verte feliz. —Sentenció retrocediendo en su sitio, permitiendo a Marinette observarle por completo.
El muchacho llevaba un peto de cuero ceñido al torso, sobre el cual estaba la pechera de metal con la estrella grabada. Llevaba las hombreras con aletas dorsales y los brazos desnudos, pero los guanteletes le cubrían los antebrazos hasta los codos, el cinturón de bolsillos colgaba sobre sus caderas y la espada bastarda enganchada en la espalda. Todo el costado de su cabeza había sido trenzado, al igual que la primera noche, pero ahora él llevaba perlas entretejidas en el cabello, y una estrella de mar hecha de metal, imitando a la perfección el signo en la piel de Marinette.
Esa noche, Luka prestaría juramento ante la guardia de las tortugas, pero también le juraría lealtad incondicional a la segunda princesa, reafirmando así su primer juramento.
—Yo sería feliz si te quedaras a mi lado. —Murmuró ella percatándose del abismo que parecía abrirse entre ellos, marcándose más y más a cada instante.
—Lo sé, pero llevar la contra a tu madre ahora que volviste a encontrarla también traería pesar a tu alma, y yo no me siento lo suficientemente egoísta como para ser el que divida tu corazón, así que prefiero hacerme a un lado. Hey... —Llamó con dulzura tomando el rostro de Marinette con cuidado, cuando la joven bajó la mirada, conteniendo las ganas de llorar. —No hagas eso, por favor. Una princesa no debe agachar la mirada jamás.
—Pensé que podríamos estar juntos. —Admitió ella con tristeza. —Es decir, ahora que te unes a la milicia y podría quedarme en el océano, pensé que tal vez llegaríamos a ser algo más que dos amantes que se consagraron a la luna.
—Ahora que serás coronada, que la diosa luna me perdone si llego a soñar tan alto... —Murmuró Luka lleno de pesar, sintiendo que él mismo desbordaría un mar de lágrimas si no se iba inmediatamente. —Lo harás espléndido esta noche, y después de tu vals, vendré a presentar mi espada ante ti.
—¿De verdad este es el final? —Exclamó la princesa antes de lanzar los brazos en torno al cuello de Luka, rompiendo en llanto mientras el muchacho la apresaba con fuerzas, aspirando profundo, sintiendo el ardor del fuego quemar la piel de ambos muchachos en el espacio en donde habían estado sus anillos.
—Esto es una daga en mi corazón. —Admitió Luka, sintiendo que no podría abrazar a Marinette lo suficientemente fuerte como para cerrar el hueco que se abría en su pecho. —Pero en otoño me habrás olvidado y podrás seguir adelante.
—No quiero seguir adelante. Quiero estar a tu lado.
—Mari... Lentamente muero desde que tomé esta decisión, y sé que pedacitos de mi alma se irán perdiendo en el abismo, pero haré lo que sea con tal de verte sonreír otra vez.
—Entonces no te vayas de mi lado.
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El tiburón se arrodilló frente a Lila cuando ella salió de su escondite, los cuerpos de los dos tritones que custodiaban la entrada a las prisiones de cristal yacían en el fondo, atravesados por sus propias espadas, cubiertos de mordidas bastante humanas para la forma del rostro de aquel tritón, que le dedicaba una mirada de confusión a la hechicera.
Ella movió los dedos creando una nebulosa verde que vedó los ojos de aquel ser, sumiéndolo en la obediencia y sumisión total.
—Ahora escúchame muy bien, que tenemos trabajo pendiente. Esta noche es el baile del solsticio, las celebraciones por el invierno. Y tú sólo tienes una tarea.
—Escucho y obedezco.
