(Star a war – Klergy)

—Que no es lo que parece, dices... —murmuró Luka apresando la cintura de Marinette con la mano libre y obligándola a refugiarse tras él. —Es el mismo tiburón que asesinó en las playas los primeros días que pasaste en Les Cavaliers, no me pidas que espere, estuve a punto de darle alcance hace tiempo y no lo conseguí, pero hoy no lo voy a dejar pasar.

—Luka, confía en mí, por piedad. —La súplica de la chica fue tan vehemente que Luka soltó la mirada del recién llegado para mirar a su prometida de reojo.

Los guardias presentes alzaron sus lanzas, apuntando al recién llegado y formando un círculo alrededor de él y resguardando de alguna manera a todos los invitados a la fiesta. Tomoe se levantó en su trono y miró al recién llegado, percatándose de que algo no estaba del todo bien.

—Alteza —llamó Luka con voz contenida, soltando a Marinette y avanzando un poco en dirección al tiburón —, permiso para proceder.

—Capitán. —Murmuró la reina como si lo concediera.

Luka entró al círculo y los lanceros retrocedieron, poniendo sus escudos como una barrera, creando una especie de arena improvisada alrededor de Luka y del tiburón, que torció el gesto en un grito silente de auxilio. Marinette pudo sentir la angustia a través del agua, como si el mar le advirtiese algo.

La marea, las olas, el mar en la superficie parecía reaccionar a las emociones de Luka, Marinette sabía que su prometido podía sentir las emociones de las criaturas marinas a través del agua, entonces ¿por qué no se daba cuenta de la desesperación que estaba sintiendo la criatura que tenía frente a ellos?

Y entonces la golpearon las demás emociones.

Las damas de palacio aglomeradas unas contra otras estaban alejadas en el rincón detrás del trono de las princesas, los guardias se debatían entre temer y estar alertas, los invitados al baile sentían indignación por la presencia de aquel ser, la repulsión se abrió paso hacia la boca del estómago de Marinette, quien sintió las ganas de llorar como propias y como ajenas al mismo tiempo. Recordaba las catatonias, recordaba los trances, recordaba la sensación de vértigo, de añoranza, de terror, de asco que el tiburón tenía de sí mismo, recordaba perfectamente que ese pobre pez no sabía qué estaba pasando.

Y de nuevo escuchó aquella aria que la llamaba a lo lejos, aquellos tonos cantados por una A aguda que la obligaban a ir al otro lado del mar, y escuchando aquel canto ancestral supo lo que tenía que hacer.

Nadó a toda velocidad al mismo tiempo que Luka, ambos avanzaron, pero mientras Luka lo hizo lento, analizando la situación, Marinette emprendió una carrera que la posicionó justo a tiempo en su objetivo.

Luka había levantado su estoque para atestar el primer golpe, pero el cuerpo de Marinette se interpuso en su camino, el tiburón se había arrodillado en el piso y Marinette le había cubierto la espalda con su propio cuerpo, temiendo por su vida, pero confiando en su guardián con todo el corazón.

—Por piedad —murmuró la chica, sollozando —, para.

—Marinette... —musitó Luka sin aire, soltando la espada al ver la mirada suplicante que el tiburón le dedicaba desde el suelo. —¿Qué haces?

—Juro que no es lo que parece.

—¡Meredith! —Exclamó Tomoe enderezándose en su trono, dedicándole un gesto de desprecio a la princesa perdida antes de avanzar lentamente.

—Madre, no es lo que crees. Nadie entiende.

Todas las emociones del mar golpearon a Luka con fuerza, no podía distinguir nada de lo que ocurría a su alrededor, como si fuesen una sola masa más densa que el mar por sí solo, como si fueran un monstruo a punto de comérselo vivo, de acabar con cada gota de cordura... hasta que comenzó a sentir la angustia que manaba el cuerpo de Marinette, y poco a poco descubrió que aquella era la misma emoción que tenía el tiburón en ese instante. Poco a poco una nueva emoción apareció en el mapa, confusión. Y un ruego.

Una súplica.


26.-El ataque de la bruja

RubyMoon . Li: una parte de mí siente que ya perdí la práctica con las sirenas, así que espero que este capítulo esté a la altura de la espera. De las decisiones que tomó Tomoe respecto a su hija, hay momentos en los que ni yo conozco a esa vieja bruja jajajaja, siento que hace lo que quiere en mi historia y yo ya estoy aprendiendo a seguirle la corriente, a ver qué sale ahora. Del tiburón, no andas tan perdida, pero no te doy spoiler, mejor te dejo la continuación. Saludos

Sonrais777: ¿qué te digo? Ya se me hizo costumbre romper momentos importantes con cambios radicales. Ups...

Manu: De las teorías y demás, creo que una de las razones por las que yo no quiero reivindicar a Lila es porque necesito un antagonista, y crear personajes nuevos es complicado y cansado jajaja Luka qué culpa tiene? Déjenmelo en paz jajaja.

SofiaLSAN15: Hola, gracias por el comentario y lamento muchísimo la demora, no había tenido una oportunidad de seguir con esto, pero definitivamente es una historia con la que me he encariñado mucho, definitivamente es una de las que no importa qué pase, no dejaré morir, tal vez me tarde, pero actualizaciones habrá, ya tengo más o menos planeada la historia de principio a fin, así que, sí, seguiré publicando este libro

Marianne E: Son días complicados y me encontré un post de que la gente que vive con ansiedad no está teniendo un cambio de rutina jajaja que estábamos acostumbrados a vivir en alerta constante, así que ¡Feliz contingencia! Jajajajaja perdón, ya me alteró la cuarentena #SáquenmeDeAquí. Disfruta la actualización, sólo espero que no empeore la ansiedad.


(Silent runing -epic trailer version – Hidden citizens)

Lila estaba sentada en el piso, con las piernas cruzadas y las manos abiertas puestas en la fría roca a sus costados, se encontraba doblada sobre sí misma tanto que su frente casi tocaba el suelo, la música retumbaba por toda la caverna, pero ella no escuchaba nada, sumida en el trance necesario para conjurar su hechizo. Levantó el rostro de golpe, sus ojos estaban oscurecidos, ennegrecidos en su totalidad y ella murmuraba palabras en un idioma antiguo.

Aquellas palabras habían sido pronunciadas en las profundidades del océano muchas veces, pero la lengua estaba prohibida por el precio que pagaban aquellos que se atrevían a conjurar las sombras del océano.

Lila era la bruja más poderosa de su generación, y la única razón por la que podría considerarse más poderosa que Tomoe en persona era porque se atrevía a conjurar las lenguas muertas, el idioma de las catacumbas. Porque estaba dispuesta a pagar el precio y a convertirse, a como diera lugar, en heredera al trono de las ciudades de coral.

Sus manos se volvieron cadavéricas, como si se secaran lentamente, la piel se marchitó, oscureciéndose, los músculos se adelgazaron, literalmente se quedaron en los huesos, pero luego ella pronunció un nombre y sus manos volvieron a la normalidad, recuperándose en un parpadeo al mismo tiempo en que ella sonreía macabra y sádica.

En la distancia, en el océano, Luka escucharía el grito desgarrador de la persona que Lila usaba como conejillo de indias, escucharía la voz desgarradora que retumbaría en los linderos de su memoria sin que él se diera cuenta de lo que sabía, el grito desesperado de alguien que muere lentamente porque otra persona dispone de su vida para conseguir su cometido.

Lila se levantó de un salto y comenzó a dar pasos lentos hacia el muro, hacia el nombre de Meredith, agachándose un poco a cada paso, tensando los hombros subiendo las manos, murmurando una y otra vez el nombre de la estrella.

El calor llenó aquel lugar, el agua bullía en los bordes de la roca, la bruja sentía el calor subir por sus pies y hasta su pecho, se enderezó en toda su estatura, levantando también las manos y girando en su lugar, con los ojos cerrados y dejando que su cabeza se moviera por la violencia de su danza.

Una danza.

Se movía por la roca, levantando las manos, agachándose hasta el suelo, trazando círculos con los pies, dejando huellas en la roca, el piso de aquel lugar se quedaba marcado en un color violeta oscuro por ahí por donde pasaba las manos, como si su piel contuviese la tinta requerida para recitar aquellas palabras.

Un pacto de sangre.

No su sangre, sólo había hecho un pacto con su propia sangre y había sido para conseguir los poderes que ahora le servían para hacer aquella danza macabra. No. La tinta violeta que cubría el suelo era la sangre de un alma cautiva en las prisiones de cristal, algún compañero de celda al que había tenido la fortuna de conocer. Fortuna para ella, desgracia para él. Porque conforme seguía recitando su hechizo, conforme seguía danzando bajo la luz de una luna llena que ya había iluminado toda la caverna de los nombres, la sangre del pobre incauto se convertía en la tinta que Lila necesitaba para conjurar su hechizo.

Saltó en su sitio, alzó las manos a la luna, pronunció el nombre de Meredith de nuevo y la estrella comenzó a grabarse en su piel.

Y conforme fue apareciendo en el vientre de la bruja, se fue borrando de la roca, del muro.

.

(Heart of the darkness – Tommee Profitt)

Marinette se arrodilló frente al tiburón y sujetó su rostro, pegando su frente a la nariz del escualo y sintiendo que sus lágrimas se disolvían en la inmensidad del océano, aquel gesto pareció conciliar un poco la desesperación del pez, la espada de Luka azotó el suelo y el muchacho se acercó hasta su protegida, temiendo dar un movimiento en falso que consiguiera que el tiburón le tirase una mordida.

No le preocupaba su vida, le preocupaba Marinette.

—Déjame intentarlo... —Murmuró Marinette sollozando.

Luka de inmediato supo que la chica le hablaba al tiburón, así que se arrodilló al lado de la joven y le acarició la espalda, haciéndola sobresaltarse y dar un respingo, mirándole con súplica, rogando internamente por su vida y por la de aquella víctima.

—Está bien —prometió el muchacho acariciando la mejilla de Marinette y asintiendo una vez —, yo te creo, está bien.

Luka se levantó y recuperó la espada, pero volvió a alzar la guardia al ver que el capitán que se encargaría de entrenarlo ahora avanzaba hacia él con calma, pero la espada desenvainada.

—Luka ¿qué haces? —Dijo aquel hombre comenzando a moverse para tratar de rodear al muchacho y llegar al tiburón.

No, el aludido no tardó en iniciar su movimiento, interponiéndose en el camino del capitán en turno, dispuesto a defender a su musa y al tiburón al que había jurado atrapar y destruir.

—Bueno, me la estoy jugando, de hecho.

—Sabes que nuestro juramento es defender la vida del arrecife.

—Sí. Aparentemente es justo lo que estoy haciendo.

—Eres inteligente, Luka —aquel preludio lo conocía bien, las líneas universales pronunciadas antes de que alguien trate de hacerte cambiar de opinión, pero podía sentir el pánico y la gratitud del tiburón a sus espaldas, que trataba de confiar en Marinette. —Este pez asesinó a gente de la costa, personas inocentes que no volverán a ver su hogar luego de que este indigno les arrebatara la vida con la saña de los de su raza. Conoces las leyendas. Y conoces la ley.

—Bueno, su alteza imperial tampoco ha dado otra orden.

El capitán tragó saliva, sabía que la afirmación de su aprendiz era cierta, Tomoe no había alzado la voz y ahora observaba con curiosidad todo cuanto ocurría.

Incluso Kagami se había acercado hasta ella y ahora le ayudaba a retirarse el vendaje de los ojos.

¿Es que iba a intervenir?

Pero no tenía tiempo para pensar en eso. Sintió la estrella en su espalda arder y sonrió al darse cuenta de que su musa parecía haber entrado a otro de sus trances.

La voz de la princesa perdida se alzó entre los presentes con eco, llenando toda la sala de un sentimiento de calma que pronto embargó a todos.

O bueno, casi a todos. Porque los guardias que ahora formaban un círculo alrededor de ellos tenían sus espadas encendidas en un brillo blanquecino, un conjuro para protegerse de los hechizos que recitaba la joven princesa, tratando de clamar piedad para el tiburón arrodillado frente a ella.

Dea lunae, peccata remittit animam, quae est ipsum liberet et adorent te*

—Diosa, me voy a casar con ella... —Murmuró Luka orgulloso, asiendo con más fuerza su espada, sonriendo déspota para su mentor, como desafiándolo a acercarse.

—¡Luka detenla! —Exclamó Kagami con las manos hechas puño en torno a los vendajes de su madre. —Siento que la magia la abandona. Ella no sabe usar sus poderes, ella no sabe usar el idioma antiguo.

—Tampoco hay nadie dispuesto a ayudar en esta sala —acusó el muchacho dedicándole una mirada cargada de rabia a Tomoe antes de volver la atención a su mentor.

—Se puede hacer daño —insistió Kagami acercándose, pero dos lanzas le cerraron el paso y la princesa miró a su madre, horrorizada al darse cuenta de que la reina ciega observaba con curiosidad el escenario.

—Déjala —ordenó Tomoe avanzando hacia el círculo de los centinelas y observando la manera en que Marinette sostenía el rostro del tiburón mientras seguía recitando sus versos para tratar de liberar a aquella alma cautiva.

Primero nada, luego una luz brillante de color plateado emanando de la estrella en la espalda de Marinette, el dolor en el pecho, la sensación de ahogo, y la luz se traspasó hasta cubrir al tiburón, ocultándolo de la vista de todos.

Marinette retrocedió y levantó las manos y el rostro hacia el cielo. Estaban muy lejos de la superficie, había algunas rocas que funcionaban como techo de aquel gran salón, pero ella estaba clara en que rezaba a la luna para pedir fuerzas para el conjuro, sabía en qué dirección debía mover el rostro, sabía las palabras, sabía los gestos.

Puso una mano en la frente del escualo, puso una mano en su vientre a la altura de la estrella, murmuró unas cuantas palabras más y la luz cesó.

No. Frente a ella no había más un tiburón, frente a ella se encontraba un tritón del arrecife, uno cuya aleta era azul oscuro, cuyo rostro tenía una cicatriz en la mejilla, cullos cabellos estaban vedados por colores grises, cuyo pecho estaba marcado por un tatuaje de esclavitud que ataba la vida de aquel hombre a la bruja del mar.

Luka escuchó un grito a lo lejos, un grito desgarrador, capaz de helarle la sangre. Pero aquel clamor por auxilio se desvaneció, aquella llamada de pronto careció de toda importancia o significado puesto que la voz de aquel tritón a sus espaldas funcionó como un gatillo que detonó todo el dolor y la desesperación que él había logrado encerrar bajo diez candados en lo más profundo de su alma y de su corazón.

—Lo siento...

Luka giró lentamente sobre sí mismo, asiendo con fuerza el mango de su estoque, renuente a creer que de verdad la voz pudiera pertenecerle a esa persona, renuente a la posibilidad de recuperar un pedacito de su vida que había sido arrebatado de forma abrupta, renuente a guardar esperanzas cuando sabía que todo estaba perdido.

Pero frente a Marinette estaba arrodillado sobre su aleta, no había duda, las canas, las arrugas, las cicatrices, nada de eso era un factor importante, puesto que Luka reconocería el rostro de su padre en cualquier lugar.

—Lo siento mucho. —Repitió Louis Couffaine levantando el rostro hacia su hijo, mostrando por completo el tatuaje en su pecho, el signo inequívoco de que seguía perteneciéndole a la bruja del mar. —No quería, yo nunca he querido, pero no puedo evitarlo, no he tenido opción...

Marinette tomó el estoque de manos de Luka, el movimiento fue veloz, el joven aspitante a capitán ni siquiera tuvo tiempo de sentir que perdía el agarre sobre el mango cuando Marinette ya le había tirado una estocada al pecho de aquel tiburón, arrancándole un grito de sorpresa a su prometido y guardián, consiguiendo que todos en la sala retrocedieran.

No salió sangre de aquel corte, pero la tinta pareció escurrirse como si brotara de la herida, como si fuese lentamente exorcizada de la piel de aquel hombre, liberándolo de su cautiverio, liberándole de estar a merced de la bruja del mar.

Luka emitió un gemido gutural, un gesto de dolor, el ardor en su espalda, en la estrella de su raya se intensificó, ya no sentía sólo el calor del hechizo, ahora se le grababa con fuego al rojo vivo.

Repitió aquel gesto de incomodidad cuando el calor aumentó, y de un instante a otro, Marinette gritaba con todas sus fuerzas.

La chica se dobló por el dolor, su piel quemaba, la estrella en su vientre se había iluminado con violencia en un color rojo oscuro, el agua hervía a su alrededor.

—¡Madre —gritó Kagami aterrorizada, forcejeando contra los guardias que la mantenían a salvo —esto no es parte del hechizo!

Tomoe nadó a toda velocidad hasta su hija y trató de poner la mano en su estrella, pero en cuanto su piel hizo contacto con la de la joven, la reina salió disparada hacia atrás, repelida por alguna especie de hechizo.

—¡Se desvanece! —Gritó Kagami percatándose de que las escamas iban desapareciendo poco a poco de la piel de su hermana. —La estrella se desvanece.

El dolor iba en aumento en la espalda de Luka, el muchacho actuó por instinto. La piel de las piernas de Marinette era visible, la cola no estaba más y ella ya no podía gritar, la estrella en su vientre se había desvanecido casi por completo y ella tenía las manos alrededor de su cuello, sintiendo de pronto la presión del mar a su alrededor.

No, no lo pensó más.

Luka cerró sus brazos en torno a la esbelta cintura de su protegida y comenzó a nadar hacia arriba, esquivó pilares, rodeó ventanas, se alejó de las piedras, tratando de salir de aquel laberinto lo más rápido posible. La aleta de Marinette ya había desaparecido por completo, sus piernas estaban separadas, la chica pataleaba sin control tratando de ayudar a Luka a ir más rápido.

Se ahogaba.

Luka podía sentir en su propia garganta y pecho la sensación de ahogo gracias al vínculo que tenía con la joven, sabía que se le estaba terminando el tiempo, así que nadó con todas sus fuerzas hasta que ambos salieron a flote en medio del océano.

(The frozen call – Ancient Nordic Chant)

Marinette dio una bocanada de aire, sosteniéndose en los hombros de Luka para alejarse del agua todo lo posible, el muchacho la sostenía por las caderas para que estuviera la mayor parte de su cuerpo a flote, aquel respiro le dolió hasta los pulmones, la sal del mar le había raspado la piel, dolía respirar, le ardían y lloraban los ojos, sentía todavía la claustrofobia de haberse sabido sumergida en lo profundo del océano y sentía que su mundo se desvanecía.

Y en medio de la desesperación de sentir que la magia se desvanecía lentamente de su cuerpo, sintiendo que no podría volver a convertirse en una sirena, sabiendo que la estrella en su vientre se había borrado para siempre, ella escuchó la misma aria viniendo del océano, viniendo de la distancia, viniendo del punto en que el horizonte y el mar se tocaban. La misma canción que había escuchado desde días atrás, un canto antiguo y ancestral que la llamaba al mar.

—Mari, Mari... —murmuró Luka desesperado, buscando el rostro de su musa, que miraba hacia la eternidad con desesperanza.

—Se ha ido... —fueron las primeras palabras de la chica tras largos minutos de silencio. —Luka, se ha ido. La magia se ha ido.

—¿Qué?

La chica bajó el rostro hacia su vientre, Luka le observó también la piel... las líneas pálidas de su piel revelaban que ahí había habido un signo antes, pero el tatuaje había desaparecido sin dejar rastro de tinta negra, la estrella no estaba más, ni en su piel ni en la de Luka.

—Se ha ido la magia... —musitó la joven antes de romper en llanto y deslizarse hasta Luka, abrazándose de su cuello para mantenerse a flote. —Luka... —dijo entre uno y otro sollozo —puedo sentirlo —y aunque no quería pronunciarlo por miedo a que se volviera real, sabía que postergar aquella afirmación no llevaría a nada, se armó de valor y, en medio de un sollozo lastimero, añadió: —no soy más una sirena...


*Diosa de la luna que perdona la vida, libera a aquel que se inclina ante ti (en latín)