Kagami miraba a su madre con incredulidad.

¿De verdad había programado los nombramientos de la guardia el mismo día del baile de presentación?

Ella sabía cuán importante era para Marinette estar presente en el momento en que dieran veredicto a Luka, entonces: o estaba siendo sumamente egoísta, o estaba protegiendo a su segunda hija.

Y con todo su corazón, la joven pelinegra deseó que su madre aún conservara un poco en su alma de la reina altanera y prepotente en que se había convertido Tomoe al perder a Meredith años atrás, y que esa perra sádica fuera la que se burlara ahora de la ansiedad a la que ambos estaban siendo sometidos. Prefería creer que su madre seguía siendo cruel e insensible a pensar en la posibilidad de que Luka y Marinette se separaran después de haberse jurado la vida ante la luna.

—No puedes negarle la posibilidad de verlo. —Murmuró Kagami con la sonrisa apretada lo suficiente como para que no se pudieran leer sus labios, avanzando al lado de su madre entre los invitados a la fiesta, procurando mantenerse serena al momento de hacer aquel interrogatorio.

—Supongo que tú sabes mejor que yo cómo manejar un reino. —Murmuró Tomoe con la misma actitud, sonriendo y haciendo reverencias de saludo a los nobles con los que se topaban en el camino.

—No, madre. No sé llevar un reino. Pero sé un poquito más sobre emociones de lo que aparento.

—Aunado al hecho de que pasas mucho tiempo con ella, bastante más del que yo puedo presumir, debo decir. Así que la única posibilidad que veo es que te has encariñado mucho con la joven. Te estás ablandando, querida. —Dijo la última frase sin disimular, girando el rostro en torno a su hija y sonriendo de medio lado mientras enarcaba una ceja con aires desafiantes y sarcásticos. —No es la actitud propia de una aspirante a guardiana de las catacumbas. Menos a mi heredera.

—Viene a resultar, madre, que la joven no sólo es mi hermana menor, sino también tu hija perdida. Por cierto, la misma hija por la que molestaste a Poseidón para que buscara en su lado del océano.

—Sé de qué joven estamos hablando, Kagami. —Murmuró la reina adelantando a su hija y plantándole cara con expresión severa. —Y ahora estoy tomando la mejor decisión posible con lo que tengo. Ahora. —Añadió levantando una mano al percatarse de que Kagami había abierto la boca para apelar. —Ve a buscar a tu hermana, pronto deberemos presentarla ante el reino.

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25.-El vals con la princesa

Sonrais777: Nooo, no llores, no es todo taaan malo... espero. Disfruta el cap.

RubyMoon . Li: Bueno, traigo rápido esta actualización, espero lo disfrutes tanto como yo, la verdad no quería tener a Luka sufriendo, pero tenía que ponerle un poquito de drama, no podía salirles todo a pedir de boca... Claro que no tengo cara para decir nada, porque no todo va a salir bien y... Ay, no me hagas caso, espero que esto compense un poco el susto. Nos leemos

Manu: No habrá beso accidental. Todos los besos que debían darse, ya se dieron. Ya tengo planes para Félix y definitivamente no involucran un lemon con Marinette, no tiene caso romper los cánones que ya he creado en mis historias sólo por forzar la redención de ese personaje. Lo siento, no soy partidaria de defender lo indefendible. Tal vez, aún no lo decido, pueda hacer un spinn off a la relación de Luka y Adrien, pero sólo si sirve para aportarle sentido a la historia, de otro modo, lo veo innecesario. Nos leemos

Marianne E: Lo prometido es deuda. Creí que me tardaría menos en actualizar, pero entre unas y otras ya no me dio tiempo de más. Sé que ya conocías parte de esta parte, y la súplica sigue en pie, no me mates por lo que viene a continuación. Decidí esperar con la segunda canción nueva para otro momento, creo que era justo y necesario darles un momento de calma y cortar donde me quedé para que puedan procesar la información. Sea como sea, te mando un abrazo


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No. Kagami no fue directamente a buscar a Marinette, se movió a toda velocidad hacia la arena de entrenamiento, donde todos los aspirantes a la guardia iniciaban sus juramentos.

Llegó hasta el palco de la reina y se sostuvo del barandal al ver a todos los aspirantes a la guardia formados en espera de ser llamados a tomar juramento. Sonrió de medio lado al ver a Luka muy erguido, pero su sonrisa se desvaneció al ver la expresión mordaz que el muchacho llevaba en el rostro, con el ceño fruncido, con la boca apretada, con los ojos llenos de una incandescencia gélida que lo convertían en algo peligroso. Sabía de memoria el juramento desde que tenía ocho años, toda su vida había sabido que ese era su destino, convertirse en parte de la guardia del océano. Y aspiraba a ser Capitán igual que su padre, pero desde que Marinette había aparecido en su vida, él se había empeñado en conseguir el puesto cuanto antes.

—Deberías irte a la fiesta. —Espetó la voz de Luka a espaldas de Kagami.

La joven princesa respingó, ni siquiera le había dedicado una mirada, y entonces había recordado que su segunda habilidad era directamente con el océano.

—Marinette quería ver este momento. Merece saberlo.

—No quiero que sufra más de la cuenta. Vete.

—Pero Luka, yo también soy tu amiga, y quiero estar aquí para apoyarte.

—¿Apoyarme? —Espetó fríamente el tritón torciendo el gesto y dedicando una mirada a la princesa, haciéndola retroceder un instante, sorprendida por la ausencia de vida en aquellos ojos que antes rebosaban de pasión. —Lo mejor que puedes hacer por mí es irte a esa maldita fiesta y asegurarte de que Marinette va a sonreír porque realmente lo esté pasando bien, no como una máscara para quedar con la gente.

—Pero Luka...

—Además, Adrien casi llega.

—Luka... —Murmuró Kagami apesadumbrada, sabiendo que no quedaba más por hablar.

Volvió a sobresaltarse, la voz de Luka sonó con fuerza, tanto a sus espaldas como por toda la arena.

—¡Luka Couffaine, heredero de la casa de las mantarrayas! —Gritó el muchacho antes de que Kagami dejra de escucharlo.

—¡Luka Couffaine! —Exclamó Fu de frente a él con una sonrisa ladina. —¿Juras en el nombre de la luna rendir tu corazón ante los reyes del océano?

—Lo juro.

Kagami suspiró antes de darse la vuelta, ni siquiera tuvo corazón para permanecer un momento más en aquel lugar, respetando la decisión de su mejor amigo de toda la vida y dándole su espacio para vivir aquel duelo que enfrentaba al renunciar a Marinette esa noche.

¿Qué le iba a decir a su hermana?

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(Never forget – Lena Katina)

La música resonaba con estridencia en todo el lugar. O tal vez la música no estaba tan fuerte y sólo era ella la que escuchaba cómo el sonido envolvía el lugar.

Música.

Recordaba claramente que todo había dado inicio con algo de música. Ella había bailado en la fiesta con Luka, en la lunada de la playa, todo había girado en torno a la música que sólo ellos dos habían sido capaces de escuchar antes de lanzarse a hacer una danza ritual, pero horas antes se había dado el lujo de dejarse seducir por Luka, abriéndose a la posibilidad de vivir un romance de vacaciones con aquel hijo del océano, a pesar de que él le había advertido una y mil veces que se alejara.

Qué diferente habría sido todo si ella hubiera hecho caso, ahora no estaría conteniendo las ganas de llorar por el peso de un amor que no podría ser... jamás.

Había llegado a la conclusión de que debía ser su imaginación, si la gente charlaba distraídamente por todo el lugar, debía tratarse de ella escuchando la música más alta de lo que estaba en realidad. Tal vez era sólo la tristeza que aumentaba sus sentidos.

Marinette, por enésima vez, bajó la mirada hacia su mano observando su piel vacía donde antes había una argolla de compromiso.

—Luka me dijo lo que pasó. —Murmuró Kagami a espaldas de Marinette, ambas ocultas tras la los pilares adornados con los estandartes, aún renuentes a salir a la luz. —No quería que te dijera nada, pero su nombramiento acaba de iniciar.

—¿Por qué no quería que lo supiera? —Murmuró Marinette mirando a su hermana, percatándose de que iba vestida con una odalisca blanca, negra y roja, muy parecida a la suya.

—No sabía si estaría a tiempo para verte dar tu primer baile y quería darte la sorpresa de su título, pero luego de lo que pasó...

—Ya veo.

—¡Invitados de esta noche! —Llamó la voz estruendosa del heraldo consiguiendo que Marinette y Kagami intercambiaran una mirada de angustia.

Había llegado la hora.

El heraldo anunció la llegada de la princesa perdida, Marinette tomó una respiración y compuso su mejor sonrisa antes de avanzar entre los pilares hasta el trono de Tomoe, donde la reina le tomó una mano para escoltarla hasta el centro de la pista de baile.

—Quiero agradecer a todos por haber venido el día de hoy —dijo la reina con una sonrisa radiante mientras extendía una mano hacia Kagami, quien se acercó dubitativa y temerosa hasta tomar la mano de su madre, agradeciendo el apretón amable y suave que la reina le daba, sintiendo que, a pesar de su discusión y de las decisiones respecto a Luka y Marinette, recuperaba poco a poco a la madre que Tomoe había sido —, en el baile de bienvenida al invierno. Sé que muchos representantes nobles de las casas de coral han venido esta noche para conocer a la princesa que se había extraviado en el océano, así que, como es costumbre, la joven bailará un vals para agradecer que tomaron el tiempo de venir aquí.

Marinette suspiró sonriendo, amenazándose en su fuero interno.

No vayas a llorar. Pensó para sí misma al bajar la mirada hasta su mano izquierda y percatarse de que no sólo se había desvanecido el anillo, sino que también se había borrado de su piel todo vestigio de que alguna vez hubiese estado ahí.

No vayas a llorar. No puedes llorar ahora.

El primer noble avanzó hasta ella mientras Tomoe salía de la sala del baile en dirección a la arena; un hombre maduro, podría ser su padre, con una sonrisa amable que dejó claro a Marinette que tenía la intención de ser amable con ella, un gesto cordial con la princesa perdida, sin dobles intensiones ni afán de molestar. Estaría segura en ese primer baile y eso la hizo sentir conmovida.

No te atrevas a llorar. Se dijo una última vez, cuando aquel caballero le hizo una reverencia y le ofreció una mano.

Marinette habría querido bailar ese primer vals con Luka, hacer su entrada formal y su presentación como princesa del brazo del hombre con el que había conjurado un compromiso para casarse.

En lugar de eso, había disuelto ese compromiso con Luka unas horas antes de su presentación y ya ni siquiera había vestigio alguno de que había existido esa promesa dicha ante la diosa luna.

Marinette ocultó ese pensamiento junto con todos los demás, en lo más profundo de su mente, obligándose a sí misma a sonreír para el segundo noble que se acercaba a ellos, esperando un turno para bailar con la princesa, recordándose a sí misma que tenía prohibido llorar, aunque tuviese el corazón roto en mil pedazos puesto que ese día no sólo tomaba su lugar al lado derecho de Tomoe, sino que había terminado la relación que tenía con aquel que se había convertido en el amor de su vida.

No vayas a llorar. Se dijo a sí misma cuando el tercer par de brazos se cerraron en torno a su cintura e iniciaron el baile, con la segunda canción que sonaba.

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Lila sonrió de oreja a oreja, de nuevo en la caverna de los nombres, percatándose de que la estrella de la princesa parecía estarse desvaneciendo por la tristeza con la que la chica vivía en esos momentos.

La bruja del mar colocó su mano sobre la marca en la piedra y asintió para sí misma, sintiendo la estática que aquel símbolo emanaba comenzaba a quemarle la piel. Sin embargo, no fue para nada como la primera vez que trató de borrar la marca.

Kiri, su anguila, nadó hasta el borde del agua, y la bruja del mar sonrió asintiendo, comprendiendo que poco a poco se iba acomodando todo. El tiburón casi estaba en su lugar, así que ahora debería comenzar con sus ritos y rezos para tratar de borrar el nombre de la princesa y comenzar su guerra contra la reina del océano.

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No comprendió cuándo una melodía terminaba e iniciaba la siguiente, Marinette se limitó a sonreír dulcemente, con diplomacia, pero sin entusiasmo, una sonrisa estudiada y diseñada para ser la máscara perfecta de una princesa nerviosa. Los que no la conocieron podrían decir que aquel gesto se debía a la incertidumbre que estaba viviendo en ese momento, pero Kagami suspiró con tristeza al darse cuenta de que su hermana sufría lentamente.

—Se muere por dentro. —Dijo Kagami cuando Adrien la alcanzó en la mesa de los aperitivos.

—Lo sé. —Murmuró el muchacho con el peto grabado en oro, dedicándole una mirada de melancolía a la joven que ahora bailaba con un hombre joven, príncipe de los arrecifes del este, que había externado a Tomoe interés en conocer a la segunda princesa. —Lo de Luka debe estarla matando, y ella está ahí tan tranquila.

—Es una princesa hermosa. —Dijo aquel joven príncipe. —Con todo respeto, my lady.

—Gracias. —Murmuró Marinette desviando la mirada, perdida en la infinidad de sus pensamientos, recordándose que debía ser fuerte.

—No nos han presentado. Mi nombre es Erik.

—Es un placer. Gracias por venir aquí hoy. —Murmuró la princesa, mecánicamente, mientras le sonreía con franqueza, pero sin emoción. —Y nos conocimos en la superficie hace algún tiempo.

No. Aquel muchacho no volvió a decir nada más, se limitó a terminar la pieza y dejar que el siguiente noble tomara su lugar con Marinette.

La princesa había respondido a los halagos y a las preguntas, agradeciendo con elegancia y educación, sintiéndose incapaz de hilar alguna frase que contuviera más de diez palabras seguidas. Moría por dentro, quería largarse de aquel lugar.

Pero era su deber quedarse un poco más.

La canción terminó.

La princesa hizo una reverencia y sonrió para su último compañero de baile mientras una nueva pieza daba inicio.

La música se tornó dulce y Marinette levantó el rostro, mirando a su alrededor, preguntándose dónde estaría la siguiente persona con la que debía bailar, habiéndose adecuado a empezar a bailar con el siguiente en cuanto algún caballero la soltaba.

Entonces. ¿Por qué se había quedado sola en el centro?

—Atención. —Exclamó el heraldo que había ido anunciado a los recién llegados al baile.

Marinette vio a los guardias de palacio moverse, un saludo militar de respeto a las autoridades. Entonces tocaba bailar con alguien de la milicia, ya no de la realeza.

El silencio se alzó en la sala, las conversaciones frenaron de golpe cuando, de entre todos los presentes, Luka comenzó a avanzar hacia Marinette con una sonrisa determinada y una mano en la espalda.

(Histoire éternelle - Lucie Donelle)

Marinette sintió el corazón dando un vuelco en su pecho cuando Luka llegó frente a ella, sonriendo con gallardía, con el cabello recogido en una coleta baja. Las trenzas se habían ido, las hombreras también, en su lugar llevaba una camisa blanca de cuello holgado, un chaleco de vestir color azul eléctrico a juego con la capa corta de bordados dorados, que llevaba colocada sobre el hombro derecho, una banda azul y dorado cruzada sobre el pecho y un florete ceñido al costado.

El uniforme de gala.

—Luka... —Murmuró la princesa, sin aire.

—¿Me concedes esta pieza? —Murmuró él, con voz contenida, mientras hacía una reverencia ligera y le sonreía aún más a la joven.

Marinette tuvo que recurrir a toda su fuerza de voluntad para no lanzar los brazos en torno al cuello de Luka y apresarlo contra su pecho. ¿Qué estaba pasando?

Porque de pronto, los ojos de Luka refulgían cuando la joven aceptó la mano del muchacho. El joven no la miraba con recelo, ni trataba de ocultar nada, sus ojos parecían gritar a los siete mares cuánta adoración sentía por ella. ¿Cómo negarse a ello?

Marinette se sonrojó hasta las orejas cuando la mano de Luka asió su cintura con nerviosismo, pero determinación. Agotó la distancia entre ellos y sonrió guiando los primeros momentos del vals, paseando sus cuerpos de un lado al otro.

Era extraño. Aún para estar sumergidos en el fondo del arrecife, aun sabiendo que la aleta estaba ahí, por un momento Marinette sintió como si estuviese bailando con sus propios pies, siguiendo a Luka con el ritmo del un-dos-tres.

—¿Qué pasó con el uniforme de las tortugas? —Murmuró Marinette sin aliento cuando Luka la guio para dar vueltas por todo el espacio disponible, paseando frente a los invitados y, al mismo tiempo, sin percatarse de que estaban rodeados de gente.

—Me nombraron capitán de la guardia. —Comentó Luka como si aquello fuera cualquier cosa.

Marinette se quedó sin aliento al escuchar aquellas palabras. Sintió las lágrimas agolparse tras sus ojos, sabiendo que Luka no estaba menospreciando el nombramiento, sino tratando de mantener a raya sus propios pensamientos.

¿Qué se suponía que Marinette fuese a responder a ello? No podía seguir la velocidad a la que sus emociones se movieron en ese momento. ¿Capitán de la guardia? Eso no sólo era el sueño de Luka volviéndose realidad, sino la oportunidad para estar juntos.

Luka asintió como si hubiese leído los pensamientos de Marinette, una forma de decir que sí, que estaba en lo cierto, que tenían una segunda oportunidad para ser felices juntos.

Así que Marinette sonrió asintiendo para sí misma antes de dejarse guiar por su caballero.

—Te ves muy guapo. —Murmuró ella bajando un poco el rostro.

—Hey. —Llamó Luka alzando la barbilla y entrecerrando los ojos, componiendo un gesto dulce para su enamorada. —Una princesa nunca debe bajar el rostro, o su corona resbalará.

—Sólo ante una persona quisiera bajar el rostro, pero él no me quiere a su lado. —Reclamó la chica muy segura.

—¿Lo dices en serio? —Murmuró el muchacho fingiendo indignación. —¿Cómo osaría un bellaco a despreciar semejante belleza?

—Pues el muy indigno lo ha hecho. Y me ha roto el corazón. —Espetó la princesa alejándose un poco de Luka.

Y aunque aquello era una especie de berrinche personal, Luka aprovechó el movimiento para hacer girar a Marinette y ponerla de espaldas a sí mismo, tomando su cintura con una mano y entrelazando sus dedos con la otra mano de Marinette, extendiendo el brazo en toda la extensión mientras avanzaban por el espacio, mirándose a los ojos.

Había estática. Entre ellos dos había estática pura.

Marinette de nuevo giró sobre sí misma y Luka le tomó la cintura, levantándola un momento mientras giraba, un paso tan clásico del vals que Marinette no pudo evitar soltar una carcajada por la impresión antes de volverse a ver presa entre los brazos de su guardián.

—Juro que atravesaré con mi espada a cualquier villano que se atreva a romperte el corazón. —Dijo Luka con tanta intensidad que Marinette quedó sofocada por un momento.

—No digas tonterías. —Murmuró la princesa sin aliento, sintiendo que lloraría en cualquier momento si las cosas seguían así.

Luka frenó de golpe y tomó el rostro de Marinette entre sus manos, consiguiendo que la chica abriera los ojos en demasía.

—No lo hago. —Respondió sombrío el muchacho. —Juro que haré pagar a cualquiera que te haga daño, en cualquier sentido.

—No puedes protegerme de ti mismo.

—Justo a eso vine. —Admitió antes de tomar la boca de Marinette en un beso dulce, casto.

La princesa por un momento se olvidó de dónde estaba y quiénes la rodeaban, se olvidó de que acababan de coronarla, se olvidó de su madre y de los invitados, de los nobles que querían pedir su mano, se olvidó del dolor de su mano izquierda y se limitó a disfrutar del beso mientras todos los invitados eran testigos del brillo ígneo que giraba en torno a su mano y la de Luka, dos argollas de compromiso que se grababan en fuego sobre la piel de sus portadores. El signo inequívoco de que sus almas estaban entrelazadas ahora y para siempre.

—No me importa lo demás, Marinette. —Murmuró Luka pegando su frente a la de la princesa, deleitándose ante la sonrisa que ella acababa de componer. —Fue un error pretender que podía vivir sin ti. Fue una estupidez creer que podías dejarme atrás, así que vine a reivindicarme contigo. Frente al reino entero. —Añadió con picardía mientras recuperaba entre sus manos la cintura de la chica y volvían a moverse por todo el espacio.

—Pero... —Murmuró ella, confundida. —¿Qué hay de mi deber como princesa?

—Puede irse al diablo, por mí.

—Luka, tu puesto en la guardia está en juego si...

—Resulta... —Interrumpió Luka con una sonrisa autosuficiente —que una princesa puede casarse con alguien de la milicia siempre que tenga un puesto importante ante el reino. Y ahora yo soy el capitán de la guardia del palacio.

Marinette lanzó sus brazos en torno al cuello de Luka y pegó su cuerpo al de él con los últimos acordes de la canción, olvidándose del resto, permitiendo que el muchacho la apresara con dulzura y le ofreciera un refugio. Marinette lloraba.

Por fin, después de horas y horas de haber estado luchando contra sí misma, por fin había roto en llanto, liberando la tensión, el dolor, la tristeza que había experimentado, y de nuevo, se sintió de vuelta en casa, como el primer día que pasó en Les Cavaliers, cuando Luka le dio aquella primera descarga eléctrica.

—Y hablé con Tomoe antes de venir aquí. —Añadió el muchacho, consiguiendo que Marinette se retirara de golpe. —Nos ha dado su bendición.

Marinette, incrédula, levantó la mirada hacia el trono, donde la reina benévola sonreía con dulzura, feliz de ver a su princesa sonreír de verdad de nuevo.

—Vieja bruja... —Espetó Marinette ofendida, conteniendo las ganas de plantarle cara en ese mismo instante, sabiendo perfectamente que la reina le había escuchado.

—Deberíamos ir a presentar nuestros respetos ante la reina. —Sugirió Luka divertido, mostrando un gesto altanero para Marinette antes de ofrecerle el brazo.

La joven se talló las mejillas en un gesto reflejo, como si de verdad esperase limpiar las lágrimas, antes de asentir para su prometido cuando él le ofreció el brazo y avanzaron hacia Tomoe.

—Princesa insurreccionista... —Murmuró la reina sonriendo para su hija. —Oficialmente son la alianza más joven en la historia de las estrellas.

—Y seremos la más fuerte. —Prometió Luka asintiendo antes de agacharse sobre los nudillos de Tomoe y besar su mano.

—Niño irrespetuoso. —Espetó Tomoe retirando la mano en un gesto brusco. —Mira que convertirte en Capitán de la guardia y hacer oficial el compromiso el mismo día...

—Alteza. —Dijo Luka con solemnidad, soltando a Marinette un momento para llevarse la mano derecha al corazón y cruzar la izquierda en su espalda. —Jamás tendrá a un capitán de la guardia, embajador del océano o prometido de una princesa tan apasionado o tan comprometido como yo, puesto que mi vida y mi corazón no sólo le pertenecen a la diosa luna y al océano, sino a la más pequeña de sus hijas, seré su más fiel sirviente hasta que la vida me abandone... Siervo fiel de la princesa Marinette... Meredith.

—Creo, Luka, que el árbol se conoce por sus frutos. Ahora, si me lo permites...

El grito se escuchó en todo el espacio.

Una sirena ahogó el terror que sintió al ver al tiburón manchado de sangre, con las manos empapadas y los colmillos portando todavía pedazos de carne viva, vestigios del crimen que había cometido. Aunque la pinta de aquel ser parecía escalofriante y peligrosa, su mirada denotaba confusión. Pero nadie reparó en ese hecho.

Los presentes estuvieron más atentos a la pinta malévola que aquel pobre tenía, e ignoraron por completo el hecho de que dedicaba una mirada suplicante a los presentes, pidiendo auxilio sin saber cómo comunicarse.

Luka, encolerizado al reconocer al indigno como el mismo hombre al que había dado caza en la playa meses atrás, desenvainó su florete y posicionó a Marinette tras de sí, amenazando con avanzar al recién llegado para terminar con su vida en ese mismo instante. Pero la princesa puso una mano en el hombro de su prometido, con la mirada fija en los hombros del recién llegado, y murmuró.

—Espera... Esto no es lo que parece.