La inmensidad del océano en la noche profunda jamás pareció tan abrumadora como lo era en ese instante, porque Marinette sabía que ahora no podía estar a sus anchas en aquellas aguas tranquilas que se extendían hacia la inmensidad. Flotaba a la deriva en medio del océano mientras Luka estaba sumergido, hablando con Kagami, preguntándose qué había hecho para merecer perder el hogar que había encontrado sin quererlo.
Relajarse en medio del agua era sencillo, amaba el mar, y precisamente por eso las lágrimas se deslizaban por los rabillos de sus ojos hasta fundirse con la sal del mar que la rodeaba. Jamás sintió como en ese momento que la expresión "llorar un mar" se adecuaba a ella, y había deseado jamás tener que emplearla.
Bueno, ahora lloraba un mar.
Luka estaba sumergido apenas unos centímetros, con una mano puesta en la espalda baja de la joven para mantenerla a flote mientras hablaba con la otra princesa.
—Mi madre sintió la presencia de Lila, se dirige hacia acá, así que ha enviado a tu padre al calabozo.
—¿Qué?
—No, espera, no lo malinterpretes. Lo ha puesto ahí para protegerlo.
—Protegerlo de qué?
El silencio plagó el mar, Luka conocía muy bien aquellos silencios por parte de su amiga, como si temiera dar un paso en falso, como si temiera ser malinterpretada. Pero al final, la princesa alzó su voz.
—Mi madre sintió a Lila recitando un hechizo de pertenencia, ya no le importa ser rastreada, quería recuperar a su esclavo. —Silencio. Kagami guardó silencio un segundo, dándole a Luka tiempo para pensar.
Claro, el sello que tenía tatuado en su pecho, el último maleficio que Marinette había sido capaz de desvanecer antes de que su magia fuese arrebatada.
—El signo de los esclavos.
—Exacto. Lila trató de llamar a tu padre de nuevo a su lado, no contaba con el hecho de que una princesa inexperta lo liberaría. Luka —la pausa que Kagami hizo luego de pronunciar su nombre consiguió que el muchacho se estremeciera —, Louis tenía la consigna de asesinar a Marinette esta noche, venía para matarla, pero no lo hizo, frenó frente a ella y lanzó un grito desesperado de auxilio en espera de que alguien lo escuchara. Y tu prometida lo escuchó. Ella es más fuerte que...
—La estrella se fue —interrumpió abruptamente, sintiendo la rabia bullendo en su interior.
—¿Qué?
—La estrella de su vientre ya no está en su piel —murmuró sombrío, sin embargo, levantó la mirada y, confundido, añadió: —, pero la de su espalda sigue intacta.
—¿Qué dice ella?
—Que la magia se ha ido.
—Luka, tengo que ir a la caverna de los nombres, pero Lila está en camino, llegará en cualquier momento buscando a su esclavo y el cadáver de la princesa, sácala del mar antes de que Lila se dé cuenta de que está viva.
—¿Por qué?
—Necesita la sangre de Marinette para terminar su conjuro —sentenció la princesa bajando el rostro, dedicándole una mirada de reojo a su madre, consultando cuánto tiempo le quedaba antes de romper el contacto. —Sácala del mar. Adrien ya va camino a la mansión de su padre para proteger la playa.
—¿Protegerla?
—Parece que hay cosas que no sabíamos de los hijos de la playa, los hijos del océano no somos los únicos capaces de hacer magia.
—¿También los hijos de la playa le rezan a la luna? —Murmuró Luka confundido.
—No. Madre dice que es algo distinto, pero no dijo más. Adrien ha salido al fin del mar, salgan ustedes también.
27.-Promesa en la madrugada
Sonrais777: No iba a dejar solo a un pobre pez en desgracia, y menos si podía ayudar a Luka de paso (Corazones)
RubyMoon . Li: ¿será que sí la matamos? Lo siento, traigo algo para tratar de reivindicar el estrés. Todavía no decido qué hacer con Louis, pero qué se te ocurre? Jajajajaja yo no quiero hacerlo culpable, digo,… bueno, tampoco quiero hacer spoiler, ya verás de qué hablo.
Manu: Definitivamente no me gustaría que comenzaran a shipear a Félix y a Mari, pero si lo hacen supongo que me voy a molestar jajajajaaja a estas alturas del día, que sea lo que ellos quieran, pero que actualicen jajajajaja.
Marianne: No demoro más. Jajaja disfrútalo, tú sabes qué pasa cuando hay calma jajajaja
Los guardias habían conducido a los tritones y sirenas presentes hasta el fondo del salón, amontonados unos contra otros detrás de los tronos, antes de formar una fila y aprestar los escudos, la reina no había querido permitir que ninguno de los invitados saliera y exponerlo a ser capturado por la bruja, ahora que Lila estaba de nuevo sumergida en el mar, Tomoe podía sentir perfectamente la muerte que envolvía a la bruja, el asesinato que había cometido para conjurar la magia negra, y Kagami había confirmado sus sospechas al hablar con uno de los guardias de las prisiones de cristal a través del océano, un prisionero había muerto. Y no tenía una gota de sangre.
El agua se enfrió en torno a todos, incluso la sala pareció oscurecerse cuando Lila entró.
Lo primero que Kagami fue capaz de ver fue un par de tentáculos negros asirse a los pilares de la entrada antes de que la bruja ingresara, piel negra, piel morena, cabellos color marrón, ojos verdes, y una serie de signos grabados en violeta recorriendo casi todo su cuerpo, sus brazos, sus tentáculos. Lila entró sonriendo de medio lado, dedicándole una mirada soberbia a todos los presentes antes de observar a la reina ciega. Era la primera vez que le veía sin su vendaje, pero no se dejó impresionar por los ojos vedados en tonos de Tomoe, se plantó frente a ella mientras Kiri se paseaba a su alrededor, acariciándole la piel con pleitesía y embeleso.
—No eres bienvenida aquí —informó la reina ciega extendiendo una mano hacia el costado, uno de los guardias le entregó su cayado y se alejó, de regreso a proteger a los civiles —, no tienes nada que hacer aquí.
—Pero hay tanto que tengo por hacer... —anunció ella extendiendo los brazos mientras la estrella de Meredith se dibujaba en su vientre con el mismo tono violeta de todas las marcas de su cuerpo. —Vengo a reclamar lo que es mío.
—La basura se saca por la mañana, Lila —espetó Kagami desafiante, consiguiendo que dos guardias le cerraran el paso para detenerla. —Ya no queda nada para ti.
—Vine a recuperar a mi tiburón —sentenció Lila con tal frialdad que los invitados se estremecieron, el agua se enfrió un poco más, el lugar se oscureció, y los ojos de la bruja emitieron un destello esmeralda que hizo a Kagami retroceder un poco, pero Tomoe permaneció en su sitio, impertérrita.
—Louis no es tu tiburón. No es un tiburón del arrecife. No es más tu prisionero.
Lila retrocedió pasmada, pero sonrió de medio lado.
—Así que descubriste mi treta.
—No, querida —anunció Tomoe con voz cantarina, regresándole la sonrisa déspota a la bruja cuando vio que su expresión se deformaba en una mueca de disgusto, y eventualmente le daba una mirada de rabia. —Yo no lo hice. Meredith fue quien rompió tus hechizos, liberando a nuestro antiguo capitán de la guardia. Ahora vete de mi palacio, antes de que tome cartas en el asunto.
—¿Qué puede hacer una reina vieja frente a una hechicera nueva? —La burla de Lila vino acompañada por un movimiento brusco de sus manos, tomó a la anguila que la seguía cual satélite y la convirtió en un cetro de color oscuro con esmeraldas en el lugar de los ojos.
La bruja dirigió el centro hacia la reina y un destello violeta salió disparado hacia ella, un maleficio para dañarla.
No, Tomoe no requirió más que mover una mano, un abanico suave para que el hechizo se disolviera en medio del agua, provocando la rabia de la bruja. Lila tomó aquel gesto como un desafío, un desprecio, así que comenzó a lanzar uno tras otro, cuantos ataques pudo mantener a la distancia, pero Tomoe los desvió todos sin inmutarse.
—¡Reina ciega! —Gritó la bruja antes de convertir el cetro en una espada y lanzarse contra Tomoe.
Ahora sí que se movió. Tomoe antepuso su cayado para recibir el impacto de la espada, la madera se iluminó para recibir el golpe de Lila, para resistir sin romperse, y usó ese mismo hechizo para alejar a la bruja unos cuantos metros.
—Kagami —llamó la reina girando el cayado sobre su cabeza para luego sostenerlo frene a sí, en una postura defensiva —, mantén a la gente a salvo si yo no puedo hacerlo.
—Sí madre —musitó la princesa con una sonrisa, abriendo las manos frente a sí, mostrando las palmas, mostrando un leve fulgor plateado que se extendió hacia el tatuaje de su pez, hacia las fases de la luna en su espalda. Al final sólo tres lunas menguantes permanecieron iluminadas y ella se preparó para pelear.
Lila bufó por lo bajo, dedicándole una sonrisa de desprecio a la princesa, pero no dedicó un segundo más de su atención a la joven y se enfocó en atacar a la reina con todas sus fuerzas. La espada de la bruja emitía destellos cada vez que encontraba un lugar contra el cayado de la reina, ambas mujeres se movían con destreza, como si el agua no ofreciera resistencia a sus movimientos, por primera vez, las familias más antiguas del océano conocieron la verdadera velocidad de la reina dragón, que se enroscaba sobre sí misma, avanzaba, retrocedía, se movía con todas sus fuerzas para tratar de evitar los ataques de la bruja.
Lila había comenzado a musitar hechizos en voz baja, los signos en su piel se iluminaron, comenzó a atacar a Tomoe con hechizos para aturdirla, no sólo con su espada, pero la reina igual repelió todos y cada uno de sus fútiles intentos de hacerle daño, enfureciendo aún más a la bruja.
Lila retrocedió hasta los pilares y se sostuvo ahí con los tentáculos, tensa entre los pilares, subiendo para poder observar a todos los presentes lo más cerca posible del techo, la espada en sus manos volvió a convertirse en una anguila y ella le dedico una mirada a Tomoe, deliberando entre gastar un nuevo cartucho o guardarse la carta bajo la manga.
—Todavía no sufren lo suficiente por este momento de luto —afirmó la bruja. —Así que dejaré que lloren esta pérdida, y luego volveré a atestar el siguiente golpe.
Y procedió a salir huyendo.
Aunque varios guardias (capitán de la guardia incluido) hicieron ademán de perseguirla, Tomoe soltó una exclamación para que se detuvieran, y luego se desplomó contra el suelo, debilitada claramente.
—No saben lo fuerte que se ha vuelto, no podemos perseguirla todavía.
—Pero, alteza...
—Si la enfrentamos ahora, acabará con nosotros... debemos prepararnos para recibir el siguiente golpe, aunque soy partidaria de atacar los problemas de golpe, debemos cambiar la estrategia, o no lo lograremos. Capitán, llame a fu... dígale que estamos en guerra contra la bruja del mar.
.
Luka le había pedido a Marinette que se sostuviera de sus hombros, se había sumergido suficiente como para que su protegida permaneciera a flote con los brazos bien extendidos, pero él se movió a toda velocidad para poder sacarla del agua cuanto antes.
Sus pies se hundieron en la arena cuando se acercaron a la orilla, la aleta se había desvanecido y sólo quedaba el uniforme de gala a su alrededor, pesado ahora que estaban en la superficie, pero eso no hizo que Luka bajara la velocidad; el joven capitán tomó a Marinette en brazos y calmó el oleaje para poder salir del agua caminando, y aunque la chica hizo ademán de querer bajarse, el muchacho la sostuvo con más fuerzas contra su pecho, una forma más de protegerla, de prometerle que todo estaría bien, que no la dejaría sola.
Marinette lloró amargamente, aferrándose al cuello de Luka al darse cuenta de que él no la soltaría, y no sólo hablando de bajarla a la playa, lloró entendiendo la metáfora en los ojos oscuros de su enamorado, que la miró con ojos centelleantes que brillaban como zafiros a la luz de la luna, reflejo de su propia intensidad. Lloró cuando llegaron al umbral de su casa, lloró cuando Luka la depositó suavemente en la cama antes de proceder a quitarle las sandalias y desprender la corona de su cabello, retirando cuidadosamente las horquillas que había usado Kagami para sostenerla ahí. Y lloró aún más cuando Luka le robó un beso, arrodillado ante ella, sonriéndole con devoción mientras sus manos le acariciaban las mejillas y se le enterraban en el cabello.
—Deberías estar con tu padre... —murmuró la princesa cuando Luka se sentó a su lado y le tomó las manos. —No deberías estar aquí, deberías estar en el océano celebrando tu nombramiento, hablando con tu padre, abogando ante la reina.
—También debería estar celebrando que nuestro compromiso es oficial ante el reino y la corona. Marinette, tú eres mi protegida, mi prometida, mi deber es estar a tu lado hasta que todo esto pase, después ya veré.
—Pero Louis...
—Mi padre está a salvo en este momento, y yo quiero quedarme aquí, a cuidar el único espacio que existe en el mundo al que quiero llamar mi hogar. Y eso es a tu lado.
—Luka...
Marinette sonrió suspirando, aunque la sonrisa no le llegó a los ojos, estaba devastada. No sólo le habían arrebatado la posibilidad de volver al mar, ahora ella había atado a Luka a la superficie.
—Escucha —murmuró el muchacho sonriendo de medio lado, conmovido por la fragilidad de aquella sirena que había probado ser más fuerte que todos los demás —, ya más o menos me imagino para dónde van tus pensamientos, así que para. No estoy renunciando al mar por estar a tu lado ¿de acuerdo? Estoy admitiendo que quiero quedarme a tu lado hasta que todo se calme y estoy usando de excusa mi deber como tu guardián personal y capitán de la guardia en tierra. —Su expresión se tornó sombría, Luka suspiró profundo para encontrar algo de calma a su propia tormenta y, en un segundo, había recuperado la sonrisa de nuevo. —Ya encontraremos cómo lidiar con esto. Lo importante ahora es mantenerte a salvo, sé que Lila te va a buscar, así que no hay fuerza humana o inmortal que me mueva de tu lado ¿lo entiendes?
—Te amo... —murmuró Marinette en respuesta. —Y sí, lo entiendo, lo único que no entiendo ahora es cómo voy a pagar tu devoción, siento que te debo tanto...
—Sólo repite la primera parte del discurso —suplicó Luka con voz trémula mientras se acercaba lentamente a la boca de su enamorada, como si temiera besarla de nuevo, como si temiera que la chica se arrepintiera de aquello —, no necesito más pago que ese, saber que la primera parte del discurso es cierta.
—Te amo —repitió la joven en un hilo de voz antes de que Luka le besara de nuevo, posando una mano alrededor de su cuello, besándola dulce, lento, pausado, rítmico, un beso cargado de significados y de promesas nuevas que, por un momento, llenaron el corazón de Marinette con calma. —Te amo, Je t'aime, mon gardien...
(Con las ganas – Zahara)
Marinette tomó el rostro de Luka para mirarle a los ojos, sonrió agradecida, sonrió con dulzura, sonrió haciendo a un lado todos sus miedos e inseguridades, deshaciéndose de la sensación de ser una carga y percatándose de que, todo este tiempo, Luka había sentido la balanza inclinada de más a un lado, como si no fuesen capaces de amarse a la par, como si no fuera suficiente lo que tenía para ofrecer, como si no estuviese haciendo suficiente por merecerla. No, Marinette no había sentido la balanza tan equilibrada como en ese momento.
Lila podría haberle arrebatado el mar, pero jamás le quitaría el amor que sentía por aquel muchacho estruendoso y desgarbado que le prometía encontrar la manera; era cierto, ya verían qué hacer con el mar. Ella era la estrella perdida, si ya había encontrado la manera de encontrar el camino hacia el océano sin saber que lo estaba buscando, ahora que tenía un propósito, con mayor razón encontraría el camino de regreso. Si tenía a Luka a su lado estaba segura de que no había bruja capaz de detenerla.
Y jugamos a ser humanos en esta habitación gris...
—Je t'aime —murmuró de nuevo antes de besarle la boca al capitán de la guardia, a su prometido, al muchacho ingenuo y divertido, al surfista experto.
Pero quitó todo eso del medio también. Quitó del medio al hijo del océano, al guardián de la playa, los títulos que tenían sobre sus hombros, y se permitió ser una niña enamorada viviendo un romance de verano.
Besó a Luka con precaución, pero también con cadencia, mientras dirigía sus manos a los botones de su camisa y los iba soltando uno a uno.
Las manos de Luka aterrizaron sobre las de ella, deteniéndola un momento, y entre un beso y otro, Luka emitió una pregunta: —¿Estás segura?
Mis anclajes no pararon tus instintos
ni los tuyos mis quejidos...
No, Marinette no respondió, liberó sus manos y siguió con su tarea hasta que pudo deslizar sus manos por los hombros desnudos del muchacho y recorrer la longitud de sus brazos, deslizando también la prenda mojada de ropa, dejándole la piel al descubierto.
No pudo evitarlo, el muchacho se puso de pie, trayendo a Marinette consigo y puso sus manos en torno a la cintura de ella, pegando sus frentes, mirándose a los ojos con cierta dificultad.
Me disfrazo de ti, te disfrazas de mí...
—Tienes razón, deberíamos estar celebrando ambos.
Marinette soltó una risita tímida cuando Luka comenzó a bambolearse por el espacio, bailando de nuevo un vals con ella al ritmo del latido de sus corazones.
—Es muy diferente hacerlo a dos piernas —admitió la joven frunciendo el entrecejo y bajando la mirada hacia sus pies —, en cualquier momento te voy a pisar.
Luka se sonrojó al percatarse de que el vestido de gala de la chica se había convertido en una odalisca de verdad, pero apartó ese pensamiento tomando la barbilla de Marinette para alzarle la mirada y poder sonreírle con ganas.
—No lo permitiría, te guiaré.
—Tengo dos pies izquierdos.
—No es verdad, sólo es encontrar a la pareja adecuada para bailar.
—Qué suerte que yo encontré a mi alma gemela —sentenció ella con tal seguridad que Luka tuvo que luchar contra las ganas de llorar.
—Marinette...
No sé qué acabó sucediendo, sólo sentí dentro dardos...
La chica colgó los brazos alrededor del cuello de Luka y lo atrajo hacia sí, bailando todavía, besándolo de nuevo. Y Luka aventuró sus manos por la piel desnuda de la chica, paseando las yemas de sus dedos en busca del borde de la tela hasta hacer que las piernas de su prometida quedasen expuestas. En un movimiento veloz se aferró a sus rodillas y la levantó al vuelo, consiguiendo que ella le abrazara la cintura.
Se sentó en la cama con Marinette a horcajadas sobre sus caderas, y mientras ella le soltaba la trenza con manos livianas, él deshizo los nudos de su vestimenta, desnudando a la joven que de pronto se había vuelto muy valiente.
Marinette pegó los codos a los costados, reteniendo la tela al mismo tiempo que paseaba las manos por el cabello de Luka, desenredándolo, masajeándolo ligeramente antes de besarle de nuevo y permitir que la tela se deslizara entre ellos.
Luka paseó las manos por los costados de Marinette, observando el cuerpo desnudo de su musa con devoción, acariciándole la piel de las costillas y aferrándose a sus omóplatos antes de sostenerla con fuerza para recostarla en la cama.
—Je t'aime de plus... —murmuró el muchacho en respuesta, haciendo a un lado sus propias dudas, sabiendo que estaban a salvo en los brazos del otro, que permaneciendo juntos era más que suficiente.
Ya resolverían los problemas al día siguiente, ya se encargarían del resto después. Por ahora sólo eran ellos dos contra el resto del mundo.
Apartaron cualquier pensamiento que los alejase de ese momento y se entregaron a aquella danza, una comunión perfecta entre cuerpo y alma, sellando con aquella cadencia, con sus gemidos, con sus suspiros y el roce de piel la promesa de que estarían juntos siempre. Promesas suspendidas en el aire con la luna como testigo, consumando en aquel acto un amor inquebrantable.
.
Luka suspiró cubriendo a Marinette con la sábana antes de besar su sien y enfundarse en un short de color beige.
La joven se removió en la cama, emitiendo una queja liviana, apenas un maullido que llamó la atención del guardián.
—¿Me dejas? —Murmuró la chica somnolienta.
—Nada de eso, mi amor —prometió el muchacho apartando los cabellos sueltos del rostro de su musa mientras ella se removía en la cama, abrazándose de la almohada. —Tengo que hablar con Kagami, sólo voy a la orilla del mar y regreso. Requiero saber cuáles son las órdenes de la reina.
—No te tardes —murmuró ella cerrando los ojos, suspirando, aspirando el perfume de Luka impreso en las almohadas, en las sábanas, en todo a su alrededor —, la casa es fría sin ti.
—Descuida, Petite, estaré de regreso antes de que te des cuenta.
Y aunque Marinette se reacomodó en la cama, apenas hubo Luka salido de aquel lugar, Marinette abrió un ojo y estiró una mano para alcanzar una camiseta del cajón, sonrió enfundándose en la ropa de su prometido y volvió a recostarse con una sonrisa amplia, sintiendo que el cuello de aquella prenda tenía más claramente grabado el aroma del tritón.
Luka por su parte se paró al filo del océano, con los pies sumergidos en el agua, mirando la luna llena que besaba el horizonte.
—¿Cómo está ella? —Escuchó al fin el muchacho la voz de Kagami a sus espaldas.
—Está bien, tranquila. Pero lloró mucho cuando sintió que su magia se había ido por completo.
—No entiendo cómo es que la estrella en su espalda no se desvaneció.
—La estrella en mi espalda también se fue.
Silencio.
Y después Kagami suspiró.
—Mi madre quiere hablar contigo mañana, quiere que Louis vuelva a tierra firme para evitar cualquier percance con la bruja, pero sabe también que tenemos que ir a la cueva de los nombres, revisar nosotros mismos qué pasó ahí y ver si podemos hacer algo con los conjuros de Lila. Cree que atacará de nuevo una vez que recupere sus poderes.
—¿No los recuperó ya?
—No, los signos en su piel todavía brillaban, los tatuajes no se han fijado en su piel. Parece que se adueñó de la magia de Marinette, tiene la estrella de Meredith en su vientre.
Luka apretó los puños y negó con la cabeza, sintiendo la rabia bullir en su interior, pero se mantuvo sereno al momento de hablar nuevamente.
—La bruja me las va a pagar y con creces.
—Nos la pagará a todos, ya verás. Por ahora descansa, y asegúrate de que mi hermana descanse también. Nos vemos en la orilla a medio día.
—No llegues tarde.
—No tardes tú.
Luka suspiró esperando unos minutos más, por si Kagami se regresaba a decirle alguna otra cosa, pero no hubo más que silencio del otro lado, así que el muchacho volvió a la casa.
Sintió la sonrisa extenderse en su rostro, se sonrojó hasta las orejas al ver que su musa se había puesto su pijama, a pesar de los días que habían compartido el techo, era la primera vez que ella se tomaba esa libertad, y no supo si lo que lo hizo sonrojarse fue el verla ahí, indefensa, protegida entre su ropa, con las mejillas sonrosadas, con una sonrisa, no supo si fue el hecho de saber que aquella sirena estaba enamorada de él, no supo si fue el hecho de hacer real por primera vez que habían hecho oficial su compromiso.
—Je t'aime —murmuró entrando en la cama, abrazando a la chica con cuidado para no despertarla, ella igual se removió hasta encararlo y sonrió abrazando su torso, hundiendo la nariz en el cuello del muchacho.
Qué más daba el calor, quería estar cerca.
—Je t'aime de plus —respondió ella ensanchando la sonrisa y perdiéndose en la oscuridad.
